Aun con reservas, expongo lo siguiente:
Edición 32
Juan Bardales, negro esclavo
El conquistador desconocido
Muchos indios y negros participaron en la conquista de América junto a los españoles
Autor: Mauricio Meléndez Obando
Como en toda empresa guerrera, los vencedores son laureados entre sus iguales y ascendidos a sitiales de honor en las sociedades nacientes y su memoria se venera por todos sus descendientes como una forma de mantener vivo el recuerdo de las “grandes” hazañas y trabajos que pasaron.
No importa si los enemigos que conquistan cuentan con tecnologías de guerra inferiores a ellos, también se destaca la bravura y coraje de estos enemigos, como forma de enaltecer, precisamente, las “cualidades” de los victoriosos. Porque sin contrincantes de igual calaña no hay hazaña...
La guerra desatada por los españoles en América, más tradicionalmente llamada Conquista, presenta esas características. Los conquistadores pasaron a ser los fundadores de la patria del criollo (magistralmente descrita por el guatemalteco Severo Martínez Peláez) y después fundadores de cada nación americana, donde aún hoy, una gran mayoría les rinde culto, como se le rinde también a los Reyes Católicos y a Cristóbal Colón, quienes cuentan con estatuas en muchas de las naciones iberoamericanas, y a la España toda (“la madre patria” la llaman algunos todavía).
Por ejemplo, en México hay monumentos dedicados a Cristóbal Colón y a Hernán Cortés; en Panamá, en honor a Vasco Núñez de Balboa; y en Costa Rica, no hace mucho había una estatua con el busto de la reina Isabel la Católica, entre muchos otros.
En casi todas las capitales de los países hispanoamericanos, hallamos monumentos dedicados a Cristóbal Colón, como este en plena ciudad de México D.F. (Foto: M. Meléndez).
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Su gesta no tiene paralelo en la historia de la humanidad, eso es verdad, pero no por las razones que alegan sus defensores, quienes destacan siempre “la virilidad”, “la valentía”, “el heroísmo”, “la gloria”, “las proezas”, etc., de esos españoles que apenas habían dejado atrás la Edad Media y que en América reprodujeron en parte ese mundo medieval agonizante en la península.
Los conquistadores, en nombre de los soberanos españoles (y estos con la venia papal, quien les cedió el dominio de las “nuevas tierras”), declararon la guerra a los americanos originales con el fin de tomar posesión efectiva de esas tierras que no tenían dueño –según su perspectiva–, pero también para adueñarse de los indios mismos, a quienes esclavizaron brutalmente (la esclavitud indígena desapareció con la emisión de las llamadas Leyes Nuevas de 1542).
Paradójicamente, con la entrada en vigencia de esta ley, se incrementó entonces el tráfico de esclavos negros traídos de Africa hacia América.
Por supuesto, pocos años después del arribo de los españoles a las Antillas, las condiciones de los “recién descubiertos” amerindios (por supuesto “descubiertos” a los ojos de Europa), ya conquistados y “pacificados”, era deplorable. Su exterminio fue casi total en algunas regiones.
Muchos murieron por la sobreexplotación a que fueron sometidos como esclavos y otros miles por las enfermedades para las que no tenían defensas por el aislamiento milenario del continente americano.
El paso de las huestes conquistadoras a tierras continentales tuvo efectos similares en todas partes: Explotación de la gran masa indígena, cuya población sufrió una debacle ampliamente estudiada por los demógrafos de la que solo se empezó a recuperar a fines del siglo XVI en algunas áreas.
Conquistadores indios
Como se dijo, los conquistadores españoles pasaron a ocupar posiciones de privilegio en las nuevas sociedades hispanoamericanas, incluso algunos conquistadores –de origen sencillo en España– lograron escalar a posiciones que en la península jamás hubieran alcanzado; esto gracias a la empresa de la Conquista, a la invasión de América.
Pero un hecho bien conocido es que estos conquistadores hispanos contaron con la ayuda de diversos grupos indígenas, muy a menudo aliados fundamentales, y con los negros que ellos traían como esclavos (más adelante veremos un caso centroamericano); estos últimos también dejaron prole.
Quizá el caso más conocido es el de los tlaxcaltecas que ayudaron a los españoles en la lucha contra los mexicas en la caída de Tenochitlan.
Para el caso centroamericano, los mexicanos, tlaxcaltecas (llamados a veces mexicanos), zapotecas y cholutecas, ayudaron en la conquista de la provincia de Guatemala (también a la de Chiapas, Honduras y, al parecer, hasta la de Nicaragua); algunos indígenas chiapanecos hicieron lo propio en la región de Chiapas.
Por ejemplo, el cacique Nocayola (después bautizado don Diego Nocayola), del pueblo de Chiapas de la Real Corona, ayudó incondicionalmente a los españoles en tiempos de la conquista, y por eso don Rodrigo Ponce de León Cabeza de Vaca, su nieto, pedía en 1608 que se levantara información sobre los méritos y servicios de su antepasado pues entonces debía gozar del cacicazgo y las prerrogativas de descendiente de conquistadores.
En Costa Rica, grupos amerindios del Valle Central ayudaron a Vázquez de Coronado en la conquista de la provincia de Quepo y zonas aledañas.
Hay varios casos de tlaxcaltecas que reclaman ser descendientes de indios conquistadores y, por tanto, exentos de tributar. El 11 de diciembre de 1587, Pedro Gómez, indio vecino del barrio de los tlaxcaltecas de la Ciudad Real de Chiapas, asegura que su padre, Domingo Pérez, indio tlaxcalteca, vino como conquistador con los españoles a Chiapas y Guatemala; y el 13 de noviembre de 1610, Gaspar Juárez Paso, indio, vecino y natural de la Ciudad Vieja de Almolonga, en Guatemala, pide se levante información para comprobar que es hijo de Bernardino Passo y nieto de Antonio Passo, ambos tlaxcaltecas conquistadores que llegaron con don Pedro de Alvarado.
En la jurisdicción de Gracias a Dios, provincia de Honduras, los descendientes de don Juan Facín Mendoza, indio conquistador de esa provincia, quien llegó con Pedro de Alvarado, gozaban de exenciones tributarias, según se comprueba en diversas informaciones, una de ellas fechada 22 de enero de 1672.
Christopher Lutz cita que en 1703 los indígenas de la parcialidad de mexicanos del barrio de Santo Domingo, en Santiago de Guatemala, alegaban ser descendientes de los conquistadores indígenas que acompañaron a Pedro de Alvarado desde Nueva España y que, por esa razón, siempre uno de sus miembros era nombrado alcalde de primer voto del concejo indígena mientras que un miembro de la parcialidad de guatimaltecos (sic) era el alcalde segundo.
Conquistadores africanos
De igual manera, negros esclavos y libertos participaron en la conquista de América. Para el caso centroamericano, hemos podido documentar el caso de Juan Bardales, negro y otrora esclavo de Alonso de la Torre, quien pide en la ciudad de Trujillo, Honduras, el 4 de agosto de 1544, se levante información sobre el apoyo que él había dado a todos los conquistadores de Honduras, junto a quienes había llevado a cabo la conquista y pacificación de esa provincia, durante los últimos 20 años, en que ha resultado herido muchas veces; esto con la esperanza de recibir algún beneficio de la Corona, pues pese a los servicios brindados a “Su Majestad” estaba pobre y cargado de hijos, sin haber recibido “ningún galardón” ni “siquiera (...) un jarro de agua”. Por supuesto, casos documentados, como el descrito, son excepcionales.
El documento que contiene este caso (A1.29, Legajo 4677, Expediente 40220) lo hallamos en el Archivo General de Centroamérica (AGCA), durante nuestras pesquisas para el proyecto “¿Memoria u olvido? Africanía e identidad en Centroamérica”, auspiciado por el National Endowment for the Humanities Collaborative Research Program (RZ-20704-01), el Mount Holyoke College y el Centro de Investigaciones Históricas de América Central de la Universidad de Costa Rica., (para más información sobre este, visite el sitio en la Web: http://www.mtholyoke.edu/acad/latam/africania.html).
Ante el Lic. Juan de Cavallón (quien curiosamente se convirtió en el jefe de la primera expedición conquistadora de Costa Rica en 1561), Juan Bardales, vecino de la ciudad de Trujillo, provincia de Honduras, de color negro, dice:
“... yo soi uno de los conquistadores de la dha cibdad de mas de veinte años a esta parte adonde e servido a v alteza en compañia de los capitanes alpareja y urbaneja y saavedra y cabrera en todo lo qe se ofresòió soi casado y tengo muchos hijos y padezco mucha neseòidad por no tener como no tengo con qe los poder sustentar y yo ser viejo en tal edad qe no Estoi pa lo poder ganar por mi psona como to costa de esta provanòa de hago presentación”.
Confirman su declaración Perafán de Rivera, alcalde ordinario de Trujillo (quien también llegó a ser gobernador de Costa Rica); Tomé Rodríguez, de 30 años, Diego de Cazorea, de 40 años, y Gonzalo Fernández, de 60 años. El documento incluye la carta de libertad que otorgó Alonso de la Torre a favor de Bardales.
También tenemos el caso de los conquistadores negros que acompañaron a Francisco Hernández de Córdoba a Nicaragua en 1524. De las poco más de 200 personas que acompañaron a Hernández de Córdoba, 16 eran negros (esclavos, según don Carlos Meléndez Chaverri); es decir, casi la décima parte del grupo conquistador estaba compuesto por negros. En el alarde de 1524 se cita a: Antón, Juan, Francisco Moreno, Vicentillo, Gaspar, Loiarte o Luante, Hernando Milán, Francisco (esclavo de Juan de Talavera), Perico, un esclavo de Nufro de Olano, otro de Andrés Muñoz, otro de Miguel de Solís y otro de Ruy Díaz; todos consignados como negros y en algunos casos solo se cita el nombre de sus dueños.
Por supuesto, tanto los conquistadores indígenas como los negros, son poco recordados en las historias, pero principalmente los negros han sido omitidos sistemáticamente de la empresa conquistadora de América; es de suponer que muchos de estos esclavos lograron su libertad tras la sujeción de los indígenas, como en el caso de Bardales y dejaron descendencia, de seguro con mujeres indígenas.
Asimismo, descendientes mulatos de estos primeros africanos negros formaron parte en empresas conquistadoras posteriores, como la que se desarrolló a partir de 1561 en el territorio que hoy comprende Costa Rica. En ese año, hacía 69 años los españoles habían arribado a La Española (hoy República Dominicana).
Por ejemplo, Francisco de Fonseca, de las huestes de Juan Vázquez de Coronado, era hijo de mulato, y Alonso de Cáceres, soldado de Perafán de Rivera, era de color “moreno”.
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