Realistas del Chile, de Wikipedia
En Chile el movimiento realista hace su aparición en septiembre de 1810, luego de que se instaurara en aquel país la Primera Junta Nacional de Gobierno. Dicho organismo posibilitó en gran medida la entronización de las posiciones moderadas e insurreccionales, contrarias a las reivindicaciones fidelistas y conservadoras defendidas por este éstos.
El acontecimiento que marca definitivamente el distanciamiento y polarización de estas fuerzas, fue el denominado Motín de Figueroa; un último intento del partido realista por reconquistar el poder, el que en adelante sólo les sería devuelto a través de una guerra abierta entre ambos partidos.
A principios de 1813, el gobierno del Perú ordenó la reconquista total de la Capitanía General de Chile, tarea que encomendó al brigadier Antonio Pareja. Este se dirigió sigilosamente a las plazas militares de Valdivia y Chiloé, donde rápidamente consiguió armar un improvisado ejército de 2000 hombres, en su gran mayoría población local.
De esta forma, el ejército realista daba inicio a la campaña, ocupando militarmente la ciudad de Concepción (26 de marzo de 1813), hasta alcanzar la línea del Maule, en aquel entonces, la frontera entre Santiago y las provincias meridionales.
A lo largo de todo ese año de desarrollaron una serie de escaramuzas que invariablemente arrebataron la victoria a ambos bandos. El 27 de abril de 1813 los realistas serían sorprendidos por una columna patriota en Yerbas Buenas, generándose una fuerte desmoralización que los hizo replegarse hasta Chillán, al mismo tiempo que Pareja caía gravemente enfermo, no pudiendo dirigir de mejor manera estos movimientos.
Luego de infringir un golpe a los patriotas en el Roble (17 de octubre de 1813) y de haber resistido por más de dos semanas el encarnizado sitio al que eran sometidos en la ciudad de Chillán, los realistas parecían recobrar los ánimos. En 1814 el comandante subrogante de las fuerzas realistas, Juan Francisco Sánchez, entregaba el mando al brigadier español Gabino Gaínza.
A partir de entonces, comenzarían una serie de diálogos y acuerdos secretos entre este líder y la insurgencia chilena, destinados a conseguir un tratado de paz y la eliminación de los sectores más radicales de ambos bandos (Tratado de Lircay, 3 de mayo de 1814).
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