Los hombres y mujeres de las Indias tenían oportunidad de comprar y leer las obras de los grandes escritores españoles casi inmediatamente después de publicadas en la península. En la segunda mitad del siglo XVI no era raro que una persona recibiera en América partidas de veinte, treinta o cuarenta cajones conteniendo de veinte a cien libros cada uno. Existe constancia de un librero que en enero de 1601 hizo un embarque de ochenta cajones con cerca de diez mil volúmenes. Se admite generalmente que la mayor parte de la primera edición de Don Quijote se envió al Nuevo Mundo en 1605. Una novela picaresca de igual popularidad, sino mayor, la Vida del pícaro Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán, parece haber llegado a América en cantidades aún mayores; sólo en 1606 se enviaron a Nueva España cuatrocientos noventa ejemplares.
Si en el siglo XVI el gusto español se inclinaba hacia los libros de caballería y las novelas picarescas y pastoriles, después de 1600 la preferencia pasó de la novela en prosa al drama en verso, leído o representado. Las comedias de Lope de Vega y las de sus imitadores y sucesores españoles y criollos hallaron un auditorio numeroso e interesado en los virreinatos. El examen de los certificados de embarque demuestra que gran cantidad de obras dramáticas -las de Tirso de Molina, Calderón, Moreto- afluyó a las Indias en los siglos XVII y XVIII, excediendo en mucho a los demás géneros de literatura profana. Los 'corrales' o 'casas de comedias' aparecieron en México y Lima casi tan pronto como en Madrid y Sevilla. Ya en 1559 actores venidos de España organizaron una compañía teatral en Lima y el desarrollo del teatro virreinal corrió parejo con el de la península. La casa de comedias era el centro popular de diversión, frecuentado por todas las clases sociales.
Fuente: El imperio hispánico en América de Clarence Haring.
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