Hispanoamérica y el Día de la Raza

“En español, cuando decimos raza, el énfasis está puesto en el parentesco y no en la apariencia física. Y el parentesco puede ser biológico, pero lo importante es que sea cultural. Desde ese punto de vista, personas con una apariencia física distinta, muy diferentes entre sí, pueden tener un origen común”
El siguiente texto contituye la primera parte de un artículo de Mónica Nicoliello, Profesora de Historia en la Universidad de la República (Montevideo) y Doctora en Psicología de la Universidad Atlántica Internacional a Distancia (EEUU). Tomado del sitio web “Indiberya, causa común”
Niños hispanoamericanos desfilando por Nueva York en el 12 de Octubre



Se acerca el 12 de octubre, Día de la Raza, y no está de más hacer algunas precisiones Primera precisión.- Ante todo, qué significa raza en español. No qué significa raza en inglés, en alemán o en francés, sino qué significa raza en español. Como siempre, conviene tener a mano el diccionario. No cualquier diccionario, sino el que sirve de referencia universal a todos los hablantes de la lengua. Me refiero al Diccionario de la Lengua Española que publica la Real Academia Española, y que puede consultarse tanto en su edición impresa como en internet. Resulta que raza, que tiene unas 7 acepciones en español, deriva del latín radius o radia, que significa rayo o raya. Confirma este origen etimológico el hecho de que también derivan de radius/radia, rayo, raya, y radio. Del latín radia nos vienen también radiar o irradiar y radiación, mientras que de radix deriva raíz. De manera que aunque la palabra evolucionó mucho a partir de su original en latín, al punto de que registra casi unas diez acepciones, esa decena de acepciones giran sobre la idea de raya, rayo o línea, y no de raza en el sentido que le dan a la palabra los racistas, es decir, como un grupo biológico estereotipado y predeterminado desde el punto de vista de su apariencia a partir de unos rasgos físicos y psicológicos supuestamente hereditarios. Luego conviene recordar que la idea de razas humanas como criterios taxonómicos comparables con los que se utilizan para establecer las razas animales, es una creación del siglo XVIII, durante el cual los hombres de ciencia se ocuparon especialmente de las clasificaciones, con el objetivo de demostrar que todo en la naturaleza puede reducirse a un número limitado de ellas. Antes del siglo XVIII, los eruditos en realidad trataban de demostrar que las clasificaciones son, en todo caso, infinitas. Analiza bien este punto Michel Foucault en su Arqueología del Saber. Junto a esta preocupación científica -que podemos considerar legítima- de tratar de reducir la naturaleza a un número limitado de categorías, se desarrollaron, además, el racismo y el colonialismo como procesos históricos que tomaron forma también, en el siglo XVIII. Y el racismo estuvo en función del grado de evolución de las relaciones coloniales entre metrópolis y colonias; relaciones que se intentó justificar mediante tesis racistas. (Relaciones coloniales que pueden ser internacionales o intranacionales, como demuestra la historia de los EEUU). ”Jim Crow”, el personaje que le dio el nombre al sistema de segregación racial estadounidense.

Donde más prosperaron estas tesis racistas fue donde las relaciones coloniales capitalistas estaban más maduras: en Inglaterra, Holanda, Francia, y los EEUU. Y en Portugal, que a partir del 1700 empezó a languidecer a la sombra de Inglaterra. El siglo XVIII se convirtió, además, en el siglo de oro de los traficantes de esclavos. Pero el hecho que terminó de madurar el proceso fue, a partir de 1790, la revolución de Haití, que provocó el pánico entre los plantadores del Caribe y del Sur de los EEUU. Pánico que tuvo su traducción en el odio al negro. En el mundo que habla español la palabra raza conservó durante mucho tiempo su sentido antiguo de estirpe, linaje, casta, línea, en una palabra, árbol genealógico. En sociedades de Antiguo Régimen donde no había un gran desarrollo de la economía esclavista de plantación característica del Sur de EEUU, el Caribe y Brasil, el árbol genealógico identificaba y caracterizaba a las personas, les recordaba una tradición de la que enorgullecerse, pero no las hacía desiguales en el sentido de más o menos humanas. Lo que sí diferenciaba según su estatus a las personas eran los estamentos, de los cuales había dos: nobleza y pueblo. Se suponía que eran un reconocimiento al mérito o carisma que se creía hereditario y en muchos casos se remontaba a la Edad Media, pero no reducían a nadie a una condición animal o humana inferior, porque eso hubiese sido visto como anticristiano. Además, los estamentos estaban en plena crisis desde el siglo XIII, debido al ascenso de la burguesía, de los campesinos ricos, de los maestros artesanos, y de los derechos que iban ganando las ciudades, tanto en Europa como en América. En una época donde las distancias sociales estaban muy marcadas, esta transformación burguesa estimuló a otros sectores populares como los artesanos y los campesinos pobres a reclamar a la nobleza (que monopolizaba los cargos políticos) el reconocimiento de sus derechos como miembros de una misma nación (una idea que nació en el siglo XVIII), más allá de los estamentos. Esto ocurrió tanto en Europa como en América. Segunda precisión.- Debido a que la esclavitud se abolió antes en la mayor parte de Hispanoamérica (Bando de Túpac Amaru, 1780-Constitución de la República Argentina, 1853) que en los EEUU (Décimo tercera enmienda de 1865; el último Estado en ratificarla fue Misisipi ¡en 1995!) y Brasil (Ley Áurea de 1888), el racismo que la acompañaba no tuvo oportunidad de cristalizar de la misma manera. La prueba es la fuerza con la que el sistema segregacionista (Jim Crow) se afirmó en los EEUU, por lo menos hasta 1964-1965 (Ley de Derechos Civiles y Ley de Derecho al Voto), y en muchos casos, hasta la actualidad (Protestas en Ferguson, agosto de 2014). Muestra de esto también fue la fuerza que tomaron las tesis racistas en Occidente hasta fines del siglo XIX. A diferencia del concepto tradicional de raza entendida como linaje, concepto propio de todas las sociedades premodernas basadas en el parentesco, el concepto occidental moderno de raza, entraña la idea de que hay personas asimilables a los animales, (los ”negros”, la ”raza negra”), y otras asimilables a los ”negros”, los irlandeses e ibéricos, por ejemplo. El siguiente texto deja bien claro qué es una raza en sentido racista moderno, como doctrina de origen colonial anglosajón. ”Las siguientes deducciones fueron hechas [por la Sociedad Antropológica de Londres]: ”1º.- Que hay tantas razones para clasificar al negro como una especie distinta al europeo como las hay para hacer del asno una especie distinta de la cebra; y si tomamos en consideración de la clasificación la inteligencia, hay más diferencia entre el negro y el anglosajón que entre el gorila y el chimpancé. ”2º.- Que las analogías son más numerosas entre el negro y los monos que entre el europeo y los monos. ”[...] 4º.- Que el negro es más humano en su natural subordinación al europeo que bajo cualquier otra circunstancia [...]”. Sesión científica de la Sociedad Antropológica de Londres del 17 de noviembre de 1863. La Enciclopedia Británica en su edición de 1911, mantuvo este concepto. De manera que la historia es la fuerza que le va dando sentido a las palabras; en los países anglosajones la palabra race (raza en su acepción de taxonomía humana comparable a la animal) tiene unas connotaciones muy claras. El significado de las palabras depende de procesos históricos, no es un hecho caprichoso. También a fines del siglo XIX se inventó en Francia, los países anglosajones y los países nórdicos, la idea de la superioridad de una ”raza blanca”. En su Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas (1853 y 1855), Arthur de Gobineau (1816-1882), describió de la siguiente manera el origen de esa ”raza blanca”: ”El color de los arios era blanco y rosado: así fueron los griegos y los persas más antiguos, tales se mostraron también los hindúes primitivos. Entre los colores de los cabellos y de la barba dominaba el rubio, y no puede olvidarse la predilección que por este color sentían los helenos: no concebían de otra manera a sus divinidades más nobles”.
La realidad histórica nos dice más bien lo contrario. Las Leyes de Manú, que son un texto de la antigua India escrito en sánscrito, es decir lo que para algunos representa el tronco ”ario”, recomiendan a los hombres no unirse a mujeres pelirrojas -que suelen tener la piel muy blanca- o pecosas, que tienden a tener la piel muy clara. Y es que la idea de ”raza blanca”, -y de ”raza blanca” como ”raza superior”- es una completa invención moderna. Que las personas tengan la misma apariencia física no garantiza que tengan los mismos genes. En una nota que escribí en este mismo blog sobre el caso de ”La gitanilla rubia”, desarrollo esta idea: Indiberya, causa común: Una digresión en esta Bitácora ante el insólito caso de racismo europeo ''La Gitanilla Rubia''. Apostillas al artículo ''Las Leyendas Negras'' Mestizaje y diversidad en un grupo de escolares colombianos. Estos chicos son diferentes. Sin embargo, observándolos bien, todos tienen un mismo ”aire de familia”.

No fue ese el sentido que tomó la palabra raza en los países de habla hispana. Por eso, cuando a principios del siglo XX, se propuso el Día de la Raza, fue en el sentido original del término y no en el sentido racista. El significado de raza en castellano es hasta opuesto al significado de race en inglés. Para los anglosajones, raza es un conjunto de personas que tienen los mismos rasgos físicos, por ejemplo, todos tienen la piel oscura. Se supone que esos rasgos físicos se heredan. Además la idea está muy teñida por lo que fue en EEUU la influencia de la eugenesia, es decir, la idea de que hay rasgos deseables y rasgos indeseables; por ejemplo la piel oscura fue considerada durante mucho tiempo un rasgo indeseable. Esta creencia es falsa. Un grupo de personas pueden tener la piel oscura y ningún parentesco ni relación entre sí. Y los rasgos que se heredan son muy variados y muy variables. Los miembros de un mismo grupo, aunque tengan el mismo origen, no heredan los mismos rasgos. En español, cuando decimos raza, el énfasis está puesto en el parentesco y no en la apariencia física. Y el parentesco puede ser biológico, pero lo importante es que sea cultural. Desde ese punto de vista, personas con una apariencia física distinta, muy diferentes entre sí, pueden tener un origen común. En el caso de la genética humana, los rasgos que se trasmiten no son los mismos para todos los miembros del grupo. Eso no quiere decir que los miembros de un grupo no estén emparentados entre sí. Es obvio que la hegemonía aplastante de los países anglosajones a partir de mediados del siglo XIX y durante todo el siglo XX, influyó para modificar la idea tradicional. Hasta tal punto se trata de una influencia ajena, que no la encontramos en la tradición antigua, grecolatina. Heródoto, nacido hacia el año 484 a. C. en la ciudad doria de Halicarnaso, en Caria, Anatolia, (esto es, ”aria”, ”indogermánica”) dice sobre los etíopes (”cara quemada o negra”): ”Los etíopes son los más altos y bien hechos de todos los hombres. Su entendimiento es vivo y fuerte”. ”Los etíopes son los más justos y piadosos de todos los hombres [...] sus sacrificios son los que más agradan a Zeus” [...] A causa de ello son los más longevos entre todos los hombres”. HERÓDOTO, Historias. Sobre Cambises, rey de los persas. Y no se trata de una referencia aislada, porque el profeta Isaías describe a los sudaneses de manera muy similar a como lo hace Heródoto: ”la gente esbelta, la gente soberbia, la gente de brillante piel”. (Ver Libro de Isaías. Maldiciones a las naciones. Antiguo Testamento).
Tercera precisión.- Cuando en 1917, bajo la presidencia de Hipólito Yrigoyen, se estableció por decreto el ”Día de la Raza” en la Argentina, fue con un sentido completamente diferente, incluso opuesto. La pregunta: ”¿qué raza?”, ”¿la española?”, ”¿la criolla?”, ”¿la mestiza?”, ”¿la hispana?”, ”¿la indígena?”, ”¿la africana?”, se contesta diciendo que todas y ninguna al mismo tiempo. Cuando se fijó el ”Día de la Raza”, no se dijo de qué raza. Y se puede pensar que esta omisión fue intencional. El pensador español Miguel de Unamuno escribió por ese entonces en La Raza y la Lengua (1884-1936): ”Raza quiere decir lo mismo que raya o línea [...] Y la raza histórica -no naturalística-, humana, -no animal- es algo no hecho, sino que está haciéndose de continuo, que mira al porvenir y no al pasado. Y en cuanto mira al pasado, se llama más bien abolengo, que deriva de abuelo”. Cuando la generación crítica de Unamuno (que en España es la de 1898 y en América la de 1900) creó el ”Día de la Raza” lo hizo con el sentido de ”raza histórica”, ”humana”. 12 de Octubre, Día de la Raza Humana, de la comunidad histórica americana. Hoy decimos que no existen las razas porque solo hay una raza humana: eso es lo que enseñaba Unamuno, pero con el sentido que tiene raza en español, que es línea, linaje, descendencia y ascendencia. Si hay algo característico de la raza humana es su continuidad en el tiempo, a través de la descendencia, por un lado, y la conservación de la memoria de los ascendientes por el otro. ¿Por qué se enamoran las personas? ¿Por qué las madres y los padres quieren tener hijos? ¿Por qué los abuelos desean tener nietos? ¿Por qué nos gusta recordar quiénes fueron nuestros antepasados? ¿Por qué hay pensadores que fundan escuelas de pensamiento, a través de sus discípulos? ¿Cómo, desde cuándo y por qué hemos llegado a tener una identidad? Estas preguntas tienen mucho que ver con lo que se celebra cada 12 de octubre. El pensador argentino José Ingenieros, la poetisa chilena Gabriela Mistral, el uruguayo J. Enrique Rodó y el mexicano José Vasconcelos son algunos de los intelectuales que apelaron a la fuerza de la raza hispanoamericana y, por diversas vertientes, convocaron a su unión.

El ”Día de la Raza” así entendida, pasó por diversos momentos. La tradición de recordar el 12 de Octubre, fecha del ”Descubrimiento de América” como una oportunidad de afirmar las identidades de unas comunidades con raíces comunes, data del año 1892. El Cuarto Centenario se conmemoró en España con la participación de distinguidas personalidades de América Latina, como Rubén Darío, y también se celebró, ruidosamente, en EEUU y en Italia, por suponerse Génova la ciudad natal de Colón. Esta era una tradición que habían contribuido a formar notables Precursores de la Independencia hispanoamericana, como el venezolano Francisco Miranda (1750-1816), quien veía en Colón al visionario que guía a la humanidad en su camino de progreso. Miranda fue uno de los primeros autores en reivindicar la figura de Colón, en investigarla y tratar de documentarse sobre ella, a tal punto que propuso llamar ”Colombia” a Suramérica, incluso al conjunto de lo que entonces se llamaba ”América española” y que él propuso denominar, por primera vez, Hispanoamérica. En el año 1913, a propuesta de Faustino Rodríguez-San Pedro, entonces Presidente de la Unión Ibero-Americana, abogado y político español, nace la idea de conmemorar el 12 de Octubre como fiesta comunitaria. La intención de Rodríguez-San Pedro era fortalecer las relaciones de amistad entre España y América, -a partir de valores culturales comunes- así como las relaciones de los países hispanoamericanos entre sí. Uno de los partidarios de celebrar aniversarios comunitarios era el pensador uruguayo José Enrique Rodó: ”Más arriba del centenario de Chile, del de la Argentina, del de México, yo siento y percibo el centenario de la América Española. En espíritu y verdad de la historia, hay un solo centenario hispanoamericano, porque en espíritu y verdad de la historia, hay una sola revolución hispanoamericana. Y la unidad de esta revolución consiste [...] principalmente, en que el destino histórico de esta revolución no fue alumbrar un conjunto inorgánico de naciones [...] sino traer a la faz de la tierra una perenne armonía de pueblos vinculados por la comunidad de origen [...] y por todo cuanto pueda servir de fundamento a la unidad de una conciencia colectiva”. José Enrique Rodó al Congreso de Chile, septiembre de 1910. En 1915, en Uruguay, comenzó a celebrarse el 12 de Octubre como ”Día de las Américas”, mientras en los EEUU empezaba a festejarse como ”Día de Colón”, impulsado, sobre todo, por los ítalo-americanos. En 1917, en la Argentina, entonces bajo la presidencia de Hipólito Yrigoyen, se estableció por decreto el 12 de Octubre como ”Día de la Raza”: afirmación de la identidad hispanoamericana frente a los EEUU y la Doctrina Monroe. Cabe recordar que para 1917 ya se habían producido decenas de intervenciones y ocupaciones militares de EEUU en América Latina. (Ver Gregorio Selser: Cronología de las intervenciones de EEUU en América Latina). De manera que ”Día de la Raza” y ”Día de la Resistencia” es lo mismo, porque cuando la expresión se creó, fue con ese sentido. El sentido también siguió siendo el mismo cuando se volvió a cambiar el nombre. En el año 2010, en la Argentina, se cambió el ”Día de la Raza” por el ”Día de la Diversidad Cultural Americana en la Argentina”, que según vimos, es lo mismo. En 1918, por ley, se estableció la ”Fiesta de la Raza” en España, es decir, durante el gobierno de Antonio Maura y el reinado de Alfonso XIII. En 1940 se cambió por ”Día de la Raza” y en 1958 por ”Fiesta de la Hispanidad”. En 1987, pasó a ser ”Fiesta Nacional de España”. En 1921, Venezuela, bajo la presidencia de Juan Vicente Gómez, también estableció por decreto el 12 de Octubre como ”Día de la Raza”. Esta denominación se mantuvo hasta el año 2002, en que el Ministro de Educación Superior Samuel Moncada lo cambió por ”Día de la Resistencia Indígena”. Lo cual, en el fondo, también es lo mismo, ya que todas las culturas de América Latina son, en mayor o menor grado,indígenas de América. La pregunta: ”¿de dónde vinieron los latinoamericanos?” solo admite una respuesta: ”no vinieron ya formados de ninguna parte, se formaron en América”. En 1923, un decreto, esta vez en el Chile de Arturo Alessandri Palma, estableció el 12 de Octubre como ”Día de la Raza”. En el año 2000 se cambió por ”Día del Descubrimiento de Dos Mundos”. En 1928, la idea se impuso en México por iniciativa de José Vasconcelos, creador del lema de la UNAM que dice ”Por mi raza hablará el espíritu”. Tiene, por lo tanto, el sentido de sincretismo, mestizaje, humanidad, universalidad, y espiritualidad.

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