Buen día Hispanismo:
Ha sido publicado en nuestro sitio el folleto y texto del Bicentenario del 2 de Mayo.
Se titula Desde Las Españas.
Saludos en Xto. y María Virgen Madre.,
Nos encontramos casi a 200 años del Alzamiento Nacional del pueblo español contra los invasores franceses, portadores de las ideas de la llamada "Ilustración" que tanto daño físico hicieron entonces y tanta devastación moral y espiritual han hecho a Las Españas en los últimos siglos.
Debemos enorgullecernos del valor de aquellos hombres pero debemos ser también fieles a lo que realmente defendían.
El gobierno de la antihistórica región de Madrid está invirtiendo mucho dinero en hacer llegar a la gente una visión de la guerra de Independencia como una "revuelta" de los españoles contra los enemigos externos e "internos", dando a entender que fue una lucha por traer el liberalismo a España, eso sí, independiente del francés. También tenemos ataques como el del conocido sionista César Vidal, con un reciente libro cuya tesis es negar el papel de la Iglesia Católica y la religión como motivos principales de la resistencia. Tampoco faltan los que maldicen a aquellos españoles por haber frenado la entrada de la "modernidad" en España, como el novelista Pérez Reverte.
Contra todo ello debemos luchar y reivindicar el auténtico sentido de aquella guerra.
Por ello, Hispanismo.org anima a todos sus visitantes a acudir al siguiente acto:
http://www.carlismo.es/2demayo/
Pedimos también ayuda en la difusión del mismo, para que el máximo público tenga noticia de el.
Para cualquier duda o información adicional, contactar con los organizadores del acto a través de su web o bien con Hispanismo.org
Última edición por Hispanismo.org; 12/04/2008 a las 22:33
Buen día Hispanismo:
Ha sido publicado en nuestro sitio el folleto y texto del Bicentenario del 2 de Mayo.
Se titula Desde Las Españas.
Saludos en Xto. y María Virgen Madre.,
Muchas gracias amigo argentino.
Saludos en Cristo.
Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.
Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI
- Madrid. Bicentenario del Dos de Mayo: mesa redonda sábado 26 abril
- Guipúzcoa. Museo Zumalacárregui cerrado por obras
Madrid, abril 2008. Nos encontramos a casi doscientos años del alzamiento del pueblo español, por Dios y por el Rey, contra los invasores franceses, portadores de las ideas de la Revolución.
Imitando a los liberales doceañistas, el gobierno de la antihistórica comunidad autónoma de Madrid, en manos del PP, está invirtiendo mucho dinero público en hacer llegar a la gente una visión de la llamada Guerra de la Independencia como una "revuelta" de los españoles contra los enemigos externos e "internos", dando a entender que fue una lucha por traer el liberalismo a España, eso sí, independiente del francés. También tenemos ataques como el del hereje César Vidal, con un reciente libro cuya tesis es negar el papel de la Iglesia Católica y la Religión como motivos principales de la resistencia. No faltan los que maldicen a aquellos españoles por haber frenado la entrada de la "modernidad" en España, como el novelista Arturo Pérez-Reverte. Los socialistas, por boca de José Bono, quieren que la milenaria España haya nacido en 1812. "Memoria histórica".
La realidad es muy otra. Lo decía Don Sixto Enrique de Borbón en su mensaje a los carlistas de 6 de enero de este año:
"Escribo en los umbrales de 2008, a los dos siglos de la llamada 'francesada'; que no fue una revuelta nacionalista antifrancesa, ni menos aún una revolución liberal, sino un levantamiento primero, y una guerra después, contra los principios y los hombres de la Revolución francesa, encarnados en los soldados de Napoleón, y a favor de Dios, la Patria y el Rey. Sí, el trilema que después ondeará en nuestras banderas, como entre tanto en la guerra realista de tiempos del Trienio (1820-1823), y que encontramos operante ya en 1808. Sólo la habilidad de los en verdad, a la sazón, escasísimos elementos liberales, movidos por las logias, engañando al pueblo español, pudo revertir el signo del conflicto. En efecto, a través de la Constitución doceañista, calco al menos parcial de la francesa jacobina de 1791, y con el auxilio del débil Fernando VII, se produjo a la postre el triunfo intelectual y político de lo que heroicamente se combatía con las armas. Hubo, es verdad, afrancesados que sostuvieron al hermano de Napoleón. Pero los más eficaces fueron los que oponiéndosele en apariencia hicieron posible el triunfo de las ideas que sus soldados llevaban en la punta de las bayonetas.
"A los dos siglos de 1808, cuando tantas conmemoraciones de tantos bicentenarios que arrancan de esa fecha están prontas a aparecer, no puede faltar la voz de la Tradición española, que modestamente abandero, para oponer tantos 'otros' bicentenarios: el que descubra la verdadera faz de la llamada (con término nada feliz) Guerra de la Independencia; el que denuncie la matriz liberal y por lo mismo antitradicional y antiespañola de la Constitución de Cádiz; y el que engarce esos procesos y fenómenos con los que llevaron a la mutilación cruenta de las Españas americanas, de los reinos de Ultramar, que nunca fueron colonias, y que desde entonces sufren, aún con mayor intensidad que la porción situada geográficamente en Europa, los frutos del desorden y la traición fundacionales. Resulta instructivo recordar los planes precisos 'para humillar a España' concebidos por los ingleses, puestos por obra en 1741, en Cartagena de Indias, de la Nueva Granada, o en 1806 y 1807, en Buenos Aires y Montevideo, del Río de la Plata. Como también observar que, por lo menos desde 1810, la Francia napoleónica e Inglaterra, mientras guerreaban entre sí en Europa, se concertaban en el Ultramar para destruir allí la monarquía hispánica."
El sábado 26 de abril, a las doce del mediodía, el Círculo Cultural Antonio Molle Lazo, con la colaboración del Consejo de Estudios Hispánicos Felipe II, organiza la mesa redonda "La llamada Guerra de la Independencia en la historia contemporánea de las Españas". Con la participación de los profesores Miguel Ayuso, Andrés Gambra y Consuelo Martínez-Sicluna, y de los historiadores Francisco José Fernández de la Cigoña y José Antonio Gallego.
Se celebrará en la Fundación Francisco Elías de Tejada, calle José Abascal (ant. General Sanjurjo), 38, bajo izquierda, de Madrid.
Estas convocatorias y muchas otras en la Agenda de las páginas para suscriptores de FARO y en el Tablón de anuncios de nuestra web
Ormaiztegui, abril 2008. El Museo Zumalacárregui nos envía el siguiente aviso:
El Museo Zumalacárregui, centro de referencia para el conocimiento y disfrute del siglo XIX en el País Vasco, permanecerá cerrado al público desde el 18 de abril hasta finales de julio de 2008. Su objetivo es acometer la renovación de sus instalaciones, complementado con una ampliación temática sobre el siglo XIX y la colocación en la exposición de las nuevas colecciones adquiridas a lo largo de los últimos años. Perdonen las molestias.
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Agencia FAROhttp://carlismo.es/agenciafaro
[Dejamos el aviso sobre el Museo Zumalacárregui, porque don Tomás luchó también en la francesada y en las guerras realistas, además de en la primera carlista. En todas del lado de los buenos.]
Madrid, 26 abril 2008. [FARO] Convocados por el Círculo Cultural Antonio Molle Lazo, con la colaboración del Consejo de Estudios Hispánicos "Felipe II", y con nutrida asistencia, se ha celebrado la mesa redonda "La llamada Guerra de la Independencia en la historia contemporánea de las Españas", con ocasión de cumplirse el bicentenario del 2 de mayo de 1808. La introducción y presentación de los oradores, tras la invocación al Espíritu Santo, corrió a cargo de Miguel Ayuso, director científico del Consejo, cuyo presidente es el académico Juan Vallet de Goytisolo.
El primero en hablar fue el profesor Andrés Gambra, quien mostró la singularidad de la historia contemporánea como una lucha entre la tradición y la revolución liberal, en que aquélla se resiste a los embates de ésta. Ofreció también, a este respecto, una caracterización general del período. La profesora de Filosofía del Derecho Consuelo Martínez-Sicluna, por su parte, examinó los hechos a la luz del binomio "legalidad-legitimidad", recordando la doctrina de la segunda escolástica sobre el origen y transmisión del poder y, en concreto, la de resistencia a los poderes injustos. A continuación, Francisco José Fernández de la Cigoña, gran especialista de la historia eclesiástica, examinó el papel de la Iglesia en la guerra de la Independencia, en la que ya apareció el trilema "Dios-Patria-Rey" que se difundirá luego durante las guerras carlistas. Finalmente, José Antonio Gallego, historiador del carlismo castellano, se ocupó de la figura del Cura Merino, como paradigma de lo expuesto por los oradores precedentes, pues guerrillero de la "francesada", volvió a las armas durante la guerra del trienio liberal (1820-1823) y durante la primera guerra carlista (1833-1840). Encarnando, pues, esa continuidad de la historia contemporánea española subrayada por Andrés Gambra, en la defensa de la tradición política y religiosa ilustrada por Consuelo Martínez-Sicluna y Francisco José Fernández de la Cigoña.
Miguel Ayuso, tras dar la palabra a la sala, moderó un breve (por lo avanzado de la hora) coloquio, que prosiguió una vez levantado el acto tras la correspondiente oración (ahora a San Miguel Arcángel) e incluso en el almuerzo que reunió a algunos de los oradores y asistentes. Entre éstos, se encontraban los directivos del Círculo Molle, José Miguel Gambra y José Díaz Nieva; el profesor chileno Julio Alvear y los mejicanos Juan José Leaño, José Luis Arreguín y Miguel Navarro; los veteranos Manuel de Santa Cruz y Lucio Liaño; Fernando Andina, Natalia Gómez Sawicka, Carlos Ayuso, Soledad Pérez de Sevilla, Manuel Ordóñez, Carlos Rodríguez Camacho y una cincuentena de amigos, habituales casi todos.
La Comunión Tradicionalista no podía dejar pasar el acontecimiento, en la línea marcada por el Abanderado de la Tradición en su mensaje del día de Epifanía, y lo ha hecho a través de un acto convocado por organizaciones culturales como el Círculo Antonio Molle y el prometedor Consejo Felipe II y que ha tenido, sin el menor género de dudas, un gran relieve.
¿Quiere conocer de antemano convocatorias tradicionalistas en todo el mundo hispánico? Consulte a menudo la Agenda de las páginas para suscriptores de FARO y el Tablón de anuncios de nuestra web
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Agencia FARO
Toda la verdad sobre el 2 de mayo de 1808
Ni España nació el 2 de mayo, ni fue un levantamiento liberal
JOSÉ JAVIER ESPARZA
Al hilo del bicentenario del 2 de Mayo estamos escuchando afirmaciones muy discutibles: que la nación española nació en 1808, que el 2 de Mayo fue un levantamiento liberal, que Cataluña o el País Vasco no combatieron por España, sino por su propia independencia… ¿Qué hay de verdad en todo ello? Vamos a verlo con los propios textos de la época. Y avancemos ya la conclusión: ni España nació en 1808, ni el 2 de mayo fue un levantamiento liberal, ni Cataluña y Vascongadas combatieron al margen de España.
¿Qué paso exactamente el 2 de mayo? Pasó esencialmente lo siguiente: en una situación de colapso del Estado, con un ejército extranjero dueño de España y con la familia real retenida fuera del país, se produjo una insurrección popular contra los invasores; insurrección alimentada al mismo tiempo por personalidades relevantes de la monarquía absoluta, distinguidos miembros del clero, militares patriotas y elementos de las clases más humildes donde lo mismo encontraremos artesanos y campesinos que curas de barrio. A la insurrección popular le siguió un movimiento político, institucional, pero fragmentario, distinto según ciudades y provincias, al principio dubitativo, que trató de llenar el vacío dejado por el colapso del Estado borbónico: nacen las Juntas. Ese movimiento no trató de crear un estado de nuevo cuño, sino que actuó a partir de las instituciones vigentes. Así las juntas locales, inmediatamente después de haberse proclamado en franca oposición a los franceses, estimulan la creación de una Junta Suprema Central que permita convocar a las cortes y reconstruir la unidad de la nación.
La nación no nació en 1808
Hay que decir “de la nación” porque así lo dijeron expresamente aquellos caballeros. No es verdad que antes de 1808 no existiera una idea de nación en España. La historiografía liberal suele decir que el concepto moderno de nación surge en España en 1808, y que antes de esa fecha sólo había un vago sentimiento de comunidad cimentado sobre la sumisión a la corona, que actuaba como si España fuera una posesión personal suya. Podríamos enredarnos en debates sin fin sobre qué quiere decir exactamente “nación” y cuándo puede hablarse de “nación moderna”. Lo que a nosotros nos interesa subrayar aquí y ahora es que los españoles de antes de 1808 tenían una clara conciencia de pertenecer a una comunidad política, que esa comunidad se identificaba, en efecto, con la corona y también con la religión, pero que, además, la llamaban “nación” sin mayores complicaciones conceptuales, según se puso de moda hacerlo a lo largo del siglo XVII. Esa idea de comunidad nacional es precisamente la que recoge la Junta de Valencia en julio de 1808 cuando solicita, antes que ninguna otra, la formación de una junta central que unificara a todas las juntas locales. Lo dijo en estos términos:
“Toda la Nación está sobre las armas para defender los derechos de su Soberano. Cualquiera que sea nuestra suerte, no podrá dejar de admirar la Europa el carácter de una Nación tan leal en el abatimiento que ha soportado por tanto tiempo, por puro respeto a la voluntad de sus Soberanos, como en la energía que ahora muestra, falta de tropas, y ocupado su territorio y las fortalezas de sus fronteras por un ejército francés sumamente poderoso. No es menos digno de admiración, que tantas provincias diversas en genio, en carácter y aún en intereses, en un solo momento y sin consultarse unas a otras se hayan declarado por su rey (…) Es indispensable dar mayor extensión a nuestras ideas, para formar una sola nación, una autoridad suprema que en nombre del Soberano reúna la dirección de todos los ramos de la administración pública. En una palabra, es preciso juntar las Cortes o formar un cuerpo supremo, compuesto de los diputados de las provincias, en quien resida la regencia del Reino, la autoridad suprema gubernativa y la representación nacional”.
Este texto es muy importante: aquí está condensada toda la doctrina política vigente en la España de 1808. Los españoles –de todas las provincias, sin excepción- se consideran una nación e identifican su derecho con el de su soberano, el Rey. No hay contradicción entre el sentimiento nacional y la lealtad al monarca, por absoluto que éste sea. Las Cortes, que se consideran representantes de la nación, son además las regentes del reino mientras el Rey está ausente. Esta no es la nación según la entendieron las revoluciones liberales, pero no por eso deja de ser la nación. Que no se diga, pues, que en la España de 1808 no había una idea de nación.
Catalanes y vascos, patriotas españoles
Esa idea de la nación, entendida como pertenencia a una comunidad política y que existía mucho antes de 1808, es la que va a despertar una ola de sentimiento patriótico en toda España. También en Cataluña y el País Vasco. La imagen de una Cataluña o un País Vasco que lucharon contra Francia por su propia independencia, al margen del esfuerzo colectivo de la nación española, ha sido muy propalada por los separatistas, pero es completamente falsa. Al contrario, lo que se comprueba en los textos de la época y en los estudios posteriores más dignos de crédito es que vascos y catalanes combatieron por España y por sí mismos como españoles, con una idea muy clara de que su libertad era la de todos sus compatriotas.
Es muy evidente el caso catalán. Allí los franceses, apoyados en una minoría de elementos separatistas, ofrecieron incluso declarar el catalán lengua oficial para una Cataluña concebida como extensión del imperio napoleónico al sur de los Pirineos. Frente a la oferta francesa, la inmensa mayoría de la población catalana prefirió seguir defendiendo a España y, de hecho, después de la guerra aquellos separatistas tuvieron que abandonar el país como “afrancesados”. Recordemos que Agustina de Aragón era una catalana. Los catalanes se batieron igualmente en el Bruc, en Gerona y en otros muchos puntos, con partidas guerrilleras que se convirtieron en una pesadilla para los franceses. En Cataluña, como en el resto de España, la gente peleó por la religión, la patria, la corona y la libertad, y todo era para ellos una y la misma cosa, y todo respondía al nombre de España.
Igualmente claro es el asunto en el País Vasco, donde, por cierto, la represión francesa fue muy cruenta desde el primer instante. También desde el primer instante fue clara la determinación de las juntas vascas de defender a España y a la Corona contra la invasión napoleónica. Y hacerlo, además, precisamente en nombre de su españolidad. Hay un documento irrefutable que es la proclama de la Junta de Vizcaya en el mismo año de 1808, apenas desencadenado el movimiento insurreccional contra los franceses, y que es un auténtico llamamiento a la unidad nacional española. Decía así:
“Los vascongados a los demás españoles. Españoles: somos hermanos, un mismo espíritu nos anima a todos. Aragoneses, valencianos, catalanes, andaluces, gallegos, leoneses, castellanos, olvidad por un momento estos mismos nombres de eterna armonía y no os llaméis sino españoles. Recibid como prueba incontrastable del espíritu que nos anima, los holocaustos que ofrecen a la libertad española los Eguías, los Mendizábales, los Echevarrías y otros infinitos vascongados”.
Son palabras, estas de la Junta de Vizcaya, que hoy chocarán a una sociedad sometida al adoctrinamiento del nacionalismo vasco, que ha falseado la Historia, pero la realidad es la que es: los vascos, como los catalanes, fueron patriotas españoles como el que más. Y ahí estaban, en efecto, “los holocaustos que ofrecen a la libertad española infinitos vascongados”, como decía la proclama.
El 2 de mayo no fue un levantamiento liberal
¿Quiénes eran los que así hablaban? Eran, esencialmente, gentes que provenían del antiguo régimen. No hubo una revolución liberal en España en 1808. La presión de los elementos liberales vendrá después, en la formación de las cortes y en sus trabajos constituyentes, pero no en el momento de la insurrección. Tampoco hubo una revolución popular: los casos de trastornos sociales en los que las clases populares atacan a los estamentos privilegiados son contadísimos. Cuando se producen, no obedecen a una causa de revolución social, sino al afrancesamiento de tales o cuales objetivos de la ira popular; ira, por otra parte, a cuyo desencadenamiento no serán ajenos algunos clérigos, como ocurre en Valencia. Es interesante repasar la lista de las personas designadas por las provincias para componer la Junta Suprema Central: la gran mayoría son militares del círculo del rey como Palafox, magnates de la iglesia como Bonifaz, Castanedo o Ribero; grandes de España y ex ministros de la Corona como Floridablanca y Jovellanos… Quien recoge la soberanía es la flor del Antiguo Régimen.
Cuando la Junta Central organice la reunión de Cortes, bajo la presidencia del obispo de Orense, no veremos a una institución que se propone comenzar una revolución liberal, sino a un cuerpo clásico del antiguo régimen que jura sus cargos en nombre de la religión y del rey. Este fue el juramento de los miembros de las cortes de Cádiz en septiembre de 1810:
“¿Juráis la santa Religión Católica, Apostólica, Romana, sin admitir otra alguna en estos Reinos? ¿Juráis conservar en su integridad la Nación española, y no omitir medio para libertarla de sus injustos opresores? ¿Juráis conservar a nuestro muy amado Soberano el Señor Don Fernando VII todos sus dominios, y en su defecto a sus legítimos sucesores, y hacer cuantos esfuerzos sean posibles para sacarlo del cautiverio y colocarlo en el Trono? ¿Juráis desempeñar fiel y legalmente el encargo que la Nación ha puesto a vuestro cuidado, guardando las leyes de España, sin perjuicio de alterar, moderar y variar aquellas que exigiese el bien de la Nación?”.
Luego pasarán otras cosas. Veremos cómo el sector liberal maniobra para adquirir una relevancia que inicialmente no poseía. Veremos cómo a Cádiz acuden, por las circunstancias de la guerra, numerosos suplentes cuyo voto no será el que se les había encomendado. Veremos cómo unas cortes convocadas para prolongar la legitimidad de las cortes del antiguo régimen se transforman en unas constituyentes que auspician un cambio hacia un régimen nuevo. Todo esto, en cualquier caso, será después. Lo veremos otro día.
Lo fundamental: a partir de 1808 España vive un proceso que, como escribió el Conde de Toreno se sustancia en tres movimientos consecutivos: levantamiento, guerra y revolución. Pero ni el 2 de mayo fue un levantamiento liberal, ni Cataluña y el País Vasco combatieron al margen de España, ni España, en fin, nació en 1808.
http://www.elmanifiesto.com/articulos.asp?idarticulo=2120&blog=
Enlazo esta web
http://www.1808-1814.org/efem/mayo.html
Vita hominis brevis:ideo honesta mors est immortalitas
Que no me abandone la Fe,cuando toque a bayoneta,que en tres días sitiamos Madridy en otros quince la capital, Lisboa.
Sic Semper Tyrannis
Oda al Dos de Mayo
de Bernardo López García
Oigo, patria, tu aflicción,
y escucho el triste concierto
que forman, tocando a muerto,
la campana y el cañón;
sobre tu invicto pendón
miro flotantes pendones,
y oigo alzarse a otras regiones
en estrofas funerarias,
de la iglesia las plegarias,
y del arte las canciones.
Lloras, porque te insultaron
los que su amor te ofrecieron
¡a ti, a quien siempre temieron
porque tu gloria admiraron;
a ti, por quien se inclinaron
los mundos de zona a zona;
a ti, soberbia matrona
que, libre de extraño yugo,
no has tenido más verdugo
que el peso de tu corona!
Doquiera la mente mía
sus alas rápidas lleva,
allí un sepulcro se eleva
contando tu valentía.
Desde la cumbre bravía
que el sol indio tornasola,
hasta el África, que inmola
sus hijos en torpe guerra,
¡no hay un puñado de tierra
sin una tumba española!
Tembló el orbe a tus legiones,
y de la espantada esfera
sujetaron la carrera
las garras de tus leones.
Nadie humilló tus pendones
ni te arrancó la victoria;
pues de tu gigante gloria
no cabe el rayo fecundo,
ni en los ámbitos del mundo,
ni en el libro de la historia.
Siempre en lucha desigual
cantan tu invicta arrogancia,
Sagunto, Cádiz, Numancia,
Zaragoza y San Marcial.
En tu suelo virginal
no arraigan extraños fueros;
porque, indómitos y fieros,
saben hacer sus vasallos
frenos para sus caballos
con los cetros extranjeros.
Y aún hubo en la tierra un hombre
que osó profanar tu manto.
¡Espacio falta a mi canto
para maldecir su nombre!
Sin que el recuerdo me asombre,
con ansia abriré la historia;
¡presta luz a mi memoria!
y el mundo y la patria, a coro,
oirán el himno sonoro
de tus recuerdos de gloria.
Aquel genio de ambición
que, en su delirio profundo,
cantando guerra, hizo al mundo
sepulcro de su nación,
hirió al ibero león
ansiando a España regir;
y no llegó a percibir,
ebrio de orgullo y poder,
que no puede esclavo ser,
pueblo que sabe morir.
¡Guerra! clamó ante el altar
el sacerdote con ira;
¡guerra! repitió la lira
con indómito cantar:
¡guerra! gritó al despertar
el pueblo que al mundo aterra;
y cuando en hispana tierra
pasos extraños se oyeron,
hasta las tumbas se abrieron
gritando: ¡Venganza y guerra!
La virgen, con patrio ardor,
ansiosa salta del lecho;
el niño bebe en su pecho
odio a muerte al invasor;
la madre mata su amor,
y, cuando calmado está,
grita al hijo que se va:
"¡Pues que la patria lo quiere,
lánzate al combate, y muere:
tu madre te vengará!"
Y suenan patrias canciones
cantando santos deberes;
y van roncas las mujeres
empujando los cañones;
al pie de libres pendones
el grito de patria zumba
y el rudo cañón retumba,
y el vil invasor se aterra,
y al suelo le falta tierra
para cubrir tanta tumba!
¡Mártires de la lealtad,
que del honor al arrullo
fuisteis de la patria orgullo
y honra de la humanidad,
¡en la tumba descansad!
que el valiente pueblo ibero
jura con rostro altanero
que, hasta que España sucumba,
no pisará vuestra tumba
la planta del extranjero!
Bernardo López fue uno de los poetas jiennenses más reconocidos del siglo XIX. Su Oda al Dos de Mayo se publicó en 1866 en Eco del país. Su éxito fue clamoroso y alcanzó una gran popularidad en toda España, hasta el punto que se le comenzó a identificar como `el poeta del dos de Mayo', lo que a la larga le encasilló y dejó en un segundo plano el resto de su obra.
Última edición por Arnau Jara; 02/05/2008 a las 01:34
Vita hominis brevis:ideo honesta mors est immortalitas
Que no me abandone la Fe,cuando toque a bayoneta,que en tres días sitiamos Madridy en otros quince la capital, Lisboa.
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Interesante web temática del 2 de mayo
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Vita hominis brevis:ideo honesta mors est immortalitas
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Sic Semper Tyrannis
3 de mayo Bando de guerra del mariscal Joaquín Murat
Se ha dado anoche a la imprenta el siguiente Bando:
«Soldados: el populacho de Madrid se ha sublevado, y ha llegado hasta el asesinato. Sé que los buenos españoles han gemido de estos desmanes; estoy muy lejos de mezclarlos con aquellos miserables que no desean más que el crimen y el pillaje. Pero la sangre francesa ha sido derramada; clama por la venganza. En consecuencia mando lo siguiente:
Todos los que han sido presos en el alboroto y con las armas en la mano, serán arcabuceados.
La Junta de Estado va a hacer desarmar a los vecinos de Madrid. Todos los habitantes y estantes, quienes después de la ejecución de esta orden conserven armas sin una permisión especial, serán arcabuceados.
Toda reunión de más de ocho personas será considerada como una junta sediciosa y deshecha por la fusilería.
Todo lugar en donde sea asesinado un francés, será quemado.
http://www.larazon.es/37226/noticia/...oaqu%EDn_Murat
Vita hominis brevis:ideo honesta mors est immortalitas
Que no me abandone la Fe,cuando toque a bayoneta,que en tres días sitiamos Madridy en otros quince la capital, Lisboa.
Sic Semper Tyrannis
La crónica del día
El valor no bastó contra el mejor ejército del mundo
Durante cuatro horas, apenas un millar de madrileños mantuvo en jaque a 20.000 franceses. La represión llena de muertos las calles.
Alfredo Semprún - Madrid
Las tropas francesas, ya de ocupación, han aplastado la rebelión de Madrid. La ficción de la alianza entre dos países hermanos se viene abajo a medida que la soldadesca viola, saquea e incendia en la capital del Reino. A estas horas, dos de la madrugada, las descargas de los pelotones de fusilamiento dejan oír su cadencia en la montaña del Príncipe Pío. Pero los gabachos han asesinado, y mucho, en el hospital del Buen Suceso, en Cibeles, en el portillo de Recoletos, en el Prado, en el patio del Palacio del Buen Retiro. Bajo nuestra ventana pasa una cuerda de presos, camino de la Puerta del Sol. Se escuchan gritos de clemencia, e insultos, que los guardianes acallan a culatazos. Hace horas que el general Grouchy firma sentencias de muerte en la Casa de Correos. Se está cumpliendo a rajatabla el bando del general Murat: «Todos los que han sido presos en el alboroto y con las armas en la mano serán arcabuceados. Todo lugar donde sea asesinado un francés será quemado». En la puerta de Atocha, unos arrieros han sido muertos porque llevaban agujas de coser sacos. Los soldados se han quedado con las mulas. Cerca de la calle de Fuencarral, una joven modista fue asesinada a golpes por llevar sus tijeritas de bordar. Su tía dice que se llamaba Manuela Malasaña y que tenía 15 años.
Víctimas y traidores
Los testigos afirman que ya se han recogido nueve carretones llenos de cadáveres en los alrededores de la Puerta de Alcalá. Hay cuerpos cosidos a bayonetazos en San Bernardo y en Lavapiés, que los soldados no dejan retirar. También ha habido cobardes: al zapatero Pedro Segundo Iglesias le ha delatado un vecino en la calle del Olivar; llevaba el mandil manchado de sangre y, en efecto, era sangre francesa. En la cripta de la iglesia de San Martín se han depositado discretamente los cadáveres de los capitanes Daoiz y Velarde, muertos en la defensa del cuartel de Monteleón, pero sólo uno de sus compañeros, el escribiente de Artillería Manuel Almira, se ha atrevido a velarlos.
«Pero esto no es el final. Esto es el principio de España», murmura nuestro compañero Juan Luis Carrasco, mientras se afana en las últimas líneas del editorial.
Poco a poco, las historias fragmentadas que nos llegan de este día terrible van completando el cuadro. La tensión nerviosa acumulada durante estas largas semanas, desde que se supo que el Rey Fernando había cruzado la frontera con Francia el 20 de abril, tenía que estallar por algún lado.
A la espera de noticias, los ánimos de la población se exaltaban o se deprimían con cada rumor. Un día se decía que Napoleón estaba de acuerdo en aceptar las condiciones del Rey, incluso a entregarle la mano de una princesa imperial; para asegurar, al siguiente, que la perfidia del francés pretendía devolver el poder a Godoy. Pero lo único cierto es que las comunicaciones con Bayona estaban cortadas y que Napoleón había ordenado que se trasladara en secreto a Francia a los últimos herederos de la Familia Real que quedaban en Madrid: la reina de Etruria y el infante Francisco de Paula. La noticia, pese al cuidado puesto por la Junta del Gobierno español, se filtró desde Palacio y a primeras horas de la mañana de ayer, lunes, grupos de gentes alertadas por agentes fernandistas se apostaban frente a la Real Armería. Y en efecto, sobre las 9 de la mañana partió el coche que llevaba a la reina de Etruria, la infanta Luisa, sin provocar reacción. Fue entonces cuando, desde uno de los ventanales, don Rodrigo López de Ayala, mayordomo de semana, alertó a los reunidos al grito de «¡Vasallos a las armas! ¡Que se llevan al infante!». Aquí los espíritus se exaltaron hasta el punto de forzar la entrada de Palacio y obligar a don Francisco de Paula a saludar desde el balcón principal. A pesar de sus pocos años, el Infante mostró gran presencia de ánimo, arreciando la determinación de los congregados, que cortaron las riendas de tiro del segundo carruaje.
Alertado del alboroto, el mariscal Murat envió a su ayudante, Armand La Grange, para averiguar qué ocurría. Y ahí se precipitó todo: La Grange tuvo que ser rescatado de la multitud indignada por la propia guardia real española. Le salvaron la vida y le dieron paso franco hasta su cuartel. En respuesta, Murat ordenó que se emplazaran unos cañones y que hicieran fuego, sin previo aviso, sobre la gente. La mortandad fue terrible: sólo entre los servidores de Palacio han resultado mortalmente heridos el propio Rodrigo López de Ayala, Domingo de Lama, José Rodrigo de Porras y Joaquín María de Martola.
Como la noche había sido lluviosa, la humedad del ambiente propagó con gran rapidez el eco de los cañonazos por toda la ciudad. La noticia terminó de incendiar un odio largamente larvado en buena parte de la población. Sin orden ni concierto, se formaron distintos grupos de paisanos que se lanzaron a las calles a matar franceses al grito de «¡Viva el rey Fernando!». Muchos soldados de Murat, alojados en las casas de la capital, deben la vida a la bondad, tal vez al miedo, de sus anfitriones. También en el hospital de Atocha se respetó la vida de los enfermos franceses. Pero otros fueron cazados como conejos por las partidas de ciudadanos, que apenas iban armados de cuchillos, navajas y algunas escopetas de caza. Así cayeron, degollados, dos mamelucos que intentaban llegar a Palacio desde el Retiro con un mensaje.
Ataque de la caballería
La reacción francesa no se hizo esperar. Desde sus acuartelamientos en el Retiro, Casa de Campo, El Pardo y Atocha convergieron las columnas y los escuadrones de Caballería. La pelea, desigual, se extendió por calles y plazas. En la calle del Barquillo murió de un macetazo en la cabeza el hijo del general Legrand, que estaba en el Estado Mayor de Murat. Ha sido enconada la resistencia en Sol, Puerta de Toledo, Plaza Mayor y carrera ancha de San Bernardo. Las partidas mandadas por militares veteranos, como las del Marqués de Malpica, la de los alféreces Juan Van Halen y José Hezeta; o la del corsario de Cuba Andrés Rovira, han tenido mejor desempeño y, también, las mayores bajas. Fue épica la lucha en la Puerta del Sol contra la caballería de la Guardia Imperial. Allí, a navajazos, se ha deshecho el escuadrón de mamelucos, pero a costa de una sangría española. También los presos de la Cárcel Real, que salieron bajo palabra de honor, tomaron un cañón francés en la Plaza Mayor y resistieron de firme.
En el parque de Monteleón
La batalla principal, sin embargo, se dio en el barrio de Maravillas, en el cuartel de Monteleón, convertido en el último reducto de la sublevación. Allí, el capitán Luis Daoiz, desobedeciendo las órdenes, neutralizó a la guarnición francesa, abrió las puertas a los paisanos, que pedían armas, y sacó los cañones a la calle. Le secundaba el capitán Pedro Velarde quien, mediante una estratagema, consiguió llevarse con él a una sección de soldados del regimiento de Infantería de Voluntarios del Estado. Con estos apoyos, y el de otros oficiales unidos a la sublevación en contra de las órdenes de permanecer acuartelados, lograron resistir tres asaltos a las mejores tropas francesas. Ya hemos anotado que murieron Daoiz y Velarde, y ha resultado muy grave el teniente Ruiz. Los dos capitanes de Artillería fueron rematados cuando se encontraban heridos. El general Lefranc, muy irritado y no sólo por la muerte de su caballo, golpeó e insultó a Daoiz, caído en tierra. El oficial español se alzó e intentó acuchillar con su sable al francés, pero un granadero le asestó un bayonetazo en los riñones. Lefranc dio la orden de «a degüello». Se justifica en que los españoles dispararon un cañonazo en la puerta de Monteleón cuando se estaban tratando las paces y sus soldados tenían los fusiles a la funerala. Por esta razón, las bajas de paisanos, muchos también rematados a la bayoneta cuando estaban heridos, han sido muy numerosas: se han contado 41 cadáveres alrededor del cuartel. Ha muerto una mujer, Clara del Rey, que combatía junto con su marido e hijos. Se han salvado algunos alzados refugiándose en el inmediato convento de las Carmelitas; se dice que fueron respetados porque las monjas, entre ellas la hermana francesa sor Pelagia Revut, habían cuidado de todos los heridos, sin distinguir entre españoles y franceses. No tuvieron la misma clemencia los que buscaron refugio en la iglesia de Nuestra Señora de Atocha, saqueada por la soldadesca. Tampoco los que intentaron buscar refugio tras las contadas puertas particulares que se les abrieron. Se sabe de una mujer, de profesión pescadera, que fue perseguida hasta el mismo interior de un domicilio y acribillada a balazos. Aunque la dejaron por muerta, parece que vivirá. Se llama Benita Sandoval y los testigos afirman que derribó el caballo de un coracero en la Puerta de Toledo y, luego, acuchilló al jinete.
Al cierre de esta edición, dos de la madrugada, Madrid está firmemente en manos de Murat. La Junta de Gobierno calla ante la ola de terror desatada por el francés, pese a sus promesas de que no habría represalias si se rendían las armas. Murat exige un castigo ejemplar de «la canalla» madrileña. Se han sublevado apenas dos millares de madrileños, la mayoría de la clase llana, que abandonados por el Ejército poco podían hacer. Fue la Junta de Gobierno, según ellos por orden del Rey, quien aceptó las exigencias francesas de retirar la munición a nuestros soldados para evitar provocaciones. Pero Napoleón comprenderá que su inmoralidad ha sido demasiado evidente, su injusticia demasiado cínica y que su engaño ha resultado harto infame. Sucumbirá a él.
http://www.larazon.es/37215/noticia/...cito_del_mundo
Vita hominis brevis:ideo honesta mors est immortalitas
Que no me abandone la Fe,cuando toque a bayoneta,que en tres días sitiamos Madridy en otros quince la capital, Lisboa.
Sic Semper Tyrannis
Queridos camaradas:
Desde Almería respondo a la llamada, y no por un mero afán de notoriedad.
Y lo hago para,además de decir a todos que me llamo Manuel Arqueros, para decir que la milonga liberal que nos venden no es, ni poco ni mucho, lo que de verdad ocurrió.
Hubo muertos, hubo heridos. Hubo mujeres vilmente asesinadas por los franceses bajo las órdenes de Murat cuando reconquistó los alrededores del Palacio Real de Madrid.
Pero hubo sobre todo valor. Para los ineptos que todavía alberguen dudas, dejaré hablar al Emperador de los Franceses, tal como escribió Les Cases en su Memorial de Santa Helena: "Los españoles se comprotaron, en general, como un hombre de honor"
Dicho esto, lo demás sobra.
¡Arriba España!
Feliz día para todos los hispanos, feliz aniversario, realmente un orgullo que haya sido la España Católica y no la Inglaterra Protestante quien nos haya CIVILIZADO.
¡Arriba, carajo!
Pa´ presentarte, hazlo aqui :http://hispanismo.org/presentaciones/
Se te dará la bienvenida formalmente..
Anque, bienvenido, claro.
-- " ¡Dios, Patria y Familia... o muerte! " --
Dosmayeando
]
JUAN MANUEL DE PRADA
LA celebración del bicentenario del Dos de Mayo está sirviendo para que se tergiverse la verdad histórica de un modo francamente vomitivo. A la izquierda, la celebración le resulta enojosa, pues sabe que aquella rebelión popular fue una reacción contra los ideales revolucionarios de los que ella orgullosamente se proclama heredera. La vicepresidenta De la Vega ha afirmado, refiriéndose a los afrancesados, que «fueron los que por primera vez defendieron un Gobierno responsable, que debía ocuparse de que los ciudadanos accedieran al bienestar, e incluso a la felicidad». La frase es ambigua, y uno no acierta a establecer si, al referirse a ese «Gobierno responsable» que defendieron los afrancesados, la vicepresidenta alude a una aspiración utópica que no se habría hecho realidad hasta nuestros días, en la personita de Zapatero, o si alude concretamente al gobierno tiránico que impusieron las armas napoleónicas, cuyo ideal de acceso a la felicidad consistía básicamente en estuprar doncellas y desvalijar iglesias. Una u otra interpretación de su frasecita nos confirma que, para la izquierda, aquella Guerra de la Independencia que se inició con la revuelta popular del Dos de Mayo fue un acontecimiento luctuoso que retardó el advenimiento del Progreso.
Más patética aún es la interpretación del Dos de Mayo que nos propone la derecha, muy característica de la empanada mental que la corroe. La derecha no abomina de lo que ocurrió en aquellos días, pues intuye que fue una manifestación del genio español; pero está tan infectada por los apriorismos mentales impuestos por la izquierda que necesita enturbiar ese genio español con conceptos totalmente extraños al impulso originario de aquellos patriotas. Así, por ejemplo, la derecha sostiene que con la Guerra de la Independencia surge España como «nación de ciudadanos» y no sé cuántas paparruchas más. Falso de toda falsedad. La idea de nación española se modeló de forma evolutiva desde el siglo VI, con la conversión de Recaredo a la fe católica, para cobrar contornos cada vez más nítidos durante la Reconquista, alcanzar su certeza constitutiva durante el reinado de los Reyes Católicos y hallar su expresión más acabada con la conquista y evangelización del Nuevo Mundo. Don Marcelino Menéndez Pelayo, que leyó más en un solo día de su vida que todos los representantes de nuestra patética derecha en todos los días de su desnortada vida, lo dejó escrito en el grandioso epílogo de su Historia de los heterodoxos españoles: «Esta unidad se la dio a España el cristianismo. La Iglesia nos educó a sus pechos con sus mártires y confesores, con el régimen admirable de sus concilios por ella fuimos nación, y gran nación, en vez de muchedumbre de gentes colecticias, nacidas para presa de la tenaz porfía de cualquier vecino codicioso. (...) España, evangelizadora de la mitad del orbe; España martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio...; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad; no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los arévacos y de los vectores o de los reyes de taifas». Las palabras proféticas de don Marcelino ya se están cumpliendo, y nuestra derecha, al afirmar que con el Dos de Mayo se constituye la nación española no hace -amén de traicionar la verdad histórica y de renegar patéticamente de su genealogía- sino conceder argumentos a quienes desean despiezar España en cantones y reinos de taifas.
Y el Dos de Mayo no fue una rebelión ciudadana, sino una rebelión popular. Napoleón quería convertir a los españoles en ciudadanos (esto es, en muchedumbre colecticia sometida a sus leyes y exacciones); pero los españoles, con intuición genial, querían seguir siendo pueblo. El genio popular español entendió que los gabachos habían venido a destruir los cimientos de la patria española y a convertirnos otra vez en «presa de la tenaz porfía de cualquier vecino codicioso»; y se rebeló para defender la grandeza y la dignidad de España, concretadas en su fe y en su tradición. Ese pueblo que se rebeló en 1808 ya no existe, ahora sólo somos una patulea de ciudadanos descristianizados que han accedido al bienestar; y estas conmemoraciones no son sino unas exequias fúnebres que algunos, desde la izquierda, celebran con regocijado cinismo, mientras otros, desde la derecha, hacen de dóciles mamporreros.
http://sevilla.abc.es/20080503/opini...805030255.html
Interesante artículo publicado en la Tercera del ABC de hoy, aunque en el último párrafo cae en algunas de las habituales chorradas liberales.
La España americana de 1808
MANUEL LUCENA GIRALDO, INVESTIGADOR CIENTÍFICO DEL CSIC. MIEMBRO DEL CONSEJO ASESOR DELA FUNDACIÓN DOS DE MAYO. NACIÓN Y LIBERTAD
DIEZ años antes de que se desencadenara la «santa insurrección española» -como fue conocida en América- contra el tirano Napoleón y su ejército de mercenarios imperiales postrevolucionarios, un capitán destinado en la ciudad mexicana de Veracruz, Juan José de Escalona, había enviado al Rey Carlos IV una carta que contenía una apocalíptica premonición. Según indicaba en la misiva, «es en estas ciudades y reinos de Indias donde se juega el destino de las Españas. Defendido su comercio, la paz de sus moradores y el honor de la Monarquía, habrá de encontrarse la felicidad en una población que no desea sino ser leales súbditos de un Monarca poderoso que les garantice la protección de sus vidas y haciendas y les permita el proseguir sus comercios y negocios. De lo contrario, se resquebrajarán sus lealtades, se alzarán ciudades contra ciudades y ante el clamor universal una lengua de fuego barrerá las Américas».
Tan estremecedor testimonio no sólo muestra la perspicacia de un brillante militar de carrera destinado en el Nuevo Mundo, sino que expone una dimensión histórica de los acontecimientos de 1808 relegada con frecuencia por los historiadores y estudiosos de uno y otro lado del Atlántico, la escala imperial en que tuvieron influencia, así como su necesaria interpretación dentro de un ciclo largo de crisis revolucionaria inaugurado en 1789. Por decirlo en otros términos, no podemos olvidar que el Madrid de 1808 no era sólo la capital de la España peninsular, sino el centro de un imperio global que iba desde San Francisco en California hasta Santiago de Chile y desde Manila hasta Barcelona. De ahí que las independencias de la América española, más allá de las visiones impuestas por los nacionalismos del siglo XIX, comenzaran por esta implosión de imperio expresada trágicamente en el Dos de Mayo madrileño, esto es, por efecto de un derrumbe institucional que se contagió desde el centro metropolitano hacia la periferia americana, que sin embargo se mantuvo en absoluta lealtad hasta el 19 de abril de 1810, cuando el cabildo de Caracas depuso al guipuzcoano Vicente de Emparan, capitán general de Venezuela, acusándolo de afrancesado.
En segundo término, más allá del efecto fundacional y cataclísmico del Dos de Mayo madrileño, podríamos decir que, visto desde América, aquello se veía venir. En rigor la España americana constituyó, para bien y para mal, un laboratorio de los problemas y enfrentamientos que desgarraron a la propia metrópoli años después. Por supuesto, el punto de partida fue la crisis del Antiguo Régimen español a escala atlántica, inaugurado mediante el relegamiento de grandes ministros de Carlos III como Aranda y Floridablanca, que eran experimentados administradores de una Monarquía española de ambos hemisferios, europeo y americano, por el despotismo ministerial de Manuel Godoy, que fue en lo que a América respecta una calamidad. El «Príncipe de la Paz» entregó a los franceses en 1795 la parte española de Santo Domingo y en 1800 la Luisiana, colocó a su corrupto yerno, el marqués de Branciforte, como virrey de México y quizás se involucró en oscuros negocios harineros cubanos. En 1808, la España americana llevaba soportando casi quince años continuos de guerra con Gran Bretaña -la dueña de los mares y por tanto del comercio-, había visto en la terrible derrota de Trafalgar el declive de una Real Armada fundamental para la conexión atlántica e incluso había hecho frente sin ayuda de la metrópoli a dos intentos de invasión auspiciados por los británicos en Venezuela en 1806 y en Buenos Aires -con guerra de guerrillas y sitios urbanos inclusive- ese año y de nuevo en 1807, con total entereza y fidelidad. Nada de ello cambió desde que en mayo del año siguiente el patriotismo de los peninsulares, como se lee en los periódicos y proclamas contemporáneas, se plasmó en una revuelta antifrancesa que expresó por igual la devoción a la dinastía borbónica y la percepción de que la crisis política tenía un origen, la desunión y los errores de quienes gobernaban.
La visión americana de 1808 no dio lugar a «relatos de las dos Españas», con divisiones del «cuerpo nacional», pues en América no hubo más afrancesados que algunos peninsulares, allí la Monarquía impuesta de José I nunca logró fidelidad alguna y los agentes a sueldo y espías enviados por Napoleón desde 1801 jamás obtuvieron nada. Frente a sus pretensiones, la reacción patriótica de los españoles americanos se vinculó a arraigados sentimientos de lealtad. Informados en gacetas, volantes y mercurios, reunidos en tertulias de sociedades de amigos del país y cafés, supieron de la caída de Godoy y contemplaron con extrema preocupación las cesiones ante Napoleón, bajo una lógica política impecable. Francia representaba el caos revolucionario, mientras que la amistad con Gran Bretaña era imprescindible, como mandaba el viejo lema de la época de los Austrias, «con todos guerra y paz con Inglaterra», no sólo para mantener la prosperidad, sino el propio orden en una sociedad multiétnica que había visto en la sangrienta revolución de los esclavos de Haití -la primera república negra del mundo, proclamada en 1804- lo que se podía esperar de un modelo político como el francés. De ahí que, salvo alguna excepción, tras la invasión napoleónica los españoles americanos acentuaran su fidelidad, que juraran al deseado Fernando VII como Monarca y que el reinado de José I Bonaparte no fuera en el Nuevo Mundo como hemos señalado más que una entelequia. En Santiago de Chile, el cabildo, la audiencia y el gobernador reconocieron en septiembre de 1808 la soberanía de la Junta Central y propusieron reclutar y armar 16.000 milicianos. Las autoridades tuvieron que impedir a los voluntarios puertorriqueños y cubanos que cruzaran el Atlántico para luchar contra los franceses, lo que hubiera sumido a Cádiz aún más en el caos. El cabildo de Caracas juró fidelidad al Monarca en julio y el de La Habana al Rey y a la Junta Suprema Central. Las colectas de donativos patrióticos en toda América para sostener la resistencia entre gentes de toda condición -blancos de orilla, mulatos, pardos e indios incluidos- en oro y plata y en productos como cacao, tabaco o cueros, así como los préstamos y otras ayudas, fluyeron hacia Cádiz merced al final de las restricciones navales por la alianza británica, mientras el comercio marítimo se desbloqueaba.
Al mismo tiempo, la nación imperial española buscaba un cauce de expresión política y el constitucionalismo gaditano se ponía en marcha, generando las prácticas electorales y democráticas que por dos siglos han caracterizado la vida política de Iberoamérica. El 22 de enero de 1809 la Junta Suprema convocó a los americanos a elegir representantes y se celebraron elecciones desde México a Guatemala, Perú, Chile y el Río de la Plata, seguidas por otras para designar diputados a Cortes, ayuntamientos y diputaciones provinciales, con la participación, en ocasiones indiscriminada, de «españoles, indios, mulatos, libertos, esclavos, artesanos, sirvientes domésticos, en otras palabras toda clase de gente», como informó el periódico mexicano «El amigo de la patria» en 1812. De tal manera, en América como en España, la tragedia de la guerra quedó unida a la aparición de nuevas formas de libertad política,en una suerte de paradoja creativa. Pues al tiempo que se desencadenaba un debate sobre la soberanía y la representación, bajo el signo de aquellos primeros procesos electorales, nacían, sobre los rescoldos del imperio americano de España, un conjunto de patrias formadas por ciudadanos libres e iguales.
MANUEL LUCENA GIRALDO
Investigador científico del CSIC. Miembro del Consejo Asesor
de la Fundación Dos de Mayo. Nación y Libertad
http://sevilla.abc.es/20080503/opini...805030255.html
GLORIA Y HONOR A LOS HÉROES DEL 2 DE MAYO DE 1808
A LA MEMORIA DE LOS HÉROES Y HEROÍNAS DE LA MUY NOBLE VILLA Y CORTE DE MADRID QUE EL 2 DE MAYO DE 1808 COMBATIERON CONTRA EL INVASOR, MURIENDO Y MATANDO POR LA AUTÉNTICA LIBERTAD DE ESPAÑA.
SU EJEMPLO, SU MARTIRIO Y SU BRAVURA ESTARÁN POR SIEMPRE EN EL CORAZÓN DE TODOS LOS HOMBRES Y MUJERES HONRADOS.
SU SANGRE VERTIDA EN DEFENSA DE LA PATRIA TRAICIONADA NO CAYÓ EN VANO, RECORDADA SERÁ SIEMPRE POR LOS QUE SENTIMOS EN NUESTRAS VENAS SU SANGRE.
IMPOSIBLE MENCIONARLOS A TODOS POR SU NOMBRE Y APELLIDOS, PUES FUE TODO UN PUEBLO: DESDE EL NIÑO HASTA EL ANCIANO, LA DONCELLA, EL SOLDADO, EL AGUADOR Y EL ARRIERO, EL SACERDOTE Y EL HIDALGO, EL FRAILE Y EL MATARIFE... PUEBLO DE MADRID, SÍMBOLO DE LOS PUEBLOS DE LA PENÍNSULA, COMO AYER, HACE 200 AÑOS, ÁLZATE BRAVO CONTRA TODOS LOS INVASIORES, LOS DE HOY Y LOS DE MAÑANA.
Oda al 2 de Mayo:
http://es.youtube.com/watch?v=tgTwO-ntkT0
Carta increiblemente publicada en El País reivindicando la españolidad de Cataluña en la guerra de la Independencia.
http://www.elpais.com/articulo/opinion/guerra/catalana/elpepuopi/20080505elpepiopi_6/Tes
Una guerra muy catalanaCARMEN B. FERNáNDEZ - Barcelona - 05/05/2008
Llama la atención cómo desde el Gobierno catalán se está silenciando el bicentenario de la Guerra de la Independencia cuando buena parte de los hechos y personajes más significativos del conflicto fueron catalanes. Junto con el de Zaragoza, el otro gran sitio de la guerra tuvo lugar en Cataluña, en Girona, inmortalizado por Pérez Galdós en sus Episodios nacionales, y en el que los sitiados gerundenses se referían a España como "nuestra patria". Por no hablar de las derrotas francesas en El Bruch, en el corazón de Cataluña, y su famoso tamborilero, o la sangrienta revuelta de Barcelona contra los franceses.
Pero esta guerra del hermanamiento de los catalanes con el resto de españoles en la lucha por la libertad de España frente a la invasión francesa y que evidenció una conciencia nacional española en Cataluña no cuadra en absoluto con el guión nacionalista. Hay que ocultarla y silenciarla. Y en ello están.
Já li com atenção os artigos que colocaram aqui sobre o 2 de Maio, mas ainda não fiquei com uma ideia clara e gostava de aprender mais. Se algum forista me puder indicar um site, livro ou até mesmo explicar o mais importante, agradecia. Até porque me pareceu, espero não me enganar, que o 2 de Maio está inserido na Guerra da Independência Espanhola, na qual o Reino de Portugal participou ao lado da Espanha.
O site recomendado pelo Arnau Jara contém muitas boas matérias sobre o 2 de Maio. Também poderia achar alguma coisa interessante no blog Herencia Española (herenciaespanola.blogspot.com) o algum outro dos links recomendados.
Eu também gostaria saber mais sobre a luta do povo português contra Napoleão se o senhor o qualquer outro forista lusitano pudesse nos informar. Muito obrigado.
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