Las fortalezas españolas de los soldados de Dios.

Caballeros templarios, sanjuanistas, calatravos, de Santiago, Alcántara o Montesa defendieron las fronteras de la Cristiandad desde sus muros. Esto son los castillos estandarte de las órdenes militares más importantes de España

La fortaleza de la poderosa Orden de Calatrava

La más importante orden de caballeros creada en España junto a la de Santiago y una de las más antiguas, la Orden de Calatrava, nació en Carrión de Calatrava en 1158, después de que los templarios renunciaran a defender la ciudad-fortaleza arrebatada a los musulmanes junto al río Guadiana. El abad Raimundo de Fitero y uno de sus monjes cistercienses, Diego Velázquez, se ofrecieron al rey Sancho III «El Deseado» para hacerse cargo de este territorio hostil y despoblado desde el que expandieron su poder y su influencia desde Navarra hasta el Guadalquivir, aunque fue en La Mancha donde la orden tuvo sus mejores plazas.



Castillo de Calatrava La Nueva

El primer castillo calatravo fue el de Calatrava La Vieja, pero la terrible derrota de Alarcos en 1195 obligó a los soldados monjes a abandonar su fortaleza. La sangre derramada en el Campo de Calatrava tiñó de rojo desde entonces la cruz negra de brazos iguales de su emblema.

La victoria cristiana en las Navas de Tolosa impulsó en 1217 la construcción en Aldea del Rey de Calatrava la Nueva, una de las más fuertes e inexpugnables fortalezas de su tiempo desde donde se vigilaba el paso desde Castilla hacia Andalucía y se controlaba la ruta entre Toledo y Córdoba. Así lo cuenta en la novela «El escalón 33» (Nowtilus, 2012) Luis Zueco, miembro de la Asociación de Amigos de los Castillos de España, que hila un entramado de acertijos y secretos en torno a estas históricas fortalezas.

Los castillos de las órdenes militares se diferencian del resto por la doble misión, religiosa y militar, que cumplían éstas, «algo habitual en los castillos románicos (aunque en construcciones de menor tamaño), pero que luego se perdió», explica Zueco. De ahí que siempre tengan una iglesia en su interior y se situaran en las fronteras, defendiendo las zonas más peligrosas. «Estas dos características influían también en sus dimensiones y estructura: suelen ser grandes y complejas fortalezas, de trazado irregular, con numerosos elementos defensivos. En el caso de las órdenes de Jerusalén (el Temple, San Juan (también llamados hospitalarios y o de Malta) y el Santo Sepulcro) siguen tipologías de Tierra Santa».



Emblema de la Orden de Calatrava

La Orden de Calatrava fue tan necesaria como temida por los monarcas hasta que los Reyes Católicos la anexionaran a la Corona, como a otras de las órdenes militares (Don Juan Carlos es actualmente el gran maestre de las Órdenes de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa). Los calatravos ocuparon hasta el siglo XVIII el Sacro Convento y Castillo, que resultó muy dañado por el terremoto de Lisboa en 1802.

Hoy está reconstruido y los viajeros pueden contemplar su gran rosetón construido en época de los Reyes Católicos. Declarado Bien de Interés Cultural en 1931, conserva en pie dos de sus Plazas de Armas y la Torre del Homenaje, cercado todo por tres fuertes murallas con puertas de acceso.

Existe un recorrido por los castillos de la Orden de Calatrava, que recorre Calatrava La Vieja y la ciudad medieval de Alarcos, Calatrava La Nueva y el Castillo de Doña Berenguela.

«El Escorial» de la Orden de Santiago en Uclés


El castillo monasterio de Uclés

A finales de 1174 el pendón de la Orden de Santiago ya ondeaba sobre la torre del castillo de Uclés (Cuenca). El Rey Alfonso VIII acababa de donar a la orden la edificación para albergar las huestes que lucharían en la reconquista y ésta, con la llegada del primer maestre don Pedro Fernández, la convirtió en una fortaleza monacal donde reflejó su particular forma de ser.

En el origen de la orden, fundada en León en 1170, se encuentran los llamados freiles de Cáceres, trece caballeros que defendieron la ciudad del mismo nombre, aunque sin éxito, en el año 1170, encabezados por Pedro Fernández de Fuentencalada y el leonés Suero Rodríguez. El prólogo de su regla, escrito por el que luego sería Gregorio VIII a instancias de Alejandro III, señala que estos «varones nobles por linaje y sabios en las cosas del mundo, claros en el ejercicio de las armas y abastados de los bienes temporales» se hicieron «siervos de justicia» cuando «pusieron la cruz en su pecho en manera de espada con la señal e invocación del bienaventurado apóstol Santiago». Los caballeros de la orden se acogieron a la regla de San Agustín y decidieron emplear sus facultades en defender a los peregrinos a Santiago y guardar las fronteras de Extremadura.


Interior de Uclés

Durante años la Orden tuvo una sede en San Marcos de León que rivalizó con Uclés, en Cuenca, hasta que Fernando III el Santo unió ambas en 1230. Desde entonces, Uclés es considerada como la sede de esta orden a la que pertenecieron Velázquez o Quevedo.

El castillo-monasterio como El Escorial de Castilla La Mancha, extendía sus murallas, bastiones, contrafuertes y torres almenadas en un kilómetro cuadrado de superficie, dejando a la localidad de Uclés en penumbra una hora antes que los pueblos vecinos. Con la pérdida del carácter militar de la orden tras la reconquista, Uclés se transformó en un monasterio. Su construcción duró más de dos siglos, siendo muestra hoy del estilo plateresco, herreriano y churrigueresco.

Entre sus muros tomó el hábito Santo Domingo de Guzmán y albergan la tumba del poeta Jorge Manrique, hijo del maestre Don Rodrigo. A lo largo de la historia, el castillo monasterio ha sido posteriormente noviciado, hospital, cárcel y seminario. Hoy alberga el Seminario Menor Santiago Apóstol.

Monumento Nacional desde 1931, destaca su claustro del siglo XVII con dos pisos de galerías; la iglesia, que fue diseñada por Francisco de Mora, discípulo de Juan de Herrera, y la portada del Medio Día, de estilo churrigueresco y atribuida a Pedro Rivera.

Alcántara. marcada por la cruz flordelisada verde

Interior del Convento de San Benito de Alcántara

Alcántara dio nombre a la tercera de las grandes órdenes militares autóctonas. Cuando Alfonso IX de Castillo donó la localidad cacereña a los miembros de la pequeña casa de San Julián de Besteiro en 1176, éstos decidieron adoptar su denominación. Ligados en un principio a la orden de Calatrava y acogidos como ella a la orden del Císter, a partir de 1186 pasan a tener una jurisdicción exenta.

Las posesiones de la orden se repartieron por toda Extremadura y parte de Andalucía. Su blasón con un peral silvestre sin hojas y con las raíces descubiertas sobre un campo de oro mudó en 1414 en una cruz flordelisada verde de sinople.


Indumentaria de la orden de Alcántara

La orden de Alcántara, de la que posteriormente fueron miembros Garcilaso de la Vega o el Conde Duque de Olivares, se instaló en la alcazaba árabe de la localidad de la que apenas quedan restos. A mediados del siglo XV se construyó el Convento de San Benito y los caballeros de la orden desalojaron la antigua fortaleza que se fue deteriorando con el tiempo y trasladaron su sede al nuevo edificio.

Tras la restauración realizada por Hidroeléctrica Española, el convento de San Benito, monumento nacional desde 1914, es hoy sede de la fundación del mismo nombre.


Castillo de Piedrabuena

El castillo de Piedrabuena, cabeza de una importante encomienda de la orden situado en una finca privada en el término municipal de San Vicente de Alcántara (Badajoz), es actualmente el que se encuentra en mejor estado. La fortaleza, que combina lo militar con lo palaciego, pasó por diversos procesos de construccción y reformas, en las que intervinieron destacados maestros mayores de la Orden de Alcántara como Pedro de Ybarra, Gaspar López y Juan Bravo, junto a Sebastián de Aguirre y Alonso Durán.

La sede de la Orden de Montesa

Castillo de Montesa

De lo que fue en su día el Santo y Real Convento de la Orden de Santa María de Montesa y San Jorge de Alfama, donde los caballeros debían pasar al menos cuatro meses aprendiendo las ceremonias y oficios de la orden antes de su nombramiento, apenas quedan restos. La magnífica puerta que daba acceso a las habitaciones del gran maestre, el dormitorio y la capilla de San Jorge se conservan hoy en el Palau de la Generalitat, en Valencia.

En Montesa permanece sobre uno de los muros de la torre el escudo del maestro Pere de Tous entre los restos del castillo, declarado Monumento Nacional en 1926 que se puede visitar los fines de semana.

La Orden de Santa María de Montesa fue peculiar, circunscrita exclusivamente al reino de Valencia. «Fue creada por el monarca aragonés Jaime II ante el temor de que la Orden del Hospital, es decir los sanjuanistas, concentrara bajo su poder un inmenso patrimonio en bienes y castillos cuando se disolvió la Orden del Temple a principios del siglo XIV», explica Zueco en las páginas del «Escalón 33». El Papa Juan XXII accedió a sus pretensiones promulgando en 1317 la bula por la que se creaba la orden, que tomó la regla del Císter.

La orden recibió un gran número de castillos en Valencia, muchos de ellos con pasado islámico: Xivert, Pulpis, Onda, Vilafamés, Peñíscola... El monarca cedió a la orden el castillo y la villa de Montesa para que fuera su sede.

En 1400 se incorporaría a su orden la de San Jorge de Alfama, que se encontraba entonces en estado ruinoso.

El baluarte templario de Ponferrada


Castillo de Ponferrada

Más de un siglo estuvo el castillo de Ponferrada en manos de los templarios, desde que los reyes leones les donaran la villa como ayuda y defensa del Camino de Santiago en 1178 hasta la supresión de la Orden del Temple en 1312, con apenas un paréntesis de 1196 a 1211 de periodo hospitalario.

Cuando los primeros soldados-monjes de esta orden nacida en Tierra Santa en 1129 llegaron a la comarca de El Bierzo (León), se encontraron una pequeña fortaleza que había sido ciudadela romana y antes castro. Ellos se encargarían de ampliarla y mejorar sus defensas y aunque posteriormente sería reformado en el siglo XV y principios del XVI y pasaría a manos de la propia corona, el Conde de Lemos o Pedro Álvarez Osorio, Ponferrada pasaría a nuestros días como la ciudad de los templarios. A un caballero templario se le atribuye el hallazgo de Virgen de La Encina, patrona de El Bierzo, en el hueco de una vieja encina.

Hoy este Monumento Nacional desde 1924, propiedad del Ayuntamiento de Ponferrada, alberga una Biblioteca Templaria con 1.380 volúmenes que ha convertido a la fortaleza en un centro de investigación y estudios históricos sobre la Edad Media. Cada verano es escenario de la «Noche Templaria» en la que se escenifica la llegada de los caballeros templarios al castillo.


Castillo de Monzón

Antes de que Ponferrada se convirtiera en una de las principales plazas fuertes de la Orden del Temple en España, los templarios se habían hecho cargo de la fortaleza de Monzón en Aragón, que transformaron el recinto arrebatado a los árabes en un castillo convento donde se cuenta que custodiaron la Tizona del Cid. El rey Jaime I fue educado entre sus muros por los templarios de 1214 a 1217.

Los templarios aguantaron seis meses de asedio en el castillo de Monzón, uno de los últimos en caer cuando se suprimió la orden y sus fortalezas pasaron a manos de otras órdenes militares. La fortaleza forma parte de una ruta del Temple en la Corona de Aragón, que recorre Monzón, Lleida, Miravet, Tortosa y Peñíscola.

Consuegra, cuartel de mando de la Orden de San Juan

El Castillo de la Muela en Consuegra

Apenas quedan restos musulmanes en el Castillo de La Muela que se construyó durante el Califato de Córdoba (siglo X) para frenar el avance cristiano y se convirtió años después en cabeza de priorato de la Orden de San Juan de Jerusalén.

Su reconquista definitiva tuvo lugar en 1183, durante el reinado de Alfonso VIII, que cedió la fortaleza manchega a los caballeros hospitalarios. Éstos ampliaron y dotaron de capilla, sala capitular, archivo y nuevas defensas. «Era necesario romper 7 puertas para acceder al núcleo central de la fortaleza y el grosor medio de sus muros es de 4.5 metros y la altura de sus torres de 30 metros, lo cual, unido a su posición estratégica, le daba un aspecto inexpugnable», recoge la web del Ayuntamiento de Consuegra, que adquirió el recinto en 1963.

La mitad del castillo se ha recuperado ya, aunque prosiguen las labores de rehabilitación. Se pueden visitar dos de tres aljibes, la galería, la nave de archivos, la ermita, la sala capitular, la torre albarrana, las terrazas, el jardín, la barbacana y los pasos de ronda.


Orden de Malta

Consuegra y Alcázar de San Juan fueron las dos localidades que mayor peso han tenido en la historia de la orden en España al ser durante siglos, cabeza del Gran Priorato de Castilla y León. La Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, más conocida ahora como la Orden de Malta, había nacido en la segunda mitad del siglo XI tras la conquista de Jerusalén y se implantó por toda España. Aún hoy son testigos de la importancia de la orden en Castilla La Mancha las numerosas poblaciones con el topónimo «de San Juan».

Los hospitalarios compaginaban entonces sus funciones guerreras con la atención a los pobres y enfermos. Esta última labor aún hoy la siguen desempeñando.

Los canónigos del Santo Sepulcro en Calatayud

Caballeros del Santo Sepulcro en Calatayud

La Real Colegiata del Santo Sepulcro de Calatayud fue la casa central en España de la Orden del Santo Sepulcro, la más antigua de las órdenes militares fundadas en Tierra Santa. También poseyeron castillos, como los de Tobed y Nuévalos, pero no de grandes dimensiones ni importancia.

La orden tenía la doble misión de custodiar el Santo Sepulcro y atender al servicio religioso de la iglesia del mismo, una dicotomía que dio lugar a dos ramas: la Orden de Canónigos Regulares del Santo Sepulcro y la de los caballeros, dedicados preferentemente a tareas militares, Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén. «En la península se estableció principalmente la de los canónigos, no la militar», explica Luis Zueco.

La orden se instaló en la Corona de Aragón después de que Alfonso I el Batallador dejara el reino a las órdenes del Santo Sepulcro, San Juan de Jerusalén y el Temple. El insólito testamento no se respetó, pero al renunciar a sus derechos, las órdenes militares fueron compensadas con bienes en diversas localidades.

El Santo Sepulcro estableció un priorato en la Iglesia Prioral de Calatayud en 1131 y en 1141 en la Colegiata Prioral de Santa Ana en Barcelona, actual sede de la Lugartenencia en Aragón, Cataluña y Baleares.

JJ.Godoy Espinosa de los Monteros - Las fortalezas españolas de los soldados de Dios.