NAVARRA Y LA GUERRA CIVIL CATALANA :
Al morir Alfonso el Magnánimo sin descendencia legítima, dejó el Trono de la Corona de Aragón a su hermano Juan II ( 1458-1479 ). Este Infante había sido protagonista de todas las revueltas nobiliarias; había intervenido en todas y cada una de las contiendas, incluso en la Conquista de Nápoles al lado del Magnánimo. Casado en el año de 1420 con Blanca de Navarra, era desde el 1425 rey consorte de este viejo y noble reino ( “ La llave destos reynos “; diría a posteriori el Emperador Carlos de Habsburgo, al referirse a Navarra con respecto el conjunto de Las Españas ).
Navarra vivía el siglo XV bajo los efectos de la grave crisis económica del siglo anterior, sin que las banderías nobiliarias y, en el plano exterior, la función instrumental que continuaba representando en el juego político de sus potentes vecinos ( Francia, Castilla y Aragón ) le permitieran recuperarse. Al morir la Reina Blanca heredó la Monarquía su hijo Carlos, Príncipe de Viana, pero en una situación equívoca que le impedía tomar el Título Real sin acuerdo previo de su señor padre. Durante varios años, la región estaba prácticamente dividida. Carlos residía como lugarteniente general del Reino de Olite. Juan II actuaba como Rey, convocaba Cortes y controlaba la organización económica del Reino, de donde obtenía las mayores rentas que le permitían intervenir en la política castellana. La situación se hizo tanto o más confusa cuando, en el 1444, Juan II casó nuevamente con Juana Enríquez, hija del Almirante de Castilla y uno de los linajes más portentosos.
La ruptura y el enfrentamiento de padre e hijo se produjo en el 1450, aunque llevaba consigo raíces más profundas al convertir la pugna entre habitantes de la Montaña y del Llano, beamonteses y agramonteses, en verdadera lucha política y guerra civil, en la que los beamonteses apoyaban a Carlos y los agramonteses a Juan II. Esta guerra civil navarra acabó, tras diversas alternativas, cuando en el 1455 Juan II desheredó a Carlos de Viana y proclamó Reina de Navarra a su segunda hija, Leonor, desposada con el Conde Gastón de Foix. Carlos de Viana tuvo que buscar refugio en la Corte Napolitana de su tío Alfonso el Magnánimo y de ahí pasar a la Isla de Sicilia.
Al acceder Juan II al Trono de Aragón en el 1458, el enfrentamiento familiar se convirtió inesperadamente, al menos para Carlos, que nunca debió entender realmente la situación, en el antecedente inmediato de la guerra civil catalana. La denominada “ revolución catalana “ se gesta en el año de 1460, cuando Carlos de Viana es obligado a volver de Sicilia y, nombrado lugarteniente general de Cataluña, es encarcelado por su progenitor en Lérida. Pero, realmente, respondía a factores más profundos que se arrastraban, al menos, desde finales de la centuria anterior : la crisis institucional y económica del Principado, el descontento de los payeses de remensa y la política filocampesina que había practicado la Monarquía, la crisis municipal de Barcelona y el enfrentamiento entre la concepción más tendente al poder del gobierno y la práctica pactista tradicional de la Generalitat y el patriciado, que procuraban limitar los posibles abusos de poder de la autoridad real no sin también más de uno aprovecharse de este pactismo foral….
La prisión de Carlos de Viana levantó unánimemente la protesta del Principado, dirigido por los grupos privilegiados que desconfiaban del apoyo prestado por Juan II a los remensas y buscaires cuando era lugarteniente general desde el 1454 hasta el 1458. El Monarca fue obligado a liberar a su hijo y a aceptar la Capitulación de Villafranca del Panadés ( 1461 ). En ésta se recogían todas las reivindicaciones de los “ pactistas “, acentuándose más este carácter. El Rey perdía la soberanía en el Principado y no podría entrar en él sin permiso de la Diputación del General. La guerra parecía inevitable, sobre todo cuando ese mismo año moría el príncipe Carlos, considerado santo muy pronto. En aplicación de las cláusulas de la capitulación, Juan II envió a Juana Enríquez como tutora de su hijo Fernando, el futuro Fernando el Católico, para ocupar la lugartenencia de Cataluña.
Antes de iniciarse la guerra civil ( Que habría de durar toda una década : Del 1462 al 1472 ), cada parte fue reagrupando sus aliados. Juan II apoyóse en los buscaires y remensas que, a comienzos del 1462, se sublevaron en las comarcas gerundenses, y buscó la alianza de Luis XI de Francia, a quien, a cambio de la ayuda militar, cedía en hipoteca los Condados del Rosellón y la Cerdaña. Los pactistas de Barcelona y la mayor parte de la nobleza y el clero se agruparon en el Consell del Principat, creado en las Cortes de Lérida del 1460 como representación estamental reducida de la Generalitat y tras eliminar a los buscaires del gobierno de la ciudad, organizó una armada para reprimir el levantamiento remensa en la comarca gerundense. La situación agravóse y el conflicto se internacionalizó con la entrada de Juan II en el principado junto a los gabachos. Al poner aquél sitio a la antigua Barcino, los rebeldes respondieron destituyendo al Rey. Cualquier intento de mediación, como el realizado por el Consell Valencià, resultó inútil.
En los años siguientes, la Generalitat fue ofreciendo el poder del Principado Catalán a diversos candidatos : Primero, a Enrique IV de Castilla y León, quien aceptó la oferta y obtuvo, al mismo tiempo, el apoyo de los beamonteses navarros. Las luchas nobiliarias castellanas condicionaron a Enrique IV a aceptar la paz, propuesta por Luis XI, como árbitro, en la Sentencia de Bayona, y renunciar al Principado. Cataluña acudió entonces al Condestable Pedro de Portugal, que gobernó como Príncipe entre el 1464 y el 1466. Los éxitos militares y los avances políticos de los realistas, a los que se añadían muchos desertores del otro bando, eran manifiestos : organización de una Diputación del General Realista en Tarragona y ocupación de Tortosa ( 1466 ). Aún, la Generalitat y el Consell del Principat se negaron a aceptar la paz y eligieron como Príncipe a Renato de Anjou, Duque de la Provenza, representante del linaje que más había combatido al Reino Aragonés en el Mediterráneo, quien consiguió mantenerse varios años, gracias al apoyo militar franchute, en medio de fracasos y dificultades crecientes….
Pero la guerra ya se hallaba perdida, con una circunstancia nueva de grandes consecuencias. Juan II había casado a su hijo Fernando con la princesa castellano-leonesa Isabel ( 1469 ). En el 1472, Juan II acababa tomando Barcelona y, aunque no logró recuperar el Rosellón, ponía fin a la guerra. En Octubre de ese año firmóse la Capitulación de Pedralbes, en la que se anulaban todas las conquistas de los altos estamentos contenidas en la Capitulación de Villafranca del Panadés. En lo demás, Juan II fue generoso : perdón general para evitar las divisiones entre vencedores y vencidos, liberación de prisioneros, sobreseimiento de causas judiciales, devolución de bienes confiscados durante la contienda y continuación del sistema pactista anterior a la revuelta.
El sistema foral no se veía alterado sustancialmente, pero Cataluña salía de la pelea desgastada y hundida. La crisis económica y las pérdidas materiales y demográficas no podían llegar más bajo, el conflicto entre señores y campesinos remensas se mantenía sin encontrar solución satisfactoria y los Condados del Rosellón y la Cerdaña continuaban retenidos por Luis XI de Francia. En el 1479 fallecía Juan II dejando la Corona Aragonesa a su hijo, Fernando II de Aragón, quien desde hacía cinco años, era también rey consorte de León y Castilla.
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