Me ha llegado esto por mail a ver que les parece. Un saludo. Facon
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Las razones por las que no permiten la beatificación de Isabel la Católica


> Por Dante Calori


Estando próximo el 12 de octubre, los movimientos indigenistas manipulados por toda la cohorte de marxistas que pululan haciendo el mayor daño posible por todas partes, aunque solo sean un puñado de gritones que vociferan y escandalizan como si fueran millones, y al solaz de todos los medios de comunicación afines o simplemente idiotas útiles, una vez más y como ya es una constante en las últimas décadas, iniciarán por enésima vez la campaña
> de agresiones contra la Iglesia y la España Católicas, volcando todo su veneno y odio que son el "leiv motiv" de su triste y miserable existencia. Pero en realidad todos ellos también son movidos por hilos más superiores,
que los manipulan a placer, sin que aquellos, pobres títeres sepan que sólo son profilácticos de poderes más grandes y siniestros.

Y dentro de ese consuetudinario y recalcitrante plan de agravios, surge como condición "sine qua non" reabrir las presiones para impedir que tan sólo se hable de la causa de beatificación de la reina Isabel la Católica


Las presiones de los judíos a través de los medios de comunicación y las protestas de los católicos empeñados en el diálogo con el judaísmo han tenido éxito. La causa de la beatificación de Isabel la Católica, reina de
Castilla, es una constante en el odio que algunos -por lo general los que manejan los hilos del poder judaico y no precisamente el pueblo judío- de estos profesan a lo largo de los siglos. La cobardía de algunos prelados por
no provocar las reacciones de los israelíes, irritados por la beatificación de la judía conversa Edith Stein y por la presencia de un monasterio en Auschwitz, impidió continuar con la causa de la Sierva de Dios, título al que ya tiene derecho Isabel I de Castilla.

El freno del Vaticano a pesar del dictamen positivo de los historiadores, basado en un trabajo de veinte años contenido en veintisiete volúmenes demuestra que en su interior existen infiltrados que hacen muy bien los deberes con el judaísmo y el protestantismo. En estas cantidades abundantes de material no se encontró un solo acto o manifestación de la Reina, ya fuera público o privado, que pueda considerarse contrario a la santidad cristiana.

El padre Gutiérrez, que es el postulador de la causa de beatificación sentenció de cobardes a los eclesiásticos que, atemorizados por las polémicas, renuncian a reconocer la santidad de la Reina. Esto no es lo
> único que han logrado a través de los años. El papa Pablo VI bloqueó la
> beatificación de los mártires de la guerra civil, con lo que se comprueba
> que, una vez más, se consideró que las razones de la convivencia pacífica
> contrastaban con las de la verdad, que en este caso es atacada con una
> virulencia rayana en la difamación, no sólo por parte de los judíos (a los
> que en la época de Isabel les fue revocado el derecho a residir en el país),
>
> sino también por parte de los musulmanes (expulsados de Granada, su última
> posesión en tierras españolas), y por todos los protestantes, masones y los
> anticatólicos en general, que desde siempre montan en cólera cuando se habla
>
> de aquella vieja España cuyos soberanos tenían derecho al título oficial de
> Reyes Católicos. Título que se tomaron tan en serio que una polémica secular
>
> identificó hispanismo y catolicismo, Toledo y Madrid con Roma.
> En cuanto a la expulsión de los judíos, siempre se olvidan ciertos hechos,
> como por ejemplo, el que mucho antes de Isabel, los soberanos de Inglaterra,
>
> Francia y Portugal habían tomado la misma medida, y muchos otros países iban
>
> a tomarla sin las justificaciones políticas que explican el decreto español
> que, no obstante, constituyó un drama para ambas partes.
>
> Es preciso recordar que la España musulmana no era en absoluto el paraíso
> de tolerancia que han querido describirnos y que, en aquellas tierras, tanto
>
> cristianos como judíos eran víctimas de periódicas matanzas. Sin embargo,
> está más que probado que si había que elegir entre dos males - Cristo o
> Mahoma- los judíos tomaron partido por este último, haciendo de quinta
> columna en perjuicio del elemento católico. De ahí surgió el odio popular
> que, unido a la sospecha que despertaban quienes formalmente habían abrazado
>
> el cristianismo para continuar practicando en secreto el judaísmo (los
> marranos), condujo a tensiones que con frecuencia degeneraron en
> sanguinarias matanzas espontáneas y continuas a las que las autoridades
> intentaban en vano oponerse. El Reino de Castilla y Aragón surgido del
> matrimonio de los reyes todavía no se había afianzado y no estaba en
> condiciones de soportar ni de controlar una situación tan explosiva,
> amenazado como estaba por una contraofensiva de los árabes que contaban con
> los musulmanes, a su vez convertidos por compromiso.
>
>
> Desde el punto de vista jurídico, en España, y en todos los reinos de
> aquella época, los judíos eran considerados extranjeros y se les daba cobijo
>
> temporalmente sin derecho a ciudadanía. Los judíos eran perfectamente
> conscientes de su situación: su permanencia era posible mientras no pusieran
>
> en peligro al Estado. Cosa que, según el parecer no sólo de los soberanos
> sino también del pueblo y de sus representantes, se produjo con el tiempo a
> raíz de las violaciones de la legalidad por parte de los judíos no conversos
>
> como de los formalmente convertidos, por los cuales Isabel sentía una
> ternura especial tal que puso en sus manos casi toda la administración
> financiera, militar e incluso eclesiástica. Sin embargo, parece que los
> casos de traición llegaron a ser tantos como para no poder seguir
> permitiendo semejante situación.
>
> La alternativa, el convertirse o abandonar el Reino, que habría sido
> impuesta por los Reyes Católicos es una fórmula simplista, un eslogan
> vulgar: ya no se creía en las conversiones. La alternativa propuesta durante
>
> los muchos años de violaciones políticas de la estabilidad del Reino fue: "O
>
> cesáis en vuestros crímenes o deberéis abandonar el Reino". Como
> confirmación ulterior tenemos la actividad anterior de Isabel en defensa de
> la libertad de culto de los judíos en contra de las autoridades locales, con
>
> la promulgación de un seguro real así como con la ayuda para la construcción
>
> de muchas sinagogas.
> No obstante, resulta significativo que la expulsión fuera particularmente
> aconsejada por el confesor real, el muy difamado Tomás de Torquemada, primer
>
> organizador de la Inquisición, que era de origen judío. También resulta
> significativo y demostrativo de la complejidad de la Historia el hecho de
> que, alejadas de los Reyes Católicos, aunque fuera por el clamor popular y
> por motivos políticos de legítima defensa, las familias judías más ricas e
> influyentes solicitaron y obtuvieron hospitalidad de la única autoridad que
> se la concedió con gusto y las acogió en sus territorios: el Papa.
>
>
> De esto sólo puede sorprenderse todo aquel que ignore que la Roma pontificia
>
> es la única ciudad del Viejo continente en la que la comunidad judía vivió
> altibajos según los Papas que les tocaron en suerte, pero que nunca fue
> expulsada ni siquiera por breve tiempo. Habrá que esperar al año 1944 y a
> que se produzca la ocupación alemana para ver, más de mil seiscientos años
> después de Constantino, a los judíos de Roma perseguidos y obligados a la
> clandestinidad; quienes consiguieron escapar lo hicieron en su mayoría
> gracias a la hospitalidad concedida por instituciones católicas, con el Papa
>
> Pío XII a la cabeza, otro con el que se ha ensañado el judaísmo y el
> protestantismo, con la tolerancia cómplice e imperdonable de muchos
> "católicos".
>
> El camino a los altares le está vedado también a Isabel también por quienes
> terminaron por aceptar sin críticas la leyenda negra aceptada incluso entre
> las filas católicas. No se le perdona a la soberana ni a su consorte,
> Fernando de Aragón, el haber iniciado el patronato, negociado con el Papa,
> con el que se comprometían a la evangelización de las tierras descubiertas
> por Cristóbal Colón, cuya expedición habían financiado. Las tierras
> descubiertas fueron un regalo muy especial de la Santísima Virgen a España
> por su fidelidad a Cristo y la Iglesia, precisamente el día 12 de octubre el
>
> mismo día de la Virgen del Pilar, Patrona de España. Y los Reyes católicos
> fieles hasta la muerte no podían permitir que esas tierras quedaran fuera de
>
> la salvación de Cristo Nuestro Señor. Por ello establecieron con absoluta
> claridad que serían evangelizadas y no tolerarían que los herejes
> conspiraran con el plan divino como ya lo venían haciendo en el mundo
> conocido.
>
> Quienes consideren este cuadro como demasiado idílico, les convendría leer
> el codicilo que Isabel añadió a su testamento tres días antes de morir, en
> Noviembre de 1504, y que dice así: "Concedidas que nos fueron por la Santa
> Sede Apostólica las islas y la tierra firme del mar Océano, descubiertas y
> por descubrir, nuestra principal intención fue la de tratar de inducir a sus
>
> pueblos que abrazaran nuestra santa fe católica y enviar a aquellas tierras
> religiosos y otras personas doctas y temerosas de Dios para instruir a los
> habitantes en la fe y dotarlos de buenas costumbres poniendo en ello el celo
>
> debido; por ello suplico al Rey mi señor, muy afectuosamente, y recomiendo y
>
> ordeno a mi hija la princesa y a su marido, el Príncipe, que así lo hagan y
> cumplan y que éste sea su fin principal y que en él empleen mucha diligencia
>
> y que no consientan que los nativos y los habitantes de dichas tierras
> conquistadas y por conquistar sufran daño alguno en sus personas o bienes,
> sino que hagan lo necesario para que sean tratados con justicia y humanidad
> y que si sufrieren algún daño, lo repararen".
>
> Se trata de un documento extraordinario que no tiene igual en la historia
> colonial de ningún país. Sin embargo, no existe ninguna historia tan
> difamada como la que se inicia con Isabel la Católica y termina por el
> momento con el Papa Pío XII. Todo esto, como conclusión, es posible porque
> los enemigos de la Iglesia Católica no descansan desde el preciso momento en
>
> que Cristo fue condenado a muerte por el Sanedrín y su Cuerpo Místico inició
>
> el largo camino de la redención del hombre.
>
> Y ese enemigo, nunca como en estos últimos cuarenta años, ha logrado tan
> vigorosa y exitosamente horadar los cimientos de la Iglesia merced a la
> claudicación de los católicos que se dejaron seducir por este modernismo al
> que el papa San Pío X condenara como errores incompatibles con la Fe
> católica en el decreto del Santo Oficio Lamentabili, del 3 de julio de 1907
> y que figuran como proposiciones de Fe.
>
> Y que este falso ecumenismo ha permitido que el consejo de los ancianos
> lograra lo que ya profetizaran con eso de que "haremos a nuestros hijos
> canónigos, obispos, cardenales y si es posible papa y con ellos desde
> adentro destruiremos la Iglesia".