Más allá de que las políticas borbónicas en América del Sur fueron muy perjudiciales, la necesidad de dividir el Reino del Perú fue estratégica frente al avance sobre los territorios occidentales, especialmente sobre las Misiones y Reducciones jesuíticas en el Guayrá/Banda Oriental, la boca del Orinoco y Amazonia norte, y el hoy Mato Grosso en territorio fronterizo con la actual Bolivia. Invasiones que casualmente eran lideradas por bandeirantes criptojudíos con apoyo holandés, británico y hugonote, lo que hizo pensar a Felipe II en un plan para arrasar con San Pablo y volver a refundar las posesiones portuguesas en América.
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