Artículo de los años 60 sobre persecución comunista a eclesiásticos de la antigua y floreciente Iglesia cubana
Revista FUERZA NUEVA, nº 76, 22-Jun-1968
CUBA, OTRA “IGLESIA DEL SILENCIO”
De cada 100 cubanos que huyen, 94 son católicos
Según el Anuario Pontificio de 1961, la Iglesia Católica de Cuba, en 1958, o sea, antes de llegar Castro al Gobierno, contaba con 240 sacerdotes diocesanos, 483 religiosos, 815 iglesias, 209 parroquias, 126 casas de religiosos con 984 miembros y 209 casas de religiosas con 2.225 monjas. La población católica en dicho año se calculaba en 5.665.000, es decir, el 94,2 por 100 de la población total, que era en esa fecha de 6.250.000 habitantes. Existían 75 instituciones de caridad con 90.919 beneficiarios; 130 escuelas de varones con 33.691 alumnos, y 194 escuelas de hembras con 34.335 alumnas. Frente a esa realidad irrefutable, un sacerdote filocastrista que se apellida -¡nada menos!- que Céspedes, y que es gran amigo del nuncio Zacchi, ha tenido que reconocer recientemente que “hoy día hay 121 sacerdotes en el país y 100 seminaristas, distribuidos en los seminarios de San Carlos (La Habana) y San Basilio (Santiago de Cuba)”. (La mayoría son belgas, canadienses y franceses).
Comienza la persecución
En enero del 59, a los pocos días de entrar Castro en La Habana, se ordenó -por iniciativa del “Che” Guevara- la retirada de los crucifijos en las salas de los hospitales del Estado, tanto civiles como militares, y se alentó un movimiento cismático, encabezado por el cura Germán Lence (que se puso sotana verde oliva como sus compinches Sardiñas, el vasco Moisés Arrechea y compañía), que había reingresado en la Iglesia Católica después de haberse separado de ella hace años para pertenecer a la Católica Apostólica Mexicana que fundara el presidente “rojillo” -aunque amillonado- de Méjico, Calles, allá por los años 20, y que ha seguido funcionando bajo el mando del apóstata ex sacerdote José Javier Cortés. Una prueba de la enemistad del régimen castrista hacia el catolicismo está en la supresión de la Semana Santa, durante cuyos días los miembros del Gobierno, los embajadores de los países comunistas acreditados en La Habana, etc., se dirigen a los campos para cortar (¿?) caña de azúcar. En opinión del “A B C” (18-4-65), “el acto de Castro no es ejemplo de amor al pueblo, sino un insulto al pueblo de esa Cuba doliente que, a pesar de todo, reza al Dios cristiano y lo hace en español”.
Otra prueba de cómo se ha lavado el cerebro a la ateizada muchachada está en lo que declaró el estudiante universitario Roberto Ruesca al editor latinoamericano del “Miami Herald”, Al Burt: “He rechazado el cristianismo por la revolución. Las ideas religiosas resultan anticuadas en este siglo de guerras y de investigaciones científicas. Existe un conflicto entre el cristianismo y el comunismo. Un hombre no puede ser las dos cosas. El marxismo es la ideología de nuestra revolución, y en la depuración estudiantil del mes de marzo fueron purgados los estudiantes con creencias religiosas”.
Expulsión de eclesiásticos
A las pocas horas de llegar Castro al poder, tuvo que huir de Cuba el obispo de Cienfuegos e ilustre historiador monseñor Martínez Dalmau. A fines de 1961, el Episcopado protestó por la cada día menos disimuladas simpatías del nuevo Gobierno por el comunismo. Por la detención de varios sacerdotes. Por las amenazas a quienes habían dado lectura a una circular colectiva. Por las vejaciones e insultos a sacerdotes y a organizaciones. Por la clausura de todas las horas católicas de radio y televisión, etc. Firmaron la carta dirigida a Fidel Castro: Manuel, cardenal Arteaga; Evelio, arzobispo coadjutor; Enrique, arzobispo de Santiago; Carlos, obispo, de Camagüey; Manuel, obispo de Pinar del Río; Alfredo, obispo de Cienfuegos; José, obispo auxiliar de La Habana; Eduardo, obispo auxiliar de La Habana, y Manuel, vicario, capitular de la diócesis de Matanzas.
El 27-9-61 llegaban a La Coruña, expulsados de Cuba, más de 500 sacerdotes y monjas. Entre ellos, figuras tan eminentes como los padres José Rubinos, S. J., poeta académico; José J. Goberna, director del Observatorio Meteorológico de Belén; José María Blain, rector del Seminario Franciscano de Santiago de Las Vegas, etc. El padre Bez, consiliario de la Juventud Católica de Santiago, declaró a la prensa gallega: “Castro ha despojado a la Iglesia Católica de 350 escuelas y colegios, dos universidades y 21 instituciones benéficas. Después, tras hacerles la vida imposible, expulsó a un obispo y 598 sacerdotes, y con la Casa de Beneficencia y escuelas confiscadas a su personal de 970 religiosos y 2.400 monjas”. Han sabido del horror de las cárceles castristas J. I. Lazaga, presidente de las Congregaciones Marianas; Elodia Salzado, presidenta de las Damas Católicas; Mateo Jover, presidente de los jóvenes de Acción Católica; Marta Díaz, presidenta de las jóvenes de Acción Católica; Ramón Casas, presidente de Acción Católica; padres Pedro Urrutia, Francisco Villaverde, Petit (francés), Laredo, español, etc.
El padre Francisco Javier Artuaga ha recordado recientemente que el 29 de abril del pasado año, con motivo del Día de la Iglesia Perseguida, el cardenal Primado de España, doctor Pla y Deniel, escribió: “Hoy está sufriendo la Iglesia terrible persecución en muchas naciones de Europa, de Asia y en alguna de América. En Rusia, en Hungría, en Yugoslavia, Checoslovaquia, Rumanía, Albania, Lituania, Letonia, Estonia, en la misma Polonia, aunque más atenuada, en la inmensa China y en otros países del Asia; hoy en Cuba, en América”. Recordó también el padre Artuaga que más de 3.000 sacerdotes que residían en Cuba (en 1959) están hoy fuera de ella. Que la Semana de Girón ha sido fijada deliberadamente para que coincida con el Jueves, Viernes y Sábado Santos y Domingo de Resurrección, y no puedan ser éstos conmemorados como antes, y que la Unión Internacional de Jóvenes Demócratas Cristianos, con sede en Roma, ha denunciado en varias ocasiones el fusilamiento de militantes católicos cubanos.
La catolicidad del pueblo
La catolicidad del pueblo cubano, de cuyo seno surgieron en el curso de los años sacerdotes del saber, del fervor y del sentido humano del Obispo Morell (dominicado hecho en Cuba) y de los padres Conde, Castillo, Barea, Sanamé, Parreño, Rodríguez, Echevarría, Caballero, Cernadas, Vernaes, Montes de Oca, Félix Varela -una de las más claras mentalidades cubanas de todos los tiempos- O’Gaban, Medina, Ricardo Arteaga, Dobal, Fuentes, Mustelier, Ortiz, arzobispo Ruiz, Manuel Arteaga (primer cardenal de la zona del Caribe), obispo Martínez Dalmau, Llaguna y Portuondo (…) Siendo también de mencionarse entre los extranjeros que más se vincularon a Cuba, el obispo Valdés, los nuncios Caruana y Centoz y los padres Marinas, Rivero, Viera, Amigo, Izurriaga, arzobispo Zubizarreta, el obispo Guerra, Juan Álvarez, (…) arzobispo Pérez Serantes (que acaba de fallecer a los 85 años y que fue el que amparó a Castro tras los sucesos del cuartel “Moncada”), Spiralli, etc.
La catolicidad de los cubanos, repetimos, fue reconocida por el Sumo Pontífice Benedicto XV al entronizar a Nuestra Señora de la Caridad, Patrona de Cuba, por la especial devoción que se la tenía en la isla desde el siglo XVII, tras su aparición en la bahía de Nipe. Su santuario se alza en la villa de El Cobre, y fue reconstruido por el Gobierno de Batista tras la bomba con que la dinamitaron guerrilleros castristas.
Aunque la República (1902-1958) no era confesional y se establecía en la Constitución, la libertad de cultos, en el preámbulo de ella, como en el de las anteriores, sus redactores “invocaron el favor de Dios” y se establecía que serían toleradas todas las creencias, siempre que “no contravinieran la moral cristiana”. Fue en 1959 que esos principios fueron suprimidos al llegar Castro al Poder. Así, en la ley Constitucional del nuevo régimen se borró el nombre de Dios del preámbulo y comenzó la persecución.
La diplomacia
Después de esto y de otros muchos datos que por falta de espacio dejamos para mejor ocasión, basta agregar para que se enteren quienes parecen ignorarlo que el embajador castrista ante la Santa Sede es un dentista español -un “rojo asturiano” aficionado a las letras que se refugió hace un cuarto de siglo en Cuba. Que antes de ir a Roma estuvo en Lisboa, pero sólo unas semanas, porque en la tierra del doctor Salazar no cayó bien. Y por otra parte, que el nuncio en Canadá, Emmanuele Clarizio, que apareció retratado junto a los ateos Castro, Roa y Vallejo, en la Nunciatura de La Habana (en la recepción dada por Cesare Zacchi, representante del Vaticano en Cuba) era en 1965 nuncio en Santo Domingo, donde se hizo famoso por su decidido apoyo al coronel Caamaño: el que saludaba con el puño cerrado.
Virgilio FERRER GUTIÉRREZ
Última edición por ALACRAN; 11/09/2022 a las 13:03
"... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)
Actualmente hay 1 usuarios viendo este tema. (0 miembros y 1 visitantes)
Marcadores