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Tema: Orígenes de la Legión. El “Credo legionario": espíritu de lucha y de muerte

  1. #1
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    Orígenes de la Legión. El “Credo legionario": espíritu de lucha y de muerte

    Ya se supone que el texto data de más de 50 años, cuando la Legión era todavía la Legión, sin infiltración de, digamos, "legionari@s" (por usar un eufemismo) como sucede desde hace un tiempo,


    Revista FUERZA NUEVA, nº 142, 27-Sep-1969

    Cuarenta y nueve años al servicio de España; 21 laureadas de San Fernando y 147 medallas militares individuales

    ¡LA LEGIÓN!

    Por B. Peláez Torrralba

    Mucho se ha escrito sobre la Legión española, pero estoy convencido que nunca se llega a profundizar lo suficiente en ella como para tener una idea exacta de lo que en sí encierra esta gran unidad del Ejército, admirada por la mayoría, respetada por todos y discutida por algunos.

    La Legión, desde su fundación es fantasía, lucha y muerte. La Legión es la misma del año 1921 en Melilla, la de 17 de Julio del 36, la que repite sus hazañas en el Sáhara e Ifni donde consigue dos Laureadas póstumas en el no lejano año 1958. Es cierto que La Legión ha cambiado algo de forma, al tener que adaptarse a los nuevos sistemas y tácticas castrenses, pero su fondo es el mismo que le imprimiera su fundador, el general Millán Astray.

    CEUTA, CUNA DEL “TERCIO”

    “La perla del Mediterráneo” es una ciudad más que alarga a Andalucía hasta las puertas del continente negro. La “Septa” (Ceuta) romana, ya conocida por fenicios y cartagineses, asentada sobre las siete colinas en las que descansa una de las mitológicas columnas de Hércules, en la del Hacho, el Abylia de los fenicios; Ceuta, la de las recias murallas lusitanas, la risueña y blanca población hispana, es eminentemente andaluza, y si no fuera por las pinceladas multicolores de las “chilabas”, “jaiques”, “tarbus” y turbantes de los musulmanes que por ella pululan; y de los picudos minaretes que se alzan sobre sus chatas mezquitas, nadie diría que se encuentra en África.

    Y en esta Ceuta española, continúa la Legión, aposentada en la orilla del mar que la vio nacer, y sobre los bravos riscos de las ásperas montañas en las que supo luchar y morir para triunfar.

    MILLÁN ASTRAY, EL VISIONARIO

    Los acontecimientos bélicos, allá por el año 1918 en Marruecos, no eran muy satisfactorios para las armas españolas. La constante sangría nacional en África, mirada con indiferencia por los políticos liberales y hasta por un sector del propio Ejército, hacía necesario el encontrar una solución para enderezar tanto entuerto, y evitar el empleo al mínimo de las unidades compuestas por hombres movilizados.

    Las fuerzas indígenas, Regulares, Mehalas, Harkas y Policía Indígena no cubrían por completo esta imperiosa necesidad. Hacía falta un cuerpo de voluntarios, unidades de soldados profesionales, y fue el entonces aún comandante Millán Astray quien propuso su creación.

    Contra viento y marea, llamándole sus detractores “visionario”, d. José Millán Astray y Terreros, vio culminado su genial proyecto. Los que más se pusieron a la gran obra fueron los componentes de las tristemente célebres Juntas Militares de Defensa.

    Un día de septiembre de 1919, el ministro de la Guerra, Vizconde de Eza, ordena que se le presente, y con estas lacónicas palabras alentó al gran soldado: “Comandante, su proyecto es extraordinario. Que tenga suerte. España se lo agradecerá”.

    Millán Astray, con la autorización ministerial, da comienzo a la búsqueda de colaboradores positivos, y surge el primero, un joven comandante que se apellida Franco Bahamonde…

    LOS CIMIENTOS DE LA LEGIÓN

    Por R.O. de 4 de septiembre de 1920 (“B. O. núm. 199) se crea el “Tercio de extranjeros”, la actual Legión.

    Se monta la maquinaria propagandística, y desde los más dispares lugares de la Geografía universal, llegan también los más dispares hombres. Desde el apache marsellés al indolente cubano: desde el rígido alemán al príncipe etíope; del anarquista catalán al austero extremeño, van formando el gran equipo que se preparará para jugar contra la muerte; y en el viejo caserón del cuartel del Rey van siendo afiliados. Los nombres ni importan ni cuentan: Cándido Palomo, Juan de Austria, Rodrigo Díaz de Vivar, Juan Mala Leche...

    Mientras Millán Astray va encajando los piezas de este aparente rompecabezas, el comandante Franco se ocupa de la operación táctica, y con él están llegando voluntariamente, el comandante Vara del Rey, procedente de la Zona de Segovia núm. 40; capitanes Pardo Ibáñez, del Regimiento del Príncipe núm. 3; Valcárcel Crespo, del mismo Regimiento que el anterior; Cobo Gómez, del Regimiento de Saboya núm. 6, y Arredondo Acuña, del Regimiento Wad-Ras, 50.

    Los primeros oficiales subalternos fueron: teniente Olavide Torres, del Serrallo 69; Castro Calzado, del Covadonga 40; Menéndez Tolosa, de cazadores de Figueras 6; García Bastarrica, del Ministerio de la Guerra, y Garrido Cañabate, de Wad-Ras. Y por último, los alféreces Vives Herrero, de regulares de Melilla 2, y Pardo Álvarez, del regimiento de Órdenes Militares 77.

    El primer legionario llegado fue Aníbal Cabrera Pérez, enganchado en el Banderín de Albacete el 25 de septiembre de 1920, con un compromiso de cinco años, pero he aquí un dato curioso: a los dos años de permanencia en la Legión, hubo que repatriarlo por ser menor, pero el tozudo muchacho volvió cuando llego a la mayoría de edad y cumplió el resto de su anterior compromiso.

    Y éstos fueron los hombres base que empezaron a edificar en aquella obra en la que casi nadie tenía fe, porque el Tercio nació desacreditado sin causa alguna, hasta que rompiendo la indiferencia inicial se eleva por sí solo, para situarse en el lugar preeminente que hoy (1969) ocupa. Aquel puñado de hombres consiguen hacerse ver en la lucha, y muy poco después, es cuestión de honor entre los oficiales del Ejército pertenecer a los “locos de Millán”, a los que se les tuvo meses y meses retirados del “campo de la verdad” dando lugar a canciones alusivas a su inoperancia inicial: “¿Qué unidad es aquella de tan bonitos sombreros? La del Tercio de Extranjeros que llenan sacos terreros”.

    Pero aquella letrilla ofensiva es transformada, a partir de su actuación en Melilla, por esta otra que decía: “¿Qué unidad es aquella que lleva tantos galones? Los del Tercio de Extranjeros que luchan como leones”.

    Los apátridas, los delincuentes, los románticos, los luchadores natos, forman ya una gran familia encuadrada bajo el lema de su heroica contraseña de combate: “¡Legionarios a luchar, Legionarios a morir!”...



    .
    Última edición por ALACRAN; 22/07/2023 a las 14:22
    Pious dio el Víctor.
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

  2. #2
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    Re: Orígenes de la Legión. El “Credo legionario": espíritu de lucha y de muerte

    2. "La fe en un Credo"


    R
    evista FUERZA NUEVA, nº 142, 27-Sep-1969

    (...) LA FE EN UN CREDO


    El Tercio nació sin más apoyo que su propia voluntad en luchar, vencer, morir… y le hacía falta algo que encauzara esta manera de existir. Un algo paralelo a su propia dureza; y Millán Astray le da su credo, el credo de la Legión, que se repite desde su fundación, día a día, en los campamentos legionarios, el credo que conocemos los miles de hombres que pertenecimos y luchamos en ella; el credo desconocido por casi todos los españoles, el que asombra y acompleja a los pobres de espíritu, el credo que ayuda al hombre de acción. El credo que es necesario dar a conocer si queremos continuar exponiendo lo que fue y lo que es el veterano Tercio, porque cada acción guerrera, cada acto en la cotidiana tarea, encaja dentro de su peculiar estructura.

    Lo componen doce artículos, doce “espíritus”, que dicen:

    • Espíritu del legionario
    Es único y sin igual, es de ciega y feroz acometividad, de buscar siempre acortar la distancia con el enemigo y llegar a la bayoneta.

    Espíritu de compañerismo
    Con el sagrado juramento de no abandonar jamás un hombre en el campo hasta perecer todos.

    Espíritu de amistad
    De juramento entre cada dos hombres.

    Espíritu de unión y socorro
    A la voz de ¡A mí la Legión!, sea donde sea, acudirán todos, y con razón o sin ella, defenderán al legionario que pida auxilio.

    Espíritu de marcha
    Jamás un legionario dirá que está cansado, hasta caer reventado será el cuerpo más veloz y resistente.

    Espíritu de sufrimiento y dureza
    No se quejará de fatiga, ni de dolor, ni de hambre, ni de sed, ni de sueño; hará todos los trabajos, cavará, arrastrará cañones, carros, estará destacado, hará convoyes, trabajará en lo que se le mande.

    Espíritu de acudir a fuego
    La Legión entera hasta el hombre solo acudirá siempre a donde oiga fuego, de día, de noche, siempre, siempre, aunque no tenga orden para ello.

    Espíritu de disciplina
    Cumplirá con su deber, obedecerá hasta morir.

    Espíritu de combate
    La Legión pedirá siempre, siempre, combatir sin turno, sin contar los días, ni los meses, ni los años.

    Espíritu de muerte
    El morir en el combate es el mayor honor. No se muere más que una vez. La muerte llega sin dolor y el morir no es tan horrible como parece. Lo más horrible es vivir siendo un cobarde.

    La bandera de la Legión será la más gloriosa porque la teñirá la sangre de sus legionarios.

    Todos los hombres legionarios son valientes; cada nación tiene fama de bravura; aquí es preciso demostrar qué pueblo es el más valiente.

    Y este credo, proyectado hacia las camisas verdes, cuajó de lleno en aquella masa, inicialmente amorfa, para hacer de él la razón de su propia existencia, vivir por algo, luchar por algo, morir por algo.
    ¡La Legión!



    Última edición por ALACRAN; 22/07/2023 a las 17:57
    Hyeronimus y Pious dieron el Víctor.
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

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    Re: Orígenes de la Legión. El “Credo legionario": espíritu de lucha y de muerte

    3. El Credo se cumple "hasta caer reventados"...


    Revista FUERZA NUEVA, nº 142, 27-Sep-1969

    “Enterrarlo con la mayor solemnidad”

    Aún no tenía el Tercio patente de corso. Todavía encaja los mordaces comentarios y las picantes canciones de aquéllos que sólo lo ven trabajar, pero no luchar. Pero el Tercio espera su momento, aunque no por ello deja de tomar contacto con el enemigo, pero en escaramuzas y emboscadas; y en una de estas acciones cae el primer “novio de la muerte”.

    Fue el 7 de enero de 1921: el cabo Baltasar Queija Vega, nacido el 21 de mayo de 1902 en las minas de Riotinto (Huelva). En el cuadro de honor que se conserva en el Museo de la Legión, consta: “Una escuadra de la 6ª Compañía de la 2ª Bandera, que se encontraba de servicio de protección de aguada entre el campamento y la kabila de Heni-Hassan, es agredido por sorpresa por un numeroso grupo de kabileños que intentan apoderarse de su armamento. Sobre el cabo de la escuadra, que a los primeros disparos cae gravemente herido, se lanzan algunos kabileños, gumia en mano, para rematarle y quitarle el arma.

    El cabo Queija, caído en el suelo y herido grave, se defiende heroicamente sin dejarse arrebatar el fusil, recibiendo en la lucha numerosas cuchilladas que agravan su estado. La intervención de los legionarios de su escuadra ponen fuera de combate a varios atacantes y en fuga al resto, consiguiendo recoger al cabo con vida, aunque casi agonizante, que conserva firmemente el arma en sus manos…”

    Enterado Millán Astray, que se encuentra ausente, cursa el siguiente radiograma. “Zoco Arba - El Jefe Legión a Comandante Legión. Al saber bautismo de sangre Legión con heroica muerte cabo 2ª Bandera, Baltasar Queija, os envío saludos. Legión vengará nuestros muertos. Enterrarlo con la mayor solemnidad. Millán”.

    Ya tiene la Legión su primer muerto, ¿cuántos vendrán después?

    “Tercios heroicos, legión valiente…”

    Fue en julio de 1921, cuando el Tercio operaba en la zona de Tazarut, y a su campamento llegó la siguiente orden: “¡Dos Banderas a Melilla!”…

    En el lento “Ciudad de Cádiz” embarcan. Con ellos van el mismo General Sanjurjo y el Jefe de “locos”. Los radios que se reciben a bordo son angustiosos: “Forzar la marcha”… porque Melilla perece, porque en Melilla están sueltos todos los diablos del infierno musulmán de Mirna, porque el pánico en Melilla es superior a la razón, y poner orden en aquel aquelarre dantesco es el objetivo a cubrir de la Legión. “Nuestras vidas responden de las vuestras”, dice Millán Astray desde el mismo buque al atracar, y empieza el rápido desembarco de la “canalla heroica” del Tercio de Extranjeros… “Vamos al frente vivos y ligeros. A la vanguardia, que es punto de honor…”, cantan mientras desfilan con música de “La Madelón”, porque ellos aún no tienen himno, y contener inicialmente aquella desbandada de fuerzas propias es la misión que se le encarga.

    El entonces comandante Franco escribe en su libro “Diario de una Bandera”: “Los fugitivos a la llegada nos relatan los tristes momentos de la retirada; tropas en huida, las cobardías, los hechos heroicos, todo lo que constituye la dolorosa tragedia. Llegan desnudos, inconscientes, como pobres locos…”

    ¡Voluntarios para morir!

    Quien hizo esta petición fue el teniente Aguya. Todos sus hombres dan un paso al frente aquel 15 de septiembre de 1921. Difícil fue elegir un cabo y quince legionarios de La 1ª. Cía de la 1ª Bandera, la que mandaba Franco. El cabo elegido dijo llamarse, al llegar al Tercio, “Suceso Terreros”, sus hombres ¡qué más da!, ¡quince de la Legión!

    La misión encomendada era reforzar y sostener a toda costa el blocao “el Malo” o de “la Muerte”, y para él salieron con plena conciencia de no regresar. Antes de partir, entregaron el dinero que tenían al oficial: “Mi teniente, para que le compre usted vino a esos mangantes que se quedan”; “Para los hospitales, mi teniente", dice otro… y tras un ¡Viva la muerte!, saltan como gamos y corren hacia el blocao… y allí estaban cuando pudieron llegar nuestras unidades, muertos, porque la siniestra posición había hecho honor a su nombre… “Nadie en el Tercio sabía quién era aquel legionario…”

    El credo se cumple “hasta caer reventados”

    El credo legionario no es un simple mito. Se cumple fielmente. “El espíritu de marcha” refleja por entero la ineludible dureza de la vida legionaria. El coronel Labán, del Ejército francés, espectador de una marcha forzada para llegar pronto al lugar del combate, y en la que murieron de fatiga cuatro hombres, envió a la Legión el siguiente parte: “Mi Patria prenderá de vuestros pechos una preciada condecoración como premio al valor. ¡Gloria a los héroes!”

    Pero no es solamente en la guerra donde los “locos” profesan con los hechos su credo. Hace solo seis años (1963), con motivo de la festividad de la Legión, se organizaron como en otros años, diversas competiciones atléticas y militares. Una de ellas consistía en una agotadora marcha por patrullas, y para comandar una de ellas fue designado el cabo primero Javier López Muñoz. El cabo aceptó sin réplica alguna, y tras superar angustiosamente los diversos obstáculos de la competición, hubo de entrar en la meta en brazos de sus hombres. Tres horas después moría. Inició el ejercicio enfermo sin dar cuenta a sus superiores, para cumplir fielmente con su credo; “Hasta caer reventado”.

    La Legión “rapta” a la reina Victoria

    Los Reyes de España tenían una deuda con la Legión, y fueron a visitarla a Dar-Riffien, su propio “santuario”. Ante el sublime espectáculo de aquellos hombres de acero, la Reina Victoria, la Reina “guapa”, llegó a llorar, y el Rey difícilmente contenía su emoción.

    Se temía que el protocolo fuese desbordado, y efectivamente, cuando los “locos de Millán” rompieron filas se abalanzaron sobre la Reina, la tomaron dulcemente entre sus tatuados brazos y la depositaron con la admirable rudeza, y al mismo tiempo, ternura de una admiración sincera y de un azoramiento general, sobre la tribuna preparada para la regia pareja.

    El entonces Jefe del Tercio, coronel Saiz de Lerín, miró al Rey de reojo en espera de “algo”... y no encontró nada. Bueno, sí, una sonrisa cordial de don Alfonso y una frase inolvidable: “Nunca la reina viajó mejor ni con tanta seguridad… Tus legendarios, coronel son únicos”....


    .
    Última edición por ALACRAN; 24/07/2023 a las 14:02
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

  4. #4
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    Re: Orígenes de la Legión. El “Credo legionario": espíritu de lucha y de muerte

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    4. 56.000 bajas en 4.000 acciones de guerra. Composición de la Legión (1969).


    Revista FUERZA NUEVA, nº 142, 27-Sep-1969

    56.000 bajas en 4.000 acciones de guerra.

    El tributo de sangre que la Legión española ha dado a la Patria es harto generoso. Los hombres del Tercio han paseado sus guiones de combate por la encrespada topografía marroquí, por toda la geografía española, por los inhóspitos campos de Rusia, por las quebradas serranías del Ifni y por las sedientas llanuras saharianas. Cumpliendo su “credo” y en él el “espíritu de combate”: “La Legión pedirá siempre, siempre, combatir sin turno, sin contar los días, ni los meses ni los años”. Los “camisas verdes” han cimentado su brava existencia con los cuerpos de 56.000 hombres caídos en 4.000 combates.

    La Patria ha premiado a esta inigualable unidad, fiel conservadora de los valores castrenses españoles, con las siguientes condecoraciones: Al valor personal, 21 Laureadas de San Fernando y 147 medallas militares; al valor colectivo, 6 Laureadas de San Fernando y 22 medallas militares.


    ***

    Composición de la Legión


    El antiguo Tercio de Extranjeros, la actual (1969) Legión, está compuesta por una Subinspección, a cuyo frente está un general de Brigada, en la actualidad, don Julio de la Torre Galán, primer sublevado de nuestro Alzamiento, siendo teniente del Tercio en Melilla, y que tiene su base en Leganés (Madrid).

    La Legión se subdivide en Tercios.

    El Primero está en Melilla y se denomina “Gran Capitán”. Su guión de mando lleva, sobre fondo negro, las armas de gran soldado cordobés. En este Tercio están encuadrados la 1ª, 2ª y 3ª Banderas.

    El Segundo Tercio se aposenta en Ceuta y lleva el nombre de “Duque de Alba”, figurando en su guión de mando, sobre fondo negro, faja amarilla y brochante sobre el todo, las armas del Gran Duque de Alba. Está integrado este Tercio por la 4ª, 5ª y 6ª Banderas.

    El Tercero, Sahariano, lleva el nombre de “D. Juan de Austria”, con las armas del vencedor de Lepanto sobre fondo negro, y está integrada por la 7ª y 8ª Banderas, más el Primer Grupo Ligero Blindado con mandos de Caballería. Su campamento se encuentra en el oasis de Sidi-Buia (El Aaiun, Sahara).

    Y por último, el Cuarto, que se denomina “Alejandro Farnesio”, que lleva en su guión sobre fondo negro las armas del legendario militar, y que está compuesto por la 9ª y 10ª Banderas y el Segundo Grupo Ligero Blindado con base en Villa Cisneros (Sahara).

    Hasta el 30 de mayo de 1969, existió la 13ª Bandera independiente con base en Ifni, pero al ser “retrocedida” aquella provincia a Marruecos, se disolvió como tal unidad, pasando sus componentes a integrarse en los dos Tercios Saharianos.

    Y la Legión ahí está, velando sus armas constantemente: años y años de ininterrumpido servicio, pendiente sólo de la llamada de la Patria.


    Última edición por ALACRAN; 24/07/2023 a las 13:59
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

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