JERÓNIMO LUIS DE CABRERA Y TOLEDO, FUNDADOR DE CÓRDOBA

Jaime Mascaro Munar 29/09/2023





Jerónimo Luis de Cabrera
fue un hidalgo, militar, explorador, conquistador, colonizador, comendador, adelantado interino y gobernante español en Sudamérica. Es reconocido por haber fundado las ciudades de Ica, en Perú, y Córdoba de la Nueva Andalucía, en Argentina.

La ciudad de Sevilla fue la ciudad natal de Jerónimo Luis en el año 1528 y lo hizo en el seno de una familia noble andaluza formada por su padre Miguel Jerónimo de Cabrera y Zúñiga, II señor de la Torre de Palencia, y su segunda esposa María de Toledo y Hernández del Pedroso. Era un hijo ilegítimo de las segundas nupcias celebradas en Portugal en el año 1536, del que era primogénito, y tuvo hermanos: Leonor, Catalina y los menores: Juan y Nicolasa.




Debió ingresar como grumete en la Armada. En el año 1538, tras elegir la carrera de las armas y como militar partió hacia las Indias y llegó a la América hispana, concretamente arribó hacia 1569 a Lima, capital del gran Virreinato del Perú, siendo alférez de la Real Armada Española, acompañando a su medio hermano el general Pedro Cabrera y Figueroa Ponce de León, fruto del primer matrimonio de su padre en 1501 con Elena de Figueroa y Ponce de León.




Cuando en 1548 el capitán Francisco Hernández Girón se rebeló ante la Corona por no aceptar las Leyes Nuevas del emperador Carlos I —que hiciera cumplir su enviado, derrocado y decapitado virrey Blasco Núñez Vela desde 1544 hasta 1546— Cabrera fue a combatirlo con setenta soldados. Al año siguiente, en 1549, se avecindó en Cuzco haciéndose construir una casa de dos pisos, blasonada en el portal de la misma —este edificio aún existe convertido en el colegio de madres salesianas— cuya descripción, del escudo familiar, es la siguiente: dividido en dos campos, en el primero «sobre un llano de oro, tres troncos nudosos de sínople, puestos en faja; en el otro campo que lo era de azur, una cabra de plata saltante». En el mismo año Jerónimo Luis alcanzó el rango de maestre de campo.




Participó nuevamente en las batallas contra Girón desde el 12 de noviembre de 1553, ya que este había puesto en prisión al corregidor, mientras sus hombres arrasaban su casa y se lo llevaban detenido hasta Lima. Girón sería derrotado en la batalla de Pucará el 8 de octubre de 1554, aunque logró escapar por pocos días y al ser detenido fue llevado a Lima, condenado a muerte y ejecutado en los primeros días de diciembre del mismo año. Su cabeza fue clavada y expuesta en la plaza de armas de la misma ciudad y su casa en Cuzco fue derribada. En esto años, Jerónimo de Cabrera destacó también en las campañas de conquista de los valles de Ica, de Pisco y de Nazca.







Jerónimo Luis de Cabrera se había unido en matrimonio hacia 1560 en la ciudad de Cuzco con la joven viuda Luisa Martel de los Ríos y Mendoza, nacida en Panamá en 1535, hija de Gonzalo Martel de la Puente, regidor de Panamá y tesorero de la gobernación de Castilla de Oro y de su esposa Francisca de Mendoza y de los Ríos que era una descendiente de la Casa del Infantado. En 1545 Luisa fue llevada por sus padres con solo diez años de edad desde la provincia de Tierra Firme al Virreinato del Perú, en donde al cumplir los catorce años la unieron en primeras nupcias en el Cuzco el 24 de junio de 1549 con uno de los conquistadores, el capitán Sebastián Garcilaso de la Vega y Vargas, corregidor del Cuzco, con quien perdió una niña de corta edad llamada Blanca, y a su vez, Sebastián era padre natural del célebre cronista mestizo de ascendencia real hispano-inca Gómez Suárez de Figueroa y de la Vega «Inca Garcilaso«. Finalmente Luisa enviudó a los 24 años de edad de Sebastián en el año 1559. Fruto del matrimonio entre Jerónimo Luis de Cabrera y Luisa Martel nacieron los siguientes cinco hijos: Miguel Jerónimo, Pedro Luis, Gonzalo, Petronila y Francisca.




El 17 de junio de 1563, Cabrera fundó la ciudad de «San Jerónimo de Valverde» —actual ciudad de Ica y capital del departamento peruano homónimo— en el valle del mismo nombre, a la cual sostuvo a su costa durante tres años y por ello sus servicios fueron premiados por el cuarto virrey y conde de Nieva, Diego López de Zúñiga y Velasco, quien lo designó corregidor y justicia mayor de Potosí y de Charcas.




Unos años después, concretamente el 20 de septiembre de 1571 fue designado adelantado para la exploración y conquista de nuevas tierras para la Corona española en el Nuevo Mundo. En ese mismo año, el quinto virrey del Perú, Francisco Álvarez de Toledo lo designó gobernador del Tucumán.

La ceremonia de recepción del nuevo gobernador estuvo a cargo del gobernador saliente, capitán Nicolás Carrizo. Su primera medida fue designar como teniente de gobernador a su pariente Lorenzo Suárez de Figueroa, que también era sobrino del virrey del Perú. En 1572 fue designado alguacil mayor Iñigo de Villafañe. Cabrera tenía tantas cualidades sobresalientes que en América no se podría gloriar de otro que lo igualara. Nobleza que le emparentaba con las principales casas de España.




El virrey Francisco de Toledo había nombrado a Cabrera gobernador con el objetivo de cumplir la orden de fundar una población que sirviera además como fortín en lo que hoy es la provincia de Salta o la actual provincia de Santiago del Estero. Cabrera decidió desobedecer expresamente el mandato virreinal y fundar una ciudad más al sur. Eligió una región de tierra más fértil y clima más benigno que la de Santiago del Estero, donde se encontraban las tierras de los comechingones. Tomó 111 hombres de las ciudades de Santiago del Estero, San Miguel de Tucumán y Nuestra Señora de Talavera, y marchó hacia el sur, hacia la región de los comechingones. Entre ellos estaban sus dos hijos mayores y 43 españoles “indianos” muchos de ellos originarios de tierras andaluzas, además de mil caballos, vacas, ovejas, cabras, cerdos y 40 carretas cargadas de abastecimientos, el conquistador sevillano Jerónimo Luis de Cabrera llegaba al enclave en el que pocos días más tarde fundaría la ciudad de Córdoba de la nueva Andalucía en la actual Argentina. Lo que no sabía entonces es que este hecho acabaría por costarle la vida.

Tras un primer intento el 24 de junio de 1573 en el asiento de Quisquisacate, el 6 de julio fundó una ciudad a la que llamó “Córdoba de la Nueva Andalucía” a orillas del río Suquía, al cual llamó río de San Juan (después sería río Primero). De esa manera cumplió con una promesa que le había efectuado a su esposa, en homenaje a la tierra de donde los padres de ella provenían, expresando Cabrera que «realizaba su fundación principal en un país en donde se dan las cuatro estaciones, y la gente es barbuda y alta, morena como en Andalucía» (los comechingones).




Su casa principal, que llegó a tener dos plantas o pisos, la hizo construir en un costado de la Plaza Mayor —actual Plaza San Martín de la ciudad de Córdoba, sobre la actual calle Buenos Aires— considerada como la casona melliza de Manuel de Mercadillo. Luego de dos meses de fundada Córdoba, Cabrera partió con un grupo de gente en busca del Río de la Plata, tras su objetivo de fundar allí otra ciudad que permitiera una comunicación directa con España. El primer objetivo de Cabrera, fue tratar de encontrar la fabulosa «Ciudad de Los Césares» que le sumaría una cuantiosa fortuna personal que repartiría con la corona. El segundo, crear una provincia con salida a «La Mar del Nord» u océano Atlántico. Para esto exploró el río Tercero y su continuación, el río Carcarañá, llegando a orillas del río Paraná hasta las proximidades de la actual ciudad de Santa Fe.




Tres meses después, intentó refundar la llamada «Torre de Gaboto» o «Fuerte Sancti Spiritu» —erigido el 27 de febrero de 1527 hasta su abandono en septiembre de 1529— haciendo construir un fortín y puerto al cual llamó «San Luis de Paraná». Más tarde, al internarse río arriba se encontró con aborígenes timbúes en el asiento de Omad-coberá que impidieron su paso ya que estaban preparados para atacar a Juan de Garay que se encontraba en su bergantín, ya que bajaba desde Asunción en busca también de un puerto con fácil salida marítima. Al ver el peligro que corrían los españoles, atacó a la tribu y los hizo disipar. De esta forma fue que ambos conquistadores entablaron un diálogo que culminaría en discusión sobre sus derechos respectivos, pero en los hechos ninguno de los dos tenía permiso real. Durante la polémica, Cabrera fue llamado a la ciudad de Córdoba por el inminente peligro de un ataque indígena, y por otra razón, que le sería nefasta.




Al regresar a Córdoba y preparándose para pasar a Santiago del Estero, sede de la gobernación, se notició de la llegada y asunción de un nuevo gobernador del Tucumán, Gonzalo de Abreu, de quien era pariente y con quien estaba distanciado desde que vivían en su Sevilla natal. Cabrera le recibió con todos los honores correspondientes y le entregó el gobierno. Sin embargo, Gonzalo de Abreu y Figueroa tras asumir el cargo como nuevo gobernador del Tucumán desde el 13 de marzo de 1574, notó que las tierras en posesión de Cabrera eran ricas y recordando que Cabrera había desobedecido las órdenes virreinales y le inició un sumarísimo juicio, a pesar de las protestas de los vecinos. Lo persiguió a él y también a sus amigos, subastó sus bienes a precio vil, siendo Abreu el propio adquiriente, lo mandó apresar, y finalmente lo condenó a muerte.
Luisa Martel de los Ríos, icónica esposa de Jerónimo Luis de Cabrera, le acompañó en el desplazamiento por el territorio, transformándose en una protagonista estelar de la saga de la fundación. Cuando matan a Cabrera, Luisa se ocupó de limpiar su nombre, honrar su legado y recuperar los bienes que les habían quitado. Esa fue su propia conquista histórica.




Existen dos versiones sobre su muerte: una, que Cabrera recibió el garrote junto a su propio lecho de enfermo, sin permitírsele recibir los sacramentos ni poder despedirse de su esposa e hijos. La otra, que Cabrera, como era hidalgo, tuvo «la gracia» de no ser muerto con garrote vil, sino a Santiago del Estero, donde fue decapitado el 17 de agosto de 1574. Posteriormente se decidió trasladar sus restos a Córdoba, envuelto en pieles y cubierto de sal. El lugar de la sepultura fue en cercanías del río Suquía, una crecida la arrastró y nunca se pudo recuperar el cuerpo.

En la parte trasera de la catedral de Córdoba se encuentra el monumento a Jerónimo Luis de Cabrera, sevillano que desobedeció las órdenes del virrey, abandonó sus labores como gobernador de Tucumán y fundó Córdoba. Esa osadía le valió, tiempo después, la pena de muerte. La plazoleta que lo honra, está sobre la calle 27 de abril y la estatua de 2,70 metros de altura fue realizada por el escultor local Horacio Juárez.







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