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Tema: Ilustres exiliados anticomunistas rumanos, felices en la España del “Dictador”

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    Ilustres exiliados anticomunistas rumanos, felices en la España del “Dictador”

    Personajes de renombre internacional en el mundo de la cultura y de la política entre los que destacan Mircea Eliade, Vintila Horia , Jorge Uscatescu, Horia Sima, miembros de la realeza rumana y otros muchos: todos tenían en común hallarse en la gloria en aquella España "nacional-católica" de Franco. Vivieron, murieron y fueron enterrados aquí como unos españoles más. A continuación se estudian las causas y condiciones de aquellos afortunados exiliados.

    EL EXILIO RUMANO


    Madrid, ciudad en la que se encontraban en los años de la guerra, en controversia constante, Cotrus y Busuioceanu, y luego Stamatu y yo, transformando la capital de España en un importante centro de cultura rumana. Tanto Cotrus como Busuioceanu, publicaron libros de poesía, discutidos y admirados por la crítica y el público. (Vintila Horia, Apud Ungureanu 1995:45)

    Hacia 1937, numerosos intelectuales rumanos se mostraban deseosos de contribuir a la formación de una nueva cultura, que legitimara el glorioso pasado de Rumanía. Era un grupo de talentos literarios que aglutinaba la revista Vremea (El Tiempo). Muchos de los cuales pudieron formarse fuera «…es el mérito del régimen anterior a la segunda guerra mundial, y también el mérito de Antonescu—afirma el historiador Aurel Sergiu Marinescu— por haber nombrado y mantenido en el extranjero, como agregados culturales y de prensa, gran parte de estos jóvenes, ofreciéndoles de esta manera la posibilidad de salvación y afirmación, pues casi todos llegaron a conocer el éxito en el exilio. En aquellos años fueron enviados Mircea Eliade a Londres y Lisboa, Vintila Horia a Roma (1940) y luego a Viena, y Aurel Cotrus a Madrid.

    La emigración se acentúa después de la segunda guerra mundial, como resultado del feroz proceso de sovietización iniciado en Rumanía; en aquel tiempo se produjo la huida de muchos rumanos, aterrados por la implantación del totalitarismo rojo. «El éxodo de rumanos que sabían, temían o sentían lo que se les acercaba —dice Cioranescu—, empezó desde que las libertades comenzaron a mermarse en Rumanía a raíz de un armisticio puesto en práctica en un estilo puramente estalinista». Entre 1945 y 1955 abandonaron el país no sólo personalidades políticas y culturales, sino también intelectuales y estudiantes, desprovistos de recursos económicos; salieron cuantos pudieron. La existencia de una diáspora rumana es una novedad: los rumanos no solían expatriarse, pero, durante el régimen comunista, fueron multitud los que abandonaron su patria; y los que pudieron hacerlo son muchos menos que los que soñaban con la evasión. Podemos decir lo que Diógenes: «Me condenan a irme, pero yo les condeno a quedarse».

    Fue necesario constituirse, por lo que en 1948 se creó en París la Unión Demócrata de Rumanos Libres; contaba con un Boletín Rumano de Informaciones y una emisora de radio. Conjuntamente se fundó la organización nacional de refugiados IRO. La historia reciente de asilo en Europa se inicia con la promulgación, en 1951, en plena posguerra, de la Convención de Ginebra. La capital francesa fue centro de las agrupaciones de exiliados, si bien Madrid contó con una filial muy activa, de la que fueron delegados George Antoniade y Aron Cotrus.

    Ya en 1945, el régimen español retiró las banderas y los símbolos nazis de los diferentes organismos, postergando del gobierno a los más comprometidos defensores del Eje. La ausencia de un ideario definido permitió al general Franco pasar de un sistema autoritario de corte fascista a un régimen desarrollista de ideología conservadora, católica y anticomunista. España había roto sus relaciones con Rumanía en 1946, con la llegada del totalitarismo comunista. Fue el 24 de junio de 1955 cuando la Gran Asamblea Nacional de Rumanía dictó un decreto de indulto, proponiendo así allanar la repatriación de los desplazados.

    La mayoría de los miles de rumanos que abandonaronsu país en la década de 1946-1956 se dirigieron a los Estados Unidos de América, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y España, donde se organizaron en «Comités» de diversos tipos. De entre los emigrados, un nutrido grupo de profesionales formado por ingenieros, abogados y profesores se estableció en Latinoamérica; numerosos trabajadores manuales cualificados lo hicieron a Estados Unidos de América; por último, muchos de los que habían tenido responsabilidades políticas permanecieron en Europa.

    París y Madrid recibieron a numerosos miembros del personal diplomático y consular, que después del 23 de agosto de 1944 se negaron a regresar a su país. El general Dwight Eisenhower, comandante supremo de las fuerzas aliadas occidentales excluyó a la guardia de Hierro, al gobierno Nacional y al ejército rumano de la lista de las organizaciones consideradas colectivamente culpables de crímenes de guerra. Fue gracias a un informe favorable de Robert Daniel Murphy (5), antiguo encargado de negocios en la Francia de Vichy, posteriormente nombrado ministro de África del Norte francesa por el presidente Roosevelt.

    En España los “legionarios”superaron en número y organización a los restantes grupos apolíticos meramente anticomunista, como veremos en este trabajo, al tiempo que relacionaremos a los intelectuales, de los que hacemos una aproximación biográfica, además de tratar sintéticamente sus obras y enumerar los medios de comunicación que utilizaron. Sus publicaciones constituyen un capítulo singular de la comunicación en España, que ha de entenderse desde la correlación existente entre la producción informativa nacional y la internacional, puesto que se difundieron por Europa Occidental y Norteamérica. La tristeza del exilio se manifiesta permanentemente en la mayoría de las obras publicadas, sentimiento patente no sólo en el contenido, sino en la temática. Como Miguel de Cervantes cuando afirma que ensu prisión de Argel «aprendió a tener paciencia en la adversidad», estos exiliados se obstinaron en superar su infortunio e iniciar una brillante etapa en su substancial quehacer. Algunos pudieron, tras larga ausencia, visitar nuevamente su país; otros no regresaron nunca; y muchos, no obstante, pudieron ver hecho realidad su ferviente deseo de una Rumanía libre del dominio soviético.


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    Última edición por ALACRAN; 08/03/2020 a las 03:05
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

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    Re: Ilustres exiliados anticomunistas rumanos, felices en la España del “Dictador”

    ESPAÑA COMO DESTINO
    ¿Qué sucede en el fondo de estos hombres? ¿Cuál es, en su pasado, el momento exacto en que se dicen a ellos mismos: «Se acabó. Voy a empezar de nuevo»? Y eligen el país de los dacios. ¿Por qué no otro?
    Es cierto que entre los germanos o los partos, los matarían enseguida o les obligarían a adorar a otros jefes militares más crueles que los generales de Augusto. En cambio, en Dacia son libres. A Zamolxis lo eligen libremente; nadie se lo impone. También escogen la tierra que van a cultivar, y su mujer. Esa es una felicidad de los dioses.
    […] Y estos hombres son, quizá […], hombres como yo pero a los que nadie ha obligado en el destierro, en estas regiones que aun no comprendo pero que no detesto (6). Vintila Horia


    Al fin de la segunda guerra mundial, la península Ibérica abrió sus puertas a un selecto grupo de refugiados rumanos, en su conjunto nacionalistas, muchos de ellos miembros de la Legión del Arcángel San Miguel, conocida como la «guardia de hierro» o «movimiento legionario». Fue entonces cuando se crearon los primeros estudios de Lengua y Literatura Rumanas en Madrid y en Lisboa. En España se encargó Alexandru Busuioceanu, especialista en arte y literatura a más de fino poeta, acaso el primer profesor rumano que dominó el español, y en Lisboa fueron dirigidos por el filósofo Victor Buescu.

    ¿Por qué España? Los exiliados consideraron que España sería un lugar aceptable para fijar su nuevo domicilio basándose en que políticamente se sustentaba en cierto grado de afinidad con el franquismo y su planteamiento de sociedad jerarquizada, disciplinada,«desactivada» para la movilización política. El éxodo, insistimos, fue consecuencia de la brutal intromisión de la Unión Soviética en Rumanía y con ella la instalación del propiamente llamado «terror rojo». La gran ola de evadidos —entre 1945 y 1951— se encontró con la de los otros compatriotas que habían escapado desde la persecución iniciada por Antonescu contra los partidarios de Horia Sima, su socio en el fugaz gobierno legionario del 6 de septiembre de 1940 al 24 de enero de 1941.

    Francia y España recibieron a muchos huidos de los horrores bolcheviques políticos, funcionarios comprometidos directamente con el régimen legionario o con la monarquía derrocada. No olvidemos que España constituyó un refugio de los aliados del Eje, lo fue desde un ideario abiertamente anticomunista.

    Los emigrados contaron con importantes valedores pertenecientes al ejército, cuyo peso en las funciones políticas era ingente, entre ellos los generales Ricardo Villalba Rubio (7) (1892-1994), y José Díaz de Villegas y Bustamante (1894-1968) (8), y, en la clase política, el falangista Sergio Cifuentes, jefe del Servicio Exterior del Movimiento. Además, a la decisión de dar asilo a estos emigrantes se sumó el criterio favorable del archiduque Otto de Habsburgo (1912-2011), persona de suposición, gran europeísta, unido por seculares raíces a nuestra historia, cuyas sugerencias eran muy estimadas por el general Franco.

    A estos primeros expatriados se sumarían algunos personajes destacados de otros ámbitos, como el príncipe Nicolás de Rumanía, regente entre 1927 y 1930, que residió en Madrid desde 1950 hasta su muerte, donde era asiduo a los actos programados por la Comunidad Rumana; fundó publicaciones y pronunció alocuciones, por radio, en apoyo de los exiliados, a muchos de los cuales ayudó económicamente (9). Nada más llegar —el viernes 24 de marzo de 1950—, el diario ABC dio cuenta de la recepción en su honor, a la que asistieron príncipes, ministros, títulos del reino y destacadas personalidades, como el teniente general duque de la Torre y el almirante Luis Carrero Blanco (10). Luego, continúa ABC, recibió a la colonia rumana de Madrid y en el curso de la reunión se interesó por los trabajos de los profesores e intelectuales que residían en España. Pero, además, de ese príncipe real, otros aristócratas eligieron el exilio español, entre ellos el príncipe Constantin Cantacuzeno [Cantacuzino] (11), as de la aviación acrobática y vicepresidente de la Comunidad Rumana en Madrid, y también el príncipe Mihail Sturdza, antiguo ministro de Asuntos Exteriores, su esposa Zoé, nacida princesa Mavrocordat, y el hijo de ambos príncipe Elie Vlad Sturdza, secretario general de la Comunidad Rumana en España.

    En aquel tiempo, los exilados rumanos en España llegaron a ser algo más de un centenar. La calidad de este selecto elenco significó un poderoso revulsivo cultural, pues supieron aceptar su destino, superar la adversidad e integrarse, y no sólo continuaron con sus trabajos, sino que plenamente incorporados, cooperaron en reducir el aislamiento cultural de la posguerra y allenar el vacío dejado por los intelectuales españoles exiliados por la cruenta guerra civil. «Lo que más temen los dictadores —nos dejó dicho Alejandro Cioranescu— es la revolución interior, y lo que más temen los ciudadanos es perder la libertad. El sistema comunista escogió matar la libertad para preservar el orden público» (12).

    Es en la cultura donde el destierro rumano se ha sentido a sus anchas. Desde este punto de vista, su adhesión ha sido rápida y total, y con ella su notorio ascendiente. No hace falta mencionar nombres; algunos están en la memoria de todos y la lista sería demasiado larga. Rumanía, sin ella quererlo, ha regalado a Occidente escritores de gran valía, investigadores y eruditos de reconocido mérito, pintores y escultores, músicos y cantantes, y así gran cantidad de ingenieros, arquitectos y médicos. Los expatriados representaban distintas facciones políticas, aunque la mayoría eran legionarios de la Guardia de Hierro (13) (Garda de Fier), seguidores de Horia Sima, círculo en el que militaba Nicolás Dimitrescu (14), ministro oficioso de la Legación Real en Madrid.

    Un primer proyecto para la creación de la Comunidad de Rumanos fue presentado, en 1951, por su vicepresidente el legionario George Demetrescu (15), doctor en Derecho, escritor y comentarista radiofónico. Demetrescu sería muchos años su presidente y, con sus seguidores, protagonista de numerosos actos políticos. Falleció en Madrid, el 21 de diciembre de 1984, después de 38 años de permanencia en la capital de España. Sin residir permanentemente el filósofo Mircea Eliade (1907-1986) fue asiduo huésped de la capital de España, donde sabemos publicó en 1948 su obra Los rumanos y pronunció la conferencia inaugural a la Semana Rumana celebrada en Madrid, en 1953.

    Residieron en nuestro país, sin negar sus raíces, su lengua, sus costumbres y su pertenencia a Rumanía. La actividad cultural fue muy importante ya que se dedicaron plenamente a fomentar el desarrollo científico y cultural. «La vida es más sencilla de lo que se cree. Todo eso de los grandes dilemas —dijo Vintila Horia— ante los enigmas del destino, es pura tragedia».

    El gobierno español dio facilidades a extranjeros que obedecían a un perfil anticomunista y de religión católica —ortodoxos en el caso rumano— en cuanto a la obtención de residencia, lugar de trabajo o estudio y cierta libertad de acción política. De este modo, parece ser, secundaba las políticas británicas y norteamericanas, cuyas administraciones se mostraron muy generosas ofreciendo asilo, apoyos económicos, tolerancia de expresión y asociación a los exiliados del «Telón de Acero».

    Con ese último objetivo se abrieron instalaciones como el Colegio Mayor Santiago Apóstol y, desde 1949, se consintieron las legaciones diplomáticas oficiosas, a cuyo cargo se hallaban ministros plenipotenciarios con funciones consulares y de relaciones públicas. En 1948 el gobierno autorizó el Comité de las Naciones Oprimidas por el Comunismo, formado por los antiguos ministros, diplomáticos y representantes de Hungría, Eslovaquia, Croacia, Bulgaria, Polonia, Rumanía y la República Checa.

    En 1955 se creó la Organización Internacional de Refugiados (IRO). Cualquier exiliado podía entregar su pasaporte (si lo tenía) y firmar una declaración de renuncia a la ciudadanía. Entonces recibía una tarjeta de identidad y, en principio, se encontraba bajo la protección del país en el cual había elegido su residencia. En 1955 no regresó a Rumanía ningún desplazado refugiado en España.

    Los rumanos ocuparon un lugar destacado entre los emigrados del este europeo asilados en la España franquista. Sin constituir colonias nutridas, como las afincadas en Alemania o Francia, pero en proporción al reducido número de sus integrantes, desplegaron una gran actividad ilustrativa y formativa. En el decenio de 1945-1956 eran algo más de cien, un número insignificante si se les compara con la emigración rumana en España de fines del siglo XX, que dejará, por la eficacia demostrada, profunda huella en el panorama cultural español, engrandeciéndolo: «Sólo enriquece a la Humanidad —dejó dicho Stefan Zweig— quien acrecienta el saber en lo que le rodea y eleva su capacidad creadora». La mayoría se establecieron en Barcelona y Madrid, ciudades que ofrecían mayores oportunidades de desarrollo profesional y bienestar económico.

    De entre los expatriados, uno excepcional: Horia Sima (19071993) (16), el comandante, vicepresidente del gobierno rumano desde el 16 de septiembre de 1940 hasta el 24 de enero de 1941, en el periodo del régimen nacional-legionario y jefe del gobierno nacional rumano de Viena entre el 23 de agosto de 1944 y el 2 de mayo de 1945. En mayo de 1945, con un pasaporte a nombre de un tal Josef Weber, huyó desde Austria y consiguió llegar a España, donde recibió asilo político y en Madrid vivió hasta su muerte. Sima fue bien acogido y respetado por la extrema derecha española.



    Horia Sima, prolífico escritor, en rumano y español, colaborador entusiasta de los periódicos Dacia y Fuerza Nueva y de revistas como El País y el exilio. Es autor de: El hombre nuevo. Elementos de la doctrina legionaria, traducción de Aurel Rauta (1950); Dos movimientos nacionales: José Antonio Primo de Rivera y Corneliu Zelea Codreanu (1960), ¿Qué es el nacionalismo? (1976), ¿Qué es el Comunismo? (1977), El hombre cristiano y la acción política(1979); Técnica de lucha contra el comunismo (1980). Su partido «La Guardia de hierro» se asentó en España, Alemania, Austria, EEUU, Argentina y Australia, aunque tenía su sede principal en Madrid, donde radica su Archivo Histórico...

    16
    ) Horia Sima (Fagaras, Imperio Austrohúngaro, 25 de julio de 1907- Madrid, 29 de noviembre 1993), profesor de Lengua y Filosofía en un Liceo del Banato. Estrecho colaborador de Cornelio Zelea Codreanu y su sucesor como líder de la guardia de hierro. Comandante y vicepresidente del Gobierno nacional-legionario. Exiliado en Alemania e internado en un campo de concentración. Cuando el 12 de septiembre de 1944, con el «armisticio», el ejército rojo ocupó todo su país y los comunistas de la 1ª División Rumana «Tudor Vladimirescu» entraban en Bucarest, Sima, liberado por los alemanes, formó en Viena, el 8 de agosto de 1944, un «Gobierno Nacional Rumano» fantasma, que no controló territorio rumano, aunque contó con tropas leales que lucharon en Stettin contra el ejército ruso. Radio Danubio de Viena le prestó un espacio llamado «Puesto de emisión y propaganda rumana». Con la derrota, abandonó Viena y pasó a Alt-Aussee, Saltzkammergut, Austria. Se evade y logra llegar a España. En 1949 renegó del Gobierno vienés y trató inútilmente de ser admitido en el comité Nacional Rumano en el exilio. A su muerte se le rindió en la sede madrileña de Fuerza Nueva un homenaje, coordinado por Traian Popescu, directorde la Editorial Carpati.

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    Última edición por ALACRAN; 07/03/2020 a las 21:29
    juan vergara dio el Víctor.
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    Re: Ilustres exiliados anticomunistas rumanos, felices en la España del “Dictador”

    En nuestra patria -la Argentina- también se refugiaron varios camaradas de la Legión de San Miguel Arcángel, (Guardia de Hierro), cuyo Jefe fue el mítico Cornelio Zelea Codreanu, (Presente!),vilmente asesinado por los traidores que cumplían ordenes de los que ya sabemos...
    El general Perón se ocupo de protegerlos.
    He tenido el privilegio de conocer -siendo aún adolescente- a muchos de ellos, derrotados en la tragedia del 45, pero no vencidos.
    Mantenían intactos sus principios, eran de los que no claudicaban.
    Conservaban su honor intacto, porque su honor era su fidelidad.
    Algunos de ellos tenían aun en su cuerpo, las huellas de los combates en las duras y desoladas estepas del frente soviético...
    Y en lo profundo de sus ojos podía verse el sufrimiento de quien lo ha perdido todo, (menos el coraje y la fe en una reconquista), como así también el dolor y la añoranza por su Patria escarnecida y usurpada por los bolcheviques.
    Ya no queda ninguno vivo, pero el recuerdo de ellos perdurara en mi corazón para siempre.
    ALACRAN dio el Víctor.

  4. #4
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    Re: Ilustres exiliados anticomunistas rumanos, felices en la España del “Dictador”

    Con aquellos caballeros rumanos y otros similares en España, Alemania, Italia, Francia murió aquellos años la Europa cristiana, la heredera de los valores tradicionales de la Edad Media.
    juan vergara dio el Víctor.
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    Re: Ilustres exiliados anticomunistas rumanos, felices en la España del “Dictador”

    [QUOTE=ALACRAN;170394]Con aquellos caballeros rumanos y otros similares en España, Alemania, Italia, Francia murió aquellos años la Europa cristiana, la heredera de los valores tradicionales de la Edad Media.[/QUOTE
    Totalmente de acuerdo!

  6. #6
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    Re: Ilustres exiliados anticomunistas rumanos, felices en la España del “Dictador”

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Constan algunos intelectuales rumanos más en el artículo original. Se añaden aquí solamente otros dos rumanos relevantes en aquella España:

    ... George Uscatescu, nació en Curteana, Rumanía, el 5 de mayo de 1919 y murió en Madrid, el 11 de junio de 1995.
    Investigador histórico, político, sociólogo, ensayista y literato. Políglota, dominó los idiomas rumano, español, italiano, alemán, griego y latín.

    Sin su trabajo, la cultura rumana difícilmente sería conocida en el ámbito español. Cursó bachillerato en Craiova y las licenciaturas de Filosofía y Derecho en Bucarest. Con veintiún años se trasladó a Roma, donde se graduó doctor en Filosofía (1941) y Derecho (1943), y fue discípulo de Scialuja, Vasalli y Gentile.

    En 1944 llegó a España, país que consideró su segunda patria, alcanzando la nacionalidad española. Pronto comenzó a participar en la vida cultural hispana, colaborando en publicaciones como: Escorial, Arbor, Revista de Estudios Políticos, Punta Europa y Verbo.

    Habitual en presa con la columna titulada «Ventana abierta» en el diario ABC de Madrid. Profesor en la Facultad de Filosofía y Letras de Barcelona; luego catedrático de Teoría de la Cultura y Estética General, en la Complutense. Su creciente éxito y su feliz matrimonio con la soprano española Consuelo Rubio, así como la llegada de su hermano Vasile, suavizaron la dureza del exilio.

    Polígrafo insigne, fue un valor para las culturas rumana y española, y, sobre todo, un valor del pensamiento cristiano contemporáneo. Presidente de la Sociedad Iberoamericana de Filosofía y presidente de la Sociedad Internacional de Estudios Humanísticos «Giovanni Gentile» de Roma. Su obra Erasmo, un cuadro prodigioso fue premio Nacional de Literatura «Marcelino Menéndez y Pelayo» (1970).

    Su profundo conocimiento de nuestro país se refleja en Ideas maestras de la cultura española, Madrid (1977) o en Profilo della cultura Spagnola, Milán, 1982. Entre sus muchas obras mencionaremos: Europa Ausente (1952),Tiranía o Negación de la Historia (1955), Escatología e Historia (1959), Proceso al Humanismo (1968), Teatro Occidental y Contemporáneo (1968) Aporías del Estructuralismo (1971), Conversaciones Actuales (1971).

    Por lo demás, Uscatescu dedicó a su patria de nacimiento la obra Rumanía, publicada por el Centro Superior de Investigaciones Científicas, en 1951, que ofrece un compendio de la historia, vida y cultura de ese país. Además de más de cien volúmenes y decenas de estudios y artículos publicados en Europa y Estados Unidos de América, sobre filosofía, crítica literaria, teoría política. Era colaborador fijo en la sección rumana de la revista Oriente Europeo. Desde Madrid no perdió la ocasión de ensalzar a las más eminentes figuras rumanas...

    ...

    Vintila Horia (1915-1992) —su nombre real era Horia Caftangioglu—, estudioso de la literatura, la filosofía y la historia, poeta, novelista y traductor. El más importante de entre los intelectuales rumanos exiliados en España. Agregado de Prensa en Roma, en 1940, destituido poco después por el gobierno de la Guardia de Hierro. Nuevamente destinado en el extranjero —esta vez a Viena— en 1942, al poco tiempo fue internado en un campo de concentración nazi, donde pasó parte de la segunda guerra mundial. Al ser liberado se negó a regresar a su país sometido ya a la dictadura comunista y empezó a vivir trágicamente la experiencia del exilio.

    Primero en Francia, luego en Italia, donde trabó amistad con Papini, después en Argentina, en Buenos Aires —allí se ganaba la vida como modesto escribiente de Banco, mientras su esposa se agotaba en durísimo trabajo—, y finalmente, en 1953, llegó a España, donde sus comienzos, a la vez como empleado de hotel, reportero y agente literario, fueron tan agobiantes como aquellos otros.

    En todos estos sitios conoció las prolongadas y despiadadas angustias del destierro. Y de esta experiencia vital sacó —dice Daniel Rops— lo más puro y esencial de su inspiración. Fue redactor de Radio Nacional de España y poseyó una pequeña agencia literaria. En la Universidad Complutense de Madrid enseñó Literatura Comparada y más tarde ocupó la cátedra de esa disciplina en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alcalá de Henares. Conjugó la docencia con una intensa labor literaria.

    Obtuvo el premio Goncourt en 1960, por su novela "Dios ha nacido en el exilio"; y el Dante Alighieri de Florencia en 1981. En lengua española es autor, entre otras muchas obras, de La Crisis del mundo libre (1958), de la novela Un sepulcro en el cielo (1987), sobre la vida de El Greco, y de El caballero de la resignación (1961).

    Fundó la colección «Punto Omega», libro de bolsillo; colaborador habitual de ABC, de Semana, Cuadernos Hispano-Americanos, Crítica, y de las revistas Les nouvelles littéraires, Le Spectacle du monde, Ecrits de Paris, El tempo, Roma…, así como otras muchas publicaciones en España, Francia, Italia y del exilio rumano. Escritor políglota, pues lo hizo en rumano, francés, italiano y español. Su labor es fundamental, abarca ensayística, crítica literaria, filosofía de la cultura, pero también el análisis histórico y novela. «No había forma porque forma no había», Dacios y romanos en los Cárpatos, 1943.



    Recibió la nacionalidad española y fue un conocido defensor del régimen franquista.

    En 1989 visitó Rumanía, pero ante la incertidumbre política de entonces, no pudo realizar su deseo de regresar definitivamente. Pese a ser considerado uno de los más grandes humanistas contemporáneos y ser conocido en dos continentes, Europa y América Latina, y en España, Italia, Francia y Argentina, sus trabajos están relegados en su país natal, donde no ha recibido ningún reconocimiento en la Rumanía poscomunista, ni premio postmorten de la Academia, ni ningún otro homenaje público, tampoco su obra se incluye en la Literatura rumana...




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    Última edición por ALACRAN; 13/03/2020 a las 02:08
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