Respuesta: Visigodos apuntes
EL ULTIMO GODO
Cuenta la leyenda que en Viseo, ciudad portuguesa limítrofe con Salamanca, se encontró una sepultura con una inscripción que decía
"HIC REQUIESCIT RUDERICUS REX GOTHORUM", o lo que es lo mismo,
AQUÍ DESCANSA RODERICO, REY DE LOS GODOS”.
En el año 711 se perdió Hispania para la civilización grecolatina y la religión cristiana, que después de siete siglos habían convertido el mosaico de tribus de la península Ibérica en una de las provincias más importantes del Imperio Romano. Todavía es un enigma histórico, cómo, lo que las legiones romanas tardaron 200 años en conquistar, pudieron tomarlo los musulmanes en apenas dos años, después de una sola gran batalla, la del Guadalete. Aunque conocemos perfectamente las campañas de Tariq y Muza para dominar la Hispania visigoda, lo militar -un ejército de unos 20.000 hombres- no basta para explicar el colapso total, el hundimiento de un reino que tenía detrás más siglos de historia y una civilización más rica que la inmensa mayoría de las naciones actuales. Don Rodrigo era el rey del reino visigodo Hispano en aquel año fatídico y su nombre ha quedado asociado a la leyenda.
Era Rodrigo dux, o sea, duque de la Bética cuando murió el rey Vitiza, que pertenecía a uno de los clanes visigodos más poderosos. Como de costumbre, el clan trató de sentar en el trono a los hijos del difunto y, también como de costumbre, muchos nobles godos se negaron a aceptarlos. Lo hacían en nombre del principio de monarquía electiva, tradicional en aquellos pueblos germánicos que irrumpieron en la Historia de roma como Los Bárbaros del Norte, aunque en realidad estuvieran muy romanizados y vinieran sobre todo del Este. Sucede que esa monarquía electiva había convertido cada sucesión regia en una orgía de sangre, en un asesinato tumultuoso donde se decapitaba no sólo a reyes o aspirantes, sino también a familiares, deudos y allegados, para debilitar las candidaturas rivales mediante una dura campaña electoral en pleno cráneo o a la altura del gaznate.
Recaredo un siglo antes unificó religiosamente el reino y se acordó una colaboración estrechísima entre Iglesia y Estado. Todo parecía encaminarse hacia el establecimiento de una dinastía que diese continuidad y paz al reino, pero el morbo gótico, como se llamó a la enfermedad aristocrática goda, la costumbre de tirar de puñal, veneno y espada para acceder al Trono, fue más fuerte que la lógica y el interés. Es cierto que la Iglesia podía haber impuesto normas menos salvajes de conducta, negándose a legitimar al que llegara al Trono asesinando, pero no lo hizo.
El reino visigodo se vino abajo por la mezcla y confusión de lo privado y lo público, lo religioso y lo laico, lo civil y lo militar. Desde el III Concilio de Toledo, los reyes mandaban mucho en la Iglesia y los obispos tomaban parte en la administración de Justicia. La legitimidad, por tanto, estaba en permanente almoneda y cuanto más se corrompían los obispos menos podía pedir cuentas a los reyes, que se ceñían la corona con las manos manchadas de sangre. La Justicia no sólo carecía de independencia sino que dependía de un sinfín de clanes, civiles y eclesiásticos, regionales y gremiales. Los obispos eran nombrados por razones de familia o de partido. Los administradores romanos, que tiempo atrás intentaron conservar los visigodos, habían derivado hacia formas pre-feudales de dependencia. Puede decirse que no existía ni un solo poder autónomo. En consecuencia, el Poder era tan arbitrario como inestable y en vez de preservar algo, lo amenazaba todo.
La muerte de Vitiza acabó con un breve periodo de falsa paz. Rodrigo, elegido rey por un grupo importante de nobles agrupado en lo que pomposamente llamaban Senado, tuvo que hacer frente a tres conflictos militares simultáneos: las intrigas y alzamientos del clan vitiziano, la rebelión endémica de los vascones y la amenaza musulmana en el Magreb Occidental. Era Rodrigo probablemente el primer militar de aquel tiempo -por eso lo nombraron- pero no podía hacer milagros. Cuando extinguía la fogata vascona, una hoguera de insospechadas proporciones se encendió en el Norte de Africa: los vitizianos pactaron con los Bereberes, recientemente convertidos al Islam, una alianza para acabar con él.
No era una alianza contra natura ni representaba novedad alguna. Pensemos que Hermenegildo, que llegó a santo una vez decapitado, pactó con los bizantinos para eliminar a su padre. Y hazañas semejantes esmaltan toda la era visigoda. En el fondo, como suele suceder en las épocas de degradación institucional, todo el mundo pensaba que los atropellos contra la Ley y la moral iban a ser sólo temporales. No sospechaban los vitizianos que los hombres de Tariq y Muza no se iban a limitar a derrotar a Rodrigo sino que los iban a liquidar también a ellos y a quedarse con el reino que tan trabajosamente unificaron Leovigildo y Recaredo. Así que fueron traidores pero, sobre todo, estúpidos. Por anteponer a todo sus intereses partidistas acabaron perdiendo todo y a todos.
El personaje real y legendario que simboliza esa traición vitiziana es Don Julián, gobernador militar de Ceuta y guardián del Estrecho, que en un momento dado, por su relación con el bando vitiziano, pactó la entrega de la ciudad y trasladó al Peñón con barcos de cabotaje a varios miles de guerreros a las órdenes de Tariq. Esa roca convertida en cabeza de playa tomó su nombre y se llamó Gebel al Tariq, la Roca de Tariq, derivando luego en latín romanceado hasta Gibraltar.
Mientras Tariq y luego Muza, su jefe, iban conquistando ciudades para el Califa de Bagdad, Rodrigo había bajado de Vasconia a toda prisa para cortarle el paso. Se encontraron junto al río Guadalete, actual Cádiz, y, tras algunos días de merodeo, entraron en combate. Según el romance, después de tres días de batalla, las alas de su ejército, dirigidas por leales vitizianos, lo traicionaron abandonando súbitamente el campo de batalla y permitiendo la aniquilación del cuerpo central mandado por el propio Rodrigo, que desapareció de la Historia para entrar en la Leyenda. No se pudo encontrar su cadáver en el campo de batalla y, según la crónica, sólo se encontró su túnica, su corona, su calzado de oro y su caballo en un hoyo lleno de barro cerca del río.Se cuenta que unos pocos fieles a Rodrigo huyeron con su rey, gravemente herido, y se escondieron en la Serranía de Francia, cerca de Portugal y allí esperaron su suerte…..Y así fue como el reino visigodo desapareció por siempre. …..
Una nueva historia se empezaba a escribir en la península, el advenimiento de un nuevo orden, de una nueva civilización, de una nueva religión, otras artes y otras ciencias nunca vistas hasta ese momento….. llegaba el tiempo del Al-Andalus, ….el tiempo de otra leyenda que perduró por casi 800 años en la península, pero esa historia amigos de Ciudad sin Límites……. es otra historia.
¿Quienes eran los godos?
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