Añoranzas de la España auténtica.
Rememorando algunos viajes realizados años anteriores a través de las fotografías que realicé, me encuentro con una obtenida en Covadonga. Obtenida en zona "no permitida" para fotografiar pero, ya sabemos que el ánimo es débil y más con un motivo como el que me interesaba:
HIMNO A LA SANTINA.
Bendita la Reina
de nuestra montaña, que tiene por trono la cuna de España
y brilla en la altura más bella que el Sol.
Es Madre y es Reina,
venid peregrinos
que ante ella se aspiran amores divinos
y en ella está el alma del pueblo español.
Dios te salve Reina y Madre
del pueblo que te corona
y entre cánticos que entona
te da el alma y el corazón.
Causa de nuestra alegría,
vida y esperanza nuestra,
bendice a la patria y
y muestra que sus hijos tuyos son."
Ningún español debería dejar de ir siquiera una vez en la vida a Covadonga, la cuna de España.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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