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Tema: Cuba y Puerto Rico

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  1. #1
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    Re: Cuba y Puerto Rico

    Jose Martí a Cayo Hueso:



    "Y he aquí la medicina, cubanos (...) he aquí el confortativo del alma, que también se enferma como el cuerpo, y dominada por la pasión, se postra o se entibia a veces, he aquí el cariño de este santo hogar, que aunque no es el legítimo, que sueño en mi fiebre o delirio, de una justicia definitiva para mi pueblo, tiene aquí su mejor levadura para levantarlo y sus raíces abonadas, con lágrimas tan puras y tan sinceras, como las de este joven y las vuestras. Y este cariño obliga al viajero tanto a merecerlo, que es ya medicina en su naturaleza; y ya se alivia la dolencia física y rejuvenecen sus bríos, y se siente doble en su júbilo, y el viajero no puede, en lengua de lisonja, hablar, a quienes ha tiempo, les guardaba el deseo de hacerles compañía: agradecido por cuanto ve, y sin estériles reservas, debe deciros: que os abraza, con esperanza real y con el alma entera. Pero el alma de nuestro pueblo, disgregada en jirones, paseando su nostalgia por tierras frías, que carecen del fuego de nuestro sol y la dignidad de nuestra palma, puedo decir, sin temor a equivocarme, que su mayor suma congregada, siempre la vi, y la palpo más de cerca ahora; unas veces con intensísimo dolor, otras con admiración, pero siempre con respetuoso recogimiento, por haber creado y mantenido un número de patriarcas leales a una idea, en los estrechos limites de este nido cubano: el noble Cayo.
    Y esta conjunción de dolor y este perseverar en el sacrificio, por vivir en casa propia, levantada con manos amigas, débiles acaso, por la constante vigilia, pero heroicas por la tenacidad en las arremetidas, cuyos impulsos serán santificados con la sangre de nuestros soldados temerarios, serán también compensados, cuando en el banquete cordial y sincero de la patria redimida, pechándonos todos, hombreándonos, tocándonos el corazón con manos leales, alborozados por haber pagado y merecido nuestro cubierto, arraiguemos en tierra grata, la semilla fructífera de nuestra vida republicana, ya constitutiva de medio ambiente en nuestra residencia temporal del extranjero.

    'Entonces, unidos en amor y aspiraciones, los cubanos, levantaremos hogar a los proscriptos, con el mismo generoso ejemplo que levantáis la vivienda temporal y el sublime altar en vuestras conciencias, al sacrificio por la Patria, que llevaremos en triunfo al Capitolio.

    Adviértense pues, sin escudriñamientos ni sagacidad maliciosa, en las miradas que me rodean toda esa voluntad y deseo que habremos de realizar sin duda... Y este apretar de almas y enlazamiento de corazones, llenos de amor y verdad, desdeñando la pasión que pudo entibiarnos alguna vez; por avanzar muy de prisa o no precaver la oportunidad, es augurio de oportunidad que se allega, donde con provecho y eficacia para todos, podamos hablarnos, corazón a corazón, y sacarnos a un golpe previsor, para que vuele al cielo de nuestro destino, lo que tiene de enérgico y humilde nuestro pueblo, de grande y de sublime: filas águilas y las palomas!"
    La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.

    Antonio Aparisi

  2. #2
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    Re: Cuba y Puerto Rico

    Cayo Hueso



    image.jpg



    Cayo Hueso (en inglés, Key West) es una isla en el extremo suroeste de los Cayos de la Florida. Su población es de 31.335 habitantes. Fue poblado durante los años de la colonia española en Cuba por emigrantes de esta isla que buscaban mejoras económicas los cuales colaboraron con el escritor y revolucionario cubano José Martí en las labores de esta por una Cuba libre del dominio español.




    Historia


    En el pasado, estas islas tropicales eran el refugio de piratas, pescadores, comerciantes, buscadores de tesoros y personas rechazadas socialmente.


    Según España cedía la Florida a Estados Unidos, Cayo Hueso se le era otorgado a Juan Pablo Salas. Este señor Salas vendió Cayo Hueso a un americano llamado John W. Simonton, realmente había vendido el Cayo a otro americano anteriormente, pero bueno. El 25 de marzo de 1822 el teniente Matthew C. Perry de la mariana americana llegó a Cayo Hueso y plantó la bandera de Estados Unidos, quedando de esta forma definido que Cayo Hueso es tierra de Estados Unidos y poco después en las cortes que John W. Simonton era su propietario.


    Vialidad


    Hoy en día es posible desplazarse en coche desde el continente hasta Cayo Hueso, la ciudad más meridional de Estados Unidos, a través de una carretera formada por decenas de puentes que atraviesan todos los cayos. Al pasar por los puentes es posible detenerse y observar las aguas cristalinas y el fondo marino a unos 6 metros de profundidad, pudiendo observar los cardúmenes de peces.


    Ocio y Turismo


    El gran escritor americano, Ernest Hemingway, fue residente de Cayo Hueso. Hoy en día este acogedor lugar, con su característico sabor tropical, es una próspera comunidad de artistas y un destino popular entre los turistas. La atracción más famosa es la reunión en el Muelle Mallory Square una hora antes de la puesta del sol y disfrutar de las actuaciones de artistas de la calle mientras contempla el sol tropical meterse debajo del horizonte.


    Cayo Hueso es un soleado y divertido destino con un montón de lugares de interés para visitar cuando no esté buceando, practicando parasailing o tomando el sol. La casa de Hemingway es un lugar de visita obligada, y los interesados en la historia militar pueden también visitar las ruinas de Fort Zachary Taylor. Si prefiere las actividades acuáticas, varias empresas de la ciudad ofrecen excursiones de pesca en alta mar o submarinismo. En Cayo Hueso existen 38 hoteles y más de 90 hostales, así como 190 atracciones turísticas.


    Cayo Hueso y Cuba


    Sus inicios


    Alrededor de 1760 Cayo Hueso comenzó a poblarse por personas procedentes de Cuba. Este asiento duró poco ya que al ser cedida la Florida a los ingleses en 1763, todas aquellas personas regresaron a Cuba. Veinte años más tarde, cuando España recuperó la Florida, algunas personas de Cuba, tal vez los mismos del asiento anterior, volvieron a establecerse en Cayo Hueso. Fue durante estos veinte años que algunas familias procedentes de las Bahamas, leales a la Corona Inglesa que habían abandonado las trece colonias durante la Guerra de Independencia de Estados Unidos, se trasladaron a Cayo Hueso y tan pronto los Estados Unidos lograron la independencia, algunos americanos también se instalaron en el Cayo.


    Guerra de los Diez Años


    Cuando estalló la Guerra de los Diez Años, la colonia de exiliados cubanos en Cayo Hueso aumentó, llegando a contar los cubanos en el Cayo en miles de personas. El impacto de tan numeroso éxodo pronto alteró el transcurso de la vida en la pequeña ciudad, llevándola a la vanguardia del Estado de Florida. En las décadas inmediatas anteriores Cayo Hueso había sufrido una serie de incendios que destruyeron gran parte de la zona urbana. Con la llegada de los cubanos y la necesidad de la reconstrucción, el Cayo pronto empezó a adquirir una nueva imagen de modernización y prosperidad. En muchas de las edificaciones se sustituyó la madera con el ladrillo rojo, permaneciendo algunas de tales edificaciones hasta nuestros días como testimonio de tal era.


    La influencia cubana también fue notada en otros aspectos, como el cultural, el social y el económico. Ya desde 1831 en el Cayo se había establecido una fábrica de tabacos, indiscutiblemente habiendo existido cierta comunicación, o tal vez hasta negocio, con Cuba desde entonces. El exilio cubano elevó tal industria a los cientos de fábricas de tabaco, enviando al resto del continente millones de tabacos envueltos en Cayo Hueso. De 1875 a 1876 fue electo alcalde de Cayo Hueso nada menos que el hijo del Padre de la Patria Cubana, Carlos Manuel de Céspedes (hijo), siendo el primer alcalde cubano en los Estados Unidos de América. El español era la segunda lengua del Cayo, pero la primera en el uso diario; se dice que aun muchos de descendencia inglesa aprendieron algunas palabras en español, lo cierto fue que con sólo el español se podía resolver todas las necesidades del día.


    Se crearon varias escuelas bilingües y también se imprimió un periódico en español que además de todas las noticias mundiales mantenía al exilio al tanto de lo que ocurría en Cuba. Por supuesto, hubo muchos otros adelantos en Cayo Hueso donde los cubanos se destacaron y se crearon instituciones propias del exilio, como la fundación del Instituto San Carlos en 1871, y tantas otras más.


    Terminada la Guerra de los Diez Años en el Pacto del Zanjón, la comunidad cubana en Cayo Hueso, como los cubanos en la propia Cuba, pasa a un estado de incertidumbre. Algunas de las fábricas de tabaco más grandes se trasladan para Tampa a consecuencias de las huelgas de los obreros y los beneficios económicos que ofrece esta otra ciudad al norte en la Florida. La vida continúa y el Cayo espera.


    Actualidad


    En Cayo Hueso viven muchos cubanos que han llegado a los Estados Unidos y han decidido establecerse lo más cerca posible de su añorada Cuba; y es buen lugar donde vivir porque la ciudad es muy bonita y prospera, y el clima es muy similar al de Cuba. También hay muchos descendientes de las colonias cubanas ya mencionadas que optaron por quedarse en el Cayo donde echaron sus raíces.


    El puerto de Cayo Hueso continúa viendo a cubanos pisar por primera vez territorio estadounidense en busca del llamado sueño americano bajo la Ley de Ajuste Cubano. Claro, nada se compara, y ahora estamos hablando a nivel de la historia mundial, al éxodo que ocurrió en 1980 cuando más de 125,000 cubanos procedentes del Puerto del Mariel llegaron a los Estados Unidos por el puerto de Cayo Hueso.


    http://www.ecured.cu/index.php/Cayo_Hueso
    Última edición por Michael; 28/05/2014 a las 07:52
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    Antonio Aparisi

  3. #3
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    Re: Cuba y Puerto Rico

    "CUBA ANTES DEL 1959"
    image.jpg



    Sabia usted? Que Cuba era en 1958 el tercer país de America Latina con mayor solidez monetaria por sus reservas de oro, dolares y valores convertible en oro detras solo de los petroleros Venezuela y Brasil.


    Sabia ademas, Que Cuba tenia la inflación mas baja de Latinoamerica con 1.4 % la media era Mexico con 7.8 % y la mas alta era la de Bolivia.


    Sabia usted? que el obrero cubano desde 1933 de la jornada maxima de trabajo de 8 horas al dia con 44 horas a la semana y pago de 48 horas.Tambien se le conferia a todos los trabajadores un mes de descanso retribuido por cada once meses de trabajo.
    Por la ley 5, de 1955,se le concedia a los trabajadores del transporte publico la jornada de seis horas de trabajo con el pago de ocho horas.


    Sabia que durante los meses de verano, Junio, Julio y Agosto, por ley, todo el comercio, esto incluia a todos los comercios de venta al publico y distribuidores cerraba sus puertas a la 1 p.m todos los martes y jueves con el fin de que los trabajadores pudiesen difrutar de las playas publicas abiertas al pueblo
    (incluyendo el litoral de los clubes privados), mientras que ahora son para los turistas y los miembros de la nueva clase dirigente.
    Sabia usted que? diariamente salian ferrys desde la Habana hasta Cayo Hueso y Miami y que el pasaje costaba solamente 25 pesos.


    Sabia que Cuba con 0.86 cabezas de ganado vacuno por habitante, ocupaba el 8vo. lugar en latinoamerica, en la produción de carne (vacuna,porcina y lanar)en libras por habitante Cuba ocupaba el tercer lugar con 95 libras superadas solamente por Argentina con 304 y Uruguay con 245.


    El salario diario promedio en el sector agricola en 1958 en Cuba estaba entre los 7 paises del mundo que mas pagaban a sus empleados de agricultura - Primero en Latinoamerica.


    En fin llego el comunismo y acabo con las glorias del trabajo que durante años desempeñarón los ciudadanos cubanos. destuyendo todo lo que a su paso encontro dejando a Cuba en la total pobreza que hoy sufre por culpa de unos miserables dictadores comunistas que no conocen la piedad.


    http://santiagueros-democratas.blogs...-1959.html?m=1
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    Antonio Aparisi

  4. #4
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    Re: Cuba y Puerto Rico

    Revista Primera Plana


    31 de diciembre de 1958


    La voz nerviosa de Fulgencio Batista propuso un brindis "por la paz y la prosperidad de Cuba". Los notables del régimen, congregados en el campo Columbia —cuartel general de las Fuerzas Armadas, construido en las afueras de La Habana—, levantaron sus copas sin entusiasmo. Transcurría el primer minuto de 1959, pero nadie se animó a saludar la llegada del Año Nuevo; hubiera resultado un sarcasmo insoportable.
    Todos apuraron en silencio el champagne; Batista habló: "Me marcho para evitar más derramamientos de sangre". Excusa pueril para justificar la huida; no eran momentos, sin embargo, de pretextos ingeniosos: a las 3.30 partía el avión desde el aeropuerto de Rancho Boyeros y más valía ser puntual.
    Sin muchas formalidades, una Junta Militar heredó el Gobierno; inútil artilugio para demorar la victoria de los guerrilleros de Fidel Castro, que ya controlaban la mitad de la isla. El general Eulogio Cantillo, titular de la Junta, nombró Presidente de la República al decano de los miembros de la Suprema Corte de Justicia, el doctor Carlos Piedra, quien inmediatamente lo designó Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas.
    Mientras Porfirio Robirosa, mundano e impecable, despedía como Embajador dominicano al tránsfuga Batista (el avión aterrizó una hora después en Ciudad Trujillo. donde aguardaba el asilo), el Viejo Piedra —así lo despreciaban los barbudos— lanzó una orden de alto el fuego. Como nadie le hizo caso, era obvio, decidió eclipsarse sin más ruido.
    Los seis millones y medio de cubanos conocieron la noticia a las 8 de la mañana de ese 1º de enero, con los primeros informativos. Enseguida brotaron bandas armadas de apoyo a los rebeldes; también turbas enardecidas que saquearon casinos y residencias "batistianas", y hasta consumaron algún linchamiento: llegaba la hora del ajuste de cuentas.
    El fin había comenzado diez días atrás, al lanzar la columna Ciro Redondo (170 guerrilleros engrosados por centenares de voluntarios) la ofensiva contra Santa Clara, capital de la provincia de Las Villas. Era un golpe estratégico rotundo, urdido en agosto por Castro. De triunfar, Cuba quedaba dividida en dos y las fuerzas del Gobierno se estrellaban contra un parapeto militar que las alejaría de la Sierra Maestra, centro de operaciones de Fidel.
    Ernesto Che Guevara quedó al mando de la operación y de la columna Ciro Redondo; Camilo Cienfuegos era el comandante de la columna Antonio Maceo; ambos grupos partieron en larga marcha a principios de setiembre. El Che atacó a los 10.000 soldados de Santa Clara convencido de que la desmoralización paralizaba al Ejército de Batista; no se equivocaba: los Estados Unidos habían suspendido la ayuda bélica al régimen. Un pacto firmado el 20 de julio entre Castro y los exiliados en Miami prometía amigos fieles a usa en el nuevo Gobierno. Las dudas que despertaban algunas declaraciones del líder rebelde en favor de medidas extremistas, fueron aventadas por el Departamento de Estado; el Pentágono, en cambio, ratificó su desconfianza ante el Presidente Eisenhower y reclamó aprestos para una invasión a la menor amenaza de comunismo.
    Castro mismo anestesió esas alarmas al anunciar que el juez Manuel Urrutia —exiliado en Miami— asumiría el cargo de Presidente provisional. La furiosa embestida del Che Guevara sembró de escombros y cadáveres a Santa Clara; de nada valieron las bombas revientamanzanas que lanzaban los B-26 del Gobierno. La resistencia se agotó en la mañana del 1º de enero al huir Batista; una marejada de alegría conmovió a la tierra de Martí.
    También en Buenos Aires hubo manifestaciones alrededor de la sede diplomática cubana. Julio Beruff Giménez se hizo cargo de la Embajada, como delegado del Movimiento 26 de Julio, en un acto de neto cuño liberal. Sin excepciones, los diarios destinaron sus columnas a largas apologías de Fidel Castro y Ernesto Guevara, de las cuales habrían pronto de arrepentirse. El Gobierno Frondizi se beneficiaba con la distracción: ese día fue implantado el mercado libre de cambios y el dólar voló a 70 pesos.
    Guevara y Camilo Cienfuegos entraren en La Habana a las 5 de la tarde del día siguiente. Castro inició entonces un largo viaje por tierra desde Oriente, aclamado por las multitudes. Recién llegó a la capital en la mañana del 8; Urrutia ya había asumido corno Presidente. Su primer decreto nombraba al Gabinete. José Miró Cardona fue Primer Ministro; Fidel Castro, Jefe de las Fuerzas Armadas: "Los civiles deben gobernar", entusiasmó el líder guerrillero; Urrutia agregó: "Habrá elecciones dentro de meses". En Washington, todos suspiraron aliviados.

    Caida de Batista
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    Antonio Aparisi

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    Re: Cuba y Puerto Rico

    Cuba: 1959

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    Re: Cuba y Puerto Rico

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    Re: Cuba y Puerto Rico

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    Re: Cuba y Puerto Rico

    La séptima provincia

    image.jpg


    Miami es, hoy por hoy, casi el único lugar del planeta donde ser cubano no es un estigma todavía. Por supuesto que en ello, como en todo, hay sus gradaciones, y no hay peor lugar para ser cubano que la propia Cuba.
    Miami es cubano. No se tiene ni idea de cuán verdadero puede llegar a ser ese exagerado lugar común hasta que se le visita, aunque en honor a la precisión hay que añadir que Miami es cada vez más un conglomerado cosmopolita donde conviven, sin mezclarse, múltiples nacionalidades, mayormente centro y suramericanas. Hay que decir también que el cacareado Melting Pot de la sociedad norteamericana muestra su más rotundo fracaso en Miami. Culpables de esto son los obcecados cubanos que después de más de medio siglo de exilio se niegan a integrarse plenamente (excepto para lo que les conviene) a la cultura anglo. Lo que ha permitido a otros grupos conservar su cultura y sus costumbres y no tener que hablar inglés para trabajar, e inclusive para prosperar, en Estados Unidos.
    Desde mediados de los años ochenta los alcaldes de Hialeah, West Miami y numerosos municipios menores eran cubanos, además de que en la legislatura estatal de la Florida había ya desde esa época diez cubanoamericanos instalados. Al presente, la mayoría de los alcaldes de las más importantes de las numerosas ciudades del condado Miami-Dade son de origen cubano; mientras que tres cubanoamericanos de Miami, Ileana Ros-Lehtinen, David Rivera y Mario Díaz-Balart, son miembros del Congreso de Estados Unidos. Por no hablar de que un gran por ciento de concejales, policías, bomberos y funcionarios en general de las municipales de Miami-Dade provienen de la isla. Con el apoyo de la fuerza política originada en Miami, en Washington hay dos senadores cubanoamericanos: Marco Rubio y Bob Menéndez. Además del legislador federal Albio Sires, de New Jersey.
    En Miami se encuentra la cuarta universidad más grande del país, la Florida International University, FIU, cuyo rector ha sido el cubano Modesto Maidique. Miami cuenta con tres eventos culturales de índole internacional, donde los hispanos, y fundamentalmente los cubanos, tienen un peso importantísimo: La Feria Internacional del Libro de Miami, encabezada por el cubanoamericano Eduardo Padrón -quien además es el presidente del Miami Dade Collage--, el Festival Internacional de Teatro Hispano y el Festival Internacional de Cine de Miami.
    El Penclub Internacional de Londres cuenta con un capítulo en la ciudad de Miami, el Penclub de Escritores Cubanos Exiliados, cuyo presidente es el poeta Ángel Cuadra, y cuenta con un aproximado de setenta miembros. Como se sabrá, y acorde con las directrices de Londres, para ser miembro del PEN se requiere tener al menos dos libros de cierto renombre publicados.
    En Miami murieron los escritores Eugenio Florit, Lydia Cabrera, Enrique Labrador Ruíz y Carlos Montenegro, y aquí vivió intermitentemente, odiándola y queriéndola, el maldito Reinaldo Arenas. En un asilo miamense se reventó la cabeza de un disparo de pistola el narrador Guillermo Rosales, y desde este enclave surfloridano se fueron al otro barrio los novelistas Carlos Victoria y Reynaldo Bragado Bretaña. Todos ellos un día brutalmente deyectados de la isla, prófugos del futuro luminoso. En Cuba se cuenta un chiste: “Los cubanos de Miami están atrasadísimos, se comen los mismos pan con bistés, las mismas masas de carne de puerco frita y los mismos pastelitos de guayaba y queso que nosotros nos comíamos acá hace 50 años”.
    La verdad es que la ciudad es una especie de cápsula en el tiempo y se encuentra todavía en plena Guerra Fría, que a veces se calienta peligrosamente, como en el caso del niño balsero Elián González o la captura y enjuiciamiento de una red de diez espías castristas implicados en el asesinato en el aire y a mansalva de cuatro jóvenes integrantes de la organización humanitaria Hermanos al Rescate, operación ejecutada por dos Migs de combate pertenecientes a la fuerza aérea cubana, reliquias de la era soviética.
    Miami es una ciudad sui generis. Los cubanos que en ella habitan han sido nombrados con epítetos tan elogiosos como los de escorias, mafiosos y gusanos. Pero ―¡oh, magia de la lengua!― esos vocablos han ido con los años sufriendo, o gozando, una transmutación que va de lo peyorativo a lo positivo. Hoy, entre los oprimidos de la isla y los escapados de Miami, ser considerados escorias, mafiosos o gusanos da una investidura política y social, una clase y una categoría, envidiables al punto de que muchos llegan a fabricarse unas, en algunos casos, improbables historias en las que en algún momento de sus vidas habrían sido escorias, mafiosos o gusanos.
    La satanización de Miami, del exilio de Miami, responde a una campaña cuidadosamente montada y dirigida machaconamente desde La Habana. Lo curioso es que a ese juego se han prestado figuras intelectuales o políticas que por nada del mundo se atreverían a llamar ñato a un ñato, cojo a un cojo y terrorista a un terrorista, pero que, por un inusitado ataque de valor lexicológico no dudan en llamar escorias y mafiosos y gusanos a los cubanos de Miami. Entre los que así nombran a los miamenses ha habido y hay de todo, desde los ingenuos de siempre hasta los de la mucha y mala leche de siempre.
    Cierto que mucha de esa gente en los últimos años ha tomado prudencial distancia de una dictadura que pulveriza aviones civiles en el aire, que hunde barcos con hombres, mujeres y niños a bordo, como el Remolcador 13 de Marzo, o fusila a tres jóvenes negros tras juicio sumarísimo y sin las mínimas garantías procesales que procuraban a toda costa escapar de esa Jauja de la igualdad racial que es la finca de los hermanos Castro.
    Entre esa gente hay casos de una testarudez de espanto, casos crónicos como el de los Nobel literarios Gabriel García Márquez y José Saramago, o el del fallecido novelista Manuel Vázquez Montalbán, quien legó un mamotreto laudatorio de Fidel Castro titulado Y Dios entró en La Habana.
    Miami es, por contraposición, la prueba de la gran estafa que ha sido la revolución cubana y sus enfáticas aseveraciones. Miami es un mito, pero sobre todo es la evidencia para el desmontaje de ese otro mito, feroz y mierdero, que como un fantasma recorrió la mayor parte del siglo que pasó bajo el nombre de comunismo.
    Cuando hace cincuenta años partieron los primeros exiliados, de todas las clases pero mayormente de las clases media y alta, cuentan que Fidel Castro dijo a uno de sus colaboradores más cercanos: ¡A enemigo que huye, puente de plata! Pensaba con cierta lógica el ahora moribundo en jefe que los cubanos que huían se integrarían pronto a la sociedad norteamericana y se olvidarían de la isla que atrás dejaban.
    No fue así. Ni se integraron ni mucho menos, en su mayoría, olvidaron la desdichada isla que dejaron atrás. Más aún, el centro de la oposición al régimen militar cubano estuvo por muchos años asentado sólo en Miami, o en las cárceles en Cuba. No era la primera vez que la oposición a regímenes en la isla se hacía desde el exterior. Fue lo que ocurrió en Tampa y Cayo Hueso cuando el exilio de las guerras de 1868 y 1895 contra España, fue lo que ocurrió en Miami cuando la revolución de 1933 contra Gerardo Machado y después cuando la revolución contra Fulgencio Batista, a finales de los años cincuenta. No obstante, cada vez más en los últimos tiempos la oposición a la dictadura comunista ha ido teniendo su centro en la isla. Miami ha pasado a ser como la retaguardia, el apoyo moral, y en menor medida material, de los que en Cuba hacen oposición. La caja de resonancia de los que allá se atreven a hablar, la voz de los que no tienen voz. Sin Miami, la verdad, no habría oposición al régimen cubano.
    Contrariamente a lo que comúnmente se cree, no es el gobierno de Estados Unidos el interesado en presionar a La Habana para que se democratice, y no son los exiliados cubanos, como se ha afirmado, marionetas del imperio. Son los exiliados, precisamente, los que se han sabido insertar en la política norteamericana, los que han cabalmente entendido cómo funciona la política del gobierno en este país. Han entendido la paradoja de un gobierno que es uno y muchos gobiernos, uno multifacético y maleable, uno en el que conviven los elementos que le ayudarían junto a los elementos que le eliminarían, y han aprovechado esa circunstancia paradojal para arrimar la brasa a la sardina cubana, para que el problema cubano no se olvide. Más: para que sea un problema de política doméstica, para que existan las leyes y medidas que apoyen y demanden la democracia en la isla.
    Esto es un logro fundamental del difunto Jorge Mas Canosa y lo que en un tiempo fuera la más influyente organización del exilio cubano, la Fundación Nacional Cubano Americana. Esa que, según reconoce con fastidio un estudio del Centro para la Integridad Pública de Washington, era la entidad de cabildeo étnico más eficaz en la capital estadounidense, tanto que superaba inclusive al cabildeo hebreo. El estudio se refiere a lo que llama papel poderoso y temible del grupo exiliado en la configuración de la política exterior de Estados Unidos respecto a Cuba, y desbarra contra el acceso de Mas Canosa a los centros de poder no sólo de Norteamérica, sino del mundo.
    La verdad parece ser que Miami se levanta como la única revolución verdadera llevada a cabo por los latinoamericanos. Si revolución fuera, como suelen asegurar los mismos revolucionarios, un cambio radical para garantizar el progreso y el bienestar del pueblo, y eliminar el hambre y la pobreza, esa revolución donde ha ocurrido es en Miami. A la cabeza de esa revolución, para disgusto no sólo de Castro sino de los progres del mundo, han estado los cubanos que en 1959 comenzaron a arribar a una ciudad playera para ancianos retirados, y sobre sus extensos arenales y su profusa red de canales plagados de cocodrilos levantaron ese emporio comercial que es hoy la ciudad. Revolución postmoderna, probablemente la única en la historia que se haya hecho con los pies, pies en polvareda. Revolución, cosa rara, hecha sin violencia, pero parida por la violencia. Hecha por los que huyen de la violencia.
    En Miami se rompen los esquemas. Por ejemplo, se revierten unas relaciones marcadas por las invasiones y conquistas del norte sobre sus vecinos del sur. Ahora los que invaden y conquistan son los vecinos del sur, e imponen su idioma como nunca hizo o pretendió hacer el norte. Es una invasión y una conquista lenta y silenciosa, pero sostenida y eficaz, sin hazañas y sin héroes estridentes. Es la conquista del laboreo consistente, del esfuerzo y la iniciativa individual en un sistema regido por las leyes y el libre mercado.
    El exilio cubano está conformado por cerca de un millón de bípedos en todo el Condado Miami-Dade, condado que cuenta con un aproximado total de dos millones de bípedos desperdigados por su extensa geografía. Bueno, pues ese millón de bípedos cubanos produce casi el doble de todo lo que producen sus parientes allá en la isla, y contribuye decididamente a que el presupuesto anual de dicho condado, unos cuatro mil millones de dólares, sea superior al de la mayoría de todos los países centroamericanos. Las pequeñas editoriales cubanas de Miami editan más títulos en un año que todos los que ha editado la isla de 1990 para acá. En Miami, como se ha pretendido en son descalificador, y por desgracia diríamos, no todos los cubanos son ricos y las factorías de Hialeah están repletas de isleños que sudan la gota gorda para ganarse el sustento.
    Miami no es Cuba, pero se le parece. Miami es la otra Cuba, la Cuba posible. Desde Miami se aprende a conocer y a querer a Cuba, a no sentir vergüenza de ser cubano. Miami es un modelo, el único quizá, para la reconstrucción de una Cuba futura. No un modelo arquitectónico, como es lógico, pues la mayoría de los cubanos estarían conscientes de los aciertos de la arquitectura isleña, o de lo que queda de ella, para venir a contaminarla con el espanto de los malls miamenses. Pero acá están sin dudas los capitales necesarios para una eficaz reconstrucción, y acá se habrían ejercitado los cubanos para ejercer un día, allá en la isla, la democracia.
    Miami, ya es un lugar común decirlo, está poseído por el olor y el sabor de la cocina y el café cubano. En Miami se venden frutas cubanas que muchos en la isla olvidaron, que los más jóvenes ni siquiera conocieron. Frutas como el mamey y el anón y la piña, frutas cantadas ya por Silvestre de Balboa y Troya de Quesada, un canario aplatanado en Cuba, en su extenso poema Espejo de paciencia. Poema considerado, quizá con exagerado entusiasmo, la obra literaria que marca el nacimiento y balbuceo de la nacionalidad cubana allá por el siglo XVII.
    Ciertamente Miami no es Cuba, pero ciertamente, entre los ambientes “mafiosos” de la Calle 8, corre un insistente y alarmante rumor: conjurados isleños, exaltados miembros de una secretísima logia, estarían laborando en una conspiración para, a la caída del castrismo, anexar Miami a la isla y convertirla en su séptima provincia.


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    La séptima provincia

    image.jpg


    Miami es, hoy por hoy, casi el único lugar del planeta donde ser cubano no es un estigma todavía. Por supuesto que en ello, como en todo, hay sus gradaciones, y no hay peor lugar para ser cubano que la propia Cuba.
    Miami es cubano. No se tiene ni idea de cuán verdadero puede llegar a ser ese exagerado lugar común hasta que se le visita, aunque en honor a la precisión hay que añadir que Miami es cada vez más un conglomerado cosmopolita donde conviven, sin mezclarse, múltiples nacionalidades, mayormente centro y suramericanas. Hay que decir también que el cacareado Melting Pot de la sociedad norteamericana muestra su más rotundo fracaso en Miami. Culpables de esto son los obcecados cubanos que después de más de medio siglo de exilio se niegan a integrarse plenamente (excepto para lo que les conviene) a la cultura anglo. Lo que ha permitido a otros grupos conservar su cultura y sus costumbres y no tener que hablar inglés para trabajar, e inclusive para prosperar, en Estados Unidos.
    Desde mediados de los años ochenta los alcaldes de Hialeah, West Miami y numerosos municipios menores eran cubanos, además de que en la legislatura estatal de la Florida había ya desde esa época diez cubanoamericanos instalados. Al presente, la mayoría de los alcaldes de las más importantes de las numerosas ciudades del condado Miami-Dade son de origen cubano; mientras que tres cubanoamericanos de Miami, Ileana Ros-Lehtinen, David Rivera y Mario Díaz-Balart, son miembros del Congreso de Estados Unidos. Por no hablar de que un gran por ciento de concejales, policías, bomberos y funcionarios en general de las municipales de Miami-Dade provienen de la isla. Con el apoyo de la fuerza política originada en Miami, en Washington hay dos senadores cubanoamericanos: Marco Rubio y Bob Menéndez. Además del legislador federal Albio Sires, de New Jersey.
    En Miami se encuentra la cuarta universidad más grande del país, la Florida International University, FIU, cuyo rector ha sido el cubano Modesto Maidique. Miami cuenta con tres eventos culturales de índole internacional, donde los hispanos, y fundamentalmente los cubanos, tienen un peso importantísimo: La Feria Internacional del Libro de Miami, encabezada por el cubanoamericano Eduardo Padrón -quien además es el presidente del Miami Dade Collage--, el Festival Internacional de Teatro Hispano y el Festival Internacional de Cine de Miami.
    El Penclub Internacional de Londres cuenta con un capítulo en la ciudad de Miami, el Penclub de Escritores Cubanos Exiliados, cuyo presidente es el poeta Ángel Cuadra, y cuenta con un aproximado de setenta miembros. Como se sabrá, y acorde con las directrices de Londres, para ser miembro del PEN se requiere tener al menos dos libros de cierto renombre publicados.
    En Miami murieron los escritores Eugenio Florit, Lydia Cabrera, Enrique Labrador Ruíz y Carlos Montenegro, y aquí vivió intermitentemente, odiándola y queriéndola, el maldito Reinaldo Arenas. En un asilo miamense se reventó la cabeza de un disparo de pistola el narrador Guillermo Rosales, y desde este enclave surfloridano se fueron al otro barrio los novelistas Carlos Victoria y Reynaldo Bragado Bretaña. Todos ellos un día brutalmente deyectados de la isla, prófugos del futuro luminoso. En Cuba se cuenta un chiste: “Los cubanos de Miami están atrasadísimos, se comen los mismos pan con bistés, las mismas masas de carne de puerco frita y los mismos pastelitos de guayaba y queso que nosotros nos comíamos acá hace 50 años”.
    La verdad es que la ciudad es una especie de cápsula en el tiempo y se encuentra todavía en plena Guerra Fría, que a veces se calienta peligrosamente, como en el caso del niño balsero Elián González o la captura y enjuiciamiento de una red de diez espías castristas implicados en el asesinato en el aire y a mansalva de cuatro jóvenes integrantes de la organización humanitaria Hermanos al Rescate, operación ejecutada por dos Migs de combate pertenecientes a la fuerza aérea cubana, reliquias de la era soviética.
    Miami es una ciudad sui generis. Los cubanos que en ella habitan han sido nombrados con epítetos tan elogiosos como los de escorias, mafiosos y gusanos. Pero ―¡oh, magia de la lengua!― esos vocablos han ido con los años sufriendo, o gozando, una transmutación que va de lo peyorativo a lo positivo. Hoy, entre los oprimidos de la isla y los escapados de Miami, ser considerados escorias, mafiosos o gusanos da una investidura política y social, una clase y una categoría, envidiables al punto de que muchos llegan a fabricarse unas, en algunos casos, improbables historias en las que en algún momento de sus vidas habrían sido escorias, mafiosos o gusanos.
    La satanización de Miami, del exilio de Miami, responde a una campaña cuidadosamente montada y dirigida machaconamente desde La Habana. Lo curioso es que a ese juego se han prestado figuras intelectuales o políticas que por nada del mundo se atreverían a llamar ñato a un ñato, cojo a un cojo y terrorista a un terrorista, pero que, por un inusitado ataque de valor lexicológico no dudan en llamar escorias y mafiosos y gusanos a los cubanos de Miami. Entre los que así nombran a los miamenses ha habido y hay de todo, desde los ingenuos de siempre hasta los de la mucha y mala leche de siempre.
    Cierto que mucha de esa gente en los últimos años ha tomado prudencial distancia de una dictadura que pulveriza aviones civiles en el aire, que hunde barcos con hombres, mujeres y niños a bordo, como el Remolcador 13 de Marzo, o fusila a tres jóvenes negros tras juicio sumarísimo y sin las mínimas garantías procesales que procuraban a toda costa escapar de esa Jauja de la igualdad racial que es la finca de los hermanos Castro.
    Entre esa gente hay casos de una testarudez de espanto, casos crónicos como el de los Nobel literarios Gabriel García Márquez y José Saramago, o el del fallecido novelista Manuel Vázquez Montalbán, quien legó un mamotreto laudatorio de Fidel Castro titulado Y Dios entró en La Habana.
    Miami es, por contraposición, la prueba de la gran estafa que ha sido la revolución cubana y sus enfáticas aseveraciones. Miami es un mito, pero sobre todo es la evidencia para el desmontaje de ese otro mito, feroz y mierdero, que como un fantasma recorrió la mayor parte del siglo que pasó bajo el nombre de comunismo.
    Cuando hace cincuenta años partieron los primeros exiliados, de todas las clases pero mayormente de las clases media y alta, cuentan que Fidel Castro dijo a uno de sus colaboradores más cercanos: ¡A enemigo que huye, puente de plata! Pensaba con cierta lógica el ahora moribundo en jefe que los cubanos que huían se integrarían pronto a la sociedad norteamericana y se olvidarían de la isla que atrás dejaban.
    No fue así. Ni se integraron ni mucho menos, en su mayoría, olvidaron la desdichada isla que dejaron atrás. Más aún, el centro de la oposición al régimen militar cubano estuvo por muchos años asentado sólo en Miami, o en las cárceles en Cuba. No era la primera vez que la oposición a regímenes en la isla se hacía desde el exterior. Fue lo que ocurrió en Tampa y Cayo Hueso cuando el exilio de las guerras de 1868 y 1895 contra España, fue lo que ocurrió en Miami cuando la revolución de 1933 contra Gerardo Machado y después cuando la revolución contra Fulgencio Batista, a finales de los años cincuenta. No obstante, cada vez más en los últimos tiempos la oposición a la dictadura comunista ha ido teniendo su centro en la isla. Miami ha pasado a ser como la retaguardia, el apoyo moral, y en menor medida material, de los que en Cuba hacen oposición. La caja de resonancia de los que allá se atreven a hablar, la voz de los que no tienen voz. Sin Miami, la verdad, no habría oposición al régimen cubano.
    Contrariamente a lo que comúnmente se cree, no es el gobierno de Estados Unidos el interesado en presionar a La Habana para que se democratice, y no son los exiliados cubanos, como se ha afirmado, marionetas del imperio. Son los exiliados, precisamente, los que se han sabido insertar en la política norteamericana, los que han cabalmente entendido cómo funciona la política del gobierno en este país. Han entendido la paradoja de un gobierno que es uno y muchos gobiernos, uno multifacético y maleable, uno en el que conviven los elementos que le ayudarían junto a los elementos que le eliminarían, y han aprovechado esa circunstancia paradojal para arrimar la brasa a la sardina cubana, para que el problema cubano no se olvide. Más: para que sea un problema de política doméstica, para que existan las leyes y medidas que apoyen y demanden la democracia en la isla.
    Esto es un logro fundamental del difunto Jorge Mas Canosa y lo que en un tiempo fuera la más influyente organización del exilio cubano, la Fundación Nacional Cubano Americana. Esa que, según reconoce con fastidio un estudio del Centro para la Integridad Pública de Washington, era la entidad de cabildeo étnico más eficaz en la capital estadounidense, tanto que superaba inclusive al cabildeo hebreo. El estudio se refiere a lo que llama papel poderoso y temible del grupo exiliado en la configuración de la política exterior de Estados Unidos respecto a Cuba, y desbarra contra el acceso de Mas Canosa a los centros de poder no sólo de Norteamérica, sino del mundo.
    La verdad parece ser que Miami se levanta como la única revolución verdadera llevada a cabo por los latinoamericanos. Si revolución fuera, como suelen asegurar los mismos revolucionarios, un cambio radical para garantizar el progreso y el bienestar del pueblo, y eliminar el hambre y la pobreza, esa revolución donde ha ocurrido es en Miami. A la cabeza de esa revolución, para disgusto no sólo de Castro sino de los progres del mundo, han estado los cubanos que en 1959 comenzaron a arribar a una ciudad playera para ancianos retirados, y sobre sus extensos arenales y su profusa red de canales plagados de cocodrilos levantaron ese emporio comercial que es hoy la ciudad. Revolución postmoderna, probablemente la única en la historia que se haya hecho con los pies, pies en polvareda. Revolución, cosa rara, hecha sin violencia, pero parida por la violencia. Hecha por los que huyen de la violencia.
    En Miami se rompen los esquemas. Por ejemplo, se revierten unas relaciones marcadas por las invasiones y conquistas del norte sobre sus vecinos del sur. Ahora los que invaden y conquistan son los vecinos del sur, e imponen su idioma como nunca hizo o pretendió hacer el norte. Es una invasión y una conquista lenta y silenciosa, pero sostenida y eficaz, sin hazañas y sin héroes estridentes. Es la conquista del laboreo consistente, del esfuerzo y la iniciativa individual en un sistema regido por las leyes y el libre mercado.
    El exilio cubano está conformado por cerca de un millón de bípedos en todo el Condado Miami-Dade, condado que cuenta con un aproximado total de dos millones de bípedos desperdigados por su extensa geografía. Bueno, pues ese millón de bípedos cubanos produce casi el doble de todo lo que producen sus parientes allá en la isla, y contribuye decididamente a que el presupuesto anual de dicho condado, unos cuatro mil millones de dólares, sea superior al de la mayoría de todos los países centroamericanos. Las pequeñas editoriales cubanas de Miami editan más títulos en un año que todos los que ha editado la isla de 1990 para acá. En Miami, como se ha pretendido en son descalificador, y por desgracia diríamos, no todos los cubanos son ricos y las factorías de Hialeah están repletas de isleños que sudan la gota gorda para ganarse el sustento.
    Miami no es Cuba, pero se le parece. Miami es la otra Cuba, la Cuba posible. Desde Miami se aprende a conocer y a querer a Cuba, a no sentir vergüenza de ser cubano. Miami es un modelo, el único quizá, para la reconstrucción de una Cuba futura. No un modelo arquitectónico, como es lógico, pues la mayoría de los cubanos estarían conscientes de los aciertos de la arquitectura isleña, o de lo que queda de ella, para venir a contaminarla con el espanto de los malls miamenses. Pero acá están sin dudas los capitales necesarios para una eficaz reconstrucción, y acá se habrían ejercitado los cubanos para ejercer un día, allá en la isla, la democracia.
    Miami, ya es un lugar común decirlo, está poseído por el olor y el sabor de la cocina y el café cubano. En Miami se venden frutas cubanas que muchos en la isla olvidaron, que los más jóvenes ni siquiera conocieron. Frutas como el mamey y el anón y la piña, frutas cantadas ya por Silvestre de Balboa y Troya de Quesada, un canario aplatanado en Cuba, en su extenso poema Espejo de paciencia. Poema considerado, quizá con exagerado entusiasmo, la obra literaria que marca el nacimiento y balbuceo de la nacionalidad cubana allá por el siglo XVII.
    Ciertamente Miami no es Cuba, pero ciertamente, entre los ambientes “mafiosos” de la Calle 8, corre un insistente y alarmante rumor: conjurados isleños, exaltados miembros de una secretísima logia, estarían laborando en una conspiración para, a la caída del castrismo, anexar Miami a la isla y convertirla en su séptima provincia.


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    Hialeah

    image.jpg


    Homenaje a José Martí en Hialeah.


    La presencia cubana en Hialeah es relativamente reciente cuando la comparamos con otros lugares como Cayo Hueso y Nueva York; sin embargo, no nos cabe ninguna duda que la ciudad más cubana que existe, aun que las ciudades y pueblos en la propia Cuba, es Hialeah.




    Durante las décadas de 1960 a 1980 se puede decir que la Pequeña Habana, o la Saguesera, en Miami, era la Capital del Exilio Cubano. En aquellos tiempos existía una gran colonia en New Jersey, otra en Los Angeles y gran cantidad de otras menores dispersas por prácticamente todos los Estados Unidos. Hialeah también ya tenía gran cantidad de cubanos, pero ninguna colonia cubana era como la Saguesera. La mayoría de los recién llegados trataban de quedarse en la Pequeña Habana o lo más cerca posible.




    Después de esas décadas muchas de las familias cubanas que en su llegada de Cuba se habían asentando en la Pequeña Habana se fueron dispersando a otras partes del condado, algunos miembros de tales familias prefiriendo otros condados en el Estado de Florida y otros aun se trasladaron a otros estados. El espacio dejado vacante no fue ocupado por otros cubanos sino por emigrantes de otros países de América Latina y aunque esos barrios de la Ciudad de Miami nunca han perdido su atractivo, sí ha ido mermando la identidad cubana en ciertas partes. Miami aun posee una gran colonia cubana, y si le agregamos las zonas no integradas del Condado de Miami-Dade, definitivamente es bien grande, pero no compacta, lo cual le hace perder atractivo a los que siguen llegando de Cuba cada día.




    Los cubanos que se asentaron en Hialeah, opuestos a los de la Pequeña Habana, no se trasladaron con el tiempo. La colonia cubana de Hialeah ha crecido mucho, pero no se dispersa, se expande a convertir tierras rurales en urbanas sin ser afectada la identidad cubana de los barrios más antiguos. En vez de mudarse a una casa más grande, hacen sus casas más grandes y se quedan en el barrio que ya conocen. Hialeah, desde que la colonia cubana se estableció, sólo ha sido una ciudad más cubana cada día.




    Cuando se visita una ciudad o pueblo en Cuba, excepto por La Habana, la gran mayoría de las personas son nacidas y criadas en esa ciudad o pueblo. Entonces las costumbres y fiestas son comunes para toda, o al menos la mayor parte, de la población. En Hialeah, igual que en todas las otras colonias cubanas, hay cubanos de todas partes de Cuba, sólo que en Hialeah son más fiesteros y alegres. Como que todos los cumpleaños se celebran y a todos los santos se les prende su vela en su día.




    Darse una vueltecita o atender cualquier tipo de fiesta en Hialeah es como pasar un ratico en una Cuba imaginaria, donde en medio de todos los adelantos y comodidades del momento la alegría cubana es la norma a la vez que se disfruta de la abundancia de una ciudad que ha prosperado sin interrupción por más de cuarenta años, ¿quién sabe, tal vez, la Cuba del mañana sea como Hialeah?


    La cultura cubana y los cubanos en Hialeah
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    Re: Cuba y Puerto Rico

    Puertorriqueñidad e Hispanidad de Kissimmee:

    image.jpg

    El artículo está en inglés (lamentablemente), trataré de traducirlo:


    Barrios of La Florida | Centro de Estudios Puertorriqueños
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    Re: Cuba y Puerto Rico

    Misiones españolas en Florida


    image.jpg

    Campana y recipiente de cobre originarios de la misión de "San Luis de Ocale", expuestos en el museo de Silver River State Park, en Silver Springs, Florida.


    Las Misiones españolas en Florida son las misiones establecidas desde el siglo XVI en La Florida por parte de la Corona española con el fin de expandirse territorial y económicamente hacia el norte del continente americano y convertir a los nativos de la zona al catolicismo. También cumplían la función de prevenir la conquista de la misma por los franceses y los británicos.


    Historia
    Establecimiento
    A comienzos del siglo XVI, el rey de España estableció un número de misiones en la Florida española con el objeto de convertir a los indígenas al cristianismo y para facilitar el control del área y prevenir su colonización por otros países, en particular, Inglaterra y Francia. La Florida española originalmente incluyó una buena parte de lo que es hoy el sudoeste de los Estados Unidos, aunque España nunca ejerció por largo tiempo el control efectivo, más allá de lo que es la parte norte del Estado de Florida desde San Agustín al área alrededor de la actual Tallahassee, el sudeste del Georgia y algunos establecimientos costeros, como Pensacola. Un grupo de efímeras misiones fueron establecidas en otras localizaciones, incluyendo la Misión de Santa Elena en la actual Carolina del Sur, alrededor de la península de Florida y en el interior de Georgia y Alabama.


    El establecimiento de estas misiones comenzó poco después de la fundación de San Agustín en 1565. En un principio, estuvieron a cargo de los jesuitas, pero fueron sustituidos por los franciscanos. Éstos entraron en la zona en 1573, comenzando en las misiones Guale y Timucua y para 1633, ya habían establecido varias misiones en la Provincia Apalachee.


    Organización


    Las misiones de lo que hoy es en norte de Florida y el sudeste de Georgia fueron divididas en cuatro provincias: Apalachee, Guale, Mayaca-Jororo y Timucua. Esas provincias corresponden más o menos a las áreas en que las lenguas Apalachee, Guale, Mayaca y Timucua fueron habladas. La Provincia Apalachee ocupaba la parte más oriental de lo que hoy es la Florida occidental, a lo largo de la costa del Golfo de México desde el río Aucilla hasta el río Apalachicola. La Provincia de Guale consistía de la mayoría de las islas marinas de Georgia y la costa adyacente e incluía algunas misiones entre los yamasee también como entre los guales. La Provincia Timucua se extendía a lo largo de la costa del Océano Atlántico desde la parte más meridional de Georgia hasta justo al sur de San Agustín, cruzando el norte de Florida hasta el río Aucilla, y al sur en el interior de la península de Florida a lo largo del río San Juan y su tributario, el río Oklawaha. la Provincia Mayaca-Jororo ocupaba un área justo al sur del lago George.[1] [2] [3]


    Las misiones
    Las primeras misiones españolas entre los indígenas de la Florida comenzaron poco después de la fundación de San Agustín en 1565, llevadas a cabo por la Compañía de Jesús. Debido a la hostilidad de los indígenas y a que varios misioneros fueron asesinados, los jesuitas se retiraron de la misión de la Florida en 1572. Los frailes franciscanos entraron en la Florida en 1573, pero al principio confinaron sus actividades a la vecindad inmediata de San Agustín. Los franciscanos comenzaron misionando entre los guale y los timucua a lo largo de la costa atlántica en 1587. A partir de 1606 los franciscanos expandieron sus esfuerzos misioneros hacia el occidente cruzando el territorio timucua y para 1633 habían establecido misiones en la Provincia Apalachee. El sistema misional funcionó a lo largo del siglo XVII, pero colapsó a principios del siglo XVIII después de que las incursiones de soldados de la Provincia de Carolina y de sus indígenas aliados despoblaron las tres provincias.


    El sistema y establecimiento de misiones se mantuvo activo hasta el siglo XVIII, cuando los constantes ataques de la Provincia de Carolina hicieron de Florida una zona muy insegura para aquel tipo de actividades.


    Periodos


    Existieron al menos 124 misiones en el sudeste de los Estados Unidos durante el primer período de ocupación española de la Florida entre 1565 y 1763. Un intento misional previo a 1565 se realizó en 1526, pero las cuatro misiones fundadas fueron abandonadas en menos de 18 meses.


    Los esfuerzos misioneros posteriores pueden dividirse en cuatro períodos cronológicos:


    Primer período misional 1566-1587: se establecieron 13 misiones, de las cuales llegaron sólo tres a 1587. La mayoría de los misioneros de este período eran jesuitas, quienes abandonaron la Florida en 1572, llegando los franciscanos a partir de 1573.
    Segundo período misional 1587-1616: se establecieron 50 misiones, aunque muchos indígenas fueron convertidos, una rebelión guale costó la vida a 5 misioneros y las misiones de la costa georginas fueron abandonadas. Una epidemia que tuvo lugar entre 1612-1616 mató a unos 10.000 indígenas y misioneros.
    Tercer período misional 1616-1655: fue un período de intensa actividad misionera, pero otra desconocida epidemia entre 1649 y 1650 tuvo un efecto devastador entre las misiones.
    Cuarto período misional 1656-1702: se establecieron 29 misiones. Desde 1680 comenzó la presión esclavista de los ingleses de Carolina del Sur y sus aliados indígenas que destruyeron todas las misiones supervivientes entre 1680 y 1706. Al iniciarse la Guerra de la Reina Ana la Florida estaba poblada por 1.500 españoles y 20.000 indígenas en las misiones (choctaw, timucuas, apalaches, natchez y demás).[5] Los indígenas misioneros que escaparon a los esclavistas o no fueron asesinados, se refugiaron en la vecindad de San Agustín, lo que hizo que para 1706 haya cesado completamente la actividad misionera.[6]
    La expedición inglesa al mando del gobernador de Carolina del Sur James Moore (50 blancos y 1.000 creek) de 1704 destruyo 14 misiones, mato a cientos de sus habitantes y forzó el desplazamiento de más de 9.000 indios y otros 4.000, principalmente mujeres y niños, fueron capturados y esclavizados.[7] [8] En 1708 más de 1.400 servían en las plantaciones de Carolina del Sur, siendo un tercio del total de los esclavos.[nota 1]


    Población
    Estimación de la población de las misiones españolas de la Florida durante el siglo XVII:[9]


    Fecha Población Fecha Población
    1602 2.074 1608 4.000
    1617 8.000 1630 20.000[nota 2] [nota 3]
    1635 30.000 1655 26.000
    1675 13.152 1681 7.374


    Poblaciones misionales de La Florida


    Asunción de Puerto (Chatot)
    Santa Ana de Potano
    San Antón de Carlos (Calusa)
    San Antonio de Anacape/Enacape (Agua Dulce/Utina)
    San Antonio de Bacuqua
    San Augustín de Ahoica
    San Augustín de Urihica
    San Blás de Avino (Acuera)
    San Buenaventura de Guadalquini
    San Buenaventura de Potano
    San Carlos de los Chacatos
    San Carlos de Yatcatani
    Santa Catalina de Afuerica
    Santa Catalina de Guale (St. Catherines Island)
    Santa Clara de Tupiqui
    Cofa
    La Concepción de Ayubale
    Santa Cruz de Ajohica
    Santa Cruz de Cachipile
    Santa Cruz de Capoli
    Santa Cruz de Tarihica
    San Damián de Cupaica (... de Cupahica) (... de Escambi)
    San Diego de Helaca/Laca, later moved to San Diego de Salamototo
    San Diego de Satuache
    Santo Domingo de Talaje (Altamaha River)
    Santo Domingo de Asao
    Santa Elena de Machaba
    La Encarnación a la Santa Cruz de Sábacola (Chatot)
    Santa Fé de Toloca/Teleco/Toloco
    San Felipe de Athulutheca
    San Francisco de Chuaquin
    San Francisco de Oconi
    San Francisco de Potano (Potano)
    San Ildefonso de Chamini/Chamile
    La Encarnación a la Santa Cruz de Sábacola
    Santa Isabel de Utinahica
    San Joseph de Ocuya (San José de Ocuya)
    San Joseph de Sapala (San José de Zapala)
    San Juan De Aspalaga
    San Juan (de) Guacara
    San Juan del Puerto
    San Lorenzo de Ibihica
    San Lorenzo de Ivitachuco
    Santa Lucía de Acuera
    San Luis de Apalachi
    San Luis de Eloquale (Acuera)
    San Luis de Talimali (Apalachee)
    Santa María
    Santa María de Ayubale
    Santa María de Loreto (Tequesta)
    Santa María de los Ángeles de Arapaha
    San Martín de Ayaocuto
    San Martín de Timucua/Ayacutu
    San Martín de Tomole
    San Matheo de Tolapatafi
    San Miguel de Asile
    San Miguel de Potano
    San Nicolás de Tolentino
    Nombre de Dios
    (La Natividad de) Nuestra Señora (de Guadalupe) de Tolomato
    San Pedro de los Chines
    San Pedro de Mocama (en la hoy llamada Isla Cumberland)
    San Pedro de Potohiriba
    San Pedro y San Pablo de Patale (San Pedro de Patali)
    La Purificación de Tama
    San Salvador de Mayaca
    San Sebastián
    Santiago de Oconee



    http://es.m.wikipedia.org/wiki/Misio...las_en_Florida
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    Re: Cuba y Puerto Rico

    Anexo:Cronología de las misiones españolas en Florida






    A continuación se muestra la lista de las misiones españolas en Florida, fundadas con el objetivo de convertir al cristianismo a los indígenas y actuar como puntos de colonización en el actual estado norteamericano de Florida:


    San Miguel de Gualdape (fundada en 1526 por Lucas Vásquez de Ayllón)
    Anhaica Apalache (villa indígena en la que Hernando de Soto estuvo cinco meses entre 1539-1540)
    Ochuse o Santa María Filipina (fundada por Tristán de Luna y Arellana 1559-1561)
    Nanipacana o Ypacana (Santa Cruz de Nanipacana)
    Nombre de Dios (al norte de San Agustín, fue la única que sobrevivió hasta 1763)
    San Antonio de Carlos (fundada en marzo de 1567, abandonada en junio de 1569)
    Tequesta (fundada en marzo de 1567, abandonada en 1570)
    Santa Elena (en la isla Parris en Carolina del Sur, fue fundada en 1566 y abandonada en 1587)
    Guale (fundada por Menéndez de Avilés en 1566)
    Tupiqui (presencia jesuita entre 1569 y 1570)
    Escamacu-Orista
    Ajacan (fundada en setiembre de 1570 en la bahía de Chesapeake en Virginia)
    Tacatacuru o Fuerte San Pedro
    Palican o Palica
    Soloy
    Guatari
    Joada
    San Sebastián
    San Juan del Puerto
    San Pedro de Mocama
    Puturiba o Puturihato (San Pedro y San Pablo de)
    San Antonio de Enacape o Antonico
    Santa Catalina de Guale
    Convento de Santa Ana Potano
    San Buenaventura de Guadalquini
    Santo Domingo de Asao (en la costa)
    Santo Domingo de Asao o Asaho (en la isla Saint Simons)
    Nuestra Señora de Guadalupe de Tolomato (Guale)
    Santa Clara de Tupiqui
    Espogache
    Ospo o Talapo o Tulapo
    Tulafina
    Ibi
    Tocoy
    San Julián
    Olatayco o Alatico
    Santo Domingo (Napa, Napuica o Napoyca)
    Santa María de la Sena (en una isla)
    Misión Santa María (en la costa)
    San Antonio (visita de San Pedro Mocama)
    Chica Faya la Madalena
    Veracruz
    Molo o Moloa
    Potayo
    San Mateo (sobre el río Saint Johns)
    San Pablo (cerca de San Juan del Puerto)
    Hicachirico
    Chinisca
    Carabay o Sarabay
    San José de Zapala
    Yoa
    San Francisco Potano
    San Miguel de Potano
    San Buenaventura de Potano
    Santa Fe de Teleco o Toloco
    San Luis de Acucra o Avino
    San Martín de Ayaocuto o Ayacatu
    San Juan de Guacara
    Santa Cruz de Tarihica
    Santa Isabel de Utinahica
    Santiago de Ocone
    San Pedro o San Felipe de Athuluteca
    San Diego de Satuache o Chatuache
    San Felipe de Alabe
    Apalo
    Cascangue y Ycafui
    Socochuno
    San Luis de Eloquale
    San Agustín de Urica
    Santa María de los Ángeles de Arapaha
    San Ildefonso de Chamini o Chamile
    Santa Cruz Cachipile
    San Francisco de Chuaquin
    Santa Catalina de Ajoica o Afuica
    San Pedro y San Pablo de Potohiriba o Poturiba
    Santa Elena de Machaba
    San Matheo de Tolapatafi
    San Miguel de Asile
    San Lorenzo de lvitachuco
    Concepción o Santa María de Ayubale
    San Francisco de Oconi
    San Joseph de Ocuia
    San Juan de Aspalaga
    San Juan de Aspalaga II
    San Pedro y San Pablo de Patale
    San Pedro de Patale II
    Santa María de Bacuqua
    San Antonio de Bacuqua
    San Cosme y San Damián de Cupaica o Escambe
    San Damián de Ilcombe
    San Luis de Xinayca o Nixaxipa o Talimali
    San Luis de Xinayca (primer sitio de la misión)
    San Martín de Tomole
    Santa Lucía de Acuera
    San Salvador de Macaya
    San Diego de Laca
    Santa Cruz de Ytuchafun o Ychuntafun o Capoli o Santa Cruz y San Pedro de Alcantara de Ychutafun
    Nuestra Señora de la Candelaria de Tama o La Purificación de Tama
    Assumpción del Puerto o Asunción de Nuestra Señora
    San Pedro de los Chines
    San Antonio de los Chines
    Natividad de Nuestra Señora
    San Carlos de los Chacatos (en Apalachee)
    San Carlos de los Chacatos o de Yalcatanu (cerca de Marianna en Florida)
    San Nicolás de Tolentino (cerca de Marianna)
    San Nicolás de los Chatos (sobre o cera del río Apalachicola)
    La Encarnación a la Santa Cruz de Sabacola o Santa Cruz de Sabacola el Menor
    San Carlos de los Chacatos (sobre el río Apalachicola)
    San Simón
    Ocotonico
    Santa María de los Yamasee o Santa María de Guale (isla Cumberland)
    Santa Catalina o Santa María de Guale (isla Amelia)
    San Felipe (isla Cumberland)
    San Felipe (isla Amelia)
    Santa Clara de Tupique (isla Amelia)
    Santa Cruz de Guadaiquini
    La Natividad de Nuestra Señora de Tolmato o Nuestra Señora de Guadalupe de Tolomato o Nuestra Señora de Guadalupe
    Santa Rosa de Ivitanayo
    San Diego de Salamototo
    Señor San Antonio de Anacapi (1680-1697)
    San Salvador de Mayaca
    San Joseph de Jororo
    La Concepción de Atoyquime
    Atissirne o Atisme o Jizime
    Sabacola (sobre el río Chattahoochee)
    San Carlos de Savacola o Savacola Chuba
    La misión a los Calusa de 1697
    Ivitachuco en Abosaya


    http://es.m.wikipedia.org/wiki/Anexo...las_en_Florida
    La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.

    Antonio Aparisi

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