Pues qué quieren que les diga, el artículo tiene toda la razón del mundo. El carlismo es el enemigo de la libertad, sí. Pero de la "libertad de los liberales", que es una patraña, una falacia y un ídolo gestado por sofistas salpicados de sangre de la Revolución. Contra esa libertad, sí está en contra el carlismo.

Por lo demás, el artículo rezuma pura ignorancia y no hace otra cosa que marear los asidos argumentos de que el tradicionalismo es conservador (cuando es todo lo contrario, ya que la Tradición rescata los valores e instituciones del pasado que puedan tener vigencia en nuestra situación temporal y que pueda tener la fuerza necesaria para seguir haciéndolo en el futuro), de que va en contra del progreso científico; cuando monarcas tradicionales impulsaron las letras, las investigaciones - y expediciones - científicas, etc. Está demostrado que una 'democracia occidental constitucional' no es significado de progreso tecnológico ni mucho menos, eso es un mito erótico de los liberales. Son todo burradas y propaganda liberal como esta perlita: La nación ejerció su soberanía y colocó al carlismo en su sitio; es decir, entre los grupos minoritarios. Luego habría que explicarle a este señor el sufragio censitario, los caciques, la falta de representatividad real del liberalismo, el falso parlamentarismo, las clientelas, etc. Horrible. También dice: Ni el legitimismo francés ni el miguelismo portugués mostraron tal empecinamiento. Esa tenacidad es la que siguen las personas cuando saben que por lo que luchan es lo justo, es lo correcto.

Lo peor de todo es esa comparación asquerosa y odiosa que hace de Don Carlos VII con Sabino Arana, identificando los privilegios forales con la progresiva definición de una raza vasca. ¡Pero qué demagogo más vomitivo! ¡Qué repugnante todo! "Los vientos de la democracia" "Modernización de la administración" "Liberalización del mercado" "La España culta". Todos esos epítetos que el escritor nos muestra con orgasmos entre chorros de tinta no son más que los diabólicos elementos que llevaron a esa España a la ruina total, y no los carlistas. Todos esos elementos son los que han llevado a nuestra España actual a la ruina absoluta, y no los carlistas. Pero de qué extrañarnos, llevamos dos siglos escuchando la misma basura. La verdadera democracia es la orgánica, en la que cobra vida el municipio, la que protege los derechos concretos de las personas, sus fueros, en las que el Rey es el garante y el defensor del Bien Común y de esa libertad otorgada por Dios y reconocible en el derecho natural.

Y bueno, sobre Fernando Suárez, otro que es de traca:
Siendo Ex-ministro es para llevarse las manos a la cabeza con ese despliegue de desconocimiento de cómo funciona la sociedad, la economía y la misma diplomacia, de lo ingenuo (o eso quiere que creamos) que es. No son los «Cien mil hijos de San Luis», son amigos y solidarios que vienen a echarnos una mano. Los cien mil sí que eran amigos y solidarios, pero el rescate no es más que una invasión descarnada, abstracta de los Mercados (Nuevo Orden-Bilderberg), en la que nada importa la salud y la vida de los españoles, sino sus ahorros, su fuerza de trabajo. Y de solidarios no tienen nada, lo único que desean es que se pague la deuda, y si para lograrlo tiene que hundirse Grecia en el Egeo y España en mitad del Atlántico y el Mediterráneo, no lo dudarían ni un segundo.

También me divierte lo que dice del Papel de la Corona (constitucional):
"Debe tener un papel moderador. En este sentido, el Rey ha sido ejemplar: nunca ha intervenido en la política diaria, ha cumplido en su papel de respaldar a los gobiernos fueran los que fueran y actualmente creo que ejerce un gran papel buscando concordia y, en definitiva, que los políticos estén de acuerdo en lo esencial. Este es el papel de la Corona." Osea, que no tiene que hacer nada, es un títere del parlamento. Cazar animales exóticos, irse de rameras y de vez en cuando hacerse el campechano si hay alguna cámara grabando.

Si es que, leyendo cosas así te entran ganas de coger un fusil y matar más guiris que flores tiene mayo y abril.

¡Viva Cristo Rey! ¡Viva el empecinamiento tradicionalista!