José de San Martín, si bien nacido en Yapeyú,
apenas vivió cuatro años en continente americano, para radicarse en la España peninsular. Sirvió 22 años en el ejército español, y en plena invasión napoleónica, luego de la batalla de La Albuera, dejó a su país invadido y se fue a Inglaterra; y luego de un año de "iluminación", encabezó la lucha separatista en parte de la América del Sur, pactando con sus correligionarios liberales de la Península, con su famosa frase de "nosotros los liberales somos hermanos en todas partes del mundo"; poniéndose en el Perú de su camarada el traicionero virrey La Serna (donde el indio Antonio Navala Huachaca seguiría resistiendo con la bandera realista hasta ¡1835!) un salario de 30.000 pesos anuales, y siendo responsable de la entrega del tesoro del país a los ingleses, auténticos artífices, junto con los liberales y la poca vista de la España peninsular, de la ruptura de la Monarquía Hispánica.
Así las cosas, no me extraña nada que los separatistas "catalanes" (en verdad charnegos y cholitos muchos de ellos) escojan la estatua del susodicho para celebrar la "Diada" en Lima, que en verdad, es el día de la victoria de Felipe V, aquel que tanto mimara a vascongados y navarros en premio por su fidelidad y apoyo. Mas digo que no me extraña nada porque al fin y al cabo, ¿qué van a hacer los herederos de la burguesía ladrona y racistoide que siempre se echa a los pies del vencedor y que lleva dominando económicamente España desde hace dos siglos? Siempre les queda, eso sí, insultar a los andaluces (en verdad padres y abuelos de muchos de ellos) que ayudaron a levantar su tierra, la región española que más prosperó durante el franquismo. Y siempre les queda, por supuesto, aquella estatua sanmartiniana del centro de Lima que abajo tiene una llama; pero "llama" me refiero al animal, sí, porque se conoce que el escultor, cuando le dijeron que esculpiera una llama, en vez de pensar en fuego, pensó en el camélido andino y así se quedó.
Dios los cría y los esperpentos se juntan.
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