Capítulo XVII Parte 2
Pérdida de la Alta California

Sutter fue el caso de un desconocido que arribó a las ya promisorias tierras californianas, y en poco tiempo, llegó a convertirse en el hombre cuya amistad era buscada por los gobernadores mexicanos, por los colonos rusos del norte y los inmigrantes norteamericanos que llegaban del este. A pesar del poder y riqueza que llegó a tener, Sutter murió en la miseria, en Washington, el 18 de junio de 1880.


El 19 de octubre de 1842, el comodoro Thomas Ap. Catesby Jones desembarcó con 150 hombres en Monterrey e izó la bandera norteamericana alegando que México y los Estados Unidos estaban en guerra, además de que, supuestamente, una expedición británica se aprestaba a apoderarse de la Alta California. Cuando el cónsul de los Estados Unidos en Monterrey Thomas O. Larkin le aclaró que estaba en un error y no existía tal situación, el comodoro se disculpó ante las autoridades mexicanas y se marchó.
En 1845, Larkin recibió instrucciones de Washington para trabajar secretamente en las acciones que fueran necesarias con objeto de lograr la anexión de la Alta California a los Estados Unidos, por lo que el cónsul se dedicó a convencer a varios oficiales mexicanos para que, llegado el momento de una confrontación entre los dos países se pasaran al bando norteamericano, o lo que es lo mismo, traicionaran a México.
Un poco antes de estos hechos, el capitán e ingeniero topógrafo del ejército estadounidense, John C. Frémont, llegó al Fuerte Sutter al frente de una expedición enviada por su gobierno con el supuesto propósito de elaborar mapas y estudios de la región, estuvieron algún tiempo disfrutando de la hospitalidad de Sutter, pero llegó un momento en que tuvieron cierta fricción y el capitán se regresó con su gente al centro de la Unión Americana. Las narraciones y mapas de Frémont se publicaron en la prensa norteamericana a nivel nacional, y constituyeron una gran propaganda para que más gente emigrara a la Alta California, principalmente al Valle Central, en donde recibirían la ayuda del colono suizo.


La conquista


El 2 de julio de 1846, varios barcos norteamericanos anclaron en la bahía de Monterrey11, y John Drake Sloat, al frente de un numeroso contingente desembarcó el día 7, proclamó el estado de guerra en que se encontraban los dos países e izó la bandera norteamericana. La campaña de Estados Unidos para apoderarse de la Alta California comenzaba oficialmente.
El 8 de julio el poblado la Hierba Buena, después llamado San Francisco, fue ocupado por las fuerzas extranjeras al
mando de John B.
Montgomery sin
oposición, e igualmente ocurrió con San José el 14 y San Juan Bautista el 17 de ese mes. Robert F. Stockton substituyó al Comodoro Sloat y le tocó tomar San Diego el 29 de julio y Santa Clara el 4 de agosto, desembarcó en San Pedro el día 6 con 350 hombres y de allí se fue por tierra a Los Ángeles que ocupó el día 13.
Iniciada la agresión extranjera, el comandante José Castro y el gobernador Pío Pico, radicado en Los Ángeles, no hicieron nada por carecer de fuerzas armadas leales en número suficiente y por ser enemigos políticos, pero aun así, debe admitirse que hubo negligencia y falta de decisión de su parte, ya que desde octubre de 1842, se habían sumado los hechos ya descritos que constituían indicios muy claros de un inminente ataque norteamericano, pero nunca se tomaron medidas preventivas o de defensa para resistir a los invasores12; además, desde el 14 de junio de 1846 en que Vallejo fue apresado en Sonoma hasta el 2 de julio en que los barcos de guerra yanquis anclaron en Monterrey transcurrieron dos semanas en las que pudieron haberse llevado a cabo actividades para organizar la defensa de la provincia, pero no se hizo nada. La versión norteamericana de esta etapa histórica, parte de la cual fue escrita por John Bidwell, miembro del batallón de Frémont, señala que al comienzo de la invasión los californianos no mostraron oposición a los extranjeros, ni siquiera cuando en Los Ángeles fue izada la bandera norteamericana; pero la actitud de la gente fue cambiando, sobre todo cuando Frémont y Stockton tuvieron que irse y dejaron al mando al capitán Gillespie, quien junto con sus hombres llegó a cometer abusos contra la población. Esto provocó un resurgimiento de la dignidad nacional en mucha gente, que se tradujo en una verdadera rebelión en contra de los extranjeros, de lo cual se hablará párrafos adelante , ya que es necesario mencionar ahora algunos hechos reveladores de la personalidad del hombre que gobernaba la Alta California en el momento de la invasión.


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