DUBILANDEA SUCUMBE A LA ACOMETIDA ESPAÑOLA: 1575


LA OFRENDA DE DUBILANDEA A SAN MIGUEL ARCÁNGEL

"En el año de mil y quinientos y setenta y cinco, a veintiocho de septiembre, víspera de San Miguel, el Capitán Isidro Pacheco con otros capitanes y dos mil soldados, vadearon un piélago de mar de dos leguas en el país de Dubilandea a pié para ganalles unos fuertes quél enemigo tenía hechos, en unos pasos que eran de mucha importancia, y no lo hicieron tan secreto quel enemigo no fuese dello avisado, y salieron al paso con unas barcas y garabatos y palos y otras muchas armas en las barcas, para matar a los españoles que iban metidos en el agua hasta la cintura, y a veces a los pechos y otras veces a la espinilla, y mataron más de cincuenta españoles, y de otras nacionaes con aquellos palos y garabatos, y como iban metidos en el agua no podían pelear, más se defendieron muy valerosamente y si no fuera por el mucho ánimo con que pelearon, no quedara hombre de todos, según la muchedumbre que a ellos salió y con tanta ventaja, y ansí pasaron intolerable trabajo y fortuna en aquella mar hasta salir en tierra, adonde estaban cinco mil luteranos aguardando que saliesen, muy alegres y contentos, entendiendo tener ellos cierta la victoria, y no hicieron más de salir del mar y escurrírseles el agua de las ropas, cuando vinieron sobre ellos tres escuadrones de enemigos con una furia infernal.

Escena de "Alatriste": soldados españoles fatigados por los trabajos y el hambre en Flandes.

Lo cual, visto por los españoles, el sitio y lugar adonde estaban, y que no tenían remedio de socorro ni ayuda de ninguna parte, encendidos en cólera y mortal rabia sus fogosos corazones, arremetieron con los enemigos con ánimo y esfuezo peregrino. Más los franceses con muestra valerosa resisten la allegada presurosa de los contrarios ánimos sangrientos, más la gente española valerosa aunque pasen grandes impedimentos, con temeroso coraje porfiado, rompieron por lo más fuerte ymás cerrado, haciendo grande estrozo y cruda guerra.

Hierve el coraje y crece la contienda en la española gente belicosa, y atruena aquel valle, el gran bullicio, armas grita, clamor triste se oía, y ansí la española gente victoriosa con prestas manos y pies ligeros siguieron a los enemigos más de media legua, hasta donde tenían sus fuertes, haciendo grande matanza en ellos, que mataron más de dos mil y seiscientos con perdida de cincuenta soldados españoles.

Los enemigos se embarcaron a mucha priesa y los españoles cerraron con los fuertes y los ganaron, degollando cuanta gente había dentro, que cierto fué cosa milagrosa podellos ganar según la gran fortaleza que tenían y cierto questa gente pelearon tanto y con tantos enemigos enla mar y tierra que merecían ser de la eterna fama levantados, pues hicieron tan famosos hechos en sus tiempos más que los godos y romanos.

Y ansí ganados los fuertes les pusieron por nombre, por honra del santo, "los fuertes de San Miguel" por haberse ganado en su víspera, y dexaron allí muy buena guarnición".
El Maestre de Campo General, D. Cristóbal de Mondragón

EL PIONERO EN LOS VADEOS Y ASALTOS: DON CRISTÓBAL DE MONDRAGÓN Y OTÁLORA


Decían los veteranos que Don Cristóbal de Mondragón y Otálora era de Miranda del Ebro, pero todos lo presumían vasco por su apellido, corta lengua y largas obras. Él no lo desmentía, pues por sus venas corría sangre vizcaína. Fue conocido como Coronel de Valones, aunque su auténtico título era el de Maestre de Campo.

Fue el primero en atravesar con sus soldados los países inundados por los flamencos. El agua helada hasta las barbas durante trechos que llevaron horas recorrerlos, y así se apoderó de la isla y ciudad de Goes. Pero, no conformándose con hacerlo una vez, volvió a repetir la hazaña tomando Dubilandea, con Ossorio de Ulloa. Tres leguas y medias anduvo el Coronel de Valones Mondragón con sus soldados, para asistir a Isidro Pacheco.

Los españoles, siguiendo devotamente a D. Cristóbal, marchamos esa vez desnudos, la pica al hombro, y colgando del extremo una talega con pan y queso y la pólvora. En la otra mano, los pertrechos mortíferos. Cruzamos el pantano, otra vez con el agua a la cincha, a veces por las rodillas y otras veces hasta la boca. Pero, por si fuese poco, en el fragor de una tormenta. Cuando caímos sobre los flamencos, los aterrorizados enemigos pensaron que éramos monstruos marinos. Tal fue el coraje y la furia de la acometida nuestra.

Pasó a mejor vida D. Cristóbal de Mondragón cuando era anciano y Alcaide del Castillo de Amberes, en el castillo del que era castellano. Y murió como un roble de 89 años, tras haber servido con esfuerzo y valor al Emperador Carlos y al Rey Felipe. Temido por nuestros enemigos. Venerado por el ejército católico. Sus restos mortales fueron traídos a Medina del Campo, donde abrió por primera vez los ojos a la luz.

Gloria a los soldados de Flandes.
Gloria a sus bravos Capitanes.
Gloria a sus Maestres de Campo valerosos.

Ejército Católico de España en Flandes: Milicia terrenal de San Miguel Arcángel.




Maestro Gelimer

LIBRO DE HORAS Y HORA DE LIBROS