LA INGENIERÍA Y EL PROYECTO DEL ICTÍNEO DE MONTURIOL (1857-1868)
Antoni Roca Rosell
Centre de Recerca per a la Història de la Técnica
ETS Enginyeria Industrial de Barcelona
Universitat Politécnica de Catalunya
La ingeniería y el proyecto del Ictíneo de Monturiol, 1857-1868 (Resumen)
Narcís Monturiol (1819-1885) desarrolló su proyecto de navegación submarina (Ictíneo) entre 1857 y 1868. Se trataba de una realización de ingeniería, donde podemos ver cómo se relacionan técnicos empíricos con los nuevos ingenieros formados en escuela. Nos proponemos analizar los orígenes de la idea de Monturiol y qué papel tuvieron su ideología y su vocación para la invención y el estudio científico. Monturiol formó un equipo de técnicos prácticos, en el que colaboraron y llegaron a incorporarse un arquitecto naval y un ingeniero industrial recién graduado en la Escuela de Barcelona. El proyecto acabó con la desaparición de los Ictíneos. Se discuten las características generales del proyecto y su significación en la Cataluña del siglo XIX.
El Ictíneo de Monturiol es un proyecto que señala la transición a la ingeniería moderna en España. (1). En efecto: su promotor y responsable principal, Narcís Monturiol Estarriol (1819-1885) era un técnico práctico, sin educación formal (2). Ideó su Ictíneo para la navegación submarina, consiguió suficientes apoyos para experimentarlo y se acercó bastante a su objetivo, a pesar de que sus planteamientos, siendo razonables, no eran viables.
Siendo un técnico práctico, Monturiol actuaba, si se nos permite el adjetivo, como un ingeniero auténtico: basó el desarrollo de sus ideas en el estudio y la investigación científica, formó un equipo de colaboradores técnicos y creó una empresa con voluntad de negocio.
En la segunda mitad del siglo XIX, la ingeniería industrial se acababa de organizar en España. Es sabido que fue creada en 1850 y que al año siguiente empezaron a funcionar cuatro escuelas, en Barcelona, Madrid, Sevilla y Vergara, de las cuales, al principio, sólo la de la capital estaba facultada para el título superior. Una década más tarde, todas las escuelas podían hacerlo, pero la titulación no encontraba el apoyo económico y político necesario. Acabaron desapareciendo todos los centros, con excepción de la Escuela de Barcelona, que, con subvenciones del Ayuntamiento y de la Diputación, funcionó sin interrupción y se convirtió, a partir de 1867, en la única escuela de ingeniería industrial de España.
Finalmente, hay que decir que en la España del siglo XIX la Ingeniería Naval no existía como especialidad civil, si no que era únicamente una especialidad militar que se había desarrollado asociada a las iniciativas del marino y científico, Jorge Juan, una figura cumbre de la Ilustración en España. (3)
El proyecto del Ictíneo (1857-1868)
Recordemos resumidamente el desarrollo del proyecto del Ictíneo. En 1857, Monturiol formó en Figueres una empresa para ensayar la navegación submarina con la nave de su invención. Entre 1859 y 1862 realizó más de cincuenta inmersiones con su primer prototipo, el Ictíneo I. Se realizaron en el puerto de Barcelona, excepto unas pruebas oficiales en 1860 que tuvieron lugar en el de Alicante. Monturiol buscaba el apoyo del gobierno español para financiar un segundo prototipo, apto para la explotación industrial (principalmente, la pesca de coral), aunque también presentó otro proyecto para construir un Ictíneo de guerra. Monturiol ofrecía el Ictíneo "comercial" a toda la humanidad, mientras que se comprometía al secreto en el segundo proyecto (4). Ésta debe de ser la razón por la cual no patentó nunca su sistema de navegación submarina.
El gobierno no respondió tal como Monturiol y sus compañeros esperaban. Decidieron dar un paso adelante y construir por su cuenta el nuevo Ictíneo. Fue botado en 1862; superó sin demasiados problemas las pruebas de inmersión y de resistencia, pero no las de navegación. La propulsión por fuerza humana resultaba al parecer insuficiente y, como intento de solución, decidieron instalar un motor de vapor, una solución muy compleja, pero que Monturiol y sus colaboradores consiguieron hacer efectiva. Las pruebas con el nuevo motor de vapor no empezaron hasta octubre de 1867. La situación económica de la empresa era crítica, las deudas se habían ido acumulando sin que el Ictíneo diese ningún rendimiento. En diciembre de 1867, el personal fue despedido. Los Ictíneos fueron subastados para cubrir las deudas y fueron embargados en febrero de 1868. A continuación, fueron desballestados. La aventura había acabado.
Los orígenes del Ictíneo
La caracterización del proyecto Ictíneo como un proyecto de ingeniería pide, en primer lugar, que señalemos el origen de las ideas sobre navegación submarina en Monturiol. Su biografía y su concepción del mundo nos dan unos elementos de partida. En efecto: Monturiol fue el principal promotor del comunismo cabetiano en Barcelona, donde hacia 1848 funcionó uno de los pocos grupos conocidos en España, si no es que era el único con cierta entidad. En realidad, un compañero de Monturiol, el médico Joan Rovira, formó parte de la primera expedición para fundar Icaria, que partió de Le Havre para los Estados Unidos en febrero de 1848.
El libro donde Étienne Cabet expuso su programa político, la novela filosófica Viaje por Icaria (1842), fue traducido al castellano por Francisco Orellana y por el mismo Monturiol. (5) La sociedad igualitaria imaginada por Cabet utilizaba extensamente la tecnología, tanto la existente en su época como la que se consideraba que sería viable. En este sentido, no es difícil encontrar menciones al submarino como medio de transporte y de exploración de la sociedad futura.
Hay que decir que cuando Monturiol ideó su Ictíneo (hacia 1857), la experiencia icariana en América estaba en una fuerte crisis (Ventura, 1972), pero la concepción de base de Cabet, es decir, hacer la revolución mediante la transformación pacífica de la sociedad, seguía siendo sostenida por personas como Monturiol. Su entusiasmo por el proyecto de Ictíneo se explica mejor si tenemos en cuenta que él estaba convencido de que los descubrimientos que se realizarían con la navegación submarina serían decisivos para el progreso de la humanidad. A pesar de que Monturiol no mencionase nunca, según nuestra revisión, la vinculación entre el Ictíneo y el cabetanismo, no puede pasar desapercibido que muchos de los promotores del proyecto habían pertenecido a la célula cabetiana de 1848 y entonces militaban, como Monturiol, en el movimiento republicano federal. (6) Su acción fue muy eficaz, ya que consiguieron, como hemos dicho, una recaudación por suscripción popular muy importante.
Un segundo elemento se encuentra en el hecho de que Monturiol era un inventor, es decir, una persona imaginativa, creadora de soluciones técnicas para objetivos muy variados. Su oficio principal, la imprenta, le inspiró en varios de estos inventos (por ejemplo, una máquina de imprimir cartapacios), pero se le atribuyen muchos más a lo largo de su vida, de los que podemos destacar, por su éxito relativo, una máquina de hacer cigarrillos y un sistema de conservar la carne. Monturiol reforzaba su vocación inventiva con el estudio. A pesar de no tener, según nuestras noticias, una educación de escuela, a lo largo de su vida demostró tener conocimientos avanzados de mecánica, física, química y oceanografía, conseguidos de manera autodidacta, consultando libros en bibliotecas públicas o privadas. (7)
No tenemos noticias concretas, pero parece probable que Monturiol conoció experiencias anteriores de navegación submarina, por lo menos las protagonizadas por Robert Fulton a principios del siglo XIX.
En tercer lugar, las biografías de Monturiol mencionan el hecho de que su inspiración se desarrolló observando los pescadores de coral en Cadaqués, donde estuvo desterrado hacia 1856, cuando la crisis del bienio progresista, resultado de la huelga general de 1855. Se suele considerar que Monturiol pensó en aliviar las penalidades de los pescadores de coral, que se sumergían a pulmón libre para recolectarlo. Esto le confiere una imagen filantrópica de acuerdo, sin duda, con sus convicciones filosóficas y éticas, pero no lo hemos encontrado en las presentaciones de su proyecto que Monturiol publicó. El coral aparece, más bien, como un producto que puede ser rentable en la actividad de los Ictíneos.
En resumen, creemos que Monturiol desarrolló su idea de navegación submarina empujado por su afán como inventor, pensando en las posibilidades científicas que ofrecía un mundo casi sin explorar, como era el fondo del mar, viendo viable su desarrollo por las aplicaciones industriales y militares.
Características del proyecto de Monturiol
Monturiol presentó públicamente su proyecto en una memoria de 1858, cuando ya había conseguido los primeros fondos para construir un prototipo, que sería botado el junio del año siguiente, aunque la presentación oficial no fue hasta el 23 de septiembre. Analizando esta primera memoria podemos ver cuál fue su papel en el proyecto. Primero, está claro que Monturiol tuvo la idea del diseño general del navío, en forma de pez. Hay que aclarar que no utilizó nunca la denominación de submarino, sino "Ictíneo", partiendo de las palabras griegas que significan pez y barco.
En segundo lugar, pensó en que el buque tuviera una cámara interior, donde alojar la tripulación, los instrumentos y mecanismos de navegación y de propulsión. Este sistema de doble cámara debía conseguir una mayor resistencia (y por lo tanto, llegar a mayor profundidad) en la inmersión.
En tercer lugar, en su primer Ictíneo Monturiol utilizó un sistema ingenioso para la inmersión: (8) se llenaban unos depósitos, situados entre las dos cámaras, y el Ictíneo quedaba entre aguas. Entonces unas hélices horizontales impulsaban la nave hacia abajo.
En cuarto lugar, una hélice trasera, con timón, servía para la propulsión. Como motor, para su primer Ictíneo Monturiol consideró sólo la fuerza humana, tal como se había hecho en naves submarinas anteriores.
En quinto lugar, Monturiol se planteó la necesidad de la renovación del aire en el interior del Ictíneo. Pensó en precipitar el anhídrido carbónico con cal y en llevar depósitos de oxígeno comprimido para enriquecer la atmósfera. (9)
De todos modos, Monturiol también se preocupó por una cuestión previa a las cinco mencionadas: ¿cuáles podrían ser las condiciones para la navegación en el fondo del mar? ¿Habría tempestades, corrientes, turbulencias? En su memoria de 1858, la oceanografía ocupa el lugar más destacado y todo indica que fue uno de sus temas de estudio preferidos. Mencionemos, por ejemplo, que en la publicación del Almanaque democrático para el año bisiesto de 1864, el tema del capítulo de Monturiol es, precisamente, la oceanografía submarina.
Las contribuciones de nuestro inventor fueron, pues, de diseño y de desarrollo de artefactos para hacer viable la navegación submarina. Hay que destacar que el recurso principal de Monturiol fue el conocimiento científico, tanto en el estudio de la literatura de su tiempo como en el trabajo de laboratorio. En efecto: en su memoria póstuma (1891), Monturiol describe un buen número de experimentos de laboratorio, la mayor parte de ellos sobre procesos químicos, realizados para preparar distintos procesos e ingenios, experimentos que, en general, ponen de manifiesto su competencia científica y técnica.
En todos estos aspectos podemos reconocer el talante y la metodología de los ingenieros. Monturiol, sin embargo, no se denominó nunca así. Aparece en muchas publicaciones como "inventor", palabra que tenemos que hacer equivalente a ingeniero o ingeniero práctico.
Los colaboradores de Monturiol: Missé, Monjo, Pascual y Calvet
Una de las virtudes de Monturiol fue su capacidad de movilización de personas para que le prestaran apoyo y, en particular, de incorporación de colaboradores técnicos. Monturiol y sus primeros colegas crearon en 1857 una empresa tecnológica en torno al Ictíneo, aportando en general pequeñas contribuciones (salvo alguna excepción); al cabo del tiempo, el gran número de aportaciones económicas acabó formando una suma respetable. Enric Freixa (1986) estimó que se habían reunido hasta 1.000.000 de pesetas en el curso de los diez años del proyecto (1857-1868), lo cual representa unos 1000.000.000 de pesetas de principio del siglo XXI, es decir, unos 6.000.000 euros.
El equipo técnico del primer Ictíneo fue dirigido por Josep Missé, natural de Calella, artesano mestre d'aixa de la Barceloneta. De todos modos, sabemos que el arquitecto naval Joan Monjo, nacido de Mahón, realizó los cálculos previos, tal como él mismo lo dice en el manuscrito que conservan sus descendientes reproducido en 1985. Esto quiere decir que Monturiol contó desde el principio con la colaboración de un especialista cualificado en la construcción naval, como Monjo, el cual no se incorporó a la empresa por falta de tiempo, a pesar de la insistencia de Monturiol.
El equipo dirigido por Missé estaba compuesto por artesanos, como él, y también por operarios probablemente poco cualificados. Missé había estudiado con Monjo en una escuela de construcción naval privada que éste había abierto en Barcelona a su vuelta de Cuba en 1853 y de la que se tienen pocas noticias. Estrany (1915:16) menciona todos los tripulantes (10) del Ictíneo I, entre los cuales menciona a otro mestre d'aixa, Francesc Molinas Vía.
Vemos, pues, que el equipo del primer Ictíneo era de técnicos prácticos, pero, en la presentación de su memoria de 1860, Monturiol tiene mucho interés de mencionar a los "facultativos" que han avalado sus primeros trabajos. Además de Monjo, Monturiol menciona a Llorenç Presas, Josep Roura y Pere Roqué, todos ellos profesores de la Escuela Indsutrial Barcelonesa, además de Josep Giró Romá, profesor de la Escuela Normal. Monturiol reproduce un texto que atribuye a Roura un apoyo claro al proceso.
"Después de varias conferencias con el primero de estos señores [Roura], expresó su opinión en los términos que cito: «Creo que los medios que V. emplea para los movimientos de descenso y ascensión, para dirigirse a derecha o a izquierda, adelante o atrás son propios para este objeto; creo que los que emplea para alimentar una luz artificial debajo del agua darán los resultados que V. espera, y por fin creo que las sustancias de que hace V. uso para deshacerse del ácido carbónico, de los vapores de agua y del calor que producimos por medio de la respiración y traspiración son apropiados al fin que V. se propone, y que con la adición del oxígeno en la proporción que nosotros lo gastamos, tendrá V. dentro de su barco un aire más puro que el que ahora nosotros respiramos en esta estancia». He citado estas palabras con el mayor agradecimiento, y porque ellas hacen la apología de las prendas morales del señor Roura".
Por lo tanto, el director de la Escuela de ingeniería industrial aprobó las soluciones técnicas para la inmersión, la navegación submarina, la iluminación bajo el agua y el proceso de renovación del aire. La citación tiene un valor añadido, ya que Roura falleció en mayo de 1860, después de una enfermedad de algunos meses.
Las pruebas del Ictíneo I recibieron el apoyo de más representantes de la comunidad científica. En Barcelona, el Ateneo Catalán, que se acababa de constituir, organizó una comisión que emitió en 1860 un informe muy favorable al proyecto de Ictíneo. Estaba presidida por el polifacético catedrático de la Facultad de Medicina, Josep de Letamendi, y eran miembros de la misma Josep Bonet, profesor de la Escuela de Náutica, Francesc Presas, profesor de matemáticas, Josep M. Álvarez, ingeniero civil, y Joan Font, profesor de física y química. (11) Se hizo constar que el sucesor de Roura en la dirección de la Escuela de ingeniería industrial, Joan Agell, asistió a las reuniones de la comisión.
En la misma línea de apoyo de los técnicos académicos, Monturiol estaba muy satisfecho del artículo que el brigadier Miguel Lobo publicó en 1860 en la revista Crónica Naval. (12) Le parecía que este trabajo, a cargo de un miembro de la Armada, avalaba su calidad en las instancias oficiales.
Vemos pues que Monturiol buscó de manera clara el apoyo del mundo científico y técnico de su época. El apoyo obtenido pone de manifiesto las limitaciones institucionales que ese mundo tenía.
Para la construcción del segundo Ictíneo, Monturiol incorporó finalmente a Joan Monjo, que hizo los cálculos correspondientes, pero ahora supervisó directamente la construcción del navío. En el Museo Marítimo de Barcelona se conservan un buen número de planos de piezas mecánicas y otras partes del Ictíneo II que llevan la firma de Monjo. La dirección de los trabajos de construcción de la nave continuó a cargo de Missé.
El Ictíneo II tenía unas dimensiones mayores, pensando en su utilización como buque industrial. En las primeras pruebas se presentaron problemas de estanquiedad, lo cual determinó que la profundidad máxima sería de 30 m. Lo más grave, sin embargo, era la lentitud de movimientos, tanto en superficie como, sobre todo, sumergido. La fuerza motriz también era humana: mientras que el primer Ictíneo era movido por hasta cinco personas, ahora se había pensado en 16, pero no se consiguió más velocidad.
Esta importante limitación llevó a tomar una decisión muy difícil: sustituir el motor humano por un motor mecánico. Monturiol descartó el motor de gas y el de petróleo y se decidió por una máquina de vapor, probablemente porque era la más fiable mecánicamente y porque encontró un combustible -una mezcla de metales- que producía calor y no liberaba gases tóxicos, sino oxígeno.
Todo indica que la investigación de laboratorio sobre combustibles y sobre respirabilidad de la cámara ictínea fue realizada con la colaboración de otro profesor de la Escuela de ingeniería industrial, Damàs Calvet, en su laboratorio privado de Sant Martí de Provençals, en Barcelona.
Además, uno de los nuevos colaboradores del Ictíneo era un estudiante de ingeniería industrial, Josep Pascual Deop, a cargo del control del proceso de renovación del aire del interior de la cámara. Pascual, que obtuvo su título en 1865, diseñó la caldera y dos motores de vapor, uno para mover el Ictíneo en superficie y el otro, en sumersión. Tuvo que tener en cuenta que las máquinas debían ser montadas dentro del Ictíneo y, por lo tanto, tenían que tener piezas no superiores a los 54 cm de diámetro de la escotilla de entrada. La operación fue muy compleja y culminó en octubre de 1867. Las pruebas no llegaron a dar los resultados buscados, ya que fueron interrumpidas por la crisis del proyecto. Sin embargo, Pascual se convirtió en el hombre de confianza de Monturiol. (13) Así lo podemos ver en el texto manuscrito de Monjo, el cual relata su marginación en los últimos tiempos del proceso y, sobre todo, en el año 1867. Monjo, que se revela como una persona de carácter difícil, tuvo enfrentamientos y malos entendidos con sus subordinados y con Missé y Pascual. Monturiol le aconsejaba más flexibilidad y tolerancia, pero Monjo, como se puede leer en su texto, no entendía la posición de Monturiol.
Conclusiones: Fracaso del Ictíneo?
La literatura generada por la figura de Monturiol y su Ictíneo destaca dramáticamente el fracaso final del proyecto. A las puertas de la revolución de Septiembre de 1868, con el ascenso de los correligionarios de Monturiol, los Ictíneos llegaron a desaparecer físicamente. En este periodo, Monturiol redactó una extensa memoria recopilando su experiencia, que intentó utilizar para hacer renacer el proyecto de sus cenizas. Fue en vano y murió en 1885 con el texto inédito. Sin embargo, en 1891 la misma memoria mereció una impresión magnífica, con la participación de técnicos de primer orden y el apoyo de personalidades públicas catalanas, como Mañé y Flaquer. La financiación llegó de los empleados de la Compañía Trasatlántica, donde trabajaban algunos de los antiguos compañeros de Monturiol y uno de sus hijos.
La impresión de su memoria está sin duda relacionada con el inicio de las experiencias del submarino de Isaac Peral, presentadas en Madrid en 1890. La propaganda y la ola de elogios al nuevo inventor español generaron una reacción contundente en Cataluña: la revista catalana La Tomasa y el diario La Vanguardia publicaron extensos monográficos dedicados a Monturiol y a su Ictíneo, reclamando su lugar en la invención de la navegación submarina. La edición de la memoria de Monturiol al año siguiente fue otra manifestación del clamor de la opinión pública catalana. Este clamor no iba contra Isaac Peral, que había hecho desde 1889 declaraciones muy respetuosas reconociendo el valor del trabajo pionero de Monturiol, si no contra los medios de comunicación y las autoridades, que le ignoraban. (14) Isaac Peral acabó perdiendo la confianza de las autoridades militares españolas y su proyecto de submarino quedó finalmente interrumpido.
Que el proyecto de Monturiol fracasó, no es posible discutirlo. Además, Monturiol se sintió decepcionado y la experiencia le llevó, según todos los indicios, a un estado depresivo en los años de vida que le quedaban, es decir, de 1868 hasta 1885.
Sin embargo, este estado de ánimo no debe interpretarse de manera simplista. Primero, porque en el periodo inmediato al fin del Ictíneo, Monturiol estuvo directamente implicado en las transformaciones políticas de España. Fue diputado a las Cortes constituyentes de la República en 1873 y dirigió la Fábrica Nacional del Sello, probablemente en el periodo en que su conciudadano, Joan Tutau, fue ministro de Hacienda. Después de la caída de la República, a principio de 1874, Monturiol continuó en Madrid ocupado en gestiones varias, entre las cuales defender sus intereses en inventos como su máquina de hacer cigarrillos. De vuelta a Barcelona, tuvo empleos modestos, trabajando para un banco, donde estaba a cargo de la edición de una revista financiera. Los testimonios de esta época nos muestran a una persona que añora su época de gloria, su campaña hacia un objetivo que, al final, se había escapado.
¿Qué balance debería hacerse del conjunto del proyecto de Monturiol desde una perspectiva crítica? Es evidente que considerar el proyecto como un fracaso es asumir la valoración del mismo Monturiol, una valoración que ha servido, por contraste, para convertirlo en un héroe nacional catalán. (15) Una alternativa nos la ofrece Xavier Moreno en sus trabajos de 1995 y 1999. Según él, los Ictíneos de Monturiol no sólo fracasaron sino que ese era su destino irremediable, dadas las insuperables limitaciones o los graves defectos de diseño que tenían. Para Moreno, los Ictíneos no eran capaces de navegar debajo del agua y, por lo tanto, el episodio se inscribiría en la mitología popular y no en la historia de la técnica.
Nosotros discrepamos de esta posición, a pesar de que es correcta por lo que se refiere al Ictíneo II. Consideramos la valoración algo abusiva, porque no tiene en cuenta por lo menos dos cuestiones. Primero, el diseño del Ictíneo II se tuvo que modificar sobre la marcha para introducir la máquina de vapor, sin posibilidad, por ejemplo, de rehacerlo. Esta opción resultó poco afortunada y, además, el equipo técnico dirigido por Monturiol apenas si tuvo tiempo para rectificarla. Freixa (1986) considera que el defecto que impedía una propulsión más eficaz estaba en el diseño de la hélice. El segundo motivo para considerar abusiva la valoración del Ictíneo como fiasco es la comparación con otros proyectos paralelos en Europa. Wilhelm Bauer construyó naves submarinas en la misma época que Monturiol y el resultado al que llegó fue el mismo. La navegación submarina tenía que esperar el fin del siglo XIX y, en realidad, la primera década del XX para consolidarse técnicamente.
Nos gustaría destacar, sin embargo, un error en el planteamiento de Monturiol que generalmente se pasa por alto. Desde 1857, consideró el mundo submarino como un nuevo continente que daría lugar a grandes descubrimientos científicos y a grandes beneficios económicos, al mismo tiempo que podía utilizarse para tener el control militar de los mares. Han transcurrido casi 150 años y los descubrimientos científicos espectaculares en los fondos marinos están todavía por hacer; la utilización industrial del fondo del mar no ofrece demasiadas perspectivas; es más, para algunas funciones, como por ejemplo el transporte de pasajeros, el submarino parece completamente descartado; finalmente, sólo las aplicaciones militares han tenido un cierto éxito, sobre todo durante las guerras mundiales y, posteriormente, con la aplicación de los motores de propulsión nuclear, que anunciaron, algo precipitadamente, una nueva era para el dominio militar de los mares. En resumen, las esperanzas depositadas en el submarino como artefacto técnico de grandes utilidades no han sido justificadas en los años transcurridos desde entonces. Éste debe de ser considerado, pues, como un error de planteamiento de Monturiol.
Hay un aspecto, sin embargo, en el que el proyecto Ictíneo no puede considerarse como un fracaso. Monturiol convirtió su idea -su fantasía, podríamos decir- en un proyecto de ingeniería. Reunió fondos de una manera peculiar, movilizando a cientos o miles de ciudadanos catalanes y españoles, y formó un equipo técnico, probablemente al nivel más alto que podía llegarse en la España de su época. En este sentido, las experiencias del Ictíneo se consideran pioneras en la historia de técnica y de la ingeniería, a pesar de la opinión de algún autor, y han consagrado a Monturiol como una figura singular en la historia de Cataluña y de España.
Notas
1 Las principales referencias sobre Monturiol y el Ictíneo son Puig Pujadas (1918), Riera (1986) y Moreno (18995, 1999).
2 Sus biografías dicen que obtuvo un título universitario en Leyes, pero es muy dudoso.
3 La Escuela de Ingenieros Navales no perteneciente a la Armada no fue creada hasta 1933.
4 Moreno (1999) publica una carta a la reina Isabel II donde Monturiol explica este doble carácter, público y secreto.
5 Al parecer la edición apareció en fascículos en 1848, pero no fue completada hasta 1856 (Ventura, 1972).
6 Mencionemos, entre otros, a Josep Anselm Clavé, Francesc Sunyer i Capdevila, Martí Carlé i, como republicano, Joan Tutau.
7 La situación económica precaria de los últimos años de su vida le obligaron, al parecer, a vender su biblioteca particular.
8 El sistema sería modificado en parte en el Ictíneo II.
9 En el Ictíneo I no llegó a utilizarse ningún sistema de renovación del aire, pero sí se hizo en el segundo, mediante un nuevo procedimiento ideado por Monturiol.
10 Debemos entender "tripulantes" como miembros del equipo técnico.
11 El informe del Ateneo está reproducido en Estrany (1915, p.32-61).
12 Reproducido en Estrany (1915, p. 47-51)
13 Además, Pascual Deop se casó con Anna Monturiol y, por lo tanto, fue el yerno del inventor.
14 El escrito de Peral se encuentra en Estrany (1915), p. 84-85.
15 Nótese el título de la biografía de referencia, la de Puig Pujadas (1918), tomado sin duda del título homónimo del poema sinfónico de Richard Strauss.
Bibliografía
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© Copyright Antoni Roca Rosell, 2002
© Copyright Scripta Nova, 2002
Ficha bibliográfica
ROCA ROSELL, A. La ingeniería y el proyecto del Ictíneo de Monturiol, 1857-1868. Scripta Nova, Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, vol. VI, nº 119 (96), 2002. [ISSN: 1138-9788] http://www.ub.es/geocrit/sn/sn119-96.htm
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