El incipiente Condado de Aragón estaba gobernado por el Conde Galindo Aznar II. Con él, el Condado Aragonés había iniciado la expansión desde los Valles de Hecho y Canfranc hasta las riberas del Gállego en Senegüe. La expansión reconquistadora se completó con la consiguiente labor repobladora dirigida directamente por el propio cabeza visible del Condado. Según Lacarra, " esta repoblación se realizaría mediante una política de captación de grupos dispersos de cristianos, sobre los que se instauraría una administración sumaria, con un senior asentado en un pequeño castillo. " Los Condes Aragoneses pretendían así el reforzamiento de su Católica Política, para que fuera trascendiendo las fragmentarias demarcaciones de los valles, delegando en los miembros de la vieja y guerrera aristocracia funciones de gobierno y defensa local; siempre bajo la primigenia autoridad política condal.

No obstante, este embrión estructural necesitaría, más o menos, en su momento, de la fortaleza político-militar del Reino Navarro; como en su momento pasó con el surgimiento del Condado de Castilla en el seno del Reino de León. El dinamismo social y belicoso de Navarra manifestóse como un gran ejemplo de potencia ibérica frente a las aceifas mahometanas, ejerciendo un sólido liderazgo desde León hasta Ribagorza, desde el Pirineo y el Cantábrico Oriental hasta el Duero y curso medio del Ebro; llegando incluso a arbitrar en los lógicos desórdenes de los islamistas afincados en Hispania. Del 914 al 960 se consolidad la autoridad monárquica tanto en Navarra como en León. El primigenio Reino de Pamplona parecía aún recluido en sus originarios reductos; pero en el interior territorial de los antiguos vascones se estaban gestando profundas transformaciones que generarían una vigorosa expansión; que alcanzaría su culmen en la labor de Sancho III el Mayor, el Rex Ibericvs; campeando con su estandarte : El Arranobeltza.