Fuente: ¿Qué Pasa?, 30 de Septiembre de 1972, página 4.
PUEDE LA POLÉMICA CONTINUAR
Don Jaime y don Alfonso, ¿pactaron en Territet?
Por J. A. Ferrer Bonet
Una mano amiga, merecedora del aprecio de todos los carlistas, sean cuales fueren sus actitudes tácticas, me ha hecho llegar un ejemplar de «El Pensamiento Navarro» del pasado 3 de septiembre, que inserta un artículo de don Francisco López-Sanz –que es el tercero– discrepando del contenido de mis escritos aparecidos en ¿QUÉ PASA? los días 23 de julio y 19 de agosto del presente año, en el segundo de los cuales incluía a don Jaime III entre los desleales a la Tradición, además de Juan III y don Javier de Borbón-Parma y su hijo Carlos-Hugo. Este tercer artículo lo titula «La innegable falsedad. ¿Qué tenía que pactar el Rey carlista con la soledad del destronado liberal?». Con respecto al pacto de Territet (Suiza) que entre don Alfonso y don Jaime tuvo lugar el 12 de septiembre de 1931, después de contactos directos entre ambos, llevados a cabo por el conducto y trámites de las negociaciones de don José María Gómez Pujadas por la parte carlista, y don Julio Dánvila por la parte alfonsina, don Francisco López-Sanz, al replicar mi referencia a él, hace las siguientes afirmaciones:
«I. Mi contradictor se sacó de la manga que, además de don Juan, padre de Carlos VII…, también don Jaime de Borbón había sido desleal a la Tradición, afirmación improcedente e incierta a la que opuse mi negativa terminante el pasado 24 de agosto, diciendo que ello era una falsedad.
II. Nadie supo nada de semejante «pacto», que nació de la maniobra de algunos alfonsinos, cuando ya hacía tiempo que había muerto el II Duque de Madrid.
III. Es un embuste tejido hace años por manos irresponsables, habituales a maniobras de mala ley, que tantas veces han tendido a desacreditar al Carlismo.
IV. Nadie ha podido mostrar una prueba, por simple que fuera, de la existencia del inexistente pacto.
V. … me sorprende que… el citado señor Ferrer Bonet haya echado mano, para intentar rebatirnos, a un argumento tan inexistente y poco digno como el traído y llevado pacto, que en su día –o atribuido día– nadie conoció.
VI. Y no estimo caballeroso ni correcto que a estas alturas, con terquedad impropia de la ocasión, se invoque como cierto un pobre argumento que no fue otra cosa que una calumniosa e «histórica» falsedad».
Y, a continuación, el articulista y correligionario dice que prefiere reproducir testimonios de los artículos de «Carlos Alpéns», publicados en el «El Pensamiento Navarro» los días 5, 6, 7 y 8 de abril.
A don Francisco López-Sanz y a «Carlos Alpéns», que es autor de los cuatro artículos citados titulados «El misterio del famoso pacto entre don Jaime y don Alfonso», paso a contestarlos con las consideraciones que se merecen su lealtad carlista. Insistiré en lo expuesto en mi anterior escrito contestando al señor López-Sanz y al señor Javier de Iruña, que en el momento de escribir estas letras aún no ha aparecido en ¿QUÉ PASA?, independientemente de las observaciones pertinentes.
A las tres primeras afirmaciones del señor López-Sanz pueden responder los siguientes testimonios. El prestigioso político carlista, que fue diputado durante los años 1931-1936, don José María Lamamié de Clairac, en unos comentarios titulados «Notas para la historia de la II República. Negociaciones y contactos de partes entre las dos ramas dinásticas. (Comentarios a un libro interesante)», publicó en el diario «Informaciones» del día 7 de julio de 1954 la siguiente afirmación textual: «De la existencia y realidad de este pacto no cabe dudar». Nadie de la Comunión Tradicionalista le contradijo entonces dicha afirmación.
En la «Historia del Carlismo», de Ramón Oyarzun, que ha editado Alianza Editorial, el capítulo XXXI, página 506, inserta lo siguiente:
«Se habló mucho por entonces de una aproximación entre las dos ramas. Incluso se rumoreó que había firmado un pacto por el cual Alfonso XIII aceptaba a don Jaime como jefe de la casa de Borbón y heredero del Trono a base de nombrar éste como sucesor al infante don Juan. Pero existiera o no este pacto del que tanto se habló, jamás se hizo público ni fue reconocido como válido por el sucesor de don Jaime».
Cuando los seguidores de «El Cruzado Español» mantuvieron una muy firme actitud frente a la Junta Suprema nombrada por el Rey Don Alfonso Carlos, por sospecharse una predisposición en favor de la rama de don Alfonso al morir el último Rey carlista, don Alfonso Carlos tuvo que desmentir en su manifiesto «A los tradicionalistas de España», de fecha 16 de julio de 1932, la falsa noticia de haberse concertado un pacto entre don Alfonso Carlos y don Alfonso. La falsedad de la misma (escrito el texto a máquina y no escrito de puño y letra, como era lo habitual en don Alfonso Carlos I) fue puesta de manifiesto por el señor Lamamié de Clairac en «Informaciones» del 7 de julio de 1954. En el citado manifiesto el Rey hacía mención de «aquellos pocos (que) se oponían (al Rey) interpretando equivocadamente mi manifiesto de 6 de enero de 1932, y pretendiendo cláusulas de un pacto que jamás existió». Se refería, sin duda alguna, a los seguidores de «El Cruzado Español», que se mantenían en su actitud por disconformidad con la no designación del sucesor de don Alfonso Carlos, aspecto básico de la supuesta «disidencia».
Pero respondiendo a todas las antedichas seis afirmaciones de don Francisco López-Sanz, aportaré el testimonio de la existencia del pacto de Territet (que el 12 de septiembre de 1931 firmaron don Jaime y don Alfonso), que no creo se atrevan a recusar ni el señor López-Sanz ni «Carlos Alpéns». Dicho testimonio nos lo ofrece el mismo Rey Don Alfonso Carlos a través de las siguientes cartas que don Melchor Ferrer recogió en su recopilación de «Documentos de don Alfonso Carlos», que editó la Editorial Tradicionalista, de Madrid, en 1950:
1.ª Carta que S. M. Don Alfonso Carlos dirigió a don Lorenzo Sáenz el 8 de febrero de 1933.
2.ª Carta de S. M. Don Alfonso Carlos dirigida a don Lorenzo Sáenz el 12 de mayo de 1933.
En la primera carta, don Alfonso Carlos –que trataba del conflicto existente entre los seguidores de «El Cruzado Español» y la Junta Suprema de la Comunión Tradicionalista– afirma rotundamente que
«hace tres años Jaime me sorprendió declarándome que después de él vendría la rama de don Alfonso, el que entonces reinaba. Me quedé sorprendidísimo. Otra cosa es ahora, por hallarse don Alfonso desterrado como nosotros. El famoso pacto firmado el 12 de septiembre de 1931 entre don Alfonso y Jaime, me lo envió don Alfonso al morir Jaime. Me quedé desconsolado al ver la firma de Jaime, pues está puesto en términos no tradicionalistas. Estaba dispuesto Jaime a reconocer por Rey a don Alfonso y volverse él infante si las Cortes ¡constituyentes! lo deseaban. Don Alfonso deseaba tener mi firma, como va indicado en aquel pacto; yo me opuse absolutamente, pues soy tradicionalista decidido y antiliberal. Jaime lo firmó, sin duda, con la mejor intención, siendo de su parte un acto de generosidad; pero no se dio cuenta, en su noble arranque, que no tenía el derecho de ceder en una cuestión que no era suya. En cuanto a mí, quedé del todo libre y no lo firmé, de modo que ningún pacto me ata a don Alfonso…».
En la segunda carta, el Rey afirma lo siguiente:
«En cuanto a mí, libre estoy de todo compromiso; me negué a firmar el pacto de don Jaime con don Alfonso, de 12 de septiembre de 1931, y tampoco nombré mi sucesor».
Con anterioridad a las dos citadas cartas del Rey Don Alfonso Carlos dirigidas a don Lorenzo Sáenz, Su Majestad había enviado desde Viena, con fecha 1 de diciembre de 1931, una carta cuyo destinatario fue el doctor don Francisco de P. Oller, en la que le hacía la siguiente y muy concreta afirmación: «Como sabes, don Alfonso fue a buscar a Jaime, y el 12 de septiembre firmaron juntos un pacto…».
El testimonio de don Alfonso Carlos I con respecto a la veracidad de la existencia del pacto de Territet (Suiza), de fecha 12 de septiembre de 1931, tiene un valor definitivo y, por lo tanto, muy superior a otros de distinta intención o acceso a las fuentes informativas más fidedignas.
El testimonio de don Alfonso Carlos viene a desmentir a don Francisco López-Sanz cuando el ilustre periodista de «El Pensamiento Navarro» afirma que «no existe una prueba tan sola que afirme que don Jaime de Borbón firmara pacto alguno, ni que fuera desleal a la Tradición». Porque los hechos son como son y no como hubiéramos querido que hubiesen sido.
Y al amparo de los citados testimonios del último Monarca carlista queda de manifiesto que no hubo por mi parte ni ligereza ni falta de exactitud documental. Y, por lo tanto, que en su discurso de Guadalajara le asistía a don Blas Piñar toda la razón al no admitir «la tesis fatídica y fatalista de que una dinastía produzca siempre príncipes liberales y que la dinastía carlista produzca siempre príncipes leales a la Tradición».
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