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Tema: Entrevista a Videla en Cambio16: "no salimos a cazar pajaritos..."

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    Entrevista a Videla en Cambio16: "no salimos a cazar pajaritos..."

    1ª PARTE:

    ENTREVISTA EXCLUSIVA EN CAMBIO16 / Jorge Rafael Videla, exdictador argentino (1976-1981)
    "En Argentina no hay justicia, sino venganza, que es otra cosa bien distinta".

    Ricardo Angoso
    Aún hoy se siente orgulloso de haber sido una de las cabezas visibles del periodo histórico más deleznable de la historia reciente de Argentina, con miles de desaparecidos y asesinados por la Junta Militar. Eso sí, agradece los servicios prestados a la Iglesia católica


    LA CRISIS ARGENTINA DE LA DÉCADA DE LOS SETENTA

    Ricardo Angoso:¿Cómo estaba viviendo Argentina en el año 1976, qué estaba pasando en ese momento?
    Jorge Rafael Videla: Mi impresión sobre ese período es fácil de definir. Ubiquémonos en el año 1973, para comenzar. Se cerró un ciclo militar, tras un gobierno de esas características, y llegó el doctor Héctor Cámpora, que era un hombre de poco carácter, manejable e incluso peligroso, en un momento en que el peronismo se estaba redifiniendo y también radicalizando. Cámpora representaba, siguiendo la moda del momento, una tendencia de izquierdas, progresista podemos decir dentro del movimiento, frente al conservadurismo. Sin ser una persona de izquierdas era más afín a esa tendencia, plegándose a los intereses y deseos de los más jóvenes dentro del peronismo. Cámpora se hace con el gobierno, tras haber ganado las elecciones, el 25 de mayo de 1973, y una de las primeras medidas que toma, sino la primera, es el decreto por el que se pone en libertad a todos los terroristas detenidos y condenados por un tribunal que había sido creado por el general Alejandro Danusse. Este tribunal era una Cámara Federal en lo Penal (Cafepena) creada específicamente para investigar y condenar actos de terrorismo cometidos en todo el ámbito nacional y era específica para dichos actos. Como consecuencia del trabajo llevado a cabo por las autoridades anteriores a Cámpora había más de un millar de terroristas detenidos por delitos probados. Cámpora firma el decreto de indulto por el cual se liberan a todos estos presos que provienen de los sectores jóvenes y radicales del peronismo; salen victoriosos de las cárceles y cuando salen, a la media noche, les esperan sus seguidores y compañeros. Comienza el caos y el terror se adueña, de nuevo, de las calles de Argentina.


    Los jóvenes peronistas más radicales le llaman al presidente el "tío Cámpora", lo cual revela la afinidad entre este sector del movimiento con el presidente. Esta gente, desde luego, no salen arrepentidos ni con deseos de integrarse en el sistema democrático, sino directamente con la idea de continuar con la revolución y seguir por la vía violenta, incluso matando. Simultáneamente a estos hechos, el Congreso refrenda ese indulto y queda, digamos, legalizado de facto. Ni que decir tiene que estos jóvenes estaban armados e iban a continuar por la vía violenta su objetivo de hacer la revolución. Amnistía y olvido quedaban así refrendados. Ese fue el comienzo de los hechos que vinieron después; Perón no estaba en el país y, cuando tuvo conocimiento de los hechos, parece que no le agradaron. Estos jóvenes no actuaban de acuerdo con los principios que tenía Perón, que pasaban más por un reencuentro, un acuerdo entre todos los argentinos para solucionar los problemas, y tampoco estaban en la línea de su pensamiento.


    Este desacuerdo se confirma cuando llega Perón a Argentina y no puede aterrizar donde estaba previsto, debido a que se había desatado una batalla campal donde estaba programado aterrizar y porque los propios peronistas se habían enfrentado entre ellos por el liderazgo del movimiento; se habla de que hubo entre un centenar y dos centenares de muertos. La recepción a Perón degeneró en un enfrentamiento entre la derecha y la izquierda del peronismo por monopolizar la figura del líder y controlarlo durante su llegada. Y el liderazgo, siguiendo sus patrones, tenía que dirimirse por la fuerza de las armas. El avión de Perón tiene que aterrizar en un aeropuerto militar por razones de seguridad y le recibe el vicepresidente que estaba en Buenos Aires. Perón toma conciencia de que las cosas no le van a resultar tan fáciles como él pensaba y que está juventud maravillosa de antes le iba a traer problemas; tendría que tomar medidas para evitar que la situación se desbordase y ya toma posiciones, considerando que estos jóvenes no eran tan idealistas sino revolucionarios, claramente. Tiempo después, consciente de la situación tan adversa que asume, provoca la renuncia de Cámpora y se hace un llamado a elecciones, en donde Perón sale elegido mayoritariamente con su esposa como vicepresidente. Perón, en esas elecciones, sale elegido con un alto porcentaje de votos, más del 62% del censo, y decide poner orden en un estado de cosas y en un movimiento que ya no compartía sus ideas.


    Hay un episodio que lo conmueve a Perón, que es el atentado contra el dirigente gremial José Ignacio Rucci, que es asesinado y ahí, el presidente dice: "Me cortaron las piernas". Fue un acto doloroso y mostraba que Perón no dominaba todavía la situación, mostrando a las claras que el oponente ya no tenía miramientos y estaba dispuesto a llegar hasta el final. Perón, entonces, en una reunión secreta con los dirigentes peronistas, en Los Olivos, da a entender a través de una directiva que se acabaron los miramientos hacia estos actos y que había acabar de una vez, incluso por la violencia, respondiendo a este tipo de acciones violentas y terroristas. Esta decisión dio lugar a que se produjeran una serie de acciones encubiertas. Y lamentablemente la mano ejecutora de este grupo que operaba bajo las órdenes y el consentimiento de Perón era el ministro de Bienestar Social, José López Rega, que organiza la Triple A, las famosas tres A -Alianza Anticomunista Argentina-, un hombre de confianza del presidente que se dedica a ejecutar las órdenes que le da el viejo general y que no siempre se atienen a la legalidad. De esta manera, se van dando los primeros pasos y pone orden en el país, pero, sin embargo, el líder ya no es el de antes y tiene la salud muy desgastada. Hasta el último aliento da todos sus esfuerzos por normalizar y por trabajar en su proyecto, que desde luego no era el de los jóvenes "idealistas", sino el de normalizar el país de una vez por todas tras los excesos cometidos.


    MARÍA ESTELA MARTÍNEZ DE PERÓN, PRESIDENTA DE ARGENTINA
    Perón muere y le sucede automáticamente su mujer, María Estela Martínez de Perón, tal como se preveía legalmente. La mujer de Perón, desde luego, no estaba preparada para ser presidente y mucho menos en las circunstancias en las que estaba viviendo el país. Para afrontar la situación que vivíamos, se necesitaba carácter, conocimiento, capacidad para tomar decisiones y prestigio, rasgos de los que carecía totalmente esta señora. El gobierno de María Estela va perdiendo fuerza. Era una buena alumna de Perón, eso sí, ya que desde el punto de vista ideológico se situaba en la extrema derecha del peronismo y el marxismo le provoca un rechazo total. En un almuerzo con varios generales, una treintena si mal no recuerdo, llegó a ser muy dura con el marxismo, en ese sentido no quedaban dudas de que la dirección ideológica estaba encaminada, pero le faltaban fuerzas y conocimientos para llevar a cabo el combate, la lucha, y poner orden. Incluso para poner coto a las actividades de López Rega, que mataba por razones ideológicas pero que también lo hacía por otras razones para cobrarse algunas cuentas pendientes. La situación, como ya he dicho antes, era muy difícil, reinaba un gran desorden. A Isabel se le hizo saber este estado de cosas y destituye finalmente a López Rega, que lo envía de embajador itinerante al exterior. Así se cumplía el deseo de muchos, entre los que me encontraba, que no queríamos que este hombre siguiera al frente de sus responsabilidades.



    La acción del terrorismo sigue por su cuenta. Aquel calificativo de que eran "jóvenes idealistas" por pensar distinto hasta el extremo de masacrarlos quedo en evidencia, era una vulgar patraña. Esta gente estaba entrenada en el exterior, principalmente en Cuba, Siria, Libia y otros países, y luego dentro del país con instructores foráneos; además tenían armamentos y equipos de alto nivel ofensivo, incluso de tecnologías avanzadas. Todo ello reforzado con fábricas de armas y explosivos que llegaron a operar y tener dentro del territorio argentino. Tenían capacidad para matar y hacer daño a la sociedad argentina. Como remate a toda esta estructura, estaba la crueldad que les distinguía, no eran ángeles sino terroristas. Incluso la revista Time, en un artículo de la época, establecía que si comparábamos a terroristas argentinos, alemanes e italianos, en términos de crueldad, los europeos eran infinitamente más humanos que los de nuestro país. Huelgan más comentarios. Con esos "jóvenes idealistas" y sus crueles métodos nos teníamos que enfrentar entonces.


    Así llegamos a finales de agosto de 1975, en que soy nombrado Comandante en Jefe del ejército argentino, y en los primeros días del mes de octubre, a principios, somos invitados los comandantes de los tres ejércitos a una reunión de gobierno presidida por Italo Luder, que ejercía como presidente por enfermedad de María Estela, en las que se nos pide nuestra opinión y qué hacer frente a la desmesura que había tomado el curso del país frente a estas acciones terroristas.


    Vivíamos unos tiempos turbulentos y había que dar una respuesta. Muestra de la debilidad del momento era la enfermedad de la presidenta, que ni siquiera podía ejercer su mandato en esa difícil situación. Y con el acuerdo de las otras dos fuerzas militares, la armada y la aérea, yo expuse algunos lineamientos para hacer frente a la amenaza terrorista que padecíamos. De acuerdo con el gobierno de entonces se realzaban algunas medidas acordadas entre las partes para hacer frente al terrorismo y que un periodo de año y medio estaba amenaza fuera conjurada de una forma eficiente. Italo Luder llegó a firmar los decretos para que las Fuerzas Armadas del país pudieran actuar efectivamente en la lucha contra los "subversivos" y el terrorismo. También se decidió que las fuerzas de seguridad del Estado, conjuramente con las Fuerzas Armadas, se coordinasen en estas acciones antiterroristas. Se había logrado un acuerdo entre el poder político y los militares para luchar conjuntamente contra el terrorismo.


    Con acuerdo de las otras dos fuerzas, yo hube de exponer cuatro cursos de acción, que no viene al caso detallar ahora, que culminó con la selección de parte del doctor Luder del cuarto curso de acción, que era el más riesgoso, en cuanto que confería más libertad de acción, pero que garantizaba en no más de un año y medio que el terrorismo sería derrotado. Los cursos de acción del 1 al 3 eran más contemplativos, pautados con el fin de evitar errores, pero – de ser seguidos – irían a dilatar sin término el caos en el que se vivía.
    El acuerdo se firmaba, bajo estos decretos, para combatir el terrorismo en todas sus formas y hasta el aniquilamiento definitivo; por otras razones, más tarde, cuando fuimos juzgados, se le preguntó a Luder por el término aniquilar e hizo un excelente exposición en términos semánticos sobre la cuestión, que se resume en reducir a la nada; no tiene otra interpretación. A partir de ese momento, de hecho y de derecho, el país entra en una guerra, pues no salimos como Fuerzas Armadas a cazar pajaritos, sino a combatir al terrorismo y a los subversivos. Estamos preparados, como militares, para matar o morir, estábamos en una guerra ante un enemigo implacable, aunque no mediara una agresión formal, estábamos en una lucha. Así, a principios de octubre de ese año, entramos en una guerra de una forma clara. Desde el punto de vista del planeamiento no fue sorpresa porque el ejército ya jugaba con hipótesis de conflicto, una de las cuales era un desborde sorpresivo terrorista que sobrepasara a las fuerzas de seguridad y que se tuvieran que emplear a las Fuerzas Armadas para detener la amenaza. Teníamos esa contingencia prevista y, ante tal eventualidad, lo único que teníamos que hacer era salir a luchar con los planes previstos.


    LA LUCHA CONTRA EL TERRORISMO
    Llegamos así, ya en plena lucha contra el terrorismo, al mes de marzo de 1976, en donde padecemos una situación alarmante desde el punto de vista social, político y económico. Yo diría que en ineficacia la presidenta había llegado al límite. Sumando a esto la ineficiencia general se había llegado a un claro vacío de poder, una auténtica parálisis institucional, estábamos en un claro riesgo de entrar en una anarquía inmediata. El máximo líder del radicalismo, Ricardo Balbín, que era un hombre de bien, 42 días antes del pronunciamiento militar del 24 de marzo, se me acercó a mí para preguntarme si estábamos dispuestos a dar el golpe, ya que consideraba que la situación no daba para más y el momento era de un deterioro total en todos los ámbitos de la vida. "¿Van a dar el golpe o no?", me preguntaba Balbín, lo cual para un jefe del ejército resultaba toda una invitación a llevar a cabo la acción que suponía un quiebre en el orden institucional. Se trataba de una reunión privada y donde se podía dar tal licencia; una vez utilice este argumento en un juicio y me valió la dura crítica de algunos por haber incluido a Balbín como golpista. Los radicales apoyaron el golpe, estaban con nosotros, como casi todo el país. Luego algunos dirigentes radicales, como Alfonsín, lo han negado.


    El hecho efectivo es que el 24 de marzo se produce el levantamiento militar. Y conforme a los estatutos fijados para reorganizar el Estado, el nuevo orden conducción jefatura iba a ser la Junta de Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas, de la cual dependía el presidente con las facultades propias que le otorgaba la Constitución y con algunas limitaciones, entre otras que el Comando Supremo de las Fuerzas Armadas que yo retenía otorgaba autonomía a cada uno de los componentes del ejército en su zona operacional. Los tres cuerpos de las Fuerzas Armadas se integraban en el cuerpo institucional, comenzaba una nueva era.


    LA SOCIEDAD CIVIL ANTE LA INTERVENCIÓN MILITAR
    R.A.: ¿Cómo reaccionó la sociedad civil ante la intervención militar del 24 de marzo de 1976 y después de la misma?
    J.R.V.: Padecíamos vacío de poder, parálisis institucional y riesgo de una anarquía, y frente a este estado de cosas el clamor ciudadano, con sus dirigentes a la cabeza, pidiendo la intervención de las Fuerzas Armadas. Había un sentir general, que representaba Ricardo Balbín y otros dirigentes, en favor del cambio, de la intervención. La gente nos demandaba que interviniéramos e incluso Balbín llegó a decir en esos momentos que tenía las manos vacías de soluciones, que la clase política no podía hacer más.


    R.A.:¿Sin esa intervención militar qué habría pasado en el país?
    J.R.V.: En general, el consenso era que había que hacerlo, quizá porque en Argentina de una forma natural siempre se ha creído que las soluciones políticas cuando los gobiernos fracasaban se arreglaban con golpes de Estado. Y esta ocasión, además, se veía la intervención de una forma justificada ante los extremos a los que habíamos llegado. Hacía falta una medida de fuerza y la gente compartía esa visión. Si nosotros no lo hacíamos, el vacío de poder iba a ser aprovechado por la subversión para llegar al poder y ocupar todo el espacio dejado por otros. Así de sencillo. O tomábamos el poder o la subversión se hacía por la vía de las armas con las instituciones. Teníamos planes, métodos para el combate al terrorismo, podíamos hacerles frente y así lo hicimos. Pero, además, el gobierno que teníamos, que actuaba de una forma pusilánime y anarquizante, no estaba en condiciones de hacer frente a la amenaza que vivíamos en esos momentos, en que cada día el deterioro era mayor.


    R.A.:¿Había unidad en las Fuerzas Armadas con respecto a esta acción?
    J.R.V.: Había unidad total, sin ningún género de dudas. Así como la hubo en lo que fue la lucha contra la subversión, también la hubo en lo que fue la necesidad de llevar a cabo la intervención militar para poner orden en el país. Después hubo divisiones, por otras razones, porque la política obra siempre con matices, hubo algunas diferencias, pero en ese momento hubo total unanimidad en lo que respecta a llevar a cabo la intervención militar.


    EL PROCESO DE REORGANIZACIÓN NACIONAL
    R.A.:¿Cómo podría definir lo que se denominó entonces como el Proceso de Reorganización Nacional (1976-1982)?
    J.R.V.: El 24 de marzo se produce el pronunciamiento militar, que no fue una sorpresa para la mayoría de los argentinos porque era evidente que tarde o temprano se iba a producir y ocurrir. Estaba previsto en el guión y todos los sectores políticos y sociales habían sido consultados para confluir en ese resultado esperado. Nosotros éramos conscientes de la situación que se vivía, no podíamos dejar que el país siguiera inmerso en esa crisis y teníamos que actuar. Nuestra intención era ayudar a enderezar el rumbo y teníamos previsto que es lo que había que hacer con urgencia. Salimos a hacer lo que creíamos que había que hacer y estaba en nuestros planes.


    El Proceso de Reorganización Nacional preveía que Junta era el máximo órgano del Estado y que debajo de esta entidad política estaba un presidente con las mismas funciones que le daba la Constitución, salvo algunas como los poderes que le daba a cada comandante de la Junta en el manejo de sus fuerzas. Luego, por acuerdo dentro de la Junta, se me nombró presidente de la misma reteniendo la jefatura del ejército. Vivíamos en una situación de excepción que implicaba medidas excepcionales, valga la redundancia. Después, cuando llegamos al año 1978, en que la situación ha mejorado notablemente en términos de seguridad pública, yo abandonó ese esquema y dejó uno de los dos cargos; pasó a retiro de jefe del ejército y asumo la presidencia con las limitaciones que le he explicado antes.


    R.A.:¿Cuál fue la reacción de la comunidad internacional en esos momentos?
    J.R.V.: Favorable, totalmente favorable. Así como después la comunidad internacional mostró desconocer la realidad argentina y hacer una asociación errónea de los hechos, especialmente lo que fue la comunidad de países europeos, que veía en la dictadura argentina, o en su forma de autoritarismo, una suerte de conexión con que fue el fascismo y el nazismo. Nos querían medir con esa vara y nosotros no teníamos nada que ver con todo eso, por supuesto. Nos costó mucho tener que mejorar esa imagen errónea que tenían de nosotros y dedicar mucho trabajo a ese esfuerzo.


    R.A.:¿Qué logró, en definitiva, el Proceso de Reorganización Nacional?
    J.R.V.:Estábamos en el año 1978 y el Proceso había cumplido plenamente con sus objetivos, entre los que destacaba el fundamental, que era poner orden frente a la anarquía y el caos que amenazaba y enfrentaba el país el 24 de marzo de 1976. Y porque digo que había cumplido con sus objetivos, simplemente porque no había ni asomo ya de la amenaza terrorista y mucho menos de la delincuencia común. Eramos uno de los países más seguros del mundo, caminábamos en la mejor de las direcciones.


    En lo económico, también se había mejorado, aunque teníamos riesgos inflacionarios que no voy a ocultar ni minimizar. Pero sí se había logrado la confianza del exterior, sobre todo a través de créditos para la Argentina para remozar el aparato productivo del país que estaba seriamente desatendido. Había, además, una gran paz social y se aceptó, mediante un acuerdo con los gremios, que los salarios estuvieran sujetos a la productividad y no a otros elementos; el que más trabaja más ganaba, simplemente. Teníamos un desempleo peligroso, podemos decir, pero no alto, del 2,5%. Digo peligroso porque no permitía flexibilidad en el mercado de trabajo. Y la clase política no daba muestras ni ansiedad de que el periodo se agotase y se iniciase una nueva etapa política; nos seguían con atención y desconocían cómo había sido la guerra, que parecía haber ocurrido en una nebulosa. Los políticos no querían meterse mucho en estos asuntos y los dejaban para aquellos que manejaban la seguridad del país, responsabilidad que recaía en nosotros en aquellos momentos.


    EL MUNDIAL DE FÚTBOL DE 1978
    R.A.: Así llegamos al Mundial de Fútbol de 1978, ¿cómo lo vivió?
    J.R.V.:Tuvimos la suerte de organizar este evento en un momento en que la amenaza terrorista había sido doblegada. Además, para congratularnos más, Argentina ganó ese campeonato mundial y al margen de que habíamos ganado, el país mostró su capacidad de organización en un corto tiempo. Mostramos al mundo que podíamos y sabíamos organizar una actividad internacional de estas características; fue un gran avance y en apenas unos meses, pues antes no se habían comenzado los trabajos, desarrollamos todas las capacidades para este Mundial. Los anteriores gobiernos que nos antecedieron no habían hecho nada y recayó en nosotros la responsabilidad de poner en marcha aquellos trabajos que se desarrollaron satisfactoriamente. Es decir, se sabía del mundial desde hacia cuatro años y en los dos años en que estuvieron los peronistas no se hizo nada para el desarrollo de la actividad; el trabajo lo hicimos nosotros en solo dos años en los que trabajamos mucho en infraestructuras e instalaciones. Incluso desarrollamos la televisión en color, que hasta en ese momento no la teníamos en Argentina. Pudimos exhibir al exterior nuestra capacidad de organización y trabajo junto con un país en paz frente a las maledicencias de algunos sectores interesados. Le Monde llegó a reproducir un reportaje de un periodista que se imaginaba que unos disparos que sonaban en los alrededores del estadio, procedentes del Tiro Federal Argentino cercano, eran las balas dirigidas a un pelotón de personas fusiladas. El estadio estaba a dos cuadras del polígono de tiro y el periodista, obviamente, quería denigrarnos al precio que fuera. Se nos atacaba injustamente, estábamos en una guerra por explicar qué es lo que pasaba en el país frente datos y noticias calumniosas, claramente. Eran informaciones aberrantes, tendenciosas, tendentes a denigrar a Argentina como fuera.


    R.A.:¿La Iglesia católica qué actitud tomó en aquellos momentos?
    J.R.V.:La Iglesia cumplió con su deber, fue prudente, de tal suerte que dijo lo que le correspondía decir sin que nos creara a nosotros problemas inesperados. En más de una oportunidad se hicieron públicos documentos episcopales en donde, a juicio de la Iglesia, se condenaban algunos excesos que se podían estar cometiendo en la guerra contra la subversión, advirtiendo de que se corrigieran y se pusiera fin a esos supuestos hechos. Se puso en evidencia de que se debía concluir con esos excesos y punto, pero sin romper relaciones y sin exhibir un carácter violento, sino todo lo contrario. No rompió relaciones, sino que nos emplazó a concluir con esos hechos. Expresó lo que consideraba que no se estaba haciendo bien, porque podía corresponder a su terreno, pero no fue a más. Mi relación con la Iglesia fue excelente, mantuvimos una relación muy cordial, sincera y abierta. No olvide que incluso teníamos a los capellanes castrenses asistiéndonos y nunca se rompió esta relación de colaboración y amistad. El presidente de la Conferencia Episcopal, Cardenal Primatesta, a quien yo había conocido tiempo atrás en Córdoba, tenía fama de progresista, o sea proclive a la izquierda de entonces, pero cuando ocupó su cargo y yo era presidente del país teníamos una relación impecable. Y debe reconocer que llegamos a ser amigos y en el problema del conflicto, de la guerra, también tuvimos grandes coincidencias. La Iglesia argentina en general, y por suerte, no se dejó llevar por esa tendencia izquierdista y tercermundista, politizada claramente a favor de un bando, de otras iglesias del continente, que sí cayeron en ese juego. No faltó que algún miembro de esa Iglesia argentina entrara en ese juego pero eran una minoría no representativa con respecto al resto.


    R.A.:¿Y con los empresarios cómo fue esa relación?
    J.R.V.: Los empresarios también colaboraron y cooperaron con nosotros. Incluso nuestro ministro de Economía de entonces, Alfredo Martínez de la Hoz, era un hombre conocido de la comunidad de empresarios de Argentina y había un buen entendimiento y contacto. Hubo algún roce, claro, como suele suceder, porque cada uno defiende sus intereses siempre. Pero, en general, fue una buena relación.


    R.A.:Entonces, y volviendo a sus objetivos iniciales, ¿el Proceso había cumplido sus objetivos y por qué no abandonaron el poder?
    J.R.V.:El Proceso había cumplido sus objetivos a mediados del año 1978, este es un punto crucial que quiero destacar. La pregunta era:¿Si el Proceso había cumplido sus objetivos porque no darlo por terminado? No había otra razón de ser, las cosas ya se habían hecho. O había que darle otro sentido. Y si así era, el Proceso iba a languidecer porque no tenía otra razón de ser en aquellos momentos. Nunca se planteó oficialmente esta cuestión que era crucial y fundamental. Había un sector perfeccionista de las Fuerzas Armadas que decía que ahora las cosas están bien y vamos a embarcarnos en otros problemas, a seguir trabajando hasta que las cosas sean perfectas, pero no era así, creo yo, porque los hombres no llegan nunca a la perfección absoluta. Los hombres no son perfectos, solo Dios lo es. Era tan sólo una forma de justificar el quedarse en el poder por quedarse. Y había un sector que decía que a este Proceso que habíamos comenzado había que darle otra razón de ser.


    R.A.:¿Hablamos, entonces, de que las Fuerzas Armadas estaban divididas en ese momento?
    J.R.V.: Este asunto sobre la naturaleza del Proceso no fue tratado oficialmente, pero el debate estaba ahí, subyacía esa división acerca de que dirección se quería tomar y había sus matices sobre cómo afrontar el futuro. Había que dar otra naturaleza, otro contenido al Proceso, pero también estaba la posibilidad de abandonarlo de una forma definitiva. Luego estaba el conflicto con Chile por las islas del Canal de Beagle y tenga en cuenta que estuvimos a punto, en diciembre de 1978, de llegar a una guerra. También quedaba el camino de una salida política ordenada de un Proceso que se había mostrado exitoso en el desempeño de sus funciones; en ese momento se podía negociar desde una posición óptima. Yo mantenía que el Proceso, en esos momentos, tenía que ser capaz de dejar su descendencia, es decir, hacer política de una forma que las Fuerzas Armadas transcendieran más allá del periodo histórico que ya habíamos superado.


    ¿Cómo? Dejando la herencia de un Proceso exitoso a los políticos que eran nuestros aliados y amigos, ese era el camino de entonces que yo defendí. Pero hay hubo otros problemas, ya que la política se hace con ideas y con hombres; las ideas eran las del Proceso, que llevamos adelante, y luego estaban los hombres, que tienen nombre y apellidos. Si en aquellos momentos se hubieran antepuesto los nombres y apellidos de algunos que estaban participando en el proceso, se hubiera roto la cohesión de las Fuerzas Armadas y este era un valor que no podíamos poner en juego y arriesgar. No podíamos darnos el lujo de romper la cohesión de las Fuerzas Armadas, estaban todavía en juego muchas cosas. Lamentablemente, en ese dejar pasar el tiempo el Proceso en sí languideció y llegó muy desgastado, sin presión externa, hasta fines del año 1979, en que la Junta hizo públicas las Bases políticas del Proceso y las sometía a la opinión de toda la comunidad argentina a cuyo frente se situaría el ministro del Interior de entonces para escuchar a todas las voces cualificadas de la sociedad argentina para consultarlos sobre esas bases o modificarlas. O, en su defecto, después de escuchar a todas las partes, enriquecerlas con nuevos aportes. Se trataba de establecer un diálogo productivo entre las autoridades y la sociedad argentina sobre estas Bases Políticas, pero había dos preguntas ineludibles: 1) ¿Si era conveniente la revisión del acuerdo en la guerra que habíamos librado contra la subversión?; y 2) ¿si estuvo justificado el levantamiento militar del 24 de marzo de 1976? La respuesta a la primera llegó al 70% y A la segunda, al 80% del acuerdo nacional, respectivamente.


    LAS VÍCTIMAS DEL CONFLICTO: DISPARIDAD DE CIFRAS
    R.A.:Hay una gran disparidad en las víctimas que se ofrecen desde la izquierda, desde las Madres de Mayo, y desde otros colectivos, ¿cuántas víctimas o desaparecidos hubo en Argentina entre 1976 y 1982?
    J.R.V.: Hay una gran disparidad en las cifras que se ofrecen, como usted dice, lo cual le resta credibilidad a lo que se presenta o se intenta hacernos creer. No se puede pasar de un extremo a otro, es decir, de 32.000 que presentan algunos a a 7.000 cifrado por otras comisiones. Creo que este asunto tiene mucho que ver con las compensaciones o el resarcimiento económico que se le dio a las víctimas, o a los supuestos desaparecidos, y en este caso sólo se presentaron 7.000 personas para reclamar lo que les correspondía. Y esa indemnización era de 240.00 dólares por cada caso probado, una cifra nada despreciable, desde luego. Esa es la cifra real porque estamos hablando de la época del presidente Menem y la gente no tenía miedo ya de presentarse abiertamente para hacer sus reclamos. Los militares habíamos desaparecido ya de la escena política. Esa es la realidad, 7.000, frente a los 30.000 que reclaman las Madres de Mayo. ¿Cómo es posible que 23.000 personas renunciaran a esa ayuda?


    Este dato demuestra que asistimos a una clara manipulación en el asunto de los desaparecidos, se trataba de alterar las cifras con un sentido político o con el interés de conseguir fraudulentamente una indemnización del Estado argentino. Fue un error de nuestra parte aceptar y mantener en el tiempo el término de desaparecido digamos como algo así nebuloso; en toda guerra hay muertos, heridos, lisiados y desaparecidos, es decir, gente que no se sabe donde está. Esto es así en toda guerra. En cualquier circunstancia del combate, abierto o cerrado, se producen víctimas. A nosotros nos resultó cómodo entonces aceptar el término de desaparecido, encubridor de otras realidades, pero fue un error que todavía estamos pagando y padeciendo muchos. Es un problema que nos pesa y no podemos quitárnoslo de encima. Ahora ya es tarde para cambiar esa realidad. El tema es que el desaparecido no sabe donde está, no tenemos respuesta a esta cuestión. Sin embargo, ya sabemos quienes murieron y en qué circunstancias. También más o menos cuántos murieron, luego cada cual que invente sus cifras.


    R.A.:¿Por qué ustedes no le dieron un reconocimiento a las víctimas del terrorismo en Argentina, cuando es un asunto importante y todavía no resuelto en su país?
    J.R.V.: Tiene usted razón, tenía que haberse abordado este asunto. El término víctima del terrorismo no fue tenido en cuenta, se veían muertos y víctimas por atentados, pero los consideramos víctimas como tales de estas acciones subversivas. Hubo también secuestros y asesinados, pero nunca se les vio como víctimas del terrorismo. En este momento, y visto con esta perspectiva, es algo que no se hizo. Se reivindicó a los combatientes, también se trabajó en la reivindicación de los presos políticos, que somos nosotros, y ahora se trabaja en esta última reivindicación, en la de las víctimas del terrorismo. Al margen de los combatientes y muertos, y de los presos políticos que estamos pagando un servicio a la patria, faltaban las víctimas del terrorismo y hay ya gente que está trabajando en este asunto, en la búsqueda de esa reivindicación, aunque si bien es cierto que todavía no se ha tenido éxito en lograr ese justo y merecido reconocimiento a ese colectivo por el que usted pregunta. Es un trabajo en él que se lleva trabajando desde hace años, pero este gobierno se niega a reconocer sistemáticamente que existieran víctimas del otro lado, ya que sí lo hiciera tendría que juzgar a los terroristas que produjeron aquellos hechos y actos que provocaron la existencia de víctimas. Fíjese que hasta en el gobierno de Menem había paridad y cierto respeto a las fuerzas de las dos partes que lucharon o se enfrentaron en aquellos años, incluso emite varios decretos que tienen una dirección simétrica hacia las dos partes. Reconoce con exactos argumentos a las dos partes.


    Pero el gobierno actual se ha caracterizado por la asimetría y nos ha considerado solo a nosotros como la parte beligerante, como el Demonio que tiene que ser condenado y encarcelado. El otro Demonio, los terroristas o los guerrilleros, no existen, eran simplemente "jóvenes idealistas". Y los esfuerzos que se han hecho en presentar casos de víctimas con nombres y apellidos siguen abiertos esperando el sueño de los justos; la justicia, en un caso, llegó hasta la segunda instancia, pero ahí se extinguió la acción y la lucha sigue. El gobierno sólo reconoce a las víctimas de una de las partes, pero les niega todos los derechos a la otra.


    R.A.:Hay un tema importante:¿Es cierto que se intentó recrear la Cámara Federal en lo penal y que no se encontraron jueces voluntarios?
    J.R.V.: Fue real, fue tal como dice. La comunidad judicial de entonces estaba amedrentada. A partir de la amnistía de Cámpora, que terminó con todos los condenados por actos violentos en la calle, los jueces, por el contrario, fueron asesinados, cesanteados y tiroteados. Esa era la realidad de entonces, de antes de que llegáramos al gobierno. Este asunto no se llegó a tratar oficialmente, pero quiero señalarle que tampoco se encontraban los jueces que quisieran trabajar en el desarrollo del proyecto. No se pudo hacer, simplemente. Aunque quiero decirle algo, los decretos de Luder nos dieron todo el poder y competencias para desarrollar nuestro trabajo e incluso excedían lo que habíamos pedido; Luder, prácticamente, nos había dado una licencia para matar, y se lo digo claramente. La realidad es que los decretos de octubre de 1975 nos dan esa licencia para matar que ya he dicho y casi no hubiera sido necesario dar el golpe de Estado. El golpe de Estado viene dado por otras razones que ya explique antes, como el desgobierno y la anarquía a que habíamos llegado. Podía desaparecer la nación argentina, estábamos en un peligro real. No es que los militares nos levantáramos un día de la cama y nos hubiéramos dicho: ¡vamos a ir de cacería o a matar "jóvenes idealistas"! Nada de eso, había otras razones de otra índole. Pero realmente Luder nos había dado para la guerra todas las formas y medios que necesitábamos, en nosotros estaba el ser prudentes o no, queriendo reconocer que en algunos casos hubo excesos.


    R.A.:¿Por qué la Junta no dio instrucciones más precisas, incluso por escrito, de lo que estaba haciendo y de las órdenes que impartía?
    J.R.V.: Creo que órdenes existieron y fueron precisas, no puedo entrar en detalle ahora en todas ellas. Las órdenes estaban y los que las impartieron, que fueron asumidas por cada uno de los miembros de la cadena de la mando que las dieron. Creo, sinceramente, que fue así.


    EL PRIMER JUICIO A LAS JUNTAS
    R.A.:¿Usted cree que fue necesario que el presidente Raúl Alfonsín juzgara a las Juntas Militares en su momento?
    J.R.V.: Alfonsín era un político claramente comprometido, no olvidemos que había sido abogado del grupo terrorista Ejército Revolucionario del Pueblo, el ERP. Luego estaba comprometido con la socialdemocracia europea, que fue la que le ayudó para llegar a la presidencia, tenía que tomar una medida punitiva para juzgar unos supuestos excesos que se habían cometido ante la sociedad y ante algunas críticas que se habían producido; entonces, para calmar esas críticas, toma esa medida. Pero creo que lo hizo con un poco de decoro y puntualizó que solo debían ser sancionados, detenidos, juzgados y condenados aquellos que hubieran cometido hechos aberrantes. No debían ser sancionados aquellos que se limitaron a cumplir las órdenes, en principio de lo que se llama la obediencia debida, dando lugar, más tarde, a la Ley de Obediencia Debida, que legislaba dicho concepto. Quien cumplía una orden sin rechistar ni preguntar no podía ser sancionado y la responsabilidad final debía de caer sobre el superior que daba la orden.


    En definitiva, el planteamiento de Alfonsín era prudente y también consideraba la posibilidad de que fueran juzgados quienes se excedían en el cumplimiento de una orden e iban más allá. Acepto que este enfoque puede ser correcto. Alfonsín, además, cuando estalla el movimiento de los "carapintadas" (una asonada militar que tiene lugar en el año 1987), se da cuenta que las cosas pueden desbordarse y que los juicios no cesan nunca. Así establece la Ley de Punto Final, por la cual los jueces tienen un plazo de treinta días para procesar aquellos militares que consideren que tienen delitos pendientes. Entonces, hubo una carrera de muchos jueces por procesar en ese plazo a quienes consideraban culpables de algunos delitos y aquello se convirtió, todo hay que decirlo, en una caza de brujas, generando una gran inquietud en la sociedad y ello provoca que Alfonsín promulgue la Ley de Obediencia Debida. Se trataba de que las responsabilidades no se extendieran a todo el ejército y que sólo hubiera procesos para aquellos que tuvieron alguna importancia o jerarquía en la cadena de mando. Pese a todo, el juicio a las Juntas creo que fue un error y concluyo ya: nunca debió realizarse. Menem luego desenredó ese error, en cierta medida, y nuestro momento peor, hablo para los militares, es con la llegada de los Kirchner al gobierno. Ha habido una asimetría total en el tratamiento a las dos partes enfrentadas en el conflicto. Fuimos señalados como los responsables, ni más ni menos, de unos acontecimientos que no desencadenamos.


    R.A.: ¿Cómo juzga al almirante Massera, tuvo diferencias con él?
    J.R.V.:Hubo diferencias, claro, él era esencialmente un hombre político, algo que yo no era. Era un hombre muy político, quizá se equivocó eligiendo la profesión de militar y se dedicó a la profesión equivocada.


    R.A.: ¿Por qué le juzgan en este momento?
    J.R.V.:Como le había dicho al principio, Alfonsín se ciño al derecho con sus más y sus menos; la justicia funcionaba, a pesar de que se cometieron numerosos errores jurídicos durante nuestro proceso, como por ejemplo el principio de la no retroactividad, el principio del juez natural que fue vulnerado y otros errores de orden penal, por citar tan solo algunas deficiencias. Todo ello para llevarnos ante ese "teatro" que tuvo difusión mundial, pero así todo Alfonsín cumplió a su manera. Menem llegó después a la presidencia y también, a su forma, cumplió a través de los indultos y los perdones. Así llegamos al matrimonio Kirchner, que vuelve a retrotraer todo este asunto a la década de los setenta, y vienen a cobrarse lo que no pudieron cobrarse en esa década y lo hacen con un espíritu de absoluta revancha, con el complejo, y esta es una opinión personal, y con el agravante de quien pudiendo hacerlo no lo hizo en su momento. Estos señores eran burócratas que repartían panfletos y no mataron ni una mosca entonces. Y eso les da vergüenza, claro, y quisieron exagerar la nota de la persecución para sacar patente de corso, de malos de una película en la que no estaban. No, no, es la vendetta para una satisfacción personal sin razones, totalmente asimétrica, fuera de medida. Aquí no hay justicia, sino venganza, que es otra cosa bien distinta.


    R.A.:¿¿No es sorprendente también que se hayan juzgados a oficiales y suboficiales que aquellos días tenían apenas una veintena de años o algo más?
    J.R.V.: Mire, yo digo que si el juzgado en este caso, independientemente de su edad, lo es en función de haberse excedido en el cumplimiento de una orden está bien juzgado. Los demás, le aseguro, son todos juicios políticos, como parte de esa venganza, de esa revancha, como parte de ese castigo colectivo con que se quiere castigar a todas las Fuerzas Armadas. Este plan sigue una política gramsciana que esta gente cumple de punta a punta, disuadiendo a unas instituciones que han tomado como rehenes, creando desaparecidos que nunca existieron y vaciando de contenidos a la Justicia. Hoy la República está desaparecida, no tiene Justicia porque la que tiene es un esqueleto sin relleno jurídico; el mismo parlamento no tiene contenidos, está compuesto por ganapanes que temen que les vayan a quitar el puesto y se venden al mejor postor. No hay nadie en la escena política con lucidez capaz de hacerles frente. El país tampoco tiene empresarios porque están vendidos al poder. Hoy las instituciones están muertas, paralizadas, mucho peor que en la época de María Estela Martínez de Perón. Lo que me permite decir que no tenemos República porque no tenemos a las grandes instituciones del Estado funcionando. La Justicia, el Congreso y las demás instituciones, por no hablar de otros aspectos, no existen; las realidades no son así.

    LA AUSENCIA DE UN JUICIO A LOS MONTONEROS
    R.A.:¿Cómo es que los antiguos terroristas, los Montoneros, no hayan sido juzgados y condenados por los muchos crímenes cometidos?
    J.R.V.: Alfonsín y Menem hicieron un acuerdo que era mitad y mitad, en el tema de los indultos me refiero. Los Kirchner son los que dijeron que no habría simetría en el asunto de la guerra que vivimos y nos señalaron a los militares como los malos, los responsables de crímenes de lesa humanidad, y a los terroristas como los buenos, como las víctimas de aquellos años terribles.



    Imperium Hispaniae

    "En el imperio se ofrece y se comparte cultura, conocimiento y espiritualidad. En el imperialismo solo sometimiento y dominio económico-militar. Defendemos el IMPERIO, nos alejamos de todos los IMPERIALISMOS."







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    Re: Entrevista a Videla en Cambio16: "no salimos a cazar pajaritos..."

    2ª PARTE:




    SEGUNDA PARTE DE LA ENTREVISTA EXCLUSIVA : Jorge Rafael Videla, exdictador Argentino (1976-1981)

    “No salimos a cazar pajaritos, sino al terrorismo y a los subversivos”


    Ricardo Angoso
    En esta segunda entrega de la entrevista concedida en exclusiva a CAMBIO16, el exdictador, lejos de moderar sus declaraciones, persiste en mantener una visión radical de sus actuaciones al frente del país y no se arrepiente de la “caza al terrorista” que causó miles de desaparecidos.

    Tras la publicación de la primera parte de esta entrevista en Cambio16, en Argentina se armó un revuelo de proporciones inimaginables. Cierta izquierda, que supuestamente dice defender los derechos humanos y los valores democráticos, incluso llegó a censurar a quien suscribe estas líneas por haber entrevistado al general Jorge Rafael Videla, en un ejercicio por tratar de imponer la autocensura y el silencio acerca de los sucesos que acontecieron en Argentina en las décadas pasadas. El comienzo de la censura es el inicio del totalitarismo. Quien teme a la verdad e impone un discurso basado en el pensamiento único sin posibilidad de objetarlo está defendiendo una forma de dictadura sutil, supuestamente inocente y anclada en las ‘verdades’ oficiales aceptadas por todos; pero, en definitiva, estamos ante una nueva forma de dictadura bajo ligeros ropajes democráticos.


    La crisis Argentina de la
    década de los setenta


    ¿Cómo juzga a la figura de Héctor Cámpora (1973)?
    Los jóvenes peronistas más radicales le llaman al presidente el “tío Cámpora”, lo cual revela la afinidad entre este sector del movimiento con el presidente. Centenares de montoneros que habían perpetrado delitos y habían sido arrestados por las fuerzas de seguridad salen en libertad por decisión del presidente Cámpora. Esta gente, desde luego, no sale arrepentida ni con deseos de integrarse en el sistema democrático, sino directamente con la idea de continuar con la revolución y seguir por la vía violenta, incluso matando. Simultáneamente a estos hechos, el Congreso refrenda ese indulto y queda, digamos, legalizado de facto. Ni que decir tiene que estos jóvenes estaban armados e iban a continuar por la vía violenta su objetivo de hacer la revolución. Amnistía y olvido quedaban así refrendados. Ese fue el comienzo de los hechos que vinieron después; Perón no estaba en el país y, cuando tuvo conocimiento de los hechos, parece que no le agradaron. Estos jóvenes no actuaban de acuerdo con los principios que tenía Perón, que pasaban más por un reencuentro, un acuerdo entre todos los argentinos para solucionar los problemas, y tampoco estaban en la línea de su pensamiento.
    Este desacuerdo se confirma cuando llega Perón a Argentina y no puede aterrizar donde estaba previsto, debido a que se había desatado una batalla campal donde estaba programado aterrizar y porque los propios peronistas se habían enfrentado entre ellos por el liderazgo del movimiento; se habla de que hubo entre un centenar y dos centenares de muertos. La recepción a Perón degeneró en un enfrentamiento entre la derecha y la izquierda del peronismo por monopolizar la figura del líder y controlarlo durante su llegada. Y el liderazgo, siguiendo sus patrones, tenía que dirimirse por la fuerza de las armas. El avión de Perón tiene que aterrizar en un aeropuerto militar por razones de seguridad y le recibe el vicepresidente que estaba en Buenos Aires. Perón toma conciencia de que las cosas no le van a resultar tan fáciles como él pensaba y que está juventud maravillosa de antes le iba a traer problemas; tendría que tomar medidas para evitar que la situación se desbordase y ya toma posiciones, considerando que estos jóvenes no eran tan idealistas sino revolucionarios, claramente. Tiempo después, consciente de la situación tan adversa que asume, provoca la renuncia de Cámpora y se hace un llamado a elecciones, en donde Perón sale elegido mayoritariamente con su esposa como vicepresidente. Perón, en esas elecciones, sale elegido con un alto porcentaje de votos, más del 62% del censo, y decide poner orden en un estado de cosas y en un movimiento que ya no compartía sus ideas.
    Hay un episodio que lo conmueve a Perón, que es el atentado contra el dirigente gremial José Ignacio Rucci, que es asesinado y ahí, el presidente dice: “Me cortaron las piernas”. Fue un acto doloroso y mostraba que Perón no dominaba todavía la situación, mostrando a las claras que el oponente ya no tenía miramientos y estaba dispuesto a llegar hasta el final. Perón, entonces, en una reunión secreta con los dirigentes peronistas, en Los Olivos, da a entender a través de una directiva que se acabaron los miramientos hacia estos actos y que había acabar de una vez, incluso por la violencia, respondiendo a este tipo de acciones violentas y terroristas. Esta decisión dio lugar a que se produjeran una serie de acciones encubiertas. Y lamentablemente la mano ejecutora de este grupo que operaba bajo las órdenes y el consentimiento de Perón era el ministro de Bienestar Social, José López Rega, que organiza la Triple A, las famosas tres A (Alianza Anticomunista Argentina), un hombre de confianza del presidente que se dedica a ejecutar las órdenes que le da el viejo general y que no siempre se atienen a la legalidad. De esta manera, se van dando los primeros pasos y pone orden en el país, pero, sin embargo, el líder ya no es el de antes y tiene la salud muy desgastada. Hasta el último aliento da todos sus esfuerzos por normalizar y por trabajar en su proyecto, que desde luego no era el de los jóvenes “idealistas”, sino el de normalizar el país de una vez por todas tras los excesos cometidos.




    Mará Estela Martínez de Perón, expresidenta de Argentina


    ¿Como juzga el papel de María Estela en todos estos acontecimientos?
    Perón muere y le sucede automáticamente su mujer, María Estela Martínez de Perón, tal como se preveía legalmente. La mujer de Perón, desde luego, no estaba preparada para ser presidenta, y mucho menos en las circunstancias en las que estaba viviendo el país. Para afrontar la situación que vivíamos, se necesitaba carácter, conocimiento, capacidad para tomar decisiones y prestigio, rasgos de los que carecía totalmente esta señora. El gobierno de María Estela va perdiendo fuerza. Era una buena alumna de Perón, eso sí, ya que desde el punto de vista ideológico se situaba en la extrema derecha del peronismo y el marxismo le provoca un rechazo total. En un almuerzo con varios generales, una treintena si mal no recuerdo, llegó a ser muy dura con el marxismo. En ese sentido, no quedaban dudas de que la dirección ideológica estaba encaminada, pero le faltaban fuerzas y conocimientos para llevar a cabo el combate, la lucha, y poner orden. Incluso para poner coto a las actividades de López Rega, que mataba por razones ideológicas, pero que también lo hacía por otras razones para cobrarse algunas cuentas pendientes. La situación, como ya he dicho antes, era muy difícil, reinaba un gran desorden. A Isabel se le hizo saber este estado de cosas y destituye finalmente a López Rega, que lo envía de embajador itinerante al exterior. Así se cumplía el deseo de muchos, entre los que me encontraba, que no queríamos que este hombre siguiera al frente de sus responsabilidades.
    La acción del terrorismo sigue por su cuenta. Aquel calificativo de que eran “jóvenes idealistas” por pensar distinto hasta el extremo de masacrarlos quedó en evidencia, era una vulgar patraña. Esta gente estaba entrenada en el exterior, principalmente en Cuba, Siria, Libia y otros países, y luego dentro del país con instructores foráneos; además tenían armamentos y equipos de alto nivel ofensivo, incluso de tecnologías avanzadas. Todo ello reforzado con fábricas de armas y explosivos que llegaron a operar y tener dentro del territorio argentino. Tenían capacidad para matar y hacer daño a la sociedad argentina. Como remate a toda esta estructura, estaba la crueldad que les distinguía, no eran ángeles sino terroristas. Incluso la revista Time, en un artículo de la época, establecía que si comparábamos a terroristas argentinos, alemanes e italianos, en términos de crueldad, los europeos eran infinitamente más humanos que los de nuestro país. Huelgan más comentarios. Con esos “jóvenes idealistas” y sus crueles métodos nos teníamos que enfrentar entonces.
    Así llegamos a finales de agosto de 1975, en que soy nombrado Comandante en Jefe del ejército argentino, y en los primeros días del mes de octubre, a principios, somos invitados los comandantes de los tres ejércitos a una reunión de gobierno presidida por Italo Luder, que ejercía como presidente por enfermedad de María Estela, en las que se nos pide nuestra opinión y qué hacer frente a la desmesura que había tomado el curso del país frente a estas acciones terroristas.
    Con acuerdo de las otras dos fuerzas, yo hube de exponer cuatro cursos de acción, que no viene al caso detallar ahora, que culminó con la selección de parte del doctor Luder del cuarto curso de acción, que era el más riesgoso, en cuanto que confería más libertad de acción, pero que garantizaba en no más de un año y medio que el terrorismo sería derrotado. Los cursos de acción del 1 al 3 eran más contemplativos, pautados con el fin de evitar errores, pero –de ser seguidos– irían a dilatar sin término el caos en el que se vivía.
    El acuerdo se firmaba, bajo estos decretos, para combatir el terrorismo en todas sus formas y hasta el aniquilamiento definitivo; por otras razones, más tarde, cuando fuimos juzgados, se le preguntó a Luder por el término aniquilar e hizo un excelente exposición en términos semánticos sobre la cuestión, que se resume en reducir a la nada; no tiene otra interpretación. A partir de ese momento, de hecho y de derecho, el país entra en una guerra, pues no salimos como Fuerzas Armadas a cazar pajaritos, sino a combatir al terrorismo y a los subversivos. Estamos preparados, como militares, para matar o morir, estábamos en una guerra ante un enemigo implacable, aunque no mediara una agresión formal, estábamos en una lucha. Así, a principios de octubre de ese año, entramos en una guerra de una forma clara. Desde el punto de vista del planeamiento no fue sorpresa porque el ejército ya jugaba con hipótesis de conflicto, una de las cuales era un desborde sorpresivo terrorista que sobrepasara a las fuerzas de seguridad y que se tuvieran que emplear a las Fuerzas Armadas para detener la amenaza. Teníamos esa contingencia prevista y, ante tal eventualidad, lo único que teníamos que hacer era salir a luchar con los planes previstos.


    El Proceso de
    Reorganización Nacional


    ¿Qué lograron en términos económicos durante el llamado Proceso de Reorganización Nacional (1976-1982) que usted lideró?
    En lo económico, también se había mejorado, aunque teníamos riesgos inflacionarios que no voy a ocultar ni minimizar. Pero sí se había logrado la confianza del exterior, sobre todo a través de créditos para la Argentina para remozar el aparato productivo del país que estaba seriamente desatendido. Había, además, una gran paz social y se aceptó, mediante un acuerdo con los gremios, que los salarios estuvieran sujetos a la productividad y no a otros elementos; el que más trabaja más ganaba, simplemente. Teníamos un desempleo peligroso, podemos decir, pero no alto, del 2,5%. Digo peligroso porque no permitía flexibilidad en el mercado de trabajo. Y la clase política no daba muestras ni ansiedad de que el periodo se agotase y se iniciase una nueva etapa política; nos seguían con atención y desconocían cómo había sido la guerra, que parecía haber ocurrido en una nebulosa. Los políticos no querían meterse mucho en estos asuntos y los dejaban para aquellos que manejaban la seguridad del país, responsabilidad que recaía en nosotros en aquellos momentos.


    Entonces, y volviendo a los retos planteados tras el 24 de marzo de 1974, si el Proceso había cumplido sus objetivos, ¿por qué no abandonaron el poder?
    El Proceso había cumplido sus objetivos a mediados del año 1978, este es un punto crucial que quiero destacar. La pregunta era: si el Proceso había cumplido sus objetivos, ¿por que no darlo por terminado? No había otra razón de ser, las cosas ya se habían hecho. O había que darle otro sentido. Y si así era, el Proceso iba a languidecer porque no tenía otra razón de ser en aquellos momentos. Nunca se planteó oficialmente esta cuestión que era crucial y fundamental. Había un sector perfeccionista de las Fuerzas Armadas que decía que ahora las cosas están bien y vamos a embarcarnos en otros problemas, a seguir trabajando hasta que las cosas sean perfectas, pero no era así, creo yo, porque los hombres no llegan nunca a la perfección absoluta. Los hombres no son perfectos, solo Dios lo es. Era tan sólo una forma de justificar el quedarse en el poder por quedarse. Y había un sector que decía que a este Proceso que habíamos comenzado había que darle otra razón de ser.


    ¿Hablamos, entonces, de que las Fuerzas Armadas estaban divididas en ese momento?
    Este asunto sobre la naturaleza del Proceso no fue tratado oficialmente, pero el debate estaba ahí, subyacía esa división acerca de que dirección se quería tomar y había sus matices sobre cómo afrontar el futuro. Había que dar otra naturaleza, otro contenido al Proceso, pero también estaba la posibilidad de abandonarlo de una forma definitiva. Luego estaba el conflicto con Chile por las islas del canal de Beagle, y tenga en cuenta que estuvimos a punto, en diciembre de 1978, de llegar a una guerra. También quedaba el camino de una salida política ordenada de un Proceso que se había mostrado exitoso en el desempeño de sus funciones; en ese momento se podía negociar desde una posición óptima. Yo mantenía que el Proceso, en esos momentos, tenía que ser capaz de dejar su descendencia, es decir, hacer política de una forma que las Fuerzas Armadas transcendieran más allá del periodo histórico que ya habíamos superado.
    ¿Cómo? Dejando la herencia de un Proceso exitoso a los políticos que eran nuestros aliados y amigos, ese era el camino de entonces que yo defendí. Pero hay hubo otros problemas, ya que la política se hace con ideas y con hombres; las ideas eran las del Proceso, que llevamos adelante, y luego estaban los hombres, que tienen nombre y apellidos. Si en aquellos momentos se hubieran antepuesto los nombres y apellidos de algunos que estaban participando en el proceso, se hubiera roto la cohesión de las Fuerzas Armadas y este era un valor que no podíamos poner en juego y arriesgar. No podíamos darnos el lujo de romper la cohesión de las Fuerzas Armadas, estaban todavía en juego muchas cosas. Lamentablemente, en ese dejar pasar el tiempo el Proceso en sí languideció y llegó muy desgastado, sin presión externa, hasta fines del año 1979, en que la Junta hizo públicas las bases políticas del Proceso y las sometía a la opinión de toda la comunidad argentina a cuyo frente se situaría el ministro del Interior de entonces para escuchar a todas las voces cualificadas de la sociedad argentina para consultarlos sobre esas bases o modificarlas. O, en su defecto, después de escuchar a todas las partes, enriquecerlas con nuevos aportes. Se trataba de establecer un diálogo productivo entre las autoridades y la sociedad argentina sobre estas bases políticas, pero había dos preguntas ineludibles: 1) ¿Si era conveniente la revisión del acuerdo en la guerra que habíamos librado contra la subversión?; y 2) ¿si estuvo justificado el levantamiento militar del 24 de marzo de 1976? La respuesta a la primera llegó al 70 por ciento y a la segunda al 80 por ciento del acuerdo nacional, respectivamente.


    Las víctimas del terrorismo
    ¿Por qué ustedes no le dieron un reconocimiento a las víctimas del terrorismo en Argentina, cuando es un asunto importante y todavía no resuelto en su país?
    Tiene usted razón, tenía que haberse abordado este asunto. El término víctima del terrorismo no fue tenido en cuenta, se veían muertos y víctimas por atentados, pero los consideramos víctimas como tales de estas acciones subversivas. Hubo también secuestros y asesinados, pero nunca se les vio como víctimas del terrorismo. En este momento, y visto con esta perspectiva, es algo que no se hizo. Se reivindicó a los combatientes, también se trabajó en la reivindicación de los presos políticos, que somos nosotros, y ahora se trabaja en esta última reivindicación, en la de las víctimas del terrorismo. Al margen de los combatientes y muertos, y de los presos políticos que estamos pagando un servicio a la patria, faltaban las víctimas del terrorismo y hay ya gente que está trabajando en este asunto, en la búsqueda de esa reivindicación, aunque si bien es cierto que todavía no se ha tenido éxito en lograr ese justo y merecido reconocimiento a ese colectivo por el que usted pregunta. Es un trabajo en el que se lleva trabajando desde hace años, pero este gobierno se niega a reconocer sistemáticamente que existieran víctimas del otro lado, ya que si lo hiciera tendría que juzgar a los terroristas que produjeron aquellos hechos y actos que provocaron la existencia de víctimas. Fíjese que hasta en el gobierno de Menem había paridad y cierto respeto a las fuerzas de las dos partes que lucharon o se enfrentaron en aquellos años, incluso emite varios decretos que tienen una dirección simétrica hacia las dos partes. Reconoce con exactos argumentos a las dos partes.
    Pero el gobierno actual se ha caracterizado por la asimetría y nos ha considerado solo a nosotros como la parte beligerante, como el demonio que tiene que ser condenado y encarcelado. El otro demonio, los terroristas o los guerrilleros, no existen, eran simplemente “jóvenes idealistas”. Y los esfuerzos que se han hecho en presentar casos de víctimas con nombres y apellidos siguen abiertos esperando el sueño de los justos; la justicia, en un caso, llegó hasta la segunda instancia, pero ahí se extinguió la acción y la lucha sigue. El gobierno sólo reconoce a las víctimas de una de las partes, pero les niega todos los derechos a la otra.


    Hay un tema importante: ¿es cierto que se intentó recrear la Cámara Federal en lo penal y que no se encontraron jueces voluntarios?
    Fue real, fue tal como dice. La comunidad judicial de entonces estaba amedrentada. A partir de la amnistía de Cámpora, que terminó con todos los condenados por actos violentos en la calle, los jueces, por el contrario, fueron asesinados, cesanteados y tiroteados. Esa era la realidad de entonces, de antes de que llegáramos al gobierno. Este asunto no se llegó a tratar oficialmente, pero quiero señalarle que tampoco se encontraban los jueces que quisieran trabajar en el desarrollo del proyecto. No se pudo hacer, simplemente. Aunque quiero decirle algo, los decretos de Luder nos dieron todo el poder y competencias para desarrollar nuestro trabajo e incluso excedían lo que habíamos pedido; Luder, prácticamente, nos había dado una licencia para matar, y se lo digo claramente. La realidad es que los decretos de octubre de 1975 nos dan esa licencia para matar que ya he dicho y casi no hubiera sido necesario dar el golpe de Estado. El golpe de Estado viene dado por otras razones que ya expliqué antes, como el desgobierno y la anarquía a que habíamos llegado. Podía desaparecer la nación argentina, estábamos en un peligro real. No es que los militares nos levantáramos un día de la cama y nos hubiéramos dicho: ¡vamos a ir de cacería o a matar “jóvenes idealistas”! Nada de eso, había otras razones de otra índole. Pero realmente Luder nos había dado para la guerra todas las formas y medios que necesitábamos, en nosotros estaba el ser prudentes o no, queriendo reconocer que en algunos casos hubo excesos.


    El papel de las Juntas
    Militares

    ¿Por qué la Junta no dio instrucciones más precisas, incluso por escrito, de lo que estaba haciendo y de las órdenes que impartía?
    Creo que órdenes existieron y fueron precisas, no puedo entrar en detalle ahora en todas ellas. Las órdenes estaban y los que las impartieron, que fueron asumidas por cada uno de los miembros de la cadena de la mando que las dieron. Creo, sinceramente, que fue así.


    ¿Cómo juzga al almirante Eduardo Massera? ¿tuvo diferencias con él?
    Hubo diferencias, claro, él era esencialmente un hombre político, algo que yo no era. Era un hombre muy político, quizá se equivocó eligiendo la profesión de militar y se dedicó a la profesión equivocada.


    ¿No es sorprendente también que se hayan juzgado a oficiales y suboficiales que aquellos días tenían apenas una veintena de años o algo más?
    Mire, yo digo que si el juzgado en este caso, independientemente de su edad, lo es en función de haberse excedido en el cumplimiento de una orden está bien juzgado. Los demás, le aseguro, son todos juicios políticos, como parte de esa venganza, de esa revancha, como parte de ese castigo colectivo con que se quiere castigar a todas las Fuerzas Armadas. Este plan sigue una política gramsciana que esta gente cumple de punta a punta, disuadiendo a unas instituciones que han tomado como rehenes, creando desaparecidos que nunca existieron y vaciando de contenidos a la justicia. Hoy, la República está desaparecida, no tiene justicia porque la que tiene es un esqueleto sin relleno jurídico; el mismo parlamento no tiene contenidos, está compuesto por ganapanes que temen que les vayan a quitar el puesto y se venden al mejor postor. No hay nadie en la escena política con lucidez capaz de hacerles frente. El país tampoco tiene empresarios, porque están vendidos al poder. Hoy, las instituciones están muertas, paralizadas, mucho peor que en la época de María Estela Martínez de Perón. Lo que me permite decir que no tenemos República porque no tenemos a las grandes instituciones del Estado funcionando. La justicia, el Congreso y las demás instituciones, por no hablar de otros aspectos, no existen; las realidades no son así.


    El futuro del país

    ¿Cómo ve la Argentina de hoy, tiene esperanzas de que haya algún cambio?
    La suerte nuestra, la de los militares detenidos, está en que el país se encamine por otra dirección. Si el país cambia hacia otro rumbo, seguramente, no estaríamos presos. Yo digo que estamos en una situación hoy muy negativa, totalmente negativa, hemos perdido una gran oportunidad en las últimas elecciones de sentar puntos de apoyo a una oposición sólida y que actuara responsablemente para cambiar este estado de cosas al que me refería antes. Hablo de un cambio, claro, por la vía democrática, ya no es el tiempo de los golpes de Estado, aunque tampoco habría Fuerzas Armadas para darlo ni vocación para hacerlo. Esta situación de inmediato no va a cambiar, lamentablemente, porque no veo el actor, el líder, y no creo en los iluminados. La política se hace con hombres e ideas y ahora no los hay, ahora Argentina no los tiene. No hay tampoco movimientos de opinión sistemáticos contra este gobierno, todos viven bajo el temor del qué dirán, de que les dejen hacer, en definitiva. Todo es miedo y temor, y vivimos permanentemente bajo ese miedo. Y cuando una sociedad vive bajo el miedo no puede esperar que esté en un actitud de coraje para enfrentar un gobierno que de por sí no tiene reparos y no se detiene ante nada. Un gobierno arbitrario, con espíritu totalitario, y que no se detiene ante nada y ante nadie, que ha perdido la vergüenza y etcétera, etcétera, etcétera. Este es el panorama de la Argentina de hoy y de seguir, que todo parece que seguirá igual, permanecerá en el futuro inmediato. No hay solución en el corto plazo.
    Luego está la pretensión permanente de seguir escarbando en el pasado, colocándonos a los militares en la vereda de enfrente como unos indeseables. Hay que comenzar a pensar en el futuro, pero sin concordia no hay futuro. En consecuencia, creo que tiene que haber un diálogo amplio y superador de todos los sectores de la opinión pública para lograr abandonar esos puntos de fricción que están impidiendo en este momento esa concordia. Por ejemplo, hay que encontrar una solución para resolver el famoso problema de los desaparecidos y ofrecérsela a la sociedad argentina. Son una realidad, son un invento, son una especulación política o económica, ¿qué son realmente los desaparecidos? Así sucede con otras cosas más que no han sido cerradas y siguen presentes en nuestra vida. Repito: ese diálogo tiene que blanquear esa situación conflictiva que vivimos hoy, superar a través de la concordia nuestras diferencias y tirar hacia adelante con un proyecto de nación basado en un proyecto de vida en común, algo que le falta a la Argentina de hoy. Lo que decía Ortega y Gasset: un proyecto de nación y de vida en común. ¿Qué político ha dicho lo que quiere para la Argentina de hoy? Nadie. Estamos en el puesto que ganamos sin ansias de cambiar nada. Tenemos que despertar, apagar las pasiones y mirar hacia el futuro con otras miras, pensando en los próximos diez años cuando menos. Y en ese encuentro que debe de buscar un punto en común para el diálogo hay que dejar de lado todas tensiones y rigideces que nos han paralizado. A punto está de que en Argentina estamos sin oposición y un país no puede vivir sin oposición. Los que ejercen el gobierno lo hacen con pretensiones de crear un caudillato sin que nadie los critique y todo el mundo asienta. ¿Se saldrán con la suya?


    El presente de Argentina bajo los Kirchner

    ¿En qué ha fallado este gobierno, qué le diría a los argentinos sobre el mismo?
    Si algo tiene Argentina es su riqueza agropecuaria, somos o éramos el granero del mundo, y el agro ha sido borrado de la estructura nacional. Este gobierno ha asociado el campo con la oligarquía y como enemigo de ese socialismo que ellos pregonan, no podemos esperar de esta gente una solución, la única vía es sacarlos del gobierno y no a través de un golpe de Estado, sino a través de los cauces democráticos. Yo, en las últimas elecciones habidas en el país, esperaba a que apareciera un líder o un movimiento para hacer frente a lo que vivimos, que todos los dirigentes de la oposición se unieran para combatir esta lacra y salir hacia adelante, pero bueno, no apareció y no fue así. Quisiera ser optimista, pero no puedo, aunque siga peleando desde la cárcel, desde aquí. Quiero dar a conocer al mundo lo que pasa. La consigna del prisionero de guerra es la evasión, mientras que para el preso político la lucha es otra, que es el campo de la política y que es antipático quizá para los militares. Hoy hay que ganar la guerra política a través de los mensajes y los medios de comunicación, y esa es nuestra función: no quedarnos de brazos cruzados.


    Desde que está en prisión, ¿le visitan sus antiguos aliados y amigos, o lo han olvidado desde entonces?
    Algunos, algunos, pero no pasan de cinco. Nuestra sociedad, que la componen también mis amigos, la argentina, fue la protagonista de la tremenda guerra que vivimos, porque era un combate contra la sociedad argentina y cambiarla a través del modelo marxista que preconizaban esos grupos alzados en armas. Ese proyecto estaba en plena expansión en América Latina y la sociedad argentina fue objeto y sujeto de ese proyecto totalitario. Esa sociedad se defendió a través de su brazo armado de esa agresión que sufría de unos grupos armados bien conocidos. Luego está la figura del chivo expiatorio, que han sido los militares, y la sociedad argentina actuó de una forma cobarde y dejando abandonado a su ejército, que fue el principal actor en ese conflicto defendiendo a su país de esa verdadera agresión.


    Las fuerzas armadas
    argentinas hoy

    ¿Cómo se explica ese proceso de destrucción de las Fuerzas Armadas y de indefensión de la Argentina que denuncian algunos militares?
    Porque es la revancha de los derrotados, de los “jóvenes idealistas” de Perón, que no lograron sus objetivos, que pasaban por tomar el poder. Con Cámpora lo habían conseguido, en parte. Como ese proyecto revolucionario que tenían de hacerse con el poder se vio frustrado por las Fuerzas Armadas (que, cumpliendo órdenes de un gobierno constitucional, salieron a reprimirlos y a enfrentarlos), fuimos los ejecutores de parar ese proyecto. Nos preguntaron qué hacer ante la amenaza armada que tenía el Estado y dimos la respuesta que había que dar, que era que nos sacaran a nosotros a hacer frente a esa amenaza. No queda otra vía, claro. Y los derrotamos con las armas en la mano, claramente, y eso los actuales gobernantes, que son herederos de aquellos grupos subversivos, no nos lo perdonan.


    ¿Por qué, en definitiva, en ninguna parte de América Latina se da esta situación de más de un millar de militares detenidos, procesados y condenados?
    Es cierto, esta situación no se da en otras partes del continente. Así es, como usted dice. La explicación es el espíritu de revancha y venganza que anima a este gobierno.


    ¿Cómo es posible entender actitudes como la del general Martín Balza sobre las fuerzas armadas, e incluso las tareas en las que él participó entonces?
    La sensación es que es un canalla, un hombre que se vendió al enemigo para escalar posiciones. Pregunto: ¿cuántos años lleva de embajador? Siete u ocho años. Un trepador vendido por poder y dinero. Él me envió tres cartas en el pasado y muestra su subordinación, afecto y aprecio hacia mí. No eran unas cartas burocráticas, sino escritas sinceramente y algunas incluso a mano deseando mi libertad, solidarizándose conmigo y esperando un “nuevo amanecer”. Ahora se vende por ansias de poder y denigra a sus antiguos compañeros, ¡qué miserable!


    ¿Qué mensaje le daría a los soldados que están detenidos actualmente y a sus familias, que también sufren en sus carnes esta situación?
    Yo creo que el mensaje explícito y tácito, que es al que yo me atengo, que es la conducta, el ejemplo y el modo de vida, que siempre han sido mis guías, en los buenos y en los malos momentos.


    ¿Por qué renunció su abogado defensor cuando iba tan avanzado su proceso?
    Entrábamos en otra etapa, pasábamos de la etapa instructora a la de los juicios orales y públicos. Era más de lo mismo, con público y publicidad, más de lo mismo, un circo, en definitiva. Entonces, llamé a mis abogados y les dije: ustedes cumplieron su tarea y ahora se trataría de que dejaran para la historia, por escrito, todas las irregularidades y arbitrariedades de las que hemos sido objeto. Que quede escrito y haya constancia de todo lo sucedido para que la gente, en el futuro, conozca lo que realmente sucedió. El abogado soportaba un enorme sacrificio para el desempeño de sus funciones y casi tenía que dejar su trabajo. La real motivación por la que se fue, para que no quedara duda, era que no se prestaba gratuitamente a esa parodia de juicio sin justicia y sin derecho.


    ¿Recibiría a algún líder montonero en aras de llegar a la concordia?
    Tal como están las cosas, en estos momentos, definitivamente no. En un proceso final, llegado el caso, no aceptaría un diálogo de igual entre unos militares que luchamos por defender a las instituciones de la nación con los cabecillas de una organización armada formada por subversivos, creo que ese no es el punto de partida. No creo que se puedan equiparar las dos partes, no se puede establecer una concordia desde un punto de partida en que todos somos iguales. Yo hablo, además, de un diálogo entre las partes que sea representativo en la sociedad, pero no de establecer una concordia sin justicia.


    2ª PARTE



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  3. #3
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    Re: Entrevista a Videla en Cambio16: "no salimos a cazar pajaritos..."

    Nuevo reportaje a Videla, esta vez entrevistado por el periodista Ceferino Reato para LA NACION, como parte de su libro Disposición final*


    La historia reciente
    Videla: la confesión

    Por Ceferino Reato | Para LA NACION

    Sentado en una silla de plástico al pie de una cama modesta en la celda número 5 de la prisión federal ubicada en Campo de Mayo, el ex general Jorge Rafael Videla explicó en detalle cómo se tomaron las decisiones sobre los detenidos durante los años de la dictadura, cómo se confeccionaron las listas de las personas que debían ser detenidas y en qué consistió el método de la Disposición Final, nombre de entre casa otorgado por las FF.AA. a la forma en que se decidió el destino de miles de prisioneros.

    Sin arrepentimiento ni autocrítica, pero sí confesando por primera vez que siente "una molestia", "un peso en el alma", el hombre fuerte de la dictadura explicó descarnadamente cómo analizaban los militares la situación de aquel momento: "Pongamos que eran siete mil u ocho mil las personas que debían morir para ganar la guerra contra la subversión; no podíamos fusilarlas. Tampoco podíamos llevarlas ante la Justicia", explicó.

    Disposición Final: "Son dos palabras muy militares y significan sacar de servicio una cosa por inservible. Cuando, por ejemplo, se habla de una ropa que ya no se usa o no sirve porque está gastada, pasa a Disposición Final. Ya no tiene vida útil".

    El método incluyó cuatro etapas:La detención o el secuestro de miles de "líderes sociales" y "subversivos" según listas que -afirman los entrevistados- fueron elaboradas entre enero y febrero de 1976, antes del golpe, con la colaboración de empresarios, sindicalistas, profesores y dirigentes políticos y estudiantiles.



    Los interrogatorios en lugares o centros secretos o clandestinos.



    La muerte de los detenidos considerados "irrecuperables", por lo general en reuniones específicas encabezadas por el jefe de cada una de las cinco zonas en las que fue dividido el país.



    La desaparición de los cuerpos, que eran arrojados al mar, a un río, a un arroyo o a un dique; o enterrados en lugares secretos, o quemados en un horno o en una pira de gomas de automóviles.



    En aquellos años de plomo los jefes militares habían llegado a la conclusión de que no podían llevar a los detenidos ante la Justicia: recordaban que los procesados y condenados por "actos subversivos" durante el gobierno del general Alejandro Lanusse fueron liberados como héroes luego de la asunción del presidente peronista Héctor Cámpora, el 25 de mayo de 1973 por la noche.

    "Tampoco podíamos fusilarlos. ¿Cómo íbamos a fusilar a toda esa gente? La justicia española había condenado a muerte a tres etarras, una decisión que Franco avaló a pesar de las protestas de buena parte del mundo: sólo pudo ejecutar al primero, y eso que era Franco. También estaba el resquemor mundial que había provocado la represión de Pinochet en Chile", afirmó Videla.

    Eran preguntas que me perseguían desde hacía años, como seguramente a tantos argentinos: ¿cuándo, cómo, dónde y por qué los militares tomaron la decisión de matar y hacer desaparecer a esas personas? ¿Por qué no los enviaron a un juez o los fusilaron? ¿Por qué pensaron que semejante ausencia sería olvidada? ¿Por qué los detuvieron en lugares secretos? ¿Cómo justificaban la tortura? ¿Cuál fue la influencia de la llamada Doctrina Francesa? ¿Están arrepentidos? ¿Fue una decisión unánime de la cúpula de las Fuerzas Armadas? ¿Cuál era el rol de Videla? ¿Existen listas de esas víctimas? ¿Dónde están sus restos? ¿Cómo se referían los militares entre ellos a esa situación? ¿Podían los militares de menor graduación desobedecer esas órdenes? ¿Hubo quienes las desobedecieron? ¿Quiénes, cómo, cuándo y dónde decidían la Disposición Final de cada uno de los detenidos? ¿Hubo un plan sistemático para robar los hijos de los detenidos y entregarlos a familias que les cambiaron la identidad? Si no lo hubo, ¿por qué fueron tantos los chicos apropiados por familias afines al régimen militar?

    El ex dictador sigue pensando que "no había otra solución. Estábamos de acuerdo en que era el precio a pagar para ganar la guerra y necesitábamos que no fuera evidente para que la sociedad no se diera cuenta. Por eso, para no provocar protestas dentro y fuera del país, sobre la marcha se llegó a la decisión de que esa gente desapareciera; cada desaparición puede ser entendida ciertamente como el enmascaramiento, el disimulo, de una muerte".

    Es decir que Videla aclara un interrogante que el kirchnerismo utiliza cada vez que tiene necesidad: ¿dónde estaban los que ahora nos critican cuando los militares mataban y hacían desaparecer a nuestros compañeros? Como si Néstor y Cristina se hubieran destacado por su lucha a favor de los derechos humanos durante el gobierno militar. El oficialismo aprovecha esa "mala conciencia" de tantos, pero Videla revela que, precisamente, el objetivo de la Disposición Final fue impedir que la gente supiera qué es lo que estaba pasando.

    Videla establece una continuidad entre la represión ilegal del Proceso con el gobierno constitucional del peronismo, más precisamente con los decretos firmados por el presidente interino Italo Luder el 6 de octubre de 1975. "Las desapariciones se dan luego de los decretos de Luder, que nos dan licencia para matar. Desde un punto de vista estrictamente militar, no necesitábamos el golpe; fue un error porque le quitó legitimidad democrática a la guerra contra la subversión".

    Por qué habla ahora

    Fueron nueve entrevistas que sumaron veinte horas entre octubre del año pasado y marzo de 2012 en las que Videla contestó todas las preguntas sobre la dictadura que encabezó durante cinco años, entre 1976 y 1981, cuando fue reemplazado por su amigo y aliado, el general Roberto Viola. ¿El tema principal? Los miles de desaparecidos, la herida más profunda causada por su gobierno.

    Pero no fue el único tema: el libro Disposición Final explica la dictadura por dentro a partir de entrevistas con Videla, pero también con otros militares y ex militares, políticos, sindicalistas y funcionarios. Y sus relaciones con los empresarios, Estados Unidos, la Unión Soviética, la prensa, el peronismo, el radicalismo y el Partido Comunista, entre otros factores.

    Como sostuvo el semiólogo, filósofo e historiador búlgaro francés Tzvetan Todorov en un artículo reciente en el diario El País, "si queremos comprender los desastres pasados, condición previa indispensable para cualquier intento de impedir que se repitan, lo que debemos hacer es acudir a quienes cometieron esos actos". Y colocar esos hechos en su contexto histórico porque, según decía Karl Marx, "los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado".

    Es la primera vez que Videla habla en forma tan concreta, precisa y descarnada sobre los desaparecidos. ¿Por qué no lo hizo antes? ¿Por qué no habló así ante la Justicia? Creo, en primer lugar, que los periodistas no estábamos interesados en escucharlo. La última vez que lo vi, le pregunté cuántos pedidos de entrevista había recibido desde que en 2008 el juez Norberto Oyarbide le revocó la prisión domiciliaria y lo envío a la cárcel de Campo de Mayo. "Cuatro ?me contestó. El periodista español que publicó la entrevista en Cambio 16; una periodista colombiana de la que luego no supe más nada; un abogado (Carlos) Manfroni, que acaba de publicar un libro en el que incluye declaraciones mías, y usted". Interpreto que los periodistas estamos todavía atrapados en un paradigma que nos indica quiénes deben ser consultados sobre los años setenta; Videla no figura, claramente, en esa nómina políticamente correcta.

    En segundo lugar, Videla y otros militares acusados o condenados por violaciones a los derechos humanos confiaban en el triunfo de Eduardo Duhalde en las elecciones presidenciales del año pasado, de quien esperaban una suerte de amnistía. A los 86 años y frente a cuatro años más, por lo menos, de gobierno kirchnerista, Videla parece pensar que ya no tiene sentido mantener "el silencio que me había autoimpuesto".

    En tercer lugar, Videla sostiene que, si bien "no estoy arrepentido de nada y duermo muy tranquilo todas las noches, tengo sí un peso en el alma y me gustaría hacer una contribución para asumir mi responsabilidad de una manera tal que sirva para que la sociedad entienda lo que pasó y para aliviar la situación de militares que tenían menos graduación que yo". En este sentido, considera que sus oficiales no tenían otra salida que "cumplir las órdenes si querían seguir en el Ejército".

    Es evidente que la percepción de Videla y de la "familia militar" sobre el desafío armado de las guerrillas y el contexto histórico anterior al golpe amortigua, relativiza en su conciencia el impacto que pueda tener la presencia gritante de los desaparecidos.

    Claro que lo lógico habría sido que Videla diera estas explicaciones ante la Justicia o un organismo o comisión creada desde el Estado. No es bueno que el periodismo reemplace, de alguna manera, a la instancia judicial. Pero tal vez sea hora de preguntarnos con sinceridad si los actuales juicios por delitos de lesa humanidad buscan la verdad de lo que pasó, que incluye la localización de los restos de los desaparecidos, o privilegian la condena en bloque y con argumentos más bien polémicos (por ejemplo, testigos que reconocen a sus presuntos captores y torturadores por el tono de la voz o el perfume que usaban) a los militares y policías acusados o procesados en causas que se mueven muy lentamente y a tono con las especulaciones políticas y electorales del oficialismo.

    El hombre y sus circuntancias

    No se puede analizar un hecho político relevante, como, por ejemplo, el último régimen militar, despojado de su contexto histórico. Lo enseñaba, entre otros, Marx en El dieciocho brumario de Luis Bonaparte , donde al referirse al golpe de Estado del sobrino de Napoleón, en 1851, criticó una interpretación de Víctor Hugo: "Parece, en su obra, un rayo que cayó de un cielo sereno; no ve más que un acto de fuerza de un solo individuo".

    El golpe del 24 de marzo de 1976 tampoco fue un rayo caído de un cielo sereno. El cielo no estaba sereno: el gobierno constitucional de Isabel Perón desfallecía en medio de una tormenta de ineficacia, inflación, desabastecimiento, denuncias de corrupción y violencia política. Por ese motivo, la caída de Isabelita fue recibida con alivio por muchos argentinos.

    Tanto la guerrilla peronista, Montoneros, como la guerrilla trotskista guevarista, el Ejército Revolucionario del Pueblo, jugaban al golpe porque pensaban que la irrupción militar aceleraría la revolución socialista. Más aún: luego del golpe los grupos guerrilleros perjudicaron con sus ataques a los generales que aún creían que la represión debía ser hecha con la ley en la mano. Fue el caso de la bomba vietnamita que el 2 de julio de 1976 destruyó el comedor de la Superintendencia de Seguridad Federal, en plena Capital, donde murieron veinticuatro personas y hubo más de sesenta heridos, y que Videla atribuye a, entre otros, Horacio Verbitsky, cosa que el periodista niega.

    Ese atentado le costó el puesto al general y abogado Arturo Corbetta, que era el flamante jefe de la Policía Federal. "Corbetta quería obligar a la Policía Federal a que combatiera con los códigos de un abogado, pero eso no era de aplicación. La Policía lo dejó solo en el Patio de las Palmeras durante el velatorio de los muertos", señaló Videla. Corbetta fue reemplazado por un "duro", el general Edmundo Ojeda.

    Esto no disminuye la responsabilidad de Videla y sus generales en la Disposición Final, pero nos ayuda a entender todo lo que pasó en aquellos años sangrientos que, seguramente porque no están bien explicados, se resisten tanto al olvido.


    ANTE LA LEY

    1985

    Causa 13/84

    Fue condenado a prisión perpetua en el denominado Juicio a las Juntas Militares, en el que la fiscalía lo acusó formalmente por 700 casos de violación de los derechos humanos.

    2010

    Causa 17.468

    Fue condenado a prisión perpetua por el asesinato de 31 presos políticos, la mayoría de ellos durante simulacros de fuga, para encubrir los crímenes. Por esta causa también fueron condenados más de una decena de represores, entre ellos, Luciano Benjamín Menéndez.

    Otras causas en su contra

    Su responsabilidad en la existencia de un plan sistemático para el robo de bebes durante la dictadura o su complicidad en el marco del Plan Cóndor son algunos de los procesos judiciales que pesan en su contra..
    *Reato es autor también de "Operación Traviata", sobre el asesinato del sindicalista José Ignacio Rucci a manos de la guerrilla.



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    Re: Entrevista a Videla en Cambio16: "no salimos a cazar pajaritos..."




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    Re: Entrevista a Videla en Cambio16: "no salimos a cazar pajaritos..."

    Nuevo reportaje a Videla en Cambio 16. Lamentablemente, ahora también en este medio, hay que ser $uscriptor para leer el reportaje completo, igual sus declaraciones ya causaron revuelo y reproducen lo que dijo distintos medios:

    Jorge Rafael Videla, exdictador de Argentina.
    "La ‘vendetta’ de Kirchner contra el ejército seguirá mientras persista el Unicato”



    Ricardo Angoso


    Se considera a sí mismo un preso político, aunque las autoridades argentinas no le confieren ese título y le desprecian abiertamente, tal como hizo la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner cuando ofreció la primera entrevista a esta revista. Ahora, desde la cárcel, sigue defendiendo la legitimidad de sus acciones en el periodo que algunos denominan como la dictadura más cruel e implacable de la historia argentina y otros como el Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983). Videla sigue defendiendo la legitimidad de sus acciones de entonces, asegurando que solo hubo 7.600 desaparecidos y nos los 30.000 que aseguran las Madres de Mayo, y denunciando lo que denomina como el ‘totalitarismo kirchnerista’

    Ha habido una granpolémica el añopasado con susdeclaraciones. ¿Aqué se debe?
    Con motivo de los documentosescritos por mí y otros hechospúblicos, en oportunidad del juicioa las Juntas Militares, decidíllamarme a silencio porque creíaque en ese tiempo era la actitudmás correcta y conveniente.
    Transcurrido el tiempo y ante elestado de anomia política quepadece la sociedad argentina,provocada por el propio Gobierno,pensé que por las mismas razonesde correcta y conveniente,resultaba oportuna la ruptura de
    mi silencio en las actuales circunstancias.
    Ese cambio de actitud,como era de esperar, abrióuna polémica, animada por lapublicación de un libro titulado
    Disposición final, del cual es autorCeferino Reato, en el que tuveparticipación sobre temas deactualidad y también del pasado.

    ¿Por qué la izquierda y otrossectores siguen utilizando elasunto de los desaparecidos paraatacar a los militares? ¿quépuede decirnos de este asunto?
    En efecto, el tema de los derechoshumanos ha perdido relevanciaen cuanto se descubrióque, más allá de lo que moralmentesignifican, fueron usadoscomo arma de presión políticaque encubre una maraña de negociados
    (por ejemplo, el Plande Viviendas del que resultó exclusivamentebeneficiada laAsociación de Madres de Plaza
    de Mayo). Sin perjuicio de ello,puede también haber contribuidoel “ blanqueo” a que personalmentehice mención en el librotitulado Disposición Final.

    ¿Qué papel tuvieron los Kirchnerdurante el llamado Proceso deReorganización Nacional? ¿erantan “heroicos combatientes”?
    La pareja Kirchner, estudiantesde la Universidad de la Plata ynovios en ese entonces, no pasabade participar en los movimientosde agitación estudiantilde aquella época y ninguno delos dos concretó hechos de violencia.
    En la entrevista anteriorque tuve para Cambio16 con usted,Ricardo Angoso, yo los llamaba“simples panfleteros”, loque a mi juicio, generó en ellosun complejo del que buscarondesprenderse cuando fueron gobierno,alentando la guerra pormedios no violentos, tal comopropone Gramsci.


    ¿Qué errores, en grandes líneas,reconoce del Proceso de ReorganizaciónNacional?
    A mi juicio, el más grave fue elno darle otra razón de ser quejustificara su existencia, luegode haber logrado –a mediados de1978– su objetivo primario, cualera poner orden frente a la anarquíacon que amenazaba el vacío
    de poder generado por el Gobiernode la presidenta María EstelaMartínez Perón, después del fallecimiento
    de su marido. En miopinión era ese el momento parauna apertura política ordenada.


    El resto de la entrevista puede ser consutada en la edición
    impresa de Cambio16 y en la
    Edición Web de la revista en pdf.



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    Re: Entrevista a Videla en Cambio16: "no salimos a cazar pajaritos..."

    Cita Iniciado por Erasmus Ver mensaje
    Nuevo reportaje a Videla en Cambio 16. Lamentablemente, ahora también en este medio, hay que ser $uscriptor para leer el reportaje completo, igual sus declaraciones ya causaron revuelo y reproducen lo que dijo distintos medios:
    LA GACETA, Tucumán:

    Videla pidió a los militares "armarse por la República"

    El ex presidente de facto hizo declaraciones a la revista española Cambio 16.

    BUENOS AIRES.- Después de un año de silencio, el ex dictador Jorge Rafael Videla volvió a hablar con la revista española "Cambio 16", e hizo un polémico llamado a sus ex compañeros de armas. Además, insistió con que el actual Gobierno "hace un uso político de los desaparecidos", afirmó que es un "preso político", y dijo que el país "soporta otra guerra como la que ocurrió a partir de 1976". Los dichos fueron reproducidos por los diarios on line argentinos. Videla, quien actualmente está siendo juzgado en la causa por el denominado "Plan Cóndor", aseguró que en la Argentina el kirchnerismo "continúa hundiendo a la patria en el abismo anacrónico del marxismo", y auguró que en caso de que el Gobierno "se perpetúe en el poder", serán nuevamente "las Fuerzas Armadas y de Seguridad, junto al pueblo del cual provienen, quienes lo impedirán por imperio de la Constitución Argentina". El represor pidió también que sus camaradas de "58 a 68 años, que aún estén en aptitud física de combatir", se armen "en defensa de las instituciones básicas de la República" para combatir a la "presidenta, Cristina Fernández, y a sus secuaces".

    Asimismo, reconoció que el principal error del denominado Proceso de Reorganización Nacional, que rompió el estado de derecho en 1976, fue "el no darle otra razón de ser que justificara su existencia luego de haber logrado, a mediados de 1978, su objetivo primario, el cual era poner orden frente a la anarquía con que amenazaba el vacío de poder generado por la presidenta, María Estela Martínez de Perón después del fallecimiento de su marido. Ese era el momento para una apertura política ordenada".

    "Argentina soporta hoy una guerra sin hacer uso de la violencia física tal cual lo propone Antonio Gramsci (intelectual y activista político italiano, fundador del Partido Comunista), tomando a las instituciones como rehenes y desacreditando los principios y valores que les dieron origen y razón de ser; podemos decir que la República ha desaparecido", afirmó. (Especial)



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  7. #7
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    Re: Entrevista a Videla en Cambio16: "no salimos a cazar pajaritos..."

    No es necesario decir que videla a sido sometidoa una campaña de aniquilación. En fin, lo único que le critico es su modelo de economía liberal. lo que más valoro fue que prohibió el libro de la tía julia y el escribidor.
    pero un golpe nuevo no va a haber, a lo sumo un golpe cívico es posible.

    Pero concuerdo conque debemos salvar la patria antes de que termine de derrumbarse.

    Por Dios y por la Patria,
    con la Cruz y con la Espada.


    Mi Blog: http://edicionessoldemayo.blogspot.com.ar/ (Ediciones Sol de Mayo - Libros y conferencias sobre nacionalismo católico).

  8. #8
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    Re: Entrevista a Videla en Cambio16: "no salimos a cazar pajaritos..."

    Cita Iniciado por Tacuara Ver mensaje
    ...En fin, lo único que le critico es su modelo de economía liberal...
    Es que tanto esfuerzo y sufrimiento para llegar a implantarse un modelo liberal en la economía, es algo inadmisible... ¡Como si el modelo económico neoliberal ya de por sí no fuera casi un auténtico genocidio!. Y es que 'golpes de estado' como esos jamás yo los querría. ¡¡Qué diferencia entre Perón y Videla!!

  9. #9
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    Re: Entrevista a Videla en Cambio16: "no salimos a cazar pajaritos..."

    Ex-Tte. Gral Dn. Jorge Rafael Videla (R.I.P.)

    ¿Qué podemos agregar a todo lo que se ha dicho? Fue un típico general liberal, admirador de los E.E.U.U. y de estadistas como Winston Churchill, nunca se propuso reemplazar la democracia por otro tipo de sistema, simplemente el Proceso se proponía poner la casa en orden liquidando a la subversión y saneando la economía para llamar luego a elecciones, durante su gobierno se aprobó el Estatuto de los Partidos Políticos, p. ej. y nunca se propuso ser un dictador personalista como Pinochet o Stroessner, el Proceso no fue una "marca Videla" sino un triunvirato que luego sería reemplazado por otros dos. Fue un ferviente católico y lector de las Escrituras pero nunca se propuso restaurar el Orden Social-Católico sino la democracia liberal amenazada por el marxismo. El sistema democrático que se instauró a fines del '83 fue quien lo transformó en el "cuco", el villano de la película con el Juicio a las Juntas; los partidos mayoritarios (U.C.R., P.J. y los otros que integraban la Multipartidaria) junto a la izquierda crearon el mito, los liberales que apoyaron su gestión y que algunos de ellos hasta los '90 lo defendían hoy no dan dos pesos por él y dicen cosas como "es el final que le espera a los tiranos, esperemos que pronto vaya a hacerle compañía Fidel junto a Hugo, Pinochet, Hussein, etc.", los peronistas lo recuerdan como un "gorila" y para muchos nacionalistas fue un cipayo. Sólo lo recordaron con afecto algunos que le agradecen haber acabado con la guerrilla o nacionalistas confundidos a los cuales les viene bien cualquier uniforme o bien gente de la familia militar que ante la agresión gramsciana contra todo lo que sea castrense reaccionan instintivamente al revés defendiendo a cualquiera de dichas instituciones que sea atacado o cuestionado.

    Como persona fue un hombre honesto y devoto, cuya austeridad constrastaba con el estilo de vida de la mayoría de la clase política. Como recoradaba una amiga en Facebook, todo lo malo que haya hecho y sus errores fueron purgados con todo lo que le tocó vivir a partir del '85 con el Juicio a las Juntas, años en los que se dedicó al estudio de la Biblia que sería su inseparable compañera: estuvo preso en la alcaidía de Tribunales donde debió compartir celda con jefes montoneros, pasó por el penal militar de Magdalena donde tuvo como compañeros a testigos de Jehová presos por infractores a la Ley de Servicio Militar Obligatorio (a los cuales proscribió por apátridas en el '77), indultado por Menem debió soportar querellas o pedidos de capturas cada vez que hacía declaraciones hasta que el gobierno K. decidiera reabrir las causas contra los militares acusados de violaciones a los DD.HH. y volviera a la cárcel. Jorge Rafael Videla fue encontrado muerto en su celda del penal de Marcos Paz el viernes a las 8:25 a.m., tenía 87 años.

    El parte médico oficial señaló que a Videla "se lo encontró en su celda, sin pulso ni reacción pupilar, por lo que se le realiza un ECC (electrocardiograma), constatándose su óbito, siendo las 08.25 hs del día de la fecha".

    Según revelaron a LA NACION fuentes del penal, Videla comenzó a sentirse indispuesto durante la madrugada de ayer, lo que lo obligó a acudir al retrete de su celda. Por la mañana, las autoridades del penal lo encontraron sin vida. De inmediato se hicieron presentes expertos en Criminalística de la Delegación Morón de la Policía Federal para levantar rastros y, al cierre de esta edición, se esperaba el resultado de la autopsia, aunque las autoridades informaron que se trató de un deceso natural.


    Fuentes de las fuerzas armadas informaron que no recibirá honores militares durante cuando sea sepultado, ya que había sido destituido del Ejército por violaciones a los derechos humanos.
    Ver más

    Descanse en paz, ex- Tte. Gral. D. Jorge Rafael Videla.



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  10. #10
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    Re: Entrevista a Videla en Cambio16: "no salimos a cazar pajaritos..."

    Los últimos días que vivió dentro del penal

    Los intensos dolores de columna y una caída en la ducha quizás hayan anticipado su deceso
    Por Mariano Wullich | LA NACION

    Los últimos días de Jorge Rafael Videla fueron tan sufridos como intensos. No bien comenzó la semana, perdió el equilibro mientras se duchaba en el penal de Marcos Paz y, de allí en más, tras golpear su cadera contra el piso mojado, se acentuó su dolor físico.


    La falta de estabilidad, producto de una severa escoliosis de columna, comenzaba a profundizarse y quienes lo rodeaban, sus "camaradas" presos, observaban cómo su espiga se desgranaba cada vez más.


    Videla, de 87 años, no tenía otra enfermedad orgánica y aunque sin fractura (los golpes suelen terminar mal a esa edad), pudo ser llevado el miércoles al Tribunal Oral Federal N° 1, de Comodoro Py, donde se negó a declarar en la causa que se le seguía por los crímenes del Plan Cóndor . Mientras, entre los otros acusados, 14 en total, se encontraban Reynaldo Bignone y Santiago Omar Riveros.


    Videla intentó mostrarse entero, aunque les dijo a los jueces que sufría de "pérdida de memoria y de estabilidad vertical", esto último, sin duda cierto.


    Las últimas palabras que el país escucho de su boca fueron: "Hoy soy un preso político. No tiene sentido hacer una defensa en el marco de una Justicia vaciada de derecho". Volvió a referirse a la "guerra" contra la subversión. Y también repitió una vez más: "Esto ya es cosa juzgada".


    Fue la última jornada, la primera más fría de 2013, en la que Jorge Rafael Videla volvió a ver las calles de Retiro, algo de verde de la barranca de la plaza San Martín y quizá la Torre de los Ingleses. Después, otra vez la oscuridad de todo penal.




    Imágenes de Jorge Rafael Videla en la prisión de Campo de Mayo publicadas en el libro "Disposición Final", de Ceferino Reato.

    En su celda de Marcos Paz, Videla seguía con los dolores hasta que, anteayer por la tarde, lo buscó la doctora Mirta Juárez Nasso y lo llevó al lugar sanitario de la cárcel para realizarle unos exámenes.


    El ex presidente de facto volvió con su andador y les dijo al resto de los convictos: "Me hicieron los estudios y dieron muy bien". Pero lo real es que sufría una continua descompostura estomacal por la potencia de los analgésicos, casi no comía y estaba cada vez más flaco.


    "El Servicio Penitenciario hizo lo que pudo", dijo uno de los ex militares presos a este cronista. Y luego se quejó: "El general debió haber estado en su casa, en un hospital o en Campo de Mayo, de donde lo arrancaron los jueces con la sugerencia del director del Servicio Penitenciario Nacional, Víctor Hortel, ese hombre que saca presos a pasear y que adhiere a una agrupación kirchnerista".


    Otro de los presos, quien también conservaba la verticalidad para con Videla, aseveró: "Jamás perdió su dignidad y entereza. A pesar de que nosotros tratábamos de impedírselo, él lavaba sus cosas y todos sus utensilios". Fuentes castrenses indicaron que en los últimos días había tenido tres caídas.


    "Me hicieron los estudios y me dieron bien", fueron las últimas palabras de Jorge Rafael Videla, ante un pequeño grupo.


    Horas después, los médicos del penal confirmaban su defunción.

    LA NACION
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  11. #11
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    Re: Entrevista a Videla en Cambio16: "no salimos a cazar pajaritos..."

    Jorge Lanata recuerda el apoyo de Moscú y el P.C. al Proceso:

    Videla murió, pero no se acabó la cultura autoritaria

    Por Jorge Lanata

    Muerto el perro, ¿se acabó la rabia? Sostienen las enciclopedias que el sentido de este refrán español tiene que ver con la causa y el efecto: “Se aplica a un enemigo que ya no puede hacer más daño porque está muerto o, en sentido general, a cualquier persona que está causando perjuicio”. El sentido intrínseco no es sólo español, sino mundial. “Rabies end with the death of a dog”, la traducción literal al inglés no tiene mucha lógica. Ellos dirían: “The best way to solve a problem is to attack the cause”. Pero y entonces, ¿el efecto termina cuando la causa muere?


    No termina; el refrán es una falacia. La mejor manera de librarnos de nuestras responsabilidades individuales es transformarlas en símbolos colectivos.


    Ayer murió un símbolo de la dictadura de 1976, quizás el mayor, un integrista católico que se creyó predestinado, un militar completamente argentino que encabezó la masacre de miles de personas. Pero recordar hoy la última dictadura militar como un plato volador que aterrizó para sojuzgar a millones de argentinos honrados y pluralistas es mentira. Videla fue un asesino, pero un asesino emergente de su época, su cultura y su país.


    Claro que hubo víctimas, y muchas, pero hubo también silencio cómplice, abulia y desinterés. Nadie mata a decenas de miles de personas en un país que no lo consiente por acción u omisión. Aunque no es cierto que “cada país tiene lo que se merece”, es fácil depositar la culpa en el otro y nivelar todas las responsabilidades. En un país del Tercer Mundo donde un tercio de la población está aún debajo de los niveles de pobreza, hay gente que no tiene lo que se merece, tan sólo tiene lo que le dan, lo que le toca.


    Y hay, después, niveles de responsabilidad. Hubo, ayer, quienes se alegraron de la muerte: algunos recordaron el “Obituario con hurras”, d e Mario Benedetti, el mayor de los poetas menores del Uruguay. Circuló con profusión por Internet luego de la muerte de Reagan, aunque el mismo Benedetti aclaró que había sido escrito en 1963 “y se refería a cierto crápula doméstico”.


    “Se acabó el monstruo prócer, / se acabó para siempre, / vamos a festejarlo, / a no ponernos tibios, / a no creer que éste / es un muerto cualquiera” , dice el Obituario.


    “Vamos a festejarlo, / a no ponernos flojos, / a no olvidar que éste / es un muerto de mierda” .


    Videla fue la expresión más acabada del Partido Militar, de aquellos nacionalistas que tomaban por asalto el poder para nombrar luego a ministros de Economía liberales. Pero el Partido Militar contó con el apoyo de toda la clase política local: según las épocas, ya los radicales, comunistas, socialistas como los mismos peronistas llamaron con pasión a la puerta de los cuarteles. Hasta la propia guerrilla lo hizo, en la convicción de que una dictadura sangrienta haría que el pueblo apoyara los “ejércitos populares”. Mientras los Kirchner remataban departamentos en Santa Cruz, el Partido Comunista local sufría una división interna: estaban los que creían que “matando a diez mil” esto se arreglaba, y estaban los que decían que “eran necesarios cien mil al menos”. El apoyo de Moscú a la dictadura fue general: las diferencias estaban entre apoyar a Videla o a Massera y Viola. Esto suena tan extraño a la cultura de esta época como recordar a aquel tipo que durante el Juicio a las Juntas –yo estaba ahí– relató que lo liberaron de la ESMA cuando presentó el carnet del partido.


    Ahora que pasaron casi cuarenta años y murió Videla, tal vez valga la pena preguntarse qué queda de Videla en nosotros, qué cosas de la dictadura militar sobreviven en una democracia autoritaria, la de un gobierno que completó e impulsó los juicios a los genocidas pero, a la vez, se preocupó más por los derechos humanos pasados que por respetar los presentes. ¿Son tan distintos los militares que se pensaban anteriores a la Nación que el grupo que sostiene el monopolio de lo nacional y popular? ¿Y las fantasías del poder eterno? ¿El sueño de Onganía de gobernar veinte años difiere en sustancia de la reelección indefinida? Se dirá que ahora, afortunadamente, el pueblo vota. Es obvio, ¿pero no se mantiene la lógica amigo-enemigo? ¿No hay, también hoy, quienes tienen el copyright de la verdad? El proyecto Equis o el infiltrado de la Policía en la agencia Rodolfo Walsh evocan los mismos fantasmas del pasado, como lo evoca la censura a los índices de precios de las consultoras o el acoso a los medios independientes.


    “Hay dos modelos de periodistas: el liberal dependiente y el de la causa nacional”, dijo esta semana Carlos Kunkel, copropietario de la causa nacional. ¿No hay en ese pensamiento un hálito de Videla?


    Las dictaduras de las mayorías o de las minorías no son tan distintas: ambas necesitan que el Otro desaparezca y ambas se sostienen en la convicción de que son los únicos representantes del Pueblo, la Verdad y la Nación. Por eso son personalistas, autoritarias y necesitan inventarse un pasado y un presente; por eso siempre son “fundacionales” y tienen un único interés: mantenerse en el poder a costa de lo que sea.


    Videla murió ayer, pero la cultura autoritaria del Partido Militar aún sobrevive y atraviesa la historia argentina del siglo XX y el actual. Falta que pase mucha agua bajo el puente hasta que Videla esté definitivamente muerto.
    Clarín



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  12. #12
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    Re: Entrevista a Videla en Cambio16: "no salimos a cazar pajaritos..."

    General Videla entrevistado por el periodista Ceferino Reato para LA NACION:

    "La justicia española había condenado a muerte a tres etarras, una decisión que Franco avaló a pesar de las protestas de buena parte del mundo: sólo pudo ejecutar al primero, y eso que era Franco"
    Condenar a muerte a tres terroristas juzgados y confesos era una acción completamente lícita, dentro del ámbito de la justicia. En muchos otros países existía pena de muerte por aquellos días. Una cosa es eso y otra muy diferente torturar y asesinar a siete mil opositores, por muy terroristas que fueran, con procedimientos muy similares, casi idénticos, y desde luego igual de criminales, a los que empleaban los socialistas, anarquistas y comunistas en las terribles checas de la segunda república o mas recientemente, en la España de los ochenta, bajo el gobierno criminal de Felipe González y compañía, cuando se destaparon los casos del GAL.

    En todos esos casos, el error cometido fué aceptarse la máxima de que el fin justificaba los medios... El camino correcto es utilizar la justicia con las debidas garantías procesales previstas en la legislación (tal y como se hizo en tiempos de Franco, a los que alude este señor...), y si hace falta enviar, después de haber sido encontrados culpables, a los acusados al patíbulo. Pero pudiendo hacerlo con la conciencia bien tranquila y las manos limpias de sangre. Y nunca jamás rebajando la labor del estado al mismo nivel que el de los propios terroristas. Quizás le pareciera a todos estos señores de esa Junta Militar, que el precio político a pagar iba a ser demasiado alto a corto plazo si hacían las cosas como era debido, pero la labor del estado no puede equipararse a la de los chequistas amigos de Carrillo, de Pol Pot o de Stalin.

    Ahora bien, para los que creen que en el actual régimen del 78, en España podemos dar ejemplos, hay que decir que el mismo error que cometieron Videla y compañía (solo que en proporciones cuantitativas inferiores, eso es cierto...) lo cometieron en España algunos de los gobiernos del señor X y el ministro Barrionuevo. No hace falta viajar a la Argentina de Videla para ver crímenes de estado tan horrendos...

    _______________________________
    Los métodos chequistas que utilizó esta junta de gobierno militar no es ni de lejos el apropiado para un gobierno regido por un militar que se dice católico y que duerme bajo un crucifijo situado sobre su cama (http://l3.yimg.com/bt/api/res/1.2/pJ...710663w600.jpg). Sinceramente me asombra que se pueda decidir impunemente la tortura y la muerte de siete mil opositores, así... de esa forma tan metódica... y con tantísima sangre fría.

    De modo que solo puedo decir de este señor, ahora que ya se encuentra ante el implacable juicio del Altísimo, lo mismo que dije cuando murió el asesino de Carrillo en su día: ¡¡Que Dios se apiade de su alma!!.


    Un saludo
    Última edición por jasarhez; 20/05/2013 a las 19:11
    Valderrábano dio el Víctor.

  13. #13
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    Re: Entrevista a Videla en Cambio16: "no salimos a cazar pajaritos..."

    Y aún hoy, los restos del General Videla no pueden descansar en paz. Los rojos y los que se autoproclaman "defensores de los derechos humanos", lo impiden. Así son de hipócritas estos personajes, que se hacen llamar defensores de las personas, pero niegan el elemental derecho a tener una cristiana sepultura. Y puedo apostar además que estos mismos tipos, a la muerte del dictador Castro no dudarán en rendirle honores.

  14. #14
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    Re: Entrevista a Videla en Cambio16: "no salimos a cazar pajaritos..."

    "Sinceramente me asombra que se pueda decidir impunemente la tortura y la muerte de siete mil opositores, así... de esa forma tan metódica... y con tantísima sangre fría."
    Qué fácil es condenar detrás de un escritorio.
    No eran simples opositores sino criminales de la peor ralea, contra quienes no es posible combatir de otro modo. Hay que saber el tipo de basura subhumana que fueron los montoneros y compañía.

    Dios tenga en su santo Reino a este hombre condenado por el sólo hecho de servir desinteresadamente a su Patria contra los peores enemigos de Dios y la Cristiandad.

    General Videla, Nuestra Señora lo ampare y descanse en paz.
    El Tercio de Lima y Manuel Barros dieron el Víctor.

  15. #15
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    Re: Entrevista a Videla en Cambio16: "no salimos a cazar pajaritos..."

    Cita Iniciado por CRISTIÁN YÁÑEZ DURÁN Ver mensaje
    "Sinceramente me asombra que se pueda decidir impunemente la tortura y la muerte de siete mil opositores, así... de esa forma tan metódica... y con tantísima sangre fría."
    Qué fácil es condenar detrás de un escritorio.
    No eran simples opositores sino criminales de la peor ralea, contra quienes no es posible combatir de otro modo. Hay que saber el tipo de basura subhumana que fueron los montoneros y compañía.
    En ningún caso es cristiano afirmar que el fin justifica los medios.

  16. #16
    Avatar de Hyeronimus
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    Re: Entrevista a Videla en Cambio16: "no salimos a cazar pajaritos..."

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    Jorge Rafael Videal junto a su Ministro de Economía, Martínez de Hoz

    Las primeras horas de la mañana del día de ayer nos sorprendieron con la noticia de la muerte de Jorge Rafael Videla, ex jefe del Ejército y presidente de la República Argentina, en calidad de líder del Proceso de Reorganización Nacional, que derrocó el 24 de marzo de 1976 al gobierno de Isabel Martínez de Perón. Una de las principales tareas a que hubo de abocarse el nuevo gobierno cívico-militar en aquel entonces, y que incluso motivó en buena medida el golpe de Estado por el caos social que se había generado, fue la de hacer frente a la guerrilla subversiva, de inequívoca orientación marxista, por lo demás confesa, que al mismo tiempo azotaba distintas regiones del mundo, muchas de ellas de nuestro continente.
    Suena a perogrullada traer a colación este dato histórico evidente, pero resulta necesario hacerlo, por cuanto su inexplicable olvido conduce inevitablemente a un enfoque sesgado y parcial de la realidad que vivió nuestro país en la década del 70; lo cual sucede con demasiada frecuencia. De manera que, ante todo, conviene dejar bien sentado que la "dictadura" hubo en todo caso de hacer frente a una amenaza real, cuyo saldo en número de víctimas solamente se puede constatar con facilidad, con tal de que no nos lo impidan los prejuicios ideológicos. Lamentablemente, empero, se verifica a este respecto una notable coincidencia (una más) entre el sector identificado como liberal, de nuestra patria, y el del pensamiento de izquierda, que convergen en la aplicación de los más duros epítetos a todo lo que tenga que ver con el Proceso de Reorganización Nacional. Con distintos matices en cada caso, parece que se trató meramente de una persecución política, basada en la "intolerancia" hacia una postura de pensamiento distinta; quienes vivieron ese momento saben, por el contrario, que se trató de una verdadera guerra...
    Consideración aparte merecen los métodos empleados por el gobierno de turno en orden a la aniquilación necesaria del elemento subversivo. Es sabido que el dilema que se planteó desde un primer momento a las autoridades militares fue el de optar entre la eficacia y la legalidad, vale decir, entre la represión rápida y eficiente de la guerrilla, aunque ello supusiera dejar parcialmente de lado las vías legales, y la escrupulosa observancia de las normas procesales, en desmedro de la agilidad de una solución que se consideraba urgente. En modo alguno pretendemos justificar la opción elegida, que fue la primera, cuyas consecuencias habrían de pagar muy caro quienes en su momento la llevaron adelante, alcanzando, eso sí, la eficacia esperada, al menos desde el punto de vista militar; lo que no pudieron evitar fue la derrota en el plano cultural, que tenemos ante nuestros ojos.
    Además del comprensible reproche (atizado e instrumentalizado por la ideología, por otra parte) que suscita la estrategia adoptada como plan sistemático, existen los errores lamentables en los distintos niveles de las fuerzas armadas a la hora de realizarla, dejándose llevar por los excesos con mayor o menor frecuencia, sufriendo por ello en más de una ocasión personas inocentes, o al menos no lo suficientemente involucradas con los crímenes de los subversivos como para hacerse acreedoras de sus penas. Ahora bien, es preciso reconocerlo, no debemos dar crédito a todo lo que "se dice" en materia de testimonios, cifras, etc. En efecto, como recién lo señalamos, los hechos no sólo han sido instrumentalizados por la ideología imperante, sino también, y con no poca frecuencia, lisa y llanamente distorsionados. Nos preguntamos, por ejemplo, cuál es el origen de la cifra de 30.000 desaparecidos, cuando el informe oficial de la CONADEP arroja un número que no alcanza los 10.000. Si se trata de una verdadera injusticia, una sola víctima constituye un hecho grave; así, pues, ¿cuál es el motivo para "inflar" números? Nos inclinamos a pensar que se busca apoyar en un número ficticio lo que no puede ser sustentado plenamente en la realidad de los hechos.
    La periodista Beatriz Sarlo, columnista del diario La Nación, ha publicado hoy un breve artículo, en que ubica a Jorge Rafael Videla en el Séptimo Círculo del Infierno, haciéndose referencia a la descripción que el Dante hace del mismo en la Divina Comedia. Es posible que dicha referencia haya sido un tanto forzada, a los fines de vincular la fisonomía "siniestra" de Videla a su condición de católico y hacer alarde de la suya de no creyente. Si es no creyente, como se encarga de subrayar casi con agresividad, lo lamentamos por ella; creemos que, en ese caso, hubiera hecho mejor en omitir toda alusión a lo que no conoce. Con todo, y a pesar ignorar quien está y quien no en ese lugar de tinieblas (en esto no sabemos tanto como ella), permítasenos dudar de que "el símbolo de la dictadura", como lo califica con altisonancia la portada del matutino porteño, esté allí: sólo Dios lo sabe. Por nuestra parte, y sin negar por ello la magnitud de los errores que pudiere haber cometido en cualquier materia, tendemos a pensar que afrontó sus últimos momentos con espíritu cristiano, lo cual nunca puede ser en vano. Es probable que ese espíritu lo haya acompañado durante todos estos años, y fortalecido contra los embates de sus infames enemigos, ahora en el poder, que mientras honraba con los más altos cargos y señaladas distinciones a los criminales de antaño, no dejaba pasar ocasión para denostar todo aquello que oliera a militar.
    No son éstas, al menos en nuestra intención, líneas de adhesión incondicional ni a Jorge Rafael Videla ni al gobierno militar de los ´70, cuyas deficiencias reales no queremos ni podemos ocultar en modo alguno; mucho menos lo son de canonización o bendición de lo que no fue ciertamente santo. Simplemente se inscriben las mismas en el noble proyecto, llevado adelante desde hace pocos años por algunas mentes menos prejuiciosas y más despiertas, de llegar a una visión equilibrada y objetiva de la realidad histórica nacional, de alcanzar el contenido verdadero de aquellas dos palabras tan excelsas, aunque tristemente usurpadas por los embusteros del momento: la Verdad y la Justicia.

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  17. #17
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    Re: Entrevista a Videla en Cambio16: "no salimos a cazar pajaritos..."

    Por la información que tengo, en Argentina ha ocurrido algo increíble. Inicialmente, los delincuentes terroristas eran considerados eso: delincuentes y terroristas. Luego, se introdujo la llamada teoría de los "dos demonios", por la cual se consideraba, tanto a los terroristas como a los militares, como dos demonios enfrentados, por lo tanto, se les ponía en el mismo plano y con igual responsabilidad. Ahora, finalmente, ha pasado que los militares son los grandes demonios, mientras que los terroristas no fueron más que guerrilleros, chicos idealistas que a lo más actuaron equivocadamente. Como dicen, perdieron la guerra militar, pero ganaron la guerra ideológica. A mí todo eso me huele muy mal y me parece absurdo. Y peligroso también, pues lamentablemente creo que poco a poco está pasando lo mismo en mi país.
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  18. #18
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    Re: Entrevista a Videla en Cambio16: "no salimos a cazar pajaritos..."

    Cita Iniciado por Montealegre Ver mensaje
    Por la información que tengo, en Argentina ha ocurrido algo increíble. Inicialmente, los delincuentes terroristas eran considerados eso: delincuentes y terroristas. Luego, se introdujo la llamada teoría de los "dos demonios", por la cual se consideraba, tanto a los terroristas como a los militares, como dos demonios enfrentados, por lo tanto, se les ponía en el mismo plano y con igual responsabilidad. Ahora, finalmente, ha pasado que los militares son los grandes demonios, mientras que los terroristas no fueron más que guerrilleros, chicos idealistas que a lo más actuaron equivocadamente. Como dicen, perdieron la guerra militar, pero ganaron la guerra ideológica. A mí todo eso me huele muy mal y me parece absurdo. Y peligroso también, pues lamentablemente creo que poco a poco está pasando lo mismo en mi país.
    Los delincuentes terroristas fueron solamente eso, como usted dice, DELINCUENTES TERRORISTAS. En ningún caso guerrilleros idealistas... Simple y llanamente eran asesinos. Ahora bien, como digo, olvidar que el fin jamás justifica los medios, y las consecuencias de realizar acciones basadas en un principio distinto a éste, amén de las lógicas implicaciones morales que conllevan, y que tampoco son premisibles en modo alguno ni bajo cualquier circunstancia, se obtiene posteriormente una pérdida de legitimidad precisamente a consecuencia de haberse realizado ese tipo de acciones. Y finalmente, el resultado a medio o largo plazo, es que la 'guerra' acaban ganándola culturalmente los que jamás debieran de haberla ganado.

    Aquí, en España, en los años 80, el gobierno socialista de Felipe González destinó una serie de fondos para realizar una guerra sucia similar contra los asesinos de ETA en suelo francés. Naturalmente, como siempre suele ocurrir en este tipo de acciones, se cometieron gravísimos errores, que aparecieron poco tiempo después en la portada de todos los diarios. Casos de personas asesinadas y enterradas posteriormente en cal viva, de los que se descubrió mas tarde que no tenían ninguna filiación política conocida, etc, etc... Aquí, en España, el ministro socialista José Barrionuevo acabó en la cárcel por ello, y con él algunos altos cargos de su ministerio. Y el gobierno del que formó parte consiguió un enorme descrédito por utilizar métodos de actuación similares o idénticos a los de los terroristas que deseaba combatir. De hecho, hasta el candidato del PP, José María Aznar, se aprovechó también de ello, y realizó una feroz labor de desprestigio político contra el PSOE, para hacer su particular campaña que le llevó a la Moncloa...

    http://es.wikipedia.org/wiki/Grupos_...iberaci%C3%B3n

    De modo que, como ya digo, sin hacer mas consideraciones morales (que ya he hecho antes sin dejar margen de duda), la evolución histórica de los hechos confirma que estratégicamente a medio o largo plazo son cuanto menos un error táctico imperdonable ese tipo de políticas basadas en el terrorismo de estado, por muy 'buenos resultados' que parezcan dar en un principio, porque luego generalmente acaban pasando una carísima factura, ocurriendo en la mayoría de los casos eso mismo que usted denuncia en su mensaje; es decir... que los terroristas acaban ganando, sino la guerra entera, al menos sí una importantísima batalla en el campo cultural e ideológico que jamás debieran de haber ganado. Además de que, en todas esas particularísimas guerras sucias contra el terrorismo que libraron diversas dictaduras de Hispanoamérica durante los años 70, los únicos que han acabado pagando con el descrédito nacional e internacional, han sido los brazos ejecutores que, como fieles capataces, tomaron la decisión de llevarlas a cabo; pero jamás pagaron ni pagaran los verdaderos cerebros de la misma.

    'Cerebros' que no vivían ni en Argentina, ni en Chile, ni en Brasil, ni en Paragüay... sino en los EE.UU.


    Un saludo


    ____________________________
    P.D.: No hubo una mayor dosis de hipocresía política que la imputación que realizó el juez Garzón contra el general Pinochet, al 'olvidarse' de acusar también a Kissinguer y compañía. Así se limpiaba la cara a los verdaderos inductores de todos aquellos crímenes de estado, metiendo en la cárcel (o intentando hacerlo) únicamente a sus dóciles capataces sudamericanos, pero dejando completamente al margen de toda culpa y descrédito a los verdaderos cerebros e inductores de la misma.
    Última edición por jasarhez; 27/05/2013 a las 00:16

  19. #19
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    Re: Entrevista a Videla en Cambio16: "no salimos a cazar pajaritos..."

    Los delincuentes terroristas fueron solamente eso, como usted dice, DELINCUENTES TERRORISTAS. En ningún caso guerrilleros idealistas... Simple y llanamente eran asesinos...
    Efectivamente, y así debieron quedarse. Pero la propaganda y la acción política de sus partidarios ha tenido éxito en lavarles la cara. Es una pena para Argentina que opiniones como la de la corrupta proterrorista Hebe de Bonafini se hayan convertido en el discurso oficial del país:

    Al echar más leña al fuego de la polémica, la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, elogió la nueva edición del "Nunca más" y calificó de "mierda" el texto de Sabato."Sabato junto a Tróccoli [Antonio, ex ministro del Interior] hicieron esa mierda para hablar de dos demonios", dijo Bonafini, que elogió la iniciativa de "algunos colaboradores como Mattarolo [Rodolfo, subsecretario de Derechos Humanos] y Duhalde".
    Bonafini rechazó enfáticamente la teoría de los dos demonios. "Nuestros hijos no eran demonios. Eran revolucionarios, guerrilleros, maravillosos y únicos que defendieron a la Patria", dijo. Y reconoció que "algunos de la derecha están muy ofendidos y los progres también".
    Controversia por el prólogo agregado al informe "Nunca más" - 19.05.2006 - lanacion.com *

  20. #20
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    Re: Entrevista a Videla en Cambio16: "no salimos a cazar pajaritos..."

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    Cita Iniciado por Montealegre Ver mensaje
    Efectivamente, y así debieron quedarse. Pero la propaganda y la acción política de sus partidarios ha tenido éxito en lavarles la cara. Es una pena para Argentina que opiniones como la de la corrupta proterrorista Hebe de Bonafini se hayan convertido en el discurso oficial del país:

    Controversia por el prólogo agregado al informe "Nunca más" - 19.05.2006 - lanacion.com *
    Pues sí, completamente de acuerdo. Además, de una persona que se atreve a cometer la profanación y el sacrilegio de hacer lo que ella hizo (y que me dá hasta vergüenza escribirlo) junto al altar de la catedral, no se puede esperar nada bueno, por mucho que la saquen en vídeos con cantantes de moda o hablen de ella con buenas palabras en casi todos los noticieros.

    Un saludo


    Última edición por jasarhez; 28/05/2013 a las 18:58

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