Revista FUERZA NUEVA, nº 545, 18-Jun-1977
Blas Piñar en Valencia
PERFECCIONAR UNA OBRA
(Discurso pronunciado por Blas Piñar en el teatro Princesa, de Valencia, el 15 de mayo de 1977.)
“En repetidas ocasiones he tenido la oportunidad y el honor de hablar en Valencia. De entre ellas, quiero espigar ahora solamente tres.
•11 de marzo de 1960: Presentación de la fallera mayor, María Isabel Colomer, para la fiesta de la “Nit del foc”. Recordaba entonces que Valencia es: “ilustre, egregia, magnífica, coronada y dos veces leal”.
“Sólo diré de Valencia
que en asuntos de lealtad
ni debe esperarse menos
ni cupo explicarse más”.
Lealtad a España, hasta la esencia del ser. Lealtad a España desde siempre. Cuando festeja con El Cid la llegada de doña Jimena y de sus hijas, doña Elvira y doña Sol; cuando construye la Hispanidad mediterránea, y sobre todo cuando se hiere el honor y la dignidad de la Patria, pues como Escolano escribe, así como la espada se envuelve en funda de terciopelo, pero libre de ella, lastima, rasga y hiere, así también, si llega el momento, los valencianos ponen su corazón a prueba, recordando los versos de Vicente Martínez Colomer:
“La valenciana arrogancia
siempre ha tenido por punto
no olvidarse de Sagunto
y acordarse de Numancia”.
Por eso, cuando en mayo de 1808 se reúne el pueblo para comentar las noticias que llegan de Madrid, y en las autoridades vislumbran indecisión y cobardía, un valenciano anónimo hasta entonces, Vicente Doménech, vendedor de pajuelas, se desembaraza de su faja campesina, la divide en pedazos, que reparte a la multitud, se reserva para sí la parte más ancha y vistosa, la fija al extremo de una caña y se pone al frente de la muchedumbre. Llega a la plaza del Mercado, toma el papel del sello de oficio que acaba de emitir, como lugarteniente del Reino, el general Murat, lo rasga ante la asamblea en señal de rebeldía, tremola su bandera, se pone un pie sobre una silla, y a la manera de un héroe mitológico, y en alta voz y en valenciano, exclama: “¡Un pobre palleter li declara la guerra a Napoleón! ¡Visca el Rei y muigen els traidors!”
***
Esa es Valencia, leal a España en cada uno de sus hijos y en aquel humilde vendedor de pajuelas.
Y más tarde cuando, en 1936, toda España se convierte en campo de lucha y la ciudad sufre el esquilmo de la cobardía roja, aún quedan valencianos en el mundo que se agrupan para combatir en las filas de Franco, y la Bandera valenciana de la Falange cosecha cruces de madera y cruces de honor, y cuando en marzo de 1939, Franco, como antes lo hicieran El Cid y don Jaime, recobra a Valencia para la libertad, un grupo de audaces llegó hasta aquí para lanzar un diario, en cuya primera plana y con gruesos y anchos caracteres, se gritaba a todos el júbilo alborozado de la gran noticia: “En el nombre de Dios, de España y de Franco, ya tenéis, valencianos, la Patria, el Pan y la Justicia”.
***
Por eso, si es verdad que Valencia, como cantamos, es la tierra de las flores, de la luz y del amor. Si
“la blanca barraca,
la flor del Naranjo,
la huerta pulida
de almendros en flor.
el Turia de plata
y el cielo turquesa,
y el sol valenciano,
van diciendo amor”.
todo ese amor colectivo de Valencia se da cita en el honor y en la grandeza de España. De aquí que al maestro Serrano, al componer la música de vuestro himno, se le vinieran a la boca, como ahora se nos vienen a nosotros los versos hermosos del autor de su letra: “Para ofrendar nuevas glorias a España, nuestra Región supo luchar”.
***
•5 de diciembre de 1965: Clausura de un Ciclo de Conferencias organizado por la Hermandad de Combatientes. El título de mi conferencia fue éste: “Sin arriar las banderas”.
Las palabras de presentación del teniente coronel, mutilado absoluto, presidente de la Hermandad de antiguos Combatientes de Requetés, Pascual Agramunt, son de plena actualidad política.
Al comienzo de la reforma que padecemos, un vicepresidente del primer Gobierno de la Monarquía jugaba al canovismo, y como previéndolo, decía Pascual Agramunt: “Es oportuno que recordemos la actuación de don Antonio Cánovas; porque hay gentes que quieren jugar el papel de Cánovas, y yo tengo que advertirles de la enorme responsabilidad en que incurren ante España, ante las futuras generaciones y ante nuestros muertos que exigirán justicia si su sangre fuese pisoteada; y pisotear su sangre sería entregar España en manos inexpertas y débiles, que inclinadas de liberalismo y rodeadas de ambiente liberal, servirían para abrir las puertas a Santiago Carrillo, a La Pasionaria y a Salvador de Madariaga. ¡Qué tremendo triunfo para nuestros adversarios sería que, por ineptitud, por desidia, por abandono o por maldad, entregásemos a España a esa situación!”
En aquella oportunidad, aún no había nacido FUERZA NUEVA, pero ya sospechábamos y atisbábamos lo que iba a suceder -lo que sucede hoy (1977)- con sólo reflexionar lo que entonces sucedía.
Hacía entonces, ante los valencianos, una comparación entre lo que se nos había predicado y aparecía con claridad meridiana en nuestro derecho constitucional, y la política concreta de deterioro del Régimen y de abandono de su filosofía política; y después, como fruto y consecuencia de este cuadro comparativo, afirmaba:
“Ayer teníamos un esquema de ideas, madres claras y motrices, capaces de mantener el coraje y el entusiasmo por el Movimiento; y ahora -estamos hablando en 1965- parece que tales ideas se han evaporado, han perdido su vigencia y su fuego interior.
Pues bien; para evitar el vaciamiento ideológico de las estructuras políticas, que no son absolutamente nada si no tienen el respaldo del pueblo; para devolver a nuestras gentes, en la forma y en cuanto Dios me conceda la facultad de hacerlo, la fe contagiosa en las ideas que levantaron al país y lo pusieron en el camino de su grandeza, voy recorriendo España para decir a los españoles: No toleréis que la Revolución Nacional, que el esfuerzo heroico de los que han luchado por la vigencia operativa de la Tradición, sin la que esa Revolución es inexplicable, se convierta en un puro episodio, en un pronunciamiento castrense de estilo decimonónico, porque cuando se convoca a un pueblo para una Cruzada, en la que se ofrece la vida y la hacienda, es porque hay cosas en juego que son más fuertes y de mayor rango que la hacienda y la vida; y no podemos consentir que la Revolución Nacional que se puso en marcha, cicatrice en falso, porque entonces se convertirá en una burla; más que en burla, en sacrilegio; y más que en sacrilegio, en traición”.
•17 de octubre de 1971: Para conmemorar el bautismo de fuego de la División Azul.
En 1941 aún estaba vivo el espíritu de la Cruzada, y se buscaban recomendaciones para alistarse. (…)
Recordamos entonces a Rudolf Hess, que aún (1977) sigue sin amnistía en Spandau. Como León Degrelle sigue sin perdón en el exilio. ¡Qué inmensa farsa la de la reconciliación!
Como parece que no hay libertad, ni provisional ni bajo fianza -cuando salen de la cárcel hasta los asesinos de Carrero Blanco y de la calle del Correo- para Mariano Sánchez Covisa. ¿Tendremos también nosotros que encerrarnos en la iglesia, ocupar los edificios oficiales y declararnos en huelga de hambre para conseguir la liberación de un divisionario?
II
Nada puede extrañarnos que doce años después de aquellas reflexiones, hayamos podido escuchar a través de la televisión y de todos los medios de difusión el último discurso del presidente del Gobierno don Adolfo Suárez.
Vamos a analizar, si no todo su contenido, sí lo que estimamos de mayor actualidad e importancia, a saber: su presentación como candidato a las próximas elecciones, su opción por el “Centro”, la legalización del Partido Comunista y sus enfoques sobre la situación general de cara al futuro.
A) Presentación como candidato.
Confieso, por delante, que a mí personalmente, me tiene sin cuidado el tema, porque todo el proceso democrático es una farsa.
El presidente justificó su decisión así:
a) “… he procurado conocer los planteamientos de los distintos grupos políticos…”
El señor Suárez debe adquirir estos conocimientos, o por la inspiración directa del Espíritu Santo, o por medio de la universidad a distancia, porque yo no he visto al presidente, y por los pasillos de las Cortes, desde la votación en el Pleno de la Ley de Reforma Política.
b) ”… he tomado la decisión de presentarme y esta decisión ha sido muy consultada…”
Pero, ¿con quién? ¿Con el presidente de Méjico?, ¿en los Estados Unidos? Porque su decisión se ha hecho pública después de su viaje por América.
c) “… y me presento sin apoyo de los órganos del Gobierno y sin… apoyo de la Corona…”
Lo que es difícil de entender.
• En primer lugar, las incompatibilidades las ha establecido la Ley Electoral, elaborada sólo por el Gobierno con la oposición. Por tanto, cuenta con el apoyo del Gobierno, que consiente una interpretación derogatoria y privilegiado de las normas electorales a favor del primer ministro. Y cuenta, además, con el apoyo de la oposición, a la que no le ha pasado por alto una discriminación tan excepcional a favor del presidente. Todo el aparato propagandístico del Estado ya está, por añadidura a su servicio, no obstante su renuncia a la campaña electoral.
• En segundo lugar, implica a la Corona. Si alguien se atrevió a decir que la Corona era el motor del cambio, y así lo recordaba no hace mucho Aguilar Navarro, no cabe la menor duda que la presentación del señor Suárez no sólo requiere el asentimiento de la Corona, sino que al protagonizar y dirigir el Gobierno el llamado cambio político, la Reforma, la transición, comprometa a la Corona misma, aunque no tenga su apoyo explícito.
De otro lado, si por el método de designación el jefe del Gobierno es elegible, a diferencia de sus compañeros de Gabinete, las cosas, en esta línea de pensamiento, ponen aún más en tela de juicio la afirmación del candidato.
d) “…identificándome con la posición de centro…”.
Esto me recuerda el Centro defendido por Fraga, en su discurso de Barcelona y durante su época de ministro de la Monarquía (1975-76).
Pero el Centro no tiene raíz ni sustancia. Está en función de la derecha y de la izquierda. No puede mirar de frente, porque para seguir siendo centrista, ha de atender a un lado y a otro. El Centro se extravía, carece de energía. Y se hace estrábico. El Centro es el valle de todas las bofetadas, y se ve desplazado.
Fraga era Centro ayer (1975-76), y se sigue proclamando de Centro, pero, lo quiera o no, hoy, por la falta de consistencia de una posición sin raíz -pura táctica- es, lo quiera o no, derecha, y derecha en el sentido burgués y liberal del vocablo.
Lo mismo le ocurrirá, si es que no le ha empezado a ocurrir, al Centro oficialista. Apenas, no obstante la inhibición y el neutralismo han comenzado las interferencias oficiales, la ofensiva contra ese Centro lo convierte en supervivencia franquista, en monopolio de azules desgastados, en recuerdo de uniformes, yugos, flechas, camisas y juramentos, que se sobreponen al enfática declaración, que nadie cree, por altisonante que sea: “Yo soy demócrata… sinceramente demócrata”. Y digo que nadie se lo cree porque si el señor Suárez era demócrata, no se sabe cómo pudo cohonestar su sinceridad democrática con un Régimen en el que ocupó altos cargos y el que discurrió su vida política; y si fue entonces un demócrata oprimido por el carisma y la personalidad de Franco, no sé por qué razones no hace un repudio formal y solemne de un Sistema al que sirvió con docilidad y empalago. (…)
B) Legalización del Partido Comunista.
Donde el discurso del señor Suárez llega a la cumbre del sofisma es cuando trata de explicarnos y de justificar la legalización del Partido Comunista. ¡Es, en realidad, asombroso! Sus argumentos son débiles y contradictorios. Vamos a repasar con algún detenimiento el tema:
• 1º Dice el presidente: “Soy responsable de todas y cada una de las acciones del Gobierno”. (Y, por tanto, de la legalización por decreto del Partido Comunista).
Pues bien, si usted se confiesa sinceramente demócrata, usted sabe que esa responsabilidad, cuando no es una declaración vana, no se confronta en solitario y por medio de la televisión. Usted sabe que hay unas Cortes que no han sido disueltas. Usted sabe que hay todavía algunos Principios nacionales, que no han sido derogados y que recogen la ideología de las fuerzas que acudieron a la Cruzada. Pues bien: usted ha violado esos Principios sin pasar por el referéndum, legalizando bajo su responsabilidad, un partido que fue precisamente la antítesis de la Cruzada, y negándose a la convocatoria de un pleno de las Cortes para explicar ante ella su conducta, como exige su elevado espíritu democrático. ¿O es que acaso usted no quiso exponerse a que sus argumentos marchitos por tanta compostura y tanto maquillaje televisivo rodaran por el suelo ante la hábil interpelación de cualquiera de los procuradores que hubiera descubierto su inmenso sofisma?
• 2º El presidente se hace responsable de la legalización del Partido Comunista, pero continuación dice que esa legalización ha sido posible porque “las Cortes, en el mes de noviembre, aprobaron la Ley de Reforma Política, y, sobre todo, porque ustedes mismos (los del “Sí”) la aprobaron masivamente el pasado 15 de diciembre”.
Señor Suárez: usted no es un demócrata. Usted propuso una ley engañosa; usted (entonces) nos habló de “continuidad perfectiva, de asunción del pasado con el deseo de mejora”. Y siendo esto así, es evidente que el pueblo jamás pudo entender que esa continuidad perfectiva llevará consigo la legalización de aquellos que pretenden la ruptura con el pasado;
-el inicio de un periodo constituyente,
-y el clima de guerra civil en que vivimos.
¿Usted cree que si, con esa limpieza y claridad que se atribuye, hubiera insinuado tan solo que al aprobar la Reforma se asentía de modo implícito a la legalización del Partido Comunista, el referéndum se hubiera desarrollado tal y como se desarrolló, o como -manipulando todo lo manipulable- fue desarrollado? Ni el Partido Comunista se habría abstenido, ni los hombres del “Sí” habrían aprobado la reforma. (…)
Los únicos a los que no puede excusarse de responsabilidad es a los que tenían obligación de ver la maniobra, es decir, a la clase dirigente, que promovió primero y después apoyó la Reforma. A los hombres que la estimaron irreversible en el Consejo Nacional, a los que la aprobaron en las Cortes y a los que con insistencia pidieron el “Sí” en el referéndum, no se les puede declarar irresponsables.
Por eso no llego a entender los razonamientos de Torcuato Luca de Tena y de Carlos Arias.
Dice Luca de Tena:
• “Una gran masa del pueblo español, la menos envenenada…, es precisamente la más desorientada”.
Pues bien, replicamos: para eso están las autoridades, no solo políticas, sino las autoridades sociales de que Vázquez de Mella hablaba: para orientar.
• “No sería la primera vez que una parte muy sana del pueblo español se equivocara, para exclamar después con Ortega y Gasset: ¡No es eso!
No, señor Luca de Tena. Esa parte sana del pueblo español, que es la que trabaja y no tiene demasiado tiempo para hacer política (…) no se equivocó gratuitamente. La equivocó entonces Ortega y Gasset, y luego la han equivocado ustedes, erosionando el régimen de Franco y suspirando por el liberalismo. Al menos Ortega y Gasset confesó sus errores, diciendo ante la catástrofe de la República: “¡No es eso!”. Pero ustedes, causantes de la equivocación, quieren que sea el pueblo -pero no ustedes, a los que incumbe esa responsabilidad- el que pronuncie esa frase bien triste y amarga.
Por eso, no cabe explotar a fines electorales el franquismo sociológico y cantar sus éxitos, si antes se liquida y relega al olvido o al escarnio la doctrina que lo hizo posible. Porque eso es tanto como querer que el agua siga discurriendo por el cauce, cegando su propio manantial.
Hacer el elogio del franquismo, contemplar el desastre que avanza y concluir diciendo que Alianza Popular postula, cara al futuro, “democracia y pluralismo”, es decir, régimen de sufragio universal y de partitocracia, es una “contradictio in terminis” que sólo sirve para, de nuevo, desorientar y equivocar.
Dice Carlos Arias, en un artículo reciente titulado “Por amor a España y en servicio al Rey”, al analizar las consecuencias lamentables de la Reforma: “¿Estarán también tranquilos los que ayer mismo juraban lealtad a unos Principios que han olvidado tan fácilmente?”
Parece increíble que el hombre del “espíritu del 12 de febrero”, el que nos llamó maximalistas, el que siendo jefe del Gobierno de la Corona envío a las Cortes el proyecto de Ley que legalizaba los partidos, en contra del pensamiento de Franco, de la doctrina de la Tradición y de la Falange que los repudiaba; que el consejero nacional del Grupo de Ayete -uno de los elegidos como albacea de aquel pensamiento- que no vaciló en apoyar con el “Sí” a la reforma anticonstitucional de Suárez, diga esto.(…)
• 3º Pero hay más. El presidente no sólo hace responsable al pueblo de la legalización del Partido Comunista, sino que, dejando a un lado y pasando como sobre ascuas, la nota del Consejo Superior del Ejército, dice que esa legalización se apoya en “la sentencia del Tribunal Supremo”.
Ahora bien, esa sentencia no autorizaba la legalización. En esa sentencia, la sala 4ª del Tribunal Supremo se declara incompetente para conocer de la legalización de los partidos políticos. Con ello, quizá sin intención, el presidente, falta el respeto a nuestro más alto Tribunal de Justicia.
• 4º Dice el señor Suárez que el Partido Comunista ha variado. Antes era un “enemigo declarado de las opciones políticas fundamentales”, pero como estas opciones políticas fundamentales -es decir, el Régimen del 18 de Julio- han desaparecido, al aprobarse la Reforma, huelga, a partir de la misma, la exclusión del Partido Comunista.
Ello, en principio, revela que la Reforma no ha perfeccionado nada, sino destruido de facto o en potencia lo que se quería perfeccionar.
“Los estatutos del Partido Comunista -dice el presidente- son perfectamente legales, puesto que aceptan una convivencia legal no contradicha en su conducta pública de los últimos meses”.
Pero, señor presidente: que los estatutos presentados por el Partido Comunista se ajusten a las exigencias legales, es lógico y entra en su táctica. ¿O es que cree usted que iban a presentar su programa auténtico de ateísmo, lucha de clases, socialización y dictadura del proletariado?
¡Esto es no conocer, o no querer conocer el comunismo! Esto revela una falta enorme de prudencia política. Lo que ve el pueblo, lo que rechaza el Tribunal Supremo, lo que el Ejército repudia, ¿usted es tan ciego que no lo ve? (*)
El comunismo es igual en todas partes. Dígame: ¿en qué país comunista se aplica el programa presentado por la sucursal española? Dígame: ¿en qué país comunista caben los partidos políticos y queda un resquicio de libertad? (…)
• 5º El presidente apela, por último, para justificar la legalización del Partido Comunista, a dos principios básicos: “realismo” y “patriotismo”.
“Realismo”
“No es buena política la que se basa en cerrar los ojos a lo que existe”.
Tiene usted toda la razón, señor Suárez, en el planteamiento, pero ninguna en las conclusiones. Usted, como gobernante, no puede cerrar los ojos a la existencia de los ladrones, y no por eso legaliza el robo. (…). Ese argumento de llegar a la legalización de lo que existe, simplemente porque existe, supone una quiebra moral en el plano político que conduce al caos. (…)
“Patriotismo”
A mi modo de ver, justificar la legalización del Partido Comunista por razones de patriotismo es tanto como justificar por razones de pureza las casas de prostitución. Por patriotismo, dice Suárez, “hay que albergar en el seno del Estado y en sus instituciones a todas las fuerzas políticas que acepta la legalidad de ese mismo Estado”, porque no puede tolerarse una acción política “socavando sus cimientos”. Por eso hay que “sacarlo… a la luz del día”.
¡Pero cuánto error! (*)
El Partido Comunista, por su misma razón de ser, y en tanto en cuanto aspire a un Estado, no sólo diferente, sino antagónico, y a un hombre y a una sociedad ateos, sólo por razones tácticas acepta la legalidad. Lo que ocurre es que cuando es ilegal, estando al margen del ordenamiento jurídico, el peso de la ley le afecta. Puede socavar los cimientos del Estado, efectivamente, pero en la clandestinidad y con los peligros y las consecuencias de la clandestinidad; y cuando el Poder cree en su misión y la cumple, ni siquiera en la clandestinidad.
Ahora, por el contrario, el Partido Comunista socavará los cimientos del Estado a la luz del día, con la protección del mismo Estado y hasta con subvención a cargo del presupuesto nacional. (…)
Por esa misma razón a la que usted apela, señor Suárez, para justificar la legalización del Partido Comunista, hoy socavan los cimientos del Estado y de España, el separatismo, que usted ha legalizado -y ahí están la “ikurriña” y los muertos de Guipúzcoa, Vizcaya y Navarra, y la bandera tricolor, y las pintadas de “Monarquía asesina” (…)
III
“Tenemos entre las manos un gran país”, ha dicho el presidente.
Pero ese país, como usted lo llama, no era grande en 1936. Lo hicieron grande:
• una doctrina, que usted profesó y hoy repudia;
• un hombre que se llamó Francisco Franco, al cual usted tolera que se le insulte y ofenda;
• y un millón de muertos, cuya sangre usted ha querido inútil y estéril.
Tenemos un gran país y usted lo está deshaciendo.
“Solo se puede tener miedo al miedo mismo”, dice con énfasis el presidente.
Por eso yo le tengo miedo a usted, señor Suárez, porque usted, en el búnquer de La Moncloa, en el que se ha refugiado por un miedo justificable y legítimo, es la personificación del miedo. Busca homologaciones, sonrisas, sobresalientes del exterior, y tiene que escuchar la frase de Carter. “Me siento orgulloso de lo que se está haciendo en España”.
Yo no he visto jamás a un presidente americano viniendo a España para explicarnos sus reformas políticas internas, pero he visto a un jefe del Gobierno español cursar un examen ante el jefe de una nación cuyas estructuras oficiales nunca nos demostraron demasiada simpatía. (…)
¿Por qué razón fue elegido el día 1 de abril, fecha de la Victoria para arrancar el escudo de los Reyes Católicos y de la Revolución Nacional, de Alcalá, 44? ¿Por qué razón ya no habrá desfile de la Victoria, sino un aséptico desfile de las Fuerzas Armadas, a las que se obliga a avergonzarse en público de su gesta de ayer?
Yo le tengo miedo a usted, porque era falangista y ahora es liberal:
-porque juró unas leyes y ahora proclama otras distintas;
-porque habló de continuidad y nos ha traído la ruptura;
-porque nos dice que se está “alumbrando un nuevo horizonte” y lo que se está alumbrando es un monstruo, que pretende devorar a España y a los españoles. Y ese monstruo está ya en la calle, amenazando con despecho y con ira. Ramiro Figueroa es solo un ejemplo, como lo es José María Bultó en Barcelona.
IV
Por eso hay que reaccionar. “Retroceder para avanzar”, decía Chesterton, y nos recordaba hace unos días en Madrid Jerónimo Cerdá. Avanzar por sistema es un error, porque podemos avanzar hacia el abismo; y si es así todo avance es una locura. (…) Hay que reencontrar, para la única reforma viable, el punto de partida, o buscar el atajo que nos lleva al sendero legítimo.
La Reforma auténtica no fue la de Lutero, que no purificó la Iglesia, sino que la desgarró. La Reforma auténtica fue la de Cisneros, la de Teresa, la de Ignacio y la de Pedro de Alcántara, que retornó a la Iglesia y a sus institutos religiosos a la plena observancia de la Regla primitiva, sin contemporizar con las exigencias del mundo.
Ahí está la diferencia entre FUERZA NUEVA y Alianza Popular. No sólo en los comportamientos, en cuanto afecta a las fidelidades mantenidas o quebrantadas, sino en cuanto a la doctrina:
• Ellos aceptan el liberalismo -raíz de todos nuestros males- y nosotros, no.
• Ellos aceptan el principio de que el poder nace del pueblo y nosotros, no.
• Ellos aceptan el sistema de partidos políticos y de pluralismo sindical, y nosotros no.
• Ellos aceptan la Monarquía puramente arbitral y nosotros queremos la Monarquía que Franco quiso.
• Ellos no aceptan la confesionalidad del Estado, y nosotros, sí.
• Ellos quieren autonomías regionales y nosotros queremos una Administración descentralizadora y ágil.
• Ellos quieren el divorcio, aunque sea moderado, y nosotros no.
• Ellos van a las reuniones de los Bilderberg y nosotros, no.
• Ellos acuden a Estoril y nosotros no.
• Ellos comparten el “espíritu del 12 de febrero”, y nosotros no.
• Ellos ponen en entredicho la soberanía española sobre Ceuta y Melilla, y nosotros, no.
• Ellos apoyan a quien intervino decisivamente en la entrega del Sahara, y nosotros, no.
• Ellos quieren capitalizar el franquismo sociológico, a la vez que negaban homenajes a Franco y autorizaban el regreso de Salvador de Madariaga para insultar al Caudillo, mientras que nosotros, porque veneramos a Franco, sin haber sido sus ministros y sin haber ayudado a destruir su obra, queremos mantenerla y perfeccionarla y seguir bebiendo en su doctrina.
***
Yo no os pido el voto para los candidatos de la ALIANZA NACIONAL 18 DE JULIO. Sólo os pido, en esta encrucijada difícil, que reflexionéis antes de entregar vuestro voto.
¡Viva Cristo Rey!
¡Arriba España!
(Tras los gritos, una enorme ovación cerró el acto, y el “Cara al Sol” y el “Oriamendi” fueron entonados con fe y entusiasmo.)
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