La Florida: una empresa de Cuba y Puerto Rico.
Si hay una tierra que esta estrechamente ligada con Cuba y Puerto Rico es la Florida. Es que la Florida no puede entenderse sin Cuba ni Puerto Rico.
Las dos comunidades hispanas de mayor número en la Florida son la de Puertorriqueños, Cubanos y Colombianos. Los primeros abundan más en el centro de la Florida. Los segundos abundan más en el sur.
Pero ni modo, procedamos a relatar sobre esta gran hazaña cubano-boricua.
En 1513 Juan Ponce de León zarpa desde Puerto Rico por dos razones: la primera: al el obispo Manso llegar a su diócesis y comenzar a evangelizar a los indígenas, Juan Ponce de León se queda sin más nada que hacer. La segunda: Inspirado por los relatos de los Arahuacos Tainos sobre la fuente de la Juventud y con el deseo de descubrir una nueva tierra para obtener una gobernación.
El año de 1513 zarpa el coloso conquistador desde Puerto Rico. Zarpa con equipaje, con gente y todo lo necesario para su viaje. En otras palabras los primeros intentos descubridores de la Florida se hicieron desde Puerto Rico. !Que hubiese pasado si nuestro conquistador no hubiese llegado a Puerto Rico!
Nuestro insigne conquistador descubre la Florida el 2 de abril de 1513 y la bautiza con el nombre de Pascua Florida. Las cosas van bien para nuestro gigante, no obstante, los indígenas comienzan a atacar y al ilustre no le que más nada más que regresar a su segunda patria: San Juan.
En 1514 tenemos a nuestro Juan Ponce recibiendo el título de Adelantado de La Florida, título codiciado por Juan Ponce de León, pues era el título con el cual se concedía una gobernación. Así pues nuestro ilustre, con una nueva gobernación y con la tarea de evangelizar a los indígenas zarpa hacia su destino. Nuevamente, los indígenas le salen recios al adelantado y el viaje queda cancelado por 7 años más.
En febrero de 1521, nuestro conquistador parte hacia su deseada Gobernación, sale con equipos de agricultura, gente y franciscanos para evangelizar a los indígenas. Al llegar a la Florida los indígenas nuevamente atacan al conquistador, quien sale herido de una flecha, supuestamente envenenada, decide regresar a Cuba para recuperarse y luego tomar fuerzas para dirigirse hacia su gobernación. Pero la muerte le sorprendió y nuestro insigne conquistador fallece en la Habana. Sus restos serán trasladados a San Juan, donde aún reposan.
Después de varios años, un asturiano, Pedro Menéndez de Avilés, es encomendado con semejante empresa. El monarca, viendo sus grandes méritos en la guerra, le pidió que tomase la encomienda de la Florida.
En 1565, Pedro Menéndez de Avilés recibe el título de Adelantado Perpetuo de la Florida, la cual como ya se mencionó, era el título por el cual se daba una gobernación, además de otras facultades.
Fue a su expedición con 2,646 personas, al partir de Canarias tuvo un fuertísimo contratiempo encallando en Puerto Rico. Nuestro Insigne zarpa abastecido desde Puerto Rico y después de varios días de travesía al fin llega a la Florida.
Con evangelistas y hombres tienen su encuentro con indígenas floridanos, estos se convierten al Evangelio y fundan la Misión Nombre de Dios. Buscando un puerto natural donde fundar una ciudad, encuentran uno no muy lejos, queda bautizado el lugar como San Agustín, en honor al santo del día, esta ciudad vendría a ser capital de la Florida y la ciudad más vieja de Estados Unidos. Pedro Menéndez de Avilés anexa la Florida a Cuba. Es junto a Cuba que la Florida crecería políticamente y como entidad.
En conclusión: Desde Puerto Rico se prepara la población y descubrimiento de la Florida y desde Cuba se da el crecimiento y desarrollo político de la región. Por eso es que con toda razón digo:
La Florida: empresa de Cuba y Puerto Rico.
Del mar de Campos al mar Caribe.
Aunque el municipio de Santervás de Campos se encuentre hoy en día adscrito políticamente a la provincia de Valladolid, en el siglo XV estaba estrechamente ligado a la diócesis de Palencia. Fue en esa época, concretamente en 1460, cuando nació allí Ponce de León. Siendo muy joven fue designado paje de Fernando el Católico; y años después, formando parte de su séquito, participó también en la conquista de Granada. Una vez concluida la gesta peninsular, tras recibir noticias de los ricos descubrimientos realizados por Cristóbal Colón al otro lado del océano, decidió enrolarse en 1493 junto al almirante, dispuesto por aquel entonces a iniciar su segundo viaje. Mil quinientos hombres en busca de gloria y fortuna acompañaron al genovés en esa nueva travesía hacia América.
Ya en las Indias, sus hazañas comenzaron a sucederse, siendo destacable su intervención en la conquista de la isla de La Española (hoy en día dividida entre la República Dominicana y Haití). Debido a sus éxitos militares, fue nombrado gobernador de la provincia de Higüey. Parece ser que allí hizo una considerable fortuna vendiendo pan de mandioca a las tripulaciones que recalaban en su encomienda. Además, también le dieron autorización para desplazarse hasta la cercana isla de San Juan (actual Puerto Rico) al mando de cuarenta y dos potenciales colonos y ocho marineros. La respuesta de los indios taínos que allí vivían no fue pacífica, por lo que tuvo que afrontar bastantes escaramuzas antes de pacificar la isla por completo.
Los problemas no dejaban de sucederse. Conforme la colonización iba progresando, el rey le concedió el cargo interino de adelantado de San Juan a nuestro paisano. Aquello provocó un conflicto con Diego Colón, que reclamó para sí todos los derechos concedidos a su padre, el almirante Cristóbal Colón. Los tribunales no tuvieron más remedio que darle la razón en perjuicio del terracampino.
Al ser relegado por la justicia, Ponce se sintió ofendido y prefirió cambiar de aires. Con la idea de alejarse lo más posible, obtuvo la concesión para explorar las islas al norte de Cuba. En marzo de 1513 partió con dos carabelas y un bergantín fletados de su propio bolsillo, navegando hacia el norte más allá de las Bahamas. Y el 2 de abril de 1513 tomó tierra cerca de la actual Melbourne, momento en el que reclamó formalmente esos territorios para la corona española.
Una expedición pionera con un objetivo oculto.
El viaje emprendido por Juan Ponce de León tenía como objetivo prioritario colonizar las islas Bimini. Hoy en día se denomina de ese mismo modo al distrito constituido por las islas más occidentales de las Bahamas (a 81 kilómetros de la ciudad de Miami). Sin embargo, nuestro paisano rebasó ese archipiélago y siguió su travesía hacia el norte porque, junto con unas tierras para explotar, buscaba algo más que no está del todo claro. La leyenda extendida por Pedro Mártir de Anglería, un cronista coetáneo de origen italiano que formaba parte del Consejo de Indias, explica que el intrépido Ponce realmente andaba tras la mítica “fuente de la juventud”, un manantial en el que todo hombre viejo que se sumergiese se convertiría en niño.
Fuese aquella mágica fuente o cualquier otro prodigio, la previsión era realizar un hallazgo importante. Además de los marineros encargados de gobernar las naves, también le acompañaron bastantes tropas. Incluso se embarcó en las bodegas a una preciosa yegua, a lomos de la cual el castellano pensaba impresionar a los caciques de aquellas islas que pretendía dominar.
Cumpliendo con los planes de la misión, tras detenerse brevemente en Melbourne, continuó viaje con rumbo sur hacia la desembocadura del río Miami, trazando una trayectoria paralela a las costas y cayos del sur de la península de Florida, para luego virar hacia el norte en dirección al golfo de Méjico. En aquel tránsito pudo comprobar que los nativos con los que se iban encontrando eran mucho más fieros que los taínos caribeños y no tenían miedo a los españoles. Era tal su crueldad que, para infligir más víctimas a sus enemigos, los indios llegaban incluso a envenenar las puntas de las flechas que lanzaban.
A la altura de Cabo Romano se vio inmerso en una nueva refriega en la que uno de sus soldados resultó muerto. Desencantado por el cariz que empezaba a tomar la expedición, dio por terminado el viaje y regresó a San Juan. De camino, recaló en varios puntos de la costa de Yucatán, sin que conste la realización de exploraciones en aquellas tierras. Con la intención de reclamar a la corona todo lo que había encontrado, el 10 de octubre de 1513 arribó a Puerto Rico.
El retorno le tuvo que dejar un regusto agridulce. No había hallado ni el legendario manantial, ni tampoco cantidades reseñables de oro. Por si fuera poco, la hostilidad de los indígenas parecía ser bastante más elevada que lo habitual hasta entonces. En cambio, desde un punto de vista más positivo, Ponce se percató de que aquella supuesta isla de la Florida era mucho más grande de lo que nadie había imaginado. Asimismo, sin ser consciente de ello, había encontrado algo fundamental para los futuros viajes intercontinentales en barco: en la costa oriental de Florida, navegando hacia el sur, a pesar de que el viento soplaba de popa, sus carabelas no sólo no avanzaban sino que retrocedían cada vez más. Fue entonces cuando advirtieron que en aquella zona había una poderosa corriente que se dirigía hacia el norte. Se trataba de la famosa “corriente del Golfo” cuyos efectos no son sólo de índole náutica, ya que también tienen importancia capital para el clima global.
El ansiado título de adelantado de la Florida.
En 1514, Ponce de León retornó a España para recibir su codiciada dignidad de adelantado, lo que implicaba que con sus propios recursos podría explorar y gobernar todo lo que descubriese en su zona de influencia. Gracias a ese nombramiento, por fin estaría legitimado para actuar con autonomía, sin tener que rendir cuentas a gobernadores o virreyes como Diego Colón.
Al nuevo adelantado se le encomendó la tarea de conquistar la isla de Guadalupe y la de la Florida. Su misión era someter aquellos territorios para que la corona pudiese establecer un dominio efectivo y real sobre los mismos. Con esa intención partió hacia Guadalupe, donde se enfrascó en una encarnizada lucha con los nativos, tras caer en una tosca emboscada. Aquel contratiempo, además, supuso el fracaso del viaje.
Tuvo que aguardar hasta febrero de 1521 para organizar una nueva expedición a Florida. Durante ese tiempo pudo analizar con sosiego los fallos anteriores y tomar las medidas adecuadas para la próxima empresa, que contó con doscientos cincuenta hombres y cuatro navíos. El objetivo en este caso era constituir una colonia estable, por eso incluyó bastante material para agricultura, así como todo lo necesario para erigir un enclave en las islas Sanibel, situadas frente a la desembocadura del río Caloosahatchee. Incluso algunos franciscanos se embarcaron con él para evangelizar a los autóctonos que encontrasen por el camino. Mas al llegar hasta la bahía donde pretendían fondear, los indios rechazaron a los españoles con ímpetu. En el transcurso de la escaramuza, Ponce resultó herido por una de las temidas flechas envenenadas. Ante aquel imprevisto, lo mejor era abortar la operación y regresar a Cuba para que el adelantado se recuperase.
Las secuelas producidas por el flechazo no pudieron ser atajadas a tiempo y, tras una larga agonía, fallecía en La Habana en julio de 1521. Sus restos fueron trasladados hasta San Juan, en cuya catedral reposan a día de hoy.
Después de décadas haciendo frente con gran esfuerzo a una enorme cantidad de contrariedades, sin conseguir fijar una población estable en aquellos vastos terrenos, entregaba su vida a Dios nuestro insigne paisano. Al parecer, las dificultades debían ser tales que hasta 1565 Pedro Menéndez de Avilés no pudo fundar un primer asentamiento permanente en San Agustín de la Florida. Y esa ciudad, creada cincuenta y cinco años antes de que los Peregrinos ingleses arribasen a bordo del Mayflower a las costas de Nueva Inglaterra, es considerada a día de hoy como la más antigua de Estados Unidos.
A. C. T. Fernando III el Santo
Exposición de Pedro Menéndez de Avilés a la Florida:
No comenzó bien el viaje hacia América porque a los dos días de zarpar de Canarias sufrieron un fortísimo temporal que dividió a la escuadra e hizo regresar a dos carabelas a las Canarias. Alas quedó unido a un grupo de cinco buques. El 20 de julio les embistió otra gran borrasca, que obligó a aligerar los barcos y echar al mar buena parte de la carga. El galeón de Menéndez resistió mejor y llegó menos dañado que otros a Puerto Rico el 9 de agosto de 1565 acompañado de un patache. Los demás buques fueron llegando con problemas de diversa gravedad, así que el Adelantado ordenó reparar los buques en lo más imprescindible y urgente antes de zarpar nuevamente hacia la costa americana en busca de los intrusos franceses.
Cuando Menéndez toma la decisión de zarpar de Puerto Rico en busca de los franceses aún está lejos de haberse reunido su dispersada escuadra, pues en esos momentos solo dispone de la tercera parte de su gente, e ignoraba si el resto se había perdido con las tempestades o si llegarían los barcos de Asturias y Vizcaya.
Durante la travesía de Puerto Rico a Florida ordenó Menéndez que los soldados de su galeón se ejercitasen, de manera que diariamente cada soldado debía realizar tres disparos, con el fin de que perdiesen el miedo a los arcabuces. Ofrecía premios a los que mejor tirasen así como a sus jefes por tener buen cuidado en hacer diestros a sus soldados.
Finalmente, avistan el 28 de agosto de 1565 las costas de Florida.
Para no perder las costumbres religiosas, puestos todos de rodillas en los barcos se declamó un Te Deum Laudamus, alabando a Dios y suplicándole que les diese sus favores.
Desembarcan 20 hombres para explorar el lugar y tienen su primer encuentro con los indios timucuas, que pidieron conocer al jefe de los bajeles. Allí fundaron la misión evangelizadora llamada Nombre de Dios. Se ofició una misa, como de costumbre.
Seguidamente buscan un puerto natural donde fondear y fundar la primera colonia. Encontraron un lugar que les pareció de buen acomodo en la desembocadura de un río que ofrecía una dársena, situado 8 leguas al norte de donde habían tenido su primer encuentro con los indígenas. Lo bautizaron como San Agustín, en honor al santo del día.
Actualmente, San Agustín es el patrón de Avilés.
http://singladuras.jimdo.com/biograf...dez-de-avilés/
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