“Producción de Naturaleza”, un libro que va a dar que hablar. Entrevista con su autor




Ignacio Jiménez Pérez

4 OCTUBRE, 2018

Obra escrita por IGNACIO JIMÉNEZ PÉREZ, un joven científico español especializado en conservación ambiental

ENFOQUES POSITIVOS entrevistó al autor de “Producción de Naturaleza”, título que de por si es llamativo y generará interés de parte del público, por la originalidad, además, de la materia que trata.

Vale la pena, ante todo, presentar el extenso listado de los antecedentes académicos de IGNACIO JIMÉNEZ PÉREZ, quien nació en Valencia (España) en 1969, y cuenta con una amplia experiencia internacional en conservación.

Obtuvo su licenciatura en biología por la Universidad de Valencia y una maestría en Manejo y Conservación de Vida Silvestre por la Universidad Nacional de Costa Rica. En el año 94 se mudó a Costa Rica donde inició su carrera como investigador y conservacionista alrededor del manatí antillano (un gran mamífero acuático amenazado de extinción) y los humedales que éste habita.

Con base en Costa Rica, desarrolló proyectos de conservación de la naturaleza en países como Nicaragua y El Salvador, llegando a trabajar en la exótica Madagascar.

En paralelo coordinó un análisis multidisciplinario de la experiencia española en recuperación de fauna en peligro de extinción.

En el año 2005 se mudó a Argentina donde comenzó a colaborar con la fundación The Conservation Land Trust (N de la R: El gigante emprendimiento ambientalista del matrimonio Tompkins, ambos entrevistados en varias ocasiones por este Portal) en los Esteros de Iberá. Dentro de esta organización, fue responsable de la iniciación y coordinación del mayor programa de reasilvestramiento o rewildingde América, el cual incluye la reintroducción de especies como el oso hormiguero gigante, el venado de las pampas, guacamayo rojo, pecarí, tapir y el yaguareté.

En 2016 nuestro entrevistado vivió en Sudáfrica por un año para aprender de la experiencia africana en conservación de biodiversidad, rewilding, ecoturismo y desarrollo local.

Ignacio es uno de los creadores del término Producción de Naturaleza, el cual inserta las áreas protegidas y la restauración ecológica dentro de las prioridades de desarrollo en comunidades rurales. Sus estudios y esfuerzos de conservación han aparecido en más de una veintena de artículos científicos y varios libros. Desde hace 20 años lleva comunicando las mejores prácticas en conservación de la biodiversidad a estudiantes, gestores, comunidades locales, empresarios y gobernantes en múltiples países.

Recientemente publicó junto a CLT el libro “Producción de Naturaleza: Parques, Rewilding y Desarrollo local”, el cual desarrolla un método práctico para la gestión de procesos de conservación y desarrollo, aportando ejemplos de cinco continentes. Actualmente vive con su mujer e hijas junto a una reserva natural en el mediterráneo español.

A continuación el texto de la entrevista que IGNACIO cordialmente concedió a este Portal:


Con referencia al libro “Producción de Naturaleza: parques, rewilding y desarrollo local”, ¿Qué fue lo que te inspiró y cuáles son los objetivos que persigues con esa obra?:

“Desde el año 94 he tenido la oportunidad de participar, liderar o visitar programas destinados a conservar o restaurar ecosistemas naturales en múltiples países. Durante este periplo pude observar numerosos proyectos y reservas naturales que no lograban cumplir con sus objetivos, y unos pocos que mostraban un nivel de éxito excepcional. Esto hizo que se desarrollara en mí una enorme curiosidad en relación a tratar de identificar qué factores son los que hacen que algunas organizaciones o regiones sean exitosos a la hora de cumplir con su propósito de conservación, y otros no. Durante este periplo me encontré con The Conservation Land Trust o CLT, una fundación privada liderada por el matrimonio Tompkins, que parecía estar logrando resultados especialmente destacados en este ámbito. Por puro azar acabé trabajando para esta organización en su proyecto destinado a crear un gran parque nacional en los Esteros de Iberá, al mismo tiempo que se reinsertaban varias especies que habían desaparecido de la región.

Sorprendentemente (al menos para mí en ese momento), la idea de donar a la sociedad un gran parque nacional fue recibida con una mezcla de rechazo y escepticismo. Esto nos obligó a ser mucho más efectivos a la hora de comunicar a la sociedad correntina y argentina para qué sirve un área natural protegida; explicando que ésta no era un camino alternativo a la producción, sino más bien una producción alternativa, donde los ecosistemas naturales sirven como base del desarrollo local, sobre todo a través del ecoturismo.

A esto lo llamamos Producción de Naturaleza.

Al mismo tiempo que trabajábamos en Iberá, junto a Sofía Heinonen (la actual CEO de CLT) nos dedicamos a visitar otros programas de producción de naturaleza que fueran particularmente exitosos, tanto en América Latina como en otros continentes. Al final, el libro Producción de Naturaleza recopila y comunica de manera articulada décadas de experiencias acumuladas por profesionales de los cinco continentes en relación a cómo desarrollar programas de conservación que no sólo logren impactos notables en lo que se refiere a la biodiversidad, sino que cuenten con el respaldo de la sociedad en general. En este sentido, se trata del primer manual de este tipo publicado en lengua española y uno de los pocos publicados en cualquier idioma”.

¿Cómo funciona el sistema que comprende el manejo integrado de programas y organizaciones de conservación de naturaleza y desarrollo económico?:

“La Producción de Naturaleza se basa en una serie de conceptos propios del siglo XXI. El primero es que vivimos en un mundo mayormente urbano donde existe una clara demanda por la existencia de ecosistemas naturales en buen estado de conservación. La sociedad mundial demanda este tipo de paisajes, bien porque quieren visitarlos directamente como parte de sus actividades de ocio (es decir, como “ecoturistas”) o porque sienten una obligación “moral” por su mera existencia, la cual se manifiesta en acuerdos internacionales, leyes ambientales en todos los países e inversiones en forma de impuestos o de donaciones directas. Esta demanda social evidencia que lo que en el siglo pasado era visto como una actividad “deseconómica” ajena a la matriz productiva de los países (a menudo referida como un “lujo de los países ricos”), actualmente sea parte de la matriz productiva y económica de cualquier país. Y, de hecho, este tipo de producción representa la mejor opción para generar ingresos, empleo, orgullo y calidad de vida en muchas áreas rurales donde otros tipos de actividades más convencionales (agricultura, industria forestal, minería, etcétera) no han logrado generar comunidades con niveles de bienestar aceptables.

El funcionamiento de este tipo de producción se basa en la creación de un gran atractivo de calidad nacional o internacional en forma de un paisaje natural bien conservado con fauna abundante y de fácil avistamiento. Iberá es un buen ejemplo en este sentido. A partir de este atractivo empiezan a llegar una serie de clientes o ecoturistas, que traen recursos del exterior al mismo tiempo que se mantienen los recursos naturales locales, los cuales no son extraídos de la región (a diferencia de otros modelos extractivos y exportadores). Esta llegada de capital externo genera nuevas oportunidades de empleo y negocios locales directamente asociadas con el turismo de naturaleza, a las cuales pueden sumarse otro tipo de productos y actividades, como es el caso de los atractivos culturales (por ejemplo la cultura nativa de la región, el folclore y la gastronomía locales) o “cultivos ecológicos” con valor económico agregado, como puede ser la carne de pastizal o el arroz cultivado sin pesticidas”.

¿No hay antecedentes acaso, de algo similar en la Argentina o en el resto del mundo?:

“En Argentina se destacan especialmente las regiones de Iberá, Península Valdés y varios puntos de la cordillera patagónica. En menor medida Salta, Jujuy y Misiones han logrado establecer un destino ecoturístico, aunque más centrado en el paisaje que en la biodiversidad, lo que hace que no aprovechen toda su potencialidad intrínseca. En el norte argentino, regiones como el Impenetrable y el Bañado de la Estrella están apuntando a este tipo de producción, al igual que el área costera de Patagonia, como es el caso de la Bahía Bustamante. En el mundo hay varios países que tienen en este tipo de producción su principal fuente de ingresos externos, como es el caso de Costa Rica, Namibia, Botsuana o Ruanda, o en menor medida Tailandia o Nepal. De todos los continentes, el que tiene mayor experiencia en este sentido es África, pero esta producción no es exclusiva de países en desarrollo. Hay países “ricos” que cuentan con una enorme industria en este sentido, como es el caso de Estados Unidos, Japón, España, Escocia o Eslovenia”.

Parece estar manifestándose un grupo de jóvenes estudiosos que revolucionan el cuidado del medio ambiente, al actuar de un modo más sistematizado y confiable, y con mayor rigor profesional y científico. ¿Es así?

“Yo creo que más que una revolución de “jóvenes”, se está dando un cambio de liderazgo en las organizaciones dedicadas a la conservación de la naturaleza. Durante el siglo pasado la mayor parte de estas organizaciones eran lideradas por biólogos con un fuerte perfil académico. Esto hace que hasta la actualidad, mucha gente todavía piense que hacer conservación es hacer investigación. El componente científico de esta actividad ha sido tan fuerte que en muchos casos la parte se ha confundido con el todo. En el nuevo siglo se ha visto la aparición de nuevos líderes y organizaciones conservacionistas con una visión mucho más empresarial (los Tompkins son un buen ejemplo en este sentido), social y política, que les hace más efectivos a la hora de lograr acuerdos sólidos con la sociedad en general y mostrar resultados que vayan más allá de los estudios científicos y los planes que se centran en decir a otros “lo que deben hacer”. También se da la situación donde la sociedad está cansada de que los conservacionistas sólo ofrezcan datos de “cómo el mundo va hacia el desastre y la perdición”. La gente quiere no sólo lamentos, sino también resultados. Imagínense qué sería de los médicos si, como profesionales, sólo se dedicaran a lamentarse de la existencia de enfermedades, en lugar de curar a las personas. En este sentido, existe una nueva generación de organizaciones (como es el caso de CLT en Argentina, Turner Endangered Species Fund en EEUU o African Parks en África) cuyo énfasis está en lograr y comunicar resultados concretos sobre el terreno, más que en realizar estudios, planes o leyes, por más que estos sean medios importantes para lograr lo anterior. Por lo tanto, el cambio más importante para mí no tiene que ver con el aumento del rigor científico, sino con el aumento en efectividad basado en reconocer que la ciencia es sólo una parte importante pero no suficiente de algo tan complicado como es la conservación. Espero que todo esto quede bien reflejado en el libro de Producción de Naturaleza”.


Información complementaria a la entrevista:
El libro puede obtenerse en la sede de CLT en Buenos Aires.

Scalabrini Ortiz 3355, 4ºJ.
Te.: +54.11.4807.3976


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