La expedición Anza a California




Expedición de Gaspar de Portolá explorando la bahía de San Francisco.

La expedición Anza a California de 1775, fue la primera “caravana hacia el oeste” en territorio norteamericano. Tenía como objetivo consolidar el establecimiento en la Nueva California, que se había iniciado seis años antes con una expedición combinada marítimo-terrestre dirigida por Gaspar de Portolá y fray Junípero Serra en 1769, en la que establecieron la primera misión (San Diego de Alcalá) en la región y lograron alcanzar el puerto natural de San Francisco.Como resultado de esa primera expedición, fray Junípero fundó en la costa de California otras cuatro misiones: en 1770 San Carlos Borromeo, El Carmelo-Carmel, asociada al primer presidio (fuerte) ambos en la bahía de Monterrey, en 1771 San Antonio de Padua y San Gabriel Arcángel y en 1772 San Luis Obispo de Tolosa.

Todavía el Imperio español poseía extensos dominios en América del Norte y controlaba sus costas occidentales, así como el Océano Pacífico hasta las islas Filipinas. Pero las incursiones rusas e inglesas por la costa Oeste de América inquietaban cada vez más a las autoridades españolas.La comunicación terrestre entre la provincia virreinal de Sonora y el puerto de Monterrey en la Alta California no existía hasta entonces, pues aunque el terreno era conocido el abastecimiento por tierra era muy complicado, con un acceso




difícil por el extenso y duro desierto de Sonora y la hostilidad de los indios de la zona.
El intercambio por tanto entre el Virreinato y los primeros asentamientos en la Alta California era marítimo, principalmente desde el incómodo puerto de San Blas, lo que lo hacía lento, imprevisto y escaso, dada la irregular capacidad de carga de los barcos de la época y debido a las dificultades que planteaban los vientos y las corrientes marinas. Se pretendía entonces abrir una ruta terrestre con las misiones californianas. Fue fray Junípero Serra de vuelta de fundar sus primeras misiones, uno de sus impulsores; había celebrado reuniones con el virrey Bucareli en la ciudad de México durante casi siete meses y antes de regresar a su misión de San Diego de Alcalá el 13 de marzo de 1774, había conseguido convencerlo para que se aprobase la creación de un camino por tierra desde Sonora, que llevara auxilio a las misiones de Nueva California que estaban pasando momentos difíciles.

Se decidió entonces hacer dos expediciones, la primera y fundamental sería de exploración, para definir bien el camino y marcar los lugares donde se vadearían los ríos y los pozos de agua en el desierto; la segunda de poblamiento que llevaría personas y ganado a la Alta California.


Presidio de Tubac por William Ahrendt.

Se eligió para ello aJuan Bautista Anza Bezerra, militar español nacido en Nueva España en 1736. En ese momento era capitán de la caballería del Real Presidio de Tubac, al sur del actual Tucson (poblado papago Chuck Son que significa “al pie de la montaña oscura” en el hoy estado de Arizona), que protegía la misión de San Xavier del Bac fundada en 1752.El capitán Anza de 38 años había sido herido dos veces por los indios, pero los respetaba porque los entendía y porque si era preciso también sabía pelear como ellos. Era conocido por el orden y la disciplina con que mandaba a sus soldados y por el vistoso uniforme de chalecos rojos y azules que llevaban, sobre una protección de capas superpuestas de cueros de bisonte, muy eficaz para protegerse de las flechas indias.



La expedición exploradora se formó con 34 personas: el capitán Anza, dos padres misioneros (fray Garcés y fray Juan Díaz), veinte soldados voluntarios, el soldado Juan Bautista Valdés conocedor del terreno de California para que sirviese como correo; un guía indio natural de California llamado Sebastián Tarabal (con una historia curiosa), un intérprete nativo de los indios prima, un carpintero, cinco arrieros y dos asistentes de Anza. El plan era conducir 35 cargas de víveres, municiones de guerra, tabaco, equipajes, 65 reses vacunas y 150 caballerías.



Partieron el 8 de enero de 1774 desde el mismo presidio de Tubac, tomando la ruta meridional a lo largo del río Altar (provincia de Sonora y Sinaloa en el Virreinato de la Nueva España) en dirección a la misión de Caborca donde deberían abastecerse e incorporar las 150 caballerías previstas. Llegaron el día 20, tras sufrir dos días de lluvia y nieve en el desierto y se encontraron con la desagradable sorpresa de que no estaban las caballerías.Tuvieron que partir sin ellas y se dirigieron hacia el norte, atravesando las condiciones extremas de un tramo del duro desierto de Sonora y sus dunas y deteniéndose el 5 de febrero en un pozo al que llamaron “Agua Escondida”.Alcanzaron el río Gila siguiendo su curso hacia el oeste por la vertiente sur, para evitar los ataques de los apaches, hasta su desembocadura en el río Colorado, que alcanzaron el 9 de febrero después de recorrer unos 715 km.El gran desierto de Sonora de más de 300.000 kilómetros cuadrados



se extiende cubriendo gran parte de Arizona, Alta y Baja California, Sinaloa y Sonora. Forman parte del mismo los desiertos de Arizona, del Colorado, del río Gila y el de Yuha.
Antes de cruzar este gran río que atravesaba el territorio de los indios yumas (kwet’san o quechan), pararon en lo que hoy es el Cruce de Yuma (Yuma Crossing), cerca de la actual ciudad del mismo nombre en el estado de Arizona y único lugar posible para cruzarlo.Fueron acogidos amistosamente por el jefe yuma, buen aliado de los españoles, de nombre Olley Iquatequiche (Olleyquotequiebe), que había conocido a fray Garcés en el verano de 1771, cuando éste se había adentrado en territorio indio desconocido con sólo tres guías indios amigos, y ahora estaba expectante por encontrarse con los españoles de los que había oído hablar mucho, especialmente de Anza, aunque el consejo de la tribu era partidario de un recibimiento hostil.Allí descansaron en sus tiendas y establecieron una sincera amistad.



Anza le propuso ser bautizado para ser como uno más de los españoles. Olley Iquatequiche aceptó entusiasmado y le pidió ir con él a la ciudad de México para conocer mejor todo lo que le había contado. Quedaron para hacerlo en un próximo viaje.
El 10 de febrero vadearon el río Colorado con la ayuda de los yumas y reiniciaron la marcha tratando de rodear las temibles dunas del desierto del Colorado, dejándolas al oeste y teniendo a la vista las montañas de la Sierra de San Bernardino al este. Era imprescindible encontrar agua por el camino y forraje para los caballos.El 12 de febrero pasaron por una laguna a la que llamaron Santa Olaya



y luego se perdieron durante 17 dramáticos días por dunas agotadoras, perdiendo muchos caballos y teniendo que volver y pedir ayuda al jefe de los yumas.
Recuperados, volvieron a intentar encontrar un camino, logrando el 8 de marzo encontrar un pozo en los dominios de los indios kumayaay al que llamaron Santa Rosa de las Lejas (Yuha Well).El 10 de marzo encontraron otro pozo al que llamaron San Sebastián y a continuación sufrieron días de nieve y lluvia deteniéndose en el que bautizaron como Puerto Real de San Carlos, a 1.190 metros de altitud.A partir de aquí con un nuevo paisaje, atravesaron la llanura de Cahuilla, donde vieron multitud de gansos y osos cerca del crecido río Santa Ana, que tuvieron que vadear.



Misión de San Gabriel.

Por fin, el 22 de marzo de 1775, después de vadear el río San Gabriel y de recorrer 1.340 Km, Anza tuvo su primer contacto con las misiones de California, llegando a la misión de San Gabriel Arcángel, cerca de la costa de California y de la futura ciudad de Los Ángeles. Fueron recibidos por sus sorprendidos moradores dirigidos por el padre franciscano fray Fermín Lasuen, que no se esperaban la llegada de una expedición procedente del durísimo desierto del Colorado. No había apenas comida en la misión y tampoco caballerías.En todo caso Anza estaba satisfecho con lo logrado y por ello envió a cuatro de sus hombres a establecer contacto con la misión de San Diego situada en la costa y al correo Valdés a la ciudad de México para adelantar la noticia de la llegada feliz a la tierra de la Nueva California.El correo Valdés saldría a caballo el 18 de abril, y después de recorrer 1.800 km, llegaría a la ciudad de México el 14 de junio donde le informó al virrey de “la conquista del desierto“.


Misión de San Carlos Borromeo.

Una vez recuperados de las fatigas del camino, el 10 de abril, Anza partió acompañado por seis soldados para el presidio de Monterrey, que distaba 480 km, a donde llegó el 18 de abril. Habían recorrido un total de 1.700 km desde Tubac, en 74 días.Aunque se encontraba cerca de la bahía de San Francisco (118 km), decidió regresar pues ya tenía claro cual sería la ruta que habría que seguir con la expedición pobladora en su parte mas difícil, que era la que acababan de hacer. Inició el retorno el 22 de abril y el día 27 al pasar por la zona del canal de Santa Bárbara coincidió con Fray Junípero, que volvía por vía marítima a su misión de San Carlos Borromeo del Carmelo en Monterrey, después de su estancia en la ciudad de México. El primer tramo de la vuelta lo hizo siguiendo el mismo camino hasta el río Colorado, pasando el 6 de mayo por el puerto de San Carlos.En el cruce de Yuma fray Garcés dejó la expedición para quedarse entre los yumas y explorar el territorio que ya conocía, con intención misional.Desde el cruce del río Colorado, cambiaron la ruta de la ida y continuaron aguas arriba del río Gila hasta alcanzar la desembocadura del río Santa Cruz; desde allí pasaron por Tucson (hoy en el estado de Arizona) y finalizaron su viaje en Tubac el 26 de mayo del mismo año, desde donde habían partido. En total habían recorrido 2.400 km en 139 días. Esta segunda parte parte la hicieron rapidísima en solo 23 días.


Estatua ecuestre de Juan Bautista Anza del escultor Julián Martínez, en San Francisco, California.

La expedición se consideró como un éxito pues había encontrado una ruta con agua suficiente para hacer que el acceso por tierra a California fuere posible, informando favorablemente de ello al virrey, después de recorrer otros 1.300 km hasta la ciudad de México.Ascendido a teniente coronel y confirmado para hacer la expedición pobladora de California, Anza tenía ahora como objetivo alcanzar y poblar la ya conocida bahía de San Francisco.Durante más de un año se estuvo preparando la gran expedición pobladora que empezaba en San Miguel de Horcasitas, a donde iban acudiendo los participantes desde Culiacán, Sinaloa, Arizpe, Pitic (Hermosillo), Magdalena de Kino y otras poblaciones novohispanas del norte de Sonora, incluso de la ciudad de México, y desde allí reunidos se dirigirían todos al punto de salida en Tubac, actualmente en Estados Unidos. El viaje sería duro y no exento de peligros. Además de guiar a pobladores y llevar el ganado, Anza recibió la instrucción de permanecer en California el tiempo necesario para ayudar a la acomodación de los nuevos habitantes en los lugares que les correspondieran y llegar hasta la bahía de San Francisco para escoger el sitio donde se debía fundar un presidio y una misión.También era especialmente necesaria la ayuda a los frailes en las misiones, que tenían indios a su cargo y sobrevivían a duras penas debido a la insuficiencia de las cosechas de esos primeros años y la carencia de ganado para la alimentación, que por ser de transporte difícil no se llevó en la expedición fundadora de Portolá.Los participantes seleccionados debían ser personas emprendedoras, trabajadoras y honestas, y se daba prioridad a matrimonios con hijos y a jóvenes que pudiesen formar familias arraigadas en los nuevos territorios. Se ofreció como incentivo un salario de dos años y alimentación durante cinco años. Para hacer la selección adecuada el propioJuan Bautista Anza se trasladó temporalmente a la ciudad de Hermosillo, a unos 60 km al sur del presidio de San Miguel de Horcasitas .






Tubac Presidio State Historic Park. Celebracion anual.

Los primeros 177 expedicionarios fueron reunidos en este presidio desde donde salieron hacia Tubac el 29 de septiembre de 1775. Allí se les sumarían otros setenta y siete, entre ellos el contingente militar, de los cuales designó como teniente a Jose Joaquín Moraga, alférez del presidio de Fronteras, “que ha servido durante más de 18 años en las ocupaciones de soldado y alférez y en todas ellas ha desempeñado diariamente sus obligaciones“, y al sargento Juan Pablo Grijalba, junto con dieciocho veteranos de los presidios de Tubac y Sonora y veinte reclutas.
Cada octubre, el Tubac Presidio State Historic Park acoge los Días de Anza para conmemorar la llegada de Juan Bautista de Anza al Presidio de Tubac.





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