El suceso de Lepanto[1]
Composición de la armada aliada
En 16 de septiembre salió el señor don Juan de Mesina, con toda la armada para levante. Eran 212 galeras y 15 naves, y seis galeazas. Fue a dormir a la Fossa de S. Juan.
De las galeras eran ciento de España con todas las de particulares y las demás de venecianos, y seis galeazas; y la mesma noche se hicieron las escuadras. El señor don Juan de Austria llevaba una escuadra de 60 galeras. Llevaba por divisa en la Real el estandarte que el Papa envió con un Cristo, y las armas de los de la liga. En medio a las armas del Papa; las del rey a mano derecha, a la izquierda las de venecianos, y abajo la del señor don Juan, con un lazo que las ligaba todas. Llevaba en la entena una flámula azul y una banderilla en el carcel. Iba Juan Andrea como otra escuadra de 53 galeras. Llevaba en su galera, en la entena, una flámula verde, encima de la cual tenía una banderilla verde; y todas las galeras de su escuadra llevaban una banderilla verde al cabo de la entena. Dióse otra escuadra a don Álvaro Bazán de 30 galeras. Llevaba su galera por divisa una flámula blanca, y encima de la popa una banderilla blanca, y ansi todas las galeras de su escuadra. Dióse a Barbarigo, veneciano, otra escuadra de 57 galeras: llevaba por encima una flámula amarilla, y una banderilla amarilla en el medio de la osta, ansi todas las de su escuadra.
Don Juan de Cardona iba siempre descubriendo con seis que galeras. Llevaba en su galera una flámula con las armas Reales.
Todas las galeras de Venecia iban entretejidas con las nuestras por algunos respectos. Iban en esta armada cuatro tercios de españoles, los dos de soldados viejos, y los dos de bisoños.
Llevaba más de un tercio de italianos y otro de tudescos. Iba por maestre de campo general Ascanio de la Corna de toda la infantería. Don Pedro de Padilla maestre de campo, del tercio de Nápoles; don Diego Enríquez del tercio de Sicilia; don Miguel de Moncada de un tercio de bisoños; don Lope de Figueroa del otro de bisoños: del tercio de tudescos el conde Lodron; de los italianos al propio Ascanio de la Corna. Capitanes generales de las galeras eran Gil de Andrada de las de España, de las del Papa Marco Antonio Colona, de las de Nápoles don Álvaro Bazán, de las de Sicilia don Juan de Cardona; General de las de Saboya Mosiur de Leim; General de la de Génova Héctor Spinola: el señor Juan Andrea de las suyas: de venecianos el señor Barbarigo.
Iban en las galeras de venecianos, españoles e italianos, y así también en las galeazas.
A los 17 de septiembre salió la armada de la Fossa de Sanjuán, en la orden que tengo dicho.
Descúbrese la armada turca
A los siete, digo por la mañana, se descubrió la armada del turco a 12 millas de la nuestra en el mismo cabo de la Salin. Cuatro galeras venían delante, y creímos que sería don Juan de Cardona que iba descubriendo; pero fue Carahoja que venía a descubrir nuestra armada, la cual vista se fue a la vuelta de su armada, y dio aviso de nuestra avenida, aunque ya los enemigos, nos habían descubierto. Tocóse al arma en nuestra armada, y a gran prisa se hizo la pavesada, y luego cada escuadra tomó dos galeazas a jorro, y púsose la armada de esta manera.
La real se puso en un orden con su escuadra: a su mano izquierda venía Barbarigo con su escuadra: a la derecha Juan Andrea. Don Álvaro Bazán venía de retaguardia y socorro con 30 galeras, para favorecer dónde necesidad hubiese.
Llevaba la real de su alteza dos galeras de socorro y 15 fragatas; y las otras dos escuadras cuatro galeras y 15 fragatas, de suerte que nuestra armada y va muy en orden.
Dijeron después los turcos, que cuando poníamos en orden, ellos pensaron que huíamos, y que tenían por cierta la victoria un; y así habían puesto por la costa mucha caballería por que si vencidos embistiésemos en tierra cayésemos en manos de la caballería.
Venia la armada turquesa con buen orden, en la cual había 280 bajeles: las 250 galeras reales, las demás galeotas de 20 y de 22 y 18 sin muchas otras fragatas: y nuestra armada tenía 212 galeras y seis galeazas.
Salió a su alteza con una fragata, y anduvo por la mayor parte de nuestras galeras animando y exhortando capitanes y soldados a la batalla con eficacísimas palabras, a las cuales con gran esfuerzo todos respondieron que su alteza no dudarse que vencerían con el favor de Dios, sino que peleando todos morirían.
Puestos en suborden caminaban los enemigos hechos un escuadrón como media luna; ni dejó de hacer Alí Bajá General, lo que a buen capitán convenía. Yendo las enemigas una contra otra, caminaban muy despacio. Los contrarios tenían viento y mar en su favor; pero permitió el señor que en llegando se la una armada con la otra, mar y viento en nuestro favor se volviesen.
El combate
Una milla estaría la una armada de la otra cuando la General del turco tiró una pieza de artillería desafiando a la nuestra para la batalla. Nuestra Real respondió como otra aceptando la batalla, y a esta como otra respondió el turco.
Cuando tan juntas se hallaron las armadas, que con la artillería se podían fácilmente batir, se hallaron seis galeazas nuestras delante nuestras galeras, dos en frente de cada escuadra.
Las dos de la mano izquierda comenzaron a jugar la artillería por aquella parte se comenzó la batalla, e hicieron grandísimo daño en los enemigos.
Lo mismo hicieron las otras cuatro galeazas a su tiempo.
Luego Barbarigo arremetió con su escuadra de galeras, y se trabó una muy sangrienta batalla, en la cual herido el Barbarigo murió; pero ya certificado de la victoria.
Su alteza acometió con su Real a la general turquesa, la cual aunque tenía mucha y muy buena gente, y era por la popa socorrida fue en breve rendida, muerto Alí Bajá General, y derribado el estandarte. Un cuarto de hora después Juan Andrea acometió por el cuerno derecho, al cual vino al encuentro Luchalí un renegado y Rey de Argel; pero llegándose a la galera conoció que era de Juan Andrea, y no la usó a cometer y fuese contra la capitana de Malta como otras galeras, la cual, aunque peleó muy valerosamente, por la multitud de los enemigos fue rendida.
Juan Andrea acometió la proa de Luchalí y la rindió, y otra galeota hecho a hondo a otra galera y rindió algunas otras.
En la Real fue muerto de un falconete don Bernardino de Cárdenas, quien le dio sobre la rodela acerada, y murió al tercer día.
Viendo Luchalí su armada a llevar el peor, procuró salvarse y huyó con cinco galeras. Fue esta batalla muy grande, muy reñida y muy sanguinosa.
La Victoria:
Estuvo cerca de hora y media a declararse la victoria por los cristianos, lo cual conocido por muchos turcos procuraron de arremeter y embestir en tierra, y así se salvaron algunos perdiendo sus galeras.
Fueron rendidos 204 bajeles con los echados a hondo y quemados.
El daño que recibió nuestra armada, fue que fueron rendidas cuatro galeras de venecianos, y dos echadas a hondo.
La capitana de Malta rendida, San Juan de Sicilia en casi rendida, la patrona del duque de Saboya rendida, y la capitana de Nicolás Doria, en la cual murió peleando el capitán Juan de Silva y toda su compañía. Duro a la batalla en y alcance de ella de las 11 de mediodía hasta las cinco de la tarde.
Fueron enviados por su alteza embajadores don Lope de Figueroa, maese de campo, al Rey, a Su Santidad el conde de Pliego, al Emperador.
Recogidas las galeras se retiraron al puerto de la canal de Petrache.
De allí partimos con buen tiempo la vuelta de Santa Maura, llevando cada galeras una de las rendidas. A las 13 partiendo de allí, se tuvo Consejo, y se concluyó se tomase Santa Maura.
A los 15 echaron en Santa Maura 10.000 hombres. Fue a reconocer Ascanio de la Corna con 100 soldados, y el Príncipe de Urbino y don Miguel de Moncada, y por ser de noche le mandaron volver.
Los turcos habían ya quemado el burgo y rompida el puente del Estaño, de suerte que la fortaleza quedaba ya aislada, y no se podía llegar artillería a ella sino con gran trabajo.
Estúvose allí dos días, y hizóse el repartimiento de las galeras y turcos que se tomaron.
Hallóse que habían tomado 6000 turcos, y muertos se cree pasaron de 30.000; y siendo ellos 56.000 según se entendió por sus listas, los demás se salvaron o dando en tierra, o huyendo con las galeras que se escaparon.
De los nuestros, entre muertos y heridos fueron 12.000.
(…) y viendo que al primer descuido de los pies iría a visitar los profundos senos de Neptuno, y con todo esto, con intrépido corazón, llevado de la honra que le incita, se pone a ser blanco de tanta arcabucería, y procura pasar por tan estrecho paso al bajel contrario.(…)
D. Miguel de Cervantes y Saavedra El Quijote de las armas y las letras
[1]Servia, Miguel: Relación de los sucesos de la Armada de la Santa Liga, y entre ellos el de la Batalla de Lepanto, desde 1571 a 1574, inclusive. "Col. Doc. Inéditos". Tomo XI. Madrid, 1847, páginas 362, 363, 367 y 370.
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