Revista FUERZA NUEVA, nº 82, 3-Ago-1968
LA INSTITUCION LIBRE DE ENSEÑANZA
Hace poco el rector magnífico de la Universidad de Madrid, señor Botella, se refirió en términos favorables a la Institución Libre de Enseñanza. El siguiente editorial del diario “Ya” da interesantes precisiones sobre dicha institución, aunque no la nombre.
"Recientemente se ha recordado que cuando los intelectuales inspiraron estructuras docentes, lo hicieron “en el perímetro autónomo y subvencionado de la institución libre o del instituto escuela”.
No creemos necesario recordar que, en cuanto a los principios, hemos estado siempre del lado de la libertad docente. Pero consideramos oportunas algunas observaciones que, en el aspecto histórico, pongan las cosas en su punto por lo que concierne al antecedente invocado.
No por lo que tuviera de novedad pedagógica, aunque en este aspecto sus realizaciones fueran más bien modestas, ni por cuanto pretendió, y en buena parte consiguió, poner al día nuestra Universidad, modernizarla, comunicarla con la vida cultural europea. Y ni siquiera por lo que a tantos católicos tenía que alarmar más, que fue la inserción de aquel esfuerzo, en sí mismo importante y digno de respeto, en un contexto cultural que, quisiéranlo o no sus promotores, y digamos más, aun sin quererlo, venía a oponerse al que había conformado hasta entonces la vida de nuestra Patria.
Con ser esto grave, e incluso lo más grave, lo que provocó las ardorosas protestas contra la institución, y no del todo católico exclusivamente, fue el que pretendiese conseguir sus fines no desde fuera, como institución “autónoma y subvencionada”, sino desde dentro, mediante un proceso de paulatina infiltración en los organismos oficiales, que hizo de la institución lo que alguien definió como “organización eficacísima de protecciones mutuas”, decisiva en la provisión de cátedras y en la concesión de becas para aupar nombres e imponer reputaciones, y que de esa manera, y por procedimientos cuando menos sospechosos, llegó a dominar durante años enteros la política del Ministerio de Instrucción Pública, y hasta amplias zonas de la política nacional, pero siempre (y esto era lo que provocaba la generosa indignación de espíritu tan noble como Menéndez Pelayo) a través de persona interpuesta, disimulando su presencia, amparándose en el equívoco, sin llamar nunca a las cosas por su nombre, utilizando las ayudas que del Estado recibía para volverse contra el mismo de quien las recibía.
¿Habrá que recordar que, tiempo adelante, la experiencia se repetiría a escala mayor? Naturalmente, nos referimos a la infiltración que durante la guerra civil realizó el partido comunista en los órganos vitales de la zona controlada por un Gobierno que así, bajo apariencia republicana, llegó a no ser más que un simple testaferro del partido. La reacción tardó, pero, en definitiva, estalló arrolladora en el alzamiento que capitaneó Casado, inmediatamente antes del fin de la guerra. Una vez más la determinó no tanto la ideología del antagonista como lo tortuoso de unos procedimientos siempre inadmisibles, pero especialmente para una mentalidad directa y sin recodos como es la española. (…)
No fue sustancialmente diferente el caso de la institución, y precisamente por eso provocó también la reacción de los que en ella veían un cáncer, tanto más peligroso cuanto más inadvertido por el propio paciente.
Poner esto en claro era nuestra finalidad. Fundamentalmente, por un prurito de exactitud histórica, pero sin olvidar que no en vano se llama a la historia maestra de la vida".
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