EPÍSTOLA APÓCRIFA DE UN MOZÁRABE A ALFONSO I EL BATALLADOR
CARTA PRIMERA
"En el nombre de Cristo y su clemencia. Yo, Esperandeo hijo de Calas, jefe de la mozarabía de Granada, pongo a los pies de vuestra regia persona, Alfonso Sánchez Aben Radmir, esta carta que porta mi sobrino Guzmán, emisario al que, Dios lo guarde en su camino, le estaba encomendado entregarla a vos, mi Señor.
Cuantos confesamos el nombre de Cristo y vivimos en nuestra tierra bajo el poder de infieles sarracenos rogamos a Dios Todopoderoso se apiade de nosotros. Ha ya cientos de años que padecemos esta cautividad en nuestra propia tierra, que a mi padre y a mi abuelo se lo escuché decir, y mi abuelo ya lo había oído de sus abuelos: pagando tributos a los enemigos de Cristo con el sudor de nuestras frentes, ultrajados e impotentes, año tras año, nos ofusca el infame espectáculo en que son capturadas nuestras hijas al capricho de los concupiscentes sarracenos, nos saquean estos nuestros cortijos hasta la última gallina y nos chupan los silos hasta el último grano de trigo, todos nuestros trabajos son pasto de los lobos de Mahoma.
Estas tierras en que vivimos esclavos fueron de nuestros padres, y antes de serlo de nuestros padres fueron de nuestros abuelos, y nuestros abuelos las heredaron de sus trasabuelos. Son campos fértiles, regados por ríos caudalosos que de las montañas bajan. Tienen nuestros dominadores riquezas más que estrellas tachonan el firmamento, astros escabeles de los ángeles; viven estos mouros en suntuosos palacios, rodeados de lujo, codiciosos de sus bienes que traen hasta Granada mercaderes de lejanas tierras paganas, desde Siria hasta Eslavonia: oro, plata, pedrerías preciosas y sedas abundan en las casas palaciegas de nuestros tiranos mahometanos. Los moros tienen, mi Señor, habitaciones a las que llaman serrallos, habitáculos que están repletos de mujeres bellas, y buen reclamo serán estas fembras para vuestros infanzones sontos.
Pertrechad, Señor, un poderoso ejército y venid. No traiga vos peones, que hasta doce veces mil hemos contado nosotros, mi Señor, los que se agregarán a vuestra Hueste de Hespaña. Hemos enviado emisarios a los pueblos cristícolas de las Alpujarras de Jaén y Granada, los de Almería también han sido apellidados. Y cuando aparezcan los estandartes de Aragón con vos a la cabeza de las mesnadas salvadoras, hasta docemil cabezas de familia mozárabes dejarán las azadas, para empuñar la espada de sus ancestros, guardadas al pie de los encinarejos. Y nosotros, que uncidos estamos al yugo de dominadores mouros y negros, romperemos nuestras cadenas y nos volveremos con furor contra los enemigos denuestra Santa Religión. Ellos cayeron sobre nuestros antepasados cual plaga de langosta, nosotros caeremos sobre ellos como enjambre de abejas y verán esos perros mouros llover haces de azagayas y el hacha romper el tronco.
Como el Dauro que afluye al Genil, y como el Genil que desagua en el Betis, así los mozárabes queremos ser vuestros vasallos, Alfonso Sánchez Aben Radmir, y os pedimos que vengais hasta estas tierras para liberarnos, pues hasta esta vega de Granada llegaron las victorias que Dios Todopoderoso vos concede, mi señor Alfonso Sánchez Aben Radmir, y la esperanza que es lo último que se pierde, me ha empujado para coger la péñola y escribiros esta epístola en nombre de los mozárabes de Granada, de Almería, de Jaén y Córdoba.
Venid, Señor, no tardéis... Pues es mucha nuestra tribulación."
Esta epístola es un ejercicio literario, basado en hechos reales.
Maestro Gelimer
LIBRO DE HORAS Y HORA DE LIBROS
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