PRIMEROS “ PROBLEMAS POLÍTICOS “
EN LAS ANTILLAS ESPAÑOLAS:
Nos situamos en La Española cuando las sublevaciones parece que se han terminado; y la población india, tanto de la dominicana isla como la importada de otras, trabaja para los españoles en régimen servil. La continuada inmigración desde España volcaráse sobre la capital, ante la imposibilidad de conceder encomiendas; la ínsula toda se convierte en retaguardia de un mundo en expansión.



Tardíamente, cuando el mal ya no tenía remedio, algunos frailes de La Española iniciarán lo que Lewis Hanke ha denominado “ la lucha por la justicia “ y Juan Friede “ el movimiento indigenista “; lo segundo carece totalmente de sentido; sabemos, pues, que el indigenismo es un fenómeno relativamente moderno que se apoya, como antaño el anarquismo, en la falsedad de Rousseau: La “ idealización “ del buen salvaje. Mentira que se ha ido imponiendo en la construcción de la Europa liberal, y que favorece la llegada masiva de inmigrantes no deseados ( No deseados porque en la inmensa mayoría de los casos no vienen a trabajar, sino que suben los índices de delincuencia ), en especial los musulmanes. Todo entroncado con el relativismo. Y todo no como culpa de los pueblos iberoamericanos ni del pueblo español ( Tan aborregados por la globalización….), sino por el mismo sistema que está enfrentando y destrozando al mundo entero.




Hasta estas fechas el criticismo de los frailes franciscanos residentes en Las Indias Occidentales no había representado ningún “ problema político “. En el 1509 llegaron 18 dominicos, y hacia el 1510-1511 21 más, casi todos procedentes del Convento de San Esteban, de Salamanca ( Reino de León ). En el año de 1511 decidieron pasar a la acción, efectuando una denuncia pública desde el púlpito, en el cuarto domingo de Adviento. El encargado de pronunciar el sermón fue Fray Antón de Montesinos.



Ante todos los potentados de la isla, incluyendo al Virrey Diego Colón, Montesinos, iniciando su disertación con aquello de “ soy una voz que clama en el desierto “, expone que los españoles están siendo responsables de las desgracias físicas y morales de los indios, que se encuentran en pecado mortal, que la principal tarea a la que han ido allá es a evangelizar; que la servidumbre de los indios americanos no puede justificarse, y los españoles van a ser reos de condena eterna….Aunque la Corona censure en un principio la actitud de los frailes representados por Montesinos, el mismo Montesinos y su vicario, el Padre Córdoba, se dirigen a España para llevar sus acusaciones ante la Corte. Logran audiencia. La Corona decide tomar en consideración las denuncias, pues estaba convencida de que el sistema de encomiendas tampoco satisfacía plenamente sus intereses y recelaba siempre de la excesiva acumulación de poderes. Se convoca una junta de expertos, en la que abundan los teólogos, los cuales, reunidos en Burgos ( Reino de Castilla ) en el año de 1512, acuerdan una declaración de principios sobre los amerindios, y pasan luego a analizar la legislación que de esa declaración debiere derivarse, teniendo en cuenta las necesidades materiales de La Española.



Esos planes cuajan en las Leyes de Burgos, firmadas el 27 de Diciembre del año de 1512.



Las noticias de la ofensiva legal causaron un evidente malestar en La Española; pero la aplicación de las leyes por Diego Colón fue fraudulenta, ya que, burlando sus objetivos, aparentó un reparto equitativo cuando, de hecho, los hidalgos concedían mercedes adicionales y mayor número de encomendados.



Las críticas y protestas por la actuación del Virrey motivaron que la Corona decidiera efectuar un nuevo repartimiento concienzudo. Para ello envió a oficiales reales independientes, a Pedro Ibáñez De Ibarra y a Rodrigo De Alburquerque, quienes llegaron a la hispanoamericana isla en Julio del 1514.



Como reacción ante el nuevo intento fiscalizador de la Corona, Diego Colón parte hacia España. Allí se nombra entonces a Cristóbal Lebrón como juez de residencia e, interinamente, hacerse cargo del gobierno.



El trabajo de Ibáñez De Ibarra y de Alburquerque se inicia con el estudio de la realidad: Comprueba que existen en la isla 733 encomenderos, y que hay un total de 25.000 indios, aunque el promedio esconde desigualdades de reparto. Sólo existen más de 50 vecinos con encomienda en Santo Domingo ( 197 ) y en las villas mineras de Concepción y de Buenaventura; sólo cuentan con unos 20 encomenderos las villas de Azúa, Lares, Salvatierra y Puerto Plata.



Fallecido Ibáñez De Ibarra, el repartimiento efectuaránlo, villa por villa, Alburquerque y Ginés De Pasamonte. La dificultad de establecer criterios claros y objetivos para el reparto y la consideración de la “ calidad “ de los vecinos que prima a los hidalgos y a los veteranos causa inevitables polémicas y alborotos.



El repartimiento consigue, aunque con no pocas dificultades, establecer una relativa igualación social y evitar los abusos de los amigos del Virrey. Pero ello implicaba el cierre de la isla a la emigración española, y consiguientemente, el fin de la frontera. Y serán muchos los que busquen otros horizontes menos controlados en las nuevas islas que se han ido poniendo en explotación: Jamaica, Puerto Rico, y sobre todo, Cuba.




El fallecimiento de Fernando V de Aragón, que ejercía la gobernación en la “ Corona de Castilla “ durante la minoría de su nieto Carlos De Habsburgo, y la enfermedad de la Reina Doña Juana detienen la política que, pese a las vacilaciones y giros coyunturales, había ido adquiriendo ciertos rasgos duraderos.



Quedaba en el aire el malestar causado por la gobernación de Diego Colón ( Los Colón no se distinguieron precisamente por ser los mejores gobernantes….), tras cuyo viaje a España se abrió una profunda crisis en Las Antillas y en la Tierra Firme, agravada por el hecho de que cesara el envío de oro desde Cuba y Puerto Rico. Ante la Corte se presentan procuradores de todos los intereses en cuestión.



El regente que ocupa el interregno hasta la llegada a España de Carlos será el Cardenal Francisco Ximénez De Cisneros ( Uno de los máximos impulsores de la Reconquista de la Hispania Tingitana – Oranesado Español; cuyo pendón ajedrezado rojigualdo con su atribución cardenalicia ondeó en batallas victoriosas como la de Orán o Túnez ), político hábil y piadoso que, en el caso indiano, asume con celo personal la posibilidad de enderezar la torcida situación de las relaciones entre españoles e indios.



Frente a los deseos de reforma del Cardenal Cisneros, en Flandes se mueve otro núcleo de poder en torno a la camarilla del Príncipe, que veían en los asuntos del Nuevo Mundo una evidente fuente de beneficios.



Si por una parte el repartimiento efectuado en La Española había causado descontento, por otra el de Francisco De Garay y Pedro De Mazuelo en Jamaica había constituido un acto de favoritismo a favor de Diego Colón; en Puerto Rico llevóse a cabo por las mismas fechas, y sirvió para reavivar las viejas tensiones. La población india, según datos aproximados, podría haberse reducido en La Española en un 80 % desde 1508 a 1517, contándose 11.000 habitantes en esa última fecha. Un descenso similar tuvo lugar en Jamaica.



En el momento de la asunción del poder por el Cardenal Cisneros, los frailes que por más de uno fueron tachados de “ subversivos “ creen encontrar en el flamante Regente un apoyo decidido para su defensa. El Cardenal Cisneros había sido confesor de la Reina Isabel la Católica y por ello estaba al corriente de los temores y desasosiegos que la esclavitud de los indios había causado en la Reina. Colón llegó con una idea de “ factorías a la portuguesa “ ( Según definen algunos historiadores ). Pero expliquemos esto: Los portugueses, cuando arriban a las costas africanas, son vistos por los reyezuelos negros, los cuales estaban acostumbrados a vender a sus propios corraciales como esclavos, sobre todo a los árabes. Éstos reyezuelos son los que ven una fuente de pingües beneficios en aquellos navegantes blancos, y los portugueses se van a aprovechar del asunto. Con ello, mi total repulsa hacia la esclavitud. Sea como fuere, igual Colón no entendía el tema, ni tampoco respetaba del todo los propósitos escrupulosamente evangelizadores por encima de todo.



Va a comenzar a relucir la figura del marrano Las Casas; un gran defensor de Colón, que hizo un plan para introducir esclavos negros, que causará estragos en América y en la buena voluntad de los gobernantes españolas. De capellán-encomendero pasará a ser el supuesto “ apóstol de los indios “; además de servir de propaganda a los protestantes centroeuropeos ( Principalmente a través de Jacques Miggrode ) se encontraba entonces en la Península Ibera, esperando su oportunidad….( Como el buitre espera la carroña ) ¿ Cómo este individuo pasa por ser el magnánimo defensor de los amerindios, cuando era máximo camarada de Colón, que pretendía esclavizarlos….? Por aquí empezarse podría….




El Cardenal Cisneros se propone una reforma profunda y meditada. Para ello el primer paso es prescindir de quienes habíanse ocupado de los asuntos indianos y tenían intereses personales en el tema. Efectúa una reordenación de la Casa de la Contratación de Sevilla, cesando a Rodríguez Fonseca y a Lope de Conchillos. Permanece, sin embargo, en su misión fiscalizadora en La Española Ginés de Pasamonte, del mismo equipo que los cesados.



En Abril del año de 1516, el Regente convoca una junta o comisión de expertos presidida por él y por el Cardenal Adriano de Utrecht, el cual, durante tres meses, analiza el pasado y el presente de Las Indias. Forman en esa comisión consejeros reales y personalidades relevantes como Palacios Rubios y Bartolomé de Las Casas. El resultado final indicólo el Cardenal Cisneros en carta al César de Romanos y Alemanes Carlos de Habsburgo: “ Todo aquello está perdido, así en lo espiritual como en lo temporal….”. La lista de vejaciones y malos tratos a los indios, la codicia y el afán de riqueza de algunos españoles que parecía ensombrecer a los más justos….Todo ello será perfecto para ir aliñando la leyenda negra vendida por y para los protestantes por Las Casas.



Era relativamente fácil estudiar la patología del problema, pero difícil resultaba acertar con el remedio mayormente adecuado, cuando había que satisfacer los intereses contrapuestos y difícilmente conciliables, existía el único precedente de las Leyes de Burgos, cuyo contenido como que no fue harto puesto en práctica….



La segunda decisión del Cardenal Ximénez De Cisneros será seleccionar a los próximos ejecutores de la reforma: Ni oficiales reales, ni representantes de los colonos de las islas, sino religiosos, frailes. Y para evitar que el nombramiento de Dominicos y Franciscanos, Órdenes establecidas en la América, pudiera interpretarse como el triunfo de uno de los bandos enzarzados en la polémica indiana, resuelve confiar la misión a tres frailes Jerónimos: Luis De Figueroa, Prior del Monasterio de La Mejorada, Bernardino De Manzanedo o de Coria, Prior de Santa Marta, y Alonso De Santo Domingo, Prior del Monasterio de San Juan de Ortega.




Las instrucciones que reciben los frailes combinan los proyectos más “ idílicos “ con las soluciones mayormente prácticas. Se trata de un trío de propuestas:



- El “ primer remedio “ establece que, una vez convocados los indios americanos, que son cristianos y libres, procuraráse que vivan en sus poblados, independientes de las villas de los españoles ( Lo que después iría formando esa República de Españoles dentro del seno americano ), bajo la autoridad de su cacicazgo, con régimen de autonomía y autogobierno, pero bajo la tutela de los españoles. Los amerindios regresarían a su primitiva libertad, aunque deberían contribuir con parte de sus beneficios, como tributo, a la Hacienda Real.



- El “ segundo remedio “, previsto para el caso de que el anterior no pudiere llevarse a la práctica como estaba planeada la cosa, continúa la política de concentración amerindia y de sedentarización en poblados, pero aceptando una autonomía compartida con los españoles. En cada pueblo ( Cuyas condiciones se indican con esmerado detalle ) deberá habitar un máximo de 300 vecinos y cada familia deberá tener casa propia. Existirá una iglesia, una residencia del cacique y un hospital. Un tercio de los varones adultos de cada pueblo habrá de trabajar en las labores mineras, en turnos de un par de meses. Del oro extraído, una parte corresponderá a la Real Hacienda, y el resto a los propios indios. La autosuficiencia de los poblados se justifica por la base agrícola y ganadera a cargo de los otros dos tercios de la población adulta. El cacique continúa disfrutando de su poder, pero se establece a su lado la figura de un administrador español; funcionario real que controlaría varios pueblos de indios, y cuya misión incluye la tutela y la justicia.“ Este administrador--se indica--juntamente con el religioso o clérigo trabajen cuando pudieren por poner en policía a los caciques e yndios “.El clérigo tendrá a su cargo varios pueblos, donde predicará y administrará los sacramentos; ayudado por un sacristán, deberá enseñar a leer y a escribir a todos los niños amerindios, hasta los nueve años de edad, y “ háse de trabajar en todos los caciques e indios quanto fuere posible que hablen castellano “. El resto del remedio se refiere a intentos de humanizar el régimen de las minas y de las encomiendas, que se mantiene.



- Parece que, al redactarse el segundo remedio, ya se estaba pensando en la imposibilidad de llevarlo a la práctica, porque se arbitra a continuación un “ tercer remedio “ para el caso de que “ se fallare que el primero remedio de hazer pueblos y poner los indios en policía donde no obiere lugar “ y que “ todavía pareciere que deban estar encomendados como hasta aquí “. En ese caso habría que aplicar con toda la fuerza legal las modificaciones al sistema de encomiendas establecidas en el 1512 y en el 1513, más otras normas que se detallan, como la prohibición de traer indios a los pueblos y estancias de los españoles, la limitación del horario de trabajo, el aumento del salario y el principio del tercio de la población adulta sometida al trabajo forzoso en las minas.



Respecto de la importación de indios de otras ínsulas, se prohíbe taxativamente “ por agora…hasta que sobre ello sea más visto “.



Se prohíbe también que los funcionarios reales y los visitadores tengan indios en propiedad.



En resumen, difíciles propuestas para trastocar todo un orden social ya establecido, no de hacía mucho pero sí con firmeza, sin ofrecer ninguna compensación a los españoles, salvo la de abandonar la isla y trasladarse a otras donde el celo del Cardenal Cisneros pudiera burlarse. No obstante, curiosa política era con sus tres alternativas correspondientes para dejar a los tres frailes que escogiesen la más adecuada, o incluso, según la necesidad se lo aconseje, prescindan de las instrucciones y actúen según su buen albedrío y análisis de la situación.



Antes de la partida de los jerónimos, a las instrucciones iniciales iránse añadiendo muchas más, alejadas del tema clave de la situación de los indios antillanos, y que responden al infundado optimismo de que los santos varones podrían solucionarlo todo. Se intenta, además, que la misión de éstos no sea conocida por los colonos hasta su misma llegada, que les tome de sorpresa, para evitar dificultades iniciales. Para ello se llega al extremo de examinar la correspondencia con Las Indias.



Sólo existirá una cierta contrapartida a la misión plenipotenciaria de los frailes: Los cargos de juez-visitador de españoles, y del protector de indios. El primero recae sobre el jurista y amigo de Palacios Rubios, Alonso De Zuazo, y tendrá por misión efectuar juicios de residencia a cuantos funcionarios existiesen en La Española y no se les hubiese instruido ese procedimiento. Como protector de indios se nombra a Bartolomé De Las Casas, antiguo capellán encomendero; lo cual parecía un premio a su inmensa actividad proselitista en la Corte y un castigo a los encomenderos. Sin embargo, el cargo tiene perfiles vagos, que pueden entrar en contradicción con los poderes y atribuciones de los Jerónimos. Su actuación se extiende a las otras Antillas, e incluso a la Tierra Firme.




Al llegar a La Española, los tres Jerónimos efectúan consultas para obtener datos fidedignos sobre la situación. Realizan un interrogatorio, en Abril del 1517, que contestan trece testigos. Para comprobar la viabilidad del primer remedio intentan averiguar, a través de esas opiniones, si los indios estaban capacitados para vivir en pueblos propios, como los campesinos hispanos. La solución no interesaba en absoluto a la incipiente República de Españoles, y por ello, las respuestas repiten el tema de la innata tendencia de los indios americanos a la holgazanería, a la desidia y al vicio. La encomienda resultaba el “ remedio mágico “ para civilizar a los indios, aunque fuera con todo tipo de garantías sobre qué españoles podían recibir indios y con qué condiciones.



Basados en el resultado del interrogatorio, en otras consultas y en su propia impresión personal, las recomendaciones finales de los Jerónimos al Cardenal Cisneros serán que se mantenga una “ encomienda suavizada “ ( Esto es, el “ tercer remedio “ ) y que se controle el buen trato hacia los indios. Las Casas, que actuaba al margen de los reformadores y predicaba la ilicitud de la encomienda, pierde su cargo de protector de indios, y tiene que regresar a la Hispana Península.



Los Jerónimos han aceptado lo inevitable, pero se sienten descontentos de su misión; sufren escrúpulos de conciencia y solicitan el relevo. En Julio del 1517, uno de los frailes reformadores, Bernardino De Manzanedo, viaja a España para exponer personalmente al Cardenal Ximénez De Cisneros sus impresiones. Pero cuando llega a la corte el castellano Cardenal ha fallecido, y deberá elevarlas al Emperador Carlos de Habsburgo, quien le atiende, pero sin relevar por ello a los Jerónimos de su misión. Manzanedo indicaba al joven Monarca que era necesario que los amerindios vivieran cerca de las poblaciones españoles, y que había que tratarlos con suavidad y evitar que se dedicaran a la aurífera extracción. Las encomiendas debían mantenerse, pero sin tolerar propietarios absentistas, y sin que fueran titulares de ellas eclesiásticos o funcionarios reales. Se trata de evitar los abusos, aceptando la encomienda como la base de las relaciones socioeconómicas de Las Indias.





* BIBLIOGRAFÍA :



- Lewis Hanke



- Isabelo Macías Domínguez



- Ramón María Serrera Contreras



- José Luis Mora Mérida



- Gonzalo Zaragoza Ruvira



- Antonio Domínguez Ortiz



- Hugh Thomas



- Juan Friede