La historia de nuestros monjes antiguos cuenta con la genial obra antigua y voluminosa: Crónica de Yepes, monografías de Monasterios, trabajos modernos españoles y extranjeros; pero por la magnitud de la empresa más lo embrollado del tema, pocos se han aventurado a narrar los hechos de aquellos trabajadores infatigables, con frecuencia anónimos, cuya vida se desarrolla al compás de la vida nacional.

Y sin embargo, son muchos los motivos que solicitan y dirigen ahincadamente nuestras miradas hacía ellos.
Hacía aquellos campeones de una vida heroica, que debemos admirar y respetar para siempre, por mucho que cambien sus ideas acerca de la regla moral.

Además, tomaron parte en los concilios, intervinieron en disputas doctrinales, subieron a altos puestos jerárquicos eclesiásticos, aparecieron en los consejos de los Reyes, se mezclaron con la muchedumbre del pueblo en ciudades y aldeas, enseñaron, predicaron, predican aun hoy y enseñan, consolaron,
siguen consolando, escribieron, sostuvieron la sociedad, defendieron la ortodoxia; creadores de arte, fundadores de escuelas, poetas, historiadores, teólogos, pintores, calígrafos, arquitectos.. En una palabra, su influencia es de capital importancia en toda la vida: religiosa, social, política, cultural de nuestra Patria.


En el tiempo Visigodo, que fue de benéfica hegemonía monacal; aparecieron grandes figuras, se crearon nuevas formas de vida monástica, y el monacato adquiere un desarrollo en extensión y profundidad, y un esplendor tal, difícil no reconocerlo como tal fue.

También es imposible comprender a los Monjes sin estudiar previamente los origenes del monacato en España, y esto, a Fray Justo le obligó a recoger los escasos documentos que aluden a nuestros Monjes hasta el momento de desaparecer el Imperio Romano.

Los primeros siglos de la Reconquista son la continuación evidente de las instituciones creadas por
San Fructuoso y sus contemporáneos; la importación de nuevas tendencias en XI y XII permite ver con más claridad la índole propia de las formas genuinamente españolas.

IV-V, la aparición de los ascetas, los solitarios y los Monjes, su vida, luchas, extravíos.

Penetra en el ambiente de la monarquia germánica.

La vida interior del Monasterio: iniciación religiosa, jerárquia monacal, la oración, las penitencias, el régimen económico, las relaciones de la Abadía con el mundo que la rodeaba.

Las vicisitudes por que atraviesa la vida monástica durante los siglos de la Reconquista....días azarosos, confusos durante la reorganización de los primeros señoríos Cristianos, reformas, hasta que ya aparecen las congregaciones modernas.

Y al final Fray Justo, en su Prologo del primer tomo, agradece:

-A D. Miguel Asín, que con ser tan distinto el campo de su trabajo, nuestro gran arabista se interesó eficazmente en su publicación. A sus hermanos de hábito y compañeros en el claustro de Santo Domingo, Sebastián Ruiz, Román Sáiz. Y su profunda gratitud al Instituto de Valencia De Don Juan, por incluir su obra en sus publicaciones, que con grande honor me dinstingue, decía el padre monacal.


Silos, fiesta del Corpus de 1933.