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Tema: ¿Por qué perdimos Cuba, Puerto Rico y Filipinas?

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    Re: ¿Por qué perdimos Cuba, Puerto Rico y Filipinas?

    ENIGMAS DE LA GUERRA DEL 98 por CARLOS CANALES

    ENIGMAS DE LA GUERRA DEL 98 por CARLOS CANALES


    LA RULETA DE LA HISTORIA


    Una inciativa creada por DIVULGADORES DEL MISTERIO que tiene como objetivo ofrecer una conferencia mensual en LA CAFETERIA VANDERLY, Plz. Dr. Laguna 4, 28009 Madrid


    La guerra hispano-estadounidense, denominada comúnmente en España como guerra de Cuba o Desastre del 98, en Cuba como guerra hispano-cubano-norteamericana, y en Puerto Rico como guerra hispanoamericana, fue un conflicto bélico que enfrentó a España y a los Estados Unidos en 1898, resultado de la intervención estadounidense en la guerra de Independencia cubana.


    Al final del conflicto España fue derrotada y sus principales resultados fueron la pérdida por parte de esta de la isla de Cuba (que se proclamó república independiente, pero quedó bajo tutela de Estados Unidos), así como de Puerto Rico, Filipinas y Guam, que pasaron a ser dependencias coloniales de Estados Unidos. En Filipinas, la ocupación estadounidense degeneró en la guerra filipino-estadounidense de 1899-1902. El resto de posesiones españolas del Pacífico fueron vendidas al Imperio alemán mediante el tratado hispano-alemán del 12 de febrero de 1899, por el cual España cedió al Imperio alemán sus últimos archipiélagos —las Marianas (excepto Guam), las Palaos y las Carolinas— a cambio de 25 millones de pesetas (17 millones de marcos).


    CARLOS CANALES: Es abogado y escritor. Investigador del folclore y las tradiciones, es autor, junto a Jesús Callejo, de Duendes (1994), primera obra de la trilogía sobre los «seres mágicos de España» y Seres y Lugares en los que usted no cree (1995).


    Como investigador de la historia de España, ha sido director de las revistas de historia Ristre y Ristre Napoleónico y es autor de un libro sobre la Primera Guerra Carlista, otro sobre la Guerra de la Independencia y de decenas de artículos para revistas especializadas.


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    Última edición por Mexispano; 13/10/2019 a las 05:00

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    Re: ¿Por qué perdimos Cuba, Puerto Rico y Filipinas?

    Betances y Hostos sabían que los puertorriqueños apoyaban ser parte de España. Pero esta información no la enseñan en la escuela.





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    Re: ¿Por qué perdimos Cuba, Puerto Rico y Filipinas?

    Abril de 1898.- ¡GUERRA O DESHONOR! (Mateo Sagasta, Presidente del gobierno español)

    Un viejo aforismo universal dice que "si la Filosofía se escribe en griego y el Derecho en latín, el Honor se escribe en español". Hasta un progresista como Práxedes Mateo Sagasta apeló al Honor cuando en abril de 1898 Estados Unidos le declaró la guerra a España. "Guerra o deshonor", clamó Sagasta desde la presidencia del Consejo de Ministros ante el desafío militar arrojado como un guante al rostro de España por los Estados Unidos.

    "Guerra o deshonor", clamó Sagasta y la inmensa mayoría de la sociedad española le apoyó. La infantería española destrozó, literalmente, a la infantería norteamericana que, henchida de su propia propaganda, no sabía a quién se enfrentaba: a la mejor infantería del mundo, heredera de las Falanges griegas, de las Legiones romanas y de los Tercios del Gran Capitán. Pero todo se perdió en el mar. Todo, menos el Honor.

    El 19 de febrero de 1899, menos de un año después de aquella decisión, el presidente del Gobierno, el liberal Práxedes Mateo Sagasta, comparecía en sesión parlamentaria y reconocía que el estado español no tenía recursos económicos ni logísticos para repatriar a los 7.500 soldados españoles.

    Con anterioridad ―entre agosto de 1898 y enero de 1899― se había repatriado a un contingente de 13.000 personas, formado por soldados y por funcionarios de la administración colonial (con sus familias) que llegarían a la península ―básicamente al puerto de Barcelona― a bordo de los barcos de la naviera privada con sede en la capital catalana Compañía Translántica, contratada a propósito por el estado español.

    En aquella sesión del 19 de febrero, el presidente Sagasta proclamó que la repatriación de los soldados españoles que quedaban en Filipinas correspondía al gobierno norteamericano, en virtud del Tratado de París firmado el 10 de diciembre de 1898. Pero la realidad era, según las fuentes, que los prisioneros de guerra españoles, por iniciativa propia, tenían que escapar de los campos de reclusión filipinos, llegar hasta Manila y entregarse a las autoridades norteamericanas, porque el Gobierno no tenía ningún tipo de relación ni contacto con los revolucionarios filipinos. En las sesiones de Cortes de los meses precedentes, la clase política española se refería al ejército independentista filipino como "bandidos", y a su comandante Emiliano Aguinaldo como "jefe de los bandidos".

    Las autoridades filipinas deberían haber puesto en libertad a estas personas una vez abandonadas las armas, pero nada ni nadie les empujó a actuar en este sentido. En octubre de 1898 el General Ottis, Comandante en jefe de las fuerzas estadounidenses de ocupación en Manila, envió una carta a Aguinaldo solicitando la libertad de la totalidad de españoles prisioneros. Aguinaldo sólo hablará del pasado. Así, se alegaba que los funcionarios civiles españoles eran voluntarios armados, que en ocasiones llegaron a torturar y fusilar a ciudadanos filipinos. Ahora no cabía el perdón. En cuanto a los clérigos, se les acusaba de ser creadores de grandes colonias agrícolas, conducidas de una manera egoísta y en contra de las necesidades de las clases más humildes. Aguinaldo, especialmente duro con ellos, defendía que bajo la máscara de la cura de almas se escondía el afán por enriquecerse y hacerse dueños absolutos de las vidas, hacienda y honor filipinos.

    La situación de los reos, dependía; de la provincia donde estaban, y si esta era más afín de España o no, y el jefe insurrecto que mandase en la zona. Es justo reconocer, hablando en general, un esfuerzo inicial de gran parte del pueblo filipino. Los vínculos de amistad y de sangre pesaban lo suyo, aunque hubo quienes se recrearon en sentirse superiores a la nación antes dominadora. En un gran número de poblaciones se obligaba a los prisioneros a trabajar en la construcción de carreteras, cavando trincheras, talando árboles o arreglando y limpiando caminos y calles. En algunos pequeños pueblos pudieron, sin embargo, gozar durante el día de una casi completa libertad de acción. Los lazos de hermandad también afectaron a altas instituciones del ejército revolucionario, varios jefes de las tropas de Aguinaldo dictaron severos castigos hacia todo aquel filipino que ofendiera a algún prisionero. Otros llegaron incluso a cobijar en sus hogares, durante meses, a bastantes oficiales. Numerosos soldados lograron escapar gracias a la ayuda de filipinos amigos, familiares o solidarios con los españoles. Aguinaldo solicito como medidas para negociar, la liberación de los prisioneros filipinos en España y en las provincias africanas.

    El 5 de febrero de 1899 se desataba la guerra entre los filipinos y los Estados Unidos. España, que había renunciado definitivamente a las islas con el Tratado de París, se veía abocada a ser testigo impasible de aquella lucha tan desigual. Su posición resultaba insólita y dolorosa. Por otra parte, en los más altos jefes revolucionarios se había ido desarrollando la idea de que la retención de aquellos desdichados proporcionaba un valor cara al futuro, una garantía ante las eventualidades del porvenir. Con la nueva guerra se truncaron de un modo brusco las esperanzas de liberación de los prisioneros. El 22 de febrero se firmaba en Madrid, al fin, un Real Decreto concediendo el indulto a los filipinos confinados en presidios de la Península y el Norte de África, vieja exigencia de Aguinaldo para negociar la libertad de los presos españoles. Pero ahora los jefes filipinos, como acabamos de ver, tenían otras necesidades. La situación de los prisioneros se fue así eternizando.

    El General norteamericano Ottis se opuso sistemáticamente a que el General Ríos (enviado español) negociase con el gobierno filipino, siempre con el argumento de que si éste recibía sólo dinero lo emplearía en armas o municiones. El 2 de octubre de 1899, tras el pago de 7.000.000 de pesos se llegaría por parte española y filipina al acuerdo de repatriación. En todos los diarios aparecieron de una forma continuada los nombres de los ocupantes de cada barco de repatriación. Las llegadas de los mismos se procuraban llevar a cabo de una manera sigilosa, a ser posible entre las tinieblas de la noche, como había sucedido en el caso de los repatriados de Cuba. Fueron los últimos en volver a casa, aunque muchos se encontraron sin hogar y se resignaron a vagabundear por el país. Nunca pasaron del anonimato, pero en verdad les cabe el honor, puesto que así quiso el destino, de ser realmente los últimos de Filipinas, sin cuestionar el papel tradicionalmente asignado de los héroes de Baler, a los que también les tocó vivir el olvido tras un ruidoso recibimiento.






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    Re: ¿Por qué perdimos Cuba, Puerto Rico y Filipinas?

    La gesta de Manzanillo en 1898





    Agustín Ramón Rodríguez González el 14 may, 2017


    A menudo se habla del valor heroico de los marinos españoles que lucharon en 1898, pero pocas veces se recuerda que a él unieron la pericia y la decisión, valga como ejemplo una serie de combates bastante olvidados de esa guerra, que tuvieron lugar en el puerto de Manzanillo, al sudoeste de Cuba. Dichos combates son en conjunto, la tercera campaña naval en importancia de la guerra, aunque a considerable distancia de las dos más importantes de Cavite y Santiago.

    Al no ser bloqueado su puerto por el enemigo, al creerlo de escasa importancia, allí entraron varios mercantes españoles forzadores del bloqueo y de allí salió la columna al mando del coronel Escario en socorro del cercado Santiago. Pero el 27 de junio el presidente McKinley odenó atacarlo. Para ello se reunió una escuadrilla de cañoneros auxiliares: el “Hist” ( ex “Thespia”) de 472 toneladas, armado con 1x 47, 4x 37 y una ametralladora Colt, el “Hornet” (ex “Alicia”) de 425 toneladas, con 2 x 57, 1 x 47 y 2 x 37, y el remolcador “Wompatuck” ( ex “Atlas”) de 462 toneladas, con 3 x 47 y una Gatling. Iban mandados por los tenientes Young, Helms y Jungen, respectivamente, tomando el mando el primero como más antiguo. Como en Cárdenas, acción que relatábamos en otra entrada de este blog, contaban con la ayuda de un práctico cubano para entrar en el puerto.





    El cañonero auxiliar USS Hornet

    Cercanos a su objetivo, y frente a Niquero, toparon con la pequeña cañonera “Centinela”, un yate de vapor construido en los EE.UU, de 30 toneladas, y armado con dos piezas de 37 mm, al mando del teniente de navío don Claudio Aldereguía. El resultado no podía ser dudoso, y pese a su resistencia, la cañonera, con más de 25 impactos a bordo, una vía de agua, la máquina averiada, un fogonero muerto y varios heridos y contusos, tuvo que embarrancar para evitar su hundimiento. Los norteamericanos la dieron por hundida y siguieron adelante con su misión, pero lo cierto es que la esforzada dotación consiguió reparar su barco con sus propios medios y se pudo incorporar unos días después a su base de Manzanillo, a la que había intentado alertar con su resistencia.

    La noticia, transmitida por heliógrafo, llegó con retraso a Manzanillo, pero afortunadamente se estaba alerta. La escuadrilla allí destacada se componía de cuatro cañoneras: la “Guantánamo” al mando del teniente de navío don Bartolomé Morales , la “Estrella” de la de Forrest, al mando del de la misma graduación don Sebastián Noval, ambas de unas 40 toneladas, un cañón de 42 mm y una ametralladora, así como la “Delgado Parejo”, antiguo yate estadounidense “Dart”, regalado a la Armada por la colonia española en Nueva York, con 85 toneladas, con 1 x 57 y una Maxim, al mando de don Angel Ramos Izquierdo y la “Guardián” ex yate “Azteca”, regalado por su propietario, el naviero A. Menéndez, de 65 toneladas, por avería en la máquina esta última no podía navegar, por lo que su dotación se reducía a cuatro hombres que manejaban su única pieza de 42 mm. La dura campaña precedente contra la insurrección cubana y el clima se habían cobrado un serio tributo, y así, las otras tres cañoneras no contaban sino con 19 hombres de dotación cada una, incluido su comandante, pese a que teóricamente hubieran debido ser unos 25. Y de la entidad de estos barquitos da buen muestra la foto que encabeza el artículo.

    Aparte figuraba el viejo cañonero de madera “Cuba Española”, construido en La Habana en 1870, ya inútil, con su viejo casco de 255 toneladas y un anticuado cañón Parrott de avancarga de 13 cm por armamento y sólo treinta granadas, con la dotación reducida a siete hombres, y un viejo velero, adquirido pocos años antes para servir como pontón, almacén y cuartel flotante, con el mismo armamento y rebautizado “María”, constando su dotación de 39 hombres, incluyendo al médico y practicante de la flotilla. El mando de los dos pontones y de la inútil “Guardián” recaía en el teniente de navío don Ramón Navarro.

    La tarde de aquel 30 de junio era lluviosa y había poca visibilidad, sin embargo, el vigía del puerto señaló a las 15’30 a los intrusos que entraban en él. El jefe español era el teniente de navío de primera clase (hoy sería capitán de corbeta) don Joaquín Gómez de Barreda, comandante del puerto, un valenciano veterano de la guerra contra los rebeldes cubanos, en la que ya había merecido una Cruz Roja del Mérito Militar, quien no impresionado por la debilidad y estado de su fuerza, izó su insignia en el “Delgado Parejo” y seguido por las “Guantánamo” y la “Estrella”, se dirigió contra el enemigo, mientras los dos pontones y la inmóvil “Guardián”, daban su débil pero decidido apoyo desde sus fondeaderos.

    Manzanillo no estaba defendido por minas, y en cuanto a baterías, sólo había tres anticuadas piezas de campaña de 8 y 9 cm, prácticamente inútiles en un combate naval salvo a efectos morales, así como el apoyo, de nuevo poco más que moral, de algunos fusileros apostados en los muelles. Por todo ello, el peso principal de la acción iba a recaer en tres cañoneras que juntas, no sumaban la mitad del desplazamiento de cada uno de sus tres enemigos, y que reunían seis piezas ligeras contra las 13 atacantes.

    A las 15’45 se rompió el fuego por ambas partes, cayendo el alcance rápidamente hasta alrededor de una milla náutica, y pese a su inferioridad, sus resultados fueron mucho más favorables para los veteranos españoles sobre los recién movilizados y reservistas estadounidenses. Tras una hora de fuego, el resultado no era dudoso: el “Hist” había recibido once impactos directos y varios metrallazos y rebotes más, el “Hornet” había tenido menos suerte, pues tras recibir seis impactos directos, uno de los cuales le había hecho estallar una caja de municiones, otra granada le había seccionado la tubería principal de vapor, abrasando a tres fogoneros y quedando el buque inmóvil y derivando peligrosamente hacia un banco de arena, de donde le sacó a remolque el “Wompatuck”, que había recibido otros tres impactos, uno de ellos en la ballenera, y tenía uno de sus cañones inútil por avería. A la baqueteada flotilla no le quedó sino retirarse apresuradamente, acompañada por los vítores y aclamaciones de los defensores, que no pudieron rematar su victoria por su escasez de municiones y la imposibilidad de reemplazarlas en un previsible futuro.

    Los buques españoles habían sufrido ligeras averías y las siguientes bajas: en el “Delgado Parejo”, murieron dos hombres, otros dos resultaron heridos leves y contuso su comandante, substituido en posteriores combates por el de igual graduación don Joaquín Montagut, en el “María”, que soportó el mayor castigo, dos heridos y dos contusos, y otro contuso más en el “Guardián”. En tierra hubo dos heridos leves en la guarnición y otros dos entre la población civil.

    Los partes americanos son mucho menos detallados en lo referente a las bajas, que dicen se redujeron a los tres quemados en el “Hornet”, lo que parece poco probable. También son contradictorios en cuanto a la duración del combate y exageraron grandemente la flotilla española, a la que afirmaron haber poco menos que destruido.

    El valor de tales informes quedó palmariamente demostrado el día siguiente, el 1 de julio, y a eso de las 16 horas. Otra formación estadounidense se dispuso a lo que no debía ser sino completar la destrucción del día anterior. Los buques atacantes ahora eran el “Scorpion” (ex Sovereign”), prácticamente un crucero auxiliar con sus 850 toneladas y armamento de 4 piezas de 127 mm y seis de 57 mm, y el remolcador “Osceola” ( ex “Winthrop”) de 571 toneladas, con 2 x 57, 1 x 47, una Gatling y una ametralladora Colt. Iban al mando respectivamente del teniente-comandante Marix y del teniente Purcell.





    El crucero auxiliar USS Scorpion

    Esta vez la distancia de combate fue mayor, en torno a los 2.500 metros, seguramente para aprovechar el alcance de las piezas de cinco pulgadas, una granada de la cuales hubiera bastado para echar a pique o averiar seriamente a cualquiera de las cañoneras. Sin embargo, el resultado no fue muy distinto: tras 25 minutos de fuego, los atacantes debieron batirse en retirada. El tiro español, inicialmente algo corto, mejoró sensiblemente alcanzando con doce impactos al “Scorpion” de los que sólo uno perforó el costado (debido seguramente al escaso alcance y potencia de las ligeras piezas españolas) pero sembrando su cubierta de metralla. El “Osceola”, no reportó impactos, pero señaló que una de sus piezas se había inutilizado. Pese al castigo encajado, no informaron de bajas. De nuevo magnificaron a sus contrincantes, hablando de un cañonero de unas mil toneladas y otros dos de 300 a 400, aparte de poderosas baterías.

    Los españoles anotaron sólo algún impacto en el “María”, donde se produjeron tres heridos y algún contuso. Significativamente se recogieron poco después en tierra hasta 19 granadas enemigas de 5 pulgadas que no habían estallado. Pero muchos proyectiles cayeron en la población, matando a dos civiles e hiriendo a otro.

    Barreda había conseguido, contra todo pronóstico, una segunda y aún más meritoria victoria, al hacer un magnífico uso de sus muy limitados medios, dando la sensación al enemigo de que se enfrentaba con una fuerza mucho mayor. Pero no se durmió en su laureles: ordenó remolcar a los dos pontones hacia puntos en que batieran mejor las entradas del puerto y a la inútil “Guardián” se la despojó de sus municiones para rellenar los exhaustos pañoles de sus compañeras. El 2 de julio tuvo además la satisfacción de que la baqueteada “Centinela” se le reincorporara, rompiendo el bloqueo enemigo. Juzgando su situación imposible ante un nuevo ataque por la escasez de municiones, pidió al mando se le permitiera romper el bloqueo enemigo y dirigirse a otro puerto donde sus cañoneros pudieran municionarse, gesto que le honra y que contrasta fuertemente con la actitud derrotista de otros en la guerra. Pero tal permiso se le denegó por diversas razones.

    El día 3 de julio se produjo la destrucción de la escuadra de Cervera, y el 16 capitulaba Santiago, sólo entonces el mando norteamericano se decidió a neutralizar de una vez a la molesta flotilla. La operación tenía todo el aspecto de sacarse la espina de anteriores fracasos, pues sería mandada por el mismo Todd frustrado en Cárdenas. Para ello se reunieron los cinco buques que antes habían atacado Manzanillo, ya reparados y con un total de siete piezas ligeras más en los tres primeros, a los que se unieron los cruceros “Wilmington”, y su gemelo el “Helena”, cada uno con mas de 1.400 toneladas, 8 cañones de 102 mm y 8 de 57 y 37 mm..





    El pequeño crucero USS Wilmington

    A las 7’45 del 18 de julio entraron simultáneamente por tres bocas del puerto los siete buques mencionados, y ahora no se daría ninguna oportunidad a los defensores, aprovechando el mayor alcance de los 4 cañones de 5 pulgadas y los 16 de 4 pulgadas, los atacantes abrieron fuego y lo sostuvieron ampliamente por encima de los 3.000 metros que podían alcanzar las piezas ligeras españolas.

    Ante aquello, Barreda ordenó abandonar los buques, y salvando efectos y artillería atrincherarse en tierra, respondiendo al enemigo cuando éste se acercaba un tanto. Pero las cañoneras resultaron destruidas por el fuego enemigo, así como tres vapores de la compañía de Antinógenes Menéndez: el “Purísima Concepción”, un hasta entonces afortunado forzador del bloqueo, y los viejos de paletas, “José García” y “Gloria”, ambos de casco de madera. El total de bajas de la escuadrilla fue de un contramaestre herido, en la guarnición se registraron dos muertos y cinco heridos y solo un herido entre la población civil. Los atacantes no sufrieron daño alguno, no ya de la flotilla, sino de las anteriormente descritas como “poderosas y numerosas” baterías de costa.

    Aunque mortificado por la inevitable pérdida de los buques, Barreda comunicaba a Manterola estar “más satisfecho de haber salvado a nuestras dotaciones de una hecatombe…” que de sus victorias anteriores. Creemos que la frase refleja al hombre, y que sobran los comentarios.

    La situación de la plaza empeoró seguidamente, atenazada por el bloqueo por mar y amenazada por las guerrillas cubanas, el hambre y las enfermedades empezaron pronto a cobrarse un duro tributo en su guarnición, reducida tras la marcha de la columna Escario a tres batallones poco nutridos, dos de los regimientos “Vizcaya” y “Álava” y otro provisional formado por destacamentos de otras unidades, transeúntes, voluntarios, etc. Parecía una presa fácil, así que el mando norteamericano decidió tomarla, en una operación conjunta con las guerrillas cubanas.

    Para ello se preparó otra fuerza naval al mando del comodoro Goodrich, con insignia en el crucero protegido “Newark”, de 4.100 toneladas, armado con 12x 152 y 10 ligeras, los ya conocidos “Hist” y “Osceola”, el primero con su batería nuevamente reforzada por dos de 37 mm, el “Swanee” con dos de 4 pulgadas y 4 de 57mm, y el cañonero ex-español “Alvarado”, capitulado en Santiago, con sus cien toneladas y armado con uno de 57 mm y una Maxim. Acompañaba a la fuerza el transporte “Resolute”, con 4 x 57 mm, donde iba embarcado el batallón de “marines” del coronel Huntington.




    El crucero protegido USS Newark

    El bombardeo se inició a las 3’40 de la tarde del 12 de agosto, mientras las fuerzas cubanas atacaban por tierra. A las 4’15 Goodrich creyó observar que los atacados izaban bandera blanca, por lo que suspendió el fuego y envió al “Alvarado” con bandera de parlamento, seguido poco después por el resto de los buques. Al ver aquel despliegue, los españoles creyeron que todo era una añagaza, por lo que la marinería y tropa rompió fuego de fusil y con los dos o tres cañones que habían conseguido salvar, aparte de las piezas terrestres, siendo entonces cuando fueron alcanzados por primera vez los buques americanos, entre ellos el “Osceola” por una granada que hizo reventar una caja de municiones y el “Swanee” que recibió tres balazos de fusil en su bandera, provocando la inmediata retirada de los atacantes hasta la segura distancia de cinco mil metros. Desde las 17’30 continuó el bombardeo únicamente el “Newark” con el fin de agotar a los defensores, de forma intermitente, pero con el pesar de que una cuarta parte de sus granadas no estallaban por defectos en las espoletas. Mientras, el ataque por tierra de los cubanos había fracasado, y los “marines” esperaban la orden de desembarcar. Las dotaciones españolas desembarcadas no sufrieron baja alguna, pero en la guarnición de la plaza se produjeron seis muertos ( cuatro de ellos cuando dormían en su refugio) y nueve heridos, así como dos muertos y 22 heridos entre la población, sufriendo serios daños muchos edificios. La escuadrilla estadounidense no informó de bajas propias, mientras que en la partida cubana rebelde de Rubí se produjeron dos muertos y once heridos.

    Pero aquella noche se supo en la plaza que ese mismo día se había firmado el armisticio entre España y los Estados Unidos. Barreda no dudó en embarcarse en una pequeña lancha para comunicarlo a la flotilla atacante, pero y pese a ir iluminado con tres faroles blancos para demostrar sus pacíficas intenciones, el buque fue tomado por un torpedero y cañoneado. A la mañana siguiente se deshizo el malentendido y la heroica resistencia pudo terminar.

    D.Joaquín Gómez de Barreda recibió la Cruz de María Cristina (entonces solo inferior a la Laureada) por los combates navales y la del Mérito Militar por su defensa hasta el extremo del puerto y costa. Tal vez fueran algo cortas las recompensas, pero lo que no parece tener explicación es la escasa resonancia posterior que han tenido los hechos que protagonizó.

    La flotilla de Manzanillo, pese a sus limitaciones y estado, fue capaz de vencer por dos veces a fuerzas superiores. Enfrentada por tercera a una ya irresistible, abandonó sus castigados barquitos con un mínimo de bajas y siguió luchando, con muy escasos recursos de todo género, rechazando a un enemigo que había aprendido a ser muy cauteloso, prolongando la resistencia hasta el armisticio, y cediéndole sólo un incompleto y costoso triunfo cuyo único relieve consistió en la destrucción del pequeño forzador del bloqueo y de los dos viejos vapores de ruedas.

    Mas no se podía pedir a aquellos hombres y sus pequeñas lanchas de vapor, que lucharon tan brava como eficazmente contra un enemigo muy superior.




    _______________________________________

    Fuente:

    https://abcblogs.abc.es/espejo-de-na...t1Qz3F1wOfbQSg

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    Re: ¿Por qué perdimos Cuba, Puerto Rico y Filipinas?

    Historia

    La hazaña del guardia civil que retó a 300 rebeldes en la Guerra de Cuba: «Vengan cuando gusten, prefiero mil veces la muerte»

    Cándido Santa Eulalia, al mando de once agentes de la Benemérita, prometió en octubre de 1895 que nunca cometería la «vileza» de entregarse con vida a los enemigos de España


    VIDEO

    Imagen de uno de los cinco mil guardias civiles que sirvieron en Cuba - ABC


    Israel Viana

    Madrid Actualizado:21/12/2018 18:05h



    Bajo el titular de « Un héroe», la prensa española publicaba dos artículos el 19 de noviembre de 1895, en los que recogía la curiosa hazaña protagonizada por un guardia civil en la Guerra de Cuba. Todo comenzó cuando este fue amenazado unos días antes por el jefe de un grupo de rebeldes. «Señor comandante del puesto de Dolores —podía leerse en la carta recibida en el cuartel donde permanecía atrincherado el español—. Por orden de mis superiores, que bajo ningún pretexto puedo dejar de cumplir, tengo que tomar sin falta el fuerte que usted ocupa, mañana, a las nueve».

    Hacía apenas nueve meses que se había iniciado el último levantamiento de los cubanos contra España, y que, tres años después, significaría la pérdida de sus últimas colonias en ultramar. Fue impulsado el 24 de febrero por José Martí en una acción conocida como el «Grito de Baire»: varios grupos independentistas del Ejército mambí atacaron simultáneamente a las tropas españolas en varios puntos de la isla. Comenzaba el principio del camino hacia el « Desastre del 98».

    Por allí andaba nuestro protagonista, Cándido Santa Eulalia. Era parte del cuerpo de la Guardia Civil que se había creado en Cuba a mediados del siglo XIX. El responsable de aquella fundación en la isla —menos de una década después de que naciera en España— fue el capitán general José Gutiérrez de la Concha tras tomar posesión de su cargo en 1850. Una medida que formaba parte de su ambicioso plan para reorganizar la presencia española en la colonia y controlar mejor el territorio, ante la creciente tensión con los autóctonos. Sus objetivos, en aquel periodo inicial, eran simplemente garantizar «la tranquilidad y seguridad pública» para facilitar el desarrollo del Gobierno y terminar con la corrupción de los poderes locales. La primera compañía contó con 124 agentes. En 1853, el siguiente capitán general, Juan de la Pezuela, aumentó su número hasta 258. Y no paró de crecer cuando estalló la primera guerra de independencia (1868-1878) y, sobre todo, cuando se acercaba la segunda y definitiva (1895-1898). En 1872, los agentes llegaban a 3.700; en 1881, a 4.800, y en 1890, a 5.280 hombres, superando después esa cifra para acabar dando apoyo al ejército en las acciones de combate.

    A pesar de este número, Santa Eulalia se encontraba acompañado de tan solo once compañeros cuando recibió aquella advertencia por carta en su puesto del pueblo de Dolores, en la provincia de Cienfuegos. En ella, el jefe del destacamento insurrecto, el capitán José María Rojas Falero, le insistía: «Yo, para no cometer un acto infame y darles una muerte terrible a ustedes, que serán víctimas de su Gobierno, les advierto por si quieren entregarse sin entrar en combate y librarse de perecer. Usted, si se entrega y quiere pasarse a nuestras filas, obtendrá el grado de sargento primero. En buena paz y unión le ofrezco la mayor consideración y hermandad. Y si se oponen, el fuerte será destruido por cuatro bombas de dinamita y 300 hombres que, a las nueve apróximamente, los tendrán ya sitiados a ustedes. Espero enseguida su contestación».




    Una pareja de la Guardia Civil conduce a Santiago de Cuba, en enero de 1895, a varios prisioneros. El grupo está atravesando el río Cauto en una balsa de sirga - ABC


    No se sintió muy intimidado el guardia civil ante la amenaza del capitán cubano, al que respondió enseguida: «Señor don José María Rojas Falero. Muy Señor mío: una vez leída su atenta carta, debo manifestarle que yo soy muy español y, sobre todo, que pertenezco a la Guardia Civil. Habiéndome honrado mis dignos jefes con el mando de este destacamento, prefiero mil veces la muerte que traicionar a mi patria y olvidar el juramento de fidelidad que presté a la gloriosa bandera española, en cuya defensa derramaré hasta mi última gota de sangre antes de cometer la vileza de entregarme con vida a los enemigos de España y de mi rey».

    Por si no quedaba claro, Santa Eulalia insistió en la idea de que jamás traicionaría a la Benemérita ni a su país, aun sabiendo que aquel enfrentamiento le traería la muerte a él y a sus hombres con toda seguridad. «El ascenso que me proponen para nada lo necesito, pues estoy orgulloso de vestir el uniforme de la Guardia Civil. Mi mayor gloria sería morir con él. Mis jefes también saben premiar a los que defienden su honra, así que, reunido con mis dignos compañeros, rechazamos con energía todas sus predicaciones y amenazas. Estrechados como buenos hermanos y como defensores de este pedazo de terreno, gritamos muy alto para que ustedes lo oigan: “¡Viva España! ¡ Viva nuestro Rey! ¡Viva la Guardia Civil!”. Aquí estamos dispuestos a morir, vengan cuando gusten a tomar el pueblo para que se lleven su merecido. Puesto Dolores, 27 de octubre de 1895. El guardia civil de segunda Cándido Santa Eulalia».

    El gran impacto que debió causar en su enemigo aquella entrega (o acto suicida), llevó al capitán cubano a cambiar de opinión con respecto a su oponente, al que volvió a enviar una misiva: «Amigo mió: Me gusta tratar siempre con los hombres valientes y caballeros. Yo tengo una orden superior para que hoy, sin falta, tome el fuerte y cumpla con lo mandado contra ustedes. Sin embargo, al ver hasta dónde llega su educación y valentía, dejo de cumplir con mi deber. Además, haré desistir a mis jefes de cometer este acto infame, porque ustedes, nobles españoles, no harán otra cosa que cumplir como héroes de su patria. Yo trataré de dar mis excusas y buscar los medios que estén a mi alcance para cuanto pueda por el bien de ustedes. Ruego que me dispense, pero desde hoy, como defensores de una idea, seremos enemigos, pero en lo tocante a nuestra personalidad, puede usted contar con un buen amigo y servidor, el capitán José María Rojas Falero».

    Ni « La correspondencia de España» ni « El País», los dos diarios que publicaron este episodio en noviembre de 1895, hicieron mención en los días sucesivos al destino final de Cándido Santa Eulalia ni de su guarnición. Con los datos disponibles actualmente y publicados en 2018 por los «Anales de la Real Academia de Cultura Valenciana», el número de guardias civiles muertos en la Guerra de Cuba fue de 555. De ellos, 86 lo hicieron en combate o como consecuencia de la heridas, una cifra superior a la media del Ejército.

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    Fuente:

    https://www.abc.es/historia/abci-haz...7JdMnBv_pclI1s

  6. #6
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    Re: ¿Por qué perdimos Cuba, Puerto Rico y Filipinas?

    Hermanos Cubanos...Revista Española Blanco y Negro año 1898.

    Esto no lo enseñan ni en Cuba ni en España.

    Los soldados negros que lucharon por España repatriados.


    ___________________________________________________


    Comentarios en la misma publicación


    Rafael Santos En la guardia personal de Weyler eran todos prietos.

    Rafael Santos Mis vecinos, y muy amigos de mis padres, del barrio donde nací, eran descendientes de estos soldados y a su vez refugiados traídos por el régimen franquista. La mayor parte de ellos consiguieron venir en el 60 o así, los otros se establecieron a principios del siglo XX en Madrid y son los que debieron mover el asunto para traerse a todo el que pudieron. Gracias al paraíso castrista, trabajaban de sol a sol en la caña por un puñado de habichuelas con algo de arroz o viceversa. Las cosas que les oí contar no se las puede uno imaginar. Decían que el peor de los esclavos vivió mejor que ellos.





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    ReynoDeGranada dio el Víctor.

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    Re: ¿Por qué perdimos Cuba, Puerto Rico y Filipinas?

    Soldados del ejercíto Español en la isla canaria de la Palma preparados para enfrentarse a los norteamericanos en un posible intento de invasión año 1898. En Canarias hubiese sido un suicidio por parte de los norteamericanos intentar invadir las islas no tenían colaboradores ni traidores a su servicio como en Cuba y Filipinas los canarios estaban dispuesto a entablar una lucha a sangre y fuego contra el enemigo anglosajón y protestante como realizo contra el enemigo británico al cual derrotó en 1797 en la batalla de santa cruz de Tenerife.












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  8. #8
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    Re: ¿Por qué perdimos Cuba, Puerto Rico y Filipinas?

    El Proyecto conjunto de la Gran Colombia y México para Invadir a Cuba

    Cuba fue una de las pocas posesiones coloniales que España logro retener hasta después de la Guerra de las Independencias Hispanoamericanas, cuando la mayoría de los países de Hispanoamérica, como México, Centroamérica, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, etc., lograron su independencia de España, sin embargo, al mismo tiempo de la emancipación de estos países, hubo un proyecto de parte de la Gran Colombia (La unión entre Colombia/Nueva Granada, Venezuela y Ecuador) y México para juntos invadir está isla y liberarla del dominio Español.





    https://www.youtube.com/watch?v=tlDHGcH_0iU

  9. #9
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    Re: ¿Por qué perdimos Cuba, Puerto Rico y Filipinas?

    Bueno, después de esta romántica y fantástica historia terminaron perdiendo la Isla...!!!
    Cita Iniciado por Mexispano Ver mensaje
    Historia La hazaña del guardia civil que retó a 300 rebeldes en la Guerra de Cuba: «Vengan cuando gusten, prefiero mil veces la muerte» Cándido Santa Eulalia, al mando de once agentes de la Benemérita, prometió en octubre de 1895 que nunca cometería la «vileza» de entregarse con vida a los enemigos de España VIDEO Imagen de uno de los cinco mil guardias civiles que sirvieron en Cuba - ABC Israel Viana Madrid Actualizado:21/12/2018 18:05h Bajo el titular de « Un héroe», la prensa española publicaba dos artículos el 19 de noviembre de 1895, en los que recogía la curiosa hazaña protagonizada por un guardia civil en la Guerra de Cuba. Todo comenzó cuando este fue amenazado unos días antes por el jefe de un grupo de rebeldes. «Señor comandante del puesto de Dolores —podía leerse en la carta recibida en el cuartel donde permanecía atrincherado el español—. Por orden de mis superiores, que bajo ningún pretexto puedo dejar de cumplir, tengo que tomar sin falta el fuerte que usted ocupa, mañana, a las nueve». Hacía apenas nueve meses que se había iniciado el último levantamiento de los cubanos contra España, y que, tres años después, significaría la pérdida de sus últimas colonias en ultramar. Fue impulsado el 24 de febrero por José Martí en una acción conocida como el «Grito de Baire»: varios grupos independentistas del Ejército mambí atacaron simultáneamente a las tropas españolas en varios puntos de la isla. Comenzaba el principio del camino hacia el « Desastre del 98». Por allí andaba nuestro protagonista, Cándido Santa Eulalia. Era parte del cuerpo de la Guardia Civil que se había creado en Cuba a mediados del siglo XIX. El responsable de aquella fundación en la isla —menos de una década después de que naciera en España— fue el capitán general José Gutiérrez de la Concha tras tomar posesión de su cargo en 1850. Una medida que formaba parte de su ambicioso plan para reorganizar la presencia española en la colonia y controlar mejor el territorio, ante la creciente tensión con los autóctonos. Sus objetivos, en aquel periodo inicial, eran simplemente garantizar «la tranquilidad y seguridad pública» para facilitar el desarrollo del Gobierno y terminar con la corrupción de los poderes locales. La primera compañía contó con 124 agentes. En 1853, el siguiente capitán general, Juan de la Pezuela, aumentó su número hasta 258. Y no paró de crecer cuando estalló la primera guerra de independencia (1868-1878) y, sobre todo, cuando se acercaba la segunda y definitiva (1895-1898). En 1872, los agentes llegaban a 3.700; en 1881, a 4.800, y en 1890, a 5.280 hombres, superando después esa cifra para acabar dando apoyo al ejército en las acciones de combate. A pesar de este número, Santa Eulalia se encontraba acompañado de tan solo once compañeros cuando recibió aquella advertencia por carta en su puesto del pueblo de Dolores, en la provincia de Cienfuegos. En ella, el jefe del destacamento insurrecto, el capitán José María Rojas Falero, le insistía: «Yo, para no cometer un acto infame y darles una muerte terrible a ustedes, que serán víctimas de su Gobierno, les advierto por si quieren entregarse sin entrar en combate y librarse de perecer. Usted, si se entrega y quiere pasarse a nuestras filas, obtendrá el grado de sargento primero. En buena paz y unión le ofrezco la mayor consideración y hermandad. Y si se oponen, el fuerte será destruido por cuatro bombas de dinamita y 300 hombres que, a las nueve apróximamente, los tendrán ya sitiados a ustedes. Espero enseguida su contestación». Una pareja de la Guardia Civil conduce a Santiago de Cuba, en enero de 1895, a varios prisioneros. El grupo está atravesando el río Cauto en una balsa de sirga - ABC No se sintió muy intimidado el guardia civil ante la amenaza del capitán cubano, al que respondió enseguida: «Señor don José María Rojas Falero. Muy Señor mío: una vez leída su atenta carta, debo manifestarle que yo soy muy español y, sobre todo, que pertenezco a la Guardia Civil. Habiéndome honrado mis dignos jefes con el mando de este destacamento, prefiero mil veces la muerte que traicionar a mi patria y olvidar el juramento de fidelidad que presté a la gloriosa bandera española, en cuya defensa derramaré hasta mi última gota de sangre antes de cometer la vileza de entregarme con vida a los enemigos de España y de mi rey». Por si no quedaba claro, Santa Eulalia insistió en la idea de que jamás traicionaría a la Benemérita ni a su país, aun sabiendo que aquel enfrentamiento le traería la muerte a él y a sus hombres con toda seguridad. «El ascenso que me proponen para nada lo necesito, pues estoy orgulloso de vestir el uniforme de la Guardia Civil. Mi mayor gloria sería morir con él. Mis jefes también saben premiar a los que defienden su honra, así que, reunido con mis dignos compañeros, rechazamos con energía todas sus predicaciones y amenazas. Estrechados como buenos hermanos y como defensores de este pedazo de terreno, gritamos muy alto para que ustedes lo oigan: “¡Viva España! ¡ Viva nuestro Rey! ¡Viva la Guardia Civil!”. Aquí estamos dispuestos a morir, vengan cuando gusten a tomar el pueblo para que se lleven su merecido. Puesto Dolores, 27 de octubre de 1895. El guardia civil de segunda Cándido Santa Eulalia». El gran impacto que debió causar en su enemigo aquella entrega (o acto suicida), llevó al capitán cubano a cambiar de opinión con respecto a su oponente, al que volvió a enviar una misiva: «Amigo mió: Me gusta tratar siempre con los hombres valientes y caballeros. Yo tengo una orden superior para que hoy, sin falta, tome el fuerte y cumpla con lo mandado contra ustedes. Sin embargo, al ver hasta dónde llega su educación y valentía, dejo de cumplir con mi deber. Además, haré desistir a mis jefes de cometer este acto infame, porque ustedes, nobles españoles, no harán otra cosa que cumplir como héroes de su patria. Yo trataré de dar mis excusas y buscar los medios que estén a mi alcance para cuanto pueda por el bien de ustedes. Ruego que me dispense, pero desde hoy, como defensores de una idea, seremos enemigos, pero en lo tocante a nuestra personalidad, puede usted contar con un buen amigo y servidor, el capitán José María Rojas Falero». Ni « La correspondencia de España» ni « El País», los dos diarios que publicaron este episodio en noviembre de 1895, hicieron mención en los días sucesivos al destino final de Cándido Santa Eulalia ni de su guarnición. Con los datos disponibles actualmente y publicados en 2018 por los «Anales de la Real Academia de Cultura Valenciana», el número de guardias civiles muertos en la Guerra de Cuba fue de 555. De ellos, 86 lo hicieron en combate o como consecuencia de la heridas, una cifra superior a la media del Ejército. Temas _______________________________________ Fuente: https://www.abc.es/historia/abci-haz...7JdMnBv_pclI1s

  10. #10
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    Re: ¿Por qué perdimos Cuba, Puerto Rico y Filipinas?

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    Bueno, después de esta romántica y fantástica historia terminaron perdiendo la Isla...!!!
    Murieron como héroes defendiendo honrosamente la isla de los gringos que se la robaron.

  11. #11
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    Re: ¿Por qué perdimos Cuba, Puerto Rico y Filipinas?

    Histórico documento de protesta del capitán general de Cuba Don Valeriano Weyler en el que califica a los independentistas de hordas de reveldes y bandidos indignos de todo trato regular y caballeresco y al presidente de norteamericano William Mckinley de maleducado y provocador.






    https://www.facebook.com/porlavuelta...542623?__xts__[0]=68.ARD6zx11mFD6yFME4QRtfIrE8U7YyrF4S8kvfsEVSDx9K-_2D9zHfaY_YlT12XwRpr9agW6CLxTXIQjso-nfZ0kJkyden2GANJhnh5C_elnpanAwDL2H1r4DZ4abxuXEPUf1xZVisy5XCdVMibZwTGC3XGij74QKWbedMehYl1iJrN-9-5oz6Vh35XJWXHF6eTxs1mg33s_BL8pzxbrpqFZWegTNKqL3yEcD01z4ZYC73WAU6Xqb8coR1A9iDJuGN8iPwWuQfyNZ0g9YTIf_-m7Y0Ixat56xpDXsLR2D2guAkunUtc8tOH9xRNTi4ZOSdEDcs8QKg8T5qg1Aj7aeczO6w1L6-8e0xTUZJiyQhz36b6q70oVt4bY
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  12. #12
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    Re: ¿Por qué perdimos Cuba, Puerto Rico y Filipinas?

    DE CÓMO VARÍA LA HISTORIA SEGÚN SEA CONTADA

    Un libro prácticamente desconocido para la inmensa mayoría de estudiosos del 98. Es el famoso “Libro Azul”, que fue editado por la imprenta del Ministerio de Marina que estaba dirigido por el entonces Ministro de Marina, Ramón Auñón, en el que se manipula y distorsiona la verdadera correspondencia oficial referente a las operaciones navales durante la guerra con los EEUU. En “teoría” aparecen todas las comunicaciones habidas con motivo de la guerra, pero si uno lo compara a la “Colección de Documentos...”de Cervera, se aprecian perfectamente las diferencias y la catadura moral de quien mandó alterar los mensajes oficiales...

    De hecho Cervera publicó su libro después del acto del sobreseimiento definitivo del Consejo de Guerra contra él y con el permiso de la Reina Regente y escribe en el prólogo: “Poseedor de los documentos que siguen, he creído que debía publicarlos para que ilustren al público y puedan ser enseñanza para el porvenir y datos para la Historia. Pensé primero, que fueran precedidos de una sucinta relación de los hechos, pero considerando que son tan recientes y han afectado tanto a nuestro desgraciado país, que cualquier crítica pudiera degenerar en pasión, he creído como mejor dejarlos solos, porque ellos explicarán muy bien todo lo ocurrido. Quisiera haberlo hecho antes, pero mi condición de procesado me hizo desde luego aplazarlo hasta la terminación de la causa, y después ha pasado algún tiempo para obtener el permiso que era necesario. (...) Va la Colección en dos caracteres de letra; uno, el más pequeño, se refiere a los documentos impresos en cierto trabajo donde se han deslizado errores y omisiones; y el otro diferente, a los aportados por mí, de cuya mayor parte poseo originales...”

    Cuando Cervera se refiere, en el último párrafo, a “documentos impresos en cierto trabajo” se refiere al “Libro Azul”, es decir, a la versión “oficial” que publicó el Ministerio de Marina, manipulada por Auñón, y del cual Cervera no la menciona explícitamente, sino de forma elegante pero sutil, en su prólogo. Si no se tienen delante los dos textos, los dos libros, no se puede apreciar esas diferencias, como con las fotos estereoscópicas, que se necesita emplear un visor especial para darse cuenta del “relieve” de la foto, del efecto 3D de la época. El biógrafo Alberto Risco comenta al respecto: “El Libro Azul” abortó antes de nacer, abrasado por el fuego de la verdad que el de Cervera despedía. Es cosa rara que casi todas las omisiones del Libro Azul se refieran a frases de saludo o alabanza en pro del almirante”. Pero el gobierno norteamericano decidió traducir el de Cervera ( y no el Azul) oficialmente al inglés y hacer una tirada de 15.000 ejemplares. ⚓️





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    Re: ¿Por qué perdimos Cuba, Puerto Rico y Filipinas?

    NO FUE "el DESASTRE DEL 98", SINO "la TRAICIÓN DEL 98". ENTREVISTA A CESÁREO JARABO

    Autor del libro recientemente publicado "1898. Un hito en la gran traición".

    Cesáreo Jarabo es un escritor prolífico, apasionado de la historia. Filósofo y educador por formación, quizá ha sido uno de los primeros historiadores en desvelar y enfatizar la importancia de la acción anglosajona sobre la historia de España y de la Hispanidad en los últimos 200 años, algo que cada día es más evidente. En este sentido, es imprescindible hacer referencia a su libro “La conquista británica de España”, que va a volver a ser editado próximamente, y al interesantísimo “1898, un hito en la gran traición”, que acaba de publicar. Este libro revela datos palmarios y cruciales que deben hacernos reinterpretar y redenominar aquellos hechos clave de nuestro pasado. No hablemos de "el desastre del 98", HABLEMOS DE "LA TRAICIÓN DEL 98".





    https://www.youtube.com/watch?v=-P72xhfB_k4

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    Re: ¿Por qué perdimos Cuba, Puerto Rico y Filipinas?

    IMPRESCINDIBLE: LA GRAN MENTIRA del 98.
    30 DATOS que EVIDENCIAN que fue UNA TRAICIÓN ORQUESTADA



    Pocos hechos históricos han tenido tanta importancia para marcar los destinos de la España actual y de varias naciones hispanas como los sucesos de 1898. Fueron tan negativos que se les bautizó de forma falaz y nefasta como “el desastre del 98”. En este mini-documental vamos a demostrar con datos que la única forma veraz de denominarlos e interpretarlos es como “la traición del 98”. Es clave que estas verdades se conozcan, que nuestra comunidad interiorice de la forma adecuada estos sucesos, por lo que te animamos a que difundas este vídeo en el que queremos presentar los hechos de forma fiel y escueta, para que podamos aprender de los errores del pasado y evitar repetirlos.







    https://www.youtube.com/watch?v=1cqU-UFkGLI

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    Re: ¿Por qué perdimos Cuba, Puerto Rico y Filipinas?

    Cuba, 1898. La conjura del miedo. Pablo Victoria


    Pablo Victoria presenta su último libro "Cuba 1898. La conjura del miedo", editorial Edaf. A través de sus investigaciones vemos una nueva forma de ver y comprender lo que se ha llamado "El desastre del 98".

    "Escribir un libro sobre la guerra de Cuba no fue tarea fácil, dado el enorme prestigio que rodea a quien comandó la escuadra naval enviada a defender las islas de Cuba y Puerto Rico. Tampoco lo fue separar el dato del relato, a pesar de haberme aproximado a tan espinoso tema condicionado por el relato que en España ha hecho carrera en torno a esta guerra, una conspiración del alto gobierno para entregar las islas; unos barcos de guerra en todo inferiores a los norteamericanos; un almirante que enviaron a una muerte segura; una tremenda escasez de carbón adecuado para los buques y, como no podía faltar, el desembarco de un numeroso ejército enemigo que arrolló las débiles fuerzas españolas que defendían a Cuba. El lector se sorprenderá al comprobar que nada de lo anteriores estrictamente cierto, porque el dato, en el caso de este libro, destruyó la fábula y el relato tejidos en torno a este infortunado conflicto.

    La verdad de lo que sucedió surge ―más allá de las fabulaciones que todo país necesita para reconciliarse consigo mismo― abriendo las puertas de una incontrastable realidad: la ceguera de los hombres de Estado y la supina incompetencia de quienes ostentaron el más alto mando naval y militar, teniendo todo a su alcance, o bien para no haber perdido esta guerra, o bien para haber dejado tan maltrecho al enemigo, como para haberlo forzado a desistir de continuarla. Pesa sobre el honor de España el artificio empleado para capitular en el mismo campo de batalla, tras la insólita fuga y desastre naval que sobrevino. En suma, que, siendo España en el corto plazo militarmente superior en casi todo a los Estados Unidos, no había razón para perder la guerra que en Santiago de Cuba dio al traste con lo que le quedaba de provincias ultramarinas; porque esta guerra pudo ganarse con los mismos barcos, los mismos cañones y los mismos valientes y heroicos marinos y soldados, pero con diferentes políticos y hombres que los mandaran."

    Nuestro agradecimiento a Pablo Victoria Vilches y a la Asociación Cultural Héroes de Cavite, que nos permitieron hacer esta grabación.





    https://www.youtube.com/watch?v=SBFu8ECSibc

  16. #16
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    Re: ¿Por qué perdimos Cuba, Puerto Rico y Filipinas?

    BOMBAZO HISTORIOGRÁFICO: APARECEN LOS DIARIOS PROSCRITOS DEL MINISTRO DE LA MARINA DE 1898


    Estos días estamos de enhorabuena: el azar y el trabajo incansable y admirable de meros aficionados al estudio de la historia nos han traído un regalo historiográfico de incalculable valor. José María Manrique y Enrique Rovira son dos verdaderos expertos, dos verdaderos eruditos en el conocimiento de lo que sucedió en el 98 y lo han demostrado escribiendo excelentes libros como "Los misterios del 98". Se une a ellos José María Balmisa, también profundo conocedor de este periodo y nos presentan su último trabajo conjunto: la edición de un verdadero bombazo historiográfico. Publican comentados los diarios proscritos e inéditos de Ramón Auñón, quien fuera nombrado Ministro de la Marina tras el desastre de Cavite y que ejerció como tal durante los combates en el Caribe en la guerra de 1898.

    Los diarios de Auñón son tremendamente reveladores, muchas de las informaciones que allí se presentan destrozan con datos el relato victimita y derrotista de los muñidores de la derrota pactada que ha servido durante tantas décadas, durante siglos ya, para dar cobertura a lo que sólo podemos denominar como "La Gran Traición del 98".





    https://www.youtube.com/watch?v=SG8yzCLfsJw

  17. #17
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    Re: ¿Por qué perdimos Cuba, Puerto Rico y Filipinas?

    POR MUCHAS DÉCADAS, LA HISPANIDAD FUE EL ÚNICO ENEMIGO DE ESTADOS UNIDOS. CON CARLOS CANALES


    Carlos Canales es un abogado y escritor madrileño, muy conocido en España especialmente por su participación en populares programas de radio como "La escóbula de la brújula" o "La rosa de los vientos" en Onda Cero. Carlos Canales ha sido un escritor tremendamente prolífico y meritorio, y ha dedicado gran parte de su tiempo a profundizar en la historia militar de España y a divulgarla. Ha sido director de revistas de historia como “Ristre”, y ha formado junto a Miguel del Rey un tándem insuperable, dado que han publicado conjuntamente más de cincuenta libros.





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