Hispanoamérica por dentro
LAS PIEDRAS LABRADAS
Por Jorge Luna Yepes(Vértice)Aparecido en “COMBATE”, diario-órgano de Acción Revolucionaria Nacionalista Ecuatoriana -ARNE,
Quito, Marzo de 1953.
Vista de la nave central de la catedral Primada de América (1521-1541). Santo Domingo – República Dominicana
En frase profunda y esperanzada un escritor contemporáneo, con unción llena de vida, el acto de fe en las obras inmortales de su estirpe: “Creo en la virtud de las piedras labradas, y en que el espíritu que las talló vuelve a infundirse en el país de sus canteros, escultores y maestros de obras, si no ha perdido totalmente la facultad de merecerlo”.
Es acto de fe profunda en las piedras labradas, que es como decir en la espiritualización de la materia, equivale a defender la perdurabilidad de la cultura y de las instituciones a través de las manifestaciones superiores del arte, de un arte transplantado para poner las bases humanas de la conquista organizadora de costumbres, como Grecia en los períodos de su generoso esplendor, cuando las lanzas de sus conquistadores llegaron a las tierras ubérrimas del Oriente.
Hernán Cortés y Pizarro y Sebastián de Benalcázar y Ercilla y Orellana, y tantos otros nombres que la historia nos recuerda, verdaderos césares de nuestra edad, buscaron la perpetuación de sus hazañas en la mente acogedora de los artistas que a cada paso iban imprimiendo su sello de su paternidad.
Las tierras de Hispanoamérica, renovadas por la ágil interpretación del arte meridional europeo, liberadas de la pesadez fetichista de los Incas, encuentran nuevos cauces para el desahogo de su personalidad.
Las “piedras labradas” son las bases para la unificación del pensamiento de Hispanoamérica.
El arte de México como el arte de Quito, con sus iglesias y sus cuadros llenos de plasticidad espectral, constituyen el lazo de claridad y serenidad entre la conquista y el derecho.
Cuando existen términos de comparación conciliadora en los terrenos del arte es fácil simplificar las relaciones entre los individuos y las naciones.
Su poder de convicción invade el campo de la mente y el corazón y prepara el camino para el entendimiento mutuo.
Esto es lo que ha sucedido en Hispanoamérica.
El barroco meridional, con su claridad mediterránea, transplantado al continente americano es hoy símbolo vinculador entre todos los países que tuvieron y tienen una historia común.
Es la elocuencia de las piedras labradas que nos ‘hablan con el lenguaje amigo de nuestra identidad en la materia y en el espíritu’.
Las piedras labradas son la vigencia real de nuestra posición de avanzada victoriosa en perenne vigilancia ante los ataques contra la solvencia moral de nuestros pueblos.
El arte como manifestación espiritual, como manifestación sublimadora de nuestras aspiraciones es hoy signo de nuestro reconocimiento, de nuestra comprensión recíproca.
Es el acto de fe “en la virtud de las piedras labradas”.
coterraneus – el blog de Francisco Núñez Proaño
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