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Tema: Mujeres de armas tomar

  1. #21
    Avatar de Hyeronimus
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    Re: Mujeres de armas tomar. La Pubilla Carlista Catalana.

    Mujeres de la América española


    Anacaona (La Española 1464-1504), esposa del cacique Caonabó del Cacicazgo de Maguana en la isla de La Española hasta 1496 y cacica del Cacicazgo de Jaragua desde que murió su hermano Bohechío en 1502, el cual había confraternizado con Bartolomé Colón. La bella Anacaona “una gran dama” según se afirmaba, permaneció como fiel aliada de los españoles durante 5 años. Fue juzgada por traición y condenada a la horca, después de un ataque de las fuerzas del gobernador Ovando a su poblado. La actuación de Ovando en este hecho es uno de los actos más inexplicables y crueles de su gobernación.

    María de Estrada (España 1475/86 – 1537/48), en la terrible noche triste de Tenochtitlan donde perdieron la vida 600 españoles y mas de 1.000 de sus aliados tlaxcaltecas, Muñoz Camargo comentó:En esta tan temeraria noche triste (…) se mostró valerosamente una señora llamada María de Estrada haciendo maravillosos y hazañeros hechos con una espada y una rodela en las manos, peleando valerosamente con tanta furia y ánimo, que excedía el esfuerzo de cualquier varón, por esforzado y animado que fuera, que a los propios nuestros ponía espanto”. Otro cronista Torquemada decía:Se entraba por los enemigos con tanto coraje y ánimo como si fuera uno de los más valientes hombres del mundo“.

    Francisco Cervantes de Salazar atribuye a María de Estrada las siguientes palabras dirigidas a Cortés cuando éste quiso que las mujeres se quedasen a descansar en Tlaxcala:No es bien señor Capitán, que mujeres españolas dexen a su maridos yendo a la guerra; donde ellos murieron moriremos nosotras, y es razón que los indios entiendan que somos tan valientes los españoles que hasta sus mujeres saben pelear…”

    Según relata Carlos Lavín Figueroa, cronista que se dice de Cuernavaca:

    “María de Estrada era una niña judía cuyo nombre era Miriam Pérez. Cuando la expulsión de árabes y judíos decretada por los Reyes Católicos en 1492, Miriam tenía 6 años y vivía en la Judería de Toledo junto a su abuelo, médico y rabino quien la enseñaba a leer y escribir. A la edad de 8 años no solo leía en castellano, sino además lo hacía en hebreo y latín”.


    Tetela del Volcán

    En recompensa por sus servicios a la causa y por su valentía,María de Estrada fue nombrada por Cortés, encomendera de Hueyapan, Nepopualco y Tetela del Volcán. Tras la muerte de su esposo Sánchez Farfán volvió a casarse, ahora con el partidor Alonso Martín, con el que viviría en Puebla de los Ángeles hasta su muerte debida a una epidemia.




    Beatriz Bermúdez de Velasco (España siglo XV-México siglo XVI),participó en uno de los combates para conquistar Tenochtitlán obligando, espada en mano, a volver a la batalla a los españoles que se rendían. Asi lo narró Francisco Cervantes de Salazar:Beatriz Bermúdez que entonces acababa de llegar de otro real, viendo así españoles como indios amigos todos revueltos, que venían huyendo, saliendo a ellos en medio de la calzada con una rodela de indios e una espada española e con una celada en la cabeza, armado el cuerpo con un escaupil, les dixo: ¡Vergüenza, vergüenza, españoles, empacho, empacho! ¿Qué es esto que vengáis huyendo de una gente tan vil, a quien tantas veces habéis vencido? Volved a ayudar a socorrer a vuestros compañeros que quedan peleando, haciendo lo que deben; y si no, por Dios os prometo de no dexar pasar a hombre de vosotros que no le mate; que los que de tan ruin gente vienen huyendo merecen que mueran a manos de una flaca mujer como yo” (211; lib. 5, cap. 169). Fue tal la vergüenza que sintieron los soldados españoles y el efecto de las palabras de Beatriz, que volvieron hacia los enemigos “ya victoriosos”, dando lugar a la batalla “más sangrienta y reñida que jamás hasta entonces se había visto”.
    Beatriz estuvo casada con el soldado Olmos del Portillo, el de México.

    Por estas fechas el 21 de agosto de 1526 el rey de España Carlos I firmó una Real Cédula en Granada el 21 de agosto de 1526 que otorgó permiso a Juan Sánchez Sarmiento para edificar la primera “casa de mujeres públicas” del continente americano en Santo Domingo “por la honestidad de la ciudad y mujeres casadas de ella y por excusar otros daños e inconvenientes”, causados muy probablemente por los marineros, soldados y todo tipo de personas que llegaban a la ciudad tras una larga y dura travesía oceánica.

    Inés de Suárez (España 1507-Chile 1580), amante de Pedro de Valdivia, con el que vivió Una historia de amor.
    Formó parte de la expedición a Chile en 1540 y participó en la Fundación de Santiago de la Nueva Extremadura.

    En un tremendo viaje a través del desierto de Atacama, Inés prestó diversos servicios a la expedición, por lo que fue considerada entre sus compañeros de viaje, según Tomás Thayer Ojeda, comouna mujer de extraordinario arrojo y lealtad, discreta, sensata y bondadosa, y disfrutaba de una gran estima entre los conquistadores”. Destacó de forma decisiva en la defensa de la ciudad ante un ataque de los indígenas.


    Mencía Calderón de Sanabria (Medellín, España 1514-Paraguay), al frente de 50 mujeres, atravesó 1.600 kilómetros de selva en una complicadísima expedición de más de seis años.

    Casada en 1535 con Juan de Sanabria, en 1547 se firmó una capitulación que otorgaba a su marido el título de tercer adelantado del Río de la Plata. El mencionado documento autorizaba al nuevo gobernador el traslado de unos cien hombres casados con sus respectivas familias y cierta cantidad de mujeres solteras, con el propósito de contraer matrimonio con los expedicionarios solteros residentes en el Paraguay.

    Fallecido Sanabria en 1549, su esposa rehizo la expedición con Juan de Salazar como capitán principal, fundador de Asunción, quien había regresado a España un par de años atrás. Estaba integrada por unas doscientas cincuenta personas, entre las cuales había cincuenta mujeres, cuatro de ellas casadas y el resto, doncellas, todas de buenas familias.



    Antes de llegar al Paraguay, la expedición de Mencía sufrió una serie de dramáticos incidentes: desde fuertes tempestades marinas, pasando por el abordaje de piratas en la costa africana, hasta la permanencia por espacio de cinco años en territorio lusitano en las Indias Occidentales. Así, al llegar a la costa atlántica americana, los integrantes de la empresa, reducidos a unos ochenta hombres y cuarenta mujeres, desembarcaron en la isla de Santa Catalina. Varios oficiales, entre ellos el capitán Francisco de Becerra, habían fallecido en aquella travesía.

    El grupo encabezado por Juan de Salazar y Mencía se había dirigido a la región del Mbiazá, a unas veinte leguas al sur de Santa Catalina. Allí fundaron el puerto de San Francisco, acontecimiento de singular importancia, por ser éste el primer enclave español en la costa del Atlántico sur, en salvaguarda de la línea de Tordesillas. Además, la ensenada se erigió en puerta de entrada de los territorios castellanos.

    En 1551, el capitán Hernando de Trejo contrajo matrimonio con María de Sanabria, hija de Mencía. Una cláusula de las capitulaciones de Sanabria estipulaba que quien se casase con la primera hija del Adelantado ocuparía el cargo de alguacil mayor de la provincia del Paraguay y con esta unión Trejo se hizo acreedor de dicho empleo. Dos años más tarde nacería en San Francisco, Hernando de Trejo y Sanabria, hijo del mencionado matrimonio. En la región del Mbiazá se realizaron también otros casamientos, entre ellos, la de Juan de Salazar con Isabel de Contreras, viuda del capitán Becerra, y de Elvira de Contreras, hija de Isabel y del citado Becerra, con el capitán Ruy Díaz de Melgarejo.



    Hacia 1553, el portugués Tomé de Sousa, gobernador de San Vicente, al enterarse de la fundación de San Francisco y de la población española residente en el lugar, envió una carabela con víveres. De inmediato, ordenó su despoblación y el traslado de Mencía y de la comitiva a su gobernación, con la falsa promesa de facilitarles el viaje hasta Asunción.

    Mencía, retenida por el gobernador lusitano, logró escapar de San Vicente con parte de su grupo y retornó a San Francisco, permaneciendo allí a la espera de auxilio. También Juan de Salazar consiguió huir tratando con unos comerciantes portugueses, los hermanos Goes, quienes intentaban llegar al Paraguay.

    El grupo de Mencía esperó en vano el ansiado socorro y como éste nunca llegó, decidió emprender también el viaje con destino al interior del continente. Salazar llegó a Asunción en octubre de 1555 y el grupo de Mencía y Hernando de Trejo en compañía del grupo de mujeres con solo diez de ellas supervivientes, se presentó a mediados del año siguiente. Mencía Calderón de Sanabria, de edad muy avanzada, terminó sus días en el Paraguay. Su numerosa descendencia estuvo bastante vinculada a la vida política y económica de la provincia y le prodigó grandes satisfacciones en sus últimos años.


    Mencía (María) de los Nidos Alvarez de Copete (Cáceres 1516-Santiago de Chile 1603),hija de familia noble de Castilla, viajó en 1544 a las Indias, siguiendo los pasos de cinco de sus seis hermanos. Primero estuvo en Perú y luego en Chile donde se instaló en 1550 en la ciudad de Concepción, recién fundada por Pedro de Valdivia. Estaba casada con Cristóbal Ruiz de Ribera.

    Se distinguió por la arenga dirigida a los pobladores de Concepción, ciudad sometida a un inminente ataque de 6.000 guerreros mapuches de Latauro que ya habían derrotado a Valdivia y a su sucesor Francisco de Villagrá.
    Mencía se colocó en medio de la plaza y dijo:Señor general, si vuesa merced desea retirarse por el provecho personal, váyase en buena hora; pero deje siquiera que las mujeres defendamos nuestras casas y no nos obligue a solicitar auxilio en las ajenas”

    Aunque finalmente tuvieron que retirarse a Santiago de Chile ante la abrumadora superioridad de los mapuches, su valentía proponiendo resistir la hizo acreedora a que Alonso de Ercilla y Zúñiga, que vivió aquella época de la primera fase de la Guerra de Arauco, en Chile, inscribiera su nombre en las páginas de su principal obra, el poema épico “La Araucana”, inmortalizando, de esta forma, por su gesto y arrojo, la figura de la cacereña, a la que denomina como noble, valerosa y osada.

    Ana de Ayala (Sevilla siglo XVI-Venezuela), esposa de Francico de Orellana, participó en la exploración del Amazonas. Se dice de ella “que fue noble, prostituta, mujer de clase media. .”. La expedición de Orellana había partido desde España en 1544 con una flota que llevaba a bordo 400 hombres y cuatro Capitanes. Llegaron primero diezmados a Cabo Verde, luego ya en América embocaron desde el impresionante delta el gran río del Amazonas, el cual surcaron durante 11 meses. Se perdieron y fueron extinguiéndose uno tras otro, incluido Orellana, al que Ana de Ayala enterró en la orilla izquierda, bajo la sombra de un árbol. Sobrevivieron 44 personas, entre ellas la sevillana, que tuvo la valentía de afear al rey que la falta de medios les había precipitado al fracaso.

    Juana Quinel (Chile) aparece aproximadamente en 1560, durante la guerra del Arauco.

    Según cuenta Mariño de Lobera: “ había en el ejército español una india cristiana llamada Juana Quinel, que por su apariencia y sus facultades gallardas era muy apreciada entre los jefes indios e incluso entre algunos españoles de este campamento“. Mientras los araucanos asaltaban la Ciudad de los Infantes, Juana Quinel, “como bravata o para demostrar su valentía, empuñó un arco, colgó en su hombro un carcaj lleno de hermosas flechas y, marchando en el escuadrón de los indios yanaconas, se puso a la vanguardia como capitana.
    Empezó entonces un discurso de exhortación al combate, en el que no prometió como recompensa lo que los otros capitanes cristianos tenían por costumbre invocar (la gloria de Cristo, la exaltación de nuestra santa fe o las gracias y el reconocimiento del Rey, así como el honor de las victorias), sino la recompensa indecente de su propia persona, prometiendo sus favores a quien diera pruebas de mayor valor
    “.

    Estas palabras enardecieron al destacamento indio que, no solo obedecieron las órdenes de su jefe habitual, sino las de la mujer que exclamaba: “vamos hermanos carguemos contra esos perros indios, enemigos de Dios y de los Santos“.

    La victoria se alcanzó tras una violenta batalla, en la que los araucanos se retiraron dejando el campo sembrado de cadáveres.

    Isabel Barreto y Quirós (Pontevedra 1567-1612).

    En 1594 a la muerte de su marido Alvaro de Mendaña en la isla de Santa Cruz, del Océano Pacífico, tomó el mando de la expedición que tenía como objetivo explorar el archipiélago de las Salomon. En una situación extrema dando muestras de una firme voluntad, logró poner a salvo y llevar a la maltrecha expedición a las islas Filipinas.

    La llamaron “la reina de Saba” por ser la dueña teórica de las islas Salomon.


    Catalina de Erauso (San Sebastián 1585/1592-Nueva España 1650 ?), la monja alférez.

    Hija de un importante militar que sirvió con Felipe III, a los 15 años de edad escapó en 1600 de un convento de San Sebastián dode estaba recluída. Se disfrazó de varón y con un nombre falso pasó por Vitoria, Valladolid, Bilbao, Navarra, San Sebastián, Pasajes, Sevilla y Sanlúcar de Barrameda donde viajó a América como grumete en 1603. Todo este tiempo lo pasó disfrazada de varón, con el cabello corto y usando distintos nombres, como Pedro de Orive, Francisco de Loyola, Alonso Díaz, Ramírez de Guzmán o Antonio de Erauso.
    En su azarosa vida americana pasó distintas aventuras en Venezuela, Cartagena de Indias, Nombre de Dios (Panamá), Paita (Perú), Ecuador, Trujillo, Lima, Chile y Concepción.



    En la batalla de Valdivia recibió el grado de alférez. En la siguiente batalla de Purén murió el capitán de su compañía y ella asumió el mando, ganando la batalla. Luego pasó al Río de la Plata, Tucumán, Potosí, Chuquisaca, La Paz y Cusco.

    En 1623 fue detenida en Huamanga, Perú, a causa de una disputa. Para evitar su ajusticiamiento pidió clemencia al obispo Agustín de Carvajal, al que confesó que era en realidad una mujer y que había estado en un convento. Tras un examen por parte de un conjunto de matronas, que determinaron que era cierto que se trataba de una mujer y que además era virgen, el obispo la protegió y fue enviada a España.

    Allí la recibió el rey Felipe IV, el cual le mantuvo su graduación militar y la apodó monja alférez, a la vez que le permitía emplear su nombre masculino y le concedió una pensión por sus servicios a la Corona en el Reino de Chile. El grado de monja alférez había sido ganado en el propio campo de batalla, por el valeroso y arriesgado rescate que hiciera de la bandera de Castilla arrebatada por los araucanos, en lo que fue la famosa batalla de Valdivia.

    Estuvo en Roma y Nápoles y volvió a America en 1630 residiendo en Ciudad de México y Veracruz.


    Ana Francisca de Borja y Doria (Gandía, España 1640-Madrid 1706), virreina del Perú.

    En 1667, en unión de su esposo Pedro Antonio Fernandez de Castro, nombrado virrey del Perú, partió desde Cadiz con destino al puerto de El Callao. En 1668 el virrey se tuvo que trasladar a la provincia de Puno, dejando a su esposa a cargo del gobierno del Perú, por delegación facultada en la cédula real de 12 de junio de 1667.

    Ejerció enteramente la autoridad real, dirigiendo el gobierno del virreinato durante la ausencia de su marido, tomando decisiones y emitiendo decretos. Su autoridad de ningún modo fue puesta en duda por instancia alguna del poder gubernamental.

    El asunto más peligroso que tuvo que zanjar fue el ataque y posterior saqueo de Portobelo en Panamá, consumado por el pirata Henry Morgan en agosto de 1668. Producida la agresión de Morgan, la virreina gobernadora, ejercitando plenamente su cargo, envió rápidamente abastecimientos y pertrechos de guerra y dispuso el ataque contra los piratas. Así como también, para frenar nuevos ataques a otros puertos como Callao, emprendió una vigorosa defensa con la que logró neutralizar eficazmente el asedio de piratas y corsarios

    El 11 de junio de 1675, en unión de sus hijos, viajó, desde El Callao a España, trasladando el cadáver de su marido. Ya no volvió a América.


    Rafaela de Herrera (siglo XVIII). En el contexto de la guerra de los siete años (1757-63) el gobernador inglés de Jamaica, William Henry Littleton, preparaba un ejército de tres mil hombres y más de cincuenta embarcaciones, con el objetivo de entrar en Nicaragua remontando el río San Juan, desaguadero que es del Gran Lago. Precisamente en previsión de ello, los españoles habían construido el castillo de la Concepción, en las inmediaciones de la población del mismo nombre. Su jefe era Pedro Herrera, que próximo a producirse el ataque, se hallaba enfermo y a punto de morir.

    Conocedor de la circunstancia, el comandante inglés no se lo pensó dos veces y se plantó ante la fortaleza, exigiendo su rendición pacífica a cambio de la seguridad de sus defensores. Una pretensión que habría conseguido fácilmente de no ser porque en semejantes circunstancias asumió la defensa del fuerte… ¡¡¡una joven de diecinueve años!!! Era Rafaela Herrera, hija del ya difunto Pedro, única blanca en un fuerte que defendían unos mulatos que no podían disimular su buena disposición hacia la rendición.

    Así las cosas, Rafaela se sube al torreón, carga el cañón y rompe fuego contra el campamento enemigo, con tan buena puntería, que al tercer disparo acierta el tiro en la persona del comandante inglés. Enfurecidos, los ingleses inician el asalto al castillo, pero la guarnición, enardecida por el valor de Rafaela, opone ahora una enérgica resistencia. La aguerrida e inteligente joven prepara entonces una ingeniosa estratagema, y hace empapar sábanas de alcohol sobre ramas secas que desliza por el río hacia el enemigo, el cual, engañado, cree hallarse ante el temido fuego griego. El 3 de agosto, tras cinco días de infructuoso asedio, los ingleses abandonan sus posiciones, dejando varios muertos, heridos y algunas embarcaciones.

    Cuando Rafaela en compañía de su madre llega a la ciudad de Granada en Nicaragua, es recibida como una heroína. Gloria efímera, pues la vida no la tratará como se merece. Casada con Pablo de Mora y madre de cinco hijos, de los cuales dos eran paralíticos, enviuda y llega a conoce el sinsabor de la pobreza, hasta que nada menos que veinte años después de su hazaña, en 1781, el Rey le concede una pensión. En la carta del monarca estas palabras, tardías, pero no por ello menos elogiosas y merecidas:

    “Defendisteis el Castillo de la Purísima Concepción de Nicaragua en el Río San Juan, consiguiendo a pesar de las superiores fuerzas del enemigo, hacerle levantar el sitio, y ponerse en vergonzosa fuga, pues superando la debilidad de vuestro sexo, subisteis al caballero de la fortaleza, y disparando la artillería por vuestra mano matasteis con el tercer tiro al comandante inglés en su misma tienda: realzando la acción a la corta edad de diecinueve años que contabais, no tener castellano el Castillo, ni comandante, ni otra guarnición que la de mulatos y negros, que habían resuelto entregarse cobardemente.




    Para Darina Martykánová, historiadora checa que reside en España: “Las mujeres en América afrontaron sus vidas entre la humillación y el empoderamiento, entre la destrucción y el intercambio, para contribuir a la creación de algo radicalmente nuevo, siendo agentes activas de sus destinos y de los destinos de sus comunidades, incluso en las circunstancias más brutales”


    Philip O’Sullivan Beare, soldado irlandés del siglo XVII que sirvió en el ejército español y que llegó a ser conocido como escritor, decía:

    No creemos que la historia de ningún país haya producido en tan poco tiempo un cúmulo tal de hembras heróicas, casi ninguna de las cuales ha dejado más que un nombre oscuro escondido entre el polvo de las crónicas”.


    https://laamericaespanyola.wordpress...rica-espanola/








  2. #22
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    Re: Mujeres de armas tomar

    La única mención que se hace a MARÍA LA BAILADORA, es la narrada por el soldado Marco Antonio Arroyo, partícipe en la batalla y de la que hace constar en su escrito “ Relación del Progreso de la Armada de la Santa Liga “ publicada en 1576 y que se admite por cierto. Parece ser que otras crónicas evitan esta anécdota dada la expresa prohibición del Don Juan de Austria de “ embarcar mujeres y gente inútil “ – frase de Don Juan no mía…

    Así lo relata:

    «Pero mujer española hubo, que fué Maria, llamada la Bailadora, que desnudándose del hábito y natural temor femenino, peleó con un arcabuz con tanto esfuerzo y destreza, que á muchos turcos costó la vida, y venida á afrontarse con uno de ellos , lo mató á cuchilladas. Por lo cual, ultra que D. Juan le hizo particularmente merced , le concedió que de allí adelante tuviese plaza entre los soldados, como la tuvo en el tercio de D. Lope de Figueroa.»

  3. #23
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    Re: Mujeres de armas tomar

    OTRA GRAN MUJER EN LA AMÉRICA ESPAÑOLA


    La conmovedora aventura del Dr. Francisco Javier Balmis e Isabel Cendala y Gómez, enfermera y rectora del hospicio de la Coruña y posteriormente considerada como la primera enfermera de Salud Pública de México que participó en la expedición que propagó la primera vacuna que consiguió librar al mundo de la mortal viruela.

    Existe un total desconocimiento de sus datos personales, no se sabe la fecha ni el lugar de su nacimiento y hay dudas sobre el apellido pues no se conoce el verdadero, en los documentos esta escrito de seis formas diferentes.

    Comisionada pues para inculcar confianza y repartir cariño maternal entre los infantes, a propuesta del Dr. Balmis y de Ignacio Carrillo, presidente del Hospital de la Caridad, se la nombra para ir en el puesto de enfermera para la Real Expedición Filantrópica de la Viruela.

    El Dr. Balmis fue en busca de Isabel al Hospicio de la Coruña donde trabajaba de Rectora para que le acompañara enla Expedición, sabiendo que la viruela causaba estragos en los países y moría mucha gente, le dijo no podéis negaros a lo que estoy dispuesto a pediros. Creo que no hay nadie más capacitada para colaborar en la mayor empresa filantrópica de nuestros tiempos. Quiero que vengas conmigo, Isabel vos sois la mujer que necesito para que vele por los niños. Os he observado y sé que los sabéis tratar, serás la única mujer en el viaje, me limitaré a deciros que las oportunidades en la vida sólo se presentan una vez. No la desaprovechéis. Pensadlo, doña Isabel porque si todo sale bien, vos probablemente seréis recordada en los anales de la historia. Que el hombre sin duda sabía cómo convencer sin perder un minuto divagando.

    El 30 de noviembre de 1803 la corbeta María Pita zarpó del puerto español de la Coruña para realizar “La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, para difundir la vacunación contra la viruela en los territorios españoles de ultramar, llevaron la linfa inoculándola a niños excluseros de un Hospicio de La Coruña. Esos niños fueron los portadores iniciales de la vacuna de la viruela; vacunados de forma secuencial de brazo a brazo, cada 0 o 10 días sirvieron como una cadena viva de transmisión. Otros niños de los países donde la expedición se detenía llegaron a formar parte de dicha cadena. El viaje alrededor del mundo duró casi cuatro años y puede ser considerado como la primera campaña global de vacunación, Isabel era la mujer que cuidaba, acompañaba, entretenía, serenaba, etc. a los niños en las largas travesías marítimas.

    Su gran labor fue elogiada por el Dr. Balmis en diferentes documentos y así reza en uno de ellos:
    “La enfermera y Rectora Isabel Sendales y Gómez que con el excesivo trabajo y rigor de los diferentes climas que hemos recorrido, perdió enteramente la salud, infatigable noche día, ha derramado todas las ternuras de la más sensible Madre sobre los 26 angelitos que tiene a su cuidado, del mismo modo que lo hizo desde La Coruña y en todos los viajes los ha asistido enteramente en sus continuadas enfermedades”.

    Figura enigmática, Doña Isabel es uno de los pilares de la expedición. Cuidó de los “galleguitos” desde La Coruña hasta la capital novohispana y a los niños mexicanos que partieron desde Acapulco rumbo a Filipinas. Estuvo en el archipiélago hasta que volvió nuevamente la Expedición Vacuna a la Nueva España.

    Al volver de las islas Filipinas, la rectora rompió con los lazos que la vinculaban a la península y se estableció en Puebla de Los Ángeles donde desaparece para la historia de la ciencia española.
    Fuente: Blog Trinitat Nova

    Actualmente México otorga el premio Isabel Cendala a la profesionalidad en la enfermería
    En la Coruña se erigió un escultura “ los galleguitos “ en la que se le representa con sus niños

  4. #24
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    Re: Mujeres de armas tomar

    Excelente contribución, pero dado que Isabel Cendala no se distinguió por hechos de armas, quizá sería mejor que este último posteo lo pasara Donoso a este otro hilo:

    Mujeres de la América española

  5. #25
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    Re: Mujeres de armas tomar

    ISABEL DE BARRETO, ALMIRANTE DE LA MAR DEL SUR






    Resulta francamente curioso que en la actualidad se resalte el hecho de que una mujer, con pleno derecho sin duda, alcance cotas o cargos de relevancia dentro de los ejércitos. Y tales hechos resaltados, no ponen de manifiesto sino una ignorancia u olvido de decenas de mujeres que, años atrás, en los tiempos más difíciles, convirtieron su vida en una aventura y esa aventura en una imborrable historia. Una de tales mujeres fue Isabel Barreto de Castro. Sus origines quedan un tanto en la incógnita, Unos historiadores la situación nacida en Pontevedra sobre mediados del siglo XVI, otros como nieta del gobernador portugués de la India portuguesa e incluso hija de Nuño Rodríguez Barreto, conquistador del Perú.

    Fuesen cuales fuesen sus origines, lo cierto es que siendo niña se trasladó con su familia al Virreinato del Perú en donde conoció a Álvaro de Mendaña, adelantado, con el cual contrajo matrimonio en Lima en 1585. Ese mismo año, organizada por Mendaña una expedición por el Pacífico, ella junto con otras mujeres se embarcó con su marido. Salieron del puerto de Paita, hacia las míticas islas Salomón, cuatro embarcaciones, con 378 personas, de los cuales 280 eran hombres de mar y guerra. También acompañaban a Isabel Barreto tres de sus muchos hermanos, junto con el cronista portugués Pedro Fernández de Quirós, con el cual, según parece, tuvo más de un enfrentamiento.

    El mismo 1585, en 18 de octubre, hallándose en las islas Santa Cruz, Mendaña falleció al haber contraído la malaria de forma grave. Antes de morir nombró a su mujer gobernadora en tierra y a su hermano Lorenzo Barreto, almirante de la expedición. Todo ello dado que, Mendaña, poseía una cédula particular de su Majestad con poder de nombramiento a favor de cualquier persona. El hermano de Isabel falleció a los pocos días e Isabel tomó el mando de la expedición, como «adelantada del mar océano».

    Algunos soldados españoles asesinaron al caudillo indígena Malope, provocando una rebelión entre los vasallos. Isabel, ante los acontecimientos, decidió poner rumbo hacia las islas Filipinas, llegando a Manila el 11 de febrero de 1596, no después de superar, penalidades, hambre, enfermedades, discusiones con el piloto Pedro Fernández de Quirós, tormentas en el mar y motines en las naves, que, según las crónicas obligaron a la almirante Barreto a condenar a la horca a varios marineros rebeldes a sus órdenes. Aquella travesía que comenzó con Mendaña en el puerto de Paita, Perú, llegó al puerto de Manila, después de llegar a Las Marquesas, Magdalena (Fatu Hiva), Santa Cristina (Tahuata), san Pedro (Moho Tani), La Solitaria (Niulakita, Tuvalu), y las Salomón, Tinakula, La Huerta (Tomotu Noi), Recifes (islas Swallow), Guam, 1 de enero de 1596 y, finalizó en Manila el 11 de febrero de 1596.

    Una anécdota desconocida; uno de los navegantes de aquel viaje, Pedro de Ortega, bautizó a la mayor de las islas de las Salomón con el nombre de su pueblo natal: Guadalcanal, situado entre los linderos territoriales de Sevilla y Badajoz. Nada hacía presagiar que siglos más tarde se convertiría en el escenario de la mayor batalla de la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico.

    Nuestra almirante en 1596 se casó de nuevo, en esta ocasión con el generalFernando de Castro, caballero de la Orden de Santiago, es decir, de buena fortuna. Ambos emprendieron en 1597 una nueva expedición, incansable ella y ambicioso él, con el navío san Jerónimo. Llegaron a Acapulco, en el actual México y entonces Nueva España, para llegarse hasta el Virreinato del Perú, hoy Argentina, donde, en Guanacos, Isabel tenía una encomienda.

    Fuentes fiables nos hablan de que, en 1607, con permiso de la Corona, regresaron a España y pleitearon en la Corte española ante las peticiones y las cédulas reales dadas a Quirós para una nueva expedición a las Salomón. Parece ser que sus reclamaciones no tuvieron el éxito deseado.

    En 1612 hallamos a Fernando de Castro como gobernador, hasta 1620, deCastrovirreyna. Siguiendo con la vida legendaria de Isabel, la almirante de la Mar del Sur falleció en dicha ciudad el 3 de septiembre de 1622, reposando sus restos en su iglesia mayor. Hay un testamento de 15 de julio del mismo año en el cual Isabel solicita que sus restos sean trasladados al convento de Santa Clara en Lima, en donde había profesado una hermana suya, Petronila. Una petición de la cual no hay constancia de su cumplimiento, aunque si existe de la tenacidad de una mujer que, en un mundo hostil y dominado por los varones, supo hacer valer su gallardía, valentía y carácter hasta el extremo de pasar a la historia.

    Francisco Gilet

    Historia del descubrimiento de las regiones Austriales, hecho por el general Pedro Fernández de Quirós, Madrid.

    H. Elías de Zevallos, El entorno de Isabel Barreto Castro de Mendaña y su viaje hacia las Salomón, 1595-1596.


    A. Baert, “Doña Isabel Barreto, marquise de la Mer du Sud et première femme gouverneur”




    https://espanaenlahistoria.org/perso...a-mar-del-sur/


  6. #26
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    Re: Mujeres de armas tomar


  7. #27
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    Re: Mujeres de armas tomar

    VASCAS HISPANAS:CATALINA DE ERAUSO, LA MONJA ALFÉREZ


    Fue monja y militar que luchó en la Guerra de Arauco, donde ganó gran fama por haber recuperado una bandera española arrebatada por los indios. Fue conocida como la Monja Alférez.


    CATALINA DE ERAUSO

    Nacida en San Sebastián en 1592, Catalina de Erauso era hija del militar Miguel de Erauso y de María Pérez de Gallárraga y Arce. A los cuatro años fue internada en el convento de San Sebastián el Antiguo, del que una tía suya era la priora, donde pasó su niñez y su adolescencia, llevando una austera vida monacal de oración y disciplina.

    Sin embargo, su carácter inquieto y rebelde no era muy apropiado para la vida enclaustrada. Tras una pelea con una novicia, en la que recibió varios golpes, fue encerrada en su celda de la que escapó disfrazada de campesino, marchándose del convento para siempre en 1607.

    Ya no abandonó su disfraz, su identidad desapareció. Siempre vestida como un hombre y con el pelo cortado a manera masculina, adoptó nombres diferentes, como Pedro de Orive, Francisco de Loyola, Alonso Díaz, Ramírez de Guzmán o Antonio de Erauso. Su aspecto físico le ayudó a ocultar su condición femenina ya que fue una mujer de gran estatura, más bien fea y sin unos caracteres sexuales femeninos muy marcados. Pedro de la Valle escribió sobre ella que “no tiene pechos, que desde muchacha me dijo haber hecho no sé que remedios para secarlos y dejarla llana como le quedaron…”. También se escribió que nunca se bañaba, y que debió adoptar comportamientos masculinos para así poder ocultar su verdadera identidad.

    CATALINA DE ERAUSO

    Pasó entonces a vivir en los bosques y a alimentarse de hierbas, a viajar de pueblo en pueblo, temerosa de ser reconocida, hasta que llegó a Valladolid, y de nuevo, a Bilbao. Finalmente, llegó a Sanlúcar de Barrameda, y se embarcó trabajando como grumete en uno de los grandes navíos de la Carrera de Indias que traen a España la plata extraída de las minas americanas. Curiosamente, el patrón de esa nave era Esteban Eguiño, tío de Catalina, aunque aquel nunca reconoció a su sobrina.

    Desembarcó en Araya (Venezuela) y marchó a Cartagena (Colombia). En América desempeñó diversos oficios, primero trabajó en Trujillo, más tarde, llegó a Lima, en el virreinato del Perú, donde se alistó como soldado bajo el mando de distintos capitanes.

    En 1619 viajó a Chile, donde, al servicio del rey de la Corona hispánica, participó en diversas guerras de conquista. En la Guerra de Araucco contra los mapuches, consiguió ganarse la fama de valiente y hábil con las armas, estacada en el combate y sin revelar que era una mujer. Durante una batalla, en un acto de valor heroico recuperó la bandera, que les habían arrebatado. En este lance recibió tres flechazos y una lanzada, por los mapuches, así como el grado de alférez por sus mandos.

    Así relató su hazaña:

    “Llegándoles socorro, nos fue mal y nos mataron mucha gente y capitanes, y a mi alferéz, y llevaron la bandera. Viéndola llevar, partimos tras ella yo y dos soldados de a caballo por medio de gran multitud, atropellando y matando, y recibiendo daño: en breve cayó muerto uno de los tres. Proseguimos los dos. Llegamos a la bandera, cayó de un bote de lanza mi compañero. Yo recibí un mal golpe en una pierna, maté al cacique que la llevaba y quitésela, y apreté con mi caballo, atropellando, matando e hiriendo a infinidad, pero malherido y pasado de tres flechas y de una lanza en el hombro ixquierdo, que sentía mucho.”

    Catalina descubrió que uno de sus mandos militares era su hermano Miguel de Erauso, el cual no consiguió reconocerle pues tenía dos años cuando él marcho a América. Por otra parte, ella no reveló su identidad, pero si que le estuvo comentando que era de su misma ciudad y sobre de conocidos y lugares comunes. Miguel acogió a Catalina en su tropa, persuadido de tener junto a sí a un paisano, además con notables virtudes militares.

    Durante estos años se vio envuelta en numerosas peleas y disputas. Fue amante del juego, los caballos y el galanteo con mujeres como era normal entre los soldados españoles de la época. Pronto se ganó la fama de duelista arbitrario y peligroso espadachín. En Argentina fue condenada a muerte por un duelo en el mató a su contrincante. Ya en el cadalso y con la soga al cuello, fue dada orden de liberación por haber confesado los falsos testigos que habían provocado su detención.

    En 1615, en la ciudad de Concepción, actuó como padrino de un amigo durante uno de esos duelos. Tras el intercambio de golpes su amigo y su contrincante cayeron heridos al mismo tiempo. Según el protocolo, los padrinos continuaron el combate, Catalina tomó su arma y se enfrentó al padrino rival, hiriéndole de gravedad. Moribundo, éste dio a conocer su identidad, sabiendo entonces Catalina que se trataba de su hermano Miguel de Erauso. Sólo pudo huir.

    CATALINA DE ERAUSO

    Continuó enrolada en los campos de batalla de Chile y Perú, en Tucumá, Potosí, La Plata, CochabaAmba, Cuzco, Huamanga…

    En otra ocasión, estando en la ciudad peruana de Huamanga en 1623, fue detenida a causa de una disputa. Para evitar ser ajusticiada, se vio obligada a pedir clemencia al obispo Agustín de Carvajal, contándole además que no podía ser ajusticiada por ser mujer y que había escapado hacía ya bastantes años de un convento.

    Ella misma lo narró así:

    “Señor, la verdad es ésta: que soy mujer, que nací en tal parte, hija de Fulano y Zutana, que me entraron de tal edad en tal convento, con Fulana mi tía; que allí me crié; que tomé el hábito y tuve noviciado; que estando para profesar, por tal ocasión me salí; que me fui al tal parte, me desnudé, me vestí, me corté el cabello, partí y acullá; me embarqué, aporté, trajiné, maté, herí, maleé, correteé, hasta venir a para en los presente, y a los pies de Su Señoría Ilustrísima.”

    Asombrado, el obispo determinó que un grupo de matronas la examinarían, comprobando que no sólo era mujer, sino virgen. Tras este examen y la demostración de tan extraordinario arrojo, recibió el apoyo del eclesiástico, quien evitó que Catalina fuese castigada por ejercer una falsa identidad e instalándola en el convento de Santa Clara de Huamanga, con el hábito correspondiente, bajo su tutela.

    El asunto llegó a oídos de la Corte, donde se interesan, no por la monja Catalina, sino por el heroico alférez de la Guerra de Arauco. En traje de civil, regresaba embarcada en la Armada del general vascongado Tomás de Larraspuru, natural de Azcoitia, que había prestado extraordinarios servicios a España limpiando de piratas el mar Caribe.

    Fue recibida con honores por el rey Felipe IV, sorprendido gratamente por la historia de la donostiarra. El llamado “Rey Planeta”, le confirmó su graduación y empleo militar, la llamó “monja alférez“, autorizándola además a emplear su nombre masculino y le concedió una pensión de ochocientos escudos de renta.

    El memorial que dirigió Catalina al rey para solicitar su ayuda comenzaba con estas palabras:

    “Señor: el alférez doña Catalina de Erauso, vecina y natural de la villa de San Sebastián, privicia de Guipúzcoa, dice: que en tiempo de diez y nueve años a esta parte, los quince ha empleado en servicio de Vuestra Majestad en las guerras del reino de Chile e indios del Perú, habiendo pasado a aquellas partes en hábito de varón, por particular inclinación que tuvo de ejercitar las armas en defensa de la fe católica y emplearse en servicios de Vuestra Majestad.”

    Algo más tarde, mientras su nombre y aventuras se extendían por Europa, Catalina viajó a Roma, quizás para arreglar de la mejor forma posible su extravagante situación personal. El papa Urbano VIII, le recibió en audiencia, escuchó su historia y le autorizó, de forma excepcional, a continuar usando su vestimenta de hombre, pero sin reincidir en más delitos y alborotos.

    De esta forma lo escribió:

    “Partí de Génova a Roma. Besé el pie a la Santidad de Urbano VIII, y referíle en breve y lo mejor que supe mi vida y correrías, mi sexo y virginidad. Mostró Su Santidad extrañar tal cosa, y con afabilidad me concedió licencia para proseguir mi vida en hábito de hombre, encargóme la prosecución honesta en adelante y la abstinencia de ofender al prójimo. Hízose el caso allí notorio, y fue notable el confuso de que me vi cercado: personajes, príncipes, obispos, cardenales.”


    ITINERARIO DEL VIAJE DE ERAUSO POR AMÉRICA DEL SUR

    También fue recibida por varios cardenales. Uno de ellos, el italiano Magallón, que no debía de sentir gran simpatía por los españoles, le dijo tras conocer sus aventuras que no tenía más falta que ser español, a lo que respondió la guipuzcoana:

    “A mi me parece señor, debajo de la corrección que se debe a Vuestra Señoría Ilustrísima, que no tengo otra cosa buena.”

    Las jornadas italianas de Catalina, en efecto, fueron de fama y agasajo. Hasta que un día se cansó y marchó a Nápoles para embarcar de regreso a España. Su presencia en Nápoles también suscitó admiración. Paseando por el puerto de aquella ciudad, comentó en sus memorias que unas jovencitas acompañadas de unos mozalbetes quisieron burlarse de ella diciéndole: “Signora Catalina, dove si cammina?”; a lo que ella respondió: “A darles a ustedes unos pescozones, señoras putas, y unas cuchilladas a quien se atreva a defenderlas.”

    Durante esta tranquila etapa, ella misma escribió o dictó sus propias memorias El memorial de los méritos y servicios del alférez Erauso, que hoy se encuentran en el Archivo de Indias.

    Pero su espíritu inquieto y aventurero no conoció reposo. En 1630, la monja alférez viajó de nuevo a América y se instaló en el virreinato de Nueva España, probablemente en la ciudad de Orizaba en el estado de Veracruz, donde regentó un negocio de arriera o transporte de mercancías entre México y Veracruz.

    A partir de 1635 poco se sabe de su vida, salvo que murió en Cuitlaxtla, localidad cercana a Puebla, quince años más tarde. Sin embargo, tampoco se conocen las causas de su fallecimiento, pues unos dijeron que fue asesinada, otros que murió sola entre sus asnos en los altos de Orizaba, otros que en un naufragio transportando una carga en un bote, y otros que se la había llevado el diablo.


    ESCULTURA A CATALINA DE ERAUSO EN SAN SEBASTIÁN




    https://somatemps.me/2019/09/27/vasc...monja-alferez/

  8. #28
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    Re: Mujeres de armas tomar

    ¿Sabías que en la batalla de Lepanto luchó una mujer en el bando español?

    Maria «La Bailadora» se enfrentó a los turcos con un arcabuz





    Y no nos referimos, esta vez, a Ana María de Soto... Aquella mujer alistada con nombre de varón, en los Batallones de Marina allá por el año 1794 y de la que ya hemos contado su historia en estas páginas. Hoy hablaremos de María, conocida como María «La Bailadora», un personaje real pero envuelto en un halo de romanticismo que le hacen parecer fruto de la imaginación de un novelista.


    MN


    La batalla de Lepanto, en 1571, enfrentó a la llamada Liga Santa (dentro de la que se encontraba España) contra el Imperio Otomano (ya sabéis, los turcos...), dos culturas disputándose la hegemonía del Mediterráneo occidental.
    Todos conocemos el desenlace y la gran victoria de nuestros compatriotas pero, dentro de ese escenario épico se nos cuela la figura de una mujer, que disfrazada de hombre y armada con un arcabuz y, probablemente, una espada de doble filo adaptada tanto para cortar como para ser clavada, entra en combate cuerpo a cuerpo y gracias a su pericia militar con dichas armas se produce una de las primeras bajas en el bando enemigo. Su valor demostrado la convierte en leyenda...

    Pero, ¿Qué «pintaba» una mujer en el fragor de una batalla en aquellos tiempos? Un soldado llamado Marco Antonio Arroyo, partícipe y testigo presencial en Lepanto, publica en Milán (entonces perteneciente al reino de España) una «Relación del Progreso de la Armada de la Santa Liga» en el año 1576 y en sus escritos cita, brevemente, que una mujer española ataviada como soldado se había «colado» en la Armada y estas son sus palabras textuales: «Mujer española hubo, que fue María, llamada la bailadora, que desnudándose del hábito y natural temor femenino, peleó con un arcabuz con tanto esfuerzo y destreza, que á muchos turcos costó la vida, y venida a afrontarse con uno de ellos, lo mató á cuchilladas. Por lo cual, ultra que Don Juan le hizo particularmente merced, le concedió que de allí adelante tuviese plaza entre los soldados, como la tuvo en el tercio de Lope de Figueroa».

    ¿Por qué no tenemos noticias de su existencia procedentes de otras fuentes? Puede deberse a varios motivos, por un lado la expresa prohibición del Generalísimo don Juan de Austria de «embarcar mujeres y gente inútil»... y por otro, la misoginia de la época.

    Sin embargo, en el bando turco sí que había mujeres y hasta niños el día de la contienda, raptados en sus incursiones por el Mediterráneo y que formaron parte de los 15.000 esclavos cristianos liberados en aquella jornada gloriosa. Y podríamos preguntarnos también ¿Qué llevó a María a arriesgar su vida de aquella manera? Dicen que el amor por un soldado de los Tercios..., pero eso nunca lo sabremos.



    https://www.lavozdegalicia.es/notici...10F6C10992.htm

  9. #29
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    Re: Mujeres de armas tomar

    Le hecho mención en la aportación número 22 de este hilo...

  10. #30
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    Re: Mujeres de armas tomar

    Sí, ya lo sé, gracias por el aporte. Y como el tema era muy interesante, he buscado para saber más.

  11. #31
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    Re: Mujeres de armas tomar

    ANA MARÍA DE SOTO, LA PRIMERA INFANTE DE MARINA

    5 febrero, 2020



    Los archivos, poco a poco, van arrojando luz sobre mujeres increíbles que participaron en la defensa de la nación: María Pita, Agustina de Aragón, Manuela de Luna, la monja Alférez, Manuela Sancho y otras tantas que merecen un homenaje. Así las cantineras de la batalla de Bailén en 1808 fueron pieza clave para la victoria final del ejército español. (También en la Guerra de África fueron cruciales) Vituallas, intendencia, correos, almirantes de navío, diestras con la espada y fieras guerreras. Personajes claves para la historia, mujeres que quedarán en la memoria.

    La primera mujer infante de marina

    Hoy me quiero detener en Ana María de Soto, un personaje quizás menos conocido pero que tiene gran importancia. Fue una gran heroína y la primera mujer infante de marina. Fue conocida como “la soldado estanquera” y era natural de Montilla (Córdoba). Al parecer, según los datos recogidos en su expediente personal, se alistó como soldado en 1793 en la sexta compañía del 11º Batallón de Infantería de Marina, ocultando su identidad puesto que lo hizo bajo el nombre de Antonio María de Soto. En el libro “Por mar y por tierra. Historias marinas y cuentos” aparecen estos datos amén de la única descripción que tenemos de Ana María, “de pelo castaño y ojos pardos”.

    El 4 de enero de 1794 se embarcó en la fragata Nuestra Señora de las Mercedes para pasar, a continuación, a la fragata Balbina, de la que desembarcó el 18 de septiembre de 1795. Seguidamente, el 22 de septiembre, se embarcó en la Santa Dorotea, bajo el mando el capitán Manuel Guerrero y Serón. Finalmente, el 26 de enero de 1796 volvió a Nuestra Señora de las Mercedes. Idas y venidas por los mares, buscando aventuras y cumpliendo el deber del buen soldado.

    Así participó en los ataques de Bañuls, en la defensa de Rosas y en la batalla del Cabo de San Vicente contra los ingleses, el 14 de febrero de 1797, que se saldó con la derrota española. A bordo de la fragata Matilde participó en la defensa de Cádiz contra la escuadra inglesa. Valentía, arrojo, honor y sentido del deber para defender el pabellón español y comportarse como una excelente infante de marina.

    La soldado estanquera

    El 7 de julio de 1797 fue obligada a desembarcar y licenciada al descubrirse su sexo, durante un examen médico a causa de unas fiebres muy altas. Su caso fue remitido al palacio real para que se le castigase, pero lejos de eso, el rey Carlos IV, al comprobar su valentía, la premió y, mediante un Real Decreto, para que pudiese cuidar de sus padres, le concedió una pensión vitalicia de dos reales de vellón diarios y el grado de sargento, permitiéndole lucir los colores de la marina y las divisas de su rango. También, en 1799, se le concedió la licencia de estanco en su localidad natal, Montilla.

    Ana María de Soto, primera mujer española infante de Marina,
    murió a los 58 años, el 4 de diciembre de 1833. Una vida apasionante que supuso un hito en la historia de España, un camino valiente, de determinación y audacia para embarcarse en los navíos de guerra que surcan los mares y se enfrentan a los enemigos de la patria. Una figura relevante que merece ser conocida.

    por José Carlos Mena en Sonrisasenelcamino


    https://somatemps.me/2020/02/05/hisp...nte-de-marina/



  12. #32
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    Re: Mujeres de armas tomar

    DOS HEROÍNAS CONTRA NAPOLEÓN




    La Fraila


    La guerra de la Independencia del pueblo español contra la Grande Armée de Napoleón, está llena de ejemplos de valentía y gallardía a la hora de doblegar la arrogancia de las fuerzas napoleónicas que, con la estratagema de enfrentarse a las ejércitos ingleses, lograron, en el Tratado de Fontainebleau de 27 de octubre de 1807, que el primer ministro Manuel Godoy consintiese su paso por tierras españolas. Sin embargo, aquello no fue un simple tránsito por la península ibérica, sino que se convirtió en la ocupación de las principales ciudades españolas por parte de unas tropas que habían conquistado Europa y que pretendían acabar con dos imperios, el inglés y el ruso. No lo lograron con ninguno de ambos, e incluso, en relación a España y a los españoles, provocó que Napoleón, ya en el exilio, pronunciase el siguiente lamento; «Esta maldita Guerra de España fue la causa primera de todas las desgracias de Francia. Todas las circunstancias de mis desastres se relacionan con este nudo fatal: destruyó mi autoridad moral en Europa, complicó mis dificultades, abrió una escuela a los soldados ingleses… esta maldita guerra me ha perdido». «Nudo fatal» sobre el cual deseamos volver en otro artículo para dejar expuesto el valor y patriotismo que impregnaron al pueblo español ante el comportamiento y desmanes de los engreídos franceses.

    Si los nombres de Palafox, de Álvarez de Castro ya han surgido en esta etapa de nuestra historia bélica, hay otros que, junto con Agustina de Aragón, catalana, según parece, acompañan a tan egregios personajes.

    Juana Galán es uno de esos nombres que, a falta de hombres embarcados en la guerra contra el francés, aparece el 6 de junio de 1808 en la contienda de Valdepeñas. Las mujeres, desde las ventanas y terrados de sus casas lanzaban agua caliente, junto con aceite hirviendo contra el francés, mientras Juana Galán, armada de una porra, arremetía contra la caballería gabacha, luchando con las restantes mujeres cuerpo a cuerpo, provocando con tal acción que las tropas francesas llegaran con retraso a la trascendental batalla de Bailén. El abandono de los franceses de la provincia de La Mancha comenzó, pues, en Valdepeñas. Por tal conducta repleta de valor y osadía se le concedió a la villa manchega el título de «Muy heroica».

    Juana Galán, conocida como La Galana, es todo un símbolo para Valdepeñas, compendio de resistencia, heroicidad y patriotismo. Se la suele representar agarrando a un soldado con la mano izquierda mientras con la derecha sostiene una cachiporra dispuesta a descargarla contra el francés. Ha sido traladada al teatro en obras a nivel nacional que representaban la batalla de Bailén y la contienda de Valdepeñas. En 2008, la compañía teatral toledana «La Recua» utilizó a este personaje como protagonista de una recreación de unos mitificados fusilamientos, que amenizaba un mercado goyesco que recorrió varios puntos principales de España, como acto principal del bicentenario de la Guerra.

    El 2 de mayo de 1810, dos años después de la declaración de guerra, contrajo matrimonio con Bartolomé Ruiz de Lerma, natural de Valdepeñas, con quien tuvo dos hijas. A causa de su último parto falleció el 24 de septiembre de 1812, el mismo día en que se declaraba La Mancha liberada de las tropas de Napoleón, con la entrada triunfal de Francisco «Chaleco» en Valdepeñas. Personaje éste con el cual, corrió el rumor, de haber vivido La Galana un romance. Aunque también se rumorea acerca de un enfrentamiento con Agustina de Aragón, igualmente perteneciente a la partida del dicho «Chaleco». Aunque todo ello es intrascendente ante el heroísmo patriótico demostrado por Juana la Galana.

    El 30 de mayo de 1808, era santera de la ermita de Consolación de Aberturas, actualmente pedanía de la ya nombrada Valdepeñas, otra heroína de la guerra de Independencia, de la cual se conoce solamente su mote, La Fraila. Dada la alarma de la presencia francesa, La Fraila se trasladó a la Iglesia Mayor de la Valdepeñas para organizar una Junta de Defensa que, presidida por el cura Calao, pretendía cortar el paso a los franceses, deseo que se cumplió empero ser Valdepeñas completamente destruida por un incendio.

    Sin embargo, fue en mayo de 1811, cuando el guerrillero Francisco «Chaleco», logró la evacuación del cantón francés de La Solana, con varias bajas, entre las cuales se hallaba el único hijo de La Fraila, Juan Ramón, enrolado en la partida de la guerrilla. La vencida tropa francesa, huyendo, compuesta por un centenar de soldados se acuarteló en la dicha ermita de Consolación, donde les aguardaba La Fraila. Esta les dio de comer y vino en abundancia hasta que quedaron dormidos. Ante tal escena, La Fraila, en venganza por la muerte de su hijo, atrancó las puertas de la ermita y colocó barriles de pólvora de los propios franceses debajo del altar. Con una tea ardiendo prendió los barriles, provocando la voladura de la ermita, inmolándose ella con la explosión. La ermita quedó destruida por completo con la gesta de La Fraila y al año siguiente las tropas invasoras francesas abandonaron definitiva y completamente La Mancha.


    Francisco Gilet
    Bibliografía
    La Galana, de Carlos Isidro Muñoz de la Espada
    VASCO, Eusebio: Ocupación e incendio de Valdepeñas por las tropas francesas.
    AGUADO, Lola: La guerra contra Napoleón. Valdepeñas, 1808.
    Valdepeñeros Ilustres. Eusebio Vasco. Valdepeñas


    https://espanaenlahistoria.org/perso...ntra-napoleon/


  13. #33
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    Re: Mujeres de armas tomar

    Me han plagiado el título del hilo.


    Historia carlista: mujeres de armas tomar



    Interesantísimas fotografías de margaritas valencianas, tomadas en las primeras décadas del siglo XX por el fotógrafo de Manises José Ramón García Planells, personaje popular y de profunda fe católica.

    Todo un testimonio gráfico del ambiente de aquellos círculos carlistas / jaimistas.







    https://www.ahorainformacion.es/blog...e-armas-tomar/

    ReynoDeGranada dio el Víctor.

  14. #34
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    Re: Mujeres de armas tomar

    “Herida de saeta por una teta y así defendió la fortaleza”. Mujeres en combate, lucha urbana y gestas olvidadas de la Reconquista.





    La Reconquista es la mayor gesta histórica del pueblo español, junto con la conquista y evangelización de América. En ella abundan las gestas y proezas olvidadas en una guerra de muchos años por reunificar España y liberarla del Islam. Al margen de las grandes batallas, que han sido tradicionalmente recordadas, como Alarcos, las Navas de Tolosa, Salado o Antequera, existieron una multitud de hechos relevantes y heroicos en un largo conflicto de frontera, hasta llegar a la guerra final de 1481-1492.

    Especialmente durante los siglos XIV y XV, los últimos de la Reconquista, fueron muy abundantes los combates de una guerra de incursiones y contraataques mutuos a lo largo de Andalucía y Murcia, que dieron pie a todo tipo de momentos recordados y actos valerosos y hasta a un género literario popular que los glosaba, el Romancero.

    Cuando el destronado Nasr murió, se aclaró la situación. Todos estuvieron unánimes y fue posible hacer la guerra santa. Así en rayad del año 724 (julio de 1324), el rey Ismail se puso en movimiento, se dirigió contra el país enemigo y puso cerco a Huéscar, el obstáculo interpuesto en la garganta de la ciudad de Baza, la cercó completamente, alineó sus tropas para el asalto y disparó con un aparato imponente que funcionaba con la ayuda de la nafta, unas bolas ardientes a una tronera inaccesible de su fortaleza y produjo unos efectos como los de los rayos del cielo. Acerca de ella dijo nuestro sabio Abu Zakariyya b´ Hudayl, que Dios tenga misericordia de él, del comienzo de una quasida célebre:

    Donde están los estandartes rojos y el león indomable hay escuadrones a los que ayudan los habitantes del cielo”…

    Así describía el cronista musulmán de la época, Ibn Al Jatib la toma de la villa granadina de Huéscar, una estratégica plaza que a partir de entonces fue la “base de partida de la guerra santa” en palabras del propio Al Jatib. Sin embargo Huéscar fue reconquistada por los cristianos en 1434, en un asalto por sorpresa dirigido por Rodrigo Manrique, padre del inmortal poeta Jorge Manrique, con un pequeño grupo de hombres que escalaron la fortaleza por sorpresa por la noche y la tomaron tras degollar al confiado grupo de soldados moros que la vigilaba. Después tuvo lugar un gran asedio por parte de los musulmanes para recuperarla, pero las fuerzas cristianas se abrieron paso utilizando minas y artefactos explosivos y consiguieron obligar a los moros a levantar el asedio.

    Los combates y ataques eran constantes entre las fuerzas de la Corona de Castilla y las del reino musulmán de Granada. Los moros quemaron Jaén y Úbeda en 1368 y las puertas de Zahara en 1410, entre otras muchas villas. Los castellanos tomaron Zurgena, Overa, el castillo de Pruna, en la sierra de Ronda, los castillos de Ayamonte, Priego, quemaron el arrabal de Íllora, tomaron Antequera, tras una batalla y asedio. Pero los moros derrotaron a los cristianos en Huelma y Archidona. Los cristianos se tomaron el desquite derrotando a los moros cerca de Guadix, en 1434. Entre otros muchos combates.

    En aquella época, el concepto de “población civil” no existía, como señalan los historiadores y muchas veces las mujeres jugaban un importante papel luchando incluso o dirigiendo la lucha. Cuenta la crónica de Juan II de Castilla que la hija del alcaide de Zahara dirigió la defensa de la villa contra el asedio moro “y fue herida de una saetada por la teta y ansí herida defendió la fortaleza durante cuatro días fasta que fue socorrida”. En el ataque musulmán a la villa jiennense de Quesada en 1469 “una mujer varonil armada de lanza obligó a siete moros metidos en el hueco de una peña a rendirse”

    Cuando se asaltaba una villa era fundamental dominar las técnicas del combate urbano en callejuelas estrechas para que grupos de soldados no quedaran aislados y pudieran ser atacados en inferioridad y muertos por las fuerzas defensoras, que lógicamente conocían mejor las calles que los atacantes. Todo eso se preparaba y entrenaba, como señala el historiador Miguel Ángel Martín Vera. Se utilizaban en la lucha en las calles flechas con arcos y ballestas, espadas, lanzas, puñales y también piedras. El combate cuerpo a cuerpo era muy habitual. Era fundamental para los atacantes llegar a las plazas porque eran espacios abiertos cuya ocupación desarticulaba la defensa enemiga. En Alhama, Loja, Coín, Cúllar, Baza, Ronda, en la misma Málaga, y en muchas otras localidades, villas y ciudades tuvieron lugar grandes combates, ataques e incursiones de uno y otro bando.

    Completar la Reconquista de España no fue una tarea nada fácil. Costó mucha sangre y esfuerzo. Así pues, no deberíamos olvidar y menos renegar, desde luego, de los sacrificios de nuestros antepasados.

    RAFAEL MARÍA MOLINA.



    https://somatemps.me/2021/02/22/heri...a-reconquista/


  15. #35
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    Re: Mujeres de armas tomar

    AGUSTINA DE ARAGÓN

    4 marzo, 2021

    Agustina de Aragón, aragonesa de Barcelona, no solo combatió a los franceses enZaragoza, también lo hizo en otras ciudades españolas y con el grado de subteniente de artillería del ejército español. Casi todos sabemos que fue una heroína en la lucha contra la invasión francesa pero pocos saben que un hijo suyo murió de hambre, cansancio y enfermedad mientras ambos eran prisioneros de los franceses.

    Agustina Zaragoza Domenech parecía predestinada por su apellido cuando nació el 4 de marzo de 1786 en Barcelona. A los 17 años se casó con otro adolescente de un pueblo de Gerona que por entonces era cabo segundo en el Regimiento 1º del Real Cuerpo de Artillería y estaba destinado en Barcelona. Debido a la carrera militar de su marido, el joven matrimonio pasó a residir un tiempo en Mahón (Menorca) y después regresó de nuevo a Barcelona. Estando en la Ciudad Condal en 1808 y ya con un hijo, ocurrió la sublevación del 2 de mayo contra la invasión francesa y por ello el marido fue destinado a Zaragoza, una vez más, la familia se trasladó a la ciudad aragonesa.

    Zaragoza se había alzado frente al invasor y para someterla, el ejército francés la sitió, comenzando una serie de bombardeos para desgastar las defensas. Agustina, al igual que las demás mujeres y niños de la ciudad, se encontraba atendiendo a los heridos y llevando agua y comida a los artilleros de un cañón situado en la Puerta del Portillo, cuando una granada lanzada desde una avanzada de un destacamento de soldados franceses estalló junto al cañón, dejando a todos los artilleros muertos o malheridos. Al quedar la posición defensora neutralizada, los franceses se abalanzaron inmediatamente, confiados en conseguir romper el cerco y entrar en la ciudad. Fue entonces cuando apareció Agustina, que a trompicones entre muertos y heridos, cogió el botafuego (el mecanismo empleado para encender la mecha del cañón) y logró disparar el cañón a tiempo sobre la columna francesa, causando gran cantidad de heridos y muertos, evitando in extremis, la invasión de la ciudad.

    Agustina de Aragón pintada por Augusto Ferrer Dalmau
    La valiente acción de Agustina sirvió para subir la moral a los defensores de la ciudad. El heroico gesto de Agustina llegó a oídos del general español Palafox, quien se encontraba al frente de la defensa de Zaragoza y por ello la condecoró con el título de Artillera y sueldo de seis reales diarios. Agustina continuó luchando en la defensa en aquel cañón y en otros ubicados por toda la ciudad. Y lo hizo tan bravamente que el general Palafox la condecoró en tres ocasiones más; con dos escudos de honor con el lema Defensora de Zaragoza y Recompensa del valor y patriotismo y con la cinta de honor.

    Por desgracia, el sitio del ejercito francés (el más poderoso en aquel momento) continuo varios meses más y la población de Zaragoza fue desangrándose poco a poco durante aquella heroica defensa. Una epidemia de peste brotó en Zaragoza y aquello terminó de mermar a la población, que extenuada por tan largo asedio, se vio forzada a rendirse el 23 de febrero de 1808. Cuando las franceses entraron en la ciudad, apresaron a todos los combatientes de la ciudad, Agustina inclusive, que tuvo que cargar con su hijo de 5 años, camino a una prisión en Francia.

    Por el camino a la deportación a Francia, el hijo de Agustina murió de hambre, cansancio y enfermedad debido al mal trato que los franceses dieron a los prisioneros. Pero una vez más, nuestra heroína dio muestras de su valentía y consiguió escapar en Puente la Reina(Navarra) y consiguió llegar a Teruel, ciudad que estaba liberada de franceses. Allí, la Junta provincial que gobernaba en nombre del rey de España (preso en Francia), le entregó un pasaporte militar y fue enviada a Sevilla. En Sevilla se encontraba la Junta Suprema Central del Gobierno de España y en la capital andaluza le fue concedido el grado de subteniente de artillería del ejército español.

    Por su hoja de servicios se sabe que estuvo combatiendo una vez más a los franceses enTortosa (Tarragona) y en cuya defensa destacó una vez más. Por desgracia, aquí también tuvo que rendirse la ciudad el 2 de enero de 1811 y una vez más Agustina fue hecha prisionera, siendo enviada esta vez de vuelta a Zaragoza.

    Siguiendo su hoja de servicios, vuelve a aparecer en combate frente a los franceses en Vitoria, en el año 1813. Esta vez si pudo saborear la victoria frente al invasor y de nuevo con una actuación brillante, pues fue mencionada su heroicidad ,al frente de una batería, por el general Morillo, que estuvo al mando en la batalla.


    Agustina de Aragón con el uniforme de artillería y sus medallas. Obra del inglés John Everett


    Terminada la guerra pudo reencontrarse con su marido y tuvieron otro hijo en 1818. Cuando el hijo tenía 5 años falleció el marido de Agustina, debido a una enfermedad, cebándose la fatalidad con ella. Al año de enviudar, Agustina se casó con un médico más joven que ella, con quien tuvo una hija. Durante muchos años la familia residió en Sevilla pero cuando la hija se casó con un militar que fue destinado a Ceuta, Agustina viajaba a la ciudad española de África para visitar a su hija. Fue en uno de estos viajes cuando Agustina falleció de una bronconeumonía en mayo de 1857. Allí fue enterrada, hasta que en 1870 la ciudad de Zaragoza sufragó los gastos para trasladar sus restos mortales hasta la ciudad donde Agustina ganó la eternidad.

    En 1908, coincidiendo con el centenario del asedio francés a Zaragoza y los actos heroicos protagonizados por Agustina de Aragón, se levantó un monumento en recuerdo de Agustina por su heroico acto durante la defensa de la ciudad. El monumento fue realizado por el prestigioso escultor Mariano Benlliure y está ubicado en la Plaza del Portillo, muy cerca de donde ocurrió el famoso suceso del cañón.


    Monumento a Agustina de Aragón. Obra del escultor Mariano Benlliure

    La hazaña de Agustina Zaragoza DomenechAgustina de Aragón” tuvo un gran impacto en su época y a posterior; innumerables cuadros (incluido un dibujo de Goya titulado “¡Qué Valor!“), un poema de Lord Byron y ya en el siglo XX, películas. Sin duda, una vida legendaria de una mujer nacida en Barcelona y que alcanzó el grado de Subteniente en el ejército del siglo XIX.









    https://xn--laviejaespaa-khb.es/agustina-de-aragon

  16. #36
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    Re: Mujeres de armas tomar

    Arequipa, 1867: ¡Por la Santa Causa, hasta la muerte!

    Catedral de Arequipa, Commons

    PUBLICADO POR: CIRCULO BLAS DE OSTOLAZA - PERU
    FEBRERO 20, 2021


    Están de moda las adolescentes levantiscas. Tuvimos una muy grande en Arequipa. La poetisa Felisa Moscoso, en la gloriosa gesta de las mujeres arequipeñas durante las primeras horas de la revolución de 1867.

    Felisa María Moscoso nació en Arequipa en 1852. Fue hija de don Julián Moscoso y de doña Manuela Pacheco. Siendo muy niña la llevaron a Lampa, donde aprendió quechua y seguramente se empapó del espíritu de severidad y austeridad de la romanidad andina. Desde muy pequeña sintió vocación por las letras y publicó versos en el periódico La Bolsa que luego recopiló en un primer libro: Flores Silvestres. A estos les siguieron otros títulos como Ligeros pensamientos consagrados a la mujer o Violetas mistianas. A los quince años contrajo nupcias con el abogado arequipeño Juan Manuel Chávez. Al enviudar de él, se desposó con el que sería héroe de la Guerra del Pacífico, el contralmirante Melitón Carbajal.

    Nuestra historia comienza cuando la poetisa sólo tenía trece años, en 1865. El coronel Mariano Ignacio Prado, aliado con los liberales progresistas, llegó al poder luego de una revolución que derrocó al presidente Pezet. Buscando legitimar su gobierno, Prado convocó a elecciones para Presidente de la República y para un Congreso Constituyente, encargado de una nueva carta constitucional que reemplazara la de 1860. Con un Congreso dominado por liberales progresistas, se empezó una campaña de hostigamiento contra los enemigos del régimen. Se emprendió una serie de medidas contrarias a la religión, como las restricciones al tañido de las campanas de las iglesias o la prohibición de tocar una campanilla reverencial cuando el sacerdote llevase el viático por las calles, como dictaba la tradición multisecular.

    Al promulgarse la Constitución de 1867, de fuerte carácter liberal-progresista y con medidas anticlericales, el presidente mandó jurarla en todas las ciudades del país. A tal efecto, el prefecto de Arequipa, Miguel Valle Riestra, mandó armar un tabladillo en la plaza de armas. El día anterior al que se llevaría a cabo la juramentación, el 11 de setiembre de 1867, los ánimos de los arequipeños estaban caldeados.

    Hacia media mañana, la gente congregada en la plaza discutía a viva voz la imposibilidad de jurar una constitución impía. De pronto, se empezaron a oír vivas a la religión: «¡Viva la religión! ¡Muerte a la constitución blasfema! ¡Muera el gobierno apóstata!». Del gentío se destacó la figura de la joven poetisa Felisa Moscoso, quien, junto a otras valientes mujeres arequipeñas, se subió al tabladillo y exclamó:

    «No podemos permitir tamaña afrenta a nuestra condición de cristianos, el gobierno nos insulta pretendiendo hacernos jurar una Constitución impía, que la juren todos los demonios y sus sirvientes, pero, los arequipeños, que tenemos a mucha honra ser católicos y estamos dispuestos a defender nuestra santa causa hasta con nuestras vidas: ¡No, no, no!».

    Luego cogió una copia de la constitución que debía ser jurada y la quemó ante el júbilo y la algarabía de la catoliquísima población mistiana. Este fue el punto de partida de una de las más gloriosos levantamientos de nuestra historia. Luego de serios enfrentamientos con las fuerzas del orden, los arequipeños se hicieron con el control de su ciudad. Reconocieron como su líder al general Pedro Diez Canseco, segundo vicepresidente del gobierno de Pezet.

    Prado, a la cabeza de sus fuerzas, marchó sobre Arequipa para sofocar la revolución, intentando tomar la ciudad. Para ello contaba con dos imponentes cañones, el más poderoso de los cuales fue interceptado en su traslado hacia Arequipa y destruido por los bravos amotinados. La ciudad resistió el sitio gallardamente. Prado no pudo tomarla y se vio obligado a regresar derrotado a Lima, donde el creciente descontento popular lo forzó a renunciar a la presidencia. Pedro Diez Canseco asumió el cargo de jefe de estado de manera interina, restableció la Constitución de 1860 y convocó elecciones presidenciales de las que resultó triunfador José Balta.

    FARO/Círculo Tradicionalista Blas de Ostolaza. J. C. Nalvarte



    https://periodicolaesperanza.com/archivos/3679


  17. #37
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    Re: Mujeres de armas tomar

    Ana de Ayala, la sevillana que sobrevivió al Amazonas

    por José Carlos Mena | Abr 21, 2021



    Una gran historia

    La historia de España es muy extensa y grandiosa. ¿Cómo es posible que consiguiera todo lo que consiguió? Máxime cuando se contaba con un territorio pequeño y una población mínima. ¿Cómo fue posible tanto? Amén de los visionarios y el golpe de fortuna que la puso en el candelero durante varios siglos, fueron hombre y mujeres, mujeres y hombres, los protagonistas de una aventura sin igual, de una exploración digna de elogio, de una ruta comercial espectacular y de un camino labrado con esfuerzo, sangre y millas de navegación.

    Y sí, muchas mujeres, desde el tercer viaje de Colón, contribuyeron a descubrir y engrandecer el nuevo mundo. Piezas fundamentales de aquellas tierras, recién descubiertas, para formar parte de un todo, de un reino poderoso que se extendía allende los mares y océanos. Mujeres como Isabel Barreto, Mencía Calderón, Inés Suárez, Isabel Rodríguez y otras tantas heroínas que sembraron entusiasmo, coraje y valentía, para la posteridad.

    Hoy me quiero detener en otra gran mujer, una a la que no le tembló el pulso cuando se embarcaba hacia lo desconocido y que lo dejó todo para seguir a su marido en viajes peligrosos, atravesando todo un océano y dispuesta a explorar el río más largo del mundo: El Amazonas. Hoy me quiero detener en Ana de Ayala, la esposa de Orellana.

    Ana de Ayala, esposa de Orellana

    Francisco de Orellana fue un explorador, conquistador y adelantado español, y el primero en explorar el inmenso y peligroso río Amazonas. Fuese o no por casualidad, lo cierto y verdad es que sus peripecias y penalidades dieron su fruto y llegó a descender por la corriente amazónica hasta el Atlántico en un viaje sin paragón. Y todo empezó en una expedición en busca de canela (y, de camino, de El Dorado) desde Perú, acompañando a Gonzalo Pizarro, hermano del célebre conquistador.

    Perdidos, exhaustos y sin vivieres, se adentraron en un laberinto de arroyos, corrientes y aguas bravas, amén de tribus hostiles que los hostigaban. La expedición se dividió y Orellana, con sus hombres, y en una balsa fabricada por ellos mismos, se adentró en la selva, descendiendo por rápidos y caudalosas torrenteras. El maltrecho Gonzalo Pizarro se quedó esperando socorro, pero Orellana jamás volvió debido, según cuenta, por la fuerte corriente que lo empujaba hacia adelante.

    Habiendo superado el enorme escollo, habiendo soportado pruebas muy duras, una vez que llegó al océano se envalentonó y se marcó un objetivo claro: volver a España, narrar su aventura y obtener la gobernación de aquel vasto territorio. Y con ese firme propósito, con la intención de explorar y explotar la zona (supuestamente rica en canela) y de afincarse allí, convenció a la Corona española. Pero antes de partir hacia la nueva aventura, hacia la nueva misión, quiso casarse en Sevilla. Y lo hizo con la joven Ana de Ayala, de la que se enamoró, perdidamente, a primera vista.

    Orellana, Gobernador de la Nueva Andalucía

    Orellana, tal y como reza este párrafo de la capitulación real, fue nombrado Gobernador de la Nueva Andalucía: “Don Carlos e doña Juana, por quanto nos avemos mandado tomar cierto asiento y capitulación con vos el capitán Francisco de Orellana sobre el descubrimiento y población de ciertas tierras y provincias que hemos mandado llamar e intitular la Nueva Andalucía, es mía majestad y voluntad que agora y de aquí adelante para toda vuestra vida seáis mío gobernador y capitán general...”

    Y, como hemos dicho, se enamoró perdidamente de la joven Ana, hija, al parecer, de un armador sevillano. Convencido, se dispuso a hacerla su esposa, la cortejó y le prometió una buena vida en las nuevas tierras de las que sería gobernador. Ella, sin dudarlo, apostó por él y se embarcó en una aventura direnta a lo desconocido, repleta de peligros y muerte. Pero el destino es caprichoso y más aún en aquellos tiempos repletos de tempestades, dificultades, tribus hostiles y territorios desconocidos. Y esta vez, el poderoso Amazonas les esperaba con su furia indómita.

    Después de arduas negociaciones e intensos movimientos para reunir tripulación, pertrechos y los medios necesarios, se hicieron a la mar 4 barcos, junto con 450 personas, en mayo de 1545, desde el puerto de Sevilla. No contaban con el beneplácito oficial pues estaba prohibido embarcar a tripulación extranjera, tenían que ser todos españoles, y eso Orellana no lo cumpía. Así que, sin tener las naves completamente pertrechadas, sin permiso y escapando de la vigilancia, puso rumbo al océano. En la expedición, a parte de Ana de Ayala, su esposa, y alguna que otra cuñada, iban más mujeres dispuestas a buscar fortuna, formar familias y fundar ciudades en el nuevo mundo, cumpliendo las capitulaciones. Valientes y atrevidas que sembraron voluntades y razones para el mestizaje.

    El río Amazonas

    Pero, en aquel tiempo de aventuras en que cualquier temporal torcía los planes, en aquel tiempo de travesía donde los cascarones de madera eran manejados por las olas furiosas, la derrota seguida se tornó traicionera y nada salió como se pensaba o tenía planeado. Hicieron escala en Tenerife, pasando allí tres meses, intentado completar la tripulación pero no lo consigue. Después pasaron a Cabo Verde y las condiciones de los barcos eran pésimas. De hecho tiene que dejar allí una, la nao Victoria destrozada. Es curioso que allí mueren 98 hombres por las malas condiciones del agua y otros muchos son dejados allí, por su mal estado de salud. Al final llegan a la desembocadura del Amazonas 2 naves, con apenas un centenar de hombres en un lamentable estado.

    Pero todo fue un desastre, la misión era insostenible. Apenas un puñado de hombres, famélicos y harapientos, dispuestos a conquistar y explorar un territorio inmenso y salvaje, sin nada de alimentos ni material para revertir la situación. Los barcos destrozados, quimeras imposibles, una ciudad incipiente, el hambre que aprieta y Orellana que divide a la expedición y marcha río arriba para buscar alimentos y otro sitio idóneo para el segundo asentamiento. Apenas quedaba esperanza. Fueron atacados constantemente por tribus indígenas, sufrieron desnutricuión y necesidad. Habían fracasado antes de empezar pero Ana de Ayala seguía junto a su esposo, sufriendo y remando contra aquella corriente impasible.

    Y es que nadie escapaba de las fauces húmedas de aquel gran cauce, de aquella corriente enorme que todo lo deboraba. Todos, poco a poco, sucumbían al gran río, perecían en sus orillas o se perdían en desvaríos, bajo la humedad lacerante de la inmensa selva. De hecho, de las apenas 100 personas que llegaron al Amazonas, entre hombres y mujeres, solo sobrevivieron 44 y entre ellos se encontraba la valiente Doña Ana de Ayala.
    Francisco de Guzmán, otros de los supervivientes en aquella aventura lo narra así:

    …navegamos el río abajo asta venir a la Margarita donde allamos a su mujer de Orillana, la qual nos dixo que su marido no había azertado a tomar el brazo principal que buscaba y así por andar enfermo tenía determinado de venir a tierra de cristianos y en este tiempo, andando buscando comida para el camino, le flecharon los indios diecisiete hombres; desta congoja y enfermedad murió Orillana dentro en el río… la mujer de Orillana anduvo con su marido toda la jornada asta que murió y ella se bino a la Margarita donde la alló este pasajero, y le dijo lo que arriba dize”.

    Ana se mantuvo junto a su esposo, que al parecer murio de fiebres en aquella misión suicida. Lo enterró junto a un árbol y tomó el mando de lo poco que quedaba para buscar la salvación, para llevar a los pocos supervivientes a buen puerto. Ana de Ayala sobrevivió al río Amazonas, a la terrible expedición que hizo estragos. Poco se sabe de su vida, tan solo que llegó a Isla Margarita y de allí pasó a Panamá, donde se estableció y vivió largos años. Posiblemente reclamara una pensión a la corona pues su esposo tenía encomiendas en torno a Guayaquil.

    Una joven sevillana embarcada hacia lo desconocido, de la mano de su esposo Orellana, surcando las aguas de un enorme río y viendo como sucumbían sus compañeros de viaje, entre penalidades, flechas y hambrunas. Y ella logró sobrevivir, pese a todo.

    Supervivientes

    Es curioso que, casi 30 años después de los hechos, en 1572, el testimonio de Ana de Ayala (“que prometió decir la verdad”) aparece en un documento del archivo de Indias. Se trataba de la probanza de méritos presentada por Juan de Peñalosa, uno de los capitales de Orellana, contador caído en desgracia, que solicitaba recuperar su empleo y bienes. El testimonio es desgarrador y da fe de las penurias que pasaron, de los horrores de los que fueron testigos y del trágico final de los miembros de la misma. Dice así:

    …llegó a tanto la dicha hambre que se comieron los caballos que llevaban y los perros en onze meses que anduvieron perdidos en el rio, en el qual murió la mayor parte de la gente y juntamente con ella el dicho su marido. Y sabe esta testigo que solamente escaparon los dichos quarenta y quatro hombres, uno de los quales fue el capitán Juan de Peñalosa, y así esta testigo sabe que todos en general quedaron perdidos y así, apartados todos, en compañía este testigo vaya a la isla de la Margarita”.

    ¿Qué no pasaría Ana de Ayala? ¿Qué no descubriría o sufriría por sobrevivir al Amazonas? Vio morir a compañeros, incluso a sus hermanas. Vio morir a su esposo, sintió de cerca la muerte y palpó el hambre lacerante y la necesidad. Camino incierto hacia lo desconocido, hacia la desembocadura del asombro o hacia el ocaso. ¿Qué no vería? ¿Qué pensamiento tendría al comparar aquel río con el Guadalquivir? ¿Qué lealtad o fuerza de voluntad la llevo hacia adelante para capear el temporal?

    Ana de Ayala, de Sevilla, otra de tantas mujeres que nos ofrece la historia de España. Y aunque no luchara con los indígenas, aunque no esgrimiera una espada o descubriera islas remotas, fue otra heroína dispuesta a labrarse un futuro en el Nuevo Mundo y que aportó su grano de arena. Otra valiente que surcó el océano en busca de fortuna, de una nueva vida.

    La expedición de Orellana por el Amazonas bien merece un artículo aparte por lo que tiene de odisea, de gran aventura.

    Gracias a Daniel Arveras por sus artículos y libros

    historia.nationalgeographic.com




    https://www.sonrisasenelcamino.es/an...o-al-amazonas/


  18. #38
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    Re: Mujeres de armas tomar

    ANA MARIA DE SOTO, LA CORDOBESA SARGENTO PRIMERO



    Ilustración de Ana Maria de Soto


    El 1 de agosto de 1798, los médicos de la fragata Matilde, descubrieron en un reconocimiento médico rutinario que el marino Antonio Maria de Soto, no era tal, sino Ana Maria de Soto, una joven cordobesa, nacida en la población de Aguilar, a cuarenta kilómetros de Córdoba, aproximadamente por el año 1777. Fue con 16 años, en 1793 cuando Ana Maria de Soto se alistó en los Batallones de Marina, es decir, la infantería de marina, para embarcar el 4 de enero de 1794 en la fragata Mercedes. Lo logró haciéndose pasar por Antonio Maria, escondiendo su verdadero nombre y sexo.

    Fue en la 6ª compañía del 11 batallón de marina donde sirvió como soldado, llegando a participar en el ataque a Bañuls, en Cataluña, y en la defensa y abandono de Rosas, así como en la cruenta batalla del Cabo de san Vicente, defendiendo Cádiz, con las lanchas cañoneras. Es en el Archivo General de la Armada de Viso del Marqués (Ciudad Real), donde se pueden hallar los documentos que acreditan el paso por la Marina como soldado de la joven Ana María.

    Resulta extraño que, durante cinco largos años, nadie se percatase de la verdadera identidad de Ana María, aunque es posible que, una vez descubierta, dada la escasez de personal, así como la brillante hoja de servicios, sus mandos prefieresen no darse por enterados. Lo cierto es que, descubierto el engaño, el rey Carlos IV, en el mencionado año 1798, habiéndose tramitado licencia de retiro a la joven, le otorgó el grado y sueldo de sargento primero, junto con una pensión de 730 reales anuales y el permiso para emplear los colores de los batallones de la Marina e incluso hacer gala de los galones de sargento en sus ropas femeninas.

    Ana Maria de Soto pasó los últimos años de vida regentando un estanco en una localidad cordobesa, Aguilar posiblemente, y exigiendo la pensión vitalicia que nunca llegó a cobrar, según se desprende de las cartas de reclamación y protesta halladas en el referido Archivo General. En alguna medida, Ana María de Soto tomó ejemplo de otras mujeres españolas que ocuparon puestos propios de hombres, como Isabel Barreto de Castro (primera almirante de la Marina) y la Monja alférez, Catalina de Erauso, ambas con sus andanzas por las tierras descubiertas en el Nuevo Mundo.

    Francisco Gilet


    https://espanaenlahistoria.org/perso...gento-primero/




  19. #39
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    Re: Mujeres de armas tomar

    La resistencia popular durante las invasiones inglesas

    Un caso curioso durante la ocupación fue el de Martina Céspedes, que junto a sus dos hijas logró capturar a doce invasores ingleses. Por este hecho fue condecorada con el grado y uniforme de sargento mayor.

    Felipe Pigna

    7/11/2016 15:20

    Actualizado al 07/11/2016 15:20

    Más allá de los adulones y acomodaticios de siempre, la mayoría de la población, que era hostil a los invasores ingleses y estaba indignada por la ineptitud de las autoridades españolas, decidió prepararse para la resistencia. Los ranqueles (como se llamaba a los tehuelches araucanizados) fueron de los primeros en reaccionar contra la invasión: enviaron una delegación a Córdoba para entrevistarse con Sobremonte y ofrecerle sus mejores lanceros.

    Por aquellos días apareció en Buenos Aires el primer ensayo de guerrilla urbana de nuestra historia, representado por un grupo de criollos y catalanes que se reunía en la librería de don Tomás Valencia, en la clandestinidad. Encabezados por Felipe Sentenach, ingeniero y matemático, y Gerardo Esteve y Llach, propusieron volar el fuerte y las posiciones inglesas. Prepararon explosivos que debían estallar debajo del fuerte de Buenos Aires, residencia de Beresford y los oficiales invasores, y del Teatro de la Ranchería, que habían transformado en el cuartel general. Para cumplir su propósito, alquilaron una casa vecina a La Ranchería y desde allí iniciaron las excavaciones.

    Otro de los catalanes del grupo, José Fornaguera, propuso organizar una banda de cuchilleros para pasar a degüello a los ingleses. Los subversivos distribuyeron un manifiesto firmado por Sentenach: “Si tenemos la fortuna de conseguir la reconquista hemos de establecer una mesa redonda en que todos seamos iguales y no haya alguno superior a los demás y gobernemos con igualdad de carácter o autoridad los integrantes de las juntas.1 Cuando los complotados tenían todo listo para los atentados, apareció Santiago de Liniers con su tropa y se suspendieron los atentados. Liniers se trasladó a Montevideo y desde allí se embarcó con un millar de hombres, entre ellos varios franceses comandados por Hipólito Bouchard, y avanzó desde Tigre. A medida que se acercaba a la ciudad, los vecinos se unían a sus tropas. Cuando llegó a los Corrales de Miserere –hoy Plaza Miserere o Plaza Once– intimó al jefe inglés a que se rindiera.

    Allí ocurrió el episodio de Manuela Pedraza, “La Tucumana”, mujer de un cabo, que entró a la plaza con su marido, mató con sus manos al primer inglés que tuvo al alcance y, apoderándose de su fusil, siguió la lucha entre los “tiradores”. Liniers la recomendó al rey, y Carlos IV la nombró subteniente de infantería con uso de uniforme y goce de sueldo.

    A fines de junio de 1806, una bajante del Río de la Plata había dejado varado al buque inglés Justine y el jefe de la defensa, Santiago de Liniers, ordenó atacar el barco a un grupo de jinetes, que en pocos minutos lograron la rendición de los marinos. El jefe del operativo se llamaba Martín Miguel de Güemes.

    Un caso curioso es el Martina Céspedes, dueña de un pequeño despacho de bebidas de San Telmo que, junto con sus tres hijas, ideó la forma de contribuir a la lucha. Los ingleses llegaban con sed y venían tomándose todo lo que encontraban a su paso. Así fue como doce invasores tuvieron la mala idea de golpear la puerta del boliche de Martina. La dueña de casa les abrió y les dijo que los atendería con la condición de que entraran de a uno. A medida que fueron ingresando se iban convirtiendo en prisioneros de Martina y sus hijas mientras en los alrededores las tropas inglesas capitulaban frente a Liniers. Martina entregó a once de los prisioneros ingleses a Liniers, quien le otorgó el grado y uniforme de sargento mayor. ¿Qué pasó con el inglés que faltaba? Josefa, una de las valientes hijas de Martina, se enamoró de su prisionero inglés y la historia terminó en casamiento.

    1. Enrique de Gandía, Nueva historia de América, Buenos Aires, Claridad, 1961.



    https://www.clarin.com/viva/resisten...ryVH4BRee.html


  20. #40
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    Re: Mujeres de armas tomar

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Mujeres del Imperio español ¿irrelevantes?





    https://www.youtube.com/watch?v=VBTfRAB6x-A

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