Compañía de Santa Bárbara, mujeres en defensa de España
Cesáreo Jarabo 30/09/2022
En 1808, Gerona era un punto clave en el desarrollo de la invasión francesa de España, ya que su posesión garantizaba el abastecimiento de la Grand Armée y garantizaba el paso hasta Barcelona. Pero su toma se encontraría entorpecida por un sistema defensivo bien organizado, y sobre todo por la actitud de una población decidida a defender su libertad. Entre esa población es destacable la actuación llevada a cabo por las mujeres, que alistadas en la que sería denominada “Compañía de mujeres de Santa Bárbara” llevarían a cabo una actuación muy digna de mención.
Tras el levantamiento del 2 de mayo el levantamiento popular sería duramente reprimido, ocasionando multitud de revueltas en toda España, hasta que finalmente fue proclamada oficialmente la guerra el día seis.
Esto sucedía en toda España. Casi dos meses después, el 20 de junio de 1808 las fuerzas del general Duhesme acosaban Gerona, ante cuyo hecho, y para la defensa de la ciudad, se organizaron las compañías de sacerdotes, de frailes, de estudiantes, de vecinos, de hortelanos, de albañiles, de canteros, de carpinteros…y fue precisamente en el baluarte de Santa Clara de esta ciudad donde las mujeres dejaron heroica muestra de su presencia, aportando a los combatientes todo tipo de servicios.
Si la acción de todos ellos fue espontánea, la que se señaló de manera principal fue la de las mujeres, destacando la acción de Josefa Demà (alias Perrota), cuya asistencia a los combatientes acabó llevándola a disparar en sustitución de combatientes muertos.
La asistencia, que abarcaba desde el suministro de agua o munición hasta la retirada de heridos, no se limitaba a ser cumplida en el ámbito de la ciudad, sino en las mismas expediciones de hostigamiento, como en la de 17 de junio de 1809 cerca del baluarte de San Pedro, que costó más de cien bajas. También ahí prestaban sus servicios, que serían reconocidos el 28 de ese mismo mes al constituirse la Compañía de Señoras Mujeres de Gerona.
Ya formaban parte integrante del ejército, pero es que la compañía, por iniciativa propia, se había organizado militarmente, distribuyéndose de forma autónoma funciones diversas, con cargos de responsabilidad que eran determinados por las mismas voluntarias, siendo que, cuando finalmente acabaron formando parte de la estructura oficial de defensa y debían cumplir con las órdenes emanadas de las autoridades militares, su nivel de autonomía no dejó de ser significativo.
Tan es así que fueron ellas las que presentaron al gobernador Mariano Álvarez de Castro el proyecto de una Compañía dividida en escuadras.
Esto se complementaría el 5 de julio de 1809, cuando apareció en el Diario de Gerona la Instrucción del general Álvarez de Castro, y mientras se estaba produciendo el ataque francés al baluarte de Montjuich, bajo cuyo fuego llevaron a cabo un nuevo servicio.
Que se forme una compañía de dos doscientas Mujeres sin distinción de clases, jóvenes, robustas, y de espíritu varonil para que sean empleadas en socorro, y asistencia de los soldados, y gente armada, que en acción de guerra tuvieren la desgracia de ser heridos, llevaréis en sus respectivos puestos todo quanto sea necesario de municiones de boca, y guerra a fin de que por este medio no se disminuyan las fuerzas de los guerreros que se oponen al enemigo, previniendo que se nombren a tres de dichas Señoras Mujeres para Comandantas de la expresada Compañía con el título de primera, segunda y tercera Comandanta.
El servicio estaba abierto a toda mujer que voluntariamente quisiese formar parte, dando preferencia a las jóvenes, a las que se les prometía una dote para su boda. La compañía se dividía en escuadrones comandados por una comandanta elegida por las voluntarias.
El 3 de julio de 1809 se dio por terminado el periodo de inscripción, con un total de 200 voluntarias, cuya composición era la siguiente:
Escuadra de San Narciso. Comandanta: Lucia Jonama de Fitz-Gerald.
Escuadra de la Concepción. Comandanta: Raimunda de Nouvilas.
Escuadra de Santa Dorotea. Comandanta: Maria Àngela Bivern.
Escuadra de Santa Eulàlia. Comandanta: Maria Custí.
Cada una de ellas sería la encargada de hacer llegar las órdenes a los diferentes puestos donde fuese preciso su apoyo.
Todas debían llevar una cinta encarnada en el brazo izquierdo. Cuando se produjese el toque, la generala debía presentarse con 30 mujeres, una comandanta, dos sargentas y dos escuadristas en cada una de las partes que le tocasen. Las escuadras se subdividían en dos, una con trece mujeres y una sargenta, y la otra con doce mujeres y una escuadrista, que debían atender tareas auxiliares y de cuidado y traslado de heridos.
El 5 de julio de 1809, como queda indicado, la Compañía de Santa Bárbara demostró su actuación bajo el fuego enemigo, no cejando en su labor hasta que finalmente los franceses tomaron la posición el 10 de agosto de 1809.
No obstante, la lucha continuaba, debiendo aguantar una nueva embestida el 19 de septiembre de 1809 «El Día Grande de Gerona». De la ferocidad de los combates que se dieron ese día resultaron heridas cuatro mujeres de la compañía: Teresa Balaguer, Isabel Pi, Esperanza Llorens y María Plajas, sin que en ningún momento dejasen de atender sus menesteres.
El 10 de diciembre de 1809 la ciudad se rindió ante la superioridad de las tropas francesas; durante todo el tiempo, la Compañía de Santa Bárbara había dado pruebas de valor que la hacen merecedora del recuerdo para el mundo hispánico.
Gloria a la Compañía de Santa Bárbara.
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