El Rastro de la Sangre, Historia de la Iglesia Bautista (Parte I)
En varias ocasiones me han pedido que analice este pequeño libro que circula en Internet y que es una traducción del original “The Trail of Blood” publicado en 1931 por J. W. Porter. No lo había hecho, porque sus argumentos siempre me han parecido bastante flojos, pero debido a que varias personas han insistido, aquí vamos.
¿De qué va el libro?
La obra es un intento de rechazar uno de los argumentos más fuertes que la Iglesia Católica tiene contra el protestantismo, que estudiábamos en los posts anteriores. Y es, que Cristo fundó UNA sola Iglesia (Mateo 16,18) sobre la que las puertas del infierno no prevalecerán (Mateo 16,19) porque es columna y fundamento de la verdad (1 Timoteo 3,15). Para reconocer esta Iglesia hay que buscar sus notas características en la Revelación, que son: 1) Visibilidad perpetua durante todas las épocas, 2) Apostolicidad o origen apostólico, 3) Catolicidad o universalidad, 4) Unidad e 5) Indefectibilidad.
Es evidente al estudiar con seriedad bajo estas notas la historia de las denominaciones protestantes, que ya las tenemos que descartar a todas como la Iglesia verdadera, al hacernos la simple pregunta: ¿donde estuvieron los protestantes antes del siglo XVI?, pues en ningún lado porque no existían. Y si no existían en ese entonces y no eran la Iglesia verdadera, entonces tampoco lo son ahora. Porque si la Iglesia fue fundada en el año 33 por Cristo, no es lógico que desapareciera tanto tiempo para luego aparecer 1600 años después. Esta es una hipótesis que aunque sorprendentemente la han aceptado tantos protestantes, simplemente no es sensata ni está acorde a la Revelación.
“Antepasados de los bautistas”
Es aquí donde en aparece en medio del movimiento landmarkista (surgido en 1851 en el sur de los Estados Unidos) una nueva posición en la cual se cree que es posible trazar un “linaje” bautista histórico desde los tiempos de Juan el Bautista. El libro en cuestión lo que hace es desarrollar esta eclesiología, que aunque no es nueva, puede sorprender a muchos, porque hace ver que a diferencia de otros protestantes, los bautistas si estuvieron presentes durante toda la historia siendo la Iglesia verdadera, solo que bajo diversos nombres, mientras eran perseguidos por la Iglesia Católica, según ellos, la Iglesia corrupta institucional. Algunos extractos donde sostienen esto:
“La conducta de parte de las Iglesias leales pronto incurrió en el furibundo desagrado de los devotos de la religión del Estado, muchos de los cuales, si no los más de ellos, no eran genuinos cristianos. Sin embargo, a partir de ese momento, se les negó el nombre de “cristianos” a los que integraban las Iglesias leales que rehusaban aceptar los nuevos errores. Es más: no sólo fueron despojados de ese nombre, sino que se les puso muchos otros nombres, de manera que unas veces eran llamados por uno, y otras por otro; y así se les llamó “montanistas", “tertulianistas", “novacianos", “petrobrusianos", etc.; y algunos, al menos, a causa de su práctica de rebautizar a los que habían sido bautizados en la infancia, fueron denominados “anabaptistas.”
“Durante el período que acabamos de recorrer, los perseguidos fueron llamados por muchos y variados nombres, como donatistas, petrobrusianos, cátaros, paulicianos y anabaptistas. Algo más tarde, fueron llamados amoldistas, enriqueños, albigenses y valdenses. A veces uno de estos grupos sobresalía sobre los demás, y otras, otro. Pero algunos de ellos casi siempre se destacaron a causa de lo persistente y terrible de la persecución.
Pero no se vaya a pensar, sin embargo, que todos estos perseguidos hayan sido siempre leales en todo sentido a las enseñanzas del Nuevo Testamento. En lo esencial, sí lo fueron.”
En pocas palabras, según el autor del libro, los cristianos que si fueron esencialmente fieles a las enseñanzas del Nuevo Testamento, que fueron esencialmente bautistas son:
Donatistas
Petrobrusianos
Cátaros
Albigenses
Montanistas
Tertulianistas
Novacianos
Paulicianos
Arnoldistas
Enriquianos
Valdenses
Anabaptistas
Estudiemos brevemente la doctrina de estos grupos para determinar si ciertamente pueden considerarse unos antepasados espirituales de los bautistas.
Montanistas
Eran herejes del siglo II y III, seguidores de un tal Montano, al que consideraban el paráclito prometido por Jesucristo, tal como el mismo Montano se autoconcedía. Sostenía que Jesucristo no había enseñado todo, sino que había prometido a sus discípulos un paráclito con la tarea de completar su enseñanza, tarea que fue confiada a él.
En sus comienzos los montanistas no negaban las doctrinas católicas pero luego afirmaron que los pecados graves eran imperdonables (apostasía, adulterio, etc.), rechazaban el matrimonio y las relaciones conyugales, y consideraban el parto de las mujeres como diabólico.
Puede preguntar a un bautista moderno si reconoce a Montano como la encarnación del Espíritu Santo, o comparten su doctrina sobre el perdón de los pecados (sabemos que no lo hacen). De hecho, los autores bautistas recientes ya niegan esta filiación, como por ejemplo lo hace Justo Anderson en el tomo I su obra titulada
Historia de los bautistas, editada por la Casa Bautista de Publicaciones, quien escribe:
“Un análisis cuidadoso de los montanistas demuestra que es un equívoco considerarlos como un punto de partida de la denominación bautista. Como Troeltsch dice, fueron los primeros «tipo-secta» dentro del cristianismo. Al principio no se desviaron de la fe, pero empezaron un esfuerzo mórbido por la moralidad y la disciplina práctica, o sea, un puritanismo pentecostalista. Para el bautista, el desliz más serio fue la sustitución de la profecía continua por la revelación final en Cristo…Mucho de lo que se ha dicho de los montanistas se aplica a los novacianos y donatistas”
Justo Anderson, Historia de la Iglesia Bautista, Tomo I, Casa Bautista de Publicaciones, Colombia 2006, p. 130
Tertulianistas
Fundados por Tertuliano, notable escritor eclesiástico católico que terminó por convertirse en montanista y luego les abandonó para fundar su propia secta. Su doctrina se conoce por los escritos del propio Tertuliano en su período herético (
De fuga in persecutione, De monogamia, De ieiunio adversus psychicos, De pudicitia, De virginibus velandis) en donde defiende los postulados rigoristas, prohibiendo las segundas nupcias, niega el perdón de los pecados graves y establece la obligación del ayuno (doctrinas que tampoco comparten los bautistas y por tanto no pueden considerarse sus antepasados espirituales).
Donatistas
Los donatistas compartían básicamente todas las doctrinas católicas, pero sostenían que la Iglesia solo estaba compuesta de los buenos, y que los malos estaban excluidos, de tal manera que los que en tiempos de persecución rehuyeron la prueba del martirio, y los que no estuvieran dispuestos a aceptarla llegado el caso, no seguían perteneciendo a la Iglesia, por lo tanto los sacramentos administrados por los católicos carecían valor para ellos. Se caracterizaron por un fanatismo exagerado que les llevó a perseguir violentamente a los católicos, matándolos quemando sus altares, arrojando a los perros sus formas consagradas, y llegaron a recurrir incluso al suicidio colectivo. El cisma fue sofocado al quedar Donato exiliado y los obispos donatistas depuestos, pero durante el reinado de Juliano el apóstata volvió a tomar fuerza, pero las divisiones entre ellos causaron que incluso se mataran entre sí. En el Concilio de Cártago fue su doctrina condenada, ratificada luego esta sentencia por el Papa Honorio en el 411. Terminaron de desaparecer con la invasión de los vándalos que persiguió por igual a donatistas y católicos.
Ahora bien, a diferencia de los bautistas, los donatistas si creían en la sucesión apostólica (de hecho contaban con obispos válidamente ordenados), doctrina que rechazan los bautistas. Creían también en la validez de los sacramentos impartidos por ellos, incluida la Eucaristía, el bautismo de infantes (también rechazado por los bautistas). Los bautistas tampoco creen que la Iglesia se compone solo de los buenos, sino que reconocen que en ella también hay pecadores, y que por pecar no se queda apartado irremisiblemente de la Iglesia. No se entiende pues, como son considerados por esta obra como sus antepasados espirituales o cristianos fieles a la enseñanza del Nuevo Testamento.
Petrobrusianos
Descrito en el libro como “
piadosísimos cristianos” eran discípulos de Pedro de Bruys en el siglo XII. Rechazaban el Antiguo Testamento, y del Nuevo Testamento solo aceptaban los evangelios. Pedro en venerable registra que negaban la necesidad del bautismo a los niños, proclamaba que había que quemar las iglesias y reemplazarlas por establos, predicaba la destrucción de todas las cruces a causa del horror que debían sentir los verdaderos cristianos al recordar la pasión del Señor, negaba la presencia de Cristo en la Eucaristía y la eficacia de la oración por los difuntos. Se distinguieron por recorrer las tierras del Delfinado y del sur de Francia saqueando templos y quemando cruces, insultando a los clérigos y sembrando discordia por donde pasaban. Pedro de Bruys fue finalmente apresado y condenado a la hoguera en el 1130.
Se puede entender que el autor de dicho libro se sienta tentado a considerar a los petrobrusianos como antepasados de los bautistas en la fe por su rechazo al bautismo de niños, pero el hecho de que ni siquiera tuvieran un mismo depósito de fe común (el no reconocer toda la Biblia como Palabra de Dios) hace que sea imposible considerarles seriamente como tales. Tampoco hay evidencia de que compartieran positivamente las doctrinas que los bautistas profesan hoy.
Cátaros
Era un movimiento religioso de carácter gnóstico que inició en el siglo X y creció en los siglos siguientes. Creían que existía una dualidad creadora (Dios y Satanás) y predicaba la salvación mediante el ascetismo y el estricto rechazo del mundo material, percibido por los cátaros como obra demoníaca. Postula dicha doctrina la existencia de los dos principios maniqueos del Bien y del Mal, que son igualmente la Luz y las Tinieblas, el Espíritu y la Materia. Sin embargo, el Todo y la Nada son dos aspectos de un mismo principio, que, a causa de la tendencia de la Nada por llegar a ser “algo” engendran un número ilimitado de seres eternos, hijos del principio Dios. A la cabeza de esa multitud ilimitada de hijos de Dios están el Espíritu Santo y Jesucristo. Estos no eran considerados propiamente Dios (Trinidad) más que en la medida que procedían efectivamente de Él, siendo el Padre el único Dios absoluto, mientras que el Hijo y el Espíritu Santo no participan de la omnipotencia.
Rechazaban el Antiguo Testamento, que en su opinión, relataba los hechos de Satanás y príncipe de este mundo. Creían que las Tablas de la Ley fueron entregadas a Moisés por el Demonio. Jesús era un “eón", el más prestigioso de todos los “hijos de Dios” elegido y adoptado enseguida como hijo suyo para que fuera al mundo con la misión de conocer y honrar su nombre. Había para ellos por tanto la obligación de venerarle como su hermano mayor en Dios.
Tenían un único sacramento denominado el “Consolamentum” que era una especie de bautismo, comunión y extremaunción juntas y que consideraban el bautismo del Espíritu Santo. Era administrado a los adultos (considerados más fieles que se convertían en “Parfait” o “Perfectos", los cuales se mantenían célibes y vegetarianos) y a los que estaban moribundos. Los que recibían el “consolamentum” llegaron a efectuar otra práctica conocida como la “endura", en la cual ayunaban hasta morir considerando esta una muerte mística.
Es imposible considerarles siquiera como cristianos ya que ni siquiera comparten una fe Trinitaria con nosotros ni con los mismos bautistas, por tanto mucho más difícil es considerarles antepasados bautistas. La obra de historia bautista ya citada de Justo Anderson a este respecto admite:
“Los otros grupos disidentes, los bogomilos de los Balcanes y los cátaros (albigenses) del sur de Francia eran una continuación histórica de los paulicianos. Algunos dicen que los bautistas surgieron de sus sucesores. Sin embargo, como dice Vedder: «Los Paulicianos, cátaros y bogomilos y albigeneses fueron, más o menos cristianos…aunque sus teorías dualistas son esencialmente anticristianos, y los separan rudamente lo los que profesan ser guiados solamente por la Palabra de Dios». Realmente, sería difícil nombrar en toda la historia del cristianismo a grupos que tuviesen menos en común con los bautistas que estos”.
Justo Anderson, Historia de la Iglesia Bautista, Tomo I, Casa Bautista de Publicaciones, Colombia 2006, p.142
Como puede verse, si ya los propios bautistas rechazan este parentesco espiritual (por razones obvias), no queda mucho más que decir.
Paulicianos
Los paulicianos era un movimiento neo-maniqueo surgido en el siglo VII en Asia Menor pero que llegó a ser más visible en el siglo XIII en Bulgaria. Rechazaban el Antiguo Testamento y no admitían más que una parte del Nuevo. Eran también dualistas y presentaban una profunda oposición entre el espíritu y la materia. Para ellos, Cristo no había tenido más que un cuerpo aparente, y María no había sido más que el canal por el que se había manifestado. Posteriormente dejaron de tener sacerdotes y no administraban ni el bautismo ni la Eucaristía.
Aquí nuevamente ocurre lo mismo, porque los bautistas no comparten ninguno de estos postulados. No rechazan el Antiguo Testamento ni parte del Nuevo, no son dualistas ni creen que Cristo tuvo solo cuerpo aparente. A diferencia de estos si administran el bautismo a los adultos.
Novacianos
Herejes del siglo II que al igual que los donatistas compartían esencialmente todas las doctrinas católicas, y ninguna de las bautistas. Se separaron de la fe de la Iglesia al negar que esta tuviera autoridad de administrar el perdón de los pecados a los que en tiempos de persecución apostataron de la fe pero estaban ahora arrepentidos. Afirmaban que la Iglesia se había corrompido al ser demasiado indulgente con los pecadores, y exigía que quienes se hubieran alejado de la fe se volvieran a bautizar.
Dudo que algún bautista hoy diga que está de acuerdo con esos postulados, por lo que es también absurdo considerarles antepasados espirituales de los bautistas.
Valdenses
Los valdenses son herejes del siglo XII que en base a sus doctrinas tampoco pueden considerarse antepasados de los bautistas. Consideraban que el ministerio sagrado no podía confiarse más que a los laicos que vivieran piadosamente, el clero oficial se había auto-excluido por hacerse poseedor de bienes temporales desde los tiempos de Constantino. Se complacían en administrar los sacramentos y se negaban a recibirlos de sacerdotes debidamente ordenados. Decían que la transubstanciación solo se obra en la boca de quien recibe dignamente la Eucaristía, pensaban que el pan podía consagrarse en el curso de unas simples comidas en base a su interpretación de Malaquías 1,1. Rechazaban el ceremonial de la Misa, bautizaban, confesaban y daban la absolución, y negaban que solo los obispos pudieran administrar el sacramento de la confirmación. Condenaban el matrimonio que no tuviera por objeto único la procreación, rechazaban la posesión de tierras y el culto a los santos.
Si bien, como al igual que los grupos anteriores, rechazaban algunas doctrinas católicas, su doctrina dista enormemente de la doctrina de los bautistas. La misma obra de historia bautista más reciente ya citada reconoce:
“Los valdenses tenían muy poco en común con los bautistas. Lo mismo puede decirse con respecto a los lolardos y los husitas. Aunque aquellos grupos rechazaron el bautismo infantil y practicaron el rebautismo tenían mucho en su doctrina que los bautistas modernos no aceptarían
Concuerdo con el doctor Vedder cuando dice: «Es incuestionable que por cuatro siglos enteros antes de la Reforma hubo grupos cristianos con varios nombres, difamados por la Iglesia Romana como herejes, que profesaron aproximadamente…la fe y la práctica de los bautistas modernos…Esto es bastante diferente que probar la identidad sustancial de estas sectas con los modernos bautistas…Una cosa es probar que las varias sectas dieron testimonio, ora la una, ora la otra, a esta o aquella verdad sostenida por una denominación moderna, y otra bastante distinta es el identificarlas todas o algunas de estas sectas con cualquier corporación moderna»
Justo Anderson, Historia de la Iglesia Bautista, Tomo I, Casa Bautista de Publicaciones, Colombia 2006, p.147-148
Anabaptistas
El único grupo que puede si reconocerse como origen de los bautistas son los anabaptistas, un grupo revolucionario religioso surgido ya en pleno siglo XVI, que negaba el bautismo a los niños y hacía rebautizar a los conversos. Tuvo en Alemania un caracter tan violento, que manifestaban saqueando Iglesias y degollando en nombre del evangelio, que el propio reformador protestante Martín Lutero tuvo que mandar a ejecutarlos en público o privado en su obra
Contra las bandas rapaces y asesinas de los campesinos, que desencadenó en la masacre de más de 100.000 campesinos anabaptistas.
Conclusiones
Creo que queda claro que la cuestión es algo más complicado para los bautistas modernos que ponerse a elegir grupos heréticos antiguos a diestra y siniestra y etiquetarlos de manera simplista como “bautistas". En su intento de establecer una cadena espiritual hasta Juan el Bautista y poder conectarse como lo hace la Iglesia Católica, con los tiempos apostólicos, no han tenido empacho en identificarse con grupos gnósticos y maniqueos de todo calibre.
“Dime con quién andas y te diré quién eres”. Hay que reconocer que más inteligentes son otros protestantes, que no cometen el error de identificarse con esos antiguos grupos. Es imposible saber si este error procedió de la negligencia de los autores de esta hipótesis al investigar la historia, o realmente es un intento deshonesto de reescribirla.
Sea cual sea el caso, no es lo relevante ahora. El hecho es que ninguna denominación protestante –bautistas incluidos- puede identificar ningún grupo religioso que haya profesado sus doctrinas en los primeros XVI siglos cristianos. Y si sus doctrinas no son “antiguas", y si es así quiere decir que sus doctrinas son relativamente “nuevas", y si “nuevas” a ellas se aplica aquello de que:
“…Vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la doctrina sana, sino que, arrastrados por su propias pasiones, se harán con un montón de maestros por el prurito de oír NOVEDADES” (2 Timoteo 4,3).
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