La respuesta a la famosa pregunta que Vargas Llosa pone en boca de Zavalita en Conversación en la catedral: ¿Cuándo se jodió el Perú?
HISPANIDAD: BOLÍVAR Y SANMARTÍN FUNDADORES DE LA CORRUPCIÓN
Acaba de ser publicada en Perú en julio de este año la útima edición de la obra póstuma del destacado historiador peruano Alfonso W. Quiroz (1956-2013, Doctor en Historia por la Universidad de Columbia en Nueva York),HISTORIA DE LA CORRUPCIÓN EN EL PERÚ (coedición de Instituo de Estudios Peruanos y del Instituto de Defensa Legal, Lima, 2017). El libro es una investigación documentada de demostrada seriedad, respaldada por la destacada trayectoria universitaria del autor. Homenaje pendiente en nuestro país a otro historiador fallecido, Armando Aristizábal, ecuatoriano aquél, sería publicar su obra inédita: La historia de la corrupción en el Ecuador.
En el capítulo segundo titulado CIMIENTOS SOCAVADOS DE LA TEMPRANA REPÚBLICA, 1821-1859, detalla en los dos primeros subcapítuos del mismo, “Saqueo patriota” y “Turbios préstamos externos”, como San Martín y Bolívar sentaron las bases de sistema de corrupción republicano en el Perú, mismo modelo implantado en las demás repúblicas sudamericanas por esos mismos personajes.
No hay desperdicio alguno, de hecho, ganamos mucho citando algunos pasajes de Quiroz (págs. 104-106):
“En el periodo 1821-1822, el libertador José de San Martín y Bernardo Monteagudo, su ministro de confianza, expropiaron y dilapidaron a la élite mercantil y económica de Lima, sin conseguir la independencia definitiva del Perú. Monteagudo tenía en poca estima el nivel de civilización y las posibilidades democráticas de los peruanos. Su objetivo principal consistía en erradicar la amenaza española en La Plata y Chile independientes a cualquier costo, incluso la ruina económica del Perú. Confiscó caudales y otros recursos para organizar redes locales de espionaje y operaciones encubiertas, dañinas a todas luces para lograr la confianza de la población local y su apoyo a la causa de a independencia.
(…) La política de secuestros inaugurada por Monteagudo minó aún más una débil tradición del derecho a la propiedad y sentó las bases para las expropiaciones motivadas por razones políticas. Las propiedades agrícolas y urbanas confiscadas a españoles y criollos realistas, fundamentalmente en la región de la costa central, fueron valorizadas en aproximadamente dos millones de pesos. Esta política provocó mayores problemas económicas y una caída de la inversión.
(…) Eventualmente, la mayor parte de los bienes expropiados se otorgó a oficiales militares que pedían compensación y recompensa por sus hazañas patrióticas. Entre los oficiales de alto rango que recibieron estas recompensas tenemos a Antonio José de Sucre, Bernardo O’Higgins, José Rufino Echenique. Juan Francisco Ryes, Blas Cerdeña y José María Plaza, entre otros. En provincias, los oficiales locales repetían los abusos de poder y las expoliaciones cometidas a nombre de la causa patritota.
(…) Para empeorar las cosas el almirante Thomas Cochrane (británico), cuyos servicios navales y gastos habían quedado impagos, se apropió de las reservas de plata en barras que habían sido penosa y prepotentemente acumuladas durante el gobierno de San Martín. Cochrane fue el comandante de la flota “libertadora” chilena y también se vio beneficiado con la captura y secuestro de naves mercantes peruanas. Un diplomático francés informó a sus jefes en París que la falta de apoyo popular a la libertad y a la independencia se explicaba por la corrupción de las nuevas autoridades separatistas y sus luchas internas. Otro enviado diplomático atribuyó la debilidad de estos nacientes gobiernos al reparto de cargos oficiales por medio de protección y la intriga en lugar del reconocimiento al mérito. Estas débiles bases organizativas brindaron fértiles condiciones para la corruptela y el abuso de poder.”
“El general Simón Bolívar, cabeza de la campaña final que venció al ejército realista en Perú, también tomó parte en las dañinas prácticas de expropiación local y abuso de autoridad. Bolívar y su dedicado ministro José Faustino Sánchez Carrión, decretaron, en el periodo 1824-1825, la confiscación de las rentas y la expropiación subsiguiente de quienes se hubiesen refugiado en la fortaleza del Real Felipe en el Callao, el último bastión desesperado de españoles y criollos recalcitrantes. Sánchez Carrión recibió varias propiedades como recompensa a sus fieles servicios. Bajo condiciones de extrema penuria fiscal y endeudamiento, un Congreso servil recompensó a Bolívar en 1826 con más de un millón de pesos. Mientras tanto, los funcionarios de gobierno mal pagados saqueaban las rentas de provincias y confiscaban propiedades privadas.
(…) Al mando del gobierno, Bolívar ordenó a sus propios oficiales el despojar propiedades, incluidos los ornamentos de plata de las iglesias, como medio para financiar al ejército.
(…) En la práctica y en términos políticos, Bolívar y su fiel mariscal Antonio José de Sucre formaron a la primera generación de caudillos militares andinos en el arte del financiamiento abusivo de las fuerzas armadas. Bolívar aplastó a los líderes de inspiración liberal y usurpó el poder constitucional.
(…) “Desafortunadamente para el Perú” -escribió en mayo de 1824 William Tudor, el cónsul estadounidense en Lima, al secretario de Estado John Quincy Adams- “los invasores que vinieron a proclamar la libertad y la independencia eran crueles, rapaces, carentes de principios e incapaces. Sus malos manejos, su despilfarro y su sed de saqueo pronto alienaron los afectos de sus habitantes”.
Fuente: Francisco Núñez del Arco
https://somatemps.me/2020/05/01/hisp...la-corrupcion/
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