Revista FUERZA NUEVA, nº 524, 22-Ene-1977
Blas Piñar, en FUERZA NUEVA
“REFLEXIONES SOBRE EL REFERENDUM Y PARA DESPUÉS DEL REFERENDUM”
Texto del discurso pronunciado por Blas Piñar, el 13 de enero de 1977, en el aula de conferencias de FUERZA NUEVA, en Madrid.
(…) Cuando Franco, octogenario y enfermo -acosado por los dos grandes enemigos que con valor señalara desde el balcón de la Plaza de Oriente el 1 de octubre de 1975- nombró jefe del Ejecutivo a Carlos Arias, y cuando Carlos Arias se levantó en las Cortes, traspasado por el espíritu del 12 de febrero (1974), estaba claro, para cualquiera que reflexionase con atención, que España había cambiado de rumbo.
Es verdad que los síntomas, para los más agudos, habían aparecido con anterioridad. Desde la invasión tecnócrata de 1962 a los indultos de 1970 -interpretados y aprovechados no como signo de fortaleza y misericordia, sino como prueba de debilidad y repliegue- había pasado tiempo e historia, bastantes para explicar, entre otras cosas, la razón por la que, en 1966 -ha hecho ya diez años-, constituíamos FUERZA NUEVA: no para insertarnos en el aparato del Régimen y hacer carrera política, en el más torpe sentido de la palabra; no- tampoco- para unir nuestra voz a la de aquellos que aspiraban a destruirlo, hiriendo así gravemente a España; sino para limpiarlo de escoria, dignificarlo, devolverle su autenticidad y hacerlo -fiel a su origen y a su doctrina- más eficiente.
La reforma constitucional, que en un principio el señor Arias consideró imprudente, al referirse a la inalterabilidad y a la fuerza creadora de los Principios, se transformó en un punto clave de. Su programa de Gobierno, al ser confirmado por el Rey como presidente del mismo. Su proyecto no prosperó: quizá en otros medios parecía contemporizante y tímido: no llegaba a romper del todo con el Sistema heredado. Era preciso un Gobierno nuevo, un jefe con menos lastre y con un propósito, llamémosle renovador, más explícito y audaz. Adolfo Suárez y sus Tácitos -el propósito de ruptura de estos últimos era bien conocido a través de su programa, expuesto en el diario del oficialismo católico (“Ya”)- asumieron la tarea.
Vertiginosamente, como los caballos, una diligencia a los que se fustiga con ardor, el trabajo se puso en marcha. Hay que cumplir lo ordenado, y hasta adelantarse en el tiempo. La prisa era más importante, que la madurez; cubrir aguas, más serio que cimentar en firme.
El ordenamiento jurídico violado
Un nuevo proyecto de reforma, que incidía gravemente sobre el Sistema, que derogaba su filosofía, que dejaba sin vigor los Principios Fundamentales del Movimiento, que desconocía y hasta denunciada y condenaba implícitamente la contienda que tanta sangre costó a los españoles, se fue abriendo paso.
El ordenamiento jurídico, a mi modo de ver, y al de muchos españoles, ha sido gravísimamente violado. Siendo Adolfo Suárez ministro secretario general del Movimiento (dic.75-jul.76), y sin el trámite del referéndum, se volvió al régimen de los partidos políticos, con lo cual el Punto VII del Movimiento se esfumó en el aire.
Yo soy de los que entienden, por las razones que expresé y conocéis, que los Principios, en cuanto constituyen el presupuesto doctrinal de la Constitución (Leyes Fundamentales), son inderogables. Ahora bien, si retorciendo la argumentación y la letra del texto legal se llega a concluir que los Principios pueden modificarse observando la tramitación procesal establecida para las Leyes fundamentales, no llego a comprender que para declarar la soberanía del pueblo como origen del poder se exija el referéndum, y no se precise para sustituir los cauces naturales de participación por el cauce artificial de los partidos políticos.
He aquí uno de los grandes enigmas, que no puede tener más que dos explicaciones teóricas: la falta de lógica jurídica de quienes aplican la ley, o el deseo irrefrenado de llevar a término la ruptura, sin demasiados miramientos, de cualquier modo y cuanto antes.
El proyecto Suárez de reforma política, que con algunas correcciones fue llevado al referéndum del pasado 15 de diciembre (1976), tuvo que pasar, para informe no vinculante, al Consejo Nacional. Todos recordaréis la razonada intervención del señor Fernández de la Mora, amparando su enmienda parcial; y todos recordaréis también cómo, en nombre del grupo político que representaba, declaró que la reforma era irreversible. A mí, personalmente, esta postura me conturbó, pues era tanto como admitir que la reforma Suárez, que ya arrancaba del reconocimiento anticonstitucional de los partidos políticos y de la legalización “de facto” de las organizaciones subversivas, constituía un punto de arranque admisible, aunque con algunas correcciones de detalle.
El Gobierno se limitó a enviar el proyecto a las Cortes, sin corrección alguna, es decir, haciendo caso omiso del informe. El Boletín de la Cámara legislativa trascribió el proyecto de ley, y a continuación el informe del Consejo.
Entre el Pleno del Consejo y el de las Cortes, que se ocupó de tema tan importante en un procedimiento “ad hoc” de apresurada urgencia, se produjo un hecho decisivo: aparece, en torno a Fraga, una agrupación política, Alianza Popular, en la que se agrupan: Reforma Democrática, que preside el propio Fraga, con una orientación centrista; Unión Nacional Española, que preside Fernández de la Mora, con una base originaria, mayoritariamente, del tradicionalismo; Unión del Pueblo Español, que había puesto en marcha Solís, había presidido Adolfo Suárez y hoy (1977) preside Martínez Esteruelas, integrada por hombres del Movimiento; Asociación Nacional para el Estudio de Problemas Actuales (ANEPA), que, auspiciada por el fallecido Alejandro Rodríguez de Valcárcel, presidió Leopoldo Stampa y ahora, en situación litigiosa preside Enrique Thomas de Carranza; un grupo demócrata cristiano, escindido de la Unión Democrática Española, que preside Federico Silva; otro grupo de tendencia regionalista, a cuyo frente se halla Laureano López Rodó, y, finalmente, otro, que con el nombre de Democracia Social trata de constituir Licinio de la Fuente.
Los contactos y conversaciones de UNE, UDP, ANEPA y Falange Española, que dieron origen a notas conjuntas, y que hacían esperar un entendimiento cada vez mayor entre las cuatro asociaciones, más o menos ligadas al Movimiento, y nacidas al amparo de su estatuto asociativo, quedaron en nada. Por razones que desconozco, Falange Española, según mis noticias, se enteró por la prensa del nacimiento de la Alianza Popular, quebrándose así los pactos iniciales que pudieran existir entre las últimas organizaciones mencionadas.
Sesión de cortes histórica
En estas condiciones, y con una actividad cada vez más coordinada de la oposición al franquismo -desde la Izquierda Democrática de Ruiz-Giménez al Partido Comunista de Santiago Carrillo-, y con una mayor audiencia de la misma por parte del Gobierno, se produce la larga sesión de Cortes del 16 al 18 de noviembre de 1976.
A cambio de prácticamente nada, Alianza Popular regala sus votos afirmativos al Gobierno, y el proyecto de Reforma -que sin tales votos no hubiera prosperado- obtiene 425 votos favorables, muchos de ellos, naturalmente, y aunque parezca mentira, de los ministros de Franco; de consejeros nacionales del grupo de Ayete; de procuradores en Cortes de libre designación del Caudillo; de antiguos combatientes del Ejército nacional -algunos hoy con altas graduaciones en las Fuerzas Armadas-; de personas, en fin, ligadas entrañablemente al fundador de la Falange o al pensamiento tradicionalista.
No hace mucho me escribía un alemán que sigue de cerca y con cariño nuestras cosas, que no acababa de entenderlo. Y es verdad que es difícil la comprensión de lo ocurrido, pero no imposible. Este rechazo de su obra por la clase dirigente de un Sistema político, sólo puede imputarse a una desmoralización colectiva, incubada hace tiempo, o a una falta de fe en las propias convicciones, o una descubierta apresurada de cuanto se quiso ocultar durante años, o a una ingenuidad rayana en lo temerario y suicida.
Menos mal que, como en las luchas gloriosas, quedó a salvo el honor. Fernández de la Vega, Raimundo Fernández Cuesta y el que os habla nos opusimos, con argumentación diversa -y creo que incontestable- al proyecto de reforma. Mi enmienda fue a la totalidad. Por vez primera subí al estrado para dirigirme al Pleno de las Cortes.
Jamás se me dio una oportunidad semejante, a pesar de que había formado parte de ponencias muy distintas y de que había intervenido en los debates acalorados de algunas Comisiones. Excuso deciros que subí con emoción, y no tanto por ese motivo como por coincidir mi estreno en el gran hemiciclo con una sesión que pasará a la Historia.
Tengo noticias de que mi discurso, que había de ser breve por razones reglamentarias, era esperado con inquietud, y también me consta que había un plan para silbarme e interrumpirme. Por las razones que sean, mi intervención fue escuchada -en sus dos fases- con respeto y hasta premiada con aplausos nutridos por quienes, en su inmensa mayoría, se levantaron el día 18 para aprobar precisamente lo que yo atacaba.
Por cierto, que la noticia del fallo de mi grabación magnetofónica tuvo amplia acogida en la prensa, con el tono burlón que sabe utilizar cuando quiere. Pero lo cierto es que hay grabación del discurso ante el Pleno de las Cortes y que la cinta se está convirtiendo en un “best-seller” que no podíamos imaginar.
Un “No” en la Cámara de 59 procuradores
El honor fue salvado. 59 procuradores en Cortes mantuvimos, con nombres y apellidos, el “No” a la reforma Suárez. Quienes en la Cámara representan de algún modo el antifranquismo, los franquistas evolucionados de Alianza Popular y el Gobierno, naturalmente, votaron que “Sí” a la ruptura, más o menos anfibológicamente camuflada.
Si en el momento de la euforia y de los aplausos recíprocos -a los, que, naturalmente, no pude sumarme- hubiera aparecido uno de esos dobles de Franco por la espalda del presidente de las Cortes y del Consejo del Reino, ex presidente del Banco de Crédito Local, ex presidente del Gobierno, ex secretario general del Movimiento, ex director general de Enseñanza Universitaria y consejero nacional nombrado por el Caudillo, don Torcuato Fernández Miranda, ¿qué hubiera ocurrido?
Ante una posible e inesperada resurrección del que ahora llaman “anterior Jefe del Estado”, la escena es fácilmente imaginable. Ya la dibujé en el almuerzo que tuvimos en Huelva, después del acto de afirmación nacional. Ahora añadiría que ante esa aparición, los paraguas, tan del gusto del señor Fernández Miranda, hubieran sido una prenda adquirida a cualquier precio, para cubrir el rostro y ahogar el estrépito, bruscamente interrumpido de los aplausos.
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En estas condiciones se hacen los preparativos para cumplir un nuevo trámite de la reforma: el referéndum. Luego de ciertas vacilaciones, se fija la fecha del 15 de diciembre de 1976 para su celebración.
Ante la pregunta formulada al cuerpo electoral, ¿aprueba o no aprueba usted el proyecto de ley de reforma política?, cabían, teóricamente, muchas posturas: la afirmativa, la negativa, la neutra y la abstencionista. (…)
Parecía evidente que el Gobierno rechazase, partiendo de sus propósitos democratizadores, la postura abstencionista, sobre todo cuando con ella se pretendía capitalizar un supuesto estado de opinión refractario a la reforma, por ser partidario claramente de la ruptura.
Planteado así, dialécticamente, el tema de la abstención, la misma, a la hora del referéndum, no podía interpretarse como fruto de la desgana o de la indiferencia, sino -en frase de los que lo defendieron- como una abstención activa, como una votación computable de signo contrario a lo que el Gobierno pretendía.
Postura de la Iglesia
Quizá por eso, quienes asumen en este período difícil la dirección de la Iglesia, concordes con su postura de adaptación al medio, aunque ello no esté en comunión con la doctrina, manifestaron públicamente, y con el peso de su autoridad espiritual, que el propósito del Gobierno de combatir la abstención era antidemocrático y contradictorio. La abstención, diría en síntesis quien habló en nombre de la Iglesia, no es lícita cuando supone el incumplimiento de un deber ciudadano, pero es lícita, y nada cabe argüir contra ella ni contra la propaganda que la estimula, cuando es precisamente el deber ciudadano el que se cumple por medio de la abstención beligerante y activa.
De este modo, la campaña inicial del Gobierno contra la propaganda de la abstención, fue paralizada en seco. Los abstencionistas coligados en la oposición al franquismo, marxistas ateos en su inmensa mayoría, encontraron así en la Iglesia sus más ardientes paladines. Y el Gobierno, dando una prueba de debilidad, entre tantas, contempló sin ruborizarse cómo ciudades y pueblos se plagaron de pintadas y carteles, con la hoz y el martillo, pidiendo la abstención ante el referéndum.
A partir de esta concesión a la Iglesia y a la política abstencionista de la oposición ilegal, aunque mimada con creces, la propaganda oficial, que en su programación de partida urgía el voto pero no su signo, varió de muestra. A la neutralidad democrática siguió una actitud rabiosamente encaminada a la consecución del “Sí”. Un “Sí” a toda costa y a cualquier precio. El marxismo y sus cómplices se sonrieron abiertamente: la abstención era lícita y podía argumentarse públicamente a su favor; y el Gobierno, con todo lo que suponen los medios que maneja, sacaría -porque el asunto y el compromiso eran suyos- un “Sí” en el que el propio Gobierno podría apoyarse para pactar con los enemigos del sistema franquista y acceder, en todo o en gran parte, a sus pretensiones. Me parece que a Fernando VII no se le podían poner mejor las bolas sobre el paño verde de la mesa de billar.
Propaganda masiva
Una suma que rebasa en mucho los mil millones de pesetas -y que también podría haberse invertido, como ahora se nos dice con motivo del alza del precio del café, en obras sociales- se dedicó a la propaganda gubernamental. Las mejores agencias publicitarias, las emisoras de radio, la televisión, los periódicos, se pusieron al servicio de la gran tarea. Millares de pasquines volanderos y pintadas oficialistas llegaron a anonadar a los españoles. El idioma oficial y los idiomas regionales se utilizaron también; sin dejar a un lado las promesas de concesiones, que habrían desencadenado en otro tiempo, disturbios graves, a favor de quienes había que ganar de cualquier modo para la causa del “Sí”; ni los viajes del Rey, a los que se quiso anudar la campaña oficialista; ni el contrato con un grupo coral que aturdió el aire y lavó los cerebros.
“Habla pueblo, para que la violencia calle”. Pero la violencia no podía callar, como no calla en los países en que la democracia liberal impera desde hace muchos años. Antonio María de Oriol, presidente del Consejo de Estado, consejero del Reino, consejero nacional y procurador en Cortes, ex ministro de Justicia, ex director general de Beneficencia y Obras Sociales, ex capitán provisional, hombres de empresa, tradicionalista y, en suma, pese a nuestras discrepancias de carácter táctico, un caballero y un gran español, en plena campaña del referéndum, fue secuestrado, a pleno día, en el centro de Madrid. De esto hace más de un mes. Y aquí no ha pasado nada, como no pasó nada, porque el clima es el mismo, cuando un 20 de diciembre la ETA dinamitó el coche de Carrero Blanco y consumó la famosa operación “Ogro”, eliminando al jefe del Gobierno, o cuando un 13 de septiembre (1974) Madrid se llenó de sangre con ocasión del acto terrorista de la calle del Correo. (…)
¡Menos mal que para que la violencia calle no es el pueblo el que habla, sino la voz desafiante y retadora que pide la liberación inmediata de los asesinos! Con ellos en libertad, y luego, aupados al poder, la violencia callará definitivamente, porque especialistas en el arte del silencio matarán en silencio y en la impunidad, como lo hicieron durante la guerra en la zona roja, a los que el habla se les convirtió en un quejido de angustia dolorosa ante la muerte. ¡Qué pena, para aumento de nuestra cruz, que algunas voces episcopales, incluso con ocasión del Año Santo Compostelano, se hayan unido con palabras de amor aparente a las palabras de odio disfrazadas de reconciliación y amnistía!
Es curioso que la campaña del “Sí” haya utilizado todos los resortes, amén de todos los instrumentos de propaganda. Por un lado, el “Sí” era el cambio del Régimen, el olvido y la negación del pasado. “¿Te abstendrás o votarás que no a la libertad que te ofrecemos?” “¿Cuarenta años sin poder votar y ahora que puedes te retiras o te opones?” Por otro lado, el “Sí” era la continuidad, lo que Franco hubiera dicho, lo que el pensamiento pragmático del hombre irrepetible quería para después de su muerte.
Ex ministros del Régimen, colaboradores del Caudillo que, por supuesto, habían votado que “Sí” en ambas Cámaras, miembros destacados de Alianza Popular, refrendaron en los días próximos al 15 de diciembre el punto de vista señalado. Había que decírselo hasta la saciedad al pueblo franquista. Y el jefe del Gobierno, disparando el último cartucho en el lindero mismo de la jornada decisiva, afirmó que con la Reforma “no ignoramos nuestro inmediato pasado” -el construido por “la excepcional figura de Franco”-, sino que, mediante ella, “lo asumimos con responsabilidad y recogemos su herencia para perfeccionarla”.
***
Claro es que ha habido propaganda del “No”. Con la modestia de nuestros medios, pero con el entusiasmo y el sacrificio que merece la causa que servimos.
El Gobierno tuvo la delicadeza liberal y tranquilizante de su escrupulosa conciencia democrática, de conceder a la propaganda del “No” nueve minutos televisivos: tres minutos a Falange Española; tres minutos al PAN y tres minutos a FN.
Yo traté de retrasar mi intervención. Adelantada al máximo, perdería vigencia ante el pueblo, atropellada y atacada, directa e indirectamente, por la campaña oficialista y sus ayudantes de ocasión. Pero no conseguí la demora. Con toda cortesía, se me vino a decir: “ahora o nunca”. Y el 2 de diciembre, aproveché, a toda velocidad, mi espacio de tres minutos para exponer las razones de nuestro “No”.
Puedo aseguraros que he tenido que sacar tiempo de no sé dónde para contestar a cada una de las cartas y todos y cada uno de los telegramas que he recibido rubricando nuestra postura y adhiriéndose a ella. Y me consta, porque mantenemos contacto con el pueblo, la impresión favorable entre los afines, y respetuosa entre los adversarios, que mis palabras en la televisión produjeron. (…)
Así estaban las cosas cuando llegó el memorable 15 de diciembre de 1976. Los fallos conocidos en la mecánica del referéndum son innumerables y no son leves. Amputaciones del censo, que han impedido el voto de decenas de millares de personas; falta de precinto en un número incalculable de urnas (lo que tenemos autenticado notarialmente); escamoteo de papeletas con él “No” e imposición del “Sí”, poco menos que por orden gubernativa; plazo inverosímil para la propuesta de interventores, y consiguiente ausencia de una verificación controlada del escrutinio; medidas no aclaradas en relación con ciertos funcionarios que de alguna forma tenían relación con el procesamiento de datos; voto sui generis de los emigrantes; quebranto por el Gobierno a través de la prensa y la radio oficiales, de la prohibición de propaganda en uno u otro sentido (por ejemplo, el “Sí” en la portada de “Arriba”, órgano de un Ministerio, en la mañana del día 15, y la reiteración -ese mismo día- del discurso a favor del “Sí” del presidente del Gobierno).
El rey, en las urnas
Todo, como veréis, muy liberal y muy democrático. Hasta el Rey acudió a las urnas. La prensa extranjera ha comentado el hecho. Y aquí, José María Gil Robles ha escrito en “El País” (4-1-1977) que la presión moral desencadenada por el Gobierno, a través de una “propaganda desaforada, mediocre y hasta irritante”, no ha excluido al propio Jefe del Estado, olvidando que es lógico que éste vote cuando es cabeza de partido en una república, o jefe de partido único, como lo era Franco, pero no cuando es encarnación de una institución que debe estar por encima de diferencias partidistas, en un régimen monárquico.
(...)
No se puede creer en la derrota
Quien se contente con un examen de las cifras podrá creer en la derrota y hasta sentirse desanimado. Pero hace mal. En primer término, porque la derrota sólo existe cuando se pierde la última batalla y, en segundo lugar, porque nosotros no hemos perdido ninguna posición. Estamos donde estábamos. Son los hombres del “Sí”, o al menos muchos de los hombres del “Sí” los que han cedido y ocupan una trinchera diferente a aquella que un día ocuparon. Lo que importa es que se aperciban a tiempo, que no abandonen definitivamente y por supuestos indicativos tácticos, la línea que nosotros mantenemos; que tomen conciencia de que, quizá por error, favorecen con su retroceso al adversario, y que no olviden, si quieren ser leales a su diario de origen y al ejemplo de los que dieron la vida en su defensa, que es preferible morir en la vanguardia, de un tiro en la frente, que un tiro en la nuca, durante la huida.
***
¿Qué ha pasado después del referéndum?
Vamos a examinar a las fuerzas políticas en litigio, dejando al margen, por ahora, la indisciplina social, la inflación creciente, el terrorismo exacerbado, el desafío separatista, la crisis económica y el descenso de la moralidad.
La Alianza Popular, con una base si no total si mayoritariamente de signo franquista, advierte que ha jugado con torpeza. Los miembros de la UNE y los de la UDP, especialmente, se dan cuenta del equívoco engañoso y del juego político a que fueron llevados los procuradores en Cortes vinculados a los dos grupos. Votando a favor de la Reforma, la hicieron posible y facilitaron la victoria del Gobierno; y ahora el Gobierno -como ya anunciamos-, conseguido con extrema facilidad lo que quería, prescinde de la Alianza Popular y dialoga y pacta con la oposición abstencionista que quiere, sin camuflaje, la ruptura.
No soy yo el que lo dice. Cruz Martínez Esteruelas, un hombre excepcionalmente listo y bien dotado, aunque no comparto su doctrina y menos aún su postura política, acaba de expresarse en estos términos:
“No es admisible que pretendan poner condiciones al proceso democrático abierto por el referéndum quienes repudiaron precisamente su validez e incitaron a la abstención. Negar el referéndum y negociar luego con el Gobierno el proceso constitucional y la participación en las elecciones supone una cínica e importante contradicción”.
“Puede resultar en extremo peligroso para España polarizar la situación política en un pacto entre el Gobierno y aquellas fuerzas políticas cuyas posiciones dialécticas son la ruptura con el pasado, la demagogia y el internacionalismo... mientras se busca desplazar a las fuerzas políticas nacionales, coautoras de la reforma y del resultado positivo del referéndum”. (Conferencia Santa Cruz de Tenerife; “El Alcázar”, 8-1-77).
El presidente de la UDP tiene toda la razón, pero olvida que cuanto denuncia era previsible, y que la aceptación, en principio, de la reforma por Alianza Popular no debía hacerse sin que el Gobierno negociara plenamente con su cuadro directivo, y aceptase, para lograr su apoyo, aquellas modificaciones sustantivas que hicieran imposible lo que ahora a todas luces es viable: una ruptura moldeada por el antifranquismo, y apoyada en un “quórum” y en un referéndum que, con la ayuda de Alianza Popular, como Martínez Esteruelas proclama, tuvo un resultado positivo.
No se comprenden ciertas actitudes
Este error es muy grave y muy aleccionador para el futuro, como lo es que Alianza Popular se conjugue -y ello puede explicarnos muchas cosas- en torno a Reforma Democrática y a su presidente, Fraga Iribarne, porque, si no recordamos mal, fue el señor Fraga el que, como vicepresidente del Gobierno y ministro de la Gobernación, legalizó “de facto” a “las fuerzas políticas cuyas posiciones dialécticas son la ruptura con el pasado, la demagogia y el internacionalismo”, a las que Martínez Esteruelas sitúa en “cínica e importante contradicción”.
Yo, la verdad es que no comprendo cómo grupos y personalidades cuyo pensamiento ha estado en línea, y creemos que interiormente lo sigue estando, pueden unir programas y esfuerzos con quienes apuntan la posibilidad de que se entreguen a Marruecos Ceuta y Melilla, o incorporan el divorcio a su programa, apartándose de la doctrina católica y de las exigencias de la ley natural, evitando el diálogo, mirando evasivamente o dejando al margen a quienes en vida de Franco y después de su muerte mantuvimos y mantenemos, con toda su pureza y lealtad, unos Principios que estimábamos sagrados y comunes a la vez.
Si éste es el binomio Gobierno-Alianza Popular, veamos la otra cara del espectáculo: las relaciones entre el Gobierno y el antifranquismo, es decir, entre el Gobierno de la Monarquía, que existe gracias a Franco, y aquellos que, sin rubor y con absoluta claridad, no quieren, como lo quiere Suárez, asumir el pasado, sino destruirlo, como algo ominoso y oscuro que convendría olvidar.
La famosa Comisión de los nueve, en la que tiene plaza de honor el Partido Comunista, negocia con el Gobierno a través de los señores Tierno Galván y Jordi Pujol, marxista el primero y capitalista y catalanista el segundo. Naturalmente que la negociación, cuyo detalle no conocemos, versa sobre el contenido práctico de la llamada Reforma, lo que revela que no se trata de pormenores accidentales, sino de temas sustantivos y de fondo, con las elecciones al final del paisaje.
Por debajo y más allá de los términos objetivos de la negociación, se halla el aspecto subjetivo y lo que podríamos conocer como coacción ambiental.
De una parte, el secuestro de Antonio María de Oriol continúa, sin que el Gobierno pueda ofrecer a la nación nada, absolutamente nada, que aclare su zozobra y su inquietud. Y está claro que lo que con el secuestro se persigue no es sólo en la liberación de los asesinos terroristas, sino también dar la impresión -ya lograda- de que la iniciativa la tienen los adversarios y de que éstos, a su capricho, pueden disponer de la vida y de la libertad de cualquiera.
Considerando que…
El Gobierno sabe quiénes piden la libertad de los asesinos de Carrero, de Araluce y de tantos españoles de menor relieve político. pero de igual o mayor entereza y lealtad a la Patria, y, aún sabiéndolo, negocia y pacta con ellos. ¿Cómo extrañarse de que, teniendo tantos y tan apreciados valedores cerca del Gobierno, no se sientan envalentonados los secuestradores del señor Oriol, sea cual sea el grupo político que los maneja o al que sean afectos?
De otra parte, y ya después del referéndum, se produce la detención de Santiago Carrillo, secretario general del Partido Comunista.
Varias son las consideraciones que conviene hacer al respecto:
1.ª El señor Carrillo entró en España en febrero de 1976. Antes o por entonces había llegado su familia, que se domicilió en Madrid. Sus hijos consiguieron inmediatamente puestos de trabajo: uno de ellos fue contratado como profesor en la Universidad Autónoma de Madrid.
Sin embargo, el Gobierno negó reiteradamente la presencia en España del secretario general del Partido Comunista. Y esto es muy grave, pues una de dos: o el Gobierno sabía que Carrillo estaba entre nosotros y deliberadamente y por razones desconocidas faltó a la verdad, o no sabía que Carrillo estuviese en España, y en ese caso todos los servicios de información del Gobierno revelaron su total ineficacia.
2.ª Al señor Carrillo se le procesa por un delito supuesto de asociación ilegal, lo que se contradice con el hecho de mantener el Gobierno conversaciones negociadoras con la asociación ilegal de la que el señor Carrillo es secretario. aunque su representación haya sido delegada por la misma en los señores Jordi Pujol y Tierno Galván.
3.ª No queda aclarado: a) si el señor Carrillo entró o no con pasaporte en España; b) qué autoridad expidió dicho pasaporte, si es que no tenía; c) si dicho pasaporte, en su caso, era español o extranjero.
4.ª Queda sin aclarar si ha sido legalizada o no a posteriori la reunión clandestina y las declaraciones a los medios informativos, que estos últimos recogieron con la máxima amplitud.
5.ª La libertad provisional, bajo fianza de 300.000 pesetas, es modesta en comparación con el millón de pesetas constituido por FUERZA NUEVA en un caso todavía “sub iudice”; de las 500.000 pesetas exigidas a Herminia Villena por un Juzgado de Murcia, y de las multas de 500.000 pesetas, recientemente impuestas por el gobierno civil de Madrid a Jesús María Palacios y a José María Pérez de Herrasti.
6.ª La libertad bajo fianza de Santiago Carrillo, acusado por el solo delito de asociación ilegal, supone, implícitamente, que queda facultado para moverse, actuar, hablar y negociar, por sí y en nombre de su Partido, todavía en situación ilegal.
7.ª El Gobierno tolera una campaña de agitación, típicamente comunista, que embadurna y ensucia a España entera, exigiendo la libertad de Santiago Carrillo, dando la impresión, aun cuando así no sea, de que esta libertad no ha sido concedida, sino arrancada a gritos, con el puño en alto, las banderas rojas en la calle y la “Internacional”.
No entro en otras consideraciones porque son harto conocidas: responsabilidades por el genocidio de Paracuellos del Jarama; preparación y mantenimiento de la guerrilla; aliento constante a la subversión; declaraciones intencionalmente homicidas con relación a Franco, etc.
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No hemos sido derrotados. Lo decíamos antes y lo vamos a comprobar ahora.
No hemos sido derrotados, porque el resultado oficial del referéndum, sea o no sea correcto, confirma nuestra postura frente a la democracia liberal.
Si el resultado del referéndum es correcto, es decir, si no ha habido error ni manipulación en el escrutinio, el sistema liberal es malo, pues revela cómo es posible cambiar en unos meses y por medio de una propaganda hábil la voluntad de un pueblo, partidario ayer del franquismo y dispuesto -engañado o no- a abrir las puertas a una reforma que, de seguir como vamos, acabará con él, acabando al mismo tiempo con España.
Si, por el contrario, el referéndum hubiera sido manipulado, de tal manera que las cifras reales no coinciden, sino que se distancian en gran medida de las oficialmente confesadas, entonces el Sistema liberal sigue siendo malo, pues revela que, incluso en el momento más puro, que es el inicial de su puesta en marcha, se desvirtúa en su raíz, suplantándose por la voluntad del Gobierno la voluntad de la mayoría. El reclamo “Habla, pueblo”, si tal manipulación se hubiera producido, por amputado e incompleto, debería sustituirse por otro que dijera: “Habla, pueblo, para que yo diga lo que me parezca conveniente”.
(...)
El Gobierno se engaña
No hemos sido derrotados nosotros. Es el Gobierno y quienes, como Alianza Popular, han apoyado al Gobierno los que se engañan a sí mismos, valorando como un apoyo a la “Reforma Suárez” el voto mayoritario del referéndum.
Sería curiosa una encuesta objetiva entre los que han votado que “Sí”, preguntando por los móviles, razones y objetivos de su voto. Encontraríamos entonces que, salvo un número pequeño de partidarios conscientes de la Reforma oficialista, la mayor densidad de votantes diría que el “Sí” (...) era un “Sí” a la continuidad del franquismo, con las modificaciones inherentes a la desaparición del Caudillo y a la perfección y mejora del Sistema heredado; un “Sí” al Régimen que Franco implantó y que se perpetúa en la Monarquía del 18 de Julio, cuyo Rey Franco eligió y formó a su lado, jurando por dos veces ante Dios, las Cortes y el pueblo, los Principios Fundamentales del Movimiento; un “Sí” como rechazo de un “No” que sonaba a gesto de hostilidad, a enfrentamiento con el orden recibido, a postura, análoga a la de aquellos que con su no, explícito e implícito, venían atacando la obra del Caudillo; un “Sí” a cuanto los ex ministros y los antiguos y devotos colaboradores de Franco pedían, con inclusión de la mayor parte de los que él designó como sus albaceas, para que velaran por la doctrina política que hizo posible la Cruzada; un “Sí” rotundo, como respuesta a la petición del jefe del Gobierno, nombrado por el Rey que sucedió a Franco en la Jefatura del Estado y que, solemnemente, como antes decíamos, se comprometió ante todos los españoles, la víspera misma del referéndum, a asumir la obra de pasado, creación genial de un hombre irrepetible, y a perfeccionarla en el futuro. ¡Lástima que cuanto quiso expresarse con él “Sí” no tenía más camino viable que la papeleta con él “No”!
¡Cuántos de los que en aquella fecha se pronunciaron afirmativamente estarán arrepentidos o con graves escrúpulos de conciencia! Son ellos los que, delante de Dios y pensando en España, en sus familiares y en sí mismos, han de meditar y reaccionar con energía y con valor cuál ha de ser su postura en un futuro inmediato, en el que otra vez, por la desgana, la frivolidad o el resentimiento de la clase dirigente, se pone en juego la existencia misma de la Patria.
Al lado de esa aplastante mayoría de votos positivos, destaca, según los datos oficiales, el número escaso de votos negativos. Según la proclamación hecha por el presidente del Tribunal Supremo, que lo es asimismo de la Junta Central del Censo: 450.102. Hemos bajado desde la información gubernativa. Si se hacen nuevos cómputos, a lo mejor seguimos retrocediendo hasta límites insospechados; quizá hasta doscientos mil votos menos cero.
Algunos diarios del exterior se han quedado atónitos ante las cifras. O el pueblo español es muy voluble o se han rebasado, víctimas del triunfalismo que tanto se criticó, los márgenes de la credibilidad europea. (...)
Cada “No” es una joya, manifestación cálida y resuelta de una ideología y de una actitud, prueba de un cuerpo militante de 450.102 españoles, que no se han dejado lavar ni el cerebro ni la conciencia, inmunes y refractarios a toda propaganda, que han obrado conforme a su propia conciencia, que están dispuestos a seguir luchando por los ideales al precio de lo que sea, que se saben integrados -con la coincidencia afirmativa en el “No”, aunque suene a paradoja- en aquella minoría “inasequible al desaliento”, leal y fiel a las banderas del 18 de Julio, en la que José Antonio pensaba y confiaba para enderezar otra vez el destino del pueblo español.
Si con nueve minutos de televisión-de los que tres correspondieron a FUERZA NUEVA- reforzamos y alentamos la resulta voluntad de 450.102 españoles, ¿qué hubiera sucedido si hubiéramos dispuesto sólo de la décima parte del tiempo y de los medios de publicidad, amén de los resortes psicológicos que confluyen en el poder, para explicar claramente nuestras razones y ofrecer nuestros puntos de vista? Pero así es la democracia liberal, una auténtica “contradictio in terminis”, y ello en el instante mismo de nacer, como ocurrió en la memorable jornada del pasado 15 de diciembre.
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Sin ningún propósito de encabezamiento o hegemonía, llamamos, para ese Frente Nacional, a los ex combatientes de la Cruzada, a nuestros hermanos de Falange Española, a nuestros hermanos de la Comunión Tradicionalista, y a los españoles sin más encuadramiento que la lealtad a la obra de Francisco Franco.
Vuelvo a repetir que la base de nuestras organizaciones es fundamentalmente la misma, y que todo retraso en el lanzamiento del Frente Nacional produce desmoralización y zozobra.
Está claro que, por nuestra parte, no hay reserva de ningún tipo. El Frente Nacional puede ser, de momento, un Frente electoral del 18 de Julio, cara a los meses que se avecinan; puede ser, ahora o más tarde, una Federación de agrupaciones políticas, con una actuación coordinada, y común, sin perjuicio de la autonomía de las partes; y puede ser -nosotros, en aras de la unidad y por el bien de España, estamos dispuestos- la fusión en un partido único en el que se integren todos los militantes de nuestras respectivas organizaciones.
Yo estoy seguro que si el Frente Nacional cuaja y se presenta al pueblo español con su mística arrolladora, atraerá a sus filas a muchos de los que, confusos aún, creen en la fracasada postura derechista del mal menor, que ya les ha llevado no sólo a dar paso libre a la ruptura antifranquista, sino a vincularse con quien [Fraga Iribarne] desde el primer Gobierno de la Monarquía autorizó el Congreso de la UGT y desde fuera del Gobierno incorpora a su programa político la legalización del divorcio.
Tengo para mí que si los jefes políticos de las agrupaciones que a sí mismas se califican ahora de derechas mantienen su alianza con quienes asumen tesis tan contrarias a lo que han venido diciendo y escribiendo, los que los han seguido y respaldado tendrán que incorporarse a las filas de quienes, como nosotros, no están dispuestos a transigir en cuestiones que reputamos fundamentales. La unión hace la fuerza sólo cuando se unen factores distintos pero homogéneos. En otro caso, la unidad debilita y hasta lleva a situaciones tan equívocas y falsas como la unión de católicos y masones en el que fue llamado “bienio negro” de la segunda República, que dio paso al Frente Popular y al trauma, doloroso, pero ya inevitable, de la guerra.
La arquitectura política se asemeja hoy a un tren conducido en éxtasis por un bisoño jaleado y entusiasta. Lo que interesa es llegar, aunque no importa cómo. Y llegar, ganando marcas a la estación, luminosa pero reconfortante. del liberalismo. Que se salten los discos rojos; que se rompan las barreras de los pasos a nivel; que se arrastra sobre las vías y se arrojan al precipicio los obstáculos; que suben polizontes sin billete; que se dispara desde los trigales sobre los viajeros, que caen bañados en sangre entre el dolor de los suyos; que se rapta y secuestra al revisor o a los vigilantes; que se descompone y deshace, por el traqueteo desquiciado de la marcha, el orden y la eficacia de las instalaciones…, no importa. Lo que importa es llegar a la meta en un viaje alocado, absurdo y peor que inútil. Llegar al espejismo con un tren cargado de muertes y de escombros.
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Con toda lealtad, queremos decir que la situación política, tal y como ha sido encauzada por el Gobierno, nos constituye en un estado de oposición total. Volvemos a repetir, aunque con más abundancia de razones, lo que dijimos en aquel artículo “Señor Presidente” (1974), a raíz de unas declaraciones de Don Carlos Arias, cuando era primer ministro: no nos hemos marginado ni autoexcluido nosotros. Nos ha marginado a conciencia, contra todo buen criterio político y contra la misma ley puesta en vigor, el propio Gobierno de la Monarquía.
Es absolutamente inexplicable, claramente antidemocrático y radicalmente antijurídico que el Gobierno negocie con los partidos ilegales y no tenga ni un solo contacto, a ningún nivel, con agrupaciones como FUERZA NUEVA, que están legalmente reconocidas, que no han boicoteado el referéndum, sino que han participado en él, y que representan un estado de opinión real, que respaldan cerca de 500.000 votos, conforme al Estado de cuentas oficialmente proclamado.
No llegamos a entender cómo se dialoga y se pacta con el Partido Comunista y con sus aliados, y se niega el saludo político o la posibilidad de un cambio de opiniones a Falange Española, al Tradicionalismo, al Partido de Acción Nacional y a FUERZA NUEVA.
La línea de pensamiento y la conducta del Gobierno hace pensar que hay unas agrupaciones ilegales, que merecen su máxima consideración, y otras legales, que sólo merecen su desprecio. Las primeras tienen un trato de favor. A las segundas se les aparta o ignora. ¿Cuáles son, entonces, las ventajas de la legalidad y las desventajas de la ilegalidad?
Creo que es absolutamente inútil la apelación a un Gobierno que, como indicaba antes, ignora o desprecia a quienes con un claro sentido nacional hemos proclamado la lealtad al 18 de Julio, al pensamiento y a la obra de Franco y a la Monarquía que él quiso instaurar. Su conducta, por las consecuencias que de la misma se están derivando y se van a derivar a un plazo muy corto, podrá enjuiciarse sin demasiados quebraderos de cabeza. A nosotros solo nos queda elevar al Jefe del Estado, desde esta tribuna, nuestro recurso de última instancia, esperando que nuestra voz, que creemos tan honorable, al menos, como la de los demás, sea escuchada, tal y como el Rey dijo en primer mensaje de la Corona.
En cualquier caso, con fortaleza y alegría, sin desmayo en la empresa, sin que por un solo instante decaiga nuestra firma voluntad el servicio, seguiremos con la moral muy alta en línea de combate.
“Organizarse hoy para vencer mañana”. Tal es la consigna.
¡Arriba España!
(Grandes aplausos y ovaciones cerraron las palabras del fundador de FUERZA NUEVA. Anteriormente, su conferencia había sido interrumpida por las adhesiones en numerosos pasajes de la misma. Se cerró el acto con el “Cara al Sol”)
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