LA CONQUISTA DE GRANADA
Cesáreo Jarabo 07/01/2022
Los Reyes Católicos
En 1491 la población total de España era algo más de seis millones de personas: Aragón contaba con 850.000 habitantes; Portugal 1.000.000; Navarra 120.000; el reino de Granada 300.000, y Castilla casi el doble que todos ellos juntos: 4.200.000.
Leonor de Navarra, antes de su muerte en 1479, designó como heredero a su nieto Francisco I, de diez años de edad, bajo la regencia de su madre Magdalena de Francia, que contaba con el apoyo de los agramonteses, pero finalmente, beamonteses y agramonteses pidieron apoyo a los Reyes Católicos, tras lo cual pudieron dedicarse a la reconquista de Granada.
os Reyes Católicos reclamaron el pago del tributo consuetudinario a Muley Hacén y éste replicó con la toma de Zahara (1481) cerca de Ronda, iniciando así la guerra de Granada, sumamente difícil para el ejército cristiano, a pesar de las discordias que dividían a la familia nazarí.
La primera respuesta fue la toma de la ciudad fortificada de Alhama, tras cuya toma los Reyes Católicos tuvieron que aglutinar las fuerzas de los nobles, a las que no faltó la colaboración de Beltrán de la Cueva, duque de Alburquerque, padre supuesto de Juana la Beltraneja, y luchando codo con codo, el duque de Medina Sidonia, Enrique de Guzmán y el marqués de Cádiz Rodrigo Ponce de León, hasta hacía bien poco enemigos irreconciliables entre sí, y ahora amigos íntimos. La reina Isabel, nuevamente en situación de buena esperanza, estaba al pie de Alhama. La reina, y sólo la reina, impidió que esta conquista quedase en nada, al negarse a abandonar la plaza. Alhama significó la demostración del poder real, del poder nacional, frente al poder de la nobleza, que ya se mostraba sumisa de manera manifiesta.
Pero significó algo más…Cuando Muley Hacén volvía de su desastrosa campaña, Boabdil se sublevó en Guadix y fue reconocido en Granada gracias al apoyo de los abencerrajes.
Boabdil inició en 1483 una campaña militar con el apoyo del famoso Aliatar, su suegro, que acabó en desastre cuando ponía sitio a Lucena. Boabdil cayó prisionero de los Reyes Católicos, momento en el que Muley Hacen recuperó su trono con el apoyo de el Zagal.
Los Reyes Católicos, entre tanto, armaron una escuadra que impidiese la comunicación de los nazaríes con África, al tiempo que comenzaban el asedio de Loja, defendida por el famoso Aliatar, donde el rey Fernando cometió un error que le costó la vida al Maestre de Calatrava, Rodrigo Téllez Girón, y puso en grave riesgo a todo el ejército español, que a punto estuvo de perder Alhama.
A este desastre se sumó el arrostrado por la flota barcelonesa contra los genoveses, que habían asaltado Barcelona y en el enfrentamiento posterior hicieron prisionero a la flor y nata de la nobleza barcelonesa.
Los Reyes Católicos estaban ordenando el estado en todas las órbitas. Nada escapaba a su profunda reforma… Ni el ámbito de la Iglesia, de la que siempre se mostraron hijos.
Las arcas reales seguían exhaustas, por lo que los monarcas pidieron en Cortes un empréstito que fue cubierto por las personas pudientes del reino así como por las órdenes militares aragonesas y castellanas, al objeto de emprender la reconquista del último trozo de la Patria que permanecía en poder extranjero. Mientras, algunos nobles, si bien habían reconducido sus formas en cuanto al respeto a los nuevos tiempos marcados por los Reyes Católicos, seguían actuando por su cuenta, como el adelantado Pedro Enriquez, el Maestre de Santiago y otros nobles de la frontera, que en marzo de 1483 iniciaron una particular campaña en la Axarquía, repleta de iniciativas individuales y encontradas, que acabó en la punta de la espada de el Zagal.
También en este tiempo, los nobles levantiscos gallegos, encabezados por Pedro Pardo de Cela, yerno del conde de Lemos, se aliaban con la Beltraneja aún años después de haber sido firmada la paz con Portugal. Sería el 7 diciembre 1483, en el castillo de Frouxeira, cuando el ejército de Luis de Mudarra apresó al levantisco, a su hijo y a Don Pero de Miranda, «con moitos fidalgos onrados que con el estaban«, llevándolos a Mondoñedo para ejecución pública ejemplar.
El 7 de Enero de 1483, Catalina de Foix sucede a su hermano Francisco I Febo en la corte de Navarra. Su tío Juan de Foix, segundo en orden de sucesión, amparándose en la Ley Sálica, le disputó el trono entre 1483 a 1492, reanudándose la Guerra Civil de Navarra entre beamonteses y agramonteses.
Todos estos conflictos, sin embargo, no nublaban los objetivos de los Reyes Católicos. El objetivo estaba muy claro, por lo que se crearon fraguas capaces de fabricar cañones en el entorno de Granada. El año 1484 era reconquistada Álora, y los trabajos del ejército se centraban en la tala de árboles para facilitar el avance de la artillería hasta Granada.
Los turcos, Colón, el Papa, la conspiración que acabó con el inquisidor Arbués, las revueltas de los remensas en Cataluña, el conde Rodrigo de Lemos, en Sicilia crecía la alarma ante la actitud del invasor turco, la alianza del Papa con los príncipes italianos para atacar Nápoles… Todo animaba a dejar el objetivo de Granada para mejor ocasión, pero los Reyes Católicos atendían todos los frentes. La peste se encargaría de los turcos, la acción militar acabaría con el conde de Lemos.
El asunto tomó un poco de luz en 1485, cuando murió Muley Hacén y El Zagal se proclamó rey como Mohamed XII. Fue entonces cuando Boabdil fue puesto en libertad bajo promesas que luego no cumpliría, y cuando llegó a Granada los abencerrajes lo proclamaron nuevamente rey, llegando a un sangriento encuentro con los partidarios de El Zagal, que no cesó hasta que el reino quedó dividido; correspondiendo a Boabdil la Alhambra y el territorio que se extendía hasta Málaga, y al Zagal el Albaicín, Almería y las comarcas inmediatas.
Mientras caía Coin y Cártama y Ronda, que resistió cuatro días de asedio. Corría el mes de Mayo de 1485. Las plazas se iban rindiendo conforme se acercaba el ejército español, sin que llegase a mediar pelea en gran número de ocasiones, ni aún en las plazas difíciles de sitiar. Marbella pactó la rendición, y Fuengirola fue abandonada.
En 1486, las tropas españolas sitiaban Loja, y Boabdil animó a la rendición. Le siguieron Íllora, Moclín, Montefrío, Colomera y el Salar, y se asedió Granada, estando los Reyes Católicos en primera fila dando idea de la firme determinación adoptada, y garantizando el buen trato tanto a las tropas españolas como a los vencidos sarracenos. Por su parte, la reina Isabel cuidaba que la asistencia a los heridos fuese la mejor posible.
En este tiempo, el conde de Lemos había obtenido una importante victoria sobre sus sitiadores y en Italia, el papa Inocencio pergeñaba alianzas con Francia al tiempo que los venecianos recorrían en son de guerra la costa catalana. A todo atendió España enviando una armada en defensa de Fernando de Nápoles, mientras los Reyes Católicos acudían en persona al frente abierto por el conde de Lemos, lo que ocasionó la defección de todos sus partidarios y su rendición. Los asuntos de Italia no llevaron peor derrotero; el papa Inocencio firmó la paz el 12 de agosto de 1486.
Boabdil, que tras la derrota de Loja había abdicado, tomó el Albaicín y no apoyó a su tío en el cerco que sufría en Málaga, que acabó en poder español, y en 1489 posibilitó la toma de Baza, que también estaba en manos del Zagal.
El Zagal había sido derrotado en Vélez-Málaga en 1487, tras lo cual ya no pudo volver el Zagal a Granada. Se retiró a Guadix, desde donde envió una expedición en auxilio de Málaga que fue interceptada por Boabdil, quien lejos de ganarse la complacencia de los Reyes Católicos obtuvo, con esta acción, el mayor de los desprecios. Cayó Málaga el 18 de agosto de 1487, quedando el Zagal con Almería, Baza, Guadix y parte de la Alpujarra, mientras Boabdil se mantenía en Granada gracias al apoyo de los Reyes Católicos, a quienes les interesaba que continuase el enfrentamiento entre tío y sobrino.
Acto seguido pasaron los reyes a Murcia. Vera, Cuevas, los Vélez, Castilleja y otras poblaciones se entregaron, tras lo cual fueron acometidas Almería y Baza, sin éxito inicial, por lo que los reyes marcharon a Jaén, desde donde se fueron tomando diversas fortalezas cercanas a Baza.
Baza se resistía, y el invierno se alió con los sitiados; sólo el genio de la reina Isabel impidió que cesase el asedio. Hizo acto de presencia en medio del campamento, rodeada de sus damas; revisó las tropas en primera línea, y Cid Hiaya, defensor de la plaza, la respondió con un desfile en su honor, tras lo cual presentó la capitulación. El día 4 de Diciembre de 1489 entraron los reyes en Baza, mientras Cid Hiaya se bautizaba cristiano con el nombre de Pedro de Granada.
El 21 de Diciembre era tomada Almería, donde el Zagal, a quien la magnificencia de los Reyes Católicos impidió que se humillara más, fue obsequiado dándole honores como rey, montado en su cabalgadura. Se le ofreció un banquete al que no asistió la reina Isabel (nueva cortesía), que se había retrasado en el avance, siendo servido a la mesa por los condes de Tendilla, Cifuentes, Álvaro de Bazán y Garcilaso de la Vega. Las Alpujarras, Salobreña, Almuñécar, todos los lugares que obedecían al Zagal se entregaron ese día a España. Guadix fue entregada el día 30.
La guerra había costado a España la cuarta parte del ejército, 20.000 hombres de los 80.000 que participaron hasta la caída del Zagal, y quedaba por conquistar la ciudad de Granada, su vega y lo que podía observarse desde la Alhambra, lo que estaba gobernado por un rey absolutamente desprestigiado entre sus súbditos.
El Zagal sería nombrado señor de Lecrín, pero finalmente se marchó a Orán, donde los partidarios de Boabdil le quemaron los ojos.
Exigió Fernando a Boabdil el cumplimiento de lo comprometido cuando la toma de Loja, pero ahora se consideraba fuerte. Los Reyes Católicos no dudaron en hacer público el tratado de Loja, lo que ocasionó la general indignación entre los granadinos y desembocó en un enfrentamiento civil.
En abril de 1490 Boabdil tuvo la genial idea de atacar algunos castillos, lo que ocasionó un refuerzo del sitio de Granada acompañado de sus nuevos aliados el Zagal y Cid Hiaya. Los moriscos de Guadix provocaban la caída de la fortaleza de Alhendín en poder de Boabdil, quien hizo degollar a sus defensores. Pero todo fue cortado por el marqués de Villena.
Por su parte, Boabdil intentó en 1490 conquistar Salobreña, de donde acabó huyendo cuando se acercaba el rey Fernando.
En esta campaña ganó gran fama Hernando Pérez del Pulgar, quién en cierta ocasión entró en Granada y en la puerta de la mezquita dejó clavado con su puñal un papel que rezaba “Ave María”. Y es que entre los caballeros españoles había cierta competencia por la osadía; entre ellos destacaba Gonzalo Fernández de Córdoba, Martín de Alarcón, o Iñigo López de Mendoza, conde de Tendilla. Este último se despachaba con osadas galanterías como secuestrar a una dama árabe a quien devolvió cargada de presentes sin pedir nada a cambio.
Corría el año 1491. Las tiendas del campamento español se situaron en orden simétrico, formando calles como de una población a la que de inmediato acudieron las doncellas de la corte. La reina inspeccionaba personalmente las tropas españolas. Pero el 14 de Julio se produjo un importante incendio en el campamento español, ocasionado por el descuido de una dueña en la tienda de la reina Isabel. Desgracia que acabó siendo gracia, porque los reyes determinaron que en el mismo lugar se construyesen nuevas estancias, pero no de tela, sino de cal y canto. En menos de tres meses tendrían levantada la nueva ciudad que sería bautizada con el nombre de Santa Fe, y este hecho sería determinante para la rendición de Granada. El 25 de Noviembre Boabdil comunicó que en sesenta y cinco días haría entrega de la misma.
Ante esta situación, un ayatolá incendió los ánimos llamando traidor y cobarde a Boabdil; reclutó a veinte mil hombres armados que arrinconaron a Boabdil en la Alhambra, lo que le incitó a pedir a los Reyes Católicos el adelanto del acto de entrega de la ciudad.
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