¡Muerte a los "gabatxos"!
¡Muera "Pepe botella"!
¡Abajo el fránces!
Daoíz y Velarde, ¡presentes!
2 DE MAYO: GLORIA DE MADRID Y HONOR DE ESPAÑA
Bravos madrileños, prez de nuestra raza, vuestra sangre derramada este día 2 de mayo, del año 1808, todavía está caliente. Los traidores y cobardes que nos desgobiernan quieren que os olvidemos, pero vuestra sangre nos da en las narices y la puedo oler, como si fuese reciente.
La sangre de los Héroes es el sacrificio que consagra un suelo, el que Dios nos concedió por su gracia.
Son hombres, sí, hombres de verdad, los que acuchillan turcos mamelucos al servicio de Napoleón. Es un pueblo que, rabioso por sentirse engañado e invadido, se lanza al combate por su libertad.
¿Con qué cara poder miraros, nobles ancestros, cuándo hoy la mayor parte de esta raza está de rodillas ante cualquier piltrafa humana?
2 de Mayo de 1808, ETERNO SERÁ EL HONOR Y LA GLORIA QUE ALCANZARON LOS MEJORES EJAMPLARES DE UNA RAZA INDÓMITA.
2 de Mayo de 2010, NO PODEMOS SEGUIR SIENDO SOMETIDOS POR LAS MENTIRAS DE LOS "TOLERANTES" Y "DEMÓCRATAS".
NUESTROS ANTEPASADOS NOS ENSEÑARON A DARLE AL ENEMIGO -INTERNO Y EXTERNO- LO QUE SE MERECE. NUESTROS ANTEPASADOS NOS ENSEÑARON EL CAMINO DE NUESTRA VERDADERA LIBERTAD.
¡Mueran la tolerancia, la democracia y la mariconada en que vivimos!
¡Mueran los nuevos napoleones y sus afrancesados que nos venden al extranjero!
En el nombre de Cristo Rey y España... Contra ellos siempre.
Maestro Gelimer
LIBRO DE HORAS Y HORA DE LIBROS
¡Muerte a los "gabatxos"!
¡Muera "Pepe botella"!
¡Abajo el fránces!
Daoíz y Velarde, ¡presentes!
Mi honor, la lealtad,
mi fuerza, la voluntad,
mi fe, la catolicidad,
mi lucha, la hispanidad,
mi bandera, la libertad,
mi arma, la verdad,
mi grito... ¡despertad!
mi lema... ¡¡Conquistad!!
Del blog: La comedia humana
El 2 de mayo y el desprecio por la verdadera memoria histórica
En una fecha como la de hoy, en la que todo español honrado recuerda la heróica gesta de nuestro pueblo, y en concreto el sacrificio de los madrileños, que marcó el principio del fin de Napoleón Bonaparte, traigo a esta bitácora otra de las sangrantes ofensas a la historia perpetradas por esos enanos ignorantes que rigen en nuestros días los destinos de la Patria.
El Decreto del Consejo de la Regencia de 7 de julio de 1812, dispone que:
1. Figuren como presentes en los extractos de revista los capitanes D. Luis Daoiz y Torres y D. Pedro Velarde y Santillán, y al nombrarlos el Comisario, responda el Jefe más autorizado que se halle presente: “Como presentes y muertos gloriosamente por la libertad de la Patria el dos de mayo de 1808.”
2. Que sus nombres se inscriban con letras mayúsculas a la cabeza de los Capitanes, en la Escala del Cuerpo, expresando a continuación el anterior lema.
3. Que se erija un sencillo, aunque majestuosos monumento militar, frente a la puerta del Real Colegio de Artillería, en cuyo pedestal se lean sus nombres.
4. Que se escriba un elogio de ellos, el cual debe leerse todos los años en la apertura de la primera clase a los Caballeros Cadetes a fin de estimularles a seguir su ejemplo.
Aunque espero que en Segovia los artilleros sigan cumpliendo la parte de esta orden que les atañe, lo cierto es que, tras todas las tropelías cometidas contra lo que un día no muy lejano se llamó y fue el Ejército Español, Daoiz y Velarde no figuran ya desde hace algunos, demasiados años, en la escalilla del Real Cuerpo de Artillería, como tampoco los héroes de otras armas y cuerpos que tenían derecho a tal honor.
Por eso, este pobre y humilde patriota quiere gritar hoy:
Capitanes de Artillería D. LUIS DAOIZ Y TORRES y D. PEDRO VELARDE Y SANTILLÁN, ¡Como presentes! y muertos gloriosamente por la libertad de la Patria el dos de mayo de 1808.
HOMENAJE A DAOIZ EN SEVILLA 2 DE MAYO DE 2013 . HONORES Y DESFILE MILITAR
JULIO DOMINGUEZ ARJONA
3 de Mayo de 2013
Un año mas Sevilla homenajeaba, en el 205º Aniversario del levantamiento de Madrid contra las tropas napoleónicas, al sevillano capitán Luis Daoíz, que junto al también capitán Pedro Velarde, encabezó la defensa, por parte de artilleros, soldados del Regimiento de Voluntarios del Estado y paisanos, del Parque de Artillería de Monteleón. en Madrid .-
El solemne acto, organizado año tras año por el Regimiento de Artillería Antiaérea nº 74 con base en la localidad, con un desfile de la Batería de Honores de la unidad. Tuvo lugar en la plaza de la Gavidia, donde nació en 1767 el ilustre artillero y donde se encuentra la estatua que, obra del escultor Antonio Susillo, se fundiera en su honor en 1889 en la Fábrica de Artillería de Sevilla.-
Un homenaje que ya en 1812 se institucionalizó a través de un decreto de la Regencia en Cádiz y que es extensivo a todos cuantos se sacrificaron por España aquel Dos de mayo de 1808 .-
Madrid, 2 mayo 2013, festividad de San Atanasio, obispo, confesor y doctor. Dos de mayo, 205º aniversario del alzamiento del pueblo de Madrid contra Napoleón, contra Europa, por Dios, por la Patria y el Rey.
A propósito de aquella guerra, en palabras del Abanderado de la Tradición, S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón:
"En las Españas, la Hispanidad repartida por todos los continentes, que ha sido la más alta expresión de la Cristiandad en la historia, radica nuestra principal fuerza. A la reconstrucción de su constitución histórica y a la restauración de un gobierno según su modo de ser debemos dedicar todos nuestros empeños. Desde que una parte creciente de los españoles los olvidara, a partir de los días de la invasión napoleónica, sólo hemos tenido decadencia e inestabilidad". (Manifiesto de S.A.R. el Duque de Aranjuez de 17 de julio de 2001).
Agencia FARO
HONOR y GLORIA A LOS DEFENSORES DE LA PATRIA Capitanes de Artillería D. LUIS DAOIZ Y TORRES y D. PEDRO VELARDE Y SANTILLÁN, ¡Como presentes! y muertos gloriosamente por la libertad de la Patria el dos de mayo de 1808.
Feliz 2 de Mayo.
Daoiz y Velarde dieron su vida porque amaban algo superior que trascendía a sus propios intereses.
El amor , si es sincero, no puede cansar ni aburrir porque cada día representa una batalla cuyo resultado es una incógnita.
El Rincón de Don Rodrigo
Dos de mayo
D. Luis Daoiz y Torres nació en Sevilla el 10 de febrero del Año de Gracia de 1767. A los 15 años ingresó en el Real Colegio de Artillería de Segovia, institución que celebra este año 2014 su 250 aniversario, y a los 19 egresó con el empleo de Subteniente.
Participó brillantemente en las defensas frente al moro de las plazas españolas de Ceuta y de Orán, alcanzando el empleo de Teniente.
Un año más tarde, pasó destinado al Ejército del Rosellón, donde por primera vez se enfrentaría a las tropas revolucionarias, en aquella guerra del Reino de España contra el gobierno francés denominado Convención Nacional que, tras ajusticiar su Rey, sometería a su propia nación al periodo conocido como El Terror.
Allí sufrió cautiverio siendo trasladado a Toulouse.
Liberado en 1797, embarcó en la Escuadra de la Mar Océana donde ejerció como artillero e intérprete, gracias a su dominio de cinco idiomas.
Fue a la edad de 33 años cuando alcanzó el empleo de Capitán Segundo y con 35 era ya Capitán Primero.
Desempeñó diversas comisiones facultativas, hasta que en 1808, después de haber servido desde 1805 en el Departamento de Artillería de Sevilla, pasó al de Segovia y posteriormente fue destinado a Madrid como responsable de la tropa de artillería de la Plaza, en el Parque de Artillería de Monteleón.
La moderación, la prudencia y la templanza destacaron en su proceder de forma muy precoz, tanto, que ya en su época de cadete sus compañeros le apodaban “el anciano”. Entre sus virtudes cabe destacar el culto a la disciplina y la lealtad, que alimentó siempre con una conducta meditada e irreprensible.
…………
D. Pedro Velarde y Santillán nació doce años más tarde, el 19 de octubre de 1779, en Muriedas, en el valle cántabro de Camargo, y también con apenas 15 años ingresó en el Real Colegio de Artillería de Segovia, esa fuente inagotable de héroes y prohombres de la Patria, donde desde el primer momento dio pruebas de clarísima inteligencia, constante aplicación y vivo espíritu. Durante su último año como alumno fue Brigadier de Cadetes. A los 19 años finalizó sus estudios en el Real Colegio con el empleo de Subteniente, iniciando una meteórica carrera.
Tomó parte en aquella grave consecuencia de las manipulaciones de los gobernantes españoles por parte de Napoleón, la Guerra de las Naranjas contra Portugal.
Con 22 años ascendió a Teniente y con 24 a Capitán Segundo, empleo con el que fue destinado como profesor al Real Colegio de Artillería.
En 1806, y debido a sus conocimientos, fue destinado a la Secretaría de la Junta Superior de Artillería de Madrid, donde permanecía al llegar el 2 de Mayo de 1808.
…………
Recordemos ahora la situación de nuestra Patria en los funestos albores del siglo XIX, marcados por aquel baño de sangre que conocemos como Revolución Francesa.
Sangre hasta entonces del propio pueblo francés, primera víctima de los agitadores, y que con la ascensión de aquel corso llamado Napoleone Buonaparte, tornó en horrible sangría por todo el continente europeo.
En 1807, los ejércitos de Napoleón habían sometido ya a sangre y fuego toda Europa y se habían adentrado también en el norte de África.
Reinaba en España Su Católica Majestad Carlos IV de Borbón, y en su nombre gobernaba Manuel Godoy, de tan triste recuerdo.
Bajo el pretexto de tomar parte en una nueva guerra contra Portugal, un ejército napoleónico al mando de Jean-Andoche Junot había cruzado ya la frontera entrando en la península.
La felonía del pequeño usurpador corso se consumaba, siendo su primera y única intención derrocar al legítimo Rey de España y sustituir en toda Europa la centenaria dinastía de los Capetos por la suya propia.
El Rey de España, incapaz de imaginar en un emperador tal desprecio por el honor y la dignidad, sería una víctima fácil en los perversos planes napoleónicos.
A primeros de marzo de 1808 las fuerzas francesas dentro de España sumaban 90.000 hombres, que se habían apoderado ya de enclaves fundamentales. Las órdenes que tenían los capitanes generales y gobernadores españoles eran no dar motivo de queja a los generales franceses y conservar con sus tropas la mejor armonía.
Mas no tardarían mucho tiempo en conocerse las aviesas intenciones de los bonapartistas, cuyo objetivo nunca fue atacar Portugal, si no anexionarse el Reino de España y combatir su Tradición.
Aquel mismo mes de marzo, la Corte acosada se desplazó a Aranjuez, y fue allí donde, por primera vez, el pueblo español con sus nobles señores al frente, empezó a tomar parte activa en la terrible situación.
En aquel motín terminó apaleado y preso el felón Godoy, y la Corona de España pasó al Príncipe de Asturias, Su Católica Majestad Fernando VII de Borbón, por abdicación de su augusto padre.
Conocida por el pueblo español la exaltación al trono de su nuevo Rey legítimo, el júbilo se extendió por todo el Reino de España.
Pero como esta sucesión en la corona de España chocaba con sus execrables planes, los agentes napoleónicos se aprestaron de nuevo a manipular con métodos perversos a Carlos IV, obligándole a desdecirse de la abdicación e iniciando un artificial pleito sucesorio favorable a los revolucionarios.
¡Cuánta sangre española se habría de derramar aún aquel siglo por las maquinaciones de los agentes de la revolución contra la tradición sucesoria del Reino a la muerte del Rey Fernando!
Napoleón empleó de nuevo la deslealtad, la traición y el engaño para trasladar cautiva a Bayona a la familia real, y los destinos del Reino de España quedaron en manos de la Junta Suprema de Gobierno, presidida por el Infante D. Alfonso, tío de Fernando VII.
Y así llegó el día dos de mayo de 1808, y el pueblo español de Madrid se agolpó a las puertas del Palacio Real, alarmado por los rumores del inminente traslado a Bayona del último de los miembros de la familia de su amado soberano, el infante D. Francisco.
Allí empezaron las masacres de la mano de aquella bestia inhumana llamada Joachim Murat, que aspiraba a ceñir la Corona Real de España en sus indignas sienes, y que cuando Napoleón la entregase vilmente a su hermano José, no tendría reparo en ceñir la de Nápoles, que también había sido arrebatada por los revolucionarios a su legítimo Rey, pasando sobre la sangre de sus fieles súbditos.
Al mariscal del usurpador no le cupieron escrúpulos para masacrar a la multitud con descargas de fusilería y de metralla, sembrando el suelo patrio de cadáveres de hombres, mujeres y niños.
La noticia se propagó como un reguero de pólvora y la lucha se generalizó por toda la villa de Madrid, dirigiéndose un gran número de paisanos al Parque de Artillería de Monteleón en busca de armas.
…………
El capitán Pedro Velarde, que llegó muy temprano a su despacho en la Junta Superior Facultativa; descompuesto el semblante, inquieto, reflejando su nerviosa y exaltada agitación, dijo a su jefe: “Mi comandante, vamos a batirnos con los franceses”
En esto, sonó por la calle vecina el estruendo de fusiles y de pasos de fuerza disciplinada; al oírlo corrió el capitán Velarde en dirección al Regimiento de Voluntarios del Estado, donde consiguió de su coronel una compañía para reforzar las fuerzas del Parque de Artillería.
El capitán Luis Daoiz, al llegar a su destino, encontró a la compañía napoleónica que guarnecía el Parque, formada y dispuesta para masacrar a tiros a los civiles españoles que en el exterior vitoreaban a España y a su legítimo Rey Fernando, al tiempo que insultaban a los revolucionarios enemigos de Dios y su Tradición.
Sin perder un instante, pasó Daoiz a disponer de su escasa fuerza, dieciséis artilleros entre sargentos, cabos y soldados, para vigilar tanto la puerta como los movimientos de las tropas que ya sin duda eran las del enemigo.
Cuando Velarde llegó al frente de la Compañía de Voluntarios, se produjo el delirio de la multitud popular de leales súbditos de Su Majestad el Rey de España que inundaba las proximidades del Parque.
El capitán Velarde se dirigió resueltamente al capitán francés, y con su audaz lenguaje, acertó a desarmar y encerrar en las caballerizas a la compañía revolucionaria.
En aquel supremo instante se le planteaba un grave dilema al veterano y reflexivo Daoiz; de un lado, las órdenes recibidas y su responsabilidad como oficial más antiguo del Parque, y de otro el pueblo español que, a las puertas del Parque, le pedía las armas para defenderse.
Superada cualquier duda, como no podía ser de otro modo, se impuso su sagrada obligación de oficial español ante la que ninguna orden contraria reviste valor alguno, y ordenó abrir las puertas del Parque y armar al pueblo.
Siglos más tarde aún se discutía en otros pueblos si la obediencia debida exime de responsabilidad al que cumple órdenes criminales, cuando ningún militar español en la historia ha dudado un instante ser plenamente responsable de sus actos en toda circunstancia.
Se reunió Daoiz en el patio con los oficiales y artilleros que, proclamando públicamente su lealtad al legítimo Rey Fernando VII y a la independencia del Reino de España, se conjuraron a morir antes que sucumbir al oprobio de la servidumbre a Napoleón.
Desde los balcones el pueblo colaboraba con los defensores del Parque de Monteleón recibiendo con nutrido fuego al Batallón de Westfalia, que fue rechazado tantas veces como acometidas intentó para forzar la entrada y traspasar la línea defensiva tan fieramente defendida.
Enterado el cruel y sanguinario Murat de la porfiada defensa del Parque y preso de la ira, dispuso que su propio ayudante, el general Lagrange, atacara sin piedad el recinto con la brigada Lefranc.
Así extendían su falsa liberación aquellos crueles carniceros que con inhumana hipocresía pretendían enarbolar los estandartes de la libertad, la igualdad y la fraternidad.
Tres veces más fueron rechazados los napoleónicos, hasta que la escasez de municiones, el cansancio físico, nunca de espíritu, y la brutal desproporción de fuerzas, hicieron arribar la desdichada hora del declive y la muerte, en la lucha desigual del pueblo de España por la verdadera libertad.
Velarde fue alcanzado por una bala que le atravesó el corazón y sin un gemido entregó la vida al Altísimo, por su Patria y por su Rey.
Daoiz, con la espada en la mano, herido en una pierna y sosteniéndose a duras penas sobre uno de los cañones, esperaba el inminente final cuando el general Lagrange se dirigió a él de forma ofensiva tocando violentamente el sombrero del héroe.
Un oficial de artillería español, heredero de los cristianos de Covadonga y de Las Navas de Tolosa, no tolera la humillación.
Con el último aliento levantó Daoiz su espada para atacar al general napoleónico. Lagrange paró el golpe, e inmediatamente cayó sobre el bravo artillero la guardia personal del general, asestándole un cobarde bayonetazo.
Mortalmente herido fue llevado a su casa por unos leales, donde expiró a las dos de la tarde, mártir de la verdadera libertad.
…………
“ -Hay un mal grave, señores, un mal terrible, al cual es preciso combatir -continuó Garrote sin hacer caso de la vieja-.
¿Qué mal es este?
Que los franceses han traído acá la idea de cambiar nuestras costumbres, de echar por tierra todas las prácticas del gobierno de estos reinos, de mudar nuestra vida, haciéndonos a todos franceses, descreídos, afeminados, badulaques, tontos de capirote y eunucos.
¿Y qué ha sucedido? que mientras la mayor parte de los españoles se echaban al campo para extirpar toda la maleza galaica y sahumar con el vapor de la guerra el país infestado de franceses, unos pocos de los nuestros han admitido aquella mudanza.
¡Abominables tiempos, señores! Ved cómo hay en Madrid una casta de miserables sabandijos a quien llaman afrancesados, que son los que visten a la francesa, comen a la francesa y piensan a la francesa. Para ellos no hay España, y todos los que guerreamos por la patria somos necios y locos.
Pero todavía existe una canalla peor que la canalla afrancesada, pues éstos al menos son malvados descubiertos y los otros hipócritas infames. ¿Sabéis a quién me refiero? pues os lo diré. Hablo de los que en Cádiz han hecho lo que llaman la Constitución y los que no se ocupan sino de nuevas leyes y nuevos principios y otras gansadas de que yo me reiría, si no viera que este torrente constitucional trae mucha agua turbia y hace espantoso ruido, por arrastrar en su seno piedras y cadáveres y fango.
¿Queréis pruebas? Pues oídlas. Estos hombres se fingen muy patriotas y aparentan odiar al francés, pero en realidad le aman. ¡Ah! Pasad la vista por sus abominables gacetas. ¿Las habéis leído? Decís que no. Pues yo las he leído y sé que respiran odio a los patriotas, al Rey y a la sacrosanta religión. Son los discípulos de Voltaire, que van por el mundo predicando la nueva de Satanás.
El cura al oír esto sintió que las lagrimas se agolpaban a sus ojos. Eran lágrimas de admiración. Estaba pálido, mas no de envidia, aunque reconocía que él jamás había dicho en sus sermones cosas tan bellas.
-Pues bien, señores -añadió Navarro-, hoy voy a combatir contra los franceses y mañana contra los afrancesados que son peores, y después contra los llamados liberales que son pésimos; y si yo no pudiere o si Dios se sirve llamarme a sí sobre el campo de batalla, aquí está mi hijo, a quien entregaré mi espada y que ya tiene mi espíritu. ”
Benito Pérez Galdós, El equipaje del rey José, capítulo XIV, Episodios Nacionales (Segunda Serie).
La Comedia Humana
Feliz 2 de Mayo.
Daoiz y Velarde dieron su vida porque amaban algo superior que trascendía a sus propios intereses.
El amor , si es sincero, no puede cansar ni aburrir porque cada día representa una batalla cuyo resultado es una incógnita.
El Rincón de Don Rodrigo: Feliz 2 de Mayo.
Sevilla rinde homenaje a Daoíz y Velarde
ABC
JOSÉ GALIANA
ABC
Homenaje a Daoíz, este viernes en Sevilla
Sevilla ha homenajeado hoy a los capitanes de artillería, Luis Daoiz y Torres y Pedro Velarde Santiyán, héroes de la Guerra de Independencia española que dirigieron la defensa de Madrid en 1808 contra las tropas francesas, y el 2 de mayo celebra su efeméride.
Este acto, al que han asistido decenas de personas, se celebra tradicionalmente cada año para recordar la importancia de estos acontecimientos de 1808, cuando los capitanes Daoiz y Velarde se alzaron contra las tropas francesas y defendieron junto al pueblo de Madrid el cuartel de Monteleón.
El homenaje ha tenido lugar frente al monumento erigido al capitán sevillano Daoiz, obra de Antonio de Susillo y que se encuentra en la Plaza de la Gavidia, donde nació el capitán, y ha sido presidido por el comandante militar de Sevilla, Javier Luis García Blázquez, que ha pasado revista a una batería de la unidad artillera de Sevilla RAAA 74, unidad que celebra este año el 75 aniversario de su creación en Jerez de la Frontera (Cádiz).
La ceremonia ha comenzado con una ofrenda de claveles rojos y amarillos al monumento por parte de estudiantes del colegio Buen Pastor de Sevilla y un ramo de flores por parte del escuadrón, tras lo que se han rendido honores al estandarte.
Durante el acto se han hecho entrega de medallas de reconocimiento a miembros del RAAA 74 por sus méritos y se ha realizado una lectura en la que el capitán de artillería Juan Rojo, el más antiguo de la unidad, ha exaltado los actos heroicos de Daoiz y Velarde en 1808.
Este homenaje ha terminado con un recuerdo a los caídos, se ha depositado una corona de laurel bajo la escultura y ha culminado con un desfile del RAAA 74.
Sevilla rinde homenaje a Daoz y Santiyn - ABC de Sevilla
Al hilo del bicentenario del 2 de Mayo estamos escuchando afirmaciones muy discutibles: que la nación española nació en 1808, que el 2 de Mayo fue un levantamiento liberal, que Cataluña o el País Vasco no combatieron por España, sino por su propia independencia… ¿Qué hay de verdad en todo ello? Vamos a verlo con los propios textos de la época. Y avancemos ya la conclusión: ni España nació en 1808, ni el 2 de mayo fue un levantamiento liberal, ni Cataluña y Vascongadas combatieron al margen de España.
¿Qué paso exactamente el 2 de mayo? Pasó esencialmente lo siguiente: en una situación de colapso del Estado, con un ejército extranjero dueño de España y con la familia real retenida fuera del país, se produjo una insurrección popular contra los invasores; insurrección alimentada al mismo tiempo por personalidades relevantes de la monarquía absoluta, distinguidos miembros del clero, militares patriotas y elementos de las clases más humildes donde lo mismo encontraremos artesanos y campesinos que curas de barrio. A la insurrección popular le siguió un movimiento político, institucional, pero fragmentario, distinto según ciudades y provincias, al principio dubitativo, que trató de llenar el vacío dejado por el colapso del Estado borbónico: nacen las Juntas. Ese movimiento no trató de crear un estado de nuevo cuño, sino que actuó a partir de las instituciones vigentes. Así las juntas locales, inmediatamente después de haberse proclamado en franca oposición a los franceses, estimulan la creación de una Junta Suprema Central que permita convocar a las cortes y reconstruir la unidad de la nación.
La nación no nació en 1808
Hay que decir “de la nación” porque así lo dijeron expresamente aquellos caballeros. No es verdad que antes de 1808 no existiera una idea de nación en España. La historiografía liberal suele decir que el concepto moderno de nación surge en España en 1808, y que antes de esa fecha sólo había un vago sentimiento de comunidad cimentado sobre la sumisión a la corona, que actuaba como si España fuera una posesión personal suya. Podríamos enredarnos en debates sin fin sobre qué quiere decir exactamente “nación” y cuándo puede hablarse de “nación moderna”. Lo que a nosotros nos interesa subrayar aquí y ahora es que los españoles de antes de 1808 tenían una clara conciencia de pertenecer a una comunidad política, que esa comunidad se identificaba, en efecto, con la corona y también con la religión, pero que, además, la llamaban “nación” sin mayores complicaciones conceptuales, según se puso de moda hacerlo a lo largo del siglo XVII. Esa idea de comunidad nacional es precisamente la que recoge la Junta de Valencia en julio de 1808 cuando solicita, antes que ninguna otra, la formación de una junta central que unificara a todas las juntas locales. Lo dijo en estos términos:
“Toda la Nación está sobre las armas para defender los derechos de su Soberano. Cualquiera que sea nuestra suerte, no podrá dejar de admirar la Europa el carácter de una Nación tan leal en el abatimiento que ha soportado por tanto tiempo, por puro respeto a la voluntad de sus Soberanos, como en la energía que ahora muestra, falta de tropas, y ocupado su territorio y las fortalezas de sus fronteras por un ejército francés sumamente poderoso. No es menos digno de admiración, que tantas provincias diversas en genio, en carácter y aún en intereses, en un solo momento y sin consultarse unas a otras se hayan declarado por su rey (…) Es indispensable dar mayor extensión a nuestras ideas, para formar una sola nación, una autoridad suprema que en nombre del Soberano reúna la dirección de todos los ramos de la administración pública. En una palabra, es preciso juntar las Cortes o formar un cuerpo supremo, compuesto de los diputados de las provincias, en quien resida la regencia del Reino, la autoridad suprema gubernativa y la representación nacional”.
Este texto es muy importante: aquí está condensada toda la doctrina política vigente en la España de 1808. Los españoles –de todas las provincias, sin excepción- se consideran una nación e identifican su derecho con el de su soberano, el Rey. No hay contradicción entre el sentimiento nacional y la lealtad al monarca, por absoluto que éste sea. Las Cortes, que se consideran representantes de la nación, son además las regentes del reino mientras el Rey está ausente. Esta no es la nación según la entendieron las revoluciones liberales, pero no por eso deja de ser la nación. Que no se diga, pues, que en la España de 1808 no había una idea de nación.
Catalanes y vascos, patriotas españoles
Esa idea de la nación, entendida como pertenencia a una comunidad política y que existía mucho antes de 1808, es la que va a despertar una ola de sentimiento patriótico en toda España. También en Cataluña y el País Vasco. La imagen de una Cataluña o un País Vasco que lucharon contra Francia por su propia independencia, al margen del esfuerzo colectivo de la nación española, ha sido muy propalada por los separatistas, pero es completamente falsa. Al contrario, lo que se comprueba en los textos de la época y en los estudios posteriores más dignos de crédito es que vascos y catalanes combatieron por España y por sí mismos como españoles, con una idea muy clara de que su libertad era la de todos sus compatriotas.
Es muy evidente el caso catalán. Allí los franceses, apoyados en una minoría de elementos separatistas, ofrecieron incluso declarar el catalán lengua oficial para una Cataluña concebida como extensión del imperio napoleónico al sur de los Pirineos. Frente a la oferta francesa, la inmensa mayoría de la población catalana prefirió seguir defendiendo a España y, de hecho, después de la guerra aquellos separatistas tuvieron que abandonar el país como “afrancesados”. Recordemos que Agustina de Aragón era una catalana. Los catalanes se batieron igualmente en el Bruc, en Gerona y en otros muchos puntos, con partidas guerrilleras que se convirtieron en una pesadilla para los franceses. En Cataluña, como en el resto de España, la gente peleó por la religión, la patria, la corona y la libertad, y todo era para ellos una y la misma cosa, y todo respondía al nombre de España.
Igualmente claro es el asunto en el País Vasco, donde, por cierto, la represión francesa fue muy cruenta desde el primer instante. También desde el primer instante fue clara la determinación de las juntas vascas de defender a España y a la Corona contra la invasión napoleónica. Y hacerlo, además, precisamente en nombre de su españolidad. Hay un documento irrefutable que es la proclama de la Junta de Vizcaya en el mismo año de 1808, apenas desencadenado el movimiento insurreccional contra los franceses, y que es un auténtico llamamiento a la unidad nacional española. Decía así:
“Los vascongados a los demás españoles. Españoles: somos hermanos, un mismo espíritu nos anima a todos. Aragoneses, valencianos, catalanes, andaluces, gallegos, leoneses, castellanos, olvidad por un momento estos mismos nombres de eterna armonía y no os llaméis sino españoles. Recibid como prueba incontrastable del espíritu que nos anima, los holocaustos que ofrecen a la libertad española los Eguías, los Mendizábales, los Echevarrías y otros infinitos vascongados”.
Son palabras, estas de la Junta de Vizcaya, que hoy chocarán a una sociedad sometida al adoctrinamiento del nacionalismo vasco, que ha falseado la Historia, pero la realidad es la que es: los vascos, como los catalanes, fueron patriotas españoles como el que más. Y ahí estaban, en efecto, “los holocaustos que ofrecen a la libertad española infinitos vascongados”, como decía la proclama.
El 2 de mayo no fue un levantamiento liberal
¿Quiénes eran los que así hablaban? Eran, esencialmente, gentes que provenían del antiguo régimen. No hubo una revolución liberal en España en 1808. La presión de los elementos liberales vendrá después, en la formación de las cortes y en sus trabajos constituyentes, pero no en el momento de la insurrección. Tampoco hubo una revolución popular: los casos de trastornos sociales en los que las clases populares atacan a los estamentos privilegiados son contadísimos. Cuando se producen, no obedecen a una causa de revolución social, sino al afrancesamiento de tales o cuales objetivos de la ira popular; ira, por otra parte, a cuyo desencadenamiento no serán ajenos algunos clérigos, como ocurre en Valencia. Es interesante repasar la lista de las personas designadas por las provincias para componer la Junta Suprema Central: la gran mayoría son militares del círculo del rey como Palafox, magnates de la iglesia como Bonifaz, Castanedo o Ribero; grandes de España y ex ministros de la Corona como Floridablanca y Jovellanos… Quien recoge la soberanía es la flor del Antiguo Régimen.
Cuando la Junta Central organice la reunión de Cortes, bajo la presidencia del obispo de Orense, no veremos a una institución que se propone comenzar una revolución liberal, sino a un cuerpo clásico del antiguo régimen que jura sus cargos en nombre de la religión y del rey. Este fue el juramento de los miembros de las cortes de Cádiz en septiembre de 1810:
“¿Juráis la santa Religión Católica, Apostólica, Romana, sin admitir otra alguna en estos Reinos? ¿Juráis conservar en su integridad la Nación española, y no omitir medio para libertarla de sus injustos opresores? ¿Juráis conservar a nuestro muy amado Soberano el Señor Don Fernando VII todos sus dominios, y en su defecto a sus legítimos sucesores, y hacer cuantos esfuerzos sean posibles para sacarlo del cautiverio y colocarlo en el Trono? ¿Juráis desempeñar fiel y legalmente el encargo que la Nación ha puesto a vuestro cuidado, guardando las leyes de España, sin perjuicio de alterar, moderar y variar aquellas que exigiese el bien de la Nación?”.
Luego pasarán otras cosas. Veremos cómo el sector liberal maniobra para adquirir una relevancia que inicialmente no poseía. Veremos cómo a Cádiz acuden, por las circunstancias de la guerra, numerosos suplentes cuyo voto no será el que se les había encomendado. Veremos cómo unas cortes convocadas para prolongar la legitimidad de las cortes del antiguo régimen se transforman en unas constituyentes que auspician un cambio hacia un régimen nuevo. Todo esto, en cualquier caso, será después. Lo veremos otro día.
Lo fundamental: a partir de 1808 España vive un proceso que, como escribió el Conde de Toreno se sustancia en tres movimientos consecutivos: levantamiento, guerra y revolución. Pero ni el 2 de mayo fue un levantamiento liberal, ni Cataluña y el País Vasco combatieron al margen de España, ni España, en fin, nació en 1808.
<strong>España no nació el 2 de mayo</strong> - El Manifiesto
DOS DE MAYO
" Si levantaran la cabeza los Héroes de la Guerra de la Independencia, no volverían de su asombro al ver que los afrancesados que ellos odiaban usurpan el nombre y la representación de la Patria, y que la constitución parlamentaria dada en Bayona por Pepe botella, aunque más liberalizada, es ley política.
Los liberales nada tendrían que decir, pero nosotros, los tradicionalistas, verdaderos descendientes y continuadores del pueblo de 1808, después de mostrarle otras guerras de la independencia no menos heroicas que la primera, les diríamos: " Pronto habrá, después de un primero de Mayo terrible, un dos de Mayo más glorioso que el de 1808 ".
Juan Vázquez de Mella y Fanjul
El Correo Español, 2 de Mayo de 1891.
RAIGAMBRE
JACINTO RUIZ MENDOZA EL OTRO HÉROE DEL 2 DE MAYO
El 2 de mayo de 1808 cientos de héroes anónimos, hombres y mujeres de todas las condiciones se levantaron ante el invasor francés en defensa de su patria y su rey. Solo algunos pasaron a los libros de historia, entre estos todos, recordamos a los oficiales de artillería Daoiz y Velarde pero muy pocos fuera del ejército conocemos la figura del Teniente de Infantería Jacinto Ruiz Mendoza.
Nuestro protagonista nació el 16 de agosto de 1776 en la ciudad de Ceuta en una familia castrense y de raigambre ceutí, hijo del subteniente de infantería Antonio Ruiz y de Josefa Mendoza. Desde niño sintió la llamada de las armas y a los dieciséis años se alistó como cadete del Regimiento Fijo de Ceuta donde durante 5 años se formó como oficial. En 1800 fue ascendido a segundo subteniente y destinado una vez superada las prácticas a Madrid al Regimiento de Voluntarios del Estado. En ella permaneció después de su ascenso a teniente el 12 de marzo de 1807 exactamente en la tercera compañía de del segundo batallón sin participar en ninguna acción militar hasta el 2 de mayo...
Ese histórico día aquejado de fiebres se encontraba en su cama cuando oyó los disparos de fusilería y pese a su estado se vistió su uniforme y se dirigió a la calle de San Bernardo donde se encontraba su cuartel, por cierto muy cerca del de artillería. El superior del regimiento, el coronel a petición del capitán de artillería Velarde que le solicitó refuerzos envió pese a las reticencias iniciales a la compañía de Jacinto.
La tercera compañía a las órdenes del capitán Goicochea y con Jacinto como oficial subalterno y un contingente de solo 38 hombres. Una vez en el cuartel de artillería engañaron a los franceses que controlaban el cuartel con la excusa de que iban a vigilar unos objetos valiosos. Al llegar a la puerta del parque los oficiales se adentran dejando a la compañía en el exterior. Dentro tras notificar su llegada se puso a las órdenes de los oficiales Daoiz y Velarde que alentados por la llegada de estos refuerzos escasos pero patriotas y deseosos de luchar abrieron las puertas al pueblo de Madrid y detuvieron a los franceses que guardaban el exterior.
Los franceses una vez enterados del levantamiento en el parque de artillería enviaron un contingente de la División Lefranc unos 2.000 hombres para tomarlo. Los españoles sacaron dos piezas de artillería al exterior dejando varias piezas en el interior de forma escalonada para el caso de repliegue. Comenzado el ataque francés es herido Jacinto en el brazo izquierdo, tras ser asistido por José Pacheco un guardia de corps vuelve a primera línea de combate. Dirigiendo la defensa y ordenando el fuego de las dos piezas de artillería. La situación se volvía insoportable para los patriotas por lo que el propio Daoiz, herido en una pierna, decide negociar con los franceses. El oficial francés que entro a negociar trato vejatoriamente al oficial español mientras que observo la escases de tropas que quedaban en el interior por lo que una vez rota la negociación decidió atacar. En el último ataque mueren los dos oficiales de artillería mientras Jacinto resistía en el patio interior con los últimos hombres y mujeres, ya que estas tuvieron un gran papel en todo el levantamiento suministrando armas e incluso luchando. Escasos de munición y extenuados resistían a las órdenes del ceutí, que ensangrentado corría de un lado a otro del último baluarte motivando a los últimos héroes hasta que un segundo tiro le hirió en la espalda quedando inconsciente. Su superior el capitán Goicochea apenas rasguñado decide rendirse nada más caer su subalterno como si fuera este el oficial al mando, cobardía o sentido común quien sabe.
Tras cinco horas de resistencia heroica de un puñado de españoles los franceses toman el parque de artillería. Mezclado entre la pila de muertos nuestro héroe permanece inconsciente. Un médico galo le hizo las primeras curas pero debido a su gravedad no fue apresado ya que creían que iba a morir. Fue llevado a casa de María Paula Variano donde fue atendido por el doctor José Rives, sin recuperarse de sus heridas por miedo de ser capturado decide salir de la capital para unirse a las tropas sublevadas.
Tras un duro viaje con las heridas abiertas llegó a Badajoz donde se le concedió el “grado” de teniente coronel de la Guardia Walona, pero su empleo, es decir, su verdadero rango era el de teniente. Destinado a Trujillo aún convaleciente de sus heridas se dio cuenta de que la muerte estaba cerca, otorgó testamento el 11 de marzo llegándole la muerte 2 días más tarde. Nuestro héroe murió a los 29 años y fue enterrado el día 14 en la iglesia de San Martín de la ciudad extremeña.
Su nombre parecía que se había difuminado en la niebla de la historia pero el cuerpo de infantería logra resucitar su recuerdo gracias a Pedro Berenguer y José Ibáñez Martin. La regente María Cristina a petición del Ministro de Guerra Manuel Casola ordena en 1888 erigir una escultura en su recuerdo en la plaza del Rey. La encomienda la recibe Mariano Benlliure, el mejor escultor militar para mi gusto del siglo XIX. La obra de 2,60 metros de bronce, fundido por Crescenzi en Roma, representando al teniente con el sable en la mano ordenando a sus hombres avanzar. Para la realización del rostro el artista se basa en un retrato familiar tanto para la cabeza de la estatua como para la peana. La misma está compuesta por tres granitos diferentes, en gris italiano y en los costados de negro veteado en blanco de Bilbao y rojo de Sigüenza. Además dos bajorrelieves con escenas de los combates enmarcados entre dos cañones en los laterales y su nombre en el frontal mientras que la trasera la dedicatoria por parte del ejército.
Por Real Decreto de 29 de abril de 1891, signado por S.M. La Reina Doña María Cristina, se dispone: Que el teniente de infantería D. JACINTO RUIZ MENDOZA, mártir de la Independencia, fallecido en Trujillo el día 13 de Marzo de 1809, pase “Revista de Comisario” a perpetuidad, en la 1ª Compañía del Primer Batallón, del Regimiento de Infantería “INMEMORIAL DEL REY” nº1, y al ser llamado por el Comisario en dicho acto, el Jefe del Batallón responderá “¡Cómo Presente! Muerto gloriosamente por la libertad de la Patria a consecuencia de las heridas que recibió en Madrid el 2 de mayo de 1808”.
En el centenario de su muerte sus restos fueron trasladados a Madrid con todos los honores militares, desde Atocha fue llevado en un armón de artillería hasta el Monumento a los Caídos por España donde fue incinerado. Sus cenizas fueron introducidas en tres urnas, la primera fue guardada en el monumento junto a las de Daoniz y Velarde bajo tres llaves, una la tiene el ayuntamiento, otra el Museo de Infantería y la última las Cortes. Las otras están el Museo de la Legión de Ceuta y en el de la Coruña en las dos puntas de la nación por la que dio su vida.
Fuentes:
- Rutas con historia
- Asasve
- Aprendiendo con las imágenes
- Wikicommons
“Jacinto Ruiz Mendoza el otro héroe del 2 de Mayo” Francisco García Campa – Bellumartis Historia Militar
BELLUMARTIS HISTORIA MILITAR: JACINTO RUIZ MENDOZA EL OTRO HÉROE DEL 2 DE MAYO
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