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Tema: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?

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    Re: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?

    El clero rebelde en la Independencia Hispanoamericana

    24 June 2013 | Ciencias Sociales,Historia | Tags: Clero, Criollos, Independencia, Teorias





    Betty Rodríguez Quevedo*


    Resumen: Es bien conocido que en las luchas independentistas que tuvieron lugar entre 1808 y 1826 en América Latina, los criollos fueron los principales actores. Por otro lado, ha sido investigado el papel que jugó la Iglesia, como uno de los enemigos fundamentales de la emancipación. Sin embargo, a principios del siglo XIX, el clero en Hispanoamérica estaba nutrido de elementos de la élite criolla que encontró en la Iglesia una vía de ascenso y realización social, lo cual explica que como parte de la sociedad criolla haya jugado también un papel relevante en la independencia de América Latina, como agente de movilización nacional. En el presente ensayo se demuestra la incidencia de los sacerdotes rebeldes en los movimientos independentistas quienes lucharon no sólo con la palabra, sino también con el fusil. Además, se exponen algunas de sus ideas, y los orígenes de ese pensamiento radical, que bebió tanto de la Ilustración francesa como de las teorías tomístico-suarecianas sobre la Soberanía Popular.



    Abstract: It is very well known that the creoles (natives) were the main performers of the struggles for the independence that took place in Latin America between 1808 and 1826. In addition, the role played by the Church as a fundamental enemy of the emancipation has been researched. However, at the beginning of the XIX century the Spanish–American clergy was full of the creole elite’s elements who found in the Church a way of ascent and social realization what explains, as a part of that society, it had also played an outstanding role for the independence of Latin America as a national mobilization agent. In this essay it is demonstrated the incidence of the rebellious priests who fought not only with the word but with the weapons, in the movements for the independence. Besides, some of their ideas and the origins of that radical thought which took a lot from the French Illustration as well as the theoriestomístico-suarecianas about the Popular Sovereignty are shown too.

    Key words: independence, Creole(native), clergy, theories



    El proceso independentista que comenzó en 1790 con la Revolución de Haití y prosiguió en el resto del continente Hispanoamericano a partir de 1808, tuvo entre sus causas factores de tipo político-económicos como la decadencia de la Monarquía española –catalizada por la expansión napoleónica- y el descontento de las colonias debido a los cada vez mayores gravámenes comerciales. Hubo también factores de orden ideológico que se explicaron a partir de la llegada de las ideas filosóficas de la Ilustración, así como por los ejemplos de la Revolución Francesa y la Norteamericana. A esto se le adicionó la consolidación social de un sector criollo muy vinculado al incremento de la producción agropecuaria, que ya reclamaba para sí derechos políticos, al crearse una conciencia nacional muy influenciada además por las ideas enciclopedistas. Fue precisamente este sector el que llevó adelante el movimiento emancipador, donde se destacó incluso un ala radical, proveniente parte de ella de la intelectualidad.

    Mas no se puede olvidar que la llegada de los conquistadores a América Latina a finales del siglo XV, vino acompañada de la religión católica y por tanto de la institución de la Iglesia como mecanismo de control político e ideológico, que fue expandiendo su poder a lo largo de más de tres siglos de colonialismo. En todo este período la Iglesia Católica y el Estado Español en América actuaron con una dependencia mutua, justificada en el Patronato Real. Por tal motivo, uno de los mayores enemigos del movimiento independentista en América Latina fue la Iglesia, que volcó casi todas sus energías para escamotear la Revolución, al excomulgar a muchos de sus líderes y emitir pastorales contra ellos y el movimiento revolucionario. Empero, no se puede decir que todo el clero estuvo contra la emancipación. Es necesario destacar que muchos de los clérigos eran criollos, y algunos eran afines a las ideas enciclopedistas y escolásticas, por lo cual formaron parte también del grupo revolucionario.




    Izquierda: Félix Varela. Cuba



    Sin lugar a dudas los dos más importantes sacerdotes rebeldes que encabezaron un movimiento revolucionario fueron Hidalgo y Morelos, pero no fueron los únicos, aunque cualquiera que se guíe por la historiografía apologética de grandes figuras sí lo pensaría. En Cuba por ejemplo se destacó en este período el padre Félix Varela, quien estudió también las ideas de la Ilustración. Los otros curas que participaron en los movimientos emancipadores -rebeldes porque desobedecieron tanto a la Iglesia como a la Metrópoli-, lo hicieron no sólo desde su condición de intelectuales convencidos del despotismo colonial, sino desde una ideología criolla donde se reconocía la diferencia.

    Sobre la problemática de la independencia hispanoamericana se han hecho disímiles trabajos, y sobre todo debido a la importancia del tema como legitimación de la memoria histórica, donde se reafirma el carácter soberano de las repúblicas latinoamericanas. La historiografía latinoamericana ha aportado incluso importantes estudios sobre la Iglesia en el continente, como los del autor Enrique Dussel y su Historia de la Iglesia en América Latina, que resulta de gran importancia para un mayor dominio del tema, al mostrar el comportamiento de la religión a lo largo de sus tres siglos de dominación colonial. Sobre este particular también se encuentra La Iglesia en América y la dominación española, de Lucas Ayarragaray, así como La Iglesia frente a la emancipación americana, de Miguel Luis Amunátegui y Diego Barros Arana; La Iglesia y su doctrina en la independencia de América, de Guillermo Figuera y La Iglesia Católica y el movimiento de liberación nacional en América Latina, de José Grigulévich, por solo mencionar algunos títulos. Se puede contar incluso con estudios sobre países específicos que abordan sus relaciones con la institución eclesiástica desde la colonia y durante el período revolucionario, como La Revolución de Mayo y la Iglesia, de Rómulo D. Carbia e Historia eclesiástica de Chile, de Carlos Silva Cotapos.

    Ahora bien, la mayoría de estas monografías se han concentrado en la acción de la Iglesia como institución durante este período, y por lo tanto ha quedado vacante un estudio de la Independencia desde la influencia de los sacerdotes rebeldes en dicho proceso. Huelga decir que sí han habido disímiles estudios sobre Hidalgo y Morelos, y otros autores se han preocupado por rescatar figuras eclesiásticas del período revolucionario como Nicolás Perazzo con Josef Cortes Madariaga, Jorge Eduardo Arellano con El padre indio Tomás Ruiz. Prócer de Centroamérica, José Salvador Guanique con Presbítero y doctor José Matías Delgado y Eduardo de Salterain y Herrera con Monterroso. Iniciador de la patria y secretario de Artigas. Mas el presente ensayo busca destacar la participación de aquellos y otros curas que formaron parte también del elemento criollo que desde la intelectualidad supo llevar las pasadas ideas escolásticas sobre el origen contractual del poder y las de la ilustración francesa en aquellos momentos vigentes, a su ideal de república independiente.

    El tema de la actitud del clero frente a la independencia ha dado lugar a las más disímiles opiniones –aunque la que predomina es su reacción contra la revolución-, sobre todo cuando se trata de defender desde una posición tan involucrada en el tema como lo está la historiografía hecha por religiosos. Por ese motivo, el criterio eclesiástico más generalizado ha sido ver que el clero católico fue, durante el movimiento de liberación, su fuerza motriz, y que la Santa Sede mantuvo en este período una neutralidad benévola para los patriotas. Incluso hay quienes han llegado a afirmar que la Iglesia fue “generosa hasta la heroicidad”[1] por las irrecuperables pérdidas que tuvo.

    Por su lado, existen otros historiadores que sostienen que los jerarcas de la Iglesia se mantuvieron fieles a España -aún cuando el poder lo detentaban los revolucionarios-, porque a ella los unían vínculos de consanguinidad. Además, éstos pertenecían a familias de la alta sociedad que debían a la Corona el mantenimiento de su status. Muchos justifican las posiciones asumidas por factores económicos –que no dejan de ser causantes- y en el caso de los patriotas arguyen la deserción de las filas sacerdotales. También asumen que el clero ordinario se subordinaba a la fuerza militar y política –ya sean de realistas o revolucionarios- que tomara el control de sus parroquias u obispados.

    Aunque muchos de estos argumentos son válidos, ninguno es absoluto ni prevalece por encima del otro. Primero porque no se puede hablar de un clero en general, pues se dividía en jerarquías y nacionalidades, además de estar influenciado por las ideas de la Ilustración o las teorías suarecianas, o por coyunturas determinadas. Lo que sí se puede asegurar es que la gran mayoría estuvo contra la independencia, y es que no se puede olvidar el engranado control estatal que constituyó el Patronato Real -instrumento palpable que legitimaba el poder español en medio de la efervescencia revolucionaria. La mayoría del cuerpo eclesiástico debía su razón de ser en la Colonia a la Corona, y sobre todo la alta jerarquía.

    La primera gran diferencia se hizo sentir desde temprano entre el episcopado y el presbiterado. El primero, constituido por obispos y arzobispos, tenía una ventajosa situación económica en cada colonia. Su membrecía llegaba a obtener enormes rentas anuales y por esto hacían incluso la función de bancos, con lo cual sus intereses aumentaban con el tiempo. El segundo estaba integrado por presbíteros y sacerdotes que tenían en su gran mayoría una situación desventajosa, pues sus rentas no llegaban a veces ni a un tercio del ingreso de los obispados. La desigual distribución de esos capitales, era causa de odios entre ese alto y bajo clero, lo cual explica en parte su posición frente a la revolución.

    La actitud de unos y otros estuvo también mediada por el tipo de relaciones mantenidas con España. De esta manera puede advertirse que los obispos, al haber sido nombrados por el sistema de Patronato, y por ende tener obligaciones con el Rey como Patrono, además de ser responsables del cumplimiento de las órdenes del Papa, [2] se mostraron más reacios al movimiento independentista. Éstos eran conscientes de la amenaza que suponían la independencia y el liberalismo para el statu quo logrado en la Colonia. Al ser la mayoría españoles, negaban la posibilidad de la formación de una Iglesia americana, que los despojase de sus cargos bien remunerados.

    En cambio el bajo clero era más libre para seguir sus propias inclinaciones, al no tener tan graves responsabilidades ni contacto directo con el monarca español y menos con el Papa. Además, sus miembros conocían de cerca al pueblo, pues trabajaban con ellos en las parroquias e incluso tenían contacto con la aristocracia en el confesionario. También habían tratado directamente con los indios –sobre todo el clero regular-,[3] y por esto conocían su padecimiento. Mas esto no quiere decir que todos apoyaron la independencia, siquiera la mayoría. Antes hubo una segunda división que esclareció la posición de unos y otros, y la constituyó el elemento criollo del sacerdocio. Éste fue el bloque que en su gran mayoría contribuyó al desarrollo de la emancipación. Mas, ¿cómo llegaron ellos a ocupar un espacio en la sociedad?

    En la segunda mitad del siglo XVIII tuvo lugar el Despotismo Ilustrado, donde las monarquías absolutas incluyeron en sus gobiernos algunas ideas filosóficas de la Ilustración que traían algunos cambios –supuestamente para el beneficio del pueblo-, pero sin renunciar a ninguno de sus derechos. Uno de sus representantes fue Carlos III de España, quien gobernó hasta 1788. En su reinado promovió algunas reformas, incluso en el tema de la religión, donde guiado por consejeros –el conde de Campomanes, el conde de Floridablanca y Manuel Rodó- promovió un definido programa de reforma eclesiástica. [4] Bajo esta línea se acordó, en 1776, nombrar a criollos para el desempeño de cargos eclesiásticos y judiciales en España, previéndose además que en las colonias se les ofreciera a los criollos un tercio de todos los cargos eclesiásticos. A partir de entonces es que se les dio acceso a la Iglesia, aunque principalmente para el ejercicio de funciones secundarias.

    El elemento criollo ocasionó nuevas escisiones en el clero, pues éste no tuvo jamás una aceptación desprejuiciada por los gobernantes de la colonia, ni siquiera por sus obispos. Las dignidades eclesiásticas sólo estaban reservadas para los peninsulares, pues la Iglesia americana era ante todo española, “organizada sobre el modelo español, dirigida por españoles, en la que los fieles indígenas hacían un poco la figura de cristianos de segundo orden”. [5] Los criollos fueron destinados en su mayoría a cumplir como párrocos rurales y curas doctrineros. La hendidura entre estos clérigos y los peninsulares se abrió cada vez más, en cuanto las desigualdades se ahondaron. Los eclesiásticos españoles eran realistas, y aunque hubo sacerdotes criollos partidarios del Rey, una parte importante fue defensora de la independencia.

    El clero fue además el sector que con mejor derecho pudo alcanzar la categoría de intelectual. Era un derecho noble que, aunque fuera un hijo de cada familia acaudalada, se iniciara en el sacerdocio. Las universidades de México, Lima, Santiago, Charcas y Córdoba, formaban especialmente a teólogos y casuistas. Muchos jóvenes criollos prefirieron el sacerdocio que encomendarse a las labores del comercio, además de que el mayorazgo también los obligaba. A su vez, era la vía más expedita para alcanzar los conocimientos necesarios y que le valiera de un rango en la sociedad. Fue así que con el tiempo se formó una clerecía patriota, empapada de ideas que le sirvieron de fundamento para contribuir a la emancipación.

    El sentimiento cada vez más nacionalista encontró honda raíz en ese clero que pedía igualdad, una vez unido a las voces de libertad. Esto evidenciaba un sentido cada vez más desarrollado de la identidad, un descubrimiento del sentimiento americano por encima del español, que algunos sacerdotes manifestaron. Fue así que José María Morelos declaró en una oportunidad que: “a excepción de los europeos, todos los demás habitantes no se nombrarán en calidad de indios, mulatos ni otras castas, sino todos generalmente americanos”. Además, encontraron el patriotismo criollo muy marcado por la religión, razón por la cual el propio Morelos destacó que: “somos más religiosos que los europeos”, y que aquella era “nuestra santa revolución”. [6]

    Mas ¿cuáles fueron las doctrinas que manejaron aquellos sacerdotes de la independencia? Como es sabido, las ideas de la Ilustración no solamente socavaron el orden en la Vieja Europa, sino que hicieron entrada triunfal en la apaciguada vida colonial. Entre sus más fervientes lectores estuvo el clero, que en una parte importante constituía a su vez la intelectualidad criolla. Estas ideas libertadoras del siglo XVIII entraron en la colonia bajo la influencia de una literatura subversiva extranjera, adalides de la guerra de independencia de las colonias inglesas en América del Norte y de la Revolución Francesa de 1789.

    Para ese año –después de un largo período de reposo durante el reinado de Carlos III- la Inquisición vedó la entrada de estos libros y el Tribunal del Santo Oficio castigó a sus lectores. En las actas se dejaron constancia de los juzgamientos a Juan Pastor Morales, profesor del seminario conciliar, por haber aprobado la ejecución de Luis XVI e incitar a lo mismo para con el monarca español. También se condenó al sacerdote Anastasio Pérez de Alamillo, juez eclesiástico, que expresó sus dudas sobre la aparición de la Virgen de Guadalupe. Otro caso ocurrió en 1797 cuando esa institución encarceló al fraile franciscano Juan Ramírez Orellano, quien calificó de tiranos a los reyes en general, incluso a los de España por su agresiva política colonial. Además había dicho que los franceses –aludiendo a los enciclopedistas- lo despertaron de un sueño, que eran los salvadores del género humano y que Voltaire era el Papa del siglo.

    Ahora bien, ¿cómo se explica que los sacerdotes bebieran de estas ideas que desplegaban una recia ofensiva filosófica contra la Iglesia? Y es que aquellos pensamientos vinieron a completar la tesis escolástica de la Soberanía Popular. Ambos guardaban conceptos muy parecidos sobre el contrato social, sólo que uno desde la propia Iglesia y el otro fuera de ella pero con el lenguaje renovado del siglo XVIII. Esto quiere decir que en el movimiento emancipador convergieron dos ideologías: la de la Ilustración europea -sobre todo con Rousseau- acerca del origen contractual del poder político; y la de la tradición tomístico-suareciana [7] sobre el consenso explícito o implícito del pueblo al designar o aceptar al regente del poder y a sus sucesores.




    Jean Jacques Rousseau.


    Sin embargo tuvo una antigua y mayor receptividad entre los religiosos la doctrina escolástica de la soberanía popular, fundada en los apotegmas aquinianos y comentada por los grandes pensadores del siglo de oro español como Francisco Suárez, y que era enseñada en las Universidades y Colegios Mayores de Indias por dominicos y jesuitas. Los escritos del jesuita Suárez contenían la afirmación más clara del origen popular y de la naturaleza contractual de la soberanía. Este pensador argumentaba que el poder lo concedía Dios con consentimiento del pueblo a través del contrato social. Y que una vez transferida esa autoridad al gobernante, no podía recuperarse sin una razón suficiente como la ausencia del legislador o su incapacidad para atender el bien común. La doctrina aquiniana expuesta por el maestro tenía cinco condiciones para justificar la autoridad civil, donde la última permitía la resistencia pasiva e incluso la activa, si se llegaba al tiranicidio.

    Este pensamiento se evidenció en muchas de las pastorales y alocuciones emitidas por sacerdotes que defendían la soberanía popular, como el rioplatense fray Pantaleón García cuando en 1814 expresó:

    Es necesario tranquilizar la piedad alucinada. La autoridad emana de los pueblos sostenida por la Providencia, que deja nuestras acciones a la voluntad libre. La omnipotencia no toma interés en que el gobierno sea monárquico, autocrático o democrático; que la religión ni sus ministros pueden condenar los esfuerzos que hace una nación para ser independiente en el orden político, dependiendo de Dios y sus vicarios en el orden religioso.

    Demos más luz a la razón. La fidelidad no es un derecho abstracto que obliga materialmente en todo evento: es la obligación de cumplir el contrato social que liga las partes con el todo. Su obligación es recíproca: tan deber es la cabeza ser fiel a sus colonias como de estas a ella. Debemos guardar respeto, obediencia al rey y a la metrópoli, pero éstos deben guardarnos nuestros derechos, promover nuestra felicidad.[8]

    Cierto es que en las dos últimas centurias coloniales primaron las cátedras de Filosofía, Teología y Derecho en las Universidades a las que asistió la juventud criolla. De hecho, casi todos los sacerdotes que apoyaron la independencia, se formaron en colegios jesuitas, por lo cual entre sus ideas estaba presente la reversión de los derechos de soberanía al pueblo, tesis basada en los escolásticos españoles. Empero, esto no quiere decir que “no era Juan Jacobo Rousseau, sino Francisco Suárez, el mentor que los inspiraba” y que “no era el ¨contrato social¨ rousseauniano sino el ¨pacto social¨ suareciano lo que alegaban”[9] -como dice el historiador Guillermo Figuera-, porque las ideas de la Ilustración vinieron a complementar lo que de actualidad carecía el escolasticismo.

    Para ejemplificar esto se pueden tomar los hechos ocurridos en Nueva Granada, cuando los patriotas de 1810, con el propósito de justificar la guerra contra España, citaban a Santo Tomás de Aquino en apoyo de la soberanía popular. Pero cuando los acontecimientos se precipitaron y tuvieron que redactar la Carta Constitucional de Cundinamarca el 3 de mayo de 1811, hablaron de los derechos inalienables del hombre y del ciudadano, con lo cual utilizaban el lenguaje del siglo XVIII. Por su parte José María Morelos en México aseguraba que la soberanía residía esencialmente en el pueblo y que, debido a las circunstancias del momento, éste había recuperado su usurpada soberanía, por lo cual quedaba disuelta para siempre la dependencia al trono español. Aunque este sacerdote rebelde cita las ideas de Suárez, su actuación posterior evidenció un nacionalismo criollo azuzado por las recientes ideas de la Ilustración.

    Como éste hubo muchos otros sacerdotes que se sumaron al movimiento independentista hispanoamericano, ya sea por medio de la palabra o por el fusil. Señala el padre Cuevas que solamente en México llegaron a 6000 sobre un total de 8000,[10] los curas que en el período de 1810 a 1821, participaron en la lucha. En este mismo territorio, pero en la provincia de San Luis Potosí, ocurrió también un levantamiento -opacado por el de Dolores- donde participaron más de cincuenta clérigos dirigidos por el fraile Juan Villerías y el lego Luis Herrera.

    Valientes como éstos en las batallas hubo otros como Mariano Matamoros, José Antonio Torres, José Guadalupe Salto, entre muchos que a pesar de sus hábitos fueron ejemplo desde el caballo de guerra. Mas algunos de letra franca y atrevida aseguraron también grandes hombres a la revolución. Desde la palabra sacerdotes como José María Coss y Servando Teresa de Mier desafiaron a la autoridad y cuestionaron el poder español. Así lo demostró el primero cuando en un discurso a raíz de la instalación en 1814 de Fernando VII en el trono, expresó:

    Si las Cortes de Cádiz y todo el gobierno fueron nulos, y sus ministros delincuentes, como asegura Fernando VII, los americanos, lejos de ser herejes y rebeldes, por no haberlos querido reconocer, se han portado fieles a la Religión y a la Patria y son, por tanto, dignos de los mayores premios; como por el contrario Venegas, Cruz y toda la infernal caterva de seductores son, en este caso, los verdaderos traidores. Pero si el gobierno de las Cortes es legítimo, Fernando VII, que decreta despóticamente su exterminio, no debe ser reconocido como rey.[11]




    Dean Gregorio Funes. Provincias Unidas del Río de la Plata (Argentina)



    Otro gran territorio, cuna de destacados clérigos proindependentistas, lo constituyó el río de la Plata. Solamente en las Actas Capitulares desde el 21 al 25 de mayo de 1810 en Buenos Aires, aparecen las firmas y opiniones de 26 sacerdotes[12] que pedían se le quitara el poder de mandato al virrey y se dejara en manos del cabildo. Aquí los curas rebeldes se destacaron sobre todo como líderes políticos, pues formaron parte importante en los gobiernos como el ilustre Gregorio Funes, quien evitó la contrarrevolución de Liniers y ofreció importantes consejos para las decisiones en la nueva nación. También como un gran asesor fungió fray Benito Monterroso, quien se dedicó entre otras labores a “explanar razones convincentes, teñirlas de sentimiento en caso preciso y vestir el instinto con prendas de inteligencia”,[13] cuando a Artigas le faltaba la mesura ante la exaltación rebelde de su carácter.

    En el Perú y Chile hubo otros tantos líderes políticos como el sacerdote Francisco Javier Luna Pizarro quien fue presidente del Primer Congreso Constituyente en 1822 una vez que San Martín dejó el poder y logró, junto a otros delegados del Congreso, imponer una plataforma liberal dejando a un lado a los representantes aristocráticos. En la patria de O´Higgins se destacó Camilo Henríquez, unido a la fracción carrerista [14] , miembro del Congreso y activo periodista editor del primer periódico La Aurora de Chile. Otro partidario de Carrera y ferviente orador, adepto a verdaderas transformaciones sociales fue el franciscano Antonio Orihuela, quien en 1812 expresó en una proclama: Con vosotros hablo, infelices, los que formáis el bajo pueblo. ¡Atended!Mientras vosotros sudáis en vuestros talleres, mientras gastáis vuestro sudor y fuerzas sobre el arado; mientras veláis con el fusil al hombro, al agua, al sol y a todas las inclemencias del tiempo, esos señores condes, marqueses y cruzados duermen entre limpias sábanas y en mullidos colchones que les proporciona vuestro trabajo […]; y no tienen otros cuidados que solicitar con el fruto vuestros sudores, mayores empleos y rentas más pingues, que han de salir de vuestras miserables existencias, sin volveros siquiera el menor agradecimiento, antes si desprecio, ultrajes, derechos usurpados […]. Borrad si es posible, del número de los vivientes a esos seres malvados que se oponen a vuestra dicha, y levantad sobre sus ruinas, un monumento eterno a la igualdad.[15]

    En pos de esta misma igualdad se manifestaron voces como la del Obispo José Cuero y Caicedo, de Nueva Granada y la del chileno –defensor de la independencia en Venezuela- José Cortés Madariaga. Sobre el primero dijo el historiador español Mariano Torrente, que fue uno de los enemigos más terribles que tuvieron los que defendían la causa del rey, pues desde su posición podía manejar con facilidad los ánimos e incidir directamente en la determinación -favorable a la emancipación- de una parte del clero. Sus pastorales y predicaciones revolucionarias fueron en Quito, una de las mejores armas de aquella etapa revolucionaria.

    De espíritu ardoroso fue también Madariaga, quien se ganó incluso la antipatía de la oligarquía mantuana, al proponer medidas determinantemente radicales como la igualdad del hombre sin distinción de clases, el abandono de la esclavitud y la repartición de algunas tierras, entre otras. Aunque tuvo una segunda etapa en su vida caracterizada por los errores en su proceder, pues fiel al modo de hacer de Miranda no comprendió que los tiempos de la primera República habían fracasado y que Simón Bolívar se convertía en el líder indiscutible de la revolución venezolana, aquel sacerdote nunca dejó de ser un amigo de la independencia y la libertad americana.

    Ahora bien, a pesar de que en todos los territorios se sumaron clérigos a las luchas independentistas, en no todas las colonias el sacerdocio se entregó en iguales proporciones. Esto estuvo determinado por los sectores y grupos sociales que se unieron a la revolución y a la sujeción que pudieron mantener los realistas en cada territorio. Si se contaba con que la Iglesia como estamento poderoso económico y político, si se unía a una de las revoluciones iba a ser a la que estuviera representada por las más altas clases de la colonia, la realidad fue más allá de todo pronóstico. En primer lugar porque los sacerdotes actuaron como individuos conscientes de su nuevo tipo social y no como aquella institución que era española y no americana. Además, porque donde los movimientos fueron de base más popular, ellos encontraron el verdadero cambio; pues las revoluciones que en un principio se mostraban oligárquicas y defensoras del trono español, al no cambiar el statu quo, tampoco transformarían la condición de desventaja del clero criollo con respecto al español. Tanto fue así, que a medida en que los movimientos se fueron radicalizando, mayor cantidad de sacerdotes se unieron a la voz de independencia.

    Criollismo exacerbado diríase fue uno de los motivos espirituales más connotado de aquellos curas rebeldes, quienes en busca de justicia fueron capaces de desobedecer a sus obispos, reyes y a la propia Curia Romana. La vida eclesiástica les había provisto de una mejor educación intelectual y un buen escaño en la sociedad, pero eran ante todo hijos naturales de Ultramar. Exponentes en sus discursos y pastorales de un sentir americano, fueron a su vez responsables de sumar al pueblo religioso al movimiento emancipador, que revestía no sólo el objetivo de una añorada independencia sino el de la formación de una nueva nación. NOTAS * Betty Rodríguez Quevedo es Licenciada en Historia, del Instituto Superior de Diseño(ISDi). Cuba. ** Ensayo elaborado a partir de la Tesis de Diploma Contrahistorias de la Iglesia: Los sacerdotes rebeldes de la Independencia. (nota de autora).



    [1] Enrique Dussel: Historia de la iglesia en América Latina. Mundo Negro-Esquila Misional, Madrid, 1983, p. 149.


    [2] El Pontificado se guió en un principio por las ideas vigentes que consideraban básica la alianza del Trono y el Altar, por lo cual hacía declaraciones contra la emancipación, entendiendo el movimiento americano como rebelión.


    [3] Este es el clero de las ordenes misionales, como los jesuitas, franciscanos, dominicos, etcétera, quienes mostraban gran lealtad al Papa. También ha sido denominado como clero religioso.


    [4] Los partidarios del Despotismo Ilustrado, encontraron como una de las causantes principales de la decadencia de España, a la Iglesia católica con su influencia sobre la vida espiritual y su acumulación de riquezas materiales, por lo cual sus reformas incluyeron la desamortización de sus bienes, la secularización de la enseñanza, la reducción del número de clérigos y frailes, la abolición de la Inquisición, la disolución de la Compañía de Jesús, entre otras.


    [5] Guillermo Figuera: La Iglesia y su doctrina en la independencia de América. Ediciones Guadamarra, S.L., Madrid, 1960, p.382.


    [6] Citado en: Pedro Borges: Historia de la Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas. Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1992, p. 822.


    [7] Esta denominación alude al pensamiento del filósofo y teólogo español Francisco Suárez nacido en Granada. Es considerado el filósofo escolástico de mayor relevancia del siglo XVI. De orientación básicamente tomista, sus obras y su enseñanza intentaron renovar la filosofía escolástica, en la época de la Contrarreforma en España.


    [8] Citado en: Rómulo D Carbia: La revolución de mayo y la iglesia. Editorial Huarpes S.A., Buenos Aires, 1945, p. 24-25.


    [9] Guillermo Figuera: Op.cit., p. 429.


    [10] Ver sobre estas cifras en: Comisión de Estudios de Historia de la Iglesia en América Latina: Historia General de la Iglesia en América Latina, t.V. México. Ediciones Paulinas, S.A., México, D.F., 1984, p.184.


    [11] Citado en: Leandro Tormo y Pilar Gonzalbo: Historia de la Iglesia en América III. La Iglesia en la crisis de la independencia. FERES-Friburgo OCSHA-Madrid, Madrid, 1963, p. 57.


    [12] los 26 firmantes fueron: Don Juan Nepomuceno de Sola, fray Ignacio Grela, fray Pedro Santibáñez, fray Pedro Cortinas, fray José Vicente de San Nicolás, Dr. Julián Segundo Agüero, Dr. Nicolás Calvo, Dr. Domingo Belgrano, Dr. Melchor Fernández, Dr. Antonio Sáenz, fray Manuel Torres, fray Juan Manuel Aparicio, Dr. Luis José Chorroarín, fray Ramón Álvarez, Dr. Pascual Silva Braga, fray Manuel Alvariño, Dr. Domingo Viola, Dr. Bernardo de la Colina, Dr. Dámaso Fonseca, Dr. Pantaleón Rivarola, Dr. Manuel Alberti, Dr. José León Planchón, Dr. Juan León Ferragut, Dr. Vicente Montes Carballo, Dr. Ramón Vieytes.


    [13] Eduardo de Salterain y Herrera: Monterroso. Iniciador de la patria y secretario de Artigas. Impresora L.I.G.U., Montevideo, 1948, p.111.


    [14] En Chile los revolucionarios se dividieron en dos poderosos partidos: los que seguían a Carrera y los que apoyaban al cura Joaquín Echeverría Larraín y parentela. Los primeros eran más radicales y se mostraban más firmes contra los españoles, mientras los segundos eran timoratos en sus acciones, por lo muy unidos que se encontraban a la nobleza. Larraín había sido electo diputado por Santiago para el Primer Congreso Nacional de 1811, y en ese mismo año ocupó el cargo de Presidente de la Cámara de Diputados, el cual ejerció hasta que Miguel Carrera disolvió el congreso.


    [15] Citado por: Hernán Ramírez Necochea, en la Introducción: Amunátegui, Miguel Luis y Diego Barros Arana. La iglesia frente a la emancipación americana. Empresa Editora Austral LTDA, Santiago-Chile, 1960, p.14.


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    Ariadna Tucma Revista Latinoamericana. Nº 8. Marzo 2013 – Febrero 2014. Volumen I.

    Publicado por ©Ariadna Tucma

    Contacto: info@ariadnatucma.com.ar





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    Fuente:

    Ariadna Tucma » Blog Archive » El clero rebelde en la Independencia Hispanoamericana
    ReynoDeGranada dio el Víctor.

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    Re: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?

    Manuel Caballero // Bolívar único

    A garrotazo limpio, el chavismo quiere reescribir la historia de la Independencia

    DIARIO

    domingo 28 de mayo de 2006 12:00 AM


    Lo que voy a relatar lo haré con la mayor prudencia posible, por las razones que expondré al final. Por varios conductos me ha llegado una información que no es anónima, porque está avalada no sólo por el profesor víctima de los sucesos, sino por la solidaridad manifestada por sus colegas. En el Colegio Universitario ¿Francisco de Miranda? un grupo de estudiantes protestó a un profesor y pidió su expulsión de la cátedra o del colegio. La junta directiva decidió abrirle al profesor un expediente de investigación.

    Hasta aquí, nada anormal, nada que merezca llegar a las páginas de los diarios, mucho menos a las de opinión. Pero el problema comienza cuando se informa qué cosa reprochan los estudiantes a su profesor. En verdad, no son tres opiniones, sino tres informaciones fácilmente verificables por cualquiera que abra un manual de historia de Venezuela (salvo, por supuesto, si fue redactado por la misma mano que elaboró el calendario escolar 2005-2006).

    Jamas negados.- Allí podrá conocer la verdad de los asuntos que, los dos primeros, dicho sea de paso, jamás han sido objeto de controversia entre historiadores. Pero esas afirmaciones tan banales han sonado sacrílegas a los ojos de algunos jóvenes inquisidores de boina roja, boca sucia, lustradas botas y tacones chocantes.


    Las sacrílegas afirmaciones del herético profesor son las siguientes:

    1) Que el proyecto de una Latinoamérica unida, incluyendo el nombre de Colombia no es original de Simón Bolívar sino de Francisco de Miranda (cosa, por lo demás, que debería ser sabida y resabida en un instituto que lleva su nombre).

    2) Que el título de ¿Libertador¿ le fue dado a Bolívar en 1813, mucho antes de Carabobo y de Bomboná, Pichincha y Ayacucho. O sea, que no fue premio a esas victorias sino previo a ellas.

    3) Que por lo menos hasta la restauración de Fernando VII en el trono español y la expedición de Morillo, la de independencia fue una guerra civil: venezolanos contra venezolanos.

    ¡Desde 1911!.- Como se ha dicho antes, las dos primeras informaciones nunca han sido cuestionadas: y en cuanto a la tercera, esa idea, hoy aceptada por todos los historiadores serios en este país, fue expresada y probada por Laureano Vallenilla Lanz nada menos que en 1911. De modo que nuestros curiosos eruditos boinacolorá tienen un siglo de atraso.



    Esta información tiene al menos dos elementos gravísimos. Lo primero es que un grupo de estudiantes de toda evidencia ignaros, pretendan imponer a la cátedra sus disparates porque ellos coinciden con la adoración del Dios único de la historia oficial: la espada de Bolívar, ella solita, realizó la independencia, creó la Gran Colombia, el Ejército Nacional, la Aviación y la bomba atómica. En segundo lugar, que la dirección del instituto, en lugar de rechazar semejantes burradas, someta a investigación al profesor acusado por la banda chavecista.

    No doy como palabra de Evangelio las informaciones que me han llegado, y por eso he planteado a la Academia Nacional de la Historia llevar a cabo la correspondiente investigación. Hay dos razones para esta actitud mía.

    Quisiera equivocarme.- La primera es que soy historiador, y por lo tanto consciente de que la mera afirmación no es prueba. La segunda razón es que pocas veces en mi vida he deseado tanto equivocarme, y que la información que estoy recibiendo ahora sea errada o falsa. Porque no quiero creer que el ejemplo forajido del locatario de Miraflores haya llegado a envenenar de tal manera cerebros juveniles al punto de querer imponer sus disparates a garrotazo, si no a tiro limpio.


    PD: El Primer Locutor de Sabaneta hace dos anuncios pronto desmentidos por los interesados: que la Universidad de Oxford le iba a otorgar un doctorado honoris causa; y esa misma universidad (horroris causa!) lo desmiente. Dice que Oliver Stone va a hacer una película sobre el 11 abril como un Román Chalbaud cualquiera aunque pagado en dólares, y Stone mismo lo desmiente. Hay un refrán que su abuela Rosa Inés nunca se tomó el trabajo de enseñarle: ¿El que de ajeno se viste, en la calle lo desvisten?


    PPDD: Los chavistas de Carrizales, derrotados, piden conteo manual. Ni ellos confían en las manipulaciones del siquiatra Sigmund Fraude, como lo llamaron en Perú cuando fue a servir de asesor y terminó como guardaespaldas de Ollanta Hu(go)mala.




    _______________________________________

    Fuente:

    Manuel Caballero // Bolívar único - Opinión - EL UNIVERSAL

  3. #3
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    Re: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?

    martes, junio 29, 2010

    Historiador venezolano Manuel Caballero nos habla sobre su nuevo libro: "Historia de los venezolanos en el siglo XX"







    COMENTARIO BLOGUERIL:

    En torno a las ideas de política y democracia que usa Caballero, me atrevo a criticarlo. Quizás este atrevimiento con mi maestro responda a desconocimiento, pero creo que hay que decir que la política no puede reducirse al diálogo, al reconocimiento del otro en la esfera pública. Sería maravilloso que fuera así, pero no podemos negar que todo lo relativo al poder es política. ¿Será que los caudillos no hacían política, y Bolívar tampoco?. Otra cosa es la forma dominante de la política del siglo XX, esa forma es la del diálogo. En relación a la democracia la define como "un estado de conciencia: conciencia del pueblo de su propia fuerza." Me gusta esta idea de ser una "conciencia", porque siempre he pensado que es una forma de vida. Pero, como aclara luego, democracia también son otras cosas como libertades, derechos humanos, elecciones, partidos políticos, etc. De seguir a Caballero hoy en día no tenemos democracia porque las mayorías están adormecidas, sin conciencia de su poder; ¿o será que son masoquistas?. Para Caballero esto no es así, aunque al final señala que lo novedoso del chavismo es que "Por primera vez en Venezuela, las tendencias autoritarias, que siempre han existido, llegaron por un cierto tiempo a ser mayoritarias. Por otra parte, es la primera vez que en el país un gobierno autoritario emplea exitosamente los mecanismos de la democracia para conquistar y mantenerse en el poder."
    El subrayado es nuestro.


    EL NACIONAL - Lunes 28 de Junio de 2010 Cultura/4 El foro del lunes MANUEL CABALLERO


    El académico destaca, por sobre la democracia, la política «Aquí ha habido una resistencia permanente, abierta, corajuda»

    Historia de los venezolanos en el siglo XX es el título del volumen 16 de la biblioteca que el sello Alfa edita con el nombre del historiador y profesor jubilado de la Universidad Central de Venezuela

    DIEGO ARROYO GIL


    A quien inventó el café con leche deberían darle el Premio Nobel, sobre todo al que inventó el café con leche de la mañana". Así comienza esta entrevista con Manuel Caballero, que está sentado en un sofá de su estudio y se dispone a conversar sobre su más reciente libro: Historia de los venezolanos en el siglo XX, volumen 16 de la biblioteca que mantiene, con su nombre, Editorial Alfa. Son 400 páginas escritas con el pulso de quien, antes que académico, fue periodista, o a quien el periodismo le dio la mirada para cazar la liebre en los hechos, vividos o conocidos por testimonios y lecturas, y que echa mano de las herramientas del análisis histórico para profundizar en eso que observa medular.



    --Usted le dijo a Simón Alberto Consalvi, para una entrevista que fue publicada en Siete Días , que fue en el siglo XX cuando los venezolanos comenzaron a llamarse venezolanos. Si es así, ¿qué éramos entre 1810 y 1908?

    --Yo hablo de percepciones y de la idea que los venezolanos tenían de sí mismos entonces. Me baso, entre otras cosas, en una investigación que hizo un grupo de investigadores de Maracaibo, dirigido por Germán Cardozo Galué.

    Revisando la lista de los que solicitaban pasaporte, les llamó la atención que los únicos que, cuando se les preguntaba la nacionalidad, decían ser venezolanos, eran los de la Provincia de Caracas. Todos los demás decían ser maracuchos, cumaneses, etcétera. Es decir, que no había todavía esa conciencia nacional. De hecho, el Estado-nación venezolano todavía no se había formado. Cuando uno revisa la historia del siglo XIX, observa la dominación coriana, la aragüeña, la llanera, la andina. Al final del gobierno de Falcón, la gente salió gritando a la calle: "¡Mueran los cabezones, mueran los corianos!".

    En un informe que le pasa el jefe de la Policía de Caracas al general Gómez sobre unos manifestantes en 1930, le decía que había gente gritando: "¡Mueran los táchiras cabezas chatas!". Yo dificulto que hoy a un venezolano le pregunten "tú qué eres" y, primero que todo, diga "yo soy coriano". Eso no pasa ni siquiera en una ciudad tan importante y que está por encima de todas como Barquisimeto, que es de donde yo soy (risas).


    --Entonces esa conciencia nacional se concretó en el siglo XX.

    --Sí. Ya en la década de los años veinte Vallenilla Lanz decía que se podía hablar de una nación con todas sus características. Eso fue acompañado por la formación de una conciencia. En 1958, a raíz de las elecciones, hubo una mancheta de El Nacional que fue muy clara en ese sentido. Decía: "Betancourt perdió en Guatire, Larrazábal en Carúpano y Caldera en Yaracuy". Es decir, que en cierto modo las fidelidades regionales habían sido borradas, si no habían desaparecido. Por otra parte, en el siglo XX ya es posible reconocer a un venezolano fuera de Venezuela sin necesidad de que presente el pasaporte. Hay una idiosincrasia nacional.


    --Usted acaba de hablar de Gómez, y verdad es que suele decirse que Venezuela entró realmente en el siglo XX en 1936...

    --Esa es una frase de Picón Salas *se adelanta Caballero*.

    Si hemos de creer a alguien que estaba presente cuando se dijo, se aplicó en primer lugar a España, con motivo de la guerra. Se dijo que España había entrado en el siglo XX en 1936, y Picón agregó que Venezuela también. Entonces pegó esa frase, que es muy cierta. Hay siempre la tendencia a pensar que la historia comienza con uno. Por ejemplo, después del 18 de octubre, había en el aire la sensación de que la historia, pero sobre todo el siglo XX, comenzaba con nosotros. Y eso también era cierto. La sociedad de masas, eso tan característico de nuestro siglo pasado, aparece en 1945, no necesariamente como consecuencia del 18 de octubre, pero por lo menos coincidencialmente.


    --¿Y qué tan cierto es que el país no ha salido del siglo XX?

    --Ah, bueno, eso no se puede saber todavía. Apenas han transcurrido 10 años del siglo XXI, ¿y cuáles son las características del siglo XXI? Eso se podrá decir después.


    --Todo aquel que se considera demócrata, quizá por descuido, emplea como palabras sinónimas "democracia" y "política". Pero en el libro usted insiste en que son distintas. ¿Cuál es la diferencia?

    --La diferencia que existe entre el continente y el contenido. El continente es la política, que tiene las siguientes características: primero, el abandono de las soluciones de fuerza; segundo, el reconocimiento de la existencia del adversario. ¡Reconocimiento! *enfatiza el historiador*. En Venezuela se comienza a reconocer la existencia del adversario después de la muerte de Gómez. Sin embargo, para mí, empieza a formar parte de la actitud política del venezolano con el estatuto electoral de 1946, que establece la representación proporcional de las minorías. Ese es el meollo de lo que es la política.


    --¿Y qué hay de la democracia?

    --La democracia es, fundamentalmente, un estado de conciencia: conciencia del pueblo de su propia fuerza. La democracia aparece cuando un pueblo toma conciencia de que su sola presencia, como ocurrió el 14 de febrero de 1936, puede doblar el rumbo de la política de un país y torcerle la mano al Gobierno.

    Para mí la democracia no es la sucesión de gobiernos democráticos, la libertad de prensa, de culto, etcétera, ¡aunque también!, sino que lo fundamental, lo básico, es la toma de conciencia popular. Ahora, eso no es necesariamente positivo. La democracia puede ser, si no se reconoce la existencia del adversario, la dictadura de la mayoría. Aquí hemos visto esa prueba. De modo que, por encima de la democracia, está la política.


    --¿Podría decirse, entonces, que Chávez ha acabado con la política pero no con la democracia, o sea, que ha ido atrofiando las formas políticas que hacen posible la vida democrática?

    --Sí, Chávez ha intentado acabar, basado en la democracia, con la política. Chávez llegó al poder por elecciones, durante mucho tiempo ha sido una presencia mayoritaria y continúa teniendo una indudable fuerza. Pero aquí ha habido una resistencia permanente, abierta, corajuda.

    Durante todos estos años yo me he opuesto a la posibilidad de un golpe militar. Nadie puede dudar de que yo detesto a Chávez, pero uno no sale de una pesadilla cambiando un monstruo por otro. La única manera de acabar con una pesadilla es despertarse.


    --Usted asegura que en la figura de Chávez han reencarnado viejos complejos venezolanos. Pero, ¿no siente que hay algo inédito en la crisis actual? En el siglo XX ningún proyecto político había logrado convencer a tanta gente de que, antes que fracasar, hay que matar o morir.

    --¿Y eso es verdad? Habría que verlo y hasta ahora no se ha presentado. Germán Carrera Damas dijo una vez algo que en su momento yo tomé como una boutade, pero que luego reflexionando he tomado más en cuenta. Dijo que ha habido un solo gobierno por el que el pueblo venezolano ha derramado sangre a raudales, un solo gobierno, nunca ningún otro: el gobierno de Fernando VII. Así que no hagamos tanto caso a las fanfarronerías de Chávez.


    --¿Pero entonces no hay nada nuevo en esto?

    --Sí, es cierto que hay algo.

    Por primera vez en Venezuela, las tendencias autoritarias, que siempre han existido, llegaron por un cierto tiempo a ser mayoritarias. Por otra parte, es la primera vez que en el país un gobierno autoritario emplea exitosamente los mecanismos de la democracia para conquistar y mantenerse en el poder.



    Fotografía: Manuel Sardá (El Nacional, Caracas, 28/06/10)


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    Fuente:

    Venezuela y su historia: Historiador venezolano Manuel Caballero nos habla sobre su nuevo libro: "Historia de los venezolanos en el siglo XX"

  4. #4
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    Re: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?

    “Simón Bolívar era un megalómano”: las provocadoras tesis del hispanista Enrique Serrano que desmonta la Leyenda negra



    El filósofo y ensayista Enrique Serrano sabe que nada a contracorriente. Pero no parece importarle.

    Su libro “¿Por qué fracasa Colombia?” estudia las raíces históricas de la nación colombiana y está lleno de polémicas ideas sobre la colonización española y las independencias. Para él, Bolívar “era un extranjero megalómano” y los reyes de España “buenos” con sus súbditos. Son solo algunas de las ideas de su obra. BBC Mundo lo entrevistó en el marco del Hay Festival Cartagena, que se celebra esta semana en la ciudad colombiana, para intentar comprenderlas.

    ENTREVISTA

    ¿Por qué le parece que la colombiana es la historia de un fracaso?

    Tendría que matizar. Fue el editor, a quien yo quiero mucho, quien cambió el título. Se iba a llamar “La nación negada” o “La nación soslayada”, pero no le pareció suficientemente comercial. Y parece que tenía razón, porque el libro tuvo un gran éxito con este título. En realidad, podríamos traducirlo por “por qué podría fracasar Colombia”, qué opciones se derivan de desconocer su historia, su pasado, por negarse como nación.¿Se niega Colombia como nación?Sí, esa es mi tesis. No solo en el sentido filosófico de la modernidad de estado-nación, sino de grupo humano que comparte cierto pasado, características, lengua, religión, etc. Comparada con otras naciones norteamericanas, se encuentra en una especie de adolescencia. Sus intelectuales y académicos tienen todavía una idea muy precaria de ella. Algunos ni siquiera se han preguntado por el problema de su naturaleza y lo resuelven todo con los lugares comunes que se derivan de la tradición regional.



    Colombia sigue teniendo una gran parte de su territorio sin poblar.

    En primera instancia, es un error craso confundir lo bogotano con lo colombiano, en virtud de la fuerte regionalización que durante siglos ha aislado a los diversos componentes de la nación. Solo en los últimos 70 u 80 años se han dado las condiciones para la formación de una nación única, con la aparición de los medios de comunicación, la migración generalizada hacia las grandes ciudades, etc.

    Pero ni siquiera entonces Colombia ha sido una nación uniforme como lo ha sido Argentina, por ejemplo, conformada alrededor de Buenos Aires, sino que mantiene todavía una personalidad regional muy viva. Ese tipo de problemas no han sido tratados suficientemente por la historiografía ni la sociología colombianas.

    O sea que usted cree que Colombia es una nación adolescente.

    Sí. Lo es en el sentido de que el adolescente no sabe exactamente quién es, ni para qué sirve o a qué está destinado. No se evalúa de un modo sobrio, tranquilo. En el caso de Colombia se debe fundamentalmente a una historia regional de aislamiento y al poblamiento tan irregular que ha tenido. Esto la diferencia de otros países de América que alcanzaron su vocación gracias a que tenían un destino en el imperio español, como Perú o México, o a naciones que construyeron su carácter nacional en el siglo XIX gracias a la emigración, como Argentina, Uruguay o Chile.

    Colombia, en cambio, se quedó encerrada hasta bien entrado el siglo XX. En medio de sus luchas y contradicciones, la urbanización repentina y desordenada, sumada a los factores de conflicto de un campo abandonado, explican la Colombia de hoy, muy distinta de la Colombia aldeana que existió hasta hace relativamente poco.

    Usted asegura que “lo único que sobrevive es una hispanidad colombianizada“. ¿Son los males de Colombia el legado de los españoles?

    No, de ninguna manera. Al contrario. Esta hispanidad mal asimilada se deriva de un problema de origen: los inconscientes fundadores de esta nación fueron individuos que huían del pasado religioso de los siglos XV, XVI y XVII, tan problemático en España. Eran los cristianos nuevos, que se hicieron indianos. No solo Colombia, sino muchos otros países de América se conformaron con esos inmigrantes forzados que ya no podían volver a España. Esa hispanidad negada es un problema de España, de la historia española, que América heredó.

    Sorprende su tesis, porque muchos en América Latina culpan a la conquista española de los problemas que arrastra la región.

    Mi reflexión empezó en 1992, cuando se celebraron los 500 años del descubrimiento de América, que empezaron a teñirse de una reivindicación ideológica muy violenta. Aquello reproducía los patrones de la leyenda negra británica o francesa sobre España, que los propios españoles se creyeron, especialmente durante el Franquismo. Esa circunstancia tan dolorosa y tan dramática hizo que cualquier cosa relacionada con la hispanidad fuera objeto de equívocos y malentendidos sin término que todavía continúan. Hay una versión argentina, mexicana, guatemalteca…

    Todo el mundo tiene una y en Colombia también, aunque sin mucha convicción, se ha ido haciendo una versión antiespañola. Pero ¿cómo se puede ser hispánico y a la vez antiespañol? Es una paradoja que manejan todos los pueblos a su manera, incluido el colombiano. Ese es el marco que ha supuesto renegar estúpidamente de la hispanidad.



    Enrique Serrano detecta la herencia de los moriscos y judíos expulsados de España en muchas de las comunidades rurales de la actual Colombia.

    En su libro describe que el hecho de que los moriscos y los judíos expulsados de España acabaran en Colombia tuvo un gran impacto en la conformación del actual carácter colombiano. ¿De verdad fue tan determinante?

    No fue el único lugar de América donde se afincaron cristianos nuevos. Como estudiaron hispanistas franceses como Joseph Perez, los cristianos nuevos eran casi la mitad de la población española.

    Cuando se celebraron los 500 años se dijeron cantidad de tonterías, exageraciones e imprecisiones aquí. Mi intención es explicar a esa media España que emigró y se reprodujo silenciosa y discretamente en América la España de los indianos.

    Afirma en su libro que “no hay una aspiración más secreta, más inveterada y no declarada, pero de todas maneras postulable para toda la hispanidad, que la de vivir sin trabajar”. ¿No es esto un prejuicio un tanto racista?

    ¿Racista, dice usted? Puede ser. En todo caso, si nos ponemos en el lugar neutro de la corrección política que hoy rige, queda claro que esa aspiración a la molicie está muy bien documentada, especialmente en la España del sur. Está un poco en toda la humanidad, pero más acentuada en algunos pueblos que en otros. Eso es lo que en rigor me lleva a hacer esta afirmación, salvadas las distancias de la corrección política que el presente exige.

    A veces eso de la corrección política es muy aburrido. Si lo ha escrito será porque lo cree, ¿no?

    Sí, lo creo. Partamos de ahí. Las FARC son individuos iletrados que han sabido jugar a las marrullas con el gobierno de Santos.

    Describe al colombiano como alguien apocado, casi miedoso, y lo explica por la obsesión de esos judíos y moriscos expatriados por evitar problemas y conflictos con las autoridades. ¿No sería más sano que los colombianos tuvieran otra actitud ante la vida?

    Claro que sí. Sería más sana una forma de vida menos insignificante. Hay un patrón interesante en el caso colombiano, y es que la mayor parte de figuras que han destacado en el campo de la cultura son insignificantes. Se caracterizan por su excesiva labia y sus aspiraciones desmesuradas, pero también por su incapacidad para traducir en acciones sistemáticas esas aspiraciones. En todos los pueblos del mundo hay estos individuos insignificantes. Eso es universal, pero en Colombia esa tendencia a ser poca cosa está automáticamente disculpada. Como todo el mundo lo es, todo el mundo se disculpa porque los demás también son así. Es una cultura de huir de la audacia.

    Evidentemente no existió en individuos como Pablo Escobar. Pero esos son la excepción y no la regla. La regla es la de un individuo más bien gris, sensato y moderado, que se conforma con su pequeña vida gris, en algún sentido casi medieval.

    Amélie Nothomb escribió que la sensatez es el consuelo de los débiles. ¿Cree que esta frase es aplicable a los colombianos?

    Me parece bien esa frase. Yo no estoy inventándome esta vaina esta mañana, sino que tiene 25 años como reflexión sobre el asunto de la colombianidad. En todo caso lo que detesto es esa actitud, muy característica del apocamiento colombiano, del “mejor no digamos nada”, “mejor no nos arriesguemos”, “mejor hagámonos los tontos”. Es lo que pretendo combatir con este libro y otro que estoy escribiendo.

    Al contrario de quienes sitúan la independencia como el momento fundacional, usted asegura que la independencia privó a la Colombia de la unidad que le daba la metrópoli. Entonces ¿la independencia fue contra la nación?

    Sí. En primer lugar, porque vino de fuera, tanto en sus ideas como en sus realizadores. Frente a esta especie de provincia tranquila alejada del rey, la independencia fue la obligación de autorregularse y de entenderse con gente incluso más extraña, los criollos que habitaban un territorio inmenso del que ni siquiera los colombianos mismos sabían dónde empezaba y dónde terminaba. Una de las expresiones fundamentales de esto es que todavía tenemos más de 600.000 kilómetros cuadrados sin poblar. Siempre nos ha sobrado tierra.

    La oferta de América para los colonos fue muy generosa en tierras y ellos estaban conformes con su pequeña montaña, con su aldea; ni siquiera necesitaban los grandes ríos. No tenían aspiraciones descomunales más allá de esa existencia aldeana que practicaron durante siglos. Hay que desmontar la mayor cantidad de mitos que uno pueda y se desmontan poniendo en cuestión algunos sobreentendidos. Ya es hora de revisar algunas de esas cosas.

    Esa sería una labor de los historiadores, pero los historiadores colombianos no la quieren hacer, porque surgieron en una vocación muy positivista, obsesionada por los documentos. Y Colombia es un país pobre en documentos, es un país más oral, donde muchas verdades fueron ignoradas, soslayadas. Individuos como Nariño, que hablaban de los derechos humanos, tenían esclavos.

    Entre esos mitos en los que habría que revisar, usted coloca el de Simón Bolívar, a quien caracteriza como un extranjero que trajo ideas extrañas a esa nación colombiana preexistente de la que habla. Entonces ¿no fue el libertador un héroe?

    Era un extranjero megalómano, con una idea descomunal de hacer una especie de Estados Unidos del sur aprovechando el momento de mayor debilidad de España en 300 años. Y le salió mal. En ese momento, el rey estaba en el exilio y Napoleón había invadido una España que luchaba su propia guerra de independencia mientras nosotros hacíamos nuestras estúpidas independencias.

    Para mí esas cosas han perdido todo valor. Puede que lo tengan como mito fundacional, pero ya es infantilismo. Es de una precariedad muy grande en la explicación histórica para una nación que necesita mucho más que eso. No es que yo no crea que eso fue cierto. Claro que lo fue, pero fue banal. Y esa independencia banal fue muy mal asimilada a lo largo de todo el siglo XIX.

    Pero ¿acaso era más extranjero Bolívar que los moriscos o judíos españoles que se instalaban en Colombia?

    Es que los judíos y los moriscos hacía ya 200 años que habían llegado. Ni siquiera Venezuela la formó Bolívar, la formó José Antonio Páez, un tipo mucho más primitivo y brutal. Bolívar, como Francisco Miranda, estaba especulando con la relación entre Europa y América. Era un liberal en el sentido en el que había que serlo en ese momento, como lo era también Antonio Nariño y otros que hablaban aquí de los derechos humanos.

    Pero esos mismos individuos tenían esclavos y seguían viviendo en el Antiguo Régimen. Sus vidas muestran la contradicción más patente entre sus ideas y sus prácticas. No tenían cosas para grandes sueños. Unos pocos, como Bolívar, encontraron un ambiente favorable en algunos momentos, pero después eso se frustró. Estaba muy claro que estos aldeanos, súbditos del rey de España, no estaban preparados para la independencia.

    Hubo muchas revueltas realistas, incluso la de los comuneros. Eran individuos que tenían fe en el rey y que lo que querían era un mejor gobierno y menos impuestos. Eso es muy distinto a querer la independencia. Muchas de esas cosas no han sido leídas en esa clave por los historiadores ni por otros intelectuales. Me asombra el carácter tan superfluo de muchos de ellos, porque no hay manera de discutir esto con ellos con serenidad.

    Les falta la neutralidad para hacer tabula rasa de esos prejuicios y empezar a discutir la colombianidad de un modo más limpio y sobrio.



    Según Serrano, soberanos como Carlos I de España, en la imagen, ejercieron durante 300 años “la tutela de buenos reyes” sobre la actual Colombia.



    Menciona en uno de sus capítulos “la tutela de buenos reyes”. ¿Le parece que los reyes de España eran buenos con sus súbditos americanos?

    Sí. Aquí eran leídos como buenos. Hay documentos que demuestran que, precisamente por ser tan distantes, tan aparentemente indiferentes, eran leídos como buenos reyes. Los Austrias, sobre todo, eran muy poco intervencionistas, muy poco dados a ese rigor del que los habitantes habían oído hablar o ellos mismos habían sufrido en España.

    En otras palabras, hasta el terrible siglo XV, los reyes eran malos, mientras que los Habsburgo del gran imperio eran buenos porque estaban lejos. Eran buenos reyes porque los dejaban en paz, porque el tribunal de la Inquisición de Cartagena era muy lento y muy débil al perseguirlos, y porque los adelantados y oidores habían entendido que esto no era El dorado, sino una tierra de transición.

    En el presente colombiano destaca, sobre todo, el proceso de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Pero usted, sorprendentemente, asegura que el de la violencia no es un elemento tan importante en la realidad del país.

    Yo no desconozco la existencia de una violencia sistemática que ha afectado sustancialmente a la vida colombiana. Ha ocurrido, sobre todo, en la época de la gran urbanización. Pero no le atribuyo el carácter de centralidad que le dan los colombianistas de hoy, que ha llevado a Rafael Pardo y otros a afirmar que la violencia es absolutamente connatural a la condición colombiana.

    Al contrario, autores como Jaime Jaramillo Uribe hablan de la naturaleza relativamente pasiva y tranquila de la identidad colombiana. Curiosamente, lo que le ha permitido a Colombia ser una nación muy grande y poblada es precisamente que en su vida aldeana y retirada no ha primado la violencia. Esa es mi posición, que habría que matizar con todo el rigor que sea necesario para que no parezca una especie de pacifismo estúpido o un desconocimiento de la violencia.

    Pero incluso hoy, en los acuerdos de paz con las FARC está muy claro que quienes usaban la violencia sistemáticamente, incluyendo paramilitares y guerrilla, no son más de 100.000. Esas 100.000 personas han perturbado el orden de los otros 49.900.000. No ha habido nunca una polarización tan brutal que condujera a una guerra civil como la que han experimentado otras naciones.



    El río Magdalena fue el eje en torno al que se instalaron muchas de las comunidades expulsadas que acabaron forjando la nación colombiana.

    Usted lamenta que Colombia carece del vigor para mantener las apuestas en el tiempo y alcanzar grandes objetivos nacionales. ¿Cuáles serían esos grandes objetivos ahora que parece que la paz ya se ha conseguido?

    El objetivo fundamental sería bajar de las montañas, saliendo de las aldeas y entrando a la dimensión bioceánica que tiene Colombia, poblando las costas y haciendo infraestructura económica cerca del mar. La de lanzarse hacia los mares, aprovechando recursos inveterados como el río Magdalena, al que habría que recuperar.

    Como los ferrocarriles que tuvo en los años 60. Hay que recuperar una serie de cosas que se perdieron por esa mentalidad colombiana de “ahora hagamos esto”, “ahora hagamos aquello”, pero sin vocación de futuro ni una visión a largo plazo propia de un proyecto nacional.

    Usted que es español recordará que en España la Guerra Civil, con su terrible y cruenta herencia, conmovió tanto a la nación en su conjunto que empezó a pensar que tenía que hacer un pacto completamente nuevo de resurgimiento que le permitiera lanzarse a la modernidad, aunque tardíamente, con éxito.

    Eso tan paradójico y problemático en España, lo compartimos nosotros: la idea de no poder ponerse de acuerdo fácilmente, que haya unos individuos considerados sabios que luego caen en desgracia y son reemplazados por otros que dicen que ha de hacerse algo diferente, en definitiva, la imposibilidad de tener un proyecto firme que dure más de 20 ó 30 años.

    Colombia necesita un proyecto de nación de, por lo menos, 50 años. Las circunstancias se lo reclaman y no hay quien se tome en serio eso, ni entre los políticos ni entre los académicos.

    Los académicos son superfluos. Es un gremio al que he pertenecido durante muchos años. En todo caso, esto parece un poco exasperante. Y las FARC son individuos casi iletrados, muy astutos, eso no se lo niego, que han sabido enriquecerse y jugar las marrullas que había que hacer con el gobierno de Santos, que también se caracteriza por esa misma condición. Los reyes de España eran leídos como buenos porque eran poco intervencionistas.

    ¿Por la de iletrado o la de astuto?

    La de astuto y aprovechador de circunstancias. Pretender que las FARC son la gran cosa es una idea torpe. Ya se hizo el acuerdo, que es probablemente irreversible. Las circunstancias problemáticas de su puesta en marcha seguirán durante varios años. No creo que ese sea un asunto para tomarse gravemente en serio, pero mientras tanto se está perdiendo tiempo para la ejecución de ese auténtico propósito nacional. Un país como este debería tenerlo en cuenta si tiene además al lado los espejos fallidos de Venezuela, Ecuador, Nicaragua, Argentina… los países que intentaron un modelo desafiante y fracasaron.



    Parte de la sociedad colombiana denuncia la pervivencia de prácticas corruptas en la élite política del país.

    Queda claro que usted tiene una visión muy crítica de su país. Cuesta encontrar algo positivo en su relato. ¿A usted qué le gusta de Colombia? Si es que le gusta algo…

    No creo que Colombia sea una nación fracasada, ni que vaya a fracasar. No va a sumirse en una guerra civil ni en una catástrofe de este tipo. Me impacienta un poco que la nación sea poco crítica consigo misma. Es un pueblo conformista que tradicionalmente se ha arrellanado en esa condición.

    La verdad es que ser colombiano en Colombia es cómodo, fácil. Es mucho más difícil ser de otros países. Decir que Colombia es una catástrofe, como dicen muchos colombianos, o rasgarse las vestiduras por lo corrupto que es, o eso que se la atribuye a veces de una especie de inmoralidad inveterada… todos esos son mitos. Son verdades muy débiles y prejuicios. Pero yo sí espero un comienzo de una nación más serena para revisarse a sí misma.

    Bueno, pero no me ha contestado a la pregunta. ¿Qué le gusta a usted de Colombia?

    (Balbucea brevemente) La verdad yo soy un colombiano que quiere mucho a su país. Me gusta la gente, el ambiente, la vida propia de esta nación a pesar de sus muchas contradicciones. Pero el pueblo colombiano es poco dado a la reflexión. Me he puesto en la tarea del polemista, de suscitar la reflexión, especialmente entre la gente joven.

    El colombiano es muy malo para compararse con otros pueblos. Sabe muy poco de los demás, es muy etnocéntrico, muy autocomplaciente y muy exagerado, tanto en lo bueno como en lo malo. Todos los productos culturales colombianos son excesivos y cuando uno los examina se da cuenta de que la cosa no es tan buena ni tan mala como la habían pintado.

    En realidad, tenemos un buen país, vivimos razonablemente bien. En los últimos 20 años ha crecido de un modo descomunal la clase media, lo que plantea muchos problemas, pero al mismo tiempo es un avance. El objetivo pendiente es poder construir algo entre todos que sea de largo plazo.


    https://somatemps.me/2018/01/28/simo...leyenda-negra/

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    Re: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?

    BOLIVAR QUISO SER REY, PERO NO PUDO.

    Amigos invisibles. Si, como lo digo a cuatro vientos y luego de pensarlo y estudiarlo mucho, porque sobrepuesto a tantas silvestres intenciones no comulgo con ruedas de molino ni menos con mitos incensarios en este siglo XXI. La ficción o leyenda y la historia verdadera son cosas diferentes, aunque se puede rediseñar esta última con fines comprometidos, pero eso es otra posición escogida. En este caso hay que llamar a las cosas por su nombre, de donde al momento me propongo derrumbar otro mito sobre el republicanismo del caraqueño libertador Simón Bolívar, porque si bien capeaba las situaciones a la conveniencia del momento, y en el fondo y hasta por causa de su nacimiento fue monárquico, en lo interior y siempre anduvo tras de esa intención esencial, aunque las circunstancias en varias oportunidades se lo impidieron, y finalmente, en dos platos, no pudo serlo.

    Desde la infancia de este prócer americano y a pesar de las disputas que le rodearon desde siempre, en la pacata Caracas colonial donde naciera y vivía a partir de los tiempos del uso de la razón, pudo darse cuenta que todo el mundo que le rodeaba era monárquico en sentimientos y manera de ser, donde existía una pequeña sociedad con títulos otorgados por el rey español, a los Rodríguez del Toro, a los Tovar, los Mijares, Ustáriz y otros tantos que pudo conocer y apreciar de un tiempo por allá en la primera década de su vida. Pero lo que más debe haberle llamado la atención es cuando supo que su familia era muy rica en esclavos y propiedades terrenales, y más cuando le comentan que su adinerado abuelo con buen pago de doblones solicitaba para sí el reluciente título de marqués de San Luís, por haber fundado la villa de San Luis de Cura y el prestar desde luego servicios al monarca, y que ya la familia, o sea los tíos maternos, le buscaban tanto al mayor hermano, heredero de la primogenitura, Juan Vicente, otra vez el título del marquesado de San Luis, que se había quedado en veremos y hasta por avaricia del viejo Juan Vicente, y al retoño segundón se le destinara el ostentoso título de Conde de Casa Palacios, así solicitado mientras se elabora el pesado expediente nobiliario lleno de fes de bautismo, declaraciones testimoniales y muchos otros requisitos burocráticos que impedían entrar al cenáculo de la nobleza a gentes como herejes protestantes, hijos con no limpio nacimiento, o de orígenes morunos y sefarditas, en todo lo cual permanecían muy prestos los sacerdotes para cumplir una misión calificadora ejemplar. Ya los hermanos Juan Vicente y Simón estaban avisados de ello y hasta recibíeron clases de buenos modales, esgrima, danza y otras necesarias para representar bien el papel de la nobleza local, donde había muchos mantuanos entrometidos, cuando de pronto estalla una bomba atómica o un tsunami quizás, porque se recibió de la capital del reino, es decir de Madrid, una mala noticia en cuanto que los muchos papeles esponsalicios, de nacimientos y de legitimidad fueron muy bien llevados hacia el atrás generacional, pero que cuando en la pesquisa obligatoria llegaron a la tatarabuela de ambos jóvenes, Josefa Marín de Narváez, habían caído en cuenta los estudiosos del caso que no era hija legítima y que por ello continuar en el empeño era sencillamente perder el tiempo. Cuántos lloros debió ocurrir en aquellos momentos de rabia e indignación, viéndose así desposeídos de algo que ya consideraban suyos, como de la buena cantidad en monedas de oro que habían entregado al monasterio catalán de Monserrat, para que con prontitud los monjes benedictinos expidieran tales distinciones nobiliarias. Así el gozo se fue para el abismo del pozo.











    Aquello debió sentirse en el alma de Don Simón como algo extraño, porque dentro de sus pocos conocimientos no llegaba a digerir ese rechazo, que pudo producirle ira y soledad. Sin embargo frente a otros pormenores este desarrollo habitual continuó pasando como si nada hubiere acontecido, a pesar de los corrillos y murmuraciones que se pudieron presentar, mientras el mantuano y burgués Simón Bolívar crecía junto a la generación pudiente que le entorna y al tiempo se apresta para viajar a Europa en busca de nuevos conocimientos y otra educación más refinada. Pero es bueno señalar que en su viaje a Europa y de tiernos dieciséis años, durante una estancia que hace en la virreinal ciudad de México va a residir en la mansión de la marquesa de Uluapa, y allí en medio de la nobleza que le acoge conoce a la famosa María Ignacia “Güera” Rodríguez, mientras se codea con gente de su rango y donde según se ha escrito saborea las primeras intimidades de alcoba. Y llegado a Madrid se aloja en casa del munífico pariente marqués Jerónimo de Uztáriz, y allí pronto entra en contacto con Manuel Mallo, amante de la reina María Luisa de Parma, y por ese conducto llegará a jugar pelota hasta con el futuro rey Fernando VII, según se cuenta en las crónicas reales oportunas. Durante su estancia en Madrid el caraqueño Bolívar pronto casa con la aristócrata española María Teresa del Toro, prima de los marqueses del Toro, pero al enviudar de ella en Caracas Don Simón regresa a Europa, y en París se vuelve amante de Fanny Dervieux du Villard, esposa del barón Trobriand de Kenderlen, por medio de la cual se codea con la alta y noble sociedad francesa.











    De vuelta a Caracas y ya pasada esta etapa formativa y social, Bolívar se encuentra con que en ebullición se halla el país a causa de los sucesos acaecidos en España. De un inicio, Bolívar que es conservador anda apartado de los conatos insurrecciónales contra la monarquía que acaecen en el entorno, porque ellos no defienden a fondo el estatus imperante del cual él forma parte, y solo toma ingerencia en los asuntos públicos cuando triunfa el movimiento secesionista del 19 de abril de 1810, porque lo convence el mantuano Martín Tovar Ponte, segundo conde de Tovar, para que en solicitud de ayuda vaya a Londres con una delegación cuyos gastos sufraga y en calidad de representante del nuevo gobierno que se pretende imponer, donde logra reunirse en privado y de manera no oficial con el ministro marqués de Wellesley, quien si bien lo recibe de una manera fría, nada le ofrece de cooperación a la causa libertaria, por lo que Bolívar luego sostiene conversaciones con el allí exiliado general Francisco de Miranda, convenciéndolo para que vuelva a Venezuela y se ponga al frente de las tropas americanas. La traída de Miranda a Caracas termina en un fracaso, por la incomprensión de las partes y la ojeriza que se le tenía al considerársele un extranjero en su propia tierra, de donde Miranda es detenido y enviado preso a España para pronto morir lleno de tristeza y olvido. Sin embargo la avanzada monárquica que defiende los intereses españoles al mando de Domingo Monteverde enarbola de nuevo la bandera a favor de Fernando VII y Bolívar entonces se exilia rumbo a Cartagena. Pero en Colombia ya la contrarrevolución da sus frutos con la avanzada de los ejércitos bajo pabellón español, que el caraqueño los combate y en rápida campaña llega a Caracas triunfante, aunque bien pronto el huracán astur que es José Tomás Boves se alza en Calabozo, y es cuando por primera vez vemos a Bolívar pensar en firme sobre sus pretensiones monárquicas, pues pretende hacerse Virrey para luchar con mejor opción contra el tenebroso Boves que avanza indetenible, según lo propone por carta al arzobispo Narciso Coll y Prat, aunque con rapidez se da cuenta de lo imposible de su idea y decide entonces abandonar ese intento para salvar el pellejo, iniciando la conocida emigración a Oriente. A partir de ese momento trágico la vida de Bolívar entra en un vaivén de circunstancias, con algunos triunfos militares y muchos fracasos, mientras escribe numerosas cartas que sería oportuno revisar por sus atisbos monárquicos.

    El tiempo vuela y las páginas de la historia que se hace son cambiantes, mientras de la Península llegan figuras para la guerra larga que obtendrán sus títulos de nobleza aquí, en la campaña, como el general Pablo Morillo, que será Conde de Cartagena y luego Marqués de La Puerta, y el general Miguel de la Torre y Pando, ennoblecido como Conde de Torrepando, al tanto que Bolívar conoce de estas actitudes y en contrapartida trae legionarios británicos para el combate, algunos de casas nobles, mientras aparece otro guerrero fenomenal, que es el general José Antonio Páez, quien con su conducta militar pronto hace correr la balanza del triunfo a favor del grupo llamado patriota. Pero el salto grande en eso de ser Rey, Bolívar, que acariciaba la idea desde antaño y que por ende había creado una estructura autócrata en ese sentido, sintió que ya era oportunidad de lanzarse por este camino napoleónico, desde luego a hurtadillas de un comienzo, pero con todas las razones para así pensar hacia el cambio posterior que gira en 180 grados. Puesto y reconocido ya como dictador absoluto, según lo asienta el reverendo John Hambleton, y por tanto acabado parcialmente el problema de sus enemigos que le serruchan el paso, proyecta crear un país bajo el estilo personal autócrata y por esto congrega en Angostura del Orinoco a muchos de sus seguidores, que se reunirán en febrero de 1819, y donde luego por su voz cantante y buena sindéresis de convencimiento se discute una Constitución que es obra suya, para que rija en la República de Colombia, que se acaba de fundar como algo en el fondo quimérico. Este proyecto constitucional, a todas luces monárquico aunque disfrazado, resguarda el poder omnipotente de Bolívar donde el caraqueño plantea una Presidencia vitalicia y dictatorial asistido de inviolabilidad personal, con facultad de elegir sucesor, asistido de un senado hereditario, de notables aristócratas, que tras bambalinas desde 1813 la ejerce. Dicho gobierno artificial que crea, el Presidente de Colombia Bolívar así lo hace con miras a su futura visión monárquica de Rey sin Corona, que pronto en cuatro meses de vida es rechazada por los constituyentes, dentro del fracaso que conlleva tal utopía personalista.

    Con la ilusión de una Colombia formada por tres países distintos, anda en la batalla de Boyacá y regresa a Venezuela con el fracaso de su Constitución monárquica a todas luces, aunque empeñoso en su definitiva imposición vuelve al Rosario de Cúcuta, para continuar remachando sobre ese proyecto constitucional en un Congreso reunido mas falto de legitimidad, “no menos cómico que los dos de Angostura”, según asienta Luis Level de Goda, donde luego de utilizar como táctica una renuncia al cargo que ostenta y con muchas correcciones que le incluyen al proyecto en cuestión, entre ellas el suprimir los senadores vitalicios, y eliminándose las ideas bolivarianas que sustenta para esa Carta Magna, se hace aprobar dicha Constitución cojitranca, que en el fondo es el principio del fin de Colombia. “Las campanas están doblando por Colombia”, lo dirá el propio Bolívar. Una vez superado este empeño desastroso el caraqueño se bate en Carabobo, y pronto regresa a la Nueva Granada, para preparar la campaña que lo orientará hacia el Sur del continente, entrando así por la vía de Popayán, el monárquico Pasto y Quito, que conquista para anexarlo a Colombia, como hace luego con Guayaquil, donde se entrevista y en la diplomacia que utiliza engaña al general San Martín sobre sus intenciones seguidas y dictatoriales, aunque no dejan de hablar en tal encuentro sobre las tendencias monárquicas de un futuro gobierno en el Perú, porque en ello ambos coincidían. Y así el caraqueño Don Simón prosigue rumbo a Lima, donde nadie deseaba por cierto romper con la realeza española, porque todos se sentían súbditos del Rey.










    En Lima el Libertador inicia otro período autoritario de gobierno, ya en calidad de Dictador, con altos funcionarios que pronto le traicionan, como el marqués Riva Agüero, el marqués de Torre Tagle y Mariano Portocarrero, pues vista la situación planteada aspiran el regreso de la colonia española al Perú, país donde predominan muchos nobles de alcurnia, aunque se comenta a sotto voce, que el retorno será bajo el dominio de Colombia. Y vista esta situación excepcional mientras a Bolívar se le calientan las orejas con lo de la monarquía propia, extralimita el mando con pelotones de ejecución sumaria, como el caso del Vizconde de San Jonás, o Juan de Berindoaga, Bernardo Monteagudo, y otros que son así eliminados y algunos que se salvan a última hora. Mientras tanto el general Antonio José de Sucre triunfa en la batalla de Ayacucho, lo que pronto cambia la situación de Bolívar, porque ya piensa en grande, extralimitándose de fronteras y con mayor ambición de poder, por lo que inicia el viaje hacia el Alto Perú, al que pronto aspira independizar por conveniencia vista su relación hacia el futuro, y sobre el paso de las bayonetas colombianas ocupantes nuevamente saca debajo de la manga su comentada Presidencia Vitalicia, conservadora, constitución que elabora y envía desde Lima para su aprobación, que es “una monarquía con otro nombre”, llamándola así Bartolomé Mitre, o “monarquía disfrazada de república”, según anota el venezolano Carlos Irazábal, Carta Magna despótica y contraria al ejercicio representativo, calcada de los resabios monárquicos sostenidos en Angostura y Cúcuta, como la presidencia perpetua, el senado vitalicio y hereditario o “cámara de lores”, que pronto se rechazan, dentro del rápido declive político que se nota en Bolívar. Pero antes de regresar el caraqueño a Lima, en la nueva Bolivia sostiene conversaciones con delegados argentinos [Alvear, Díaz Vélez, etc.], que le tientan nuevamente a Bolívar para el ejercicio monárquico del Estado, mientras piensa, además, en una “Federación Boliviana”, que abarque a Colombia, el Perú y a Bolivia, y donde ya algunos impulsores en tiempo oportuno creían que el caraqueño podía ser nombrado como “Emperador de los Andes”. De esta manera se forman ya grupos pro monárquicos con Hipólito Unanue a la cabeza, y en Bogotá con dificultad existe el colectivo monárquico pero de tendencia francesa, y hasta en Caracas ronda por sí otro sector duro que con el fin de sostener a Páez en el poder piensa en el rey “Simón 1º”, aunque residiendo en Bogotá. Juntos pero no revueltos. Así se despeja la idea de traer príncipes borbones para reinar en América, como algunos sostenían, mientras en Venezuela se forma un corro a favor de la corona a fin de colocar sobre la testa bolivariana [para que reine pero no gobierne] sostenido dentro y fuera de sus alcances por Antonio Leocadio Guzmán, Rafael Urdaneta, Sucre, Flores [entonces Morillo comunica a Madrid que en Caracas pensaban proclamarlo rey como “Simón 1º, Rey de las Américas”], Ibarra, Montilla, Valdés, Briceño Méndez, O´Leary, Mariño, Rivas, Soublette, Carabaño, también Mosquera, Vergara, Restrepo y hasta Santander, mientras Bolívar le responde a éste, como buen Maquiavelo, “que se persuada todo el mundo que yo no seré rey…”.










    En este tiempo y ya en el Lima que no lo quiere y antes de partir a Bogotá luego de un lustro de discordias, el caraqueño clausura el Congreso adversario a sus ideas, y mientras sateliza el Perú a favor de Colombia, triste por no haber tenido éxito sus intenciones personales de coronarse en el Perú de un reino imperial que se extendía del Orinoco a más al Sur de Bolivia, fracasado parte rumbo a la Nueva Granada, donde le esperan tiempos muy amargos, pues quienes pueden circundarle ya conocen bien sus intenciones políticas finales y porque además se ha afianzado en el poder un rival de peso que es el general Francisco de Paula Santander. Allí entrará de nuevo la política en juego, porque salvo sus amigos ahora disminuidos por las ideas monárquicas a que aspira para Colombia, lo tienen sentenciado a la perdición. De regreso, pues, en Bogotá, el aspecto político está revuelto por demás, no solo debido al fracaso del Congreso de Panamá, donde se trata el tema de la monarquía bolivariana en boga, sino porque también el desasosiego y desunión cunde en Venezuela, por lo que Bolívar parte hacia la Caracas del revoltoso general Páez, mientras se llega a un acuerdo salvador en que ese militar llanero presida el gobierno departamental de Venezuela, porque en compensación reinará desde Bogotá el caraqueño Bolívar. Y con este compromiso al estilo inglés de Chamberlain para evitar la ruptura del país Don Simón regresa a Bogotá, ciudad a la que encuentra casi en estado de ebullición, porque la mayoría no acepta que Bolívar sea Rey de Colombia; mas como las noticias vuelan aunque los correos sean muy lentos, a las coronas europeas les interesa designar cualquier príncipe que venga a gobernar en Colombia, por asuntos de negocios y a objeto de cortar un poco la tendencia republicana que se amplía para el momento, con amigos de Bolívar que están en el Consejo de Estado en Bogotá y para evitar mayores males, bajo la anuencia incluso del general Santander, que aspira ser Presidente de Colombia, en aquel juego empeñado mientras se ciñe la corona monárquica y apenas protocolaria Don Simón [o una Federación de los Andes a presidir], el histórico 3 de septiembre de 1829 oficialmente dicho Consejo y por unanimidad acepta el proyecto de establecer en la existente Colombia una Monarquía Constitucional, pues “presenta todo el vigor y estabilidad que debe tener un gobierno bien cimentado”.







    Esta idea monárquica subsistente, que incluso en medio de la efervescencia se mantendrá hasta el Congreso Admirable de 1830, ya era protegida por el obispo malinés De Pradt, de donde a principios de 1829 llegaron a Bogotá los delegados franceses Conde Charles de Bresson [quien luego escribe que Bolívar “terminará por aceptar el trono que se le ha ofrecido”], a quien acompaña el Par de Francia y Duque de Montebello Napoleón Augusto Lannes, enviado por el Rey Carlos Xº a este efecto constitucional, para que Bolívar sea el rey Simón lº, o Presidente Vitalicio, que nombre un monarca sucesor, de la casa francesa de Orleáns, opinión a la que se ha sumado el ultraaristócrata príncipe galo Jules Auguste de Polignac. Sin embargo este empeño hecho por Francia debido a las fluctuaciones ocasionadas en Colombia, al final no avanza y quedó como mero proyecto.

    Es de recordar que para ese tiempo existieron varios reinos en América, como el de México, Brasil, Haití, y otros a crear que con impulsores como San Martín, Puerreydon y Rivadavia apostaban por colocar un príncipe europeo en tierras delimitadas de América [fuere inglés, germano y hasta sueco]. En cuanto a Colombia por las disensiones internas no se pudo llegar a culminar ese propósito bolivariano, que incluyó llegar hasta una Federación de monarquías. Ya antes sus oficiales de confianza como José Gabriel Pérez sobre el Perú afirma que “hemos de coronar al Libertador”, y Valdés le pide en carta que se proclame Rey, “que ese era el voto de todos en Quito y Guayaquil”. Mosquera le dice que el “ejército está decidido por una monarquía”, mientras Restrepo le recuerda en igual sentido, y Montilla le reitera que “en una monarquía y que os coloquéis a la cabeza de ella”. Estanislao Vergara le comenta igualmente sobre que Vuestra Excelencia sea Presidente Vitalicio y después venga un Rey. Más radical es Urdaneta, quien le comenta a Sutherland así: “Bolívar tenía la intención de formar una monarquía, bajo la protección inglesa”, para colocarse luego la corona, mientras el irónico Santander, le escribe que acepta que mande [a los colombianos] “porque nos gobernará según las leyes”. Y en verdad no gobernó como monarca quedándose con las ganas, a pesar de su maniobra siempre maquiavélica, porque ya estaba en las últimas y pronto iba a morir. De otra forma a lo mejor tendríamos duques y marqueses por doquier, amarillos y negros, analfabetos y analfabestias, según los identifican en el Perú, locos y ladrones, siempre a la espera de que cuaje un pequeño y diabólico sueño de esos que suceden a veces quizás debido a una mala digestión. Y como dicen por aquí en Venezuela, “los deseos no empreñan”.



    _______________________________________

    Fuente:

    Venezuela y el Mundo: BOLIVAR QUISO SER REY, PERO NO PUDO.

  6. #6
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    Re: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?

    Demasiadas loas a San Martín pero expone información interesante.



    Las independencias americanas por Marcelo Gullo






    https://www.youtube.com/watch?v=t52I658GgIM

  7. #7
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    Re: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?

    Por qué sabemos tan poco sobre los ingleses y San Martín

    El comentario de inicio de la "Mesa MDZ" por MDZ Radio, en el día en que se rinde homenaje a los ingleses que acompañaron a San Martín.
    5 de Abril de 2018 | 07:12








    Gabriel Conte Director de MDZ


    Mirá el video con este comentario en la Mesa MDZ haciendo clic aquí

    Los argentinos hemos decidido en forma autoritaria y prepotente que el fútbol es más importante que la política.

    Si pudiéramos, haríamos que el país tenga un DT y no un presidente. Y por supuesto: como todos sabemos de fútbol, todos seríamos una especie de parlamento muy recontra popular, masivo, de debate contínuo, en sesión permanente. Bien fascista. Seríamos mejores fascistas que Benito Mussolini.

    Tan exitistas como derrotistas, nos entregaríamos a las pasiones en forma deliberada. Nos golpearíamos en las calles. Los micros serían copados por nosotros, los hinchas de tal o cual, sin pagar pasaje pero eso sería legal y bien visto. Solo unas absurdas minorías republicanas lo repudiarían. Pero serían tan despreciadas por la inmensa mayoría que ni lugar en donde quejarse tendrían.

    Sí, los argentinos creemos que el fútbol es más importante que la política.

    Si fuera al revés, calificaríamos momentos del partido con términos políticos: "Este partido no tuvo quorum", "fue un gol no positivo", y los árbitros solo hablarían por sus fallos.

    Pero no. Es al revés. Los términos futboleros lo inundan todo. La lógica política se volvió intrínsecamente futbolera. Entendemos el fútbol pero no la política, a la que no queremos entender, ni siquiera para cambiarla. Se la critica desde la tribuna, como si se tratara de un juego ajeno y no lo que decide nuestra forma de vida.

    Entonces, por ejemplo, cuando fuimos a la guerra de Malvinas, salimos todos a festejar a la Plaza de Mayo o a San Martín y Garibaldi y nació allí este todavía estúpido cántico irracional que dice: "El que no salta es un inglés". Como si no quisiéramos reconocer a un Darwin, ni un Beatle, ni a Sheakspeare o a los Rolling Stones. Como si no nos interesara -ya que estamos- cómo le va al Kun Agüero, al mendocino Funes Mori o Ardiles.

    Por supuesto: como no nos interesa la política, todo lo vemos con el signo de "la mano de Dios" de Maradona a los ingleses en el Mundial de México 86.

    Nombramos de corrido quiénes fueron los integrantes de cada seleccionado de fútbol en cada mundial, pero no podemos articular ninguna fecha que marque la historia social, económica e institucional del país: solo prejuicios repetitivos, cual memes de la memoria.

    Por esto no sabemos que el general José de San Martín, ese hombre que forjó la independencia y que marcó el principio de la historia política propia, fue acompañado en su gesta libertadora por un batallón denominado "Cazadores ingleses", liderado por el británico John Young, Juan ya para ese entonces.

    Entrevista MDZ

    Reflexión para el debate

    Nacionalismo barato: saldos y retazos de una sociedad que busca ideas prácticas y es cazada por políticos vacíos







    Eran más de 50 ingleses de los 250 que fueron apresados entre 1806 y 1807 en las invasiones inglesas en Buenos Aires y apresados en Mendoza. Para 1815 ya se sentían parte de los nuestros. En la hoy plazas Pedro del Castillo y Sarmiento hicieron sus prácticas de tiro los martes, jueves y sábados, según lo contó el historiador Carlos Campana en el diario Los Andes. Como la mayoría había formado parte del Regimiento número 71 Highlanders de Escocia, el gobernador José de San Martín les sacó provecho. Para 1816 ya eran parte de la Compañía Patriótica de Cazadores. En 1817, esta compañía auxilió a las tropas de líneas del ejército que partió el día 9 de enero, hasta el 24 de ese mismo mes, para la liberación de Chile.


    Según el historiador Campana, dos fueron los oficiales que partieron a Chile y descollaron en la campaña libertadora. El inglés Thomas Appleby fue un gran colaborador del General José de San Martín. Fue quien viajó en varias oportunidades a Gran Bretaña para la compra de barcos y otros pertrechos para los patriotas. Se había casado en mayo de 1815 con la mendocina Manuela Videla y regresó a nuestra provincia en donde se radicó.
    Pero para los argentinos esto no es relevante.

    Lo realmente importante es el fútbol.

    Y no se le conoce cuadro a San Martín ni en su época había mundiales. Así es que para la mayoría de los argentinos, resulta muy difícil aprender la historia si no hay goles que recordar, goleadores sobre los cuales discutir ni directores técnicos contra quienes despotricar.

    Mejor, "el que no salta es un inglés". Así somos. Tan así, que festejamos guerras como si fuesen mundiales de fútbol ganados. Aunque inclusive, hayamos perdido la absurda guerra en la que los dictadores mandaron a morir a pibes que hacían la colimba.




    _______________________________________

    Fuente:

    https://www.mdzol.com//opinion/78824...mpaign=botones

  8. #8
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    Re: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?

    QUITO, LA MAYOR VÍCTIMA DE LA REPÚBLICA

    San Francisco de Quito, nuestra ciudad ha sido, es y será, a menos que hagamos algo en lo contrario, la mayor víctima de la así llamada república, primero de (Gran) Colombia y después del Ecuador, desde la supresión de su nombre en toda su heredad territorial, hasta la brutal exacción en vidas y hacienda en una absurda guerra de “independencia” que llevó al abismo a generaciones de quiteños y quitenses, pasando por la carga de la Deuda Inglesa que nos esclavizó eternamente a la deuda externa. Fue un sector minoritario de la élite de Guayaquil quien propulsó, luchó y consiguió en alianza con las fuerzas sanmartinianas y bolivarianas la separación del reino de Quito de la Monarquía Española, que a partir de 1822 sería el departamento del Sur en la Colombia de Bolívar y posteriormente desde 1830 el Estado del Ecuador en Colombia, y desde 1835 la República del Ecuador tras la disolución total de la utopía bolivariana. Quito desde entonces ha estado obligada a cargar con el peso de un Estado fallido y parasitario por casi dos siglos, se asfixia ante realidades que le son ajenas y gime por renacer bajo una nueva forma que la libere, separe e independice de una república que nunca quiso, definitivamente, de una vez y para siempre jamás. Los quiteños que hoy viven cabizbajos soportando la explotación de una creación exógena que encuentra sus orígenes allende los mares en una pérfida isla lejana del norte, cuyo dios no sólo nos es ajeno sino que además es enemigo del Nuestro, deben reaccionar y tomar las riendas de lo que les pertenece o perecer. Los inventores de la seudo república y sus sucesores políticos hasta el momento, así como la burocracia apátrida enraizada en esta ciudad, son los únicos que lucran, se benefician e impide nos liberemos de la republiqueta desde aquel aciago día en que algunos decidieron olvidar a sus mayores para turbar el orden desde entonces y hasta hoy en que todavía sufrimos las consecuencias de esas desgraciadas decisiones.



    _______________________________________

    Fuente:

    https://www.facebook.com/francisco.n...07496352833814

  9. #9
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    Re: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?

    ¡Si nos viera Fernando VII! - Por Luciana Sabina

    Siempre los granaderos portan banderas de los países de los mandatarios que nos visitan, esta vez hubo rechazo por hacerlo con la española.





    Por Luciana Sabina - Historiadora


    La reciente visita del jefe del Gobierno de España a nuestro país despertó un gran revuelo al viralizarse las imágenes de los Granaderos portando la bandera española.
    La agitación tomó cuerpo debido a que un reconocido historiador exclamó a través de twitter: "¡Tremendo! ¡Si los viera don José!"

    ¿Qué informa el mítico regimiento al respecto?

    La respuesta, a la que accedimos a través de las redes sociales, es la siguiente:

    "Cada vez que nos visita un mandatario extranjero, el Regimiento tiene por costumbre escoltarlo portando banderines del país al cual recibe. Entre los países que ha escoltado se encuentran Alemania, Armenia, Noruega, China, Canadá, México, Irlanda, Italia, Brasil, Uruguay, Chile, Rusia, Francia. Al frente de la columna siempre van las banderas Nacional de Guerra Argentina y Bandera del Ejército de los Andes”.

    No obstante esto, se cuestiona el hecho de que el Regimiento porte la Bandera Española.

    El General San Martín jamás odió a España, a su gente y a su cultura, todo lo contrario.

    Un claro ejemplo es el que tuvo lugar el 2 de junio de 1821 cuando el General San Martín ofreció un brindis en Punchauca, frente al virrey. Brindó por la prosperidad de la España y de la América, y después se propusieron otros brindis alusivos al restablecimiento de la unión y fraternidad entre los españoles, europeos y americanos.

    Por otra parte el 22 de junio de 1860, la reina Isabel II, de España, reconoce la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata mediante un "Tratado de paz y amistad" firmado en Madrid y desde entonces la Argentina mantiene una fuerte amistad con la nación europea, que fue creciendo con el paso de los años"

    El prócer era antiguo camarada de muchos españoles a los que enfrentó -se formó con ellos en el Ejército español- y procuró darles siempre un trato hospitalario. Tras vencerlos los envió a San Luis, donde llevaron una vida apacible y en libertad. Pero en 1819 Bernardo de Monteagudo llegó al lugar y terminó haciéndolos ejecutar. Seis días más tarde el Libertador se presentó en la ciudad. Sólo Ruiz Ordóñez no había sido fusilado debido a los ruegos de su novia. "Al verme el General San Martín -escribió años más tarde- conocí que se afectó al presentarme yo, tan joven, estropeado con una cadena tan larga que me cruzaba la cintura y tan pesada que no podía con ella. Me hizo sentar en una silla, me acarició y con dulces palabras me preguntó por lo acontecido; llamó a un ordenanza para que viniera un herrero y en su presencia me quitaron el grillete del pie con la cadena, y mandando al gobernador Dupuy, que estaba presente con mucha sumisión de pie, que inmediatamente se me vistiera con la decencia que me correspondía y el trato consiguiente y quedara hasta nueva disposición arrestado en el cuartel. A las dos horas vino al cuartel el gobernador Dupuy dándome la mano y diciéndome: “Está Ud. perdonado de la vida por la patria y por el Excmo. Sr. Don José de San Martín".

    De más está decir qué pensaría San Martín al vernos actuar de modo civilizado y hospitalario, homenajeando al pueblo de sus propios padres. Si esto causa tanto estupor, ¿qué sucederá cuando algunos historiadores descubran que al Regimiento de Patricios lo representa una bandera española de guerra, con breves modificaciones, y que la Bandera argentina es casi idéntica a la de los Borbones, reyes de España?


    ¡Si nos viera Fernando VII!





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    Fuente:

    https://losandes.com.ar/article/view...luciana-sabina




  10. #10
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    Re: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?

    A 200 años de una gesta de San Martín con apoyo inglés

    El bicentenario de la Batalla de Maipú


    .


    por Jimena Catalá@CatalaJime5 de Abril de 2018 |




    (Foto Pachy Reynoso/MDZ)



    A 200 años de la Batalla de Maipú, clave para la independencia de las provincias unidas del Río de la Plata (hoy Argentina) y Chile, surgieron dos datos prácticamente ignorados en la reconstrucción de la historia. Uno, que soldados británicos ayudaron al General José de San Martín en esta lucha; y dos, que el mismo Padre de la Patria terminó de amigo y de testigo de casamiento de un inglés que se quedó a vivir en Mendoza, Thomas Appleby.
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    Appleby, comerciante y militar, llegó a suelo argentino a principios de siglo XIX en pleno contexto de las invasiones británicas sin imaginar quizá que muchos años después se integraría a un grupo de "cazadores británicos" que colaboraría con el Ejército de los Andes para la independencia de los pueblos del sur. Tan cercana fue su relación con el Padre de la Patria, que éste terminó dando el aval y siendo testigo de su casamiento con la mendocina Manuela Videla.

    Producto directo de esa unión ancestral Fanny Alicia Castro Aubone (76) se encargó de revivir estos hechos al cumplirse el bicentenario de este combate fundamental en la gesta emancipadora. "De los que conformaron ese regimiento de cazadores británicos el teniente primero era Thomas Appleby, que fue el único que después de la campaña de Chile-Perú se quedó afincado en Mendoza. Fue el único inglés que se quedó en Mendoza, hay uno que pasó a Chile y los otros regresaron a Inglaterra. Appleby se casó con Manuela Videla tuvieron un hijo Federico y de esa línea salió Carmen Appleby que se casó con Pedro Aubone que sería mi bisabuelo. Es decir que, Thomas sería bisabuelo de mi bisabuelo", sintetizó Fanny su árbol genealógico.

    Sobre el nexo entre Thomas y San Martín, Fanny recuperó: "Fueron amigos. Siempre recordamos que en aquel momento no había registro civil por lo tanto el que realmente dio el aval de que este inglés era soltero fue San Martín, fue él quien estuvo en Gran Bretaña en su casa una vez y cuenta que se notaba que era soltero por cómo vivía", apuntó entre risas la mujer.

    A propósito de este punto de encuentro entre ingleses y argentinos, y cuando acaban de cumplirse 36 años del inicio de la Guerra por Malvinas, Fanny remarcó la importancia de rescatar estos momentos de la historia en donde los pueblos pudieron entenderse más allá de pertenecer a organizaciones políticas e ideológicas radicalmente opuestas.

    "Pese a tantas divergencias de gobierno a gobierno, el pueblo a veces está unido por factores humanos como es el hecho de ser libres y poder autodeterminarse, lo que fue el principio básico de la gesta de San Martín, y me emociona que el homenaje se haga aquí, en el lugar del hecho. Las diferencias las marcan situaciones políticas mezquinas que no tienen que ver con el sentir humano de los pobladores", reflexionó Fanny.

    Sus palabras se escucharon previo al acto de descubrimiento de una placa de los "cazadores ingleses" que se colocó ayer al mediodía en el Cerro de la Gloria en la ciudad de Mendoza a propósito del bicentenario de la Batalla de Maipú.

    Allí mismo, el hijo de Fanny, el tercer Thomas de la rama Appleby, sostuvo: "Para nosotros esto es muy importante. El hecho de que se haya traído a la memoria y el reconocimiento a aquella gente que en sus principios no eran milicianos y pudieron tomar la gesta sanmartiniana como suya y con el solo impulso de su corazón y de las familias que formaron acá".

    Carlos Campana, uno de los historiadores que se ha encargado de recuperar estos lazos entre británicos y mendocinos, destacó la labor del Consejo de la Comunidad Argentino-Británica (CCAB) tendiente a restablecer el vínculo entre ambos países. "Más allá de la confrontación de años y años por Malvinas, es importante rescatar que a principios de siglo XIX hubo un flujo migratorio muy importante de británicos que incluso colaboraron en la liberación de estos pueblos", apuntó el también periodista.

    Por su parte, la delegada en Mendoza del CCAB, Carolina Fuller, observó que estamos en un momento propicio del devenir histórico para recuperar este tipo de conexiones entre estos países. "Hemos superado esa etapa en la que decir que descendías de un inglés no estaba bien visto. Hay mayor comunicación. Es un momento ideal para volver a realzar esta historia", cerró.

    El embajador británico, Mark Kent, en el descubrimiento de la placa de los cazadores ingleses.




    _______________________________________

    Fuente:


    https://www.mdzol.com/video/788341-a...-apoyo-ingles/
    Última edición por Mexispano; 15/04/2018 a las 01:38

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    Re: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?

    19 de abril de 1810



    Esta fecha es conocida por ser el paso que marcó nuestro camino hacia la independencia de España, aunque la conocida declaración de independencia tuvo un trasfondo de mayor profundidad en el que no todo es como se cuenta comúnmente. Antes de abordar esta fecha debemos entender la realidad histórica que se vivía; debemos trasladarnos a aquel antaño lugar y ver de cerca, en la antigua Caracas, quienes eran nuestros antepasados, como pensaban y que ocurría alrededor de esos años en toda España.Para aquel entonces no podías hablas de venezolanos como lo hacemos hoy en día, éramos una Capitanía General de España, y por lo tanto, todos los que nacían en ella eran españoles. Al entender esto es evidente que todo lo que ocurriese en la península tenía un efecto sobre la América española y es de ahí donde debemos partir para analizar esta fecha de forma puntual, iniciando en el año 1808 con la desintegración de la monarquía española.


    Crisis en España

    Producto de las abdicaciones reales españolas la monarquía se desintegró y las provincias, españolas y americanas, reaccionaron ante aquel suceso rechazando al invasor francés que tomaba el trono. Se crearon juntas de gobierno locales y en América, que no eran neófitos del todo de lo que ocurría, abogaron al derecho de retroversión de la soberanía que indicaba que al estar acéfalo el poder, este regresaba a su origen, los pueblos. Para enfrentar aquel desastre se creó la Junta Suprema Central y Gubernativa del Reino reconociendo los derechos de las provincias, pero esta junta fracasó y ante el avance de los franceses se creó el Consejo de Regencia a principios de 1810.

    El Consejo fue rechazado por la mayoría de las provincias americanas, estas crearon sus propias juntas en defensa de los derechos de Fernando VII y decidieron asumir el poder hasta el retorno del monarca.


    El Trasfondo de las juntas americanas

    Hubo un rechazo ante la propuesta de los cabildos de crear las juntas, inclusive cuando estas levantaban la bandera de la lealtad hacia Fernando VII. Se sospechaba que aquellas juntas tenían intenciones más radicales y autonomista, siendo aquel discurso de fidelidad una máscara para aprovechar el momento. La Junta Suprema Central dio los primeros pasos en 1809 cuando en un decreto, inicia un proceso de igualdad política entre los españoles peninsulares y los americanos, pero esto no hizo más que promover el fuego independentista, siendo la población española americana mayor a la peninsular era inaceptable para ellos que aun al proclamar una supuesta igualdad, era inferior la influencia política de los americanos ante los peninsulares; el distanciamiento entre España y América era inevitable.En un inicio los españoles americanos mostraron su lealtad al rey y a sus tradiciones, pero ya las ideas provenientes de la Revolución Francesa habían influenciado a muchos muchos americanos, lo que generaría un bando más radical que miraba hacia la separación absoluta de España. La homogeneidad inicial que hubo en las provincias americanas evidenció la fortaleza del imperio español, pero esto se fue perdiendo con el tiempo, entre los múltiples debates y la escasa autonomía de las provincias.


    Hacia el 19 de abril de 1810

    A finales de febrero de 1810 llegó a la Guaira la goleta Rosa trayendo las noticias de los últimos sucesos en la península, lo que generó un rumor en la Capitanía. En la Gaceta de Caracas se anunció la reunión de las Cortes Generales y extraordinarias del Reino donde se entregarían las instrucciones. Los primeros días de abril Emparan hacía un llamado de calma ante la intriga y las habladurías que se estaban dando:


    “Esperemos tranquilos ver la suerte que tiene destinada a nuestro amado Fernando, y a la Madre Patria, que no dudo será favorable, pues por lo que hemos experimentado vamos bien que obra la mano del Todo Poderoso”.


    Ya para el 14 de abril había llegado a Puerto Cabello el bergantín Palomo, con las noticias de la toma de Sevilla y del nuevo Consejo de Regencia que suplantaba a la disuelta junta. La tensión caraqueña era cada vez mayor y el 18 de abril, con la llegada de dos emisarios del Consejo de Regencia se terminó por impulsar una sesión extraordinaria para el día siguiente. Ante la presión de los criollos. Martín Tovar y Ponte y Nicolás Anzola, pidieron a José de las Llamozas, vicepresidente del Cabildo, que organizara la sesión.
    El Consejo de Regencia representaba la desigualdad que venían rechazando los criollos y esto provocó la discordia que se venía a debatir, luego que habían aceptado la junta, no podían ahora aceptar al Consejo de Regencia como el depositario de la soberanía de Fernando VII. Las principales familias apoyaron la creación de la junta, entre ellos Martín Tovar, Anzola, Del Toro, López, Palacios, Mendez, entre otros; las oficialidad dio su apoyo y algunos representantes eclesiásticos como el Padre Madariaga y Francisco José Ribas, presbítero y hermano de nuestro Padre Fundador y tío del Libertador, José Félix Ribas.Emparan, el Capitán General, fue llamado a un Cabildo extraordinario el cual solo él podía convocar. La mayoría negaba la autoridad de la Regencia, ellos reconocían a Fernando VII pero no aceptaban que la soberanía cayera sobre el Consejo de Regencia, mientras estuviera acéfala la corona este debería volver a su lugar de origen. Es importante entender este apartado sobre aquel momento histórico; el poder, para entonces, lo tenía el pueblo y este lo entregaba al rey, quien era elegido por Dios para ejercerlo, al no haber rey, el poder debía volver a su origen: el pueblo. Emparan no aceptó aquello y decidió cortar el debate, era Semana Santa y debía volver a sus oficios.

    Emparan se dirigió a la Catedral seguido por una multitud enardecida que empezó a gritar:¡A Cabildo! ¡A Cabildo!

    Francisco Salias, primera autoridad civil y militar detuvo a Emparan y le exigió volver al Cabildo. Los granaderos apretaron sus armas, pero Luis de Ponte les señaló mantenerse firmes. Aquel desacato ante Emparan demostraba que no reconocían su autoridad y que no podía ejercer más resistencia; decidió volver.

    Hombres de gran importancia como José Félix Ribas, Juan Germán Roscio, Francisco Javier Yánez, Tomás y Mariano Montilla, entre otros, se encontraban en la Plaza Mayor. Emparan ante aquella situación tan desfavorable donde no conseguía acordar nada con los protestante y al ver una respuesta negativa ante su estadía en el mando anunció:¡Pues yo tampoco quiero mando!Se dice que cuando Emparan preguntó a las personas si querían que el siguiera gobernando, el padre Madariaga, a su espalda, motivó a la gente a responder que no. Este acto pudo ser necesario para motivar a las personas, que aun en desacato se podían disminuir al no sentir apoyo.


    El acta del 19 de abril de 1810

    El acta fue redactada por el Cabildo y obedecía a dos puntos fundamentales: la orfandad y la acefalia del reino, que en consecuencia, desconocía a la regencia; y en producto de la acefalia el poder debía regresar a su origen.


    “…atender a la salud pública de este pueblo que se halla en total orfandad, no sólo por el cautiverio del señor don Fernando VII, sino también por haberse disuelto la junta que suplía su ausencia”


    Negaban la regencia por no haber estado involucrados los criollos en la formación de la misma, diferente a como se realizó la junta central.


    “…ni reúne en sí el voto general de la Nación, ni mucho menos el de estos habitantes que tienen el legítimo e indispensable derecho de velar sobre su conservación y seguridad como partes integrantes que son de la monarquía española”.


    Posteriormente, para el 27 de abril, se hizo un llamado a las demás provincias españolas de América a no reconocer a la regencia y seguir leales al Rey en desgracia:


    “…una es nuestra causa, una debe ser nuestra divisa: fidelidad a nuestro desgraciado monarca, guerra a su tirano opresor, fraternidad y constancia”.


    Las provincias de Guayana, Maracaibo y Coro fueron las únicas en negarse a adherirse al ejemplo de Caracas.


    La independencia por la ley

    Como se ha descrito hasta ahora, nuestro proceso de separación de la Corona fue a través de la ley y promovida por los criollos más influyentes de la época. Ahora, este suceso tendrá repercusiones a futuro, cuando la Junta Patriótica, en donde aparecerán el Libertador y el Generalísimo, tome una postura más radical y comience a debatir con los más conservadores y leales a Fernando VII sobre una independencia total de la península. El 19 de abril de 1810, a diferencia de como se ha presentado durante mucho tiempo al común, fue el día en que se concretó la Junta en defensa de los derechos de Fernando VII en desconocimiento del Consejo de Regencia; la independencia luego se colaría para desembocar en el 5 de julio de 1811.

    G.J.Jiménez


    Fuentes consultadas


    ¿Qué pasó el 19 de abril? : Ángel Almarza y Rosangel Vargas

    Más allá de la Guerra, Inés Quintero

    Historia de la Primera República de Venezuela, Parra Pérez

    Crisis del régimen colonial e independencia, Carrera Damas





    _______________________________________

    Fuente:

    19 de abril de 1810 - Hechos Criollos

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    Re: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?

    Fotografía de la placa inaugurada hace muy poco en el monumento que se encuentra en el llamado Cerro de la Gloria en Mendoza donde se reconoce a los "Cazadores Ingleses" que formaron en el Ejército de San Martín.





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    Re: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?

    Frases no tan cèlebres de traidor Simòn Bolívar

    Fuente: P. PRUVONENA (José de la Riva Agüero)- Memorias y documentos para la historia de la independencia del Perù y causas del mal èxito que ha tenido èsta. 1858 . Pag 182. Enzo Ernesto Cornejo Gomez




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    Re: San Martín & Bolívar: ¿Vendepatrias?

    25 DE MAYO: CAÍDA DE UN IMPERIO, TRIUNFO DE LA SUBVERSIÓN

    "El Imperio Hispánico fue una de esas manifestaciones y contra él se alzó la modernidad mediante una acción que al comienzo fue sutil, oculta y solapada a través de la masonería, el racionalismo, el iluminismo y la ilustración y finalmente desencadenando la guerra total con las banderas de la Revolución Francesa y el liberalismo. [...] A lo largo del siglo XVIII el Imperio hispánico y desde la introducción de la dinastía borbónica, ya arrojaba visibles signos de decadencia. Los Reinos de Indias (porque éramos reinos y no otra cosa) comenzaron paulatinamente a transformase en las “colonias” de América. La acción de la guerra oculta trabajó sin pausa para carcomer a la hispanidad. Todo esto no hubiera ocurrido si el Imperio hubiere estado conducido por monarcas dignos y por una nobleza fiel al espíritu aristocrático y guerrero. Ante una monarquía indigna, prevaricadora, carente de todo sentido imperial se erigieron los falsos principios republicanos , liberales y modernos promovidos por la masonería y los intereses británicos. Ésta fue la obra de nuestros “próceres” y “libertadores” y los hombres de Mayo comenzaron en estas tierras la demolición.

    Lo subversivo se manifiesta por signos visibles bien claros. Veamos algunos:


    1) Cinco de los miembros de la Primera Junta de 1810 (la mayoría) eran de filiación masónica (Mariano Moreno, también llamado "El Jacobino", Belgrano, Castelli, Matheu y Larrea)

    2) El Virrey Cisneros había establecido la fecha del 19 de mayo de 1810 para el retiro o expulsión de los barcos y comerciantes ingleses de Buenos Aires. Comenzaba la Semana de Mayo.
    3) Los revolucionarios del 25 de mayo fueron ayudados por los marinos y los comerciantes ingleses con armas y municiones.

    4) El día anterior al 25 de mayo se había formado una junta presidida por el Virrey Cisneros, pero éste se vio obligado a renunciar por ser enemigo de los intereses ingleses

    5) El día 26 de mayo la recién instalada Junta ratificó ante el jefe de la flota inglesa fondeada en la rada del puerto de Buenos Aires el Acta de Libre Comercio con Gran Bretaña y resistida por el Virrey Cisneros

    6) El mismo día los barcos ingleses fueron empavesados (¿con qué bandera?) e hicieron salvas de artillería. El comandante inglés Fabian se jactaría ante su gobierno “de haber arengado al pueblo diciendo que los ingleses dejarían su isla para venir a habitar estas hermosas regiones”

    7) El “santo patrono” de los periodistas argentinos, Mariano Moreno, merece un capítulo aparte. Traductor al castellano del “Contrato Social” de J.J. Rousseau, una de las “biblias” del modernismo liberal y masón, pretendió que se lo enseñara en las escuelas en reemplazo de la religión. Su anglofilia era manifiesta y en su “Plan de Operaciones” ofrecía entregarle a los ingleses la isla Martín García para que fuera una pequeña colonia o puerto franco para el comercio inglés.

    8)También señalemos la pertenencia a la masonería de los “libertadores”, caso de San Martín, Bolívar, Miranda, Sucre, O’Higgins, Alvear y otros."
    tl;dr: El Virrey Cisneros era más patriota que todos nuestros próceres



    Texto: Julián Ramirez, Documento sin tÃ*tulo





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