También era una utopía, en pleno régimen de Cristiandad prerrevolucionaria (589 - 1833), que los obreros de Satanás se pusieran a trabajar para intentar resucitar el antiguo y periclitado orden social pagano... y lo consiguieron.

La diferencia con los obreros de Satanás, es que nosotros, los obreros de Cristo, sin menoscabo de nuestros debidos esfuerzos, ya tenemos confirmada la promesa divina de nuestro futuro triunfo socio-político.