"Los pueblos de España "(dos volúmenes): esencial.
REIVINDICACIÓN DE JULIO CARO BAROJA
EL ANTROPÓLOGO QUE NO FUE ESCÉPTICO, POR NO SER VULGAR
Julio Caro Baroja, miembro de la preclara saga de los Baroja (Pío, Ricardo…), es uno de los eruditos españoles de mayor fuste del siglo XX. Su monumental obra constituye una de las cimas de la Cultura Española: estudios antropológicos, folclóricos, históricos… vienen a ser un legado que los españoles no hemos sabido apreciar.
El primer libro que leí de D. Julio Caro Baroja, antes de conocerlo, fue “Terror y terrorismo”, un ensayo que recorre, a lo largo de la Historia humana, el fenómeno del terrorismo en las más diversas sociedades y épocas (desde el Ku Klus Klan hasta ETA). Después me adentré en el mundo de las brujas y de la inquisición española, de su mano.
Y ahora, hice el descubrimiento (algo tarde, la verdad) de sus ensayos sobre moriscos y judíos en España. Tras “Los moriscos en el reino de Granada”, comenzamos la lectura de “Los judíos en la España moderna y contemporánea”. Son dos obras sólidas, en las que se despliegan los resultados de sus profundos estudios, auxiliados por la portentosa biblioteca que sobre asuntos judaicos tenía su tío Pío, el novelista.
Uno se explica el olvido en que ha caído la obra de D. Julio Caro Baroja al solo contacto de las primeras páginas de “Los judíos en la España moderna y contemporánea”. Lejos de tributar la ofrenda de los turiferarios, Caro Baroja renuncia a prostituir su talento intelectual y erudito en aras de los tópicos consabidos y de la jeremiada en que, tras la II Guerra Mundial y el Holocausto, se ha convertido toda conversación sobre la “cuestión judía”. El bisturí del científico es el que disecciona, sin compunciones ni visajes, sin minutos de silencio ni lloriqueos, un tema tan denso y problemático como es el asunto judío.
“Porque mentiría si dijera que juzgo que todo el antisemitismo se funda en puras proyecciones y en juicios mal basados. El perfil del judío, apátrida, usurero, orgulloso en su fe no es un perfil inventado por las buenas, como no se ha inventado sin base el del español fanático, el del francés petulante o el del anglosajón puritano o hipócrita. El odio, por brutales que sean las consecuencias, tiene sus razones conscientes, claras, factuales. La lucha entre el villano zafio y aleccionado por demagogos y el judío astuto no es la lucha del bueno con el malo, sino la de un hombre con otro, un hombre que no es el ideal en ninguno de los dos casos, con la desventaja para uno de ellos de que tiene sobre sí una mácula, una tacha indeleble de tipo religioso…”.
“Dejemos a un lado las gesticulaciones racistas o antirracistas y limitémonos a admitir, modestamente, que es posible que entre los hombres del ghetto hay individuos con una estructura psicosomática, una configuración general relativamente homogénea desde hace mucho. Admitamos también que el pueblo, sea donde sea, ha hecho hincapié simultáneamente en ciertas de sus creencias, en sus negocios y en su aspecto físico, o lo que va adherido al aspecto físico (atuendo, peinado, etc.), y que ha procedido, partiendo de simplificaciones, selecciones y tipificaciones, con monotonía, con sangrienta monotonía. Y no nos preocupemos demasiado de si esto es científico o no desde el punto de vista antropológico, porque la Antropología tal como se ha concebido y se concibe por muchos, racista o antirracista, es una ciencia bastante problemática en su resultados: y más que problemática, escandalosamente falaz a veces”.
Julio Caro Baroja fue llamado, en cierta ocasión, “un hombre escéptico”. Sin embargo, él jamás se tuvo como tal y la razón en que basaba su oposición al escepticismo era, cabalmente, “porque creo que en España hay un exceso de falsos escépticos por pereza” (entrevista concedida a la Revista Hespérides, Noviembre, 1995.) No se tenía como tal escéptico por no ser confundido en el cajón desastroso de todos los "culturetas" vulgares y progres que pueblan los corrales ibéricos.
Julio Caro Baroja se nos aparece como un sabio, y sus libros tienen una enjundia que echamos de menos en el panorama cultural español, repleto de “sabedores”, “escribidores” y “eruditos a la violeta” o “eruditos a la violenta”. Si queremos que su alma descanse, no queremos lo mismo para su obra: que ésta no descanse en las manos de las futuras generaciones de españoles… De los pocos españoles que van quedando. No sobrará tampoco, pensamos, que al hilo de esta lectura que hacemos de "Los judíos en la España moderna y contemporánea" vayamos ofreciendo material para enfocar, en este blog, la cuestión judía.
Maestro Gelimer
http://librodehorasyhoradelibros.blogspot.com/
"Los pueblos de España "(dos volúmenes): esencial.
Discrepo de lo anterior. Después de leer su "Introducción a la historia contemporánea del anticlericalismo español" (1980)queda bastante claro que él era del bando anticlerical (de hecho reconoce a su familia como de procedencia anticlerical), por el modo tendencioso de equiparar mitad a favor de la Iglesia y otra mitad en contra... en siglos que sabemos eminentemente religiosos. Presenta la simple anécdota como regla general al modo como como si media España de los tiempos de Felipe II odiara a los frailes... etc etc.
La prueba del tono anticlerical del personaje es que este libro lo escribió o editó en 1980, cuando ya no había censura, lo que da indicio de que su contenido era católicamente censurable... y anticlerical, por tanto.
Mucho ojo con el barojita este.
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