TÚPAC CATARI
Nos centramos en el nombre por el cual se conoce a estas revueltas producidas en el Alto Perú. El Alto Perú correspondía a la jurisdicción de la Audiencia de Charcas ( La Plata o Chuquisaca o Sucre ), dentro del Virreinato de la Nueva Castilla/el Perú. En el año de 1776 pasó a formar parte de un virreinato que las autoridades borbónicas crearon: El del Río de la Plata; también conocido como el de Buenos Aires. Siempre fue una región de complicada orografía y de gentes altivas.



Ya en el opúsculo ¿ Túpac Amaru ? citamos los revoltosos antecedentes de estos pagos, que volvemos a recordar ahora:



En el año de 1617, en el Potosí, amotinóse el rico criollo Alonso De Ibáñez, perteneciente al grupo más influyente de la sociedad altoperuana. Consiguió levantar a varios pueblos de la región que, sobre todo gracias a la minería, constituía el eje articulador de la economía de la Hispanoamérica del Sur. Combatido de inmediato por las autoridades virreinales, Ibáñez y sus partidarios fueron apresados y ejecutados en la llamada “ Plaza del Gato “ de la célebre villa minera, cuya población durante el barroco siglo llegó a ser en número la segunda del mundo.



Hacia el 1661, el mestizo paceño Antonio Gallardo, conocido por el sobrenombre de “ el Chilinco “, organizó una insurrección. Junto con un nutrido grupo asaltó la residencia del corregidor Cristóbal De Canedo, dándole muerte. Casi a continuación proclamó la libertad de los nacidos en la América, creando un nuevo cabildo y nombrando autoridades. Buscando extender su movimiento hacia el Perú, organizó tropas y marchó hacia Puno. Sitiada la villa, Gallardo pereció durante el asalto. La desaparición violenta del cabecilla alzado desorganizó el movimiento. Las autoridades virreinales tomaron medidas conciliatorias; los rebeldes fueron en parte sancionados y en parte perdonados.



En el siglo XVIII hubo varios conatos. El año 1730 levantóse en Cochabamba el mestizo Alejo Calatayud y en el 1739 el amerindio Juan Bélec. Las rebeliones continuaron en la segunda mitad de esta centuria. En el 1768 se produjo un levantamiento de indios contra su corregidor en la provincia de Sicasica; dicho corregidor era el marqués de Villahermosa ( Y también contra un arbitrario ayudante suyo ). Muerto éste último, la turba dedicóse a saquear, fomentando un clima de continua alarma. Sin embargo, cambiado el corregidor renació la paz en la provincia. En el año siguiente hubo otra sublevación en la provincia vecina de Pacajes. La sublevación fue mayormente de indios, y contra un abusivo cacique que, secundando los excesos del corregidor José Del Castillo, obtenía gran provecho personalista. Cuando la situación parecía entrar en una etapa de tranquilidad, repentinamente brotó una ola de violencia. Recomenzaron los disturbios, a causa de haberse ordenado azotar a una mujer del pueblo que desobedeció una orden arbitraria. Furiosos los amerindios, apedrearon al corregidor y a varios de sus colaboradores hasta victimarlos. La cruenta rebelión extendióse a varios pueblos más, teniendo como el principal blanco de la ira al “ español europeo “ ( El chapetón o gachupín ). La insurrección llegó hasta la provincia de Carangas. El nombramiento de Cipriano Ruiz De Silca como Justicia Mayor y la colaboración de un grupo de eclesiásticos, amén de la consistencia de las tropas virreinales, permitieron pacificar a los indios alzados.



En el año de 1776 aparece Tomás Catari ( Llamado por algunos “ el precursor “; curiosamente así se llamo a Alonso De Ojeda, el Caballero de la Virgen….) con sus hermanos Dámaso y Nicolás. Sus protestas contra el mal gobierno de las autoridades de la provincia de Chayanta ( Dependiente del Arzobispado de La Plata o Chuquisaca ) provocaron ininterrumpidos alborotos en diversas provincias del Alto Perú. En forma parecida a otros sucesos más o menos análogos, los desórdenes eran causados por los abusos incontrolados de la gente subordinada al servicio de los corregidores.



El mestizo Blas Bernal, ayudante del corregidor peninsular Joaquín De Alós, parece ser que por motivos leves mandó azotar al cacique Tomás Catari. En lugar de atemorizarse, Catari decidió viajar a pie hasta Buenos Aires y reclamar personalmente sus quejas al virrey Vértiz. Su reclamo fue escuchado y se le prometió justicia. Sin embargo, al retornar a su provincia de Chayanta, Alós mandó arrestarlo sin atender a razones. Actuando con decisiva rapidez, sus hermanos y sus partidarios lograron libertarlo. Insistió el corregidor Alós y ordenó apresarlo por segunda vez. En respuesta, los partidarios de Tomás Catari planearon sacarlo nuevamente de la prisión. Aprovechando la presencia de Alós en el puerto de Pocoata, el corregidor fue arrestado de improviso. Las autoridades rechazaron, en un principio, el canje del cacique por el corregidor, sanción que demoró dando tiempo a que las autoridades rectificaran su decisión inicial. Tomás Catari fue puesto en libertad y también Alós. Temiendo siempre por su vida, este último fugóse a Tucumán disfrazado de fraile. Llegado a su destino, se enroló en un cuerpo armado para combatir a los rebeldes altoperuanos.



Estando libre Tomás Catari se encargó de su cacicazgo, gobernándolo con rectitud. Sus principales esfuerzos estuvieron dirigidos a extinguir la mita de los “ repartos “ mercantiles. Parece haber estado por entonces en contacto con algunos caciques peruanos, y ahí es donde entra la duda de que uno de esos podría haber sido José Gabriel Túpac Amaru; aunque es un aspecto que no termina por aclararse del todo. El caso es que Túpac Amaru por aquel entonces preparaba su viaje para litigar ante la limeña Audiencia.



Con astuto juego, Catari aparentaba obedecer a las autoridades virreinales, pero, realmente, fomentaba las sublevaciones en distintos pueblos. Parece que paralelamente un grupo de caciques y demás nobles indios del antiguo Virreinato Peruano de la Nueva Castilla habrían elevado una representación a Carlos III de Borbón, quejándose del continuo abuso de las autoridades, la inobservancia de las leyes, los peculados que realizaban y la repetición de castigos y prisiones injustos. El mensaje habría sido llevado a la Vieja España por Blas Túpac Amaru y entregado a las autoridades de la Península Ibera.



Las sistemáticas campañas de Tomás Catari alarmó al corregidor Alós, quien por entonces retornado había ya a su provincia. Por orden suya, Catari fue arrestado por tercera vez. Con el fin de evitar su fuga o intentos nuevos de rescate, el prisionero era llevado de un pueblo a otro para ocultar su paradero. En uno de estos continuos cambios sus guardianes fueron interceptados. Para impedir su libertad, el grupo que conducíalo prefirió asesinarlo ( El 9 de Enero del 1781 ), siendo a su vez liquidado en represalia. Por entonces Túpac Amaru andaba sitiando el Cuzco, mientras el virrey del Río de la Plata, Juan José De Vértiz y Salcedo, enviaba tropas al mando de Ignacio Flórez para combatir a Catari.



Acompañados por la viuda de la víctima, los enardecidos hermanos de Tomás Catari ( Los ya mencionados Dámaso y Nicolás ), con un grupo de sus partidarios, iniciaron vandálicos actos de venganza contra los españoles de la Península(1)y sus más allegados. La corta campaña de los hermanos Catari concluyó con su captura y ejecución, cuando algunos de sus partidarios, buscando el perdón oficial, los entregaron a las autoridades virreinales.




Como el enviado militar de Buenos Aires, Ignacio Flórez, tenía en el Alto Perú un área bien extensa y convulsionada, nombróse para La Paz a Sebastián de Segurola, corregidor de Larecaja. Su estrategia consistió en acortar la zona de defensa militar, abandonando lugares cercanos y concentrándose en el recinto de la ciudad. En previsión de un sitio prolongado, reunió gran cantidad de víveres y armamento. Fue un acto de previsión para la ciudad. Tres hechos importantes ocurrieron por aquel entonces :



- Túpac Amaru levantó el sitio del Cuzco.



- Asesinaron a Tomás Catari.



- Aparece la figura de Túpac Catari.




El verdadero nombre del rebelde altoperuano era Julián Apasa; un indio nacido en el pueblo de Ayoayo ( Provincia de Sicasica ), ex sacristán, mitayo y panadero. Parece que logró interceptar una carta de Túpac Amaru a Tomás Catari y, aceptando los consejos del mestizo Bonifacio Chuquimamani, asumió el caudillaje bajo el nombre de Túpac Catari, autotitulándose virrey. Fray Matías de la Borda describe al jefe rebelde “ como de treinta años, vestido de uniforme, con una camisa de terciopelo negro, su bastón y con mucho acompañamiento, á quien saludé en castellano, y me reprendió, encargándome que no hablase otra lengua que no fuese el aymara, cuya ley tenía impuesta con la pena de la vida “. Según dice un testigo de la época, su esposa, doña Bartolina Sisa, “ era una chola de veintiséis años “, nacida en La Paz.



Los partidarios del cabecilla insurgente se reunieron en el ayllu del cacique Chuqui, cerca de Ayoayo. Animados por las noticias referentes a Túpac Amaru y a los hermanos Catari, decidieron el levantamiento del 1781. Túpac Catari predicó el despojo y aniquilamiento de los españoles. Un raudo ataque suyo llevó a su hueste hasta Ventanilla, a cuatro leguas de La Paz. De inmediato inició el sitio a la urbe. Segurola, que había efectuado una salida y combatido con éxito en Laja, fue obligado a retornar precipitadamente ( El 15 de Marzo del 1781 ). En su campaña defensiva, Segurola obtuvo algunos éxitos, pero Túpac Catari tomó y diezmó al pueblo de Tiquina y el 21 de Marzo del 1781 tenía totalmente cercada a La Paz. Fue declarada una guerra a muerte. El prisionero que caía en manos de los rebeldes sufría un “ juicio “ más que sumario y la correspondiente ejecución, exponiéndose su cuerpo en sitio visible para “ concienciar “ con el terror.



Colaboraba en la organización y vigilancia de las tropas sitiadoras Bartolina Sisa, cuyas dotes de mando fueron notables. Túpac Catari organizó una ofensiva diaria, que prolongóse hasta los primeros días de Abril. Un breve periodo de negociaciones fracasó por la mutua desconfianza de las partes e inaceptables condiciones del jefe sitiador. Entonces empezó de nuevo la ofensiva, entrelazada con episodios pintorescos y desusados. Los rebeldes dieron muerte, por ejemplo, a un franciscano bajo la extraña acusación de “ haver oficiado una misa de maldición “; que afirmaban, les ocasionó derrotas, pero poco después se ocupaban devotamente en “ hacer procesión “.




Para incrementar la eficacia de su ofensiva, Túpac Catari cambió de táctica. Abandonó los diurnos ataques y se decidió a por la nocturnidad; quizá emulando la desesperación que a ello llevó dos siglos antes a los tlaxcaltecas....La lucha adquirió semblantes realmente dramáticos, aunque siempre los resultados negativos serían para los atacantes. Entonces el líder de la subversión utilizó tretas distintas. Por ejemplo, falsificó cartas y dejó que sus chasquis(2) fueran capturados para que sus enemigos los virreinales pudieren cometer un error militar; o llegó a fingir combates contra presuntos enemigos para provocar la salida de Segurola de La Paz y poder capturarlo por sorpresa.



Instalada su “ corte “ en las alturas de la ciudad, Túpac Catari utilizaba el terror como medio para adquirir la obediencia de las gentes; lo cual impresionaba a sus partidarios. Era amigo de la utilización de prácticas esotéricas. El caso es que logró mantener esa unidad en torno a su persona; mientras que Segurola intrigaba a la distancia para minar el prestigio de Túpac Catari.



A mediados de Mayo del 1781 supo el guerrero altoperuano que una fracción de indios de Sicasica se preparaba para someterlo en un combate por sorpresa. Con el fin de ahogar tan peligroso brote virreinal, Túpac Catari marchó en su contra y los derrotó, mientras su esposa Bartolina quedaba al mando de la tropa sitiadora y mostraba su habilidad al obtener algunos triunfos en los choques diarios.



Normalizada la situación, Túpac Catari pidió un eclesiástico al Convento de Copacabana. Fue enviado Fray Matías De la Borda, el cual sirvió de capellán a disgusto; y esperaba desde el primer momento una favorable ocasión para poder escapar. Entre la gente que conoció se encontraba el joven Mariano Murillo, prisionero perdonado y puesto al servicio artillero del jefe sitiador. El fraile logró hacer llegar algunos informes a Segurola y el dato de la secreta adhesión de Murillo, que aun en la dificultad seguía leal a las autoridades virreinales. Interceptada una comunicación comprometedora, éste fue arrestado y condenado a perder ambos brazos. Mutilado, lo arrojaron al campo virreinal. Túpac Catari declaró que esa traición había cambiado en desprecio su respeto por los criollos y buscaba “ arruinarlos a todos “.



Al comenzar el mes de Julio, Segurola seguía resistiendo victoriosamente en La Paz, sostenido por las noticias de un próximo auxilio bélico. La ayuda fue traída por el criollo Flórez. Principió por vencer a los hombres capitaneados por los hermanos Catari. Al mando de un pequeño pero bien organizado y armado ejército, Flórez dejó Chuquisaca, defendida por un destacamento llegado de Buenos Aires, pasó a Oruro y entró en Sicasica ( 19 de Junio del 1781 ), lugar que tomó a sangre y fuego. Nada pudo esta vez la intrepidez de los indios, que defendían sus posiciones desesperadamente, “ lanzándose á las balas y rechazando á los nuestros varias veces “; según nos dice un testigo de la época. Cinco días más tarde salió D. Ignacio Flórez hacia La Paz. Venció a Túpac Catari en Calamarca, mientras Doña Bartolina Sisa dirigía el cerco de la urbe.



Entre ataques y contraataques, la situación de Segurola se tornaba cada día más desesperada. El hambre hizo su aparición entre los defensores, a tal punto que comenzaron “ á comerse los cueros, y contarse por muy feliz el que compraba un gato por seis pesos y una mula muerta por treinta “. En aquellos momentos la situación de Flórez seguía críticamente comprometida, a pesar de su triunfo en Calamarca. Un nuevo ataque de Túpac Catari fue rechazado el 28 de Julio del año de 1781; ocasión en que el líder de la sublevación cae prisionero. Para escapar tuvo que arrojarse “ á un barranco del caballo en que iba montado “. De repente los angustiados defensores de La Paz presenciaron un inesperado combate de los sitiadores con las tropas de Flórez. Horas más tarde comenzó a notarse una gran confusión en el campo enemigo, “ huyéndose los unos y precipitándose los otros “.



Después de su triunfo, Flórez colocó una bandera en el campamento enemigo y mandó aviso. El sitio había sido levantado tras un lapso de tres meses y medio. Flórez y Segurola hicieron una solemne entrada en La Paz el 1º de Agosto del 1781. Al día siguiente, con la complicidad de un grupo que buscaba el perdón, una patrulla sorprendió a Doña Bartolina Sisa. Procuraban “ de este modo sanar un vicio con un crimen “. En el grupo de “ arrepentidos “ venían individuos que habían sido espías de Túpac Catari. En el Perú, ya Túpac Amaru había sido vencido y ejecutado. Pero la rebelión continuaba, capitaneada por su lugarteniente y primo hermano Diego Cristóbal Túpac Amaru.



Para reforzar el avance de Flórez, el virrey Vértiz mandó desde Buenos Aires al teniente-coronel José Reseguín; el 19 de Febrero del 1781. Su acción fue doble: Atacó varios focos rebeldes y auxilió a Flórez contra Túpac Catari. Después de actuar en lugares distintos, el dinámico Reseguín, a mediados de Abril, unióse con Flórez en Chuquisaca y actuó bajo órdenes suyas. Túpac Catari había sido derrotado aunque no vencido del todo; hecho conocido por ambos caudillos españoles.



Reorganizadas sus fuerzas, el incansable Túpac Catari ubicó sus huestes a una legua de la ciudad. Desde allí hostilizaba a los virreinales y esperaba una ocasión favorable para atacar. Cansado de sus correrías, Flórez intentó sin éxito destruirlo. Ante su fracaso, ubicó su cuartel general lejos de la ciudad. Como respuesta, Túpac Catari ocupó parte de sus antiguas posiciones y reinició el asedio. Enriquecidos con el botín, las milicias de Cochabamba decidieron retornar a sus hogares y determinaron la retirada de Flórez hacia el sur. Volvían a quedar frente a frente Túpac Catari y Segurola.



La situación de La Paz agravóse cuando Andrés Túpac Amaru ( sobrino de José Gabriel ) sumó sus fuerzas a las de Túpac Catari. Andrés simbolizaba una especie de “ rebeldía juvenil “. Antes de los 19 años ya era famoso por su astucia y valentía. Producida la traición contra Túpac Amaru, logró huir con su tío Diego Cristóbal. Pero dejándolo en Azángaro, continuó su marcha en busca de gente, armas y dineros para continuar la resistencia. Terminó sumándose al bando de Túpac Catari. Fue importante el sitio que puso a Sorata, capital de la provincia altoperuana de Larecaja, el 4 de Mayo del 1781. Transcurrían cerca de tres meses de asedio, interrumpidos por intermitentes negociaciones, cuando Andrés ideó una manera de convertir el moroso ataque en una rápida y definitiva victoria. Primero ordenó reclutar el mayor número de hombres. Invocó de pretexto ayudar a su padre; al “ Virrey de Lima, Don José Gabriel Túpac Amaru “; estratagema copiada de un edicto de su tío Diego Cristóbal. Mandó recoger después en un “ lago espacioso las aguas que vierte el cerro nevado de Tipuani “ y, soltándolas con brusquedad, consiguió debilitar la capacidad defensiva de los sitiados. Atacó entonces la población el 5 de Agosto del año de 1781. Saqueóla y obtuvo un riquísimo botín; acreditado con esta victoria y el apoyo de Diego Cristóbal, pasó a La Paz y ocupó las alturas.



El vigor de los nuevos ataques creció. Pero Segurola, a la espera de próximos auxilios, efectuó prodigios de valor y resistió imperturbablemente todos los fieros ataques. Cada acometida, por más dura que pareciere, encontraba su contundente respuesta. Los ataques nocturnos tuvieron igual éxito que los diurnos. Matizando el ardor de la lucha, por ambos bandos fueron ensayadas algunas tretas destinadas a capturar a Segurola o a Túpac Catari. Para doblegar tan porfiada resistencia, Andrés Túpac Catari pensó aplicar una táctica igual a la de Sorata. Hechos los preparativos en la noche del 12 de Octubre ( Día de la Raza, Día de la Hispanidad ) del 1781, el depósito de agua reventó prematuramente e inundó parte de la ciudad. La destrucción de uno de sus puentes produjo gran terror entre los pobladores. Se hablaba ya de abandonar La Paz, cuando un vendedor de harinas, arriesgando su mercadería, burló el cerco y avisó la proximidad de las tropas auxiliares.



Flórez había logrado reunir un ejército de 5000 hombres, que puso a las órdenes de Reseguín. Desde este momento, él se convertiría en el jefe más activo de la campaña contra Túpac Catari. Previo aniquilamiento de las avanzadas rebeldes, Reseguín marchó a La Paz y levantó el segundo sitio el 17 de Octubre del 1781. Túpac Catari retiróse al Santuario de Las Peñas ( Anexo del curato de Huarina, provincia de Omasuyos ), uniéndose con el joven “ tupamarista “ Andrés. Reseguín detuvo el ataque contra Túpac Catari e inició negociaciones de paz mientras espiaba un momento favorable para sorprenderlo. Miguel Bastidas fue la primera presa. Creyó en las promesas del caudillo virreinal, siendo capturado y puesto en prisión.



Para apresar al cabeza visible de la rebelión, Reseguín armó una celada. Contaba con la conformidad de Tomás Inca, apodado “ el bueno “; confidente de Túpac Catari. Aquél daría una fiesta a éste. Amparados en la nocturnidad, 100 milicianos rodearían el lugar y apresaríanlo. El plan marchaba sin obstáculos a priori….Pero estando la fiesta en su mejor momento, “ un presentimiento secreto de su infortunio “ lo decidió a retirarse. Tomás Inca se contentó con observar la ruta seguida por el cabecilla. Cuando tardíamente llegaron sus perseguidores, la indicación del traidor confidente permitió capturar, con muchísimo esfuerzo, al insurgente altoperuano.



El sumario proceso fue instaurado por el oidor chileno Tadeo Díez De Medina, al que la rebelión impidió retornar a su país. Túpac Catari recibió idéntico castigo que Túpac Amaru, el 13 de Noviembre del 1781, con la horrible diferencia que su cuerpo despedazado por los caballos. Llama la atención cómo Diego Cristóbal Túpac Amaru, con estas noticias, estuviera en esos precisos momentos aceptando promesas de paz del mariscal de campo Del Valle y ratificarse un par de meses más tarde. Andrés Mendiguren logró la fuga y reunióse con su tío Diego Cristóbal. Casi un año después, Bartolina Sisa y una hermana suya sufrían una cruel ejecución. Por último, a principios del año de 1783 apresaron al hijo de Túpac Catari, un niño de 10 años, cuidadosamente escondido por los familiares de Túpac Amaru en la provincia de Tinta. Todos no dieron oídos a la llamada de las autoridades. Grupos aislados, ocultos en las alturas, mantuvieron su libertad sin dar crédito a la amnistía que preconizaban los emisarios del Virreinato.



La tranquilidad parecía lograda en las provincias del Obispado de La Paz, a excepción de la quebrada de Río Abajo. Preparada una expedición al mando de Segurola, por enfermedad de Reseguín quedó postergada al brotar nuevos disturbios en las provincias de Larecaja y Omasuyos. Los indios enfurecidos habían dado muerte a mujeres y niños españoles ( Mayoritariamente de la Piel de Toro ) en diferentes villas. La campaña fue dura pero “ exitosa “. Por entonces Mariano Túpac Amaru andaba nuevamente por las provincias de La Paz. En Chucuito el rebelde Melchor Lahura sería entregado por los indios de Pomata como precio de un perdón colectivo. Por último, Segurola marchó con tropas a la región de Río Abajo. Pacificóla sin combatir y, a mediados de Junio del 1782, retornó a La Paz.



A pesar de tan seguidos triunfos, persistía la sedición, alimentada por el cabecilla amerindio Arauco. La pacificación definitiva fue encomendada a Reseguín, curado ya de sus dolencias. Con decisión batió al jefe rebelde, que ocupaba una oposición que se antojaba casi inexpugnable. Desde entonces, un cierto terror supersticioso le otorgaba a Reseguín algo así como poderes sobrenaturales….Sin embargo, como Arauco logró huir, la guerra parecía interminable. Entre los indios que se presentaron a solicitar el perdón estaba la joven Ana Huallpa. Su clara inteligencia llamó la atención de Reseguín, convirtiéndose en “ otra Doña Marina, a quien Cortés debió tantos aciertos “ . Por propia iniciativa descubrió al líder de las tropas virreinales propósitos ocultos de los insurgentes, sus falsas promesas de paz, maneras de vivir y tortuosos medios para mantener a sus partidarios en constante lucha sin perder la esperanza de triunfar. Estos precisos informes permitieron a Reseguín planear y ejecutar la ofensiva final que aniquiló la resistencia. Escarmentados los rebeldes, pidieron el indulto y cumplieron esta vez escrupulosamente sus promesas. Cuenta el presbítero Sahuarauca cómo, al finalizar la guerra en las provincias del Obispado de La Paz, era aterrador el número de muertos, “ pues leguas enteras había de yndios destrozados “.




Con todo, aunque los alborotos precursores de Tomás Catari y la rebelión de Túpac Catari constituyen los principales sucesos de protesta radical, hubo en el novedoso y extenso territorio del virreinato del Río de la Plata otros levantamientos. La fuerza y variedad de tantos movimientos sólo pudo ser combatida gracias a la estrategia de los virreyes de Lima ( Jáuregui ) y Buenos Aires ( El criollo mexicano Vértiz ). El plan está comprobado por el encuentro que hubo en Achacache, capital de la provincia de Omasuyos ( Entre Puno, Larecajo, La Paz y Pacajes ) de José Del Valle, en su segunda expedición como supremo jefe militar del Perú e Ignacio Flórez, militar enviado por el virrey de Buenos Aires, por entonces ascendido ya al alto rango de Presidente de Charcas. Concluidas las conversaciones, Del Valle regresó al Cuzco. Al salir éste con nueva misión, sintióse mal. Trasladado con celeridad al Cuzco, el vencedor de Túpac Amaru falleció el 4 de Septiembre del 1782. Su cargo militar fue ocupado por Gabriel De Avilés.



Un grupo de provincias fueron escenario de luchas y otro quedó en relativa tranquilidad. La villa de Oruro fue lugar de un levantamiento de criollos, con ayuda de los indios, alianza que finalizó con una ruptura de ambos grupos por incompatibilidad de acción. Existía un factor económico y otro de castas. La decadencia de la minería arruinó a los prominentes criollos, los “ peninsulares “ se negaban a prestar capitales para recomenzar los trabajos y, de otro lado, pretendían acaparar los cargos principales. Fue ésta una constante en la época de los gobiernos borbónicos, que fueron desplazando con no muy claras intenciones a los criollos de la res pvblica; e incluso alienando los tradicionales vínculos con los nobles amerindios.



Reunido un contingente de 200 milicianos, corrió la voz de que los hijos de la Vieja España andaban preparando una conspiración. Como protesta los milicianos abandonaron el cuartel, dejando desamparada a la villa. Comenzó entonces un levantamiento, seguido de saqueos. El 11 de Febrero del año de 1781 las calles de Oruro estaban regadas de cadáveres de “ peninsulares “ y de negros, abandonados sin piedad y devorados por los perros. Los saqueadores llegaron a reunir en 4 días 2 millones de presos. Jacinto Rodríguez fue nombrado Justicia Mayor, mientras el corregidor Urrutia huyó atemorizado. Para detener la violencia de los rebeldes---se dice que mayoritariamente indios---, Rodríguez mandó repartir dinero y prometió entregar nuevas cantidades a la llegada de Túpac Amaru, “ su rey “. Llegados los enviados “ tupamaristas “, aconsejaron moderación a la masa. Podía atacarse a los “ chapetones “ pero no a los criollos. A pesar de esto, los indios sumados a la sublevación multiplicaban actos de cruel violencia contra todo aquel individuo que fuese de raza blanca. El ataque a la casa del nuevo justicia mayor Rodríguez determinó la ruptura con los alborotadores. Las milicias arrojaron de manera violenta a los indios, rechazaron sus contraataques y los alejaron definitivamente de Oruro.



La villa de Tupiza tomó abierto partido por la rebelión. Aprovechando el fermento producido por los agentes de Túpac Amaru, el sargento mestizo Luis Lasso De la Vega rebelóse el 6 de Marzo del 1781. Alarmado el corregidor García De Prado se atrincheró en su domicilio para defender su riqueza, lograda “ á costa de un descontento general “. Al volar su depósito de pólvora y caer un trozo de pared, un indio penetró al interior de la casa, degolló al corregidor y “ le bebió mucha parte de su sangre “. Lasso De la Vega tomó el título de Gobernador y Capitán General de Túpac Amaru. Su secretario Aguirre, “ sujeto español y no de común nacimiento “ , remitió cartas y convocatorias pidiendo hombres, armas y víveres para reunir una fuerza que los libertase. Tal era el odio contra el corregidor García Prado que su cadáver fue desenterrado para poder decapitarlo….



Con el fin de contrarrestar la propagación del movimiento, el virrey Vértiz mandó dos grupos pequeños de soldados veteranos y después a José Reseguín, en Febrero del 1781. Unido a uno de los destacamentos, éste avanzó por la parte de Moxo con el deseo de llegar lo más pronto posible a Tupiza y eliminar ese peligroso foco de rebeldía. Para despistar a los espías enemigos, publicó que marchaba en auxilio de Chuquisaca. Aparentemente tomó ese camino. Pero mediante un desplazamiento nocturno, varió su ruta. Sin ser notado por los indios rebeldes llegó a Tupiza, apresando con sigilo a Lasso y el grupo de sus principales colaboradores. Las sanciones fueron sumarias y draconianas. Estaba concluyendo este episodio, cuando Reseguín supo que Pedro de la Cruz Condori, capitán “ tupamarista “, avanzaba con un contingente de 4.000 soldados, principalmente indios y mestizos. Un rapidísimo golpe táctico, permitió al cabecilla virreinal sorprender a una parte del grupo, capturar a su jefe y dispersar al resto de sus hombres. Como corolario, Reseguín partió de Tupiza el 5 de Abril del 1781 y se reunió con Flórez en Chuquisaca.



La capacidad de recuperación de los indios y los mestizos sublevados del Alto Perú era de un vigor increíble. Apenas alejóse Reseguín cuando a sus espaldas se levantaba José Quiroga con el apoyo de los indios tobas y matacos, más mestizos y criollos. Los rebeldes pretendían capturar Jujuy. Sin embargo, cierta indecisión provocó demoras permitiendo que el gobernador de Tucumán recibiese refuerzos de Buenos Aires y derrotase a los insurgentes. Quiroga había logrado reunir muchos partidarios cuando afirmó ser agente de Túpac Amaru; “ cuyo maldito nombre ha hecho perder el sentido a estos yndios, pues muchos de mediana comodidad, y que la pasaban muy bien se sumaron al movimiento “. Quiroga logró escapar, mas parte principal de sus hombres serían sentenciados a muerte o marcados con una “ R “ al rojo vivo como señal de su denigrante rebeldía.



Una excepción en este duro panorama citadino de alborotos fueron Cochabamba y Potosí. Los pobladores y autoridades de Cochabamba permanecieron a priori en la expectativa. Colocados entre la rebeldía y la fidelidad virreinal, se decidieron por última tras presenciar actos de virulencia “ racista “(3) por parte de los indios. En la célebre villa de Potosí, destacó la previsora labor de su gobernador, Jorge De Escobedo, futuro sucesor de Areche en el cargo de visitador. De Escobedo disciplinó un grupo importante de tropas en infantería y caballería, almacenando gran cantidad de armas y víveres en previsión de un inesperado sitio. Para evitar futuras sorpresas, ordenó cerrar las vías de acceso a la villa mediante trincheras o tapias y mantuvo a los milicianos en constante vigilancia y entrenamiento militar. Logró preservar de esta manera a Potosí de ataques externos o levantamientos interiores, sucesos tanto más temibles cuando la villa era lugar muy codiciado por las riquezas que atesoraba. Esta onda de levantamientos y conjuraciones llegó hasta la propia ciudad de Buenos Aires. No obstante, ésta ya casi sería otra historia….








(1)– En historiografía hispanoamericana tenemos quizá la incorrecta costumbre de designar como “ peninsulares “ a los “ españoles “. España no constituye, antes de América, sólo la Península Ibérica, sino también el Reino de Mallorca ( Islas Baleares ) y el Reino de las Islas Canarias, amén de los enclaves de la Hispania Tingitana u Oranesado Español.



(2) – “ Chasqui “ es una voz quechua, que designaba al indio que servía de correo.



(3) – Este tipo de virulencia se dio en ambos bandos y en más de uno y dos conflictos. No obstante, en Norteamérica los indios casi que no vivieron para contarlo….




* BIBLIOGRAFÍA :



- Ramón María Serrera Contreras



- José Luis Mora Mérida



- Dr. Acosta Rodríguez



- Alberto Flores Galindo