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Tema: "Desintegración de la Monarquia y la Extinción del Reino Castellano de Indias"

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    "Desintegración de la Monarquia y la Extinción del Reino Castellano de Indias"

    En los primeros documentos que escribió, el "Monarca" se presentaba como pacificador y arbitro entre las distintas fracciones políticas, así como campeón de una profunda reforma que todos juzgaban necesaria y que, llevada a cabo con inteligencia y mensura, todos hubieran aceptado. Pero las promesas no se cumplieron; en cambio, el Rey instauro “el capricho en forma de gobierno”, equiparable al despotismo ministerial de los peores días de Godoy, aunque superándolo en irracionalidad y torpeza. En América se extendía y agravada la guerra civil, pero el regreso del monarca privaba a los insurgentes de bases jurídicas para legitimar su posición. Una política de amnistía y de olvido del pasado hubiera logrado atraer a casi todos. Unas Cortes como las que prometió, de tipo estamental, bien preparadas y convocadas con presteza, hubiera sido mejor lugar de encuentro, dialogo y transacción que las Cortez de Cádiz. La burocracia Real en América pudo nutrirse de buenos políticos, moderados y pacientes, claro respaldados por adecuadas fuerzas militares, con misión de exclusivamente disuasoria o, en ultimo termino, intimidatoria. Las Cortez no fueron convocadas. El Monarca renuncio a su papel de árbitro y se situó al frente del bando Fidelista, que comenzó a llamarse “Realista”. De este modo, consideraba a la totalidad de los “Autonomistas como rebeldes” y traidores a su Rey Legítimo. Aun utilizando tropas como principal instrumento de represión como única política, el vigor de la causa Fidelista era tanto, el prestigio del Rey tan grande en 1814 y las ansias de paz tan generalizadas que poco falto para que en cuestión de los años Fernando VII pudiera cantar victoria. En 1816 no quedaba más núcleo Patriota que el de Buenos Aires y su mermada zona de influencia. Cabe preguntarse qué hubiera ocurrido si el Monarca hubiese dispuesto de una fuerza expedicionaria que enviar al Rio de la Plata en aquel momento. Lo que sucedió a partir de entonces ya no sería consecuencia de la invasión napoleónica, ni de las crisis de la Monarquía abierta en 1808, sino resultado de la política errónea del Monarca y sus asesores. Los Patriotas más comprometidos se vieron acorralados por la actitud del Rey, sin otro horizonte que el exilio, la cárcel o la muerte. Es natural que siguieran luchando, ahora por su vida. En 1819 la situación era mucho más grave que en 1814, pero no desesperada. Por fin una gran fuerza expedicionaria se disponía a embarcar de Cádiz con destino a ultramar. Dado que Patriotas en ultramar y Liberales de la Península fueron víctimas por igual de la represión absolutista, es lógico que se apoyaran mutuamente ante el enemigo común. Mucho se ignora acerca de colaboraciones y acuerdos entre ellos, ya que fueron elaborados en el seno de sociedades secretas, bien de carácter masónico o político. Patriotas y dineros Americanos tuvieron su parte en el pronunciamiento de Riego y Quiroga en Enero de 1820, primer gran servicio que presta a aquellos el Liberalismo Peninsular: el Ejército Real Expedicionario no saldrá jamás de Cádiz. Con ello perdieron los Realistas de América toda esperanza de recibir los refuerzos que venían pidiendo, mientras los Patriotas vieron desaparecer la espada de Damocles que tanto les preocupaba y que, por ejemplo, tenia inmovilizado en Chile al ejercito de San Martín. Apenas supo éste que no iba a necesitársele en la defensa del territorio de las Provincias unidas del Rio de la Plata, puso en plan su ataque al “Perú”, en cuyo litoral desembarca. El Gobierno Liberal de Madrid ordena a los Jefes Realistas negociar con los Patriotas, cuando la hora de hacerlo ha pasado ya.Durante el trienio liberal, sin embargo, mucho más importante que lo que el Liberalismo intento hacer de positivo es lo hizo rematadamente mal respecto a América. A partir de mediado de Agosto de 1820 las Cortez fueron tomando las siguientes decisiones (expulsar a los jesuitas, readmitidos poco antes en España) y confiscar sus propiedades; suprimir el fuero eclesiástico y otro privilegios del clero); decretar una drástica reforma de las órdenes religiosas (supresión de monasterios, prohibición de adquirir bienes raíces, etc.); suprimir el fuero militar para las milicias y reducirlo para las tropas profesionales. Era difícil legislar peor, en contra de los grupos sociales que constituían desde 1810 la coalición “Fidelista” en la Nueva España. La respuesta local fue inmediata y contundente, el plan de iguala, de febrero de 1821. La coalición “Realista Novohispana” se convertía de pronto en “Independizante por fidelidad a sus principios, ideas e intereses”. En el otoño de 1821, la “independencia de Hispanoamérica era un hecho final e irreversible; toda la sangre que aun se derramo hasta que acabaron hasta las últimas resistencias en 1826 fue inútil”. El “mal gobierno” de la “Monarquía” duraba sin interrupción desde 1792, continuaba sin que se le viera fin ni siquiera esperanza de que alguien lo remédiese.SUS CONSECUENCIAS Unas palabras finales sobre las consecuencias para que sus territorios “Americanos y Europeos” tuvo la desintegración de la “Monarquía Española”. Junto con el Reino de Portugal, El Reino de España resulto ser la “gran víctima” del gigantesco conflicto Anglo-Francés que se desarrollo en 1793 y 1815. Los “Reinos de Indias” vieron interrumpidos desde 1796 su comercio transatlántico con la “Península Hispana”. A partir de 1810, “Realistas y Patriotas pelearon en su suelo, a lo largo de casi tres lustros, con la crueldad que caracteriza a todas las guerras civiles, llenando de ruinas los hasta entonces prósperos territorios de la América Hispana y provocando una pavorosa fuga de capitales”. Mientras tanto, buques y mercancía “británicos y norteamericanos invadían masivamente los mercados indianos, hacían una competencia ruinosa de las industrias manufactureras indianas y preparaban a las nuevas naciones Hispanoamericanas para su futura situación de dependencia económica bajo el sistema neocolonial”. Entretanto, los “Estados Unidos de Norteamérica” (Sajones) recogieron los beneficios de su “aparente e interesada neutralidad” en el largo conflicto internacional, cuya gradual extensión acabó por convertir a la marina mercante norteamericana en la única neutral; de este modo el valor de las exportaciones de productos nacionales se multiplico por cinco entre 1793 y 1801, continuando su aumento hasta 1807 a un ritmo “impresionante”. Lo que el país no producía, lo importaba del resto del continente, “para reexportarlo” principalmente a Europa, y el valor de esas reexportaciones, solo hasta 1807, “se multiplico por 200”. “Los Estados Unidos de Norteamérica experimentaron un crecimiento económico increíble por su rapidez y sin precedentes por su volumen”. La compra de Luisiana a Francia y de las Floridas al “Reino de España”, ambas a precio de saldo, “supusieron la expansión territorial más rápida, pacífica y barata que registra la Historia”, permitiendo en un futuro próximo la creación de un mercado de tamaño continental que Europa no ha comenzado a organizar hasta nuestros días. El sierre de los puertos de Norteamérica al tráfico transatlántico, motivado por las molestias que los bloqueos ocasionaban a los mercados yanquis, permitió sin embargo el comercio de “sabotaje” con los puertos de toda América, mientras que la navegación Norteamericana a Europa continuo al margen de la Ley.Aunque con un gran potencial de riqueza, Los Estados Unidos de Norteamérica eran en 1790 un “país insignificante y marginal”, con escasas posibilidades en el comercio marítimo y sin perspectivas de crecimiento económico rápido. En la misma fecha, los “Reinos de las Indias” (EL Reyno de la Nueva España, El Reyno de Perú, El Reyno de Nueva Galicia, El Nuevo Reyno de León, etc.) eran la zona “más poblada, prospera y desarrollada del Nuevo Mundo”. En las tres décadas siguientes, Los Estados Unidos de Norteamérica pasaron de la “insignificancia a la grandeza”, mientras que “Hispanoamérica” pasaba de la “prosperidad a la ruina”, de la “unidad al fraccionamiento”. Las nuevas naciones transformaron “sus límites administrativos en fronteras nacionales” al precio de una “serie de guerras”, algunas muy sangrientas; adoptaron regímenes políticos poco acordes con sus tradiciones, lo que origino largos periodos de inestabilidad interior, cuando no verdades guerras civiles. En cuanto al “Reino de España Peninsular”, no logro una integración decorosa en la Europa postnapoleonica, pasando bruscamente a ser una potencia de ultimo rango; entro en un periodo de guerra civiles que retrasaron tanto la recuperación de la ruina ocasionada por la guerra de independencia como la modernización de la economía. La “Monarquía” pago sus culpas con su desintegración, completa en 1898 con la perdida de Cuba, Puerto Rico y la Filipinas, que le arrebato Estados Unidos de forma humillante. La pérdida de prestigio de los Reyes fue tan rápida y merecida que condujo a los destronamientos de 1868 y 1931. Al separarse unos de otros, los pueblos Hispanos Peninsulares y Americanos se hundieron en la miseria y emprendieron rumbos históricos todavía hoy divergentes. Después de leer, estudiar y matizar este ensayo del Historiador Don Guillermo Céspedes del Castillo hiervo de rabia y de indignación y ahora si me reclamo “Español Americano” sin medias tintas; la historia a veces nos pone pruebas que debemos enfrentar y vencer por nuestra raza, nuestra fe y nuestra patria; ahora comprendo por qué los Estados Unidos de Norteamérica se convirtieron en potencia y nuestros pueblos quedaron sumidos en la pobreza y la soledad.Espero que con la puesta de este ensayo se reavive en nosotros la necesidad urgente de una unión Hispánica y que en ambos lados del charco nos sintamos hijos de una misma “Patria” ya es tiempo de mirar y comprender nuestra historia y perdonar nuestros errores.
    Saludos en Xto. Rex et María Regina
    Pro Deo, Patria et Rex
    No se ama lo que no se conoce
    Última edición por El Tercio de Lima; 27/08/2012 a las 04:32

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