Presencia española en conflictos armados: La expedición de Pedro de Villasur a Nebraska
Francisco Javier Illescas 29/06/2015
Pocos conocerán el conflicto de la Guerra de la Cuádruple Alianza entre 1717 y 1721...
...pero menos sabrán que en el marco de este conflicto se produjo la expansión más oriental dentro de nuestro imperio americano.
Y comenzaremos con el lema de esta pequeña serie de la que hace tiempo que no sacamos nada nuevo: “los españoles estuvimos en todos los fregados”. La Guerra de la Cuádruple Alianza fue un conflicto entre la España de Felipe V y una alianza formada por el Sacro Imperio Romano Germánico, Francia, Gran Bretaña y las Provincias unidad de los Países Bajos por el control sucesorio de los ducados de Parma y de Toscana, y que terminaron con la promesa de la sucesión de los ducados de Parma, Piacenza y Toscana para los hijos que Felipe V tuviese con Isabel de Farnesio… A la par que se renunciaba a cualquier derecho sobre los antiguos dominios españoles en Flandes.
Lo que muchos no sabrán es que esta guerra en la que se libraron varias batallas a lo largo de la geografía europea tuvo su eco en lo que hoy son los Estados Unidos de América.
Vamos a ponernos en situación: hasta bien entrado el siglo XIX, la mayor parte de los EEUU estaba bajo control español (Florida, Alabama, Misisipi, Tejas, Nuevo Méjico, California, Oregón, Washington, Louisiana y Alaska, así como algunos territorios más). Esta expansión comprendió el establecimiento de nuevos asentamientos al sur de las Grandes Llanuras para, desde allí, establecerse progresivamente hacia el norte fundando misiones y nuevos asentamientos. Sin embargo, como todo tiene un límite, el asentamiento más avanzado dentro del territorio de nuevo Méjico era el "presidio” (en aquella época se llamaba “presidio” también a las fortificaciones militares avanzadas) de Taos.
La fuerza militar española era limitada, reducida a unos 150 elementos de los llamados “Dragones de cuera”, una fuerza militar de valerosos voluntarios nativos (en el sentido de que habían nacido ya en territorio de la Nueva España) que se alistaban por un periodo de diez años y que fueron los primeros –pese a su reducido número- en enfrentarse de manera eficaz a las tribus indias (apaches, comanches y sioux) empleando, incluso, sus propios métodos de combate. Sus métodos, formación bélica –eran tropas mixtas capaces de combatir tanto a pie como a caballo- y conocimiento del terreno les permitieron una defensa eficaz de nuestras fronteras hasta, como ya hemos dicho, bien entrado el siglo XIX. Se caracterizaban por vestir un sombrero de ala ancha (el antecesor de los populares “stetson” vaqueros de toda la vida) y un abrigo de piel sin mangas, denominado cuera por estar confeccionada por varias capas de cuero, y diseñada para protegerlos de las flechas indias.
Pero volvamos al tema principal: estalla la Guerra de la Cuádruple Alianza, y al llegar la noticia de una posible presencia francesa en el valle del Mississippi, se envía una expedición al mando del gobernador Antonio Valverde y Cossío que, al llegar a los territorios de Nuevo Méjico y Colorado, reciben la noticia por parte de los apaches de que hay franceses en las Grandes Llanuras que comercian con una nueva tribu india de gran ferocidad… A los que proporcionan armas de fuego: los pawnees. Obviamente, el gobernador informó puntualmente al virrey Baltasar de Zúñiga y Guzmán, marqués de Valero, que le encargó el establecimiento de un nuevo puesto avanzado más hacia el este, “El Cuartelejo”, que era un asentamiento de apaches e indios pueblo para, desde allí, enviar una expedición hacia el norte con objeto de evaluar el impacto y alcance de la presencia francesa hacia el oeste.
Valverde cumplió las órdenes rápida y eficazmente. Estableció el puesto y formó la expedición, a cuyo mando puso a su segundo: el teniente gobernador Pedro de Villasur.
Adscritos a esa expedición iban también un francés al servicio de la Corona y soldado español, Jean L’Archevêque, en calidad de intérprete; el capitán José Naranjo, hijo de negro e india, veterano explorador y enlace con la tropa india; el padre Juan Mínguez –un sacerdote-, 42 dragones de cuera y 60 indios pueblo, a lo que hay que sumar todo el bagaje y logística necesaria –armas, víveres y caballos de repuesto, por ejemplo-.
Esta expedición, al mando de Pedro de Villasur, se puso en movimiento a mediados de junio de 1720, atravesó el río Arkansas, llegó a El Cuartelejo y, desde allí, se movió a través de Nuevo Méjico, Colorado, Kansas y Nebraska. Allí llegaron prácticamente al centro de los actuales Estados Unidos, casi a la desembocadura del río Platte (un afluente del Mississippi). Es en ese punto, y estando ya a 6 de agosto de 1720, que han de tomar una decisión crítica al hallarse en terreno desconocido. ¿Deberían establecerse allí y montar un nuevo punto fortificado? ¿Quizás deberían volver e informar del fracaso de la misión encomendada? ¿O deberían seguir adelante y llegar hasta el final? Como buenos soldados españoles, escogieron la última opción.
Atraviesan el Platte, descrito como “largo y ancho” (y al que bautizaron como “río de Jesús y María”) y, después, atravesaron también el río Lobo (bautizado como “San Lorenzo”) el 7 de agosto. Ese mismo día, los exploradores del capitán José Naranjo detectaron indios Pawnees bailando una danza de guerra.
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Fuente:
Reportaje: Presencia española en conflictos armados: La expedición de Pedro de Villasur a Nebraska - ciencia - - Fantasymundo.com
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