EL HERMANO "CERO" DE LA IZQUIERDA Y LA AC[R]ACIA
FERRER GUARDIA Y LA SEMANA TRÁGICA DE BARCELONA... SIN MITOLOGÍAS
Ayer mostrábamos de manera muy sucinta la implicación de la masonería inglesa en nuestra política del siglo XVIII, con la complicidad de españoles masonizados. Hoy toca recordar la implicación de la masonería francesa en nuestra historia política. Para ello, vamos a presentar una figura clave en todos los gravísimos disturbios e incendios provocados en Barcelona, durante la Semana Trágica. Y para ello hemos de presentar a Francisco Ferrer Guardia, de quien se dice en los libros de historia que era "pedagogo revolucionario", en todo caso "anarquista catalán", pero cuya pertenencia a la masonería se silencia. Vamos a ofrecer, por lo tanto, en la persona del revolucionario Ferrer Guardia la vertiente izquierdista de la masonería (la francesa) en uno de los episodios más luctuosos del alborear del siglo XX.
Francisco Ferrer Guardia (1859-1909) es uno de los grandes figurones de la sucursal en España de la Primera Internacional creada en Londres el año 1864, organizada bajo la inspiración de las ideas de Karl Marx y Mijail Bakunin y con el impulso de la masonería francesa (de corte abiertamente ateísta, a diferencia de la inglesa que se jacta de ser deísta). Para hacerse una idea del influjo masónico de esta Primera Internacional es muy recomendable el libro "The Revolutionary Internationals" de Milorad Drachkovitch (Instituto Hoover, California, año 1966).
CRIMEN EN EL TREN
Francisco Ferrer trabajaba allá por 1883 como revisor en la línea ferroviaria barcelonesa. Las biografías oficiosas pasan por alto que se vio envuelto en un turbio asunto de robo y asesinato que le costó el puesto de trabajo. Un sacerdote católico fue encontrado asesinado en extrañas circunstancias y los pocos pasajeros del tren acusaron a Ferrer. No se encontraron pruebas que lo incriminaran y aquello no trajo mayores consecuencias al revisor en entredicho que su expulsión de la Compañía de Ferrocarriles Catalanes.
CONSPIRADOR GOLPISTA REPUBLICANO
Huye a Francia y allí entra en relación con Manuel Ruiz Zorrilla, fundador del Partido Republicano Progresista y Gran Maestre del Gran Oriente de España. Es en Francia donde Ferrer funda su primera sociedad secreta: la Asociación Militar Republicana, en ella cada socio -militar- tiene como nombre simbólico un número, y Ferrer es el Hermano "Cero". La sociedad clandestina -con voluntad conspiradora y golpista- prepara las sublevaciones de Badajoz y Seo de Urgel (1883) y la cuartelada en San Gil (1886), además de otros pronunciamientos de menor consideración.
COCINERO ANARQUISTA DE MAGNICIDIOS
Las policías españolas y francesas lo acusan de ser instigador del magnicidio contra Cánovas del Castillo, así como su implicación en el atentado fallido de Mateo Morral (cómplice de Ferrer) contra Alfonso XIII.
PEDAGOGO DE LA DINAMITA
Pero Ferrer es un galán que embruja a las mujeres -y les sonsaca el dinero con sumo arte de prestidigitador. Tuvo muchas amantes, pero la que nos interesa siquiera como mecenas de los proyectos ferrerianos es la francesa Ernestina Meunié será la que aporte los 10.000 francos con los que Ferrer fundará en 1901 "La Escuela Moderna" por la que es tan conocido. "La Escuela Moderna" se presentaba como una escuela racionalista y era una auténtica tapadera donde se enseñaba a los niños a odiar al clero, a la burguesía y... A fabricar bombas. Así se presentaba dicha "Escuela Moderna":
"Una Escuela emancipadora, la cual se encargará de desterrar de los cerebros [la] religión, falso concepto de la propiedad, patria, familia...".
Un programa, como podemos apreciar, muy constructivo: demolerlo todo. Curiosamente, tras hacer testamento a favor de Ferrer, la amante francesa "muere" y el pedagogo terrorista se instala definitivamente en Barcelona.
EL ARTÍFICE DE SOLIDARIDAD OBRERA
Reúne a todas las organizaciones obreristas en la Solidaridad Obrera (socialistas, anarquistas y republicanos). Y Solidaridad Obrera será el ariete de la Semana Trágica (26 de julio al 2 de agosto de 1909).
LA SEMANA TRÁGICA BARCELONESA
En la poltrona del gobierno turnista está el partido conservador liderado por Antonio Maura. A principios de julio de 1909 unos obreros españoles que trabajaban en el tendido ferroviario que uniría Melilla con las minas de Beni Buifur son atacados por las cabilas rifeñas. Cuando Maura moviliza a los reservistas, para hacer frente a la guerra que ha estallado en el Rif, para controlar nuestro protectorado en Marruecos, los revolucionarios encuentran la excusa perfecta para amotinar a la población. Los agitadores profesionales acaloran a los soldados que son despedidos en el puerto barcelonés y una serie de tumultos, incendios y alborotos se precipitan en una secuencia vertiginosa que eclosiona en Barcelona con la huelga de 24 horas que convoca Solidaridad Obrera el lunes 26 de julio.
Se cuentan 78 víctimas mortales. Alrededor de 500 heridos y 112 edificios incendiados (80 de ellos religiosos, lo cual es una rotunda firma de la masonería). El 31 de julio de 1909 la situación está controlada por el gobierno y se procede a la purificación de responsabilidades. De entre los millares de revolucionarios detenidos sólo serán condenados a muerte cinco: Francisco Ferrer Guardia es uno de ellos. Los díscolos son ejecutados el 13 de octubre de 1909 en el Castillo de Montjuic.
Hasta aquí todo parece ser una justa reivindicación de los reservistas que, con el apoyo de Solidaridad Obrera, reaccionan contra la arbitrariedad gubernamental que los envía a África por no poderse redimir del servicio militar a cambio de satisfacer al erario con un tributo tan exorbitante como imposible para los más pobres. En ese caso, no pasaría de ser una revuelta popular contra una política opresora, pero falta la clave para poder interpretarlo todo mucho mejor de lo que se ha hecho hasta ahora en las páginas oficiosas tan propensas a mitologizar la historia.
Pero si se estudia la Semana Trágica en el contexto internacional, lo que está muy claro es que la principal potencia europea interesada en África -y, por lo tanto, contraria a los esfuerzos de guerra españoles- era la Tercera República Francesa. Así nos lo revela una declaración de Henri Rochefort, conspicuo francés de la época, con palabras que estremecen:
"Quiere usted que le dé mi opinión sobre el problema de Marruecos y nuestra actitud con respecto a España, y voy a complacerle. Briand está de acuerdo con Pablo Iglesias y Lerroux, sobre todo con el primero, para mantener la agitación socialista en España. La semana roja de Barcelona fue alentada desde aquí [Francia], y elementos franceses jugaron allí mucho papel; recuerde Vd que entre los cadáveres que resultaron de la revuelta [de la Semana Trágica] muchos de ellos no se pudieron identificar por ser extranjeros. Desde aquí, pues, se fomentó la campaña contra la guerra de Melilla."
¿Y por qué razón los franceses conspiran con Ferrer contra la leva en España?
El mismo Rochefort nos responde:
"Nosotros [los republicanos franceses] no creíamos nunca que España tendría fuerza bastante para llevar cincuenta mil hombre a África, ni potencia económica para gastar cien millones en guerra. Se ha visto, y aquí se ha considerado preciso impedir que España ensanche su territorio en Marruecos."
(Estas declaraciones de Henri Rochefort se pueden leer, en su contexto, en libro de Carlos Seco Serrano, "La España de Alfonso XIII").
Hemos encontrado, por lo tanto, la razón última de los alborotos ocurridos en Barcelona cuando el verano de 1909; "la semana roja", como le llama Henri Rochefort. Se trató de una operación coordinada por el Gran Oriente de Francia que se sirvió de Ferrer Guardia y sus "famélicas legiones" (Solidaridad Obrera) para, con el pretexto de la justicia social, impedir un envío de tropas a África que iba allí a combatir por los intereses de España.
MASÓN DE MANDIL Y DIPLOMA
El registro domiciliario que la policía española practicó a Ferrer Guardia puso sobre la mesa del tribunal militar que lo sentenció una copiosa correspondencia epistolar con masones extranjeros, insignias, condecoraciones, un mandil masón, una banda roja bordada en oro y plata, un título de masón del año 1883, otro título de 1890 en que se le nombraba presidente de la Liga Anticlerical Masónica, otro título del Gran Oriente Francés de 1891 testificando su grado de Caballero Rosa-Cruz grado 18, otro título (año 1884) como miembro activo que lo investía de Maestro Masón, otro diploma del Gran Oriente Francés otorgándole el grado de Caballero Kadosh, bandas de oro del grado 31 (Gran Inspector Comendador) y el título de G.'. College des Ritos otorgado en 1898. Toda una trayectoria masónica que da una idea de los contactos que Ferrer tenía con el Gran Oriente de Francia. El mismo Gran Oriente de Francia lo reconoce en una alocución externa:
"Ferrer fue uno de los nuestros [¡¡¡Y TANTO QUE LO FUE!!! TANTO COMO ANTIESPAÑOL], pues él sentía que el alma masónica expresaba el más alto ideal que el hombre puede realizar. Ferrer es el ideal masónico".
Es esta carrera masónica (Por sus títulos incautados por la policía se aprecia que Ferrer era -en verdad- el hermano "Cero", pero en modo alguno era un "Cero a la izquierda" para sus amos extranjeros).
LA PATADA DE LA MASONERÍA A ESPAÑA EN LAS POSADERAS DE MAURA
Y es esta la que explica que su ejecución en Montjuic disparara los resortes propagandísticos de la masonería continental, dependiente de la francesa. Los otros cuatro sentenciados a muerte no merecieron tan formidable follón como el que armaron en su plañidera jeremiada masónica por el hermano Cero. ¿Sabe alguien los nombres de los otro cuatro ejecutados por la Semana Trágica? ¿Los recuerda alguien? Con el fusilamiento de Ferrer Guardia se emprendió una campaña masónica contra España que cundió como la pólvora por muchos países de Europa, una campaña que explotó los tópicos seculares del oscurantismo católico español. Aquel estruendo que montaron los agradecidos compadres de Ferrer a cuenta de su fusilamiento lo desmintió Miguel de Unamuno con una soltura fulminante:
"Ese bullanguero internacionalismo -compuesto de anarquistas, judíos, cientificistas (no científicos) y profesionales del libre-pensamiento- no es opinión del mundo. Y eso lo digo yo, que soy mucho más enemigo que Ferrer lo fué de todo aquello por combatir a lo cual se supone que fué fusilado. Lo digo yo que soy liberal y no soy católico."
Pero, por mucho que Unamuno defendiera el buen nombre de España de aquellos rigores, aquella tremenda artillería de las logias costó el gobierno a Antonio Maura, pues los hermanos masones de Ferrer arrecieron con toda su furia. Y los desastres perpetrados en Barcelona, al impedir el embarque de nuestros soldados a África, supusieron un beneficio imperialista a Francia. Vemos, por lo tanto, de qué forma la obediencia masónica izquierdista trabajó (lo sepa o no) a la mayor gloria de Francia.
Aunque todas las comparaciones son odiosas (y los casos son muy dispares), digamos -para finalizar- que todas las movilizaciones recientes que se han montado a favor del juez Baltasar Garzón de unos meses a esta parte tienen un parecido de familia muy notable con aquella campaña internacional que la masonería montó a cuenta del Caso Ferrer.
LA ESPAÑA ANTIMASÓNICA
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