ESTAMPIDA VACUNA AL RESCATE
En la actualidad cuando oímos hablar de armas biológicas a todos nos viene a la mente virus, bacterias y todo tipo de microorganismos. Pero en la Historia hemos asistido a diversos empleos de agentes vivos como armas. Tanto cerdos como cabras y ovejas pero hoy nos centraremos en un animal un poco más nuestro, el toro símbolo de nuestra España y su pareja la vaca.
En el año 1600, un 24 de enero, una flota corsaria inglesa comandada por Christopher Newport (1561-1616), se aproximó a las costas jamaicanas con la intención de atacar el asentamiento español de Nuestra Villa de la Santísima Señora de la Vega o Villa de la Vega, actual Spanish town. Creada en 1525 por Francisco Garay, carecía de minas y de materias primas de interés por lo que se dedicó en exclusiva a la agricultura y a la ganadería que sería su mayor fuente de ingresos...
Por suerte para los defensores de la villa se había avistado con tiempo a los 16 buques por lo que el gobernador Don Fernando Melgarejo de Córdoba pudo organizar a sus 200 hombres de armas. Todo hacia parecer que la victoria inglesa iba a ser cosa de coser y cantar pero no contaron con la mayor habilidad de los españoles, nuestra capacidad de improvisación.
Los ingleses seguros de su victoria en vez de atacar nada más desembarcar trataron de ofrecer una rendición “bajo amenaza de pasar a cuchillo a todos los defensores”. Los españoles atrincherados en la playa de desembarco trataron de ganar tiempo utilizando la conocida torpeza en el inglés que aun ahora nos persigue. Tras el típico dialogo de besugos con el emisario, este se dio cuenta de la táctica dilatoria española y se retiró a su navío.
El comandante Newport decidió comenzar el ataque, enviando a unos 1500 soldados, que al llegar a la playa se encontraron que los defensores la habían abandonado. Por tanto, debían internarse tierra adentro en búsqueda de los defensores, para ello se dividieron en cinco columnas.
Estatua de Newport en la Christopher Newport University, Virginia EEUU
Wikicommons
Los españoles ahora guarecidos en la villa sabían que su inferioridad numérica hacía imposible la victoria. Pero cuando la necesidad apremia, el ingenio español despierta. Entre los habitantes de la villa destacaba una abundante cabaña de ganado bovino, que esperaba a ser repartida por todo el continente, en unos grandes corrales situados en el camino que seguirían los ingleses.
Los españoles habían puesto paja en los cuernos de varias vacas como si de toros embolados se tratasen. Sí, tenéis razón, van a hacer un encierro de ingleses como si de una fiesta de Bous al carrer o Correbous se tratase. ¿Por qué esta brillante idea? Puede ser que el gobernador hubiese leído los textos clásicos en los que se narra esta táctica en la antigüedad o bien una acción desesperada de unos ganaderos conocedores del poder de una estampida.
Toro embolado , Wikicommons
Cuando vieron acercarse a los ingleses, como si de unos turistas despistados en San Fermín, abrieron las puertas de los corrales e incendiaron los cuernos a la vez que comenzaron a disparar con el único cañón de la ciudad. El fuego y el ruido asustaron al ganado que comenzó a correr alejándose de la ciudad dirigiéndose contra las columnas inglesas. La situación parecía dantesca para los atacantes como describió el escritor Eduardo Ruiz de Burgos Moreno en su libro “La Difícil Herencia” lo narra así “Los ingleses primero oyeron un terrible estruendo, después, vieron ante sí una inmensa polvareda que no llegaban a entender y, finalmente, sufrieron una imprevista embestida de toros y vacas”.
Los atacantes huyeron desmoralizados, sin haber logrado disparar un solo tiro, hacia la playa obligando al comandante Newport a embarcar a sus hombres rápidamente en los navíos. Gracias a esta audaz estratagema la villa no fue saqueada y sus habitantes pudieron seguir por un largo tiempo con sus tareas agrícolas sin volver a ser molestados.
Pero esta nueva arma no era 100 por 100 eficaz, ya que varias décadas después fue empleado contra otros corsarios con distinto resultado. En 1670 Henry Morgan (1635-1688) y sus filibusteros (no tenían patente de corso y actuaban por su propio interés siempre cerca de la costa) atacaron la ciudad de Panamá. El comandante español ante su inferioridad numérica planeó una estampida de ganado contra las filas de los atacantes, pero los pastores que guiaban a la manada huyeron cuando empezó el combate, por lo que el ganado entró fácilmente en estampida pero hacia las líneas españolas que se vieron atacadas por sus propias vacas y toros.
Paradojas de la Historia, tanto ahora como en el pasado las armas biológicas siguen siendo un peligro ya que son una verdadera Caja de pandora que no se sabe cómo va a reaccionar.
BELLUMARTIS HISTORIA MILITAR: ESTAMPIDA VACUNA AL RESCATE
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